miércoles, 20 de marzo de 2013

ANCESTROS SEMIDÁN: ADARGOMA Y LOS DOMÍNGUEZ DE TENERIFE Y FUERTEVENTURA (DE CHASNA A TESEJERAGUE)

ROBERTO y FANEQUE HERNÁNDEZ BAUTISTA, profesores de Historia y 
JUAN RAMÓN GARCÍA TORRES, genealogista


A. ADARGOMA Y LA BATALLA DEL GUINIGUADA
Adargoma. Manuel González Muñoz
En los tres primeros peldaños de la escala genealógica que adjuntamos como anexo a este trabajo, les presentamos, según Nelson Díaz de Frías y su obra Linajes de San Miguel de Abona, a los ancestros de doña Francisca Delgado de Frías (o Delgado Guadarteme). Los padres de Francisca son: Francisco Delgado, un probable descendiente del faycán Guanache cuyo nombre después de bautizado fue Juan Delgado, y Lucía de Frías, hija de Juan de Frías, cuyo nombre nativo desconocemos, y nieta de Alonso de Córdoba, todos ellos guerreros de la compañía canaria que al mando de Maninidra tomó parte en la conquista de Tenerife del lado castellano.
Acerca de Alonso de Córdoba las crónicas nos aportan algunos datos suficientemente contrastados. Su nombre vernáculo era Adargoma (Espaldas de risco) y fue durante el reinado de Egonayga, según Álvarez Delgado, el gobernante del cantón o guayrato de Arucas. Veamos la descripción que de su captura, durante la batalla del Guiniguada a fines de junio de 1478, nos hace Marín de Cubas.
“…Señalábanse tres muy fuertes capitanes: el caudillo de Telde llamado Mananidra, ufano por las victorias contra los de Herrera, y otro muy agigantado, y el tercero dicen que se llamaba Adargoma, mucha espalda y cabeza; todos traían montantes de palo muy fuertes; entraron con tres cuadrillas algo apartados entre sí para cerrarnos en medio en forma de arco; volvieron las lanzas sobre ellos y los retiraron del puesto con presteza; volvieron todos con mas esfuerzo acabando de bajar; nos apellidamos: Castilla, Castilla a ellos, Santiago; y ellos se alentaban unos a otros diciendo: faita, faita; y trabose por más de cuatro horas una trabada y dificultosa batalla que milagrosamente fue nuestra; hechos un ala, todos de tropel, se vinieron a nosotros; el capitán Rejón se fue a buscar al Adargoma porque con el palo hacía noble daño; estando ya cerca entró con el caballo algo arrebatado e hirió al bárbaro en el muslo con el yerro, aunque no a su salvo, y en retorno le dio un revés con el montante sobre la anca del caballo (de modo) que se la partió; empezó a empinársele (el caballo) y a quererle derribar; le socorrió Alonso Jáimez ahuyentando infinitos barbaros de a pie que le rodeaban. Sacó al herido y enviole al Real para curarle; sale el de Telde a quitarlo a los cristianos; trabose otra más apretada escaramuza; viene sobre nosotros el medio gigante con nueva gente y acierta una bala a darle en ambas piernas porque era enramada; comenzó la batalla a aflojar, y más viendo los caballos que fueron su total ruina en que todos los más fueron atropellados; y todos a una, muy repentinamente, huyeron (hasta un lugar) algo apartado de nosotros.”
Después de la lectura de este fragmento de “Historia de las siete islas de Canaria” coincidirán con nosotros en que quien describe los hechos tuvo que ser necesariamente testigo de los mismos. Somos de la opinión de que Marín de Cubas pudo contar, para confeccionar su obra, con la crónica primigenia escrita por Pedro de Argüello que nuestro querido amigo Manuel Lobo ha buscado con tanto tesón como escasa suerte, por el momento, en los archivos de media España.
Después de su captura, Adargoma fue llevado a la Península cargado de cadenas. Cuatro años más tarde, a mediados de 1482, Tenesor Semidán se lo encuentra en Sevilla, en su primer viaje a la Corte castellana, cuando estaba de paso por esta ciudad para dirigirse a Córdoba, ciudad en la que, después de reencontrarse con Abenchara, su esposa cautiva, va a ser recibido por los Reyes de Castilla. Adargoma habla ya un buen castellano pues es criado (en aquella época este término era sinónimo de hombre de confianza) nada menos que del Arzobispo de Sevilla, don Pedro González de Mendoza, el mismo que va a oficiar el bautismo del rey canario poco después, en agosto, en la Mezquita de Córdoba, la entonces llamada Catedral de Santa María, donde le impone el nombre de Hernando de Guadarteme.
