FANEQUE HERNÁNDEZ BAUTISTA
JUAN RAMÓN GARCÍA TORRES
INTRODUCCIÓN
Antes de entrar en materia con la
descripción del apellido Salvago/Salgado en tierras canarias conviene aclarar
algunos puntos sobre los apellidos genoveses pues no siempre estos se
corresponden con linajes sino con sociedades dando lugar tal “originalidad” a
muchos entuertos genealógicos. Para no incurrir en los errores en que tan
frecuentemente se cae en estas lides genealógicas reproducimos una nota y las
conclusiones finales del siguiente artículo de nuestro buen amigo Felipe Enrique Martín Santiago:
“Los apellidos genoveses en Canarias: nociones previas para los estudios
genealógicos”.
Puerto de Génova, aproximadamente 1490 |
En tiempos de Colón estas actividades
estaban en manos de 149 familias agrupadas en 35 “alberghi”. Cada individuo
adoptaba como apellido el nombre del albergo a que estaba afiliado, renunciando
al suyo propio. Generalmente el albergo recibía el nombre de la familia
coaligada más destacada, pero a veces se elegía un nombre nuevo. Así pues,
puede afirmarse que las tres cuartas partes de los mercaderes, banqueros y
navegantes genoveses utilizaban un nombre distinto del de su linaje verdadero.
Esto supone que en la construcción de la genealogía de estos individuos tiene
tanta o más importancia la mecánica onomástica de los “alberghi” que la lógica
de la sangre.
En síntesis, el albergo es una institución
puramente genovesa, bastante original. Al principio -en pleno siglo XIII-
constituía la reunión de todas las casas de la misma sangre en forma de
alianzas familiares; pero, a principios del siglo XIV emerge otra forma de
agregación, consistente en la reunión de diversas familias ligadas por
estrechos vínculos matrimoniales o por meros intereses económicos. Las familias
que constituyen un albergo toman el mismo apellido, las mismas enseñas y armas
nobiliarias y se reconocen emparentadas entre sí. El vínculo que une estas
agregaciones es más fuerte que la parentela o “parentate”, es decir más que la
propia sangre. Generalmente los miembros de un albergo habitan en el mismo
barrio de la ciudad de Génova, al que dan su nombre y enriquecen con bellos
palacios.
EL APELLIDO SALVAGO EN LAS ISLAS CANARIAS
A partir de las aportaciones de Felipe Enrique Martín Santiago
tenemos claro que los Salvago que mercadean por las islas a principios del
siglo XVI no tienen necesariamente por qué ser familiares entre sí. Los lazos
que pudieran existir entre ellos son, más que una relación de parentesco
propiamente dicha, una red societaria de seguridad para los negocios que
incluye la compra de cargos y poderes en las ciudades donde se asientan para a
través de ellos dominar el espacio político y económico local que les asegure
la prosperidad.
Veamos ahora algunos extractos de protocolos,
recogidos en las publicaciones de Cioranescu y Morales Padrón sobre documentos
canarios en el archivo de Sevilla para comprobar la importante presencia
genovesa que porta este ilustre apellido o marca comercial en las islas a
finales del siglo XV y principios del XVI.
26
agosto 1495
Alonso
Salvago (mercader, vecino de la villa de Palos)
debe a Jácome de Sopranys (mercader, ginovés, estante en Sevilla) mil arrobas
de azúcar blanco de pilones, tal que sea "de dar e de tomar entre
mercaderes", las quales son por valor de los paños que dé1 recibió, los
quales son en su poder; a pagar en la Ysla de la Gran Canaria, en los
yngenios en que se suele moler e fazer
azúcar; la mitad fasta fin de abril próximo que vendrá de 1496, y la otra mitad
en el mes de mayo de dicho año de 1496, so pena del doblo en cada paga…
21
de noviembre de 1504
Juan
de Sevilla cómitre del Rey
Nuestro Señor, vecino de Sevilla en la collación de Santa María de la Cestería,
maestre de navío surto en el puerto de Las Muelas debe a Christoval Salvago
(mercader, vecino de Sevilla en la collación de Santa Cruz, que está presente)
3.900 maravedís de préstamo para fornecimiento, despacho y bastecimiento del
navío, que van a riesgo de Salvago en el viaje que va a hacer a las Yslas de
Canaria, y hasta llegar de regreso a Sevilla, donde se obliga a pagarlos, so
pena del doblo.
