JESÚS EMILIANO RODRÍGUEZ CALLEJA
Ponencia presentada en el I Encuentro de Genealogía Gran Canaria,
en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria,
el 20 de noviembre de 2014.
Publicada en Ponencias del I Encuentro de Genealogía Gran Canaria, nº 1 (2015),
p 51-75. Edit. RSEAPGC y Genealogías Canarias.
Depósito Legal: GC 368-2015
Publicada en Ponencias del I Encuentro de Genealogía Gran Canaria, nº 1 (2015),
p 51-75. Edit. RSEAPGC y Genealogías Canarias.
Depósito Legal: GC 368-2015
I.- INTRODUCCIÓN.
El
conocimiento demográfico del Antiguo Régimen se estudia por medio
de la Demografía Histórica y tiene como fuentes de investigación,
casi únicas y esenciales, los registros sacramentales, al menos
hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XIX, en que aparece el
Registro Civil y los censos y padrones oficiales. La importancia de
estas fuentes parroquiales ya ha sido certificada por diferentes
autores, alguno de los cuales ha llegado a afirmar que mientras que
no se escriban monografías basadas en estos registros, no será
posible sacar más que conclusiones provisionales1.
Concilio de Trento. Angelo Massarelli |
Los
registros sacramentales tienen su inicio oficial en el Concilio de
Trento (1545-1563), que impone normas severas para que los párrocos
reflejasen los bautismos y matrimonios. Las indicaciones de Trento,
al llegar a España se convierten en ley por una Real Cédula de 12
de julio de 1564. Los registros de defunción son más tardíos y su
obligación será a partir del Ritual Romano de 1614, impuesto por el
papa Paulo V.
Con
anterioridad a Trento, algunos obispos ya habían impuesto en sus
diócesis la obligación de realizar los registros sacramentales, con
la finalidad de determinar las relaciones de parentesco y así
establecer los impedimentos matrimoniales. Por tanto, Trento no hizo
sino confirmar y hacer obligatoria una norma que ya comenzaba a
generalizarse. Avanzado en esta idea fue el obispo burgalés Alonso
de Cartagena que en su Sínodo de 1443 ya impuso la existencia de los
libros bautismales, aunque el gran impulsor de esta medida, en
España, fue el Cardenal Cisneros que en el Sínodo de Talavera
(1498) impone la oficialidad de los libros bautismales en la diócesis
toledana, aunque hay un precedente anterior con el Sínodo de Alcalá
(1490). Posteriormente se irán sumando a estas disposiciones las
diferentes diócesis españolas, casos de Gerona (1502), Sevilla
(1512) y Valencia (1548).
Canarias estará en la
avanzadilla de estos registros, adelantándose a Trento y así, el
obispo Diego de Muros, en su Sínodo de 1497 ya ordena: “Que
los curas escriban en un libro a los que bautizaren”2.
Consecuencia de estas disposiciones es la de poder contar con
tempranos registros parroquiales en Canarias, como serían los casos
de las parroquias de El Sagrario-Catedral, en Las Palmas de Gran
Canaria (1481); de San Juan Bautista de Telde (1503) y de Santiago de
los Caballeros, en Gáldar (1504). Sucesivas disposiciones
eclesiásticas fueron recordando la obligación de mantener los
registros, así como la inclusión de nuevos aspectos a reflejar.
Destacan, de manera sucesiva, los Sínodos de los obispos Vázquez de
Arce, en 1514 y 1515 y el de Cámara y Murga en 16293,
aunque el mayor impulsor de los registros parroquiales en Canarias
fue el obispo Bartolomé García
Jiménez, que a lo largo de su
pontificado (1665-1690), promulgó innumerables disposiciones4,
que volverán a recordarse el siglo XVIII con el nuevo Sínodo del
obispo Dávila y Cárdenas5.
A todo ello ha de añadirse el control que periódicamente hacían
los visitadores y provisores, e incluso los obispos, cuando acudían
a las diferentes parroquias, diseminadas por la geografía insular.
Catedral de Canarias. Dibujo, José Luján Pérez |
II.-
METODOLOGIA.
Los
métodos para la explotación de la documentación parroquial, en
sentido demográfico, han sido expuestos y desarrollados por
numerosos autores6.
Los principales y que exponemos brevemente son:
II.
1 Método de
recuentos globales o de análisis agregativos.
Llamado
método inglés. Permite una rápida recogida de información, pero
con el inconveniente de una difícil introducción e interpretación
de algunos hechos demográficos, como la estructura familiar;
intervalos intergenésicos; edad del momento del matrimonio, o del de
la muerte y otros aspectos similares.
II.
2 Método de
reconstrucción de familias.
Conocido
como método francés. Consiste en recoger todos los datos que
aportan los registros de bautismos, matrimonios y defunciones, para
con ellos reconstruir las familias y llegar a un conocimiento global
de la población, aportando datos, no sólo demográficos, sino
también sociales. Sus ventajas son amplias pero cuenta con el
inconveniente que requiere mucha dedicación y se necesita emplear un
tiempo excesivo y prolongado en la recogida de datos y posterior
explotación. Es un método pensado para realizar de forma manual ya
que se basa en la reconstrucción, de forma paciente, de cada una de
las familias a través de sus diferentes componentes. Con el fin de
acelerar el lento proceso de reconstrucción familiar, no faltan
opiniones que proponen el apoyo de ordenadores, que en España se
utiliza desde hace varias décadas7,
aunque personalmente hemos constatado que el empleo de ordenadores y
dada la variación de identidades, por el cambio de apellidos, se
producen muchas discriminaciones al analizar todas las familias y, en
consecuencia, ofrecen datos más pobres que los que se obtienen
operando manualmente. Se trataría, por tanto, de sacrificar tiempo
por fiabilidad.
Para
la recogida y recopilación de datos, proponemos fichas
individualizadas para cada suceso, tanto de bautismos, como de
matrimonios y defunciones. Indudablemente se suelen tomar ejemplos de
fichas de otros autores, pero en estos casos pronto nos daremos
cuenta de que las fichas han de adecuarse a las fuentes de cada lugar
y a la forma utilizada por los párrocos y anotadores para registrar,
por lo que es preciso hacer modificaciones y adaptaciones, hasta
crear modelos propios, con los que, además, nos sentiremos más
cómodos, al no ser impuestos y disponer de unos códigos de fácil
interpretación. La propuesta de modelos que se presenta (ver anexo),
es como resultado de haber recogido todos los registros
sacramentales, de los siglos XVI y XVII en la totalidad de las
parroquias de Gran Canaria.
Las
fichas o modelos, han de facilitar una rápida recogida de los datos,
pero también una rápida lectura, clasificación e interpretación
de los mismos, lo que facilitará, tanto el trabajo de síntesis,
como de almacenamiento y posterior localización. Para una mayor
rapidez en la localización de los datos es aconsejable un código de
colores que identifiquen aquellas particularidades que queramos
resaltar de manera especial, por ejemplo: ilegítimos, expósitos y
esclavos; bautismos en peligro, por la comadre, etc. Indudablemente,
todas las fichas han de llevar sus datos de identidad y referencia
que han de servirnos, para en caso de necesidad, volver a consultar
la fuente original de manera rápida y localizar el registro que se
precise y por ello no han de faltar en esa identificación los datos
que hacen referencia al lugar; parroquia y año, así como los que se
refieren a la localización del suceso en concreto, como: libro,
folio, cara (anverso/reverso, recto/vuelto) y número de registro si
apareciese consignado.
Aunque los trabajos de
Demografía Histórica son cada vez más abundantes, en Canarias, el
estudio demográfico utilizando las fuentes parroquiales, queda
restringido a unos pocos representantes, que bien individualmente, o
de manera colectiva, han elaborado trabajos sobre aspectos concretos
de la marginalidad, en cuanto a estudios de ilegítimos, expósitos y
esclavos8,
mientras que en otros estudios los datos se tratan de una manera más
global9
y últimamente se están prodigando para elaborar los apartados
demográficos en la elaboración de historias locales10.
Solamente contamos con dos obras que abordan los datos demográficos
en su totalidad y exponen resultados producto de la reconstrucción
familiar11
La
amplia bibliografía consultada, y ya mencionada en notas
antecedentes, poco o casi nada dice de cómo se pueden explotar cada
uno de los datos que aportan los registros. Es en este punto donde se
centra el objetivo de nuestra ponencia y que expondremos a
continuación en los diferentes apartados que siguen.
III.
EXPLOTACIÓN DE LOS CONTENIDOS.
III.
1 Los registros
bautismales.
Constituyen
la mejor fuente para el estudio de la natalidad en el periodo de la
Demografía Histórica, pero presentan el inconveniente de ser
inexactos, puesto que estos registros reflejan a los bautizados y no
a los nacimientos, puesto que un determinado número de criaturas
podía fallecer en los momentos inmediatos al parto o en el tiempo
que transcurría
desde su nacimiento hasta su bautismo, por lo que ha
de tenerse en cuenta que los términos de bautismo y nacimiento no
son coincidentes y por tanto estamos ante una deficiencia que hace
preciso admitir que al operar con bautismos se ofrece una estimación
muy aproximada de la natalidad y por ello hay quienes afirman que las
cifras que aportan los registros bautismales, deben considerarse como
el tope mínimo de nacimientos, para la época que se está
analizando12,
mientras que otros fijan el tope de ocultación, para determinar el
desfase entre bautismos y nacimientos, entre un cinco y un diez por
ciento, aunque en Canarias el problema de la ocultación puede variar
de unas parroquias a otras, en función de una estructura parroquial
muy dispersa. No obstante, todo estará en función del celo de los
anotadores y del grado de cumplimiento de las disposiciones sinodales
que obligaban a bautizar a los niños antes de cumplir el octavo día
de nacidos.
Libro de Bautismos. Foto: laregion.es |
Los
registros bautismales primitivos ofrecen diferentes contenidos, que,
además de los básicos, irán añadiendo otros nuevos como
consecuencia de los mandatos de obispos y visitadores. Todos ellos
tienen posibilidades de explotación y así ofrecer una visión más
amplia del lugar y periodo que se trate de analizar.
III.
1. 1 Fecha de la
ceremonia.
Indica
el momento en que se realiza el bautismo. Con este dato, se puede
establecer la línea de evolución que marca la natalidad y es más
fiable para largos periodos de tiempo, por lo general un siglo. La
línea de evolución nos informará sobre una tendencia ascendente o
descendente y por lo general, se mostrará con importantes altibajos
que , si es posible, deberíamos justificar con momentos de bonanza o
de crisis, en donde juegan un destacado papel, las plagas, pestes,
sequías, hambrunas, levas, carencia de granos y procesos
migratorios.
Un
error, en el que suelen incurrir, no pocos investigadores, es hacer
un recuento por los márgenes de los registros bautismales, ya que al
contar los bautismos de esta manera tan apresurada, no se tiene en
cuenta que algunos capítulos incluyen a más de un bautizado, caso
de gemelos o nacimientos múltiples, pero también en que hay otros
bautismos, que los párrocos, sin saber bajo que criterio, han
tratado de ocultar y los registran junto a un capítulo que podríamos
considerar como normal. También puede darse el caso de que algunos
capítulos sólo recogen la imposición del Santo Óleo a niños ya
bautizados en otra parroquia.
