lunes, 28 de julio de 2014

LOS VIAJES DE TENESOR A LA CORTE DE LOS REYES CATÓLICOS (y II)


FANEQUE HERNÁNDEZ BAUTISTA
Conferencia pronunciada en el Capítulo Extraordinario del Instituto Canario de Estudios Históricos Rey Fernando Guanarteme. Gáldar, 24 de julio de 2014.
SEGUNDA PARTE: CONJETURAS SOBRE OTROS VIAJES
El decenio 1485-1495 una vez enteramente pacificada la isla con la colaboración de Tenesor,
lo cual incluye en febrero de 1485 la deportación de un numeroso contingente de alzados, se caracteriza por la llegada continua de pobladores al Real de Las Palmas y a Telde y el reasentamiento en Gáldar de los nobles canarios que enlazan a sus hijas con los conquistadores castellanos en una entente plagada de tensiones, agravadas con las levas forzosas para hacer cabalgadas en La Palma y Tenerife en busca de esclavos y ganado.
Como vasallo del rey de Castilla, don Fernando de Guadarteme recibirá durante esa década ciertas llamadas para su incorporación, con su milicia indígena canaria, a diversas acciones de guerra de mayor entidad: contra el reino de Granada, al menos en la campaña del 87; contra la insurgencia gomera por la muerte de Hernán Peraza en el 88; y con toda certeza en los años 90 a las expediciones de conquista de La Palma y Tenerife.
Las quejas de los pobladores europeos por la relevante presencia de la nobleza indígena en el norte de la isla se saldarán con una cédula real de septiembre de 1491 que ordena que evacuen la isla los canarios que excedan de los cuarenta vecinos (con sus familias respectivas) que habían sido autorizados por el rey a permanecer en ella tras las capitulaciones de Córdoba de 1482. Las expediciones de Alonso Fernández de Lugo para ir a la conquista de La Palma y posteriormente de Tenerife serán la válvula de escape que evite que Fernando Guadarteme tenga que elegir entre los que pueden quedarse en su tierra y los que han de partir. En este convulso marco histórico se tienen indicios de algunos viajes de Tenesor a la Corte que pasamos a describir.

EL SUPUESTO VIAJE DE 1485
Rumeu de Armas nos habla de un viaje realizado por don Fernando Guadarteme en 1485 en el que visita Sevilla para defender los derechos de los canarios esclavizados. Señala como prueba una Real Cédula de 30 de agosto de ese año en la que se ordena al alcalde mayor de Sevilla, Juan Guillén, que proteja a los canarios deportados de las violencias de que eran víctimas. Entendíamos que este viaje, mientras no hubiera otras pruebas que lo acreditasen, no podía ser dado por scierto pues dicha cédula pudo ser promovida, como defiende el profesor Wölfel, por el Obispo Juan de Frías, a instancias del propio Guadarteme, quien en el viaje anterior de 1483, según Rumeu de Armas, antes de embarcarse para Gran Canaria, estuvo un tiempo en la ciudad de Sevilla y “al contemplar la suerte de los canarios allí desterrados, solicitó para ellos un trato de favor consiguiendo de momento el retorno de cuarenta de ellos,… y encomendando al Obispo Juan de Frías la defensa de los indígenas maltratados”. Coincide por otra parte dicha cédula con el año del fallecimiento del obispo lo cual puede no ser una simple coincidencia. Quizá el rey y la reina de Castilla ofrecieran este presente al viejo obispo guerrero in artículo mortis.
Un argumento en apoyo de la inverosimilitud de este viaje lo plantea Miguel Santiago en su
magnífico artículo sobre los viajes de Fernando Guanarteme a la Península cuando precisa que hay plena constancia en este año de 1485 de la presencia de Tenesor en su Gáldar natal, más concretamente en el mes de octubre, que es cuando recibe en repartimiento el término redondo de Guayedra y otras posesiones. Por nuestra parte queremos remarcar ante las dudas planteadas sobre la fecha de emisión de la cédula que en el manuscrito original de la colección de Muñoz que Sabino Berthelot traslada en su “Etnografía y Anales de la conquista” la cédula aparece datada sin cuestión en 1485.