2
noviembre 1506
Yo
Guillén Peraza (señor de las Yslas de la Gomera e del Hierro, que son en las
yslas de Canaria, hijo del noble caballero Fernán Peraza e de la Señora doña
Beatriz de Bovadilla, su muger, defuntos que santa gloria ayan) otorgo e
conosco que debo dar e pagar a vos Domenego Salvago (mercader ginovés,
estante en la cibdad de Cádiz qu'estades presente) 1500 arrobas de azúcar
blanco, bueno e bien purgado y fecha en pilones enteros, y no quebrados…
En relación a este último documento
Cioranescu señala:
Domenigo
Salvago, mercader genovés consta como estante en Tenerife en 1507 y 1513. Era
hermano de Juan Agustín Salvago, regidor de La Gomera en 1513.
El siguiente documento de 1521 obtenido en
el Registro del Sello (Simancas) es una confirmación de lo antedicho:
Contrato
entre Juan Agustín Salvago, genovés y regidor de La Gomera, y su hermano
Domingo Salvago ya difunto, por una parte, y Gaspar Espíndola, genovés, y otros
compañeros, por la otra.
Tenemos pues por orden cronológico a varios
mercaderes que portan el apellido Salvago a fines del XV y principios del XVI:
Alonso, Cristóbal y los hermanos Domingo y José Agustín ocupando ya este último
un cargo civil en La Gomera lo que supone que ha habido establecimiento.
Aparecen también en ciertos protocolos del primer cuarto del siglo XVI los
maestres de navío Marco y Andrés Salvago.
ESTABLECIMIENTO DE LOS SALVAGO EN GRAN
CANARIA
No tenemos certezas al respecto de cuándo se
produjo el asentamiento y sí diversas aproximaciones al asunto realizadas por
distintos autores que les mostramos a continuación. De lo que sí podemos estar
seguros es que se trata de un núcleo familiar muy amplio:
En primer lugar, nos dice Miguel Rodríguez Díaz
de Quintana que los Salvago procedentes de
Génova llegaron a Gran Canaria para
cobrar la herencia de su deudo el mercader Lorenzo López, también
genovés, fallecido en Las Palmas sin descendencia, según se desprende de una
certificación que él ha podido consultar en el Archivo Acialcázar. Quizá se
trate de un error de lectura, opinamos nosotros (deudor por deudo) por cuanto
el apellido López no parece que tenga resonancias genovesas.
Plano antiguo de la ciudad de Las Palmas |
Otra versión nos la aporta Leopoldo de
la Rosa Olivera
en su artículo del Anuario de Estudios Atlánticos (AEA) “Francisco de Riberol”
contextualizando los hechos en los años 20 aproximadamente.
Una
de las más sólidas fortunas de Gran Canaria había recaído en Sofía de Santa
Gadea, hija de un rico mercader de Rouen, Jean Marcel o Mancel y nieta del
conquistador Fernando de Santa Gadea, la que al parecer había dado palabra de
matrimonio al caballero genovés Jacome Salvago, pero cambió de opinión y
decidió casarse con Pedro Cerón, hijo del gobernador de la isla e importante personaje
que llegaría a ser capitán general de Gran Canaria. Salvago no se conformó con
el veleidoso proceder de Sofía y recurrió a la Curia romana que aceptó la demanda. Los autos
continuaban aún muchos años después en el 1548…
Desconocemos la ascendencia de este
personaje si bien, por su nombre y circunstancias temporales, podamos quizá
convenir en que se trata de un hijo de Jacome Salvago, el noble genovés casado
con María Espínola, personajes estos que son los padres del seguro fundador de la estirpe Salvago en
Gran Canaria: Juan Bautista Salvago.
En el libro de M. Lobo y B. Rivero: Primeros pobladores de Las Palmas
recogemos estas notas que pueden ayudar a situar las fechas del establecimiento
de esta familia:
De
los Salvago conocemos dos miembros, Bartolomé y Juan Bautista. Del primero solo
sabemos que poseía un esclavo en 1514 y del segundo que estuvo unido en
matrimonio a una hija del también genovés Antonio Arnao con la cual hubo tres
hijos Antonio, María y Juan.