Al
conocer las fechas, tanto por años, como por días y meses, se puede
hacer un estudio de la distribución de la natalidad, de manera
anual, estacional y mensual y determinar si se mantiene estable
durante largos periodos de tiempo, como cuartos de siglo, o siglos
enteros. Para una mayor rigurosidad en los datos finales, es preciso
tener en cuenta que determinadas partidas bautismales no están
registradas de manera correlativa, por lo que pueden presentar
desfases, no sólo de días, sino de meses e incluso años. Conocidas
las fechas de bautismo y si las hacemos coincidir con las de
nacimiento, podremos establecer una relación entre nacimientos y
concepciones y determinar para esta última variable, momentos de
mayor o menor proporción, de acuerdo con diferentes determinantes:
económica, religiosa, cultural o laboral y descubrir si existe un
determinado grado de planificación sobre los nacimientos, para que
éstos no tengan lugar en momentos en que es necesaria la mano de
obra femenina para recolecciones y tareas diversas (sementeras,
cosechas, vendimias, etc.). Conocido el número de nacimientos
(bautismos) y el total de la población podremos acercarnos a las
tasas de natalidad.
III.
1. 2 Edad de los
bautizados.
Se
registra como el tiempo de llegada a la pila, o incluso se indica su
fecha exacta de nacimiento o se dice el día que nació, si coincide
con una festividad religiosa importante. El tiempo desde el
nacimiento, hasta el bautismo, no debía demorase más allá del
octavo día, según las sinodales, pero este plazo no se cumplía y
mucho menos en las parroquias con una extensa amplitud geográfica,
con núcleos alejados y difíciles comunicaciones, en ocasiones
bloqueadas por las inclemencias del tiempo. Obispos y visitadores
insistieron en ello y a partir del último tercio del siglo XVII
comienza a generalizarse la costumbre de reflejar en los libros el
tiempo que tenían los niños al acudir ante la pila bautismal.
La
importancia de disponer de este dato, no está sólo en conocer la
fecha exacta del nacimiento, sino que por cuanto más se retrase el
bautismo, mayor riesgo de ocultación hay, debido a posibles
fallecimientos entre las fechas de nacimiento y de bautismo. En una
comparación, para el siglo XVII, entre las parroquias de Arucas,
Moya y Tejeda, tenemos que entre el primer y octavo día de nacidos,
en Arucas ya estaban bautizados el 34,69 por ciento, en Moya el 41,
38 y en Tejeda el 44,10, pero mientras que en Arucas y Moya, al mes
ya estaban bautizadas todas las criaturas, en Tejeda faltaban por
hacerlo el 22,02 por ciento13,
lo que estará en consonancia con lugares muy aislados de la cabecera
parroquial y que acuden hasta allí a bautizar a sus hijos, como
serían los casos de la Aldea de San Nicolás, Acusa, Artenara y
Barranco Hondo.
III.
1. 3 Los nombres.
Se
reflejan tanto en el margen como en el interior de los capítulos.
Caso de tratarse de nombres compuestos, en el margen aparecen
simplificados, por lo que deberá tenerse en cuenta este aspecto para
un mejor conocimiento de cada individuo. Los nombres, por sí mismos,
ya nos indican el sexo de los bautizados, con lo que podemos
establecer la relación entre hombres y mujeres y determinar la
sex-ratio,
para operar con ella en periodos largos y establecer las tasas de
masculinidad.
La
imposición del nombre va unida a la idea de cristianar a cada
persona y es la parte fundamental de la ceremonia, además el nombre
será el distintivo identificador de cada individuo a lo largo de su
vida, pero esa imposición vendrá determinada por influencias
diversas, tales como las influencias religiosas del momento; el
capricho de los padres u otros familiares; la coincidencia con el
santoral; con los padrinos o con otros parientes14.
Los registros bautismales sólo nos permiten averiguar la imposición
de los nombres con respecto al santoral, por la proximidad de las
fechas a las celebraciones; y con los padres y padrinos, por la
similitud en los nombres, pero una amplia reconstrucción familiar,
con genealogías largas nos permitirá ver la similitud de nombres
con los abuelos y cómo determinados nombres se mantienen generación
tras generación. En la imposición de los nombres también destaca
la influencia del patrón parroquial y otros santos locales, así
como la presencia de conventos, cuyas advocaciones principales son
elegidas para imponer a los niños de esos lugares, en parte para
buscar una protección espiritual de santos cercanos.
Cuando
analicemos periodos largos se observará que mientras que unos
nombres se mantienen durante todo un siglo, otros van desapareciendo,
por ser reemplazados por nuevos que se incorporan, o por recuperación
de nombres antiguos.
III.
1. 4 Tipos de
Bautismo.
Hay
que distinguir entre el bautismo normal y el bautismo de urgencia.
Este último nos acerca al conocimiento de partos con dificultad, y
en los registros se suele especificar de tres formas esenciales, cada
una con sus particularidades y que son: niños bautizados en peligro
de muerte; niños bautizados por la comadre o partera y niños
bautizados subconditione.
Los
bautismos realizados por el peligro de muerte que puede tener la
criatura (en tiempos más cercanos a nosotros, se conocen como
bautismos con agua de socorro), solían hacerse por personas próximas
a la familia y que posteriormente se convertían en padrinos de las
criaturas, adquiriendo así un parentesco espiritual. En ocasiones
estos bautismos también eran realizados por los curas, o por algunos
frailes o clérigos, que sin duda eran llamados de urgencia ante las
dificultades de los alumbramientos. Cuando estos niños acudían a la
iglesia, los anotadores los inscribían como que habían acudido a
recibir las bendiciones y el Óleo y que traían agua.
Los
bautismos realizados por las comadres o parteras, quedan bien
reflejados, e incluso se indica el nombre de las mismas, las cuales
debían examinarse, ante los párrocos, para certificar que sabían
correctamente la fórmula del bautismo. En caso de no presentarse a
examen, las criaturas eran bautizadas subconditione,
pero las parteras se arriesgaban a perder su oficio. El bautismo por
las parteras debió hacerse frecuente durante las primeras décadas
del siglo XVII y sin duda fue lo que motivó al obispo Cámara y
Murga, en su Sínodo de 1629, a reservar un apartado para regular y
controlar esta práctica15.
Los
bautismos subconditione,
se aplicaban cuando el cura u oficiante no estaba seguro de si el
niño ya estaba bautizado, o lo había sido con una aplicación
errónea de la fórmula. Es propio, no sólo de los casos anteriores,
ya comentados, sino de los niños expósitos e incluso de esclavos
recién comprados y llegados a una nueva feligresía. En estos casos
no sólo se aplicaba el bautismo, bajo esta fórmula, sino también,
bendiciones, Óleo y crisma e incluso exhorcismos16.
III.
1. 5 Identidad de los
padres.
La
identidad de los padres va acompañada con uno o dos apellidos, en
ocasiones se complementa con el apodo o un alias, pero también
aparecen distinciones con anteposición del Don y el reflejo de
cargos u oficios que desempeñan y que aportan datos de gran valor
que nos permitirán hacer listados de oficios y ocupaciones; de
personas distinguidas; de cargos de milicias, alcaldes, regidores,
escribanos y un largo etcétera, que nos permitirá introducirnos en
el entramado socioeconómico del momento.
Los
datos se enriquecen cuando reflejan la vecindad concreta, pues ello
nos dará una idea de la distribución espacial de la población y la
influencia parroquial sobre un determinado territorio, aunque cuando
los párrocos conocen bien a su feligresía, suelen obviar este
detalle.
Los
apellidos de los padres de los bautizados, son los susceptibles, en
primer lugar, de ser los que se transmitan y un estudio y listado de
los mismos nos permitirá ver cómo evolucionan, cambian o se pierden
en el tiempo, al igual que quiénes son sus portadores.
III.
1. 6 Identidad de los
padrinos.
La figura del padrino es
imprescindible en el acto del bautismo y por consiguiente se
reflejará en los registros. Con anterioridad al siglo XVI, era
frecuente el acompañamiento de más de dos padrinos y en Canarias,
esta costumbre se extendió durante buena parte de dicho siglo, al
menos así lo hemos observado en los registros bautismales de Telde,
en donde eran frecuentes los bautismos con tres, cuatro y cinco
padrinos, e incluso se llegó hasta el número de siete17,
situación que ya trató de regular, con mucha anterioridad, el
obispo Diego de Muros, en su Sínodo de 149718,
cuando ordena la limitación del número de padrinos a dos, debido a
la escasa población que había en las islas y para evitar
matrimonios entre parientes espirituales, aunque estas disposiciones
tardaron en cumplirse y paulatinamente el número de padrinos irá
reduciéndose, hasta que en la segunda mitad del siglo XVII son ya
frecuentes y casi exclusivos los bautismos con un solo padrino, por
lo general hombres, y sin duda en ello influyó la reiterada
advertencia de obispos , visitadores y párrocos del compromiso
espiritual que se adquiría y que , dado el caso, impediría futuros
matrimonios.
Cuando
los padrinos son varios, se aprecia una cierta familiaridad entre
ellos, la más repetida es la de esposos, seguida por la de hermanos
y tío con sobrina, aunque es difícil, por falta de indicaciones,
establecer una relación entre los padrinos y bautizados, aunque se
puede determinar examinando la coincidencia entre los apellidos de
padres y padrinos, de igual manera que la coincidencia de nombres,
entre bautizados y padrinos, nos señala la influencia de éstos a la
hora de imponer los nombres.
Lo
mismo que indicamos, para la identidad de los padres, a los padrinos
también se les señala su distinción, o desempeño de oficios y
cargos. Es preciso señalar que entre los padrinos sobresale un
importante número de clérigos, desde frailes y capellanes, hasta
dignidades eclesiásticas. Todo ello nos facilitará introducirnos en
las relaciones sociales y en la estructura social e influencias. La
vecindad de los padrinos pone de manifiesto las relaciones, que
pueden ser próximas o se extienden a núcleos más alejados, pero
también se descubre cierto grado de inmigración cuando la vecindad
reflejada es de otras islas o de fuera del archipiélago.
III
1. 7 Condición de
los bautizados.
Socialmente,
a los bautizados, en función de la situación matrimonial de sus
padres, se les clasifica en dos grandes grupos: los legítimos y los
ilegítimos. Los legítimos son los hijos de padres unidos en
matrimonio, mientras que los ilegítimos son hijos producto de
relaciones no consentidas por la Iglesia. A ellos se han de unir los
expósitos y los esclavos. Tanto ilegítimos, como expósitos y
esclavos pueden analizarse siguiendo los apartados generales, en
cuanto a evolución en el tiempo, tasas, distribución temporal de
nacimientos y concepciones, imposición de nombres, padrinos, etc. El
aumento de la presencia de ilegítimos, expósitos y esclavos deberá
ser analizada para comprobar si coincide con momentos de crisis o
emigración.
III.
1. 7. A.
Los
ilegítimos.
Como
ya indicamos anteriormente, son aquellos niños procreados de
relaciones ilícitas, de acuerdo con las normas impuestas por la
Iglesia y que en los registros van a quedar perfectamente
identificados. De las anotaciones parroquiales podremos configurar
diferentes tipologías de ilegítimos.
A.a.
Hijos de
padres no conocidos.
La
Identidad de los padres queda silenciada y los párrocos indican que
estos niños son hijos de padres no conocidos; o cuyos padres no se
conocen; o hijos de padres ignotos; o hijos de padres encubiertos. En
estos casos, la identidad de los padres queda silenciada, sin duda,
con la complicidad de los propios párrocos, que prefieren el
silencio a desvelar un escándalo público. Se podría considerar que
alguno de estos niños pertenecería al grupo de los expósitos, al
olvidar los párrocos hacer esta indicación, aunque parece poco
probable.