A su vuelta de Córdoba, el rey canario, dejando atrás a su esposa y a su hija recién nacida, a quienes los reyes mantienen como rehenes para asegurarse su lealtad, y de nuevo en Sevilla, con expresa autorización real, reclama al alcalde de la ciudad la mejora de las condiciones de vida de sus súbditos plebeyos y la libertad para los nobles canarios, unas cuarenta personas, en gran parte deudos suyos de la estirpe Semidán, que un año antes habían sido deportados por el infame Pedro de Vera. Los nobles elegidos se convertirán en la mesnada del Señor de Guayedra, o más propiamente, en la primera compañía canaria al servicio de los reyes castellanos pues se sabe que reclamaron soldadas por su desempeño. Entre los libertos, se encontraba Adargoma, el llamado ahora don Alonso de Córdoba, quien regresará a su tierra en octubre de 1482 formando parte de las milicias de auxiliares canarios comandadas por don Hernando de Guadarteme y su hermano Pedro Maninidra, que serán decisivas en la capitulación de su propio reino y, una década más tarde, en la conquista de las islas de La Palma y Tenerife.
Como resultado de esas andanzas, Alonso de Córdoba obtendrá tierras en Taoro, Icod y Acentejo dejando numerosa descendencia en la isla de Tenerife a través de sus tres hijas: Ana de León, por quien prosigue la línea, María de Torres y Juana Delgado. Interesa aquí resaltar, por su interés genealógico, que Adargoma es, según la tradición, hermanastro de los conquistadores Juan y Pedro Izquierdo, los llamados “cordobeses” en atención a que fueron probablemente parte de los rescatados en Andalucía por Hernando de Guadarteme.
Siguiendo al historiador Nelson Díaz, Ana de León y su segundo esposo, el también conquistador canario de Tenerife, Juan de Frías tuvieron por hija a Lucía de Frías la cual casó con el también indígena Francisco Delgado y fueron padres de Francisca Delgado de Frías, esposa del capitán Antón Domínguez, vecinos del paraje de Arona a mediados del siglo XVI.

B) LOS DOMÍNGUEZ DE CHASNA (TENERIFE)
Es a partir de este cuarto peldaño de la escala cuando contamos con respaldo documental para garantizar la fiabilidad de los entronques que se muestran en el cuadro genealógico.
Casa Soler en Vilaflor (Tenerife)
Francisca Delgado de Frías había casado efectivamente con el Capitán Antón Domínguez de quien se dice en el legajo Bethencourt que era hijo de otro Capitán Antón, primero de su nombre, que fue conquistador de Tenerife, en premio de lo cual tuvo ciertos repartimientos en el sur de la isla. No se tiene constancia documental de tales repartimientos pero no hay duda alguna al respecto de su existencia ni de las extensas propiedades que lega a sus descendientes en lo que fue la demarcación prehispánica de Chasna que se corresponde con los municipios de Arona, Granadilla y Vilaflor en nuestros días.
Para conocer en sus orígenes la situación de Vilaflor, la villa donde se asienta la descendencia del matrimonio citado hay que acudir a la obra de Nelson Díaz: La Historia de Chasna de Vilaflor. Entresacamos a continuación un fragmento de la misma cuya lectura nos informa de las condiciones de vida de nuestros ancestros en el siglo XVI.
En 1504 en una data otorgada por Fernández de Lugo se concedió todo Chasna a cuatro conquistadores y por compraventa se hizo con el control del territorio en 1525 Juan de Padilla y su esposa Juana de Linares. Su hija y única heredera contrajo matrimonio con Pedro Soler, natural de Tarragona, quien va a administrar despóticamente sus propiedades. Los colonos habían de pagar anualmente tributos a los Soler por el disfrute de solares y casas del pueblo”.
Entre dichos colonos estaba un tal Pedro Domínguez que en 1602 tributaba una dobla por un solar que tenía edificado en el pueblo. Este personaje lo podemos identificar con un hijo del segundo de los citados capitanes. Pocos años antes, en 1596, el capitán Pedro Soler había confeccionado un listado de todos los hombres útiles que había en la comarca ante el peligro de una invasión inglesa tras un desembarco en El Médano. En el listado se cita, entre otros vecinos de Chasna, al dicho Pedro Domínguez y también a su hermano Antón Domínguez, el tercero de su nombre, nuestro ascendiente, “que tiene espada y lanza y se le notificó tenga su arcabuz como hasta aquí lo ha tenido”.