Nos interesamos infructuosamente por saber
quién fue Bartolomé pues como pueden ver en el cuadro genealógico inicial este
es un nombre que se repite durante varias generaciones a lo largo de los siglos
XVI y XVII lo que parece querer decir que no estamos desencaminados cuando
relacionamos a los Salgado con los Salvago. Quizá se trate de un hermano de
Juan Bautista en cuyo caso podríamos hablar de un verdadero “desembarco”
familiar: Jacome, Juan Bautista, Bartolomé, quizá también un Antón fallecido
hacia 1532, y una Isabel Salvago, quien, casada con Alonso Moreno, tiene a un
hijo de nombre Alonso en 1513 según consta en el libro primero de bautizos de
El Sagrario.
¿Puede ser esta Isabel Salvago la misma
persona que en segundas nupcias casa con Sebastián Guriete? Esta es la cita a
pie de página que nos hace pensar en tal posibilidad extraída del artículo de
Benedicta Rivero: “El régimen de propiedad de la tierra en Telde después de la
conquista”.
En
1550 el canónigo Antonio Salvago declara que en torno a 1520 el cabildo
concedió en data a Bastián Guriete y a Isabel Salvago, su mujer, 50 fanegas en
el lomo de tenteniguada; estos dejaron por herederos de dichas tierras, la
mitad a la iglesia de Santa Brígida y la otra mitad a él. Solicita que se le
confirme pues necesita el título de la data y no lo encuentra, posiblemente
porque se quemó por los tiempos contagiosos que han pasado.
Por cierto que los llanos de Guriete
(probablemente Gutierre mal transcrito) situados en el municipio de Santa
Lucía, como bien señala Humberto Pérez en su blog Mi Gran Canaria, es un topónimo que habría que descartarlo como
aborigen, como algunas personas sostienen,
para reconocerlo como apellido de
esclavos libertos de raza negra que se asientan en la zona. Y ya que entramos en
cuestiones toponímicas viene a cuento señalar que el lomo de Tenteniguada que
se cita en ese extracto está situado, por los estudios realizados por Carlos
Platero, entre otros, en las proximidades del campus universitario de Tafira
donde estaba la antigua ermita de los Salvago. Tenteniguada en la lengua
indígena significa literalmente “río de piedra” por lo que no debe confundirse
con la Tenteniguada del actual municipio de Valsequillo sino con un lomo que
está ubicado junto a un riachuelo que discurre por un cauce pedregoso en las
proximidades de la confluencia con el Guiniguada.
Lomo de Salvago en Tafira |
EL FUNDADOR DE LA ESTIRPE JUAN BAUTISTA
SALVAGO
Para que no haya duda de la preeminencia del
personaje que encabeza el cuadro nada mejor que mostrar la orden real siguiente
obtenida de entre los documentos canarios del Archivo de Sevilla:
1521
Septiembre 27 Burgos
Orden
a las justicias del reino en especial a la de Gran Canaria
para que guarden a Juan Bautista Salvago, “hombre fijodalgo de padre y de
abuelo”, vecino de dicha isla, las exenciones y libertades que protegen a los
hidalgos e impiden a sus personas o bienes sean prendidos por deudas.
Efectivamente Juan Bautista es hijo del
patricio genovés Jacome Salvago y de su esposa María Espínola, apellidos ambos
de renombre en la historia de las islas. Salvago y Espínola son dos albergos
unidos por intereses comerciales a través de este y otros matrimonios.
Podríamos pensar que los Espínola con alta presencia en Andalucía, primero en
el reino nazarí de Granada; después de 1484 en Córdoba y Sevilla; y de nuevo en
Granada a partir de 1492 hayan establecido consorcio con los Salvago albergo de
fuerte presencia en Portugal incluida la isla de la Madera desde donde saltarán
a Canarias quizá en el momento de la expulsión de los judíos de este reino.
Las siguientes citas que aparecen en
distintos artículos de la publicación Anuario de Estudios Atlánticos (AEA)
parecen dar respaldo a esta conjetura:
AEA nº 12 “Cultivos de cereales, viña y
huerta en Gran Canaria (1510-1537)” de Guillermo Camacho y Pérez Galdós.