No obstante, reconociendo nuestras dudas, nos planteamos ahora que esta defensa de los canarios de Sevilla pudiera estar referida a los centenares de alzados, hombres y mujeres, que fueron embarcados a fines de febrero de 1485 en dirección a la Península tal y como se acredita en las cuentas de la conquista que publicó el profesor Ladero al anotarse en esa fecha el pago por el transporte de 173 cargas “a las personas que habían llevado agua (en botas) a los navíos en que fueron los canarios y canarias que Sus Altezas mandaron sacar de dicha isla”. Quizás el rey canario pudo estar con su compañía en la campaña militar de ese año de la Guerra de Granada y de paso por Sevilla pudo comprobar los agravios que denuncia para luego regresar en octubre a Gran Canaria.

EL VIAJE DE 1487: EN EL REAL DE MÁLAGA
Tenemos constancia de una nueva visita a la Corte de don Fernando Guadarteme gracias al libro de cuentas del limosnero de Isabel la Católica publicado por Eloy Benito Ruano. En este libro se registran a lo largo de los años 1486 y 1487 los asientos contables de la munificencia de la reina bajo la responsabilidad del limosnero Pedro de Toledo, seglar que pasará a ser nombrado Obispo de Málaga tras de la toma de la ciudad en agosto del 87. En el folio 77 vuelto del manuscrito original (Asiento nº 797) se recoge esta curiosa anotación: “Di a Guadarteme, Rey que fue de Canaria, entretanto que su alteza lo despachaba cuatro reales para comer lo que monta 124 maravedíes” (1 real = 31 mrs. castellanos)
La ordenada contabilidad durante el año 1487 de las dádivas y limosnas que hace el limonero en nombre de la reina nos lleva a asegurar que la presencia de don Fernando Guadarteme ante los reyes de Castilla tuvo lugar a mediados de julio. El asiento en el que se cita el hecho es el nº 797. Si miramos aproximadamente los 50 anteriores y los 50 posteriores comprobaremos que todos ellos se registran estando la reina en el real de Málaga,, es decir en el campamento militar desde el que se dirige el asedio a la ciudad, asedio que como sabemos se extendió desde mayo hasta agosto de 1487 si bien la reina se incorporó algo más tarde en apoyo de sus tropas, en torno a principios de junio. Efectivamente es a partir del asiento 857 cuando se hace constar que las nuevas dádivas y limosnas se otorgan en Córdoba a la vuelta de Málaga.
Algunas de las anotaciones incluyen fecha lo que nos ha sido de gran ayuda para datar el encuentro. Puesto que en el asiento 796, el inmediatamente anterior al de la recepción del guadarteme, se cita el segundo viernes del mes de julio y en el 805 se cita el primer viernes del mes de agosto podemos asegurar que la recepción real tuvo lugar a mediados de julio, aproximadamente un mes antes de la caída de la ciudad. Esto lo hemos podido precisar gracias a la paga fija de tres reales que cada viernes recibe María de Robles, una dama al servicio de la reina que en nombre suyo le hace las encomiendas de donativos a son Pedro de Toledo. Quizá esta señora pueda identificarse como la hija del poderoso corregidor de Jerez de la Frontera y Señor de Castroponce don Juan de Robles, que estuvo casada con mosén Jaime Ferrer.
En relación al valor del importe de 4 reales que recibe Guadarteme (sic) ese día para comer, queremos hacer una matización a los comentarios de Rumeu de Armas y de Santiago y Rodríguez. Ambos historiadores lamentan la cicatería del limosnero de la reina y destacan la modesta situación en la que debía encontrarse el otrora rey canario para tener que mendigar esa cantidad. Nada más lejos de la realidad en nuestra opinión. No creemos que Fernando Guadarteme se encontrase en tal situación de penuria porque, entre otras razones, las remesas de provisiones para el sitio de Málaga fueron continuas y copiosas, sobre todo en esa parte final del asedio después de la incorporación, con naves cargadas de bastimentos, de los señores de Aragón, Valencia y del Principado de Cataluña y después de

que el propio Duque de Medina Sidonia se sumara personalmente a la campaña adelantando 20 mil doblas de oro a los reyes para el sostenimiento de la misma.