Este Antón Domínguez, a quien llamamos el mozo para distinguirlo de su padre, casó en 1604 con María García Izquierdo en la iglesia de San Pedro. De dicho matrimonio provienen, que sepamos, siete hijos: otro que también se llama Antón, Francisco, Juan, María, Marta Delgado, otro Pedro Domínguez y nuestra ascendiente, Lucía de Frías.
Lucía casará en 1618 con el alférez Lucas Rodríguez, previa carta de promesa dotal en la que consta que su padre era Comisario de la Santa Cruzada y, muchas años después, ya viuda, testa en 1672 ante el escribano Salgado (Registro 1672 Folio 23Vto) reconociendo como hijos legítimos de su matrimonio al alférez Mateo Rodríguez, a María García, casada con el capitán Aparicio González, a Antonio García, a María de Jesús, casada con Diego de Vera, a Juan García, a Pedro Domínguez, por quien sigue la línea, y a Lucía García. En dicho testamento Lucía de Frías nos describe con algún detalle la ubicación de la casona en la que viven: “una casa con su sala, la que tengo en el lugar de Chasna, con alto y bajo que linda por la parte del naciente con la calle real y por la del poniente con la plaza de dicho lugar”.
Volviendo a la obra de Nelson Díaz Frías, pasamos a reseñar ahora algunos hechos notorios que vivieron los Domínguez de esta generación ya en el siglo XVII:
"La situación de continuada tensión existente entre los Soler y los vecinos de Chasna, especialmente por el litigio respecto a los tributos por los solares y casas del pueblo de Vilaflor, desembocó en algunos episodios violentos que volverían a repetirse… Así hacia el año 1660, los vecinos de Vilaflor se amotinaron contra el entonces titular del Mayorazgo, Juan Soler de Padilla, asaltando el vecindario la casona de la familia en Vilaflor y provocando la presurosa huida de la misma del citado Juan Soler, de su hermana María y de su cuñado Cosme Carreño de Prendis, a medianoche, viéndose obligados a refugiarse en el monte de la localidad para ponerse a salvo de las iras de los chasneros. Fue tal el sobresalto que se llevaron los Soler como consecuencia de esta apresurada huida a medianoche, que el citado Juan Soler enfermó de gravedad y murió a consecuencia del susto pasado".
Supusimos, en un primer momento, que este amotinamiento vecinal de mediados del siglo XVII podía quizá explicar la migración de la familia de nuestro ascendiente Pedro Domínguez y de su esposa María de las Nieves Trujillo, desde los fértiles valles de Chasna, donde se casaron en 1662, a las yermas tierras sureñas de Fuerteventura donde ambos iban a fallecer a principios del siglo siguiente, ella en la primera década y él, en la segunda.
Nos pareció que este traslado era un curioso enigma a descifrar por lo que iniciamos las pesquisas consultando el testamento que, un mes antes de su muerte, dictara dicho Pedro Domínguez ante el escribano Pedro García Aguilar “en las casas de mi habitación isla de Fuerteventura y pago de Tesejerague a 6 de septiembre de 1719”. En su declaración afirma “que fui casado con Mª de las Nieves Trujillo, que está fallecida, y durante nuestro matrimonio tuvimos por nuestros hijos legítimos a Lucas Domínguez, a Francisco, que falleció mozo, a Juan García, a Pedro Domínguez, a Francisco Domínguez, a Catarina Domínguez, que casó con Matías Rodríguez, y a María de las Nieves, que casó con Nicolás Rodríguez”
Declara además el testador en sus últimas voluntades los bienes que posee en la isla de Tenerife en el lugar de Chasna por herencia del capitán Lucas Rodríguez, su padre, y de Lucía de Frías, su madre, entre los cuales se incluyen: una parte (por ser seis los hermanos) de unas casas altas en dicho lugar en la plaza de la iglesia del Señor San Pedro con el sitio (la huerta) que le corresponde; tierras de arboleda en el valle del Ahijadero, otro cercado de almendreros y morales y varios cercados de higueras en el mismo valle con casas, horno y corrales que provienen de la dote de su esposa. Varios rotos en el documento impiden describir otras heredamientos de los que dispone el testador en Malpaso y en otro lugar de la villa de Chasna que llaman Guaza. Resulta interesante destacar, por si tuviera alguna relación con su traslado a Fuerteventura, que una parte importante de las propiedades enumeradas estaban empeñadas hasta que, se dice textualmente, “se paguen los 2240 reales de una fianza que hizo a Catalina Trujillo, su suegra”.