A.b.
Hijos de madre
conocida y padre desconocido.
Tipología
en que se oculta, o desconoce la identidad del padre, mientras que la
de la madre suele quedar bien reflejada, con indicación de su estado
de soltera o viuda y su vecindad. Es la tipología que agrupa al
mayor número de ilegítimos. En ocasiones, cuando aparecen estas
madres, con hijos consecutivos, podemos estar asistiendo a casos de
prostitución o amancebamiento encubierto. Cuando indican la etnia de
alguna de estas madres, podemos adivinar que se trata de esclavas
libertas o que han tenido cierta relación con la esclavitud.
A.c.
Hijos de
padres conocidos.
Aparecen
determinados casos y los párrocos suelen indicar que se trata de
hijos naturales, o que sus padres están solteros, en ocasiones
esperando dispensa para poder casarse, por tratarse de parientes
consanguíneos y que, caso de realizarse el matrimonio, estos hijos
serán legalizados, aunque también se da el caso contrario de
matrimonios que fueron legalmente constituidos y pasado un tiempo,
son anulados al descubrirse el parentesco, con la obligación de
solicitar la correspondiente dispensa para proceder a una futura
legalización.
A.d.
Hijos de padre
conocido y madre desconocida.
Variante
que aporta muy pocos casos y además, ofrece dudas de si realmente se
trata de ilegítimos, al silenciar a las madres, puesto que los
padres que aparecen en estos casos, suelen ser personas destacadas y
por ello, hemos de suponer que los curas dan por hecho que los hijos
ya quedan suficientemente identificados, aunque también puede
tratarse de auténticos ilegítimos y se silencia el nombre de la
madre para evitar escándalos, o que las madres sean esclavas y
ocultando su identidad se evita que estas criaturas adquieran esta
condición.
A.e.
Hijos de padre
desconocido y esclava.
Estos
niños son ilegítimos, pero al ser de madre esclava, adquieren esta
condición y por ello proponemos se incluyan dentro del apartado de
esclavos y así se da uniformidad y continuidad con el tratamiento
que se hace de esta tipología, por la casi totalidad de
investigadores que analizan el fenómeno de la esclavitud.
III.
1. 7. B.
Los expósitos.
El
fenómeno de la exposición, se presenta como uno de los más
atrayentes dentro del estudio de la Demografía Histórica y ha
generado una amplia bibliografía, en la que no nos detendremos, por
haber sido ya mencionada, en parte, en notas anteriores. El abandono
de niños ya se aprecia en Canarias en el siglo XVI y,
lamentablemente, se ha prolongado hasta nuestros días, aunque fue
durante el siglo XVIII cuando llegó a alcanzar porcentajes muy
elevados, sobre todo en el ámbito urbano.
Con
los datos que aportan los registros de niños expósitos, además de
la cuantificación y estacionalidad y si los abandonos coinciden con
momentos de crisis, también se puede analizar la distribución por
sexos, por si hay una mayor tendencia al abandono de niñas; sobre
los lugares de abandono, que no siempre solía ser en la iglesia o en
los tornos de conventos, sino en casas de vecinos o lugares
frecuentados; sobre la imposición de nombres, sus padrinos; su
destino y entrega; su forma de bautismo y si se indica si son
portadores de cédula de estar ya bautizados.
III.
1. 7. C. Los
esclavos.
Los
esclavos, en los bautismos, quedan bien identificados, entre otras
cosas, por el interés de los dueños a que así sea. La esclavitud
aparece en las islas en los momentos inmediatos a su conquista y una
vez finalizada el sistema esclavista se impone y ha generado
numerosos estudios19.
Con
los datos facilitados por las actas de bautismos de esclavos, se
pueden elaborar listados de propietarios, pero también su
cuantificación y si los bautismos corresponden a esclavos adultos,
lo que revela compras recientes y que son más propias del siglo XVI
e inicios del XVII, o se trata de esclavos producto de la
reproducción. Además del estudio de la estacionalidad del
nacimiento de esclavos, por medio de la reconstrucción familiar se
podría averiguar si el parto de las esclavas era coincidente con el
de las esposas de sus dueños, pues de esta manera no sólo se
aseguraban una reproducción, sino, en caso de necesidad, una madre
de leche para sus hijos. Se pueden establecer relaciones de
masculinidad y, entre otros aspectos, unas tipologías, en cuanto a
su condición, similares a las expuestas en los ilegítimos.
C.a.
Hijos de padre
desconocido y esclava.
Agrupa
el mayor número de esclavos. Un seguimiento de estas esclavas nos
indicará el número de hijos que tienen, o si éstos llegan a
conseguir la libertad. Cuando hay esclavas que tienen un elevado
número de hijos, no sólo descubrimos que están siendo utilizadas
como reproductoras, sino que pueden darse casos de explotación
sexual o de amancebamiento.
C.b.
Hijos de
padres esclavos, conocidos.
En
esta variante es preciso hacer una diferencia entre los hijos de
padres esclavos, pero legalmente casados y que aunque adquieren la
condición de esclavos, son legítimos, y los hijos entre esclavos,
sin casarse y que serían, además de esclavos, ilegítimos. Será
preciso observar si tanto el padre como la madre pertenecen al mismo
dueño, o, en caso de estar casados, si van cambiando de dueños, No
obstante los hijos serán propiedad del dueño de la esclava. En la
reconstrucción familiar, podremos encontrar casos de matrimonios que
tienen hijos, bajo la condición de esclavos y como libres, al haber
sido liberados con posterioridad.
C.c.
Hijos de
padres no conocidos.
Pese
a las limitaciones que imponen las fuentes, en dar la identidad de
los padres, bien por desconocerlo, o por ocultar a los progenitores,
nos podemos inclinar que se trata de esclavos adultos, y en ocasiones
así lo recogen los anotadores, adquiridos en el mercado esclavista
como consecuencia de capturas recientes y que suelen ser descritos
como esclavos bozales.
C.d.
Hijos de
hombre libre y mujer esclava.
Son
ocasiones, en las que el padre de la criatura, incluso en estado
soltero, revela su identidad. Por lo general se trata de matrimonios
y en donde la madre, al ser esclava, trasfiere tal condición a sus
hijos. Se dan casos contrarios, de hombres esclavos casados con
mujeres libres, pero a diferencia de lo anterior, en estos casos, los
hijos son libres.
III
1. 8 Los anotadores.
La
obligatoriedad de realizar los bautismos, recae sobre los párrocos y
ellos son los que los ofician en la mayoría de los casos, aunque a
veces aparecen otros oficiantes y anotadores, que han de indicar que
actúan con licencia del párroco y firmar junto a ellos los
registros, Entre estos oficiantes, ajenos al párroco, están desde
los propios obispos y otras dignidades eclesiásticas, hasta
capellanes, frailes y tenientes de cura o de beneficiado. En las
parroquias que eran beneficio y tenían dos beneficiados, se solían
turnar semanalmente y en las localidades donde había conventos
veremos desfilar a determinados frailes y priores.
La
identidad de los anotadores nos permite reconstruir los listados de
párrocos y acercarnos al número de capellanes y clérigos que podía
haber en una determinada localidad, así como de frailes en los
conventos de las mismas, casos de Firgas, Telde, Gáldar o Agüimes.
III
1. 8 Otros datos y
márgenes.
Aunque
poco frecuentes, pero de gran interés para un mejor conocimiento de
los lugares que estemos analizando, pueden servirnos informaciones
que no se deben despreciar y por tanto recoger. Entre ellas estarían
estrenos de pilas bautismales; reparos en las parroquias;
inclemencias del tiempo; bautismos en otros lugares y que serían en
el campo, ermitas conventos o monasterios; la ausencia de los padres,
por lo general referenciada a Indias de Su Majestad o en la América,
o incluso la muerte de las madres.
En
los márgenes de los capítulos bautismales, además de poner el
nombre de los bautizados, que en ocasiones se va numerando,
anualmente; se especifica la aplicación del Santo Óleo, en caso de
que se hubiese acabado cuando se hizo el bautismo, o si murió sin
Óleo. Se suelen incluir también autos de legitimación, cambios de
nombre, e incluso de sexo y también de apellidos. Las anotaciones
más curiosas encontradas, son las que plasmó el Bachiller Juan
Mateo de Castro, en el libro II de la parroquia de Moya, al indicar
el signo zodiacal de cada bautizado20.
En la parroquia de Tejeda destacan las abreviaturas caligráficas, de
los nombres, que plasmó el Licenciado Manuel Álvarez de Silva.
III.
2 Los registros de
confirmación.
Son
muy simples, pues aparte de indicar al obispo que confirma, la fecha
y el lugar donde se impone el sacramento, se trata de unos listados
donde aparecen los nombres de los confirmados, con sus filiaciones y
quiénes fueron sus padrinos, de los que se suele indicar,
ocupaciones y cargos, tanto civiles, como eclesiásticos, jurídico,
o de milicias.
La
vecindad se indica para aquellos confirmados que son ajenos a la
parroquia en donde reciben la confirmación, pero esta información
ha de tomarse con cautela, puesto que puede referirse a un
desplazamiento momentáneo y exclusivo, para recibir el sacramento,
aprovechando la presencia del obispo en una parroquia cercana, y una
vez concluida la ceremonia, regresar a sus hogares.
Aunque
los datos que aportan son reducidos, su información tiene eficacia
para detectar la afluencia de personas foráneas, como serían los
procedentes de otras islas o lugares; también ayudan a completar los
listados de esclavos, en caso de llegada de esclavos adultos y lo
mismo sucedería con la entrega de expósitos provenientes de otros
lugares. Fijándonos en el desempeño y cargos de los padrinos, que,
por lo general, solían ser personas destacadas, tenemos una ayuda
para conocer mejor el entramado social.
Acotando
las fechas entre confirmaciones, se puede establecer una relación de
la población, en cuanto a grupos de edades, y también de sexos, ya
que los confirmados siempre estarían en el grupo de los más
jóvenes, aunque, en ocasiones, los confirmados, para aprovechar las
visitas de los obispos, eran de una edad muy reducida.
III.
3 Los registros de
matrimoniales.
La
celebración del matrimonio legaliza, ante la sociedad y la Iglesia,
las relaciones entre los esposos y, en consecuencia, los hijos
habidos de ellas serán legítimos. Las disposiciones matrimoniales
quedaron reguladas en el IV Concilio de Letrán (1215), con la
inclusión de las
amonestaciones y limitando las prohibiciones de
consanguinidad hasta el cuarto grado. El Concilio de Trento
(1545-1563), para facilitar la autoridad parroquial y poner fin a las
uniones privadas y clandestinas, impone el matrimonio in
facie eclesiae, que
no es otra cosa que el matrimonio ante la Iglesia, es decir, ante la
sociedad y el párroco.
Libro de Matrimonios |
Canarias,
con las disposiciones sinodales del obispo Diego de Muros, en 149721,
se adelantará a Trento, pues ya se tratan de regular los
impedimentos, los matrimonios clandestinos y se obliga a realizar las
amonestaciones. Pese a todo, los registros matrimoniales no comienzan
a ser recogidos, con cierta regularidad, hasta finales del siglo XVI
y principios del XVII.