Mientras los nazaríes malagueños se morían de hambre, los sitiadores castellanos estaban en aquellos momentos bien aprovisionados. Hay que pensar por tanto que el motivo de la donación es otro: la espera fue larga ese día por las múltiples ocupaciones de la reina de ahí que Fernando Guadarteme reciba unas monedas para comer mientras esperaba por la recepción. Si miramos el libro de limosnas de don Pedro de Toledo comprobaremos que durante el asedio otras autoridades, como el obispo de Canaria (fray Miguel López de la Serna) y el deán de Canaria Juan Bermúdez fueron asimismo atendidas con donativos de la Corona, ciertamente más cuantiosos, para subvenir a sus necesidades o para su atención médica por encontrarse enfermo como fue el caso del obispo.
Pero es que, además, los cuatro reales que recibe Guadarteme para comer ese día de mediados de julio de 1487 entretanto la reina lo despachaba no son ninguna minucia pues con solo tres a la semana se atiende a los yantares y gastos de subsistencia de la dama limosnera doña María de Robles en los periodos en que la corte itinerante se traslada de un palacio a otro. La dádiva no es pues tan modesta, como plantean Rumeu y Santiago, sobre todo si la comparamos con el medio real que recibe para comer poco después, en agosto, un tal Pedro García de Quintana (herido en combate), cantidad que es seis veces inferior a la otorgada por el mismo concepto a don Fernando Guadarteme.
El motivo de la entrevista con la reina no lo conocemos pero quizás, es tan solo una conjetura, pueda tener relación con una petición del Guadarteme para que su hija Catalina fuera admitida como menina en la Corte, hecho que puede explicar una presencia posterior en la Corte del rey canario, acompañado de sus hijas, de la que hablaremos después.
De todo lo comentado hasta ahora acerca de la presencia de Fernando Guadarteme en julio de 1487 en el real de Málaga podríamos deducir que el otrora rey canario, al frente de una milicia canaria, forma parte de las tropas que asedian la ciudad y que un mes después de la entrevista lograrán finalmente rendirla. Algunos autores como José Peraza de Ayala habían planteado en sus escritos, sin que los historiadores le hubiesen dado crédito alguno, que “Juan Doramas se había distinguido en las conquistas de Granada y Tenerife al mando de su pariente el famoso aborigen don Fernando y que los RR.CC., atendiendo a sus servicios y elevada jerarquía isleña, le concedieron el importante privilegio de escudo de armas…”
Quizá este sea el momento de retomar el asunto planteando que Fernando Guadarteme, como uno más de los vasallos de los reyes de Castilla, pudo recibir la orden de incorporarse a la campaña militar del 87 que tenía como objetivo la conquista de Málaga, el corazón económico del reino nazarí. Los cronistas de los reyes hablan de la concentración de unos efectivos ingentes a comienzos de dicha campaña. Hernando del Pulgar después de citar, uno a uno, a los grandes nobles convocados al frente de sus respectivas huestes dice:
“E vinieron asimismo los hijosdalgo que eran tenidos de venir a servir en las guerras cada vez que fueran llamados, y de los reinos de Aragón, de Valencia, y de Sicilia y del Principado de Cataluña y de las islas y otros señoríos del rey y la reina vinieron…Cuando todas aquellas gentes fueron juntas que podían ser 20 mil hombres a caballo y 50 mil a pie platicose en el Consejo del rey y de la reina qué ciudad de moros se debía conquistar primero en este año…”
Ladero en su libro “La Guerra de Granada” corrige a la baja estos efectivos señalando que en la campaña del 87 pudieron ser 11.000 los lanceros y 45.000 los infantes reclutados siendo estos en todo caso los contingentes más numerosos jamás convocados durante los casi diez años que duró la guerra.
Tomada la decisión, se emprende la marcha desde Écija, lugar donde estaba concentrada la artillería, en dirección a Vélez Málaga. El cronista Alonso de Palencia nos describe el lento avance de las poderosas columnas por la serranía precisando que iba en la rezaga, es decir en la retaguardia, entre otros nobles señores de la casa del rey, Pedro de Vera con gentes de su capitanía a caballo y a pie. Durante el asedio, nos dice Ladero, el capitán de Vera era el encargado de disponer la vigilancia en el real o campamento del propio monarca de manera que tuvo que pasar por una situación muy apurada cuando Abrahem Algerbí atentó contra los reyes.