Navegando en Internet en busca de más información sobre los posibles motivos del enigmático traslado, descubrimos que la historiadora Carmen Rosa Pérez Barrios es autora de un libro titulado El mayorazgo de los Soler en Chasna; una visión histórica a través de los pleitos. Rápidamente procedimos a su consulta para tratar de localizar las fechas exactas del pleito o motín que cita Nelson Díaz Frías y a los protagonistas de la asonada. En dicha obra, sin embargo, no encontramos la respuesta que buscábamos. Por el contrario se refleja en la misma, en los pleitos que se describen durante el siglo XVII, el poderío territorial de los Domínguez en la comarca sureña de modo que Antón Domínguez y sus herederos pierden varios litigios por haber sido ellos los usurpadores de tierras de otros grandes propietarios, entre ellos los Soler.
Nos propusimos entonces, cambiando el tercio, averiguar cuándo se produjo el traslado de Chasna a Tejeserague para intentar descubrir por derivación el porqué. La referencia más antigua que teníamos para encuadrar dicho traslado de Pedro Domínguez el viejo y su esposa, Mª Nieves Trujillo, se sitúa en 1662, fecha de su matrimonio en la Iglesia de Vilaflor (Libro 5 folio 27 Vto); y la más próxima, en 1712, fecha en la que se casa su hijo Pedro Domínguez con María Francesa en la Iglesia de Pájara (Libro 1 folio 4).
Es un período muy largo, de 50 años, el que queda en la nebulosa que podría recortarse si dedujéramos, a falta de la partida correspondiente, la fecha y lugar de nacimiento de Pedro Domínguez el mozo ¿Pero cuándo y dónde nació nuestro ascendiente?
Su nacimiento tuvo lugar en torno a la fecha de 1670 por cuanto declara en 1740, como testigo de la batalla de Tamasite que luego glosaremos, que tenía por entonces 70 años más o menos, lo cual cuadra con las cuentas que hacemos del nacimiento de un hijo cada dos años después del matrimonio de sus padres en 1662, debiendo haber nacido Lucas, el primogénito, en 1664, Francisco en 1666, Juan en 1668, Pedro efectivamente en 1670 y con posterioridad los restantes.
El cuándo parece pues quedar claro, pero no tanto el dónde. Rebuscando datos en las partidas de sus descendientes majoreros encontramos que en el bautismo de uno de sus nietos, consta que fueron sus abuelos: Pedro Domínguez (el mozo), natural de la isla de Tenerife, en el lugar de Chasna, y María Francesa, lo que confirma su origen tinerfeño. Esto nos acortaba en diez años el período de estudio.
Descartadas nuestras presunciones iniciales de una huída o destierro relacionada con posibles enfrentamientos entre los Domínguez y los Soler, las dos poderosas familias cuyas casas se sitúan muy próximas en el entorno de la plaza de San Pedro de Vilaflor, enfrentamientos que, si tuvieron lugar, se habrían producido en la primera mitad del siglo, fuera de nuestro período de estudio, nos planteamos explorar otras posibilidades.
Navegando por la red nos encontramos para nuestra sorpresa con un post de nuestro hermano Roberto Hernández, cofirmante de este artículo, escrito en su blog Cuadernos de Etnografía de Fuerteventura, que nos acerca, creemos, a la solución del enigma:
"El año de 1683 no fue un buen año para la isla de Fuerteventura. Sus habitantes subsistían gracias al ganado y a los cultivos de cereales. Y ese año no llovió. Los animales ante la escasez de agua fallecían y los cereales yertos yacían en las gavias sin llegar a granar. El hambre apareció en la isla y ni el marisco ni el cosco debieron de abastecer a la población que, tremendamente necesitada, optó por emigrar hacia las hermanas mayores. Los datos de la época nos documentan que de 600 familias que había en la isla, quedaron sólo unas 150 y ello a pesar del peligro que se corría de ser capturados por los moros en la travesía a Gran Canaria.