Las
Palmas, 19 de diciembre de 1521
“Sepan
quantos esta carta vieren, cómo yo, Juan García de León, vesyno d'esta isla de la Grand Canaria,
otorgo e conosco a vos, Juan de Porras, mercader vesyno de la isla de la
Madera, que soys absente, bi'en asy como si fuérades presente, e a vos, Juan
Baytista Selvago, vesyno desta dicha isla en su nombre, qu'estades
presente, que por quanto vos, el didho Juan Baytista Salvago, en el dicho
nombre, me ovyste puesto e pusyste cierta demanda de diez e ocho mil e tantos
maravedises de buena moneda, del procedido de ciertos vinos que del dicho Juan
de Porras recibí en la dicha isla de la Madera…
AEA nº 14 “Aportación portuguesa a la
población de Canarias” de José Pérez Vidal
…en
1524 Juan Baptysta Salvago, vezino desta Cibdad.. oyó desir a Cosme Espyndola, su
cuñado que estando. .. en la ysla de la Madera, puede aver doze años, poco
más o menos, que estaba allí Diego de Xerez, que agora pocos días ha fallesció
en esta ysla, el qual era padre de la muger de Pedro Romy, y que le dyxo el
dicho Diego de Xeres al dicho Cosme Espyndola "vosotros los Gynoveses soys
Judios como nosotros”
LA
DESCENDENCIA DE JUAN
BAUTISTA SALVAGO
Como ya nos anticipara Manuel Lobo en su
estudio sobre el libro primero de bautismos de El Sagrario son tres los hijos
que procrea Juan Bautista Salvago con su primera esposa Leonor de Arnao. Estos
son: Antonio, nacido en 1513; Juan, nacido en 1518; y María,
nacida en 1520. Otro Juan Bautista había nacido en 1517 por lo que al
llevar el mismo nombre que su hermano se piensa que debió fallecer al poco de
nacer. No lo tenemos claro. En nuestra opinión uno de ellos es Juan Salvago el
canónigo y el otro puede ser Juan Bautista (el mozo) casado con Argenta Arnau,
padres de Leonor Salvago 2 de la que luego hablaremos.
Otro dato firme obtenido de dicho libro
primero de bautismos es que Juan Bautista Salvago (el viejo) tuvo dos hijas
gemelas el 13 de mayo de 1529, llamadas Ana y Juana, con Jacomina de
Arnao, su nueva esposa, que puede ser hermana de la primera. Es por tanto
probable que Gaspar y Leonor 1 que anteceden a las gemelas según
Carlos Platero Fernández hayan sido también hijos de su segunda esposa. Quizá
Gaspar coincida con el maestre de una nao de ese mismo nombre y apellido que,
según dicho genealogista, viajó a mediados del siglo XVI a Nueva España y que
ya en 1569 era vecino de México. Sobre Leonor, por falta de huellas
documentales, nos planteamos que quizá haya podido ser confundida con una
persona homónima que era en realidad nieta y no hija de Juan Bautista Salvago
de la que sí tenemos sobradas referencias.
El problema más espinoso que se nos plantea
en este momento es que en 1538 nace Ana, hija de Cosme Espíndola y Jacobina de
Arnao siendo padrinos de la niña Antonio Salvago, canónigo, y Juan Jacome
Espíndola. Consta en un documento de 1524 que Cosme y Juan Bautista eran
cuñados por lo que nos encontramos ante un entuerto genealógico que no puede
quedar sin resolver. Para complicar más las cosas en la famosa carpeta del
archivo diocesano, gracias a la cual podemos saber de protocolos que ya no
están consultables o que sencillamente han desaparecido, encontramos la
siguiente nota que nos crea aún más confusión:
Juan
Bautista Salvago casado con Leonor de Arnao, hizo información el 3 de mayo
de 1597 ante el escribano Francisco de la Cruz, tuvieron por hijos, entre
otros, al Canónigo y Arcediano D. Pedro Salvago y a Jacome Salvago.