A Pedro de Vera se le vuelve a citar en la crónica meses después, al final de la campaña: “Tomada la ciudad de Málaga luego el rey y la reina enviaron un capitán que se llamaba Pedro de Vera con cierta gente de caballo y a pie y con algunos tiros de lombarda a dos villas cercanas de la mar; la una se decía Mijas y la otra Osuna…
Después de recabados estos datos estamos en disposición de plantear abiertamente la siguiente conjetura: Pedro de Vera al ser llamado a la campaña del 87 acude en la primavera con sus gentes de armas de Jerez y con los auxiliares canarios que habían luchado junto a él en la conquista de la isla de Canaria cuatro años atrás. Su confianza en esas tropas de a pie debía ser grande para los combates que se avecinaban en las serranías de Granada. Como antecedente de esta confianza señalaremos que en las cuentas de la guerra de Granada hay una mención al pago por parte de Pedro de Vera a 23 “canarios” sevillanos que lucharon en el cerco de Álora (1484) y que sin duda, opina Ladero, formaban parte de la hueste conquistadora
Los auxiliares canarios al mando de Fernando Guadarteme, es nuestra conjetura, encuadrados en la capitanía de Pedro de Vera, habrían partido de Écija en marzo. Desde allí habrían avanzado hacia Vélez- Málaga participando en la rendición de esta ciudad en abril del 87. Habrían marchado después hacia Málaga para participar en el asedio de dicha ciudad durante los meses de mayo hasta agosto. Posteriormente tras la toma de Málaga los canarios a las órdenes de Pedro de Vera pudieron participar en la rendición incondicional de las plazas de Mijas y Osuna para, finalmente, en septiembre-octubre ser licenciados, regresando a su tierra hacia mediados del otoño.
En apoyo de esta conjetura planteamos que, tal y como documenta Ladero, la capitanía de Pedro de Vera estaba formada por caballeros de Jerez entre los cuales estaba Rodrigo de Vera, el hijo del gobernador, el mismo que había compartido con Fernando Guadarteme y sus auxiliares indígenas la campaña de Tirajana que culminó en la capitulación de Ansite el 29 de abril de 1483.

¿UN NUEVO VIAJE A LA CORTE A FINES DE LOS 80?
Don Juan del Río Ayala fue el primer historiador que habló de la existencia de un viaje de don Fernando Guadarteme a la Corte en compañía de su hija Margarita. Más tarde será Rumeu quien nos diga que iba también en la misma expedición la princesa Masequera confundiendo a Catalina de Guzmán, sobrina de don Fernando, con Catalina Hernández, su hija pequeña. Hoy sabemos gracias a los trabajos de Manuel Lobo que las personas de su familia que lo acompañan son sus dos hijas: Margarita Hernández, la llamada Guayarmina, es decir, reina en la lengua antigua porque efectivamente fue la última reina de la isla tras su enlace con Bentejuí poco antes de la rendición de Ansite, y Catalina Hernández, la niña que nació en Córdoba en 1482, la llamada en un documento de Simancas “Catalina la canaria” quien pasó a servir en la Corte como menina de la infanta María. Recordemos que Catalina y María son de la misma edad y origen pues ambas nacieron, como ya anticipamos, entre las paredes del Alcázar nuevo de Córdoba en el verano de 1482.
Los trabajos de Juan del Río Ayala y posteriormente de Rumeu de Armas se basan en cierta Información datada en 1594 sobre la alta genealogía de Bartolomé Aguilar, nieto de doña Margarita, que se conserva en el archivo Acialcázar. En la misma se dice que este personaje era hijo de otro Bartolomé Aguilar, natural de Gáldar, y de doña María Carvajal, nacida en Castilla. Uno de los testigos de la Información precisa en su declaración que la madre de doña María, Malgarida Hernández, era natural de esta isla e hija del Rey Guadarteme, y fue preñada de ella desde esta villa de Gáldar para España”. Otro testigo nos aclara que el rey canario “fue a hablar con el rey don Fernando a Castilla”. Lamentablemente no se indica en estos documentos la fecha aproximada del viaje ni la edad de doña María de Carvajal al morir pues es evidente que esta señora había fallecido mucho antes de 1594, el año en que se realiza la Información por cuanto algunos testigos, hablando en pasado, declaran haberla conocido.
