Ponencia
presentada en el I Encuentro de Genealogía Gran Canaria,
celebrado
en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria,
el 21 de noviembre de 2014.
B.
LOS LINAJES PATERNOS
(CROMOSOMA
Y: FRECUENCIA DE LOS HAPLOGRUPOS)
Datos
obtenidos de: “Demographic history of Canary islands male gene
pool: replacement of native lineages by European” BMC Evolutionary
Biology, August 2009. Rosa
Fregel, Verónica Gomes, Leonor Gusmao, Ana M. González, Vicente M
Cabrera, Antonio Amorim and Jose M Larruga
1.
RAFAEL HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ
¿QUÉ
SABEMOS DEL HAPLOTIPO R1B1B2A1A2?
R1b1b2
es el más común de los haplogrupos en Europa Occidental donde, con
sus diversas variantes, es portado por más del 50% de los varones.
Una de esas variantes R1b1b2a1a2b se relaciona con los ancestros de
los actuales pobladores del País Vasco.
En
el mapa adjunto puede comprobarse que pobladores de este haplogrupo
alcanzaron también el norte de África y recientemente ha podido
comprobarse, para sorpresa de los investigadores, que el 10 % de la
muestra de restos indígenas analizada porta dichos genes europeos.
¿QUÉ
SABEMOS DE VICENTE DE MONTESDEOCA?
En
esta ocasión podemos probar, con documentación fiable, que Vicente
Montesdeoca tiene origen ibérico. Fue este personaje un poblador
temprano de Gran Canaria a donde arriba poco después de la
incorporación de la isla a la Corona de Castilla, huyendo
probablemente de la Inquisición, que se avecina en la incipiente
Villa Real de Las Palmas. Aquí primero ejerció la profesión de
tejero (fabricante de tejas y ladrillos) para muy pronto medrar
convirtiéndose en armador, copropietario de una carabela, fondeada
en la playa del Arrecife, hoy Las Canteras, con la que asalta las
costas africanas en busca de esclavos para su venta o rescate.
Es
un nieto suyo, Vicente de Montesdeoca Lorenzo, quien nos da algunas
pistas acerca de su procedencia cuando, a fines del XVI, deseando ser
Comisario del Santo Oficio, declara una genealogía del tenor
siguiente: “que sus padres son Juan de Montesdeoca, natural de esta
Ciudad de Canaria, vecino de La Vega, y María Lorenzo, natural y
vecina de La Vega; que sus abuelos paternos fueron Vicente de
Montesdeoca, natural de España, pero no sabe de qué parte vino
porque hace mucho tiempo que fue vecino de esta ciudad, y Juana
Hernández, su mujer, natural de España, y tampoco sabe de qué
parte vino. Como abuelos maternos declara a Isabel Lorenzo, natural
de las islas, y a Domingo Hernández, natural de Portugal en la
ciudad de Évora, ambos vecinos de La Vega”.
De
la tal Juana Hernández, la mujer de Vicente Montesdeoca el viejo, de
quien sabemos que ejerce en 1522 la profesión de “vendedera”,
podemos precisar algo más acerca de su lugar de procedencia. El
siguiente documento, fechado en 1534, por el que Juana liberta a una
esclava negra de su propiedad nos confirma su más que probable
origen andaluz pues sus abuelos son Bartolomé Sánchez, de Córdoba,
y Juana Hernández. Son estas señoras, abuela y nieta, con toda
seguridad las responsables del apellido Hernández que llevo.
1534
/IV /11 Las Palmas folio 359 r y v
Escribano
Cristóbal de San Clemente Protocolo 741 AHP
“Juana
Fernández, mujer de Vicente de Montesdeoca, vecina de Gran Canaria,
dice que cuando se casó recibió en dote de sus abuelos Bartolomé
Sánchez de Córdoba y Juana Hernández una esclava negra de nombre
Isabel Sánchez y de edad de dos años poco más o menos con
condición de darle libertad al cumplir los 20 según escritura
otorgada ante escribano público el 26 de enero de 1511. Como la
esclava ha cumplido ya los 20 en el servicio suyo y de su abuela la
declara libre”.
2.
