CRISTINA LÓPEZ-TREJO DÍAZ
https://orcid.org/0000-0003-4409-9260
Lección impartida en el Capítulo Extraordinario de Santiago del Instituto Canario de Estudios Históricos Rey Fernando Guanarteme, celebrado en el Teatro Municipal de Gáldar el 23 de julio de 2023.
Cuadro de John William Godward. 1896 |
Cada
vez que llevamos a cabo una investigación genealógica retrocediendo en el
tiempo hasta lo que para nosotros es el principio, el siglo XVI, solemos
realizar lo que creemos es una mirada panorámica del momento y lugar donde
ocurrieron los hechos, pero lo cierto es que el acercamiento que hacemos a la
verdad está sesgado por las normas sociales y culturales que imperaban en la
Castilla del momento. Al mirar atrás y hurgar en las páginas de aquellos que
quisieron dejarnos constancia encontramos una serie de transacciones realizadas
por las cabezas de familia y alguna que otra y muy escasa, por mujeres que ya
eran viudas y que deseaban dotar, vender o inventariar bienes. Mujeres cuya
existencia estuvo definida por la institución familiar, concentrada
mayoritariamente en el sistema económico del matrimonio y cuya voz solo se oía
en casos concretos de viudedad o disposiciones testamentarias de dejar las
últimas voluntades en el lecho de muerte. En las escribanías de Alonso San
Clemente, por ejemplo, apenas encontramos dos escrituras de mujeres, una de
ellas de Inés Mayorga, viuda reciente de Pedro Mayor, solicitando el inventario
de los bienes para dejárselos a su hija. Otra Inés, en este caso apellidada
Betancor, vecina también de Gáldar, aparece en un documento otorgado como viuda
de Esteban Zambrana, en de septiembre de 1527. Ambas mujeres pertenecían al
estrato alto de esta nueva sociedad que comenzaba a gestarse. En cuanto a aquellos
protocolos de Alonso de Herrera, los que se conservan, hay que decir que en un
período de 14 años, apenas aparecen cuatro mujeres. Tres de ellas viudas y la
cuarta, Leonor Bernao cuyo marido Juan Bautista Salvago, le da poderes para
cobrar deudas, por estar él ausente de la isla por negocio del azúcar.
Recordemos que el padre de Leonor, Antonio Bernao poseía un ingenio azucarero.