Miguel Santiago presupone que este viaje es coincidente en el tiempo con la presencia ya mencionada de don Fernando Guadarteme en Andalucía, a las puertas de Málaga. Es un recurso insólito en un historiador de su talla. Tiene, gracias al limosnero de la reina, una constatación de la presencia de Tenesor en la Corte en 1487 y hace coincidir esa reseña con la noticia de otro viaje del mismo personaje de fecha indeterminada en el que va acompañado de sus hijas.
Por nuestra parte consideramos muy improbable que Tenesor haya acudido a la campaña militar de la toma de Málaga en compañía de sus dos hijas legítimas (opinamos que Tenesor tuvo otros hijos varones con su esposa Abenchara y también como era propio de su cultura muchos hijos naturales de ambos sexos como resultado del ius prima noctis) y aunque era costumbre indígena que las mujeres del pueblo llano tomaran parte en las acciones de guerra desde la retaguardia no parece que pudiera ser de mucha ayuda en los combates a las puertas de Málaga la presencia de dos princesas canarias: una niña pequeña de menos de 10 años y una muchacha de algo más de 20 que se encuentra además en avanzado estado de gestación pues va a dar a luz a su hija María en Córdoba, tal y como le había sucedido a su madre algunos años atrás. La información citada nos dice que Margarita iba preñada desde Gáldar por lo que algo muy importante la impulsa a acometer junto a su padre y hermana el largo viaje hasta la Corte en esas condiciones.
Es Roberto Hernández Bautista en su obra “Los Semidanes en Canarias” quien advierte que el motivo de este viaje de Tenesor pudiera estar relacionado con las tribulaciones de Abenchara, la madre de Margarita y Catalina, la que fue reina de Canaria, la que durante un año estuvo cautiva en el Alcázar y a quien se impuso el nombre cristiano de Juana Hernández. En su obra Roberto Hernández identifica a esta persona con el personaje de Juana la canaria que aparece en una ejecutoria de 1491 dictada por los reyes en Sevilla en 1491, dada a conocer por Wolfel en los anexos de su obra sobre “Don Juan de Frías”, cuyo encabezamiento reza de este modo:
“Sepades que en nuestro Consejo fue querellado por una petición dada por Juan de Guzmán, canario, en nombre de Juana canaria, su tía, diciendo que al tiempo que se tomó la isla de Gran canaria y fue sometida a nuestro servicio la dicha Juana se tornó cristiana y quedó libre con los otros canarios que nos mandamos que fuesen libres y que el gobernador Pedro de Vera hiciera una armada para ir a la isla de Tenerife y quisiera en ella llevar a algunos canarios y que alguno de los dichos canarios temiendo que los quería traer a vender a castilla se ausentaron, entre los cuales se ausentara el marido de la dicha Juan ala canaria. Y el dicho Pedro de vera tomara a la dicha Juana y la metiera en un navío y la hiciera traer a estos reinos de Castilla diciendo que recibía de noche a su marido en su casa, y que estaba huido y la trajera a la ciudad de Jerez y la vendiera a Nicolás Muñoz vecino de esa ciudad el cual la tenía hoy por esclava siendo libre y que el corregidor de la dicha ciudad de Jerez había sido requerido por algunos canarios que quisiese poner en libertad a la dicha Juana canaria y que lo había diferido porque eran los dichos canarios hombres que sabían poco y no sabían negociar sus cosas…”
De confirmarse que Abenchara es la que sufre de nuevo las violencias del gobernador podría entenderse que Fernando Guadarteme haya acudido a la Corte en compañía de sus dos hijas. El objetivo del viaje, que habría que datar en este supuesto a finales de la década pues Juana la canaria pasó al menos dos años esclavizada hasta que por fin fue liberada, sería el de interceder ante los reyes de Castilla por la liberación de su ex-esposa y madre de las dos hijas que le acompañan.