Los
registros matrimoniales disponen de unos contenidos bastante
completos, pero, hasta bien avanzado el siglo XVIII , presentarán
tres carencias esenciales, que son: no indicar la edad de los
contrayentes; la ausencia de filiación, para algunos casos, en
especial para los contrayentes de segundas o terceras nupcias, así
como para los procedentes de otras islas o del exterior; así como no
reflejar la vecindad concreta, ya que hacen referencia a la vecindad
del lugar donde se ubica la parroquia y no de los diferentes pagos
que componen la jurisdicción parroquial, lo que nos impedirá
apreciar, de una manera más amplia, la distribución espacial de la
población.
III.
3. 1 Fecha de la
ceremonia.
Queda
claramente indicada, incluso, en ocasiones se recoge la hora de la
ceremonia. Con este dato es fácil hacer una distribución de los
matrimonios a través del tiempo, con clasificaciones de distribución
mensual, estacional y anual y prolongarlas a periodos decenales, de
cuartos de siglo, o de siglos enteros. La fecha elegida para la unión
conyugal, puede estar motivada por diversos factores, entre ellos el
económico y el religioso, pero también las urgencias personales
ante embarazos consumados. El aumento o descenso de los matrimonios,
también estará condicionado, sobre todo en los momentos de crisis o
de emigración, además, ha de tenerse en cuenta que un descenso de
los matrimonios, afectará, al año siguiente a los bautismos, que
también descenderán. El conocimiento del número de matrimonios,
nos facilitará el conocimiento de las tasas de nupcialidad. Las
horas para la celebración del matrimonio, también tienen su
interés, puesto que las celebraciones, en horas muy tempranas o
tardías, rayando la noche, ponen en evidencia una unión muy
apresurada, casi a escondidas y que puede deberse a no disponer del
vestuario adecuado; para tapar embarazos difícilmente disimulables o
para aprovechar mejor las jornadas laborales.
Un
recuento marginal de los matrimonios, como ya se indicó en
bautismos, puede producir errores, tanto por fechas, ya que algunos
registros no lo están de manera correlativa, como por el número, ya
que entre los matrimonios se insertan capítulos de velaciones.
III.
3. 2 Amonestaciones y
licencias.
El matrimonio necesita de una
preparación previa y por ello la Iglesia establece un periodo de
información previa, anterior a la celebración, para cerciorarse de
que el enlace se realiza de acuerdo con las normas establecidas y,
por consiguiente, salvo dispensación, todos los matrimonios han de
estar precedidos por las amonestaciones y que para un conocimiento
general debían hacerse durante tres domingos, o días festivos
consecutivos, anteriores a la boda y tras ellas el matrimonio debía
celebrarse antes de que transcurriesen tres meses, pues en caso
contrario debían repetirse las amonestaciones22.
En algunos casos, y para el siglo XVI, hemos detectado que junto a
las amonestaciones de celebraban las “bañas”23,
celebración o requisito que debió ser frecuente puesto que en los
registros de la parroquia capitalina de El Sagrario-Catedral, se
menciona con cierta regularidad. Cuando los novios pertenecían a
diferentes parroquias, tenían que hacerlo en ambas y si alguno de
ellos había cambiado de vecindad, también tenía que hacerlo en la
de su naturaleza, salvo que el cambio se hubiese hecho cuando no se
tenía edad para casarse y lo mismo sucedía si se era de islas
diferentes.
Las
licencias eran otorgadas cuando concurrían casos especiales para
poder casarse y así las necesitaban los de fuera de cada isla o
extranjeros, que antes debían hacer juramento y probar su soltería.
También se otorgaban licencias para poder contraer matrimonio en
otros lugares ajenos a la propia parroquia, como ermitas, conventos o
monasterios, con la advertencia de que debían inscribirse en los
libros parroquiales. Así mismo, existían las licencias que
otorgaban los párrocos a otros clérigos para casar en su nombre.
III.
3. 3 Dispensas e
impedimentos.
Los
principales impedimentos para contraer matrimonio eran los derivados
del parentesco, tanto consanguíneo como espiritual y para ello se
necesitaban las correspondientes dispensas, que se obtenían por
medio de una aportación económica o haciendo trabajos para la
parroquia, e incluso pasar por situaciones vergonzosas ante la
comunidad, en caso de haber mantenido relaciones con anterioridad al
casamiento.
El seguimiento de las dispensas
por consanguinidad, presenta dificultades, bien por una permisividad,
consentida por los párrocos, o por falta de denuncias entre los
propios convecinos, pues se trataba de una situación que afectaba a
gran parte de las localidades y, por consiguiente, habría una
tendencia hacia la protección común. A ello se añade que las
dispensas matrimoniales en Canarias, hasta 1682, debían ser
concedidas por el Papa, por lo que no es de extrañar que ante la
tardanza y costo hubiese una ocultación y permisividad, salvo cuando
el grado de parentesco fuese muy cercano. A partir de esta fecha, el
Papa Inocencio XI concede potestad al obispo de Canarias, para que
dispense todos los casos de parentesco, y afinidad o cognación
espiritual entre padrinos y ahijados24
y estas disposiciones se irán renovando periódicamente25.
Como consecuencia, aparecerá un mayor control y se reflejará en los
registros matrimoniales y que nos permitirá, con ayuda de las
dispensas insertas en los expedientes matrimoniales, acercarnos al
conocimiento de la celebración de matrimonios entre parientes26,
aunque la mayor o menor fiabilidad, siempre estará sujeta a las
anotaciones de los párrocos en los registros de matrimonio.
III.
3. 4 Identidad y
vecindad de los contrayentes.
La
identidad queda bien reflejada desde el inicio de los registros y se
irá completando en siglos posteriores, especialmente en el XVIII.
Los contrayentes aparecen identificados con su nombre y dos apellidos
y así mismo se indica quienes son sus padres, con sus
correspondientes apellidos, lo que nos permite conocer cómo se
transmiten los mismos. Muchos de los padres de los contrayentes
aparecerán con la indicación de estar ya difuntos, lo que nos
acerca a la mortalidad, con una reducida esperanza de vida y una
inmensa mayoría de niños, sin conocer a sus abuelos.
Los
esclavos quedan bien identificados, con la indicación de sus dueños,
pese a que éstos ponían impedimentos a la celebración matrimonial,
puesto que un esclavo casado, sobre todo hombre, perdía valor, ya
que era más difícil su venta puesto que estaba frenada por una
posible ruptura conyugal y por ello el obispo Cámara y Murga reservó
un apartado para el matrimonio de esclavos, en sus sinodales, en que
obligaba a los dueños a consentir estas uniones27.
Expósitos e ilegítimos también quedan bien identificados.
Los
contrayente viudos son perfectamente identificados, ya que los
registros indican de quienes lo son, tanto para los hombres como para
las mujeres, y aunque se da este dato, se excluye la información
sobre la filiación de los mismos, lo que nos priva de conocer cómo,
en estos casos, se han transmitido los apellidos, que sólo podremos
averiguar en el caso de los contrayentes solteros. Conocido el estado
de los contrayentes, podemos establecer las relaciones y porcentajes
de matrimonios entre solteros; entre viudos; entre hombre viudo y
mujer soltera y entre mujer viuda y hombre soltero.
La
edad de los contrayentes tardará en indicarse en los registros, por
lo que para averiguarla, será necesario acudir a la reconstrucción
familiar, aspecto este en el que nos detendremos más adelante,
apoyándonos en los registros de bautismo.
La
vecindad de los contrayentes también queda claramente reflejada, no
así como su naturaleza concreta, aunque no suele ser muy detallada y
por lo general se especifica la vecindad alusiva a la cabecera
parroquial, sin concretar los diferentes pagos que la componen, lo
que nos privará de profundizar en la distribución espacial de la
población. La procedencia de los cónyuges, además, nos permite un
acercamiento al conocimiento de las tasas de endogamia y exogamia,
tanto de manera general como en lo referente a la exogamia femenina o
masculina, pero también las indicaciones de vecindad o procedencia,
nos acercan a aspectos de movilidad de la población e inmigración.
III.
3. 5 Padrinos y
testigos.
La
presencia de padrinos y testigos en la celebración matrimonial es de
suma importancia. Los primeros porque llevan a los novios ante el
altar y los segundos, porque actúan como valedores de la unión y
dan credibilidad de su celebración ante la sociedad y por ello en
las relaciones de testigos, se incluye a personas distinguidas y con
cierta relevancia social; suelen ser tres y la combinación más
repetida de testigos es aquella en la que suele estar presente un
clérigo, sacristán o fraile, junto a una persona distinguida con la
anteposición del Don, o un escribano, completándose con un alcalde,
regidor o cargo de milicias, como si, intencionadamente se buscase
una representación de lo eclesiástico, civil y militar. Aunque las
indicaciones de padrinos, son casi testimoniales, en los registros de
los siglos XVI y XVII, con las referencias a los testigos, se pueden
elaborar listados que nos ayuden a completar el entramado social del
lugar y momento que estamos estudiando.
III.
3. 6 Las velaciones.
Son
las bendiciones post-nupciales y que en realidad se trataba de una
confirmación o revalidación matrimonial. En ocasiones, esta
ceremonia, se realizaba de manera conjunta con la celebración
matrimonial y así se observa cuando los párrocos registran con la
fórmula de: casé y
velé in facie eclesiae,
aunque por lo general esta ceremonia se hacía después de la boda, e
incluso en parroquias diferentes de donde se había contraído el
matrimonio, por lo que un buen registro de las velaciones, nos
permitirá analizar aspectos de movilidad, o permanencia, de los
esposos en un determinado lugar, después de la unión nupcial,
máxime teniendo en cuenta que la ceremonia se demoraba en el tiempo,
mucho más allá del plazo establecido por la Iglesia y que no debía
exceder de dos meses después de celebrado el matrimonio, y al igual
que éstos, las velaciones, no se podían realizar ni en Adviento, ni
en Cuaresma28.
Cuando el matrimonio se había celebrado en otra parroquia, la
ceremonia de velación se recogía en un registro independiente y
esto ha de tenerse en cuenta, en caso de los recuentos por los
márgenes. En los matrimonios celebrados en la misma parroquia, sin
velación, éstas se indicaban, cuando se celebraban, en los
márgenes.
III.
3. 7 Los anotadores.
La
celebración matrimonial era casi exclusiva de los propios párrocos,
o de sus tenientes de cura, aunque se dan casos en que hay
matrimonios celebrados por dignidades eclesiásticas o por otros
párrocos que se desplazan para casar a sus parroquianos, hasta
parroquias próximas; también aparecen frailes, en especial en
aquellas localidades donde había conventos. El tratamiento de esta
información es el mismo que se indicó en bautismos.
III.
3. 8 Otros datos y
márgenes.
Como
ya se indicó en bautismos, son interesantes todos los datos que
puedan aportar las fuentes y, por tanto, recogerlos, puesto que dan
información que enriquece la investigación y entre ellos están los
que informan del desempeño de oficios y cargos, e incluso apodos,
tanto para contrayentes, como para sus familiares o testigos, así
como el reflejo de vecindades y, de manera especial, las ausencias,
sobre todo las que hacen referencia a Indias de Su Majestad o a
América. En los márgenes se indica si los contrayentes están
velados, y en caso de no estarlo, pasado un determinado tiempo, los
curas trataban de justificarlo anotando que no lo estaban por haber
muerto alguno de ellos, o haberse ausentado, tanto a América como a
otra parroquia o isla. También aparecen autos de anulaciones,
revalidaciones o legitimaciones.
III.
4 Los registros de
defunción.