FRANCISCO SANTANA PÉREZ
El
haplotipo de los Santana, R1b1b2a1a, reflejado en el cuadro es, como
el de los Hernández, europeo e ibérico. Parece muy arriesgado
afirmar esto cuando sabemos a ciencia cierta que Francisco Santana es
hijo de padre y madre desconocidos como lo atestigua su original
apellido canario y como se nos confirma en el siguiente extracto de
su partida de defunción:
“22
noviembre de 1905 Iª de San Gregorio. Sepultura de Francisco
Santana, expósito, alias Miro, de 73 años de edad, esposo de
Gregoria Santana de esta ciudad. Falleció en Arauz, anoche a las
dos…”
La
red 23andMe que nos ha permitido analizar su ADN nos permite
igualmente establecer contacto con otras personas con las que existe
algún grado de parentesco. El ADN no engaña. Porcentajes en torno
al 50% de similitud señalan que la relación de parentesco es de
padre a hijo. La relación de nietos a abuelos o viceversa supone
aproximadamente un 25% de coincidencia. Primos hermanos coinciden en
torno al 10%, primos segundos en torno al 5%, primos terceros en
torno al 1% A partir de aquí los porcentajes decaen generación a
generación.
Una
niña vasca, de la que necesariamente tenemos que omitir el nombre,
resulta estar emparentada en un 0,20 % con mi suegro (q.e.p.d.) Juan
Santana Herrera, con dos segmentos idénticos de ADN. Ese porcentaje
equivale con cierto margen de error a un parentesco entre primo
quinto y primo sexto, es decir que ambas personas tienen un ancestro
común 5 o 6 generaciones atrás. En la conversación electrónica
mantenida con su madre comprobamos que el parentesco de la niña con
mi suegro se establece por línea paterna pues ella, que también se
ha hecho el estudio, no tiene similitud con él. El padre de la niña,
nos comenta su exesposa, de apellido Ruiz, es de origen andaluz por
todas sus líneas, la principal de Priego de Córdoba. No es
necesario recapitular ahora, después de ofrecer estos datos, que un
ascendiente directo o colateral de esa persona estuvo en Gran Canaria
en los años 30 del siglo XIX y que aquí, en el Hospicio de Santa
Ana, dejó descendencia.
3.
MODESTO BAUTISTA DOMÍNGUEZ
¿QUÉ
SABEMOS DEL HAPLOTIPO J2?
El
haplogrupo J se originó hace unos 20 mil años en Próximo Oriente
donde hoy es muy común. Algunas ramas se expandieron desde esa
localización inicial hacia otras partes de Eurasia y África del
Norte. En tiempos más recientes la expansión de la antigua Grecia,
la diáspora judía y la expansión del Islam en África del Norte
han extendido el haplogrupo J2 alrededor del Mediterráneo. Estudios
recientes señalan que una rama específica de J2 puede encontrase en
la actualidad entre los descendientes de los antiguos fenicios, una
civilización que estableció colonias en Tunicia, Sicilia y el sur
de Iberia desde principios del primer milenio antes de Cristo.
¿QUÉ
SABEMOS DE FRANCISCO MONTESDEOCA?
Nos
falta tan solo un escalón, según nuestras cuentas, para llegar a la
generación diana del 1500. De Francisco Montesdeoca, por el momento
el primer varón de la línea de los Bautista, durante un tiempo
creímos que era el hijo homónimo de Vicente de Montesdeoca citado
en el siguiente extracto de un documento de la escribanía de Las
Palmas dictado ante Hernán González a 29 de agosto de 1552:
“Testamento
de Catalina Hernández, hija de Luis Núñez calderero… Nombra
albaceas a su padre y a María de Frías, su madre. Testigos: Gonzalo
Hernández, mesonero, Gonzalo Yanes aperador de Zoilo Ramírez,
regidor, Francisco de Montesdeoca, hijo de Vicente de Montesdeoca,
Antonio Rodríguez y Alonso Hernández, escribano de su majestad…”
A
partir de la lectura de otro documento del mismo año, en el que
Isabel de Talavera, mujer de Domingo Hernández, difunto, dota a
Francisco de Montesdeoca, su yerno, con Clara Hernández de Talavera
su hija, para las cargas del matrimonio, llegamos a pensar que este
contrato al que se refiere podía estar circunscrito a su primer
matrimonio y que se trataba de la misma persona que casaría
posteriormente con Ana de Miguel.