Retrato de Sebastián Trujillo
El Alcalde Mayor, Sebastián Trujillo, organizó la evacuación, puesto que hay "andando por la Villa mucha gente pobre que de seguir así perecerá" por lo que un velero denominado El Griego sería el encargado de trasladar hacia Gran Canaria a un buen número de necesitados. Allí, los majoreros deambulaban por las calles de las Palmas y Puerto de las Isletas “flacos y desvalidos” llegando a fallecer muchos de ellos y aunque en las actas eclesiásticas no constan más que 40 fallecidos en 1684, en los Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura se habla de que fallecieron más de 500, sobreviviendo muchos otros gracias al reparto de pan. Finalmente las autoridades optaron por reenviar a Fuerteventura a todos los que no tuvieron forma de sustentarse, dándoles dos kilos de gofio a cada uno para que no murieran en el viaje.
En el velero “El Griego” en 1684 pudieron embarcar a 160 de nuevo hacia Fuerteventura, pero con tan mala fortuna que al bordear las costas de Jandía el barco encalló en las bajas cercanas a la costa y se hundió, falleciendo la mayor parte de su pasaje. En el desastre sólo hubo 20 supervivientes. Desde esa época el lugar es conocido como las bajas del Griego y la zona se considera como peligrosa para la navegación. Las lluvias restablecieron durante algún tiempo la normalidad, pero los años 1683-84 dejaron una profunda y calamitosa huella que es bueno que las generaciones posteriores conozcan".
De la lectura de este interesante texto, nos intrigó especialmente la coincidencia entre los apellidos de la esposa de Pedro Domínguez y del Alcalde Mayor en aquellos tiempos, don Sebastián Trujillo, quien constituía la máxima autoridad en la isla por cuanto el señor feudal no solía aparecer por su señorío. Investigando su genealogía, Leopoldo de la Rosa nos informa de que este ilustre personaje era hijo de Francisco Hernández Trujillo y de Florencia Ruiz y nieto de Sebastián de Trujillo y Catalina Martín, naturales y vecinos de Vilaflor.
Esos últimos eran, sorprendentemente para nosotros, los bisabuelos de Mª de las Nieves Trujillo, la esposa de Pedro Domínguez el viejo. Teníamos pues una relación cierta de parentesco entre el alcalde mayor de la isla y los nuevos colonos procedentes de Tenerife. Efectivamente, la madre de Mª de las Nieves es Catalina de Mena, hija de Andrés Hernández Trujillo y nieta de los citados Sebastián Trujillo y Catalina Martín.
Así pues, conocidos estos vínculos de familia, nos planteamos que la migración de los Domínguez podía estar relacionada con una concesión de tierras y casas en Tesejerague, como resultado de las acciones repobladoras que promoviera el alcalde mayor entre sus allegados montañeses después de las terribles hambrunas majoreras de los años 80 del siglo XVII.
Esto nos llevó a pensar que el viaje de la familia al completo pudo realizarse a fines de dicha década, con todos sus hijos, por tanto, ya nacidos en Chasna; pero esto era solo una entelequia porque el traslado podía ser incluso posterior, ya que la única fecha segura de cierre, como ya hemos dicho, era la del matrimonio de Pedro Domínguez, hijo, en 1712 en la Iglesia de Pájara con la majorera María García de León.
Tenemos pues un vacío de información que lamentablemente no nos permite fijar con exactitud la arribada a Tesejerague (Fuerteventura) de los Domínguez ni el número de miembros de dicha expedición familiar. Conjeturamos no obstante que el traslado debió haber afectado a casi toda la familia pues nos consta que dos hermanos de Pedro (Lucas, el mayor, y Francisco, el que le sigue) se casan, en 1713 y 1718 respectivamente, en la iglesia de Pájara con mujeres majoreras poco después de que lo hiciera Pedro. Los tres hermanos, por cierto, contraen matrimonio cuando contaban con más de 40 años de edad, sin que se especifique en las partidas que fueran viudos lo que, resultándonos extraño, parecía contribuir a la hipótesis de una arribada tardía dentro del período estudiado.
Nos decantamos finalmente por pensar , después de muchas disquisiciones, que dicho traslado se produjo a fines del siglo XVII o incluso a principios del XVIII, relacionando el hecho con un impulso a la repoblación de la isla por parte del Alcalde Mayor entre sus allegados montañeses en tiempos de abundantes cosechas, pues como queda acreditado por M. Lobo (La Oliva Historia de un pueblo de Fuerteventura) la llegada masiva de “forasteros” de otras islas era muy frecuente en la época de la recolección, muchos de los cuales a la postre terminaban quedándose en ella. Tuvimos que admitir sin embargo que la llamada familiar por sí solo no podía explicar la migración de una gran familia de propietarios agrícolas desde los verdes valles de Chasna y el Ahijadero, al desierto de Tesejerague, un paraje situado en lo más recóndito de una isla de señorío en la que había que pagar al Señor el quinto (20%) de la producción y en donde las relaciones de opresión señorial eran especialmente gravosas.