Son
los más tardíos y su obligación es a partir del Ritual Romano de
1614, impuesto por el
Papa Paulo V, por lo que es muy difícil
encontrarlos durante el siglo XVI y su generalización se irá
estableciendo hacia mediados del siglo XVII. Al primer contacto con
estos registros, sobre todo con los más antiguos, nos daremos cuenta
que, en un principio, tenían una mayor finalidad económica que de
carácter demográfico, puesto que reflejan con claridad todo aquello
que ha ocasionado un gasto o pueda suponer ingresos, tanto para los
propios párrocos, como para la fábrica parroquial o cofradías y
que se obtendría de la cera empleada; del valor de las sepulturas;
de la apertura de las mismas, del alquiler de paños; aplicación de
oficios y misas; acompañamiento; limosnas… Deberían llamarse
registro de enterramientos, ya que recogen y dan cuenta de este hecho
y, lamentablemente, no todos los enterramientos equivalen a todas las
defunciones
Libro de Defunciones. Foto: Enrique Boix |
Las
anotaciones pueden variar desde lo muy simple a lo muy detallado y su
información se irá consolidando, bajo un mismo modelo, a lo largo
de los siglos, siendo muy completos, en cuanto a información de uso
demográfico, los registros del siglo XVIII y hasta inicios del XX.
El gran inconveniente de estos registros es la ocultación y
subregistro, puesto que no todas las defunciones, y por tanto
enterramientos, van a quedar recogidas y de manera especial las de
niños, lo que, en este caso, impedirá profundizar sobre la
mortalidad infantil
Los
recuentos de defunciones, utilizando los márgenes, ofrecen más
errores que los comentados para bautismos y matrimonios, puesto que
entre los capítulos de enterramientos se insertan otros capítulos
de aplicación de oficios, cabos de año y otras ceremonias fúnebres,
así como las fiestas de ánimas y aplicación de misas, a lo que ha
se añadirse que en algunos registros se apunta a varios difuntos,
sobre todo cuando se trata de niños, expósitos, pobres o esclavos.
III.
4. 1 Las fechas.
Hacen
referencia al día del enterramiento, aunque a medida que estos
registros se van perfeccionando informarán del día, e incluso de la
hora, del fallecimiento. Este dato nos servirá para conocer la
evolución de la mortalidad, siempre con las limitaciones impuestas
por el subregistro, y su distribución mensual, estacional, anual,
decenal y de siglos. Loa aumentos de registros pueden señalarlos
momentos de crisis o epidemias, aunque la disminución, no
forzosamente ha de entenderse como un descenso de la mortalidad,
puesto que, como venimos repitiendo, puede estar relacionada con el
subregistro u ocultación. Teniendo esto en cuenta, se podría llegar
a establecer tasas de mortalidad y de masculinidad o de distribución
por sexos.
III.
4. 2 Identidad, edad
y vecindad.
Los
registros más antiguos y por lo menos hasta el último cuarto del
siglo XVII, presentan datos muy escasos sobre la identidad, e incluso
de poco valor, con indicaciones tales como: se enterró un hijo de;
una sobrina de; un nieto de; un niño; un niño párvulo; un
esclavito; un pobre; un forastero, una moza, etc. Estos registros,
sin identidad clara, nos impiden realizar la reconstrucción familiar
y sólo tienen un valor cuantitativo. Lo mismo sucede con la
vecindad, puesto que no se indica la concreta y se tardará tiempo en
que se señalen los propios domicilios, lo que en determinados
momentos será un problema para profundizar en la distribución
espacial de la población.
La
indicación de la condición, al reflejar a ilegítimos, expósitos y
esclavos, aunque muy limitada, a lo que se une el reflejo de pobres o
el uso de sepultura de pobres, nos permitirá acercarnos a los
marginados, por estarlo social y económicamente, aunque la carencia,
en muchos casos de registros infantiles impide tener información de
ilegítimos, especialmente de los expósitos y de los esclavos, en
caso de que estos hubiesen fallecido de temprana edad.
Las
edades de los difuntos, comienzan a reflejarse hacia la segunda mitad
del siglo XVII y no son exactas, sino aproximadas y por ello los
anotadores las reflejan con las indicaciones de: al
parecer, o más o menos,
por tanto se trata de una información estimativa, a criterio de los
párrocos o anotadores, o de quienes les informan. En algunos casos
las indicaciones, aunque no sean numéricas, nos pueden acercar a la
edad de los difuntos, sobre todo en relación a grupos de edades,
cuando se refleja a los finados como: niño/a; párvulo/a; hijo/a de
familia; mozo/a; doncella o adulto. También puede ayudar a
establecer grupos de edades, cuando las referencias son en relación
con sus estados de solteros, casados o viudos, así como si los
enterrados dispusieron de memoria o testamento, e incluso el
ceremonial, ya que los niños se enterraban con la aplicación de una
misa de ángeles.
III.
4. 3 Causas de la
muerte.
Hasta
el siglo XVIII no suelen indicarse en la mayoría de los casos. Se
trata de datos interesantes, que en caso de recogerse, de manera
secuencial, durante largos periodos nos permitirá acercarnos al
conocimiento de determinadas plagas o epidemias, pero también a un
análisis generalizado de las causas de la muerte en determinadas
localidades y momentos29
.Determinados aspectos de la mortalidad se pueden ampliar con las
anotaciones marginales que aparecen en los registros de bautismo,
sobre la imposición del Óleo, o cuando se indica la muerte de
algunas madres, lo mismo que sucede con esta información, en los
márgenes matrimoniales sobre el fallecimiento de algunos cónyuges,
antes de velarse.
III.
4. 4 Mortajas y
sepulturas.
Los
datos sobre la elección de mortajas, son interesantes para conocer
la mentalidad y devoción, así como la influencia de determinadas
órdenes religiosas, en especial la franciscana. Por lo general, los
enterramientos se hacían con el cadáver envuelto en una sábana o
lienzo blanco, costumbre ésta que era propia de las personas con
menor capacidad económica, pero también servía para resaltar la
humildad, aceptar el signo de pobreza y, sobre todo, enterrarse a
imitación de Cristo. Los hábitos eran elegidos por los más
pudientes, con la intención de ganarse la protección de los santos
titulares de las diferentes advocaciones elegidas, en especial las
franciscanas y dominicas, donde influían, sin duda, la existencia de
estos conventos, en determinadas localidades. La costumbre de elegir
mortaja se fue consolidando hacia mediados del siglo XVII y ya en el
siglo XVIII la casi totalidad de los testadores, tanto hombres como
mujeres, las elegían en sus disposiciones de testamento30.
La
elección de sepulturas se hacía, bien por los propios interesados,
a través de sus memorias o testamentos y de acuerdo con sus
posibilidades económicas y preferencias hacia determinadas
advocaciones religiosas, para señalar el lugar de su descanso
eterno, cuando no era sí, eran sus allegados quienes elegían por
ellos. Sólo los pobres, los niños y los esclavos, tenían un lugar
asignado para sus enterramientos, así como aquellos que disponían
de sepulturas en propiedad. Las preferencias a la hora de elección,
estarán dirigidas al lugar más próximo al altar mayor o a
determinadas capillas o altares, como si estuviésemos asistiendo
ante la distribución del aforo de un espectáculo teatral, musical,
o simplemente deportivo.
Las
sepulturas se distribuían por el interior de las iglesias, con
lugares reservados, como se indicó anteriormente, para pobres, niños
y esclavos, pero también para determinadas cofradías que reservaban
sus capillas. No sólo se da información del lugar de enterramiento,
sino también del valor de las sepulturas.
Los
enterramientos, además de realizarse en el interior del recinto
parroquial, también se hacían en los conventos que había en las
diferentes localidades, como , por ejemplo, fueron los casos de
Firgas o Telde, o en las ermitas, caso de la teldense de San
Sebastián y tantas otras, e incluso, en momentos de aumento de la
mortalidad, durante un corto espacio de tiempo, debido a epidemias y
por estar completas las sepulturas parroquiales, se procedía a
enterrar en el exterior de las iglesias, junto a sus muros o bajo las
gradas de acceso, como se acredita en diferentes lugares, entre los
que citamos Telde y Valsequillo. Estas indicaciones de sepulturas, se
prolongarán hasta las primeras décadas del siglo XVIII en que los
enterramientos dejan de hacerse en el interior de las parroquias y
otros recintos religiosos y pasan a los cementerios.
III.
4. 5 Ceremonial
religioso y aplicaciones postmortem.
El
conocimiento del ceremonial funerario puede suponer una excelente
información para conocer la mentalidad y la capacidad económica
familiar. No sólo se trata de información de la actuación
religiosa, sino también de contenido económico, por lo que en ese
control, no sólo intervienen los párrocos, sino también los
mayordomos de fábrica e incluso los colectores, que se encargan de
los cobros y pagos, en especial en las parroquias más importantes.
Pese a todo había entierros que se hacían gratis, o de gracia, y
otros no generaban ingresos, por ser los fallecidos pobres, o pobres
de solemnidad.
Los
entierros quedaban concertados a voluntad de los difuntos, que lo
habían previsto en sus memorias o testamentos, o delegando en sus
albaceas o familiares, pero siempre condicionado a su economía,
dándose el caso de que algunos se hacían a cuenta de sus
propiedades, fuesen muchas o pocas, llegándose a vender hasta la
ropa de los difuntos para pagar el gasto, mientras que en otras
ocasiones se recurría a recoger limosnas.
El
ceremonial de los entierros tiene diferentes actuaciones, como
vigilias; oficios; responsos; acompañamiento; asistencia de
capellanes, de frailes, sacristanes, mozos de coro, monaguillos, etc.
Los oficios solían ser de cuerpo presente y de cabo de nueve días,
también llamado de novena o de honras y el oficio de cabo de año.
Como parte del ceremonial se incluye la cera gastada o alquilada; el
alquiler de paños, la cama mortuoria y otras actuaciones, como el
empleo de hachas o codales. En algunos casos la explicación del
ceremonial es muy extensa y detallada y el ejemplo más claro lo
hemos encontrado en los registros de defunción de la parroquia de
San Sebastián, de la villa de Agüimes, los cuales corrían a cargo
del colector de dicha parroquia y son, quizás, en este sentido, los
más ricos que se conservan en Canarias31.
En
determinados registros, se recogen las ofrendas y limosnas, Destacan
las ofrendas de pan y vino, pero también en dinero, aunque las más
repetidas son aquellas que se asignaban para los Santos Lugares y
Casa Santa de Jerusalén, y para la redención de cautivos; también
existían limosnas de devoción, que eran empleadas, tanto para
adquirir aceite para alumbrar algunas lámparas, como para adquirir
diferentes objetos que contribuían al enriquecimiento y adorno de
las parroquias ,conventos o ermitas.
Las aplicaciones postmortem,
estaban bien definidas en los testamentos y en ocasiones eran
perpetuas, lo que generaba unos ingresos permanentes y por ello este
aspecto ya quedará bien recogido desde las primeras sinodales de
149732,
y que posteriormente recogerán, los obispos Vázquez de Arce, en
151433
y Cámara y Murga, en 162934,
pero será el celo del obispo Bartolomé García Jiménez el que
aportará una documentación más extensa sobre el tema, promulgando
órdenes y mandatos35.
En estas aplicaciones, destaca la imposición de misas, que podían
ser, por una vez, o perpetuas. Tenían una gran importancia en el
sentido religioso, por cuento contribuían a redimir culpas y acortar
la estancia de las almas en el purgatorio, pero también un
significado económico y social, puesto que afianzaban el prestigio
de aquellos que las encargaban.
