orcid.org/0000-0003-4409-9260
Para ir a la parte I pinchar aquí
Recreación de la vida de Agüimes |
En
1486, Agüimes fue cedido por los Reyes Católicos a la Iglesia en
pago por la contribución dineraria que hiciera el obispo don Juan de
Frías a la conquista de Gran Canaria. La Cámara Episcopal mantuvo
el poder durante cuatro siglos hasta la Ley Desamortizadora en 1837.
El de Agüimes era un Señorío territorial y jurisdiccional, donde
el Prelado y sus sucesores eran dueños absolutos de las tierras y de
sus frutos, pudiendo arrendar, cobrar la renta y todas las otras
cosas del lugar y Heredamiento de Agüimes. Asimismo, les
correspondía el derecho de nombrar al alcalde, juntamente con otro
de nombramiento real, teniendo, por tanto, dos alcaldes, uno
ordinario nombrado por el obispado, y otro real nombrado por el
Cabildo y cuyas funciones debían ser compartidas entre ambos.
Durante tres siglos, Agüimes fue un lugar privilegiado por su
calidad de feudo episcopal por lo que fue creciendo sumido en un
profundo ambiente religioso. Los indígenas, ya bautizados con
nombres castellanos seguían celebrando, a escondidas, sus ritos
religiosos en Guayadeque, temerosos de que los pillaran. Para evitar
suspicacias, entre ellos se saludaban con la frase que aún continúa
en nuestro vocablo de “adiós cristiano”. Debemos recordar la
presencia de la Inquisición la cual estuvo activa durante cuatro
siglos, desde el siglo XV hasta principios del XIX, y como
institución garantizaba
la supresión de la herejía en el seno de la Iglesia Católica.
Pronto
Agüimes fue adquiriendo protagonismo, no solo por ser Señorío del
Obispado sino por la fertilidad de sus tierras, por sus puertos y
pesquerías, por sus prados y por las ricas aguas que emanaban de la
tierra y que hacían posible el regadío lo cual le conviertía en una
zona apetecible para los nuevos pobladores.
Con el objeto de rentabilizar la conquista se establecen distintos ingenios de azúcar en la isla. En Agüimes, a Juan Matos el cual pertenecía al séquito personal del Obispo, le tocó en el repartimiento un llano conocido como “El Valle Real de Aguatona”. Aprovechando el curso de agua, su hijo Alonso de Matos construye un ingenio de azúcar. Con él comienza un mercado floreciente de azúcar con Europa.
Con el objeto de rentabilizar la conquista se establecen distintos ingenios de azúcar en la isla. En Agüimes, a Juan Matos el cual pertenecía al séquito personal del Obispo, le tocó en el repartimiento un llano conocido como “El Valle Real de Aguatona”. Aprovechando el curso de agua, su hijo Alonso de Matos construye un ingenio de azúcar. Con él comienza un mercado floreciente de azúcar con Europa.