Tuvimos
posteriormente muchas dudas al respecto pues en nuestro estudio
genealógico los Montesdeoca de La Vega resultaban ser varones muy
longevos y los Montesdeoca de Arucas tenían por el contrario una
vida media bastante corta. Tal era la diferencia que, desde el
origen, los primeros llegabann en tan solo trece generaciones hasta
la actualidad mientras que los segundos hubieron de transitar
dieciséis generaciones hasta alcanzar a la de mis hijos.
El
recurso al ADN ha contribuido a resolver estas dudas. Gracias a uno
de mis primos hermanos de apellido Bautista, hijo del único de los
hermanos de mi madre que tuvo ascendencia masculina, hoy sabemos que
Francisco Montesdeoca, el casado con Ana de Miguel, tenía un
haplotipo J2 que nos señala, si no habido de por medio falsas
paternidades, que no puede ser el hijo de Vicente de Montesdeoca cuyo
haplotipo, como ya dijimos, es R1b1b2a1a2. Tenemos pues a dos
personajes homónimos a mediados del XVI: uno, con la preposición de
delante del apellido, es hijo de Vicente de Montesdeoca y Juana
Hernández; el otro, Montesdeoca a secas, no tiene ascendencia
conocida, por el momento.
Quizá
este Francisco pueda ser, es solo una conjetura, un hijo del
conquistador de Gran Canaria y de Tenerife llamado Antonio
Montesdeoca que según Cebrián Latasa era natural de Villanueva del
Bierzo y que casó con Ana de Tamariz, hija de Antonio Luis de
Tamariz y de Luisa Fernández de Vera según genealogistas locales.
De
la descendencia conocida de Francisco Montesdeoca y Ana de Miguel
puede inferirse que la pareja contaba con sobrados recursos pues su
hijo Diego, por quien sigue la línea, casaría con Margarita
Rodríguez Travieso que fue enterrada en Arucas en 1618 en sepultura
propia; y su hija, Juana Montesdeoca, contrajo matrimonio con el
capitán Baltasar González, hijo de Ana Sánchez y nieto materno de
Juan Pérez de Villanueva y María Sánchez de Ortega, fundadores de
la villa de Teror.
4.
MANUEL PÉREZ GONZÁLEZ
¿QUÉ
SABEMOS DEL HAPLOTIPO E1B1B1?
E1b1b
es el más común de los haplogrupos en África del norte. Se originó
hace unos 20 mil años durante el culmen de la era glaciar. Hay ramas
comunes que se pueden localizar en torno al Mediterráneo, Próximo
Oriente y asimismo Europa oriental. Una de esas ramas es el haplotipo
E1b1b1 que se originó en un grupo de personas que vivían en África
oriental.
Miles
de años después hombres que portaban ese haplotipo se desplazaron
por el norte de África donde hoy constituyen el grupo dominante.
Algunas de esos grupos humanos volvieron a salir de África de manera
que ramas distintas de E1b1b1 pueden ser observadas hoy en
poblaciones del norte y oriente de África así como en Próximo
oriente y Europa Oriental. Bereberes, griegos, albanos, y judíos
ashkenazi son algunas de las poblaciones representativas.
¿QUÉ
SABEMOS DE GONZALO BRAVO?
Gonzalo
Bravo según nuestras pesquisas en los protocolos de Tenerife es un
zapatero y comerciante de materias primas relacionadas con la
artesanía del calzado (corambre, zumaque, etc.) y marchante de
caballos y machos cabríos, presumimos que ya viejos, para aprovechar
su piel. Aparece documentado en los protocolos de La Laguna desde
1520 hasta 1534 en que nos desaparece su pista. No sabe firmar.
Compró
casas en La Laguna en 1523 junto a la Calle Real, hoy San Agustín.
En 1552 se señala en una tazmía (una especie de censo de población
y del grano almacenado en las casas) que allí residía la mujer de
Gonzalo Bravo y otra persona que puede ser su hijo. Se supone que
Gonzalo ya había fallecido por entonces.
Un
testimonio contra él por asar carne a la manera judía se recoge, a
3 de mayo de 1521, en la siguiente publicación de la Universidad de
Toronto “Jews in the Canary Islands: Being a calendar of Jewish
cases extracted from the records of Canariote Inquisition in the
Collection of the Marquess of Bute”.