Las
misas por una vez se aplicaban el día del entierro, o al siguiente y
su número era variable, cuando éste era elevado se repartían entre
los párrocos y capellanes e incluso con los frailes de los
conventos. Para decirlas, se señalaba su valor, la costumbre era a
tres reales, los altares, conventos o ermitas, e incluso clérigos
concretos, así como las advocaciones a quienes irían invocadas. Las
misas perpetuas tenían la misma finalidad que las anteriores, pero
con la particularidad que tenían que ser renovadas anualmente y para
siempre, salvo que la propiedad o bienes que las sustentaban
quebrase, y nadie quisiera correr con su gasto, o fuesen eliminados
como sucedió tras el proceso desamortizador.
Estas
imposiciones exigían una economía saneada y unos bienes sólidos
que eran transmitidos por herencia o donación y a cambio de gozarles
tenían que correr con el gasto de las misas. En ocasiones se crean
capellanías, obras pías, compromisos de mantenimiento de
procesiones y misas concretas, entre ellas, las misas del alba36.
III.
4. 6 Los anotadores.
Al
igual que en bautismos y matrimonios, los entierros, y por tanto sus
registros, eran efectuados por los propios párrocos y cuando estaban
ausentes o indispuestos, eran sustituidos por sus tenientes, o por
algunos frailes, en caso de haber convento en la localidad. Mientras
que en bautismos y matrimonios había una mayor permisividad a que
interviniesen otros clérigos, en cambio en los entierros, serán los
párrocos los que tienen un control caso exclusivo y ello estará en
consonancia con el aspecto económico de estas ceremonias, ya que los
entierros significaban la principal vía de ingresos, tanto para los
párrocos, como para sus parroquias. Como ya adelantamos, en
determinadas parroquias, sobre todo las de mayor importancia, la
tarea de hacer las anotaciones recaía en los colectores.
III.
4. 7 Otros datos y
márgenes.
Los
más interesantes son aquellos que están en relación con los
testamentos, puesto que en ocasiones indican quiénes son los
herederos del fallecido; el número de hijos; los albaceas y hasta el
nombre de los escribanos ante quienes se testó, lo que facilita, en
este último caso, acudir a los protocolos notariales y ampliar
información. También se suele hacer indicación de determinadas
posesiones o bienes diversos, sobre los que se sustentaba la
aplicación de las misas y otras mandas de carácter religioso.
En
los márgenes se señala el nombre de los difuntos, aunque con las
limitaciones que ya comentamos en el apartado sobre la identidad. Las
anotaciones más frecuentes que aparecen, son aquellas que hacen
referencia al pago o a la deuda de las sepulturas; al reparto de los
ingresos por el sepelio y a la cera que se ha gastado y su valor.
Excepcionalmente aparecen autos sobre traslado de restos o cambios de
sepultura.
III.
5 Otros registros.
En
los libros sacramentales, además de los capítulos propios de
bautismos, matrimonios y entierros, se recogen actas de visita, las
cuales comenzaron a generalizarse en el siglo XVII, sobre todo a
partir de las sinodales del obispo Cámara y Murga, en 1629. Sus
indicaciones son recogidas por los propios obispos, por sus
provisores o visitadores y por medio de ellas se observa el control
sobre la actividad registral de los párrocos, haciendo objeciones a
ellas, dándolas por buenas, o mandando incluir datos nuevos. Por
estas anotaciones podemos observar el grado de cumplimiento de los
párrocos, en su cometido como anotadores; el cumplimiento de los
fieles hacia ciertas disposiciones e imposiciones y la evolución de
ese control sacramental, por parte de la Iglesia, pero también tener
una idea sobre la frecuencia con que obispos y visitadores acudían a
las parroquias.
IV.-
LA RECONSTRUCCIÓN FAMILIAR.
Es
la base de un estudio sobre Demografía Histórica, puesto que aporta
datos para el conocimiento familiar y sobre todo del comportamiento y
costumbres sociales. Presenta, de inicio, la dificultad que ha de
emplearse mucho tiempo, puesto que para obtener unos resultados más
amplios y fiables ha de hacerse de forma manual, por los
inconvenientes que ya hemos indicado con anterioridad sobre las
fuentes. Pese a todo hay estudios que emplean el uso de ordenador,
pero como ya adelantamos, y a nuestro criterio, con resultados más
pobres, aunque se gana en tiempo y el esfuerzo es mucho menor.
Para
una reconstrucción familiar efectiva, es necesario que existan, de
forma paralela en el tiempo los registros de bautismos, matrimonios y
defunciones, pues la falta de alguno de ellos restará riqueza a los
resultados finales. No obstante, siempre se podrá llegar a
conclusiones definitivas, incluso aunque no existan los registros de
matrimonio, que son la base para realizar la reconstrucción.
Independientemente de la ausencia de algunos registros, o lagunas por
pérdidas, las fuentes también imponen limitaciones, entre ellas
cuando no nos ofrecen la filiación completa de los registrados; por
la alteración constante de los apellidos; por el retraso de los
registros de defunción, que afecta a casi todo el siglo XVI y a gran
parte del XVII. A ello ha de añadirse la movilidad de la población,
puesto que si trabajamos la reconstrucción familiar de un
determinado lugar, no ha de entenderse que esa población es propia e
inmóvil del mismo. Otro inconveniente está en la falta de registros
infantiles de defunciones, o en una gran ocultación y subregistro de
los mismos, lo que nos privará de conocer exactamente las
genealogías familiares.
Cuando sólo existen registros
de bautismo, se puede realizar la reconstrucción familiar, a partir
de los matrimonios que aparecen en los propios registros bautismales,
cuando acuden con sus hijos al bautismo. En este caso se procederá a
eliminar los extremos, es decir, a aquellos matrimonios que
apareciendo al principio de los registros ya estaban constituidos con
anterioridad, por ejemplo, a principios del siglo XVI, cuando en
algunas parroquias dan comienzo los registros, pero las familias ya
estaban formadas con anterioridad a que se comenzase a registrar y
los hijos que aparecen bautizando, no son los primeros, sino los
últimos. De igual manera sucedería en el caso de reconstruir
familias con matrimonios, en caso de centrarnos en siglos cerrados,
que tendríamos que eliminar a los matrimonios de final de siglo
puesto que la amplitud fértil de alguno de ellos superaría los 20
años y así matrimonios que comienzan a procrear a finales del siglo
XVII, también lo estarían haciendo a comienzos del siglo siguiente.
La reconstrucción familiar utilizando sólo registros bautismales37,
ya ha sido utilizada, así como relacionando todos los registros38.
Los datos que se obtienen con la reconstrucción familiar son
diversos y entre ellos, los que se señalan a continuación.
IV.
1. La edad nupcial.
En
los registros matrimoniales de los siglos XVI y XVII, así como parte
del siglo XVIII, la edad de los contrayentes no consta, por lo que
para averiguarla es necesario acudir a los registros bautismales.
Contaremos con los inconvenientes de falta de filiación en
determinados contrayentes, en especial de los viudos; con la
alteración de nombres y apellidos y en caso de que las fuentes hayan
sido copiadas, por el deterioro de los originales y con abreviaturas
para los nombres que bien pudieron ser confundidas por los copistas,
para los casos de Diego y Domingo; de Antón y Antonio; de Hernando,
Hernán y Fernando, y otros más. A ello se une la imposibilidad de
averiguar la edad nupcial de contrayentes de otras parroquias, o
procedentes de fuera de la isla en donde se sitúa la parroquia sobre
la que centramos la reconstrucción. Pese a estas limitaciones se
pueden conseguir datos interesantes que nos aproximan a la realidad y
así, en Arucas se consiguió averiguar la edad nupcial del 37,22 %
de los hombres y el 53,16 % de las mujeres, mientras que para Moya,
los porcentajes fueron del 45,11 % para los hombres y del 52,24 %
para las mujeres39.
La
edad nupcial determinará en gran medida, aunque no siempre, la
posible amplitud del periodo fértil de cada matrimonio, ya que de
adelantar o retrasar la edad de casamiento, dependerá una mayor o
menor disponibilidad para la procreación y, por consiguiente, la
natalidad y el número de hijos aumentarán o disminuirá.
IV.2.
Número de hijos por
matrimonio.
Para
obtener unos resultados altamente fiables, no han de tomarse todas
las uniones conyugales que aparecen en los registros, sino que hemos
de centrarnos en familias cerradas, rechazando extremos y familias de
dudosa estabilidad en el lugar de estudio, pese a todo no podremos
salvar la deficiencia que imponen los registros de defunción al no
recoger la mortalidad infantil, en especial la de aquellos niños que
fallecieron entre el momento del parto y antes de ser registrados
como bautizados. Una vez seleccionados los matrimonios, se les hará
un seguimiento en bautismos, anotando a los diferentes hijos que
llevan a bautizar, con indicación de las fechas y nombres. Las
fechas nos informarán de la secuencia con la que procrean, serían
espacios intergenésicos, y la repetición de nombres la posibilidad
de que esta reposición se deba a fallecimientos de los primeros
portadores de la nominación.
La
operación de relacionar el número de bautismos con el de
matrimonios, dará unas medias que no son exactas en cuanto al número
de hijos por matrimonio, tan sólo son estimativas, ya que en esa
inexactitud tiene gran importancia el grado de endogamia o de
exogamia y sobre todo el que un buen número de matrimonios no se
celebraba en la parroquia de residencia, sino que se hacía en otros
lugares preferentes, como podía ser la catedral de Las Palmas.
Aquellos matrimonios que nos aparezcan sin hijos, requerirán una
atención especial y deberemos confirmar su continuidad en el lugar
de estudio y para hacerlo un buen dato puede ser su presencia como
padrinos en bautismos de otros matrimonios.
IV.3.
Nacimiento del primer
hijo y espacios intergenésicos.
El
conocimiento del tiempo que transcurre entre la fecha del matrimonio
y el nacimiento del primer hijo, nos revelará el comportamiento en
las relaciones sexuales de las parejas, con anterioridad a la unión
conyugal, puesto que , sin duda, encontraremos un determinado número
de niños bautizados con anterioridad a transcurridos nueve meses,
pero también habrá de tenerse en cuenta que niños llevados a
bautizar con posterioridad a este plazo de tiempo, bien pudieron ser
concebidos antes del casamiento, ya que los padres para disimular su
falta y atrevimiento, bien pudieron retrasar el bautismo.
Los
espacios intergenésicos, entre hijos sucesivos, lo marcarán las
fechas de bautismo, tendremos que fijarnos en los espacios que hay
entre los primeros hijos y entre los últimos, pero también cuando
en matrimonios, con hijos sucesivos se producen espacios amplios,
superiores o en torno a cuatro años, lo que puede suponer que ese
vacío pudo estar ocupado por un hijo fallecido y no registrado.
También aparecerán espacios intergenésicos inferiores a nueve
meses, que en caso de ser de segundos o sucesivos hermanos, es debido
a haber retrasado el bautismo de los hermanos antecedentes. En los
matrimonios con un número elevado de hijos, se observará que los
espacios intergenésicos se repiten con una frecuencia temporal, casi
matemática.
IV.4.
La amplitud
matrimonial.
Se
trata de descubrir la duración temporal de los matrimonios,
respondiendo a la unión conyugal mientras ambos esposos permanecen
vivos, por lo que para averiguarlo deberemos apoyarnos en los
registros de defunción. También podremos descubrir la amplitud del
periodo fértil de los matrimonios, que se extenderá desde el
momento de la unión, hasta el nacimiento de su último hijo, y
podremos ampliar nuestra información con el conocimiento de las
edades de las mujeres en el momento de tener su primer y último
hijo.