El hecho de que los escribanos de cámara de los Reyes Católicos no establezcan en la Ejecutoria relación alguna entre Abenchara y Juana la canaria podría explicarse por la propia complejidad de la burocracia regia y por la intolerancia de los reyes hacia la franqueza indígena que ha permitido que Juana Hernández volviera a casarse aun estando vivo su primer marido, don Fernando Guadarteme. No obstante se hace constar en dicha ejecutoria una petición de Pedro de Vera, en su defensa, que puede ser esclarecedora. Dice el gobernador a través de su procurador “que la dicha Juana la canaria era de las que se habían tomado en la isla, y otros canarios y gentes de las que estaban en la conquista la tomaran y la vendieran (¿en referencia a Hernán Peraza y a los gomeros que la capturaron?) y que estando Nos en la ciudad de Córdoba fuera otra vez pedida esta canaria y mandada traer a nuestra corte y fuera dada por cautiva y entregada a aquellos que la habían tomado y aquella era la verdad”

UN VIAJE FRUSTRADO POR LA MUERTE EN 1496
Un postrer viaje fue programado por el viejo rey canario en 1496 poco después de la conquista de Tenerife como atestigua su hija Margarita Fernández Guadarteme (Guayarmina) quien hace constar en la Información de 1526 que su padre “desde que vino de la Corte siempre se ocupó en servir a Sus Majestades y les sirvió con su persona y criados y llegados de tal suerte que con los trabajos que padeció en las dichas guerras acabadas las conquistas de las dichas islas adoleció en tiempo que estaba de partida para la Corte de sus Majestades y de la dolencia falleció de la presente vida pobre y necesitado”.

ALGUNAS CONCLUSIONES RELEVANTES
Debemos recordar que los hechos narrados en torno al secuestro y cautividad de Abenchara que explican la posterior “captación diplomática” de Tenesor (Joaquín Blanco dixit) y sus dos primeros viajes a la península, tuvieron un precedente mejor conocido: el rapto de la guayarmina Tenesoya y su canje posterior, para recuperarla, por un numeroso grupo de rehenes cristianos, hechos que cantaran Cairasco de Figueroa en octavas reales en el siglo XVI y Néstor Álamo en prosa poética en el siglo XX. Esto nos lleva a pensar que la captura de las guayarminas era un objetivo premeditado de las fuerzas invasoras conscientes del papel esencial que jugaban las reinas en la legitimación del poder.
Pero esta vez es el propio guadarteme Tenesor Semidán quien se ofrece a sí mismo en
sacrificio de rendición para recuperar a su mujer y su legitimidad como rey lo que dota de una justificable debilidad humana a personaje tan controvertido y coloca en insostenible situación a los métodos de la conquista castellana que frecuentan el rapto y la extorsión como fórmula de ablandamiento de sus contrincantes. En este caso hablamos de una estratagema urdida para forzar la conquista de Gran Canaria utilizando como rehenes a una mujer y a una niña recién nacida. Ni la crueldad inherente a los tiempos de las guerras de “reconquista” ni el fanático cristianismo de los reyes, para quienes los nativos no serían más que unos bárbaros infieles, permiten dar amparo a tamaña iniquidad histórica.
En cuanto a los presuntos viajes de la segunda mitad de la década de lo ochenta antes de la incorporación de la compañía canaria al ejercito castellano que conquista las islas de La Palma y Tenerife hemos planteado la hipótesis de que la hueste canaria al mando de don Fernando Guadarteme pudo tomar parte en diversas campañas de la guerra de Granada (1482-1491), teniéndose constancia de la presencia de Tenesor en el Real de Málaga en el verano de 1487 donde fue recibido por los reyes. Asimismo se tiene constancia de otra visita a la corte en fecha indeterminada a la que acude en compañía de sus hijas que no creemos que sea coincidente en el tiempo con el encuentro antes citado y que puede estar en relación con la nueva esclavitud de Abenchara, ahora llamada Juana Hernández.
Cuando ya dábamos término a este trabajo lamentando la escasez de datos para respaldar este aserto, una relectura de la biografía realizada en 1921 por José Rodríguez Moure sobre nuestro personaje nos da pistas relevantes acerca de las andanzas de Tenesor por tierras andaluzas durante la guerra de Granada. Se trata de unas notas extraídas de unos documentos de 1556, que se conservan en el archivo del Museo Canario bajo el título de Proceso contra Don Rodrigo de Acuña.