Lamentablemente esa información no está
consultable porque está desmigajado el legajo correspondiente. Pensamos en todo
caso que una fecha tan tardía no puede ser válida a menos que se trate de un
procedimiento seguido por alguno de sus descendientes, porque no es razonable
pensar que Juan Bautista Salvago haya podido vivir hasta entonces, lo que
significaría que habría realizado la información con casi 110 años. Nuestras
deducciones van en la línea de que el fundador de la estirpe debió fallecer en
su mediana edad, poco después de su matrimonio con su cuñada Jacomina de Arnao
a fines de los años 30. Y que su joven esposa debió casar con Cosme Espínola
con posterioridad pues tiene un hijo con este en 1538. Se trataría de un
matrimonio entre cuñados.
En apoyo de que Juan Bautista el viejo
fallece tempranamente señalamos que en el libro de Manuel Lobo “Protocolos de
Las Palmas (1550-1552)” hay varias referencias en esas fechas a su hijo Antonio, el
canónigo y arcediano, pero ninguna a su padre. Damos pues por sentado que la
información de nobleza de 1597 que no está consultable debió ser iniciada por
alguno de sus descendientes quien señalaría a Juan Bautista Salvago como
fundador de la estirpe canaria.
Poco antes de morir, si se
confirman nuestras deducciones, Juan Bautista Salvago habría tenido otros dos
hijos, Argenta y Pedro, el segundo de los cuales fue concebido,
según declaran malas lenguas del obispado, con una nativa de Tenerife.
No hemos resuelto con estas
disquisiciones cómo es posible que Cosme y Juan Bautista sean cuñados tal y
como se acredita en el documento ya citado de 1524. Solo nos cabe pensar para
resolver el entuerto que Cosme Espíndola antes de casar con la viuda Jacomina de
Arnao debió estar casado con una hermana de Juan Bautista Salvago cuyo nombre
se nos escapa. No olvidemos que la madre de Juan Bautista Salvago es una
Espínola. Las relaciones de confluencia entre ambos albergos o sociedades
familiares podrían explicar la endogamia.
Del tal Cosme, cuñado de
Juan Bautista, tenemos en el artículo de Leopoldo de la Rosa “Francisco de
Riberol y la colonia genovesa” publicado en AEA la siguiente información:
Cosme Espínola, hijo de Benito Espínola nació en Génova hacia
1490, estante en Madeira en 1512, vecino de Gran Canaria en 1517, falleció en
1550. Casado con Jacobina de Arnao, hija de Antonio Arnao Francisco, alcalde de
La Palma en 1515…
Se nos queda atrás en la
serie de descendientes de Juan Bautista, que pensamos que no está aún completa,
el singular personaje Jàcome Salvago, por quien sigue la línea que
conduce hasta el autor de este artículo, sin que podamos establecer por el
momento la identidad de su madre. Ya comprobamos en la nota del diocesano que
Pedro y Jácome eran hermanos, hijos entre otros del fundador de la estirpe. Una partida
de bautismo del libro 2 de El Sagrario datada en 1547 nos confirma este aserto
al señalar como padrinos del niño bautizado a los hermanos Jácome y Juan Salvago:
Juan hijo de Francisco González, albañil, y de María Martín.
Padrinos: el canónigo Juan de Salvago y su hermano Jàcome de Salvago.
LOS TRES CANÓNIGOS DE LA IGLESIA CATEDRAL
Tres de los hijos de Juan Bautista Salvago:
Antonio (n 1513), Juan (nacido en 1518) y Pedro (nacido en 1536) obtuvieron la
dignidad de canónigos de la iglesia catedral de Las Palmas ocupando,
posteriormente, puestos superiores en la jerarquía eclesiástica: concretamente,
los tres fueron arcedianos de Fuerteventura y en el caso de Juan y de Pedro
también
arcedianos la isla de Canaria. Solo cabe pensar que estas dignidades,
que eran de designación real y no papal, fueron “compradas al rey” por la
familia o negociadas bajo precio en el obispado canario que es el que propone
las ternas pues de otro modo no se explica que se sucedan en ellas un hermano
tras otro aunque el último sea de distinta madre.