Para
obtener unos datos amplios sobre la amplitud matrimonial es
imprescindible que haya paralelismo entre los registros matrimoniales
y de defunción; la ausencia de los últimos impedirá nuestro
estudio y sólo podremos iniciarlo cuando haya matrimonios y
defunciones, pero también existe la dificultad de que los registros
de defunción , al menos en sus comienzos, son muy deficientes en
cuanto a la indicación de identidades completas, como ya indicamos
en defunciones.
La
amplitud del periodo fértil de los matrimonios que se inicia con la
boda y termina con la concepción del último hijo, es sólo para las
uniones que superan una determinada edad, en otros casos la
fertilidad queda interrumpida por el fallecimiento de uno de los
esposos, que en caso de volver a casarse, inicia un nuevo periodo
fértil con su nueva pareja. A aquellos matrimonios que no tienen
hijos, hemos de considerarlos como de amplitud fértil nula.
La
reconstrucción de las edades matrimoniales, además de establecer
medias, tanto para hombres como para mujeres, nos permitirá conocer
las edades de las mujeres en el momento de tener su primer hijo y
también cuando tienen el último hijo; como en el caso anterior,
descubriremos que determinadas mujeres tienen su último hijo a una
edad temprana y ello puede ser debido a que enviudaron, por lo que se
tendrá que seguir su reconstrucción para comprobar si volvieron a
casar y entonces averiguar si tuvieron hijos y cuándo fue el ultimo.
IV.5.
Otras aportaciones.
La reconstrucción familiar, y
de acuerdo con el número de hijos por familia, nos ayuda a
acercarnos al conocimiento de la dimensión familiar, aunque para
ello los documentos más fiables son las matrículas y padrones
parroquiales, de los cuales hay pocos ejemplares, por su desaparición
o desconocimiento de su existencia en los archivos parroquiales40,
aunque ya en el Sínodo de Diego de Muros, en 1497, se mandaba hacer
relación y padrón a los curas41
y que se vuelve a recordar dicha obligación en el Sínodo de 150642,
al igual que los posteriores Sínodos de Vázquez de Arce, de 1514 y
151543.
Lamentablemente no hay constancia de estas matrículas y las más
antiguas encontradas son del pontificado del obispo Bartolomé García
Jiménez, que recogen la población de las islas Canarias, de 1676 a
1688, y que por su importancia se denominan:
Documento Base, cuya
publicación y estudio44
son un referente para el conocimiento de la población durante los
referidos años.
Las
matrículas y padrones parroquiales, sobre todo las anteriores a la
existencia de los censos civiles de población, son documentos
excepcionales para conocer la población de los diferentes lugares.
Están recogidas por casas, con indicación de calles y los
habitantes que hay en cada una de ellas, referenciados con respecto
al cabeza de familia y con las edades, en algunos casos añaden datos
suplementarios de empleos, profesiones, ausencias o defectos físicos,
su estudio nos da idea de la situación poblacional durante un
determinado momento y en un lugar concreto45.
La interrelación entre los
datos de los diferentes registros de: bautismos, matrimonios,
confirmaciones y defunciones, ayudará a completar aspectos
relacionados con la esclavitud, la ilegitimidad y los expósitos, así
como a ampliar los listados de cargos y oficios y descubrir datos
sobre la vecindad, procedencia y ausencia de los registrados. Este
último dato puede ser interesante para estudiar aspectos de la
inmigración hacia América46,
o hacia otras islas, pero también detectar desplazamientos desde
otras islas47
o lugares. De igual manera se podrán elaborar gráficas relacionando
los datos de bautismos y defunciones para establecer la evolución
del crecimiento vegetativo de la población, así como
interrelacionarlo con la línea de la nupcialidad.
ANEXO:
Modelos
de fichas.
a)
Ficha de bautismos:
Su color es blanco y sus dimensiones son más reducidas que las
fichas que se emplearán para matrimonios y defunciones (21 X 7
centímetros.).
BAUTISMOS
Esta
ficha bautismal está ordenada para una lectura en bloques
verticales, salvo su cabecera y su pie. En la parte superior se
recogen los datos significativos de la parroquia y el año. En el
cuerpo central, en un primer bloque se anota el nombre del
bautizado/a y la fecha de imposición del sacramento; le sigue un
espacio para reflejar el sexo; a continuación, se anota la
referencia de donde se recoge: libro, folio, cara y número;
seguidamente está el bloque identificativo de padres y padrinos,
seguidos por los apartados de vecindad y profesión de los mismos; le
sigue el bloque para reflejar la condición del bautizado que se
marcará con colores, y así: los niños legítimos se reflejarán
cubriendo su casilla de azul, los ilegítimos en rojo, los expósitos
en verde y los esclavos en negro; el siguiente bloque refleja el tipo
de bautismo y también se marcará con colores, y así: el bautismo
normal se recogerá en violeta, el realizado por la comadre en marrón
y el niño que ha sido bautizado en su casa, con gris. Cierra este
bloque central un apartado para reflejar la edad del niño cuando es
llevado a bautizar, que en ocasiones no se indica, aunque se
generalizará en el último tercio del S. XVII y los anotadores nos
informarán sobre el tiempo que tiene el niño cuando era llevado a
la pila bautismal. Al pie de la ficha se incluye un pequeño espacio
para anotar alguna observación de interés y se cierra la ficha con
el nombre del párroco o de quien realizó el bautismo con su
licencia.
Elaboración propia |
b)
Ficha de matrimonios:
su color es azul claro y sus dimensiones 21 X 15 centímetros.
MATRIMONIOS
Está
ordenada para rellenarla y leerla posteriormente de manera vertical.
En la parte superior aparecen los datos identificativos de la
parroquia y el año; siguen la referencia al registro así como la
fecha y lugar de celebración del matrimonio; a continuación
aparecen los datos personales y de filiación de los contrayentes;
padrinos y testigos; siguen aspectos de contenido canónico como:
amonestaciones, impedimentos y ceremonia de velación. Cierra la
información el apartado reservado para el oficiante y un espacio
para anotar diferentes observaciones. En la parte posterior de cada
ficha matrimonial se procede a vaciar los datos obtenidos de la
reconstrucción familiar, tales como: la edad de los contrayentes,
segundas nupcias, número de hijos, fecha de fallecimiento, etc.
Elaboración propia |
c)
Ficha de defunciones:
son las de mayor tamaño (21 X 17 centímetros.) y su color es gris
claro.
DEFUNCIONES:
Elaboración Propia |
Por
tanto, disponemos de tres modelos de fichas diferentes, en cuanto a
tipología, tamaño y color, lo que nos facilitará la reconstrucción
familiar, de forma manual y poder, tanto entremezclarlas, como
clasificarlas definitivamente. También utilizaremos fichas-resumen
de carácter anual que recogen los datos de cada uno de estos sucesos
y que sirven para ir simplificando el proceso y síntesis final.
REFERENCIAS
1
.- DOMÍNGUEZ ORTÍZ, A.: La
Sociedad española en el siglo XVII,
Madrid, 1963. P. 63.
2
.- Constituciones Sinodales del obispo Diego de Muros. Constitución
2ª. (Cfr. CABALLERO MUJICA, F.:
Canarias hacia Castilla. Datos de un proceso histórico,
Las Palmas de Gran Canaria, 1992. Vol. II, pp. 684-685.
3
.- CÁMARA Y MURGA, C. de la: Constituciones
Sinodales del obispado de la Gran Canaria,
Madrid, 1634.
4
.- CABALLERO MUJICA, F.: Documentos
Episcopales Canarios,
Las palmas de Gran Canaria, 1997. Vol. II (Bartolomé García-Jiménez
y Rabadán (1665-1690).
5
.- DÁVILA Y CÁRDENAS, P. M.:
Constituciones y nuevas addiciones Synodales del obispado de las
islas Canarias (1735),
Madrid, 1737.
6
.- CARDOSO, C. F.S. y H. PÉREZ BRIGNOLI: Los
métodos de la Historia,
Barcelona, 1985; DUPAQUIER, J.: “Methode d´interpretation des
sources non nominatives par la constuccion de modeles”, en Annales
de Demographie Historique,
París, 1972. Pp.180-188 y: “Problemes de contróle de
denombrements”, en Annales
de Demographie Historique,
París, 1952. Pp. 203-214; FLEURY M: y L. HENRY: Noveau
manuel de dépovillement et d´explotation de L´etat civil ancien,
París, 1965; GERARD, H. y G. WUNSCH: Demografía,
Madrid, 1975; HENRY, L. “Une richesse demographique en fiche: les
registres parossiaux”, en Population,
París, 1953. Pp. 281-290, y: Manuel
de Demographie Historique,
Ginebra-París, 1967; HENRY, L. y M. FLEURY: Les
registres parossiaux a la histoire de la population,
París, 1965; HOLLINSWORT, T. H.: Demografía
Histórica. Cómo utilizar las fuentes de la historia para
construirla,
México, D. F., 1983; LIVI BACCI, M.: Introducción
a la demografía,
Barcelona, 1993; MACÍAS HERNÁNDEZ, A. M.: “Fuentes y principales
problemas metodológicos de la Demografía Histórica en Canarias”,
en Anuario
de Estudios Atlánticos,
nº 34, Madrid- Las Palmas, 1988. Pp. 51-161; MARTÍN GALÁN, M.:
“Fuentes y métodos para el estudio de la Demografía Histórica
castellana durante la Edad Moderna”, en Hispania,
nº 148, Madrid, 1981. Pp. 231-325; NADAL, J.: Bautismos,
desposorios y
entierros.
Estudios de Demografía Histórica,
Barcelona, 1992; PÉREZ PUCHAL, P.: “Fuentes y métodos de la
Demografía Histórica”, en Estudios
Geográficos, nº
130 (1973). Pp. 5-32; Wrigley, E. A.: “Family limitation in
Pre-Industrial England”, en
Economic History Review,
segunda parte, XXIX, 1 (abril de 1966). Pp. 82-109 y: Historia
y población. Introducción a la Demografía Histórica,
Barcelona, 1985.
7
.- ANSÓN CALVO, M. C.: Demografía
y sociedad en la Zaragoza del siglo VXII. Un estudio con ordenadores,
Zaragoza, 1977.
8
.- Serían los casos de: MARCOS MARTÍN, A.: “La esclavitud en la
ciudad de La Laguna, durante la segunda mitad del siglo XVI a través
de los registros parroquiales”, en
Investigaciones Históricas,
nº 2, Valladolid, 1980. Pp.7-35; LOBO CABRERA, M.: “La población
esclava de Telde en el siglo XVI”, en Hispania”,
nº 150, Madrid, 1982. Pp.47-89; LOBO CABRERA, M. y R. DÍAZ
HERNÁNDEZ: “La población esclava de Las Palmas durante el siglo
XVI”, en Anuario
de Estudios Atlánticos, nº
30, Madrid-Las Palmas, 1984. Pp.157-316; LOBO CABRERA, M y M.
J.SEDILES GARCÍA “Expósitos e ilegítimos en Las Palmas de Gran
Canaria en el siglo XVII”, en Anuario
de Estudios Atlántico,
nº 34, Madrid-Las Palmas, 1988. Pp. 159-203; LOBO CABRERA, M. y B.