Dichos documentos publicados por la Revista del El Museo Canario en 1934 nos hablan de la querella presentada ante la Justicia por Ramiro de Guzmán, nieto de Arminda y de Hernando de Guzmán, como curador de los hijos de Bernardino de Carvajal, nieto a su vez de Abenchara y Tenesor, contra el gobernador de la isla, el citado don Rodrigo de Acuña. El motivo de la querella es la exigencia de un resarcimiento por los daños causados a la hacienda de los menores a su cargo por cuanto Bernardino, su padre, había sido injustamente condenado por el gobernador por un delito de lesa majestad como reo del asesinato cometido en la persona de don Hernando de Pineda. En el alegato inicial del proceso Ramiro de Guzmán expresa:
“…consta del dicho don Fernando, abuelo del dicho don Bernardino de Carvajal, haber sido rey y señor de esta isla de Canaria y haberse venido de su libre voluntad a tornar cristiano y haber servido a los Católicos Reyes de gloriosa memoria con gente suya y a su costa en la conquista del reino de Granada de donde sus altezas lo tornaron a enviar a esta isla en su servicio el cual lo hizo como tan buen vasallo que fue principal parte para que esta isla se acabase de ganar y lo mismo las de Tenerife y La Palma…”.

RECAPITULACIÓN SOBRE LA FIGURA DE TENESOR
En nuestro poema histórico La reina de Canaria nos atrevimos en su día a hacer una valoración humana y política del personaje de Tenesor Semidán. Es sin duda una figura muy controvertida en la historia de las islas por su colaboración con las fuerzas invasoras en la conquista de su propio reino y de los reinos indígenas de La Palma y Tenerife. Opinamos no obstante que no se han valorado hasta el momento las verdaderas razones de su entrega cuando acepta como irremediable la capitulación tras la cruel estratagema de los conquistadores que han capturado a su esposa y le exigen, si quiere volver a verla, que capitule. Su hija nacerá con posterioridad a su entrega y ambas serán mantenidas como rehenes a la espera de que el Guadarteme de Canaria cumpla con las condiciones del canje.
Es, para el que suscribe, una evidencia histórica que la capitulación de Córdoba de 1482 va a permitir que la población indígena de la isla de Canaria, hoy Gran Canaria, no sea esclavizada a partir de entonces, con la excepción de los alzados que fueron deportados en febrero de 1485, y que perviva hasta nuestros días en proverbial mestizaje con colonos europeos, indígenas de otras islas y esclavos africanos, dando lugar a la actual idiosincrasia canaria. Como estadista le debemos pues a Tenesor la evitación de la aniquilación de los nativos tal y como ocurrió por desgracia en muchas islas del Caribe tras la cruenta conquista española.
Las palabras con las que termina el poema con el que vamos a cerrar nuestra disertación deben ser entendidas, en el respeto a los alzados y a los héroes de la resistencia, como un reconocimiento de la inevitabilidad de la derrota militar ante el poderoso ejército castellano. También deben ser entendidas como agradecimiento del autor a la política pactista de don Fernando Guadarteme pues de otro modo el que escribe no hubiera podido hacerlo. Como se ha podido comprobar en mi árbol genealógico, que en el siglo XVI es el de todos los grancanarios con raíces, tanto doña Catalina Hernández como su hermana Margarita Hernández son ascendientes directos en décimo-sexta generación del escribidor de estos versos:
En torno a la preeminente
persona de Tenesor,
el pueblo canario tiene
el alma quebrada en dos.
¿Nos traicionó por amor?
¿Protegió solo a su estirpe?
¿Fue acaso benefactor
de todo el mundo aborigen?
No es solo nuestro el dilema.
En el humano universo
siempre el amor a la guerra
logra imponer sus deseos.
¿Cuál sería mi respuesta
en similar situación:
mantener la resistencia
o pactar la rendición?
Pues la historia es tan confusa,
pondré cartas boca arriba,
vindicando la figura
de todo un gran estadista.
Reconozco que mi patria
es fruto del mestizaje
y si hoy existe Canarias
es por los hombres de paces,
que, como el buen guadarteme,
merecen mejor memoria
porque arrostraron de frente
los embates de la historia.
De aquellos que prefirieron
con numantina soberbia
inmolarse como pueblo
no queda…ni descendencia.

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