Interior gótica de la iglesia-catedral de Las Palmas |
Así parece constatarse en el hecho de que
cuando en 1551 se recibe como arcediano de Fuerteventura al canónigo Antonio
Salvago se diga que tal nombramiento fue “por provisión del Rey” y que asimismo
en 1555, cuando asume el cargo su hermano Juan Salvago, se diga que fue “por
designación que con facultad real había hecho en él, antes de morir, su
antecesor”. Este sería a su vez sustituido, no por fallecimiento de Juan sino
por ascenso en la jerarquía del cabildo catedral a visitador y más tarde a
arcediano de Canaria, por su medio hermano Pedro Salvago en el período que va
desde 1558 a
1572. Todos los datos que en este párrafo hemos recogido provienen del
excelente artículo de Carlos Platero Fernández “Los Salvago y su ermita”
(Boletín Millares Carló nº 16 UNED)
Para situar en su contexto estos hechos
conviene repasar, con una cita quizá algo extensa pero clarificadora, las
conclusiones de Pedro
Quintana Andrés en su artículo El cabildo catedral de la
diócesis de Canarias: una élite socioeconómica e ideológica de ámbito regional,
publicado en la Revista de Historia Moderna nº 26:
Una
de las funciones más sobresalientes ejercidas por los prebendados fue la de
administrar las rentas decimales, la de convertirse en verdaderos
redistribuidores de una amplia fracción de la riqueza regional y erigirse como
un importante punto de referencia e influencias entre su parentela y
clientela(…) Estos cuantiosos capitales sirvieron no sólo para ser
redistribuidos entre sus allegados sino, también, para hacerse presentes en sus
lugares de origen o en su sede cabildicia con la proliferación de obras
constructivas, de caridad o la fundación de capellanías, patronatos o
aniversarios. (…) En diversos momentos se debió llegar a acuerdos formales
internos entre los prebendados para la promoción alternativa de candidatos
unidos a cada parentela, intentando de este modo evitar las competitividades y
malograr cada una de estas empresas realizadas en la Corte, al invertirse
considerables sumas ante la lenta burocracia, las dilatadas estancias, los
sobornos y regalos a los implicados en acelerar los trámites, intentar influir
en las decisiones, etc.
La
compensación de tantos gastos estaba en la consecución de una plaza en el
Cabildo Catedral que daría nuevas rentas a la familia, poder de decisión y la
posibilidad de ver engrosado sus patrimonios con las donaciones, agregaciones y
fundaciones de cada uno de los prebendados.(…) Estas influencias y formas de
acceso propiciaron que habitualmente no llegaran a desempeñar las tareas más
importantes en el Cabildo los clérigos mejor preparados e, incluso, dentro de
la institución no alcanzaran los mejores puestos, de forma general, los más
capaces, sino los que tuvieron mayor posibilidad de maniobrar y doblegar
voluntades.
Los
capitulares pretendieron ser y comportarse como otros miembros más de la
oligarquía local en sus manifestaciones, preeminencias sociales y boato. No
renunciaron a la vida y comodidades terrenales, tal como habían aprendido en
sus contactos diarios con los integrantes de sus familias. Sus peculiaridades y
votos sacerdotales les impedían, salvo excepciones muy determinadas, transmitir
a un descendiente directo sus bienes y, menos, su cargo, pero ello no fue óbice
para que su puesto de capitular quedara muchas veces casi patrimonializado por
su familia, parentela o clientela…
A propósito del boato capitular al que se
refiere el articulista hemos de decir que los tres canónigos de apellido
Salvago fueron poseedores de numerosos esclavos y tuvieron frecuentes líos de
faldas y descendencia ilegítima siendo el primero de ellos, Antonio, motivo de
escándalo cuando ejerció de arcediano de Fuerteventura por lo que se le removió
del puesto durante un tiempo. De este sabemos además que tuvo un hijo bastardo
de su mismo nombre, Antonio Salvago, que fue criado en casa de su tío Pedro y
que llegó a ser regidor de la
isla. Consta por otra parte en un protocolo de 1550 que el
canónigo vende a un zapatero “un esclavo morisco de 14 años aproximadamente,
huidor, de buena guerra y no de paz, por 40 doblas”.