RIVERO SUÁREZ: “Los primeros pobladores de Las Palmas de Gran
Canaria”, en
Anuario de Estudios Atlánticos,
nº 37, Madrid-Las Palmas, 1991. Pp. 17-132; LOBO CABRERA, M.; M. R.
LÓPEZ CANEDA y E. TORRES SANTANA: La
“otra” población: expósitos, ilegítimos y esclavos (Las Palmas
de Gran Canaria siglo XVIII).
Las Palmas de Gran Canaria, 1993; LOBO CABRERA, M. y P. QUINTANA
ANDRÉS: Población
marginal de Santa Cruz de La Palma, 1564-1700,
Madrid, 1997; PÉREZ CHACÓN E. y A. SANTANA SANTANA: “Estructura y
dinámica de la población en la parroquia de San Lorenzo (S.
XVIII)”, en V
Coloquio de Historia Canario Americana,
Las Palmas de Gran Canaria, 1982. Vol. II, pp. 179-217 y TRUJILLO
YÁNEZ G. A. y M. A. RODRÍGUEZ PÉREZ: “Los otros terorenses: La
población esclava de Teror en el siglo XVII”, en
XVII Coloquio de Historia Canario Americana,
Las Palmas de Gran Canaria, 2006. Pp. 1.012-1.030.
9
.- Serían los casos de: SÁNCHEZ FALCÓN, E.: “Evolución
demográfica de Las Palmas de Gran Canaria”, en Anuario
de Estudios Atlánticos,
nº 10, Madrid-Las Palmas, 1964. Pp.299-414 y de SUÁREZ, V.; B.
RIVERO.; M. LOBO y A. GONZÁLEZ: La
comarca de Tirajana en el Antiguo Régimen,
Las Palmas de Gran Canaria, 1995.
10
.- Serían los casos de: RODRÍGUEZ DELGADO, O.:
Fasnia. La gestación de un pueblo.
Fasnia, 1990; RODRÍGUEZ SEGURA, J.A.:
“La
población de Santa Brígida en los siglos XVI-XIX”, en
Historia de la villa de Santa Brígida,
Las Palmas de Gran Canaria, 2002. Vol. I, pp., 85.112; VV.AA.:
Yaiza y su tierra, Síntesis histórica,
2 vols., Las Palmas de Gran Canaria, 1999; RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.
y A. J. VIERA ORTEGA: “La Población”, en
Estudio histórico de Valsequillo de Gran Canaria,
Zamudio, 2006. Vol. I, pp. 85-112
SUÁREZ
GRIMÓN, V. J. y P. C. QUINTANA ANDRÉS: Historia
de la villa de Agüimes (1486-1850),
Agüimes, 2003. Vol. I. e Historia
de la villa de Moya. Siglos XV-XIX,
Las Palmas de Gran Canaria, 2008. Vol. I.
11
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: La
población de Arucas y Moya en el siglo XVII,
Las Palmas de Gran Canaria, 2002 y RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A. J.
VIERA ORTEGA: La
Población de Telde en el siglo XVI,
Telde, 2007 (Premio de Investigación Histórica: 650 aniversario de
la ciudad de Telde).
12
.- MARTÍN GALÁN, M.: “Fuentes y métodos para…”. Art. Cit.,
p. 199.
13
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: La
población de Arucas y…
Op.
Cit. Pp.
60-63.
14
.- Véanse nuestros trabajos a tal efecto en: RODRÍGUEZ CALLEJA, J:
E: La
población de Arucas y… Op. Cit.
Apéndice II, pp.311-320; RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A. J. VIERA
ORTEGA: La
Población de Telde en... Op. Cit.
Pp. 184-187 y RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “Imposición de nombres en
Agüimes durante el siglo XVII”, en
XV Coloquio de Historia Canario Americana. Las
Palmas de Gran Canaria, 2002, 357-374.
15
.- CÁMARA y MURGA, C. de la: Constituciones…
Op. Cit. Constitución
II, capítulo último: De
las parteras.
P. 86.
16
.- Archivo Parroquial de Arucas: Libro II de Bautismos, fol. 140 r.
17
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A. J. VIERA ORTEGA: “Padrinazgo y
parentesco espiritual en Telde durante el siglo XVI”, en
XIV Coloquio de Historia Canario Americana,
Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 948-974.
18
.- Constitución 9º: Que
no se reciban al bautismo más de dos compadres
(Cfr. CABALLERO MUJICA, F.: Canarias
hacia… Op. Cit. Vol.
II, p. 685.).
19
.- Una amplia bibliografía puede consultarse en: LOBO CABRERA, M.:
“La esclavitud en España en la Edad Moderna. Su investigación en
los últimos cincuenta años”, en
Hispania,
nº 176, Madrid, 1990, pp. 1.091-1.104.
20
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “Los registros parroquiales del
Bachiller D. Juan Mateo de Castro”, en Almogarén,
nº
16, Las Palmas de Gran canaria, 1995, pp.241-242.
21
.- Constitución 34,35 y 36. (Cfr. CABALLERO MUJICA, F.: Canarias
hacia… Op. Cit.
Vol. II, pp. 699-700).
22.-
CÁMARA y MURGA, C. de la: Constituciones…
Op. Cit. Constitución
VIII, capítulo 5º: Que
no valgan las amonestaciones, sino que se publiquen otras.
P. 122 v.
23
.- Archivo Parroquial de San Juan Bautista de Telde: Libro I de
Matrimonios, fol. 3 v.
24
.- Archivo Parroquial de Arucas: Libro de Mandatos: Privilegios
y gracias concedidas al obispado de Canarias, por espacio de un
quinquenio,
pp. 186-188. Según un despacho fechado en Roma el 4 de octubre de
1680 y con vigor a partir del primero de octubre de 1682.
25
.- Ídem:
pp.
196-197. Prórroga
de gracia concedida para un segundo quinquenio.
26
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “Consanguinidad y parentesco
espiritual en Teror (1675-1700). Análisis de registros y dispensas
matrimoniales”, en
Historia das Ilhas Atlànticas,
Funchal, 1997, Vol. II, pp. 269-292.
27.-
CÁMARA y MURGA, C. de la: Constituciones…
Op. Cit. Constitución
VIII, capítulo último: Del
matrimonio entre esclavos.
P. 132.
28
.- Ídem:
Constitución VIII, capítulo 4º.
29
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J: E: y A: J: VIERA ORTEGA: “Mortalidad y
sus patologías, durante el siglo XIX en Valsequillo”, en XVI
Coloquios de Historia Canario Americana,
Las Palmas de Gran Canaria, 2004. Pp. 710-723.
30
.- ARANDA MENDIAZ, M.:
El hombre del siglo XVIII en Gran Canaria. El testamento como fuente
de investigación histórico-jurídica,
Las Palmas de Gran Canaria, 1993. P. 127.
31
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y C. R. ACOSTA BRITO: El
Archivo parroquial de la villa de Agüimes,
Agüimes, 2001. Pp. 193-200.
32
.-
Constituciones
Sinodales del obispo D. Diego de Muros. Constitución 10ª: Que
los curas estén obligados a sacar las cláusulas de los testamentos
de las obras pías.
(Cfr. CABALLERO MUJICA, F.:
Canarias hacia… Op. Cit.
Vol. II, pp. 686.
33
.- Constituciones Sinodales del obispo Vázquez de Arce.
Constituciones de la 109ª a la 117ª: De
los testamentos y últimas voluntades
(Cfr. CABALLERO MUJICA, F.:
Canarias hacia… Op. Cit.
Vol. I, pp. 811-815.
34.-
CÁMARA y MURGA, C. de la: Constituciones…
Op. Cit. Constitución
XXI: De
los testamentos.
P. 181-187.
35
.- Cabe destacar: Edicto
sobre testamentos,
dado en Santa Cruz de Tenerife el 24 de marzo de 1666;
Orden sobre el cumplimiento de los mandatos episcopales,
en que insiste se cumpla el Edicto anterior, dado en La Laguna el 18
de octubre de 1668 e Instrucción
sobre testamentos,
dado el La Laguna el 17 de diciembre de 1679. Para el conocimiento de
las órdenes y mandatos de este obispo, ver la recopilación de las
mismas en: CABALLERO MUJICA, F.: Documentos
Episcopales canarios…. Vol
II. Op.
Cit.
36
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “las misas del alba en Telde”, en
Guía
Histórico-Cultural de Telde,
nº 21, noviembre 2010, pp. 5-7.
37
.- LOBO CABRERA, M. y B. RIVERO SUÁREZ: “Los primeros pobladores
de…”. Art. Cit. Pp. 75-83 y RODRÍGUEZ CALLEJA, J. R. y A. J.
VIERA ORTEGA: La
población de Telde en… Op. Cit.
Pp. 102-106.
38
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: La
población de Arucas y… Op. Cit. Pp.
159-174.
39
.- Ídem:
p.
160.
40
.- Una buena catalogación e inventario de los mismos, sin duda
sacaría a la luz algunas matrículas y padrones parroquiales, como
así nos ha sucedido en los archivos de Telde (Cfr.- ACOSTA BRITO, C:
R: y J. E. RODRÍGUEZ CALLEJA: El
archivo parroquial de San Juan Bautista de… Op. Cit.);
en Agüimes (Cfr.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y C. R. ACOSTA BRITO: El
archivo parroquial de la villa de… Op. Cit.)
y en otros que hemos investigado, como serían los casos de:
Valsequillo; de San Bernardo-San Telmo, en Las Palmas de Gran
Canaria; de San Gregorio Taumaturgo, en Telde y también tenemos
noticias de la existencia de matriculas y padrones sueltos, en el
Archivo de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria y en su Archivo
Histórico Diocesano.
41
.- Constituciones Sinodales del obispo D. Diego de Muros.
Constitución 12ª: Que
los curas hagan padrón cada año.
(Cfr. CABALLERO MUJICA, F.:
Canarias hacia… Op. Cit.
Vol. II, pp. 687).
42
.- Ídem:
pp.745-753.
43
.- Ídem:
pp.838
y 894-896.
44
.- SÁNCHEZ HERRERO, J.: “La población de las islas Canarias en la
segunda mitad del siglo XVII”, en
Anuario de Estudios Atlánticos,
nº 21, Madrid-Las Palmas, 1975, pp. 330-415.
45
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “La población de Las Palmas de Gran
Canaria, según apuntes recogidos en un padrón parroquial de hacia
1885”, en XIX
Coloquio de Historia Canario Americana,
Las Palmas de Gran Canaria, 2010. En prensa.
46
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A.J. VIERA ORTEGA: Telde
y Valsequillo. Cuatro siglos de presencia en América (1500-1900).
Proyecto de Investigación Relaciones Canarias América, 2001, Casa
de Colón, Las Palmas de Gran Canaria, inédito.
47
.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A. J. VIERA ORTEGA: “Inmigrantes de
Fuerteventura y Lanzarote en Las Palmas de Gran Canaria durante los
siglos XVI y XVII”, en VII
Jornadas de estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote,
Puerto del Rosario, 1996. Vol. I, pp.387-450; “Inmigrantes de
Lanzarote y Fuerteventura en Telde durante los siglos XVI y XVII”,
en
VIII Jornadas de estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura,
Arrecife de Lanzarote, 1999. Vol. I, pp. 37-84, e “inmigrantes de
Fuerteventura y Lanzarote durante el siglo XVII en el ámbito rural
de Gran Canaria”, en
IX Jornadas de estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote,
Puerto del Rosario, 2000. Vol. I, pp.173-226.