“Christóbal
de Lara (natural de Gibraleón) declara que un día cuando este
testigo y otras personas iban asar un cuarto de cabrito, Gonzalo
Bravo se los quitó de las manos y cortó el tendón de la pierna sin
saber por qué lo hizo. Cuando este testigo vino a las Islas Canarias
iba un día a asar una pierna de cerdo y recordando aquello dijo
“Quitémosle el tendón” después de lo cual un hombre que estaba
presente exclamó: “Entonces tú eres judío” y explicó que esa
era una costumbre judía. Y que este testigo sabe que el dicho
Gonzalo, su padre, Joan Díaz, y su hermano vivían juntos sin que
hubiese mujer alguna en la casa hasta que el hermano trajo a su
esposa hace unos dos años y que allí en Tenerife ellos son tenidos
por judíos”
Las
expectativas de haber localizado un ancestro guanche se desvanecen.
Joan Díaz y sus hijos, Gonzalo Bravo y Diego Díaz, constituyen una
familia judeoconversa dedicada a la artesanía de zapatos y a la
venta de cueros que llega a Tenerife a comienzos del siglo XVI,
huyendo más que probablemente de las persecuciones del Santo Oficio.
II.
MARCADORES AUTOSÓMICOS
La
composición ancestral es una herramienta de 23andMe que nos indica
qué porcentaje de nuestro ADN proviene de cada una de las 31
poblaciones del mundo por ellos hasta el momento estudiadas. Este
análisis incluye el ADN que recibimos de todos nuestros ancestros,
tanto por línea materna como paterna, en cualquiera de las ramas del
árbol. El resultado refleja donde vivían nuestros ancestros hace
500 años antes de que los barcos empezaran a cruzar los océanos.
En
el gráfico adjunto se reflejan los estudios autosómico de mis dos
hijos y el de sus dos abuelos. Los datos globales atestiguan un
origen mayoritariamente europeo proveniente de poblaciones
sureuropeas, esencialmente ibéricas que, como hemos podido comprobar
en algunos linajes, saltan a las islas desde puertos andaluces a
finales del siglo XV o principios del XVI.
Asimismo
reflejan la presencia de ancestros africanos en porcentajes
inferiores al 10% repartidos no equilibradamente entre la ascendencia
norteafricana que es dominante y la subsahariana. Con estos datos y
nuestros conocimientos sobre el tema, se nos hace difícil distinguir
entre la población indígena que permanece en las islas y la
población esclava capturada en las costas africanas próximas.
Sabemos
que en la población prehispánica coexistían marcadores
norteafricanos y subsaharianos, es decir que el mestizaje ya era
característico de aquellas poblaciones antes incluso de la conquista
y colonización de las islas y también, porque de allí provienen,
era igualmente característico de las poblaciones del Magreb antes de
la islamización del territorio.
Estimamos,
a partir de la base de datos de 23andMe en las que hemos tenido
acceso a los estudios autosómicos de una decena de canarios por los
cuatro costados, que esta composición, aun siendo consciente de un
marcado sesgo eurocéntrico de las líneas de investigación de esta
empresa, es la propia de la ancestralidad canaria, es decir que
nuestros antepasados, en cuanto a su componente europea, son
mayoritariamente ibéricos (castellanos y portugueses) y en pequeña
medida itálicos; y que todos los canarios tenemos ascendencia
africana sin que pueda delimitarse bien qué parte de dicha
ascendencia se corresponde con la población indígena y qué parte
de ella se corresponde con la población esclava.
En
relación a este último aporte histórico, la población esclava
morisca resulta ser en parte rastreable, genealógicamente hablando,
pues no es infrecuente encontrar en documentos de los siglos XVI y
XVII referencias a esposas moriscas, algunas de las cuales portan el
apellido Blanca que las identifica como esclavas, que son o que
fueron antes de ser ahorradas, de raza blanca. Más difícil de
rastrear es sin duda nuestra ascendencia de esclavos negros por
absurdos empeños de ocultamiento de dichas raíces.
¿SABEMOS
ALGO DE NUESTROS ANCESTROS SUBSAHARIANOS?
En
nuestra familia hemos podido por el momento localizar la referencia a
un esclavo que casa en Las Palmas a principios del siglo XVIII.
