MIGUEL RODRÍGUEZ DÍAZ DE QUINTANA
Ponencia impartida en
la villa de Teror, el 12 de septiembre de 2016, entre los actos de la fiestas
del Pino, enmarcada en la conmemoración del Año Genealógico Francisco Fernández
de Bethencourt. Organizado por el Iltre. Ayuntamiento de la Villa de Teror y la
colaboración del Instituto Canario de Estudios Históricos Rey Fernando
Guanarteme y Genealogías Canarias.
En 1977 tuve la satisfacción de
obtener el galardón convocado entonces por el ilustre Ayuntamiento de esta
villa, que se conocía por premio literario “González Díaz”. Regía el municipio
el alcalde don Antonio Peña Rivero. Más que la prudente aportación económica
del concurso, el atractivo estribaba en que el trabajo galardonado iba a ser
editado por la docta corporación. Iba a ser mi primer libro publicado, un logro
que prácticamente me llenaba de suma complacencia.
Pero la alegría se transformaría
con el tiempo en un amargo sinsabor, porque el
|
Teror desde Zamora, Valleseco. Foto: E.Egea |
manuscrito se extravió después
de que doctos intelectuales de esta villa pudieran consultarlo, como se
acredita al ser reiteradamente citado en obras posteriores.
El trabajo presentado llevaba el
título “Los primeros repartimientos de Teror y otras noticias”. Se
dividía en dos partes. En la primera, dábamos por primera vez la serie de datas
otorgadas en esta villa y sus contornos. Aún no se había publicado el libro que
se guarda en El Museo Canario debido al trabajo de transcripción de Manuela
Ronquillo y Eduardo Aznar Vallejo.
Fernando Inglott Navarro, depositario de fondos del Ayuntamiento de Las
Palmas, en cuyas dependencias estaba entonces instalado el referido museo,
extractó en 1905 aquellos repartimientos. Por vericuetos del destino el
manuscrito llegó a mis manos, y durante largo tiempo estuve en disposición de
poseer tan atractiva y única documentación.
La segunda parte del trabajo
galardonado era relativa a las principales y más populares familias terorenses.
Era, sin proponérmelo, un elenco o repertorio nobiliario que, de manera
modestísima, seguía el método trazado por el insigne maestro y llamado príncipe
de la genealogía española, el consagrado lanzaroteño, Francisco Fernández de
Béthencourt, a quien, con toda justicia, seguimos homenajeando al cumplirse el
siglo de su fallecimiento.