JUAN MANUEL RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
ANTECEDENTES Y ESTUDIOS PRELIMINARES
Varios trabajos
y reportajes gráficos se han sucedidos y realizados sobre este singular
palacete a través fundamentalmente de distintos medios tantos periodísticos
como algunas historias y tratados de arquitectura canaria, conocemos que la
obra fue iniciada en 1900 y el proyecto original es realizado por el arquitecto
madrileño Mariano Belmás que lo firmó en Madrid, ahora bien el desarrollo de la obra parece que fue asesorada por el
arquitecto canario Fernando Navarro al que erróneamente le fue en principio
adjudicada la autoría de estos planos, “a
este arquitecto se debe únicamente en realidad diseñar el trazado de la verja exterior de las calles Pérez
Galdós-Perdomo y adaptar e introducir algunas pequeñas modificaciones en el
proyecto original de Belmás, como el aumento de la figuración de la fachada y
una altura superior en la planta del mirador, pero respetando íntegramente la
concepción arquitectónica y artística del arquitecto madrileño” (González- Sosa,
2023). Realmente, si fue proyectada y dirigida por Fernando Navarro la de su
hermano Don Juan Rodríguez Quegles, inspirada en el modernismo catalán y
situada en la Plaza de Santa Ana (Darías Príncipe, 1991). Como quiera que no es
nuestra intención abundar sobre estas consideraciones que ampliamente se
encuentra en tratados del modernismo en Canarias, sin embargo, no renunciemos
en su momento de forma subrepticia a su descripción, y que sirva la misma como
una adecuación a la vivencia cotidiana de una saga familiar que la habitaron, y
dieron al inmueble un sentido vivencial al menos al cabo de tres generaciones a
partir de que Don Domingo dispusiera de su fábrica con voluntad y determinación, en donde se arguyen motivos
de homenaje a su esposa que consistió en ese gran despliegue de ornato, grandiosidad y generosidad, hasta entonces no contemplada en nuestro municipio desde
aquellas grandes mansiones neoclásicas de Ponce de León, que a través de
decenios fue parca en este tipo inmuebles prototipo de los edificios
modernistas dignos del propio paseo de la Castellana en Madrid, en donde Belmás
proyectó y dejó su impronta e imborrable estilo, y, sobre todo, erradicar
aquellos mitos que motivaron su construcción totalmente desnortados y sin constatación
que sugerían incluso, en ciertos artículos periodísticos leyendas extravagantes
e infundadas versiones, redactadas como información sensacionalista que
tergiversan la realidad que no consideraremos en este trabajo, y, desde luego, ofensivos lógicamente a sus ex
moradores y deudos; sin embargo se puede señalar como verdad constatable y si
queremos añadir algo del romanticismo que si esta en sintonía con su
construcción: Don Domingo Rodríguez
Quegles, siendo novio de doña María Teresa González (su futura mujer), próxima
la boda y en presencia de su madre, en un impetuoso impulso amoroso, le
prometió a la joven que le iba a construir la casa más bonita y suntuosa de Las
Palmas para que viviera como una reina y permaneciera cerca de su progenitora,
ya viuda (González-Sosa, 2023), en consecuencia el genealogista canario Miguel
Rodríguez Díaz de Quintana conocedor de
hechos fundamentados y experto en los arquitectos canarios: la tradición cuenta que cuando Don Domingo
enamoraba a su prometida esta entonces vivía en la calle Pérez Galdós, en una casa
mas bien pequeña y modesta, el enamorado
novio (…) le prometió fabricarle un palacio para cuando se casaran viviera doña
Teresa dentro de el como una verdadera soberana. Por el contrario nos
interesa como hemos apuntado sus vivencias y dentro de la misma algo mas frío y
trivial como puede ser la pura y desangelada genealogía de aquellas personas
que habitaron, convivieron y que con infinita nostalgia abandonaron el edificio
por causas que lógicamente son comprensibles, cuando los gastos de
mantenimientos sobrepasan costes razonables “sobre
todo porque un palacete de estas características requería mucho servicio
doméstico que, con el correr del tiempo y de las circunstancias hacía imposible
de sostener”, cuando la practicidad
moderna se impone y el estatuto de clase claudica antes realidades
crematísticas, no queremos decir con esto que no fuera sostenible su
mantenimiento por parte de la familia, sino que el futuro de sus deudos como ya
explicaremos tomaron distintos derroteros que por diversas circunstancias
abandonaban la mansión para de alguna manera independizarse: estudios,
desposorios, etc. Es de obligado cumplimiento y de recibo, rescatar la
genealogía que se sustenta en una serie de generaciones que no fueron fruto del
azar sino ubicada de una ciudad cómoda que como subraya el ya manido refrán
popular, que nos confinaba a una clase y sentenciaba con el adagio “que cada
oveja con su pareja”. Pero realmente la clase superior a nuestro estatus no era
del todo inalcanzable per se, existían tortuosos caminos para llegar
mediante la posición económica por una parte, cuando existían caudales y poco
rango social, y, por otro, cuando estas familias fueron ennoblecidas. Por
último, antes de historiar en cierto sentido una saga que habitó en la casa o
palacete, porque que fueron del mismo tronco y que dada las circunstancias, sostuvieron
unas relaciones totalmente aceptada y disfrutadas por un grupo de común origen.
Expuesto lo anterior, queremos significar en términos genealógicos como las
circunstancias de la isla que fueron de señorío como Fuerteventura, origen de
su principal ascendencia, y recién encuadradas en el régimen común de un estado
liberal acabados los excepcionales privilegios de familias, muchos de sus
jóvenes por necesidad y casi huyendo de una persistente hambruna, emprendieron la
aventura americana para mejorar su situación y la de sus familiares.