Creemos que se trata de una persona mulata basándonos en ciertos
rasgos fisonómicos de algunos de sus descendientes del siglo XX de
los que conservamos fotografías. Sirva de muestra la foto adjunta en
la que aparece mi tatarabuelo el majorero Agustín Domínguez
Perdomo, descendiente del chasnero Pedro Domínguez, el héroe de
Tamasite, con su hija Candelaria, hermana de mi bisabuela Agustina,
vecinos del barrio de San Roque en los riscos de Las Palmas.
La
esposa y madre de los representados, Teresa Socorro, de quien no
conservamos imagen, es la que nos aporta esos genes subsaharianos que
son seña de identidad de todos los canarios, aunque a alguno le
cueste reconocerlo. Para nosotros es sin embargo un orgullo contar
con esa dosis de africanidad como se puede comprobar en los versos
que resumen el contenido de mi obra poética “Romancero Sureño”:
El
sur es pasión, sexo, amores y tristezas compartidos, poesía de la
vida.
Es
sur es compromiso docente y apuesta decidida por la cultura y las
artes.
El
sur es mi patria atlántica con un faro en La Orchilla y el otro en
La Entallada.
El
sur es acogida a los de afuera, rebeldía, indigenismo, africanidad.
Iª
del Sagrario 26 de julio de 1708 Matrimonio de Isidro de Torres,
esclavo de don Juan
de Torres,
presbítero de esta ciudad, y Juana Lorenzo, natural de la isla de La
Palma.
III.
ALGUNAS CONCLUSIONES DEL TRABAJO
Las
siguientes notas tan solo pretenden ser apuntes personales para un
ensayo que tengo en mente escribir sobre ancestralidad (permítanme
el neologismo) y genealogía canaria.
DIFICULTADES
ENCONTRADAS
Uno
de los aspectos más relevantes de nuestra modesta investigación ha
sido la comprobación de la dificultad de cruzar el océano tenebroso
del siglo XVI para alcanzar la generación diana del 1500. La escasez
de fuentes es la clave pero hay también que considerar otro
impedimento no menos importante: una parte significativa de aquella
población estaba integrada por esclavos. Primero fueron indígenas,
en su mayor parte ahorrados por la solidaridad de sus congéneres de
los bandos de paces o por la “benevolencia” de sus amos después
de años de explotación. Posteriormente serían africanos, como
resultado de las cabalgadas a Berbería o de las compras a
traficantes portugueses. Evidentemente las líneas que se
corresponden con estos últimos pobladores, como ya se ha planteado,
suponen en la práctica genealógica la imposibilidad de continuar el
estudio no solo por la escasez de datos sino especialmente por la
incertidumbre de los mismos.
Otro
hecho que queremos destacar es la mayor trazabilidad de los linajes
paternos a pesar de que estos son obviamente los de menor fiabilidad
(Bien le decía mi abuela a mi madre: “Los hijos de tus hijas,
nietos míos serán; los de tus hijos, lo serán… o no”).
Calculan los expertos que por término medio una de cada 20
paternidades es falsa. Los varones a pesar de esa debilidad son sin
duda más visibles en la documentación del siglo XVI que se
protocola en las escribanías como es propio la nueva sociedad
patriarcal que impone el cristianismo. Aunque las mujeres son cabezas
de familia en algunos linajes isleños, pongamos como ejemplo a Lucía
Hernández en los predios del Señorío de Agüimes, lo cierto y
evidente es que hemos tenido muchos más tropiezos para alcanzar la
generación diana en los linajes maternos que en los paternos.
Dos
de los cuatro linajes paternos objeto de este estudio han alcanzado
los albores del XVI con Vicente de Montesdeoca y Salvador Bravo a la
cabeza. En el caso de Francisco Montesdeoca estamos tan solo a un
paso de completar el cuadro. Sin embargo aún no hemos podido
alcanzar el 1500 con ninguno de los cuatro linajes maternos que
estudiamos aunque ciertamente estamos muy cerca de conseguirlo con la
agüimense Leonor de la Peña, con relevantes pistas acerca de su
origen que nos conducen hacia una familia de Fuerteventura afincada
en Gran Canaria después de un asentamiento previo en Tenerife.