De Juan Salvago sabemos que en 1575 poseía
una esclava ladina (esto es mulata)
de nombre Gaspara, de 20 años de edad, que vendió por 42.500 maravedíes, nada
menos, a Diego Melgarejo, gobernador de Gran Canaria. A propósito de estas
referencias hay que señalar que en la larga lista que nos da Manuel Lobo de
poseedores de esclavas a principios de la edad moderna saltan continuamente las
figuras de canónigos y otras dignidades del cabildo catedralicio canario.
De Pedro, como comprobaremos en su
testamento, podemos atestiguar que tuvo hijos e hijas con sus esclavas o
concubinas y quizá una de ellas fue legitimada. Néstor álamo en su obra de 1945
“Thenesoya Vidina y otras Tradiciones” introduce un documentado relato titulado
“Sangre en el Rosario” en el que cuenta cómo en 1594, estando Pedro Salvago en
Telde en la casa de su sobrina doña María Cairasco, la esposa de Hernando del
Castillo, un esclavo mulato del arcediano, de nombre Miguel Pérez de gran
parecido físico con él, es salvajemente acuchillado por unos soldados cuando
este sale en defensa de su amo. Se había formado una trifulca cuando uno de los
soldados que se aloja esa noche en la mansión identifica y desprecia al
canónigo como un natural de las islas con estas palabras: “Vale más ante el Rey
la mentira de mi señor (el capitán general) que el mismísimo Ave María rezado
por los canarios”. Una pedrada del esclavo deja malherido al godo bravucón
contra el que, lleno de ira, se había enzarzado en una disputa su señor. Los
soldados lo persiguen cruzando la calle hasta la iglesia y allí lo pasan por
las armas llenando de sangre el manto de la Virgen del Rosario. Pedro Salvago
acreditará que su esclavo tenía un valor de 200 ducados exigiendo daños y
perjuicios aunque finalmente no se llega a descubrir quién fue de entre los
diez soldados perseguidores al autor de su muerte.
Es de este canónigo, Pedro Salvago, como ha
podido verse, de quién más referencias históricas tenemos, quizá por ser el más
joven de los tres hermanos, nacido, como se deduce del texto siguiente en 1536,
una fecha próxima a la del probable fallecimiento de su padre.
En el siguiente artículo publicado en AEA
“Aspectos de la diócesis de Canarias en la 2ª mitad del XVI” cuyo autor es Luis Fernández Martín
descubrimos a nuestro colateral en 1588 en una relación de dignidades de la Iglesia Mayor de
Canaria realizada por un obispo visitador:
Don
Pedro Salvago, arcediano de canaria y canónigo de edad de 52 años, no es
letrado ni aún buen latino, es natural de la isla de canaria y su padre genovés
y la madre de Canaria, de los naturales. Está bien premiado. Es buen sacerdote.
Un breve comentario de este documento nos
permite atestiguar que accede al cargo por influencias y no por méritos por
cuanto el visitador señala de él, en una parte de la balanza, que no es una
persona culta (no tiene títulos) y que no sabe latín (algo impropio de una
dignidad eclesiástica pero no infrecuente), poniendo en la otra parte de la
balanza que es un hombre apuesto (¿premiado por las mujeres?) y que es un buen
sacerdote, lo que en referencia a un canónigo debía ser casi un insulto.
Platero Fernández en su artículo sobre los
Salvago nos aporta el siguiente dato confirmatorio acerca de su origen: según
un Expediente “De vita et moribus” de los capitulares en 1582 se murmuraba de
él porque “era de los naturales de la isla de Tenerife”. Leopoldo de la Rosa en
su artículo publicado en AEA “El rey don Diego de Adeje y su familia” nos
reitera que “tenía sangre indígena don Pedro Salvago, hijo de genovés y
canaria”.
Culminando sus esfuerzos, que agradecemos
públicamente, en la búsqueda de documentación para aclarar en esta ocasión el
panorama de los Salgado/Salvago en Gran Canaria, Juan Ramón
García Torres ha localizado y transcrito a duras penas, porque está en muy mal
estado, el testamento de Pedro Salvago, canónigo y arcediano de la catedral,
dictado en 13 de marzo de 1601, cinco días antes de su muerte, ante el
escribano Francisco
de la Cruz (Legajo 932 Folio 77), un testamento que como
podrán comprobar en la segunda parte de este artículo resuelve algunos enigmas
y abre otros.