No
cejamos sin embargo en la búsqueda de estas genuinas raíces
maternas por lo que hacemos una llamada encarecida a los
genealogistas amigos para recabar su ayuda de modo que podamos
culminar los linajes, por el momento truncados, de la cumbrera Leonor
Flores, de la terorense Leonor de Ojeda y especialmente de la
tirajanera Ana de los Reyes Hernández que por ser nuestro linaje
materno concentra nuestras pesquisas desde hace años.
A
propósito de los saltos entre islas hay que decir que estos han sido
la cruz de muchos estudios genealógicos. Muchas líneas se han
perdido o han desbarrado por la dificultad de trazar dichos saltos.
Esto suele darse por la excesiva especialización insular de los
investigadores. Recordemos los ejemplos planteados en algunos de
nuestros trabajos en relación con los apellidos Mena, Miranda o
Domínguez. En este estudio hemos podido contrastar, además del
“salto” de los Galán-De la Peña ya comentado, el de los Pérez
Bravo desde Tenerife a Fuerteventura, motivado según la leyenda
familiar por una huída de la justicia tras una reyerta, y la
posterior migración contemporánea hacia Gran Canaria de uno de los
descendientes del evasor atraído por la riqueza que generan los
trabajos portuarios y las industrias anexas (tabaco, salazón, etc.).
A
pesar de la disimetría de la trazabilidad por sexos que hemos
observado, hemos de reconocer que el medio insular, así como el buen
estado conservación de algunos archivos, son una suerte para los
estudios genealógicos canarios, en comparación con la Península,
habida cuenta de la endogamia ininterrumpida de casi cinco siglos que
caracteriza a la población de las islas. Ha habido a lo largo de ese
tiempo muchas salidas hacia América pero muy pocas entradas (los
vilipendiados funcionarios reales o eclesiales) desde la gran
irrupción colonial cuyo punto culminante se sitúa justamente en
torno al 1500, fecha que no por casualidad es el objetivo de nuestro
estudio.
CÓDIGO
ÉTICO-GENEALÓGICO
La
investigación genealógica es una profesión de futuro. En la medida
en que asciende el nivel cultural de la población canaria se eleva
igualmente el interés por las raíces históricas familiares.
Necesitamos genealogistas avezados con conocimientos de historia,
paleografía, toponimia, informática, archivística etc., es decir,
hombres o mujeres ilustrados que ofrezcan sus servicios en ese
mercado emergente con acuerdos de colaboración recíproca entre
investigadores de las distintas islas y el compromiso ético con sus
clientes de asegurar la fiabilidad científica de sus entronques.
“Más
vale un linaje truncado que un linaje trucado” es un buen lema para
proceder con paciencia y profesionalidad en este campo pues una línea
parada puede recuperarse tiempo después gracias a publicaciones de
expertos o a la aparición de nuevos datos en investigaciones
colaterales que resuelven tardíamente los entuertos. Lo importante
es que el árbol genealógico crezca equilibradamente por todas sus
ramas cuando ello es posible.
A
propósito de todo esto, no entendemos el afán de muchos aficionados
a la genealogía por seguir exclusivamente la línea paterna que se
identifica con su primer apellido. Han podido comprobar en nuestro
estudio que, en ninguno de los linajes paternos trazados hasta el
1500, los varones portan el mismo apellido que sus descendientes de
principios del XX y mucho nos tememos que esto puede ser un hecho
generalizable con la excepción de ciertos mayorazgos. Mi abuelo
paterno Rafael Hernández confluye once generaciones atrás en
Vicente de Montesdeoca y el abuelo materno de mi esposa, Manuel
Pérez, desemboca en doce generaciones en Gonzalo Bravo,.
En
ambos casos hemos podido comprobar curiosamente que el apellido que
ha llegado nuestros días es el de las esposas de algunos de los
eslabones de la cadena: Juana Hernández fue efectivamente la esposa
de Vicente de Montesdeoca del mismo modo que Juana Pérez lo fue de
uno de los nietos de Gonzalo Bravo. ¿Qué sentido tiene en el mundo
de hoy seguir en exclusiva los linajes agnados cuando esa herencia
solo encuentra eco en las obsoletas costumbres de la aristocracia? La
genealogía canaria tiene que asumir la integralidad de los árboles
con el objetivo de que todas sus ramas alcancen si es posible el
1500. Los ancestros de entonces lo serán de todos los canarios en
general y también de todos, no es exageración, en particular. Así
se hará historia con minúsculas y, con la puesta en común de las
investigaciones, Historia con mayúsculas.
Volviendo
a los apellidos, señalaré por clarificar más el asunto, que en mi
opinión son tan importantes los apellido paternos como maternos en
cualquiera de los peldaños de la escala. Los apellidos concretos no
dicen nada de nuestras raíces. De hecho en mi árbol genealógico
son ya más de mil los que penden de sus múltiples ramas y todos
son, desde el punto de vista del aporte genético, igualmente
importantes.
Es
razonable por tanto pretender que los trabajos genealógicos atiendan
a la integralidad de los dragos de familia y no exclusivamente a la
línea agnada masculina. Siempre habrá alguna rama que quede
truncada para siempre, como cuando aparece un expósito o un esclavo
no reconocido, pero esto forma parte de la realidad de todas las
familias por muy ilustres apellidos que estas lleven, apellidos que
en muchos casos han sido comprados y vendidos a través de,
ventajosos para unos y lucrativos para otros, contratos
matrimoniales. Son gajes del oficio.
Hemos
de poner especial cuidado por tanto en tratar de esclarecer en las
ramas que se corresponden con familias pudientes los fraudes
genealógicos perpetrados, cuestionando limpiezas de sangre,
informaciones de nobleza y otras pruebas practicadas a lo largo de la
edad moderna que se nos presentan ante nuestros ojos como verdades
incuestionables y que hoy sabemos que fueron realizadas las más de
las veces con testigos untados. En nuestro propio árbol, Canarii
Family Tree, hemos podido demostrar, por ejemplo, que los Castrillo,
que eran judeoconversos en origen, llegaron a ser, invirtiendo sus
dineros oportunamente, comisarios del Santo Oficio, inquisidores y
hasta caballeros del Hábito de Santiago. Asimismo, descendientes de
nuestro antepasado Vicente de Montesdeoca, igualmente judeoconverso,
llegaron a ocupar, a pesar de su origen plebeyo, lucrativos oficios
públicos, comisariados del Santo Oficio y elevadas prebendas en el
cabildo catedral, enlazando sus descendientes con familias de
alcurnia. El dinero todo lo puede.
DESARRAIGO
Y SOCIEDAD DE FRONTERA
Manuel
Alemán en su libro “Psicología del hombre canario” nos habla de
Canarias como una “sociedad sin padre” porque en ella, nos dice,
está roto el principio de seguridad, de confianza básica, de
estabilidad sicológica. Canarias desde su génesis primera, a raíz
de la conquista, nació y vivió en desarraigo. Y define este autor
el desarraigo como un fenómeno de desplazamiento que supone la
pérdida de los marcos habituales de relación reemplazados por otros
escenarios extraños y otros esquemas de vida, sin que la persona
haya encontrado sus propias coordenadas.
Los
estudios genealógicos confirman esos desgarramientos en aquella
sociedad de frontera del 1500. Desarraigados debieron sentirse los
que llegaron de fuera para conquistar las islas por la fuerza de las
armas o colonizar este territorio tan fragmentado y orográficamente
tempestuoso, tan distinto al de sus países de origen. Especialmente
difícil tuvo que ser la adaptación al medio de aquellos pobladores,
castellanos y portugueses, que llegan huyendo de la Inquisición. Han
de ocultar su origen, han de cambiar sus costumbres, han de renegar
de su Dios. Son labradores especializados, comerciantes y artesanos,
gente en general emprendedora que se afinca en las islas para empezar
una nueva vida con constante temor a las persecuciones.
La
expresión sociedad sin padre también refleja el desarraigo de los
indígenas. Desde el siglo XV con la conquista de las islas
señoriales los varones son masacrados o vendidos como esclavos
dejando en su tierra mujeres y niños. Son los objetivos confesos de
los conquistadores betancurianos y más tarde castellanos que
consiguen con tal acierto que en menos de un siglo las familias de
las islas, aunque mestizas, ya no recuerdan su pasado indígena.
Con
la conquista de las islas de realengo los esquemas cambian por la
existencia de bandos de paces que establecen pactos previos con el
conquistador. Como resultado, la nobleza indígena de dichos bandos
colaboracionistas va a permanecer como hombres libres en las islas
pero será objeto de un brutal desarraigo siendo forzada al abandono
de su religión y de su lengua y también al destierro interior. Los
nobles del reino de Gáldar, con la excepción de las 40 familias
amparadas por el guadarteme converso, serán obligados a desplazarse
a Tenerife y La Palma. Nobles guanches de los bandos de paces de
Tenerife serán obligados a instalarse en las tierras más ásperas
de las cumbres y comarcas sureñas de Gran Canaria donde mantienen
formas de vida pastoriles durante muchas generaciones.
Aunque
no es exactamente lo que quiso decir Manuel Alemán, podríamos
hablar de que también existió en las islas de realengo un genocidio
masculino. Muchos indígenas van a ser forzados al destierro exterior
y, aun con la consideración de hombres libres, serán desplazados a
Sevilla para ser enrolados en las campañas granadinas. Más tarde
los indígenas varones y sus descendientes serán enrolados en las
expediciones a Berbería y a Tierra Firme (África y América). Así
se explicaría el fenómeno recientemente observado por los
genetistas de que los genes indígenas asociados al cromosoma Y son
muy escasos en la población histórica y siguieron decreciendo hasta
verse reducidos a un pequeño porcentaje en la población actual, en
la que sumando aportes moriscos e indígenas, no alcanzan la sexta
parte del total (17%). Unos y otros, como hemos descrito, beben de la
misma fuente norteafricana representada en los haplogrupos paternos
E1, I, J, K, P e incluso R1b.
No
ocurre lo mismo en los linajes maternos en los que los genes
africanos superan la mitad de la población histórica y que hoy
siguen al alza. Los estudios publicados de ADN mitocondrial reflejan
efectivamente una importante presencia de genes aborígenes tanto en
la población histórica como en la población actual. Sin embargo,
nosotros pensamos que los expertos confunden genes aborígenes con
los propios de la población esclavizada. En los linajes maternos la
fuente común del mestizaje en origen en tierras norteafricanas nos
refiere la presencia de los haplogrupos H, CRS, V, J*, H, N1b, L3, U*
y las variantes específicas U6b y U6c que son las únicas que
certifican una ancestralidad indígena.
Dentro
de aquella sociedad de frontera, es una evidencia que el grupo humano
más desarraigado lo constituyó la población esclava negra. Los
genes no les permitieron pasar desapercibidos como pudo ocurrir con
la población plebeya indígena y con los esclavos moriscos cuyos
rasgos no debían ser muy diferentes al de los castellanos del sur de
la Península después de siete siglos de islamización. Los esclavos
negros serán objeto durante siglos de una cruel explotación pero
aquí están, presentes en nuestra sangre, para recordarnos la
barbarie del tráfico de seres humanos que ha pervivido hasta tiempos
relativamente recientes (la mayoría de los canarios, entre los que
me incluyo, tenemos genes subsaharianos)
ANCESTRALIDAD
CANARIA
Con
todo lo dicho estamos en disposición de concluir que el archipiélago
ha sido y es un crisol de culturas euroafricanas que provenientes del
Mediterráneo norte y el Mediterráneo sur han cruzado las columnas
de Hércules hasta alcanzar nuestras islas. Es por ello que en tono
de humor propongo denominarlas Islas
Atlanterráneas.
Después de todo van a tener algo de razón, si no geográficamente
al menos culturalmente, los mapas franquistas que situaban a este
archipiélago al sur de las Baleares.
No
en vano, durante milenios, las armadas fenicio-púnicas, romanas,
árabes, mallorquinas, portuguesas e incluso castellanas realizaron
expediciones hasta Canarias, con anterioridad a la conquista de las
mismas, siendo responsables las más antiguas (púnicas y romanas) de
los primeros asentamientos en el primer milenio A.C al trasladar en
sus barcos desde África del Norte en distintas oleadas a los
primeros colonos que más tarde conformarían la población indígena.
Luego,
tras la conquista europea, normandos, castellanos, portugueses,
genoveses, flamencos, etc., mezclarán su sangre con la población
superviviente y con la población esclava norteafricana que vino a
reemplazar a la autóctona como mano de obra servil. Esto es un
balance muy sucinto de lo que significa la canariedad: un amplísimo
mestizaje como seña inequívoca de identidad.