Tenían que haberse dado otras circunstancias, como nos porfiaba nuestro hermano Roberto, para explicar un traslado familiar entre islas: quizá el miedo a una epidemia. Una nueva navegación por la red en busca de señales nos lleva a localizar en el libro de Juan Manuel Santana Pérez Enfermedad y marginalidad en las Islas Canarias una referencia acerca de una epidemia declarada en Tenerife en 1701. Buscando más información en Internet acerca de la misma, descubrimos, con júbilo investigador, el siguiente texto extraído de una conferencia impartida en 1994 por Luis Cola Benítez, actual Cronista Oficial de Santa Cruz de Tenerife, bajo el título Santa Cruz muy benéfica:
"El siglo XVIII entró con mal pie. Nada más comenzar, en 1701, un barco procedente de La Habana introdujo por primera vez en Tenerife la fiebre amarilla también conocida como vómito negro. Esta nueva enfermedad causó verdaderos estragos, calculándose las víctimas entre 6000 y 9000…Casi al mismo tiempo que la epidemia de fiebre se padeció una extrema sequía y agotamiento de recursos…, muriendo de hambre muchos de los que se habían salvado de la epidemia. La escasez se acrecentó en Santa Cruz al refugiarse en ella gran número de habitantes de Chasna y otras zonas de la isla que huían de sus hogares en busca de una hipotética salvación. Por si todo lo pasado no era suficiente en 1703 se declaró una grave epidemia de tifus exantemático, entonces conocido como “tabardillo pintado”, motivada por la desnutrición y la miseria, que duró al menos dos años".
¡Todo nos cuadra ahora! El cuándo y el porqué. Los matrimonios tardíos de los Domínguez con muchachas majoreras tienen ahora pleno sentido si pensamos que sus esposas e hijos pudieron haber fallecido con la epidemia y que toda la familia, aterrorizada, empeña todo lo que puede y huye de la isla hacia el lugar más escondido y desolado del archipiélago donde tienen sin embargo familiares muy cercanos de apellido Trujillo que les dan su acogida como se acredita en el hecho de que Ana Estacia Rodríguez, la esposa majorera de Lucas Domínguez, el primogénito, sea hija de Bartolomé Rodríguez y María Trujillo, naturales y vecinos de la Florida, quedando constancia en la partida correspondiente de que tuvieron que pedir dispensa para poder casarse porque eran primos.

C) PEDRO DOMÍNGUEZ, EL HÉROE DE TAMASITE
Marcos Hormiga en su bien documentado poema histórico, La batalla de Tamasite (Ed. Cam-Pds), nos describe en uno de los cantos los prolegómenos de la primera batalla, haciendo mención en sus trepidantes versos de nuestro ascendiente, cuyo enigmático paradero en Fuerteventura creemos haber explicado.

Parten de Gran Tarajal/ y por el barranco ascienden/ hasta llegar a Casillas Blancas,/ un pago inocente,/ a donde Pedro Domínguez,/ labrador viejo al que inquieren que diga por donde mora/ el gobernador regente."Ni en dos días de camino/ llegarán vuestras mercedes"/ respóndeles el labriego/ mendaz pero convincente./"Prepárate porque partes/como guía nuestro y prende/a uno de tus muchachos/ que irá contigo en el frente",/ oye con encargo osado/que el extranjero le infiere. 
Pedro pasó a su morada/do sus cuatro mozalbetes:/dos andaban ya escapados,/ uno se trajo y, consciente,/ envió al cuarto, Matías,/ a que dar aviso fuere./Más cuando volvió a salir/ se encontró con que presentes/ estaban ya dos vecinos/para hacer sus menesteres./ Partiendo del caserío/con el paso firme, indemnes/ marchan las dos compañías/sabedoras de ser fuertes./Atrás quedó el viejo Pedro/ileso pero doliente/pues confía mas no sabe/ por donde corre la suerte/.

Si los lectores quieren informarse mejor sobre los hechos históricos de Tamasite les recomendamos que bajen gratuitamente de Internet (Memoria Digital Canaria) el documentado libro de Antonio Béthencourt “Ataques ingleses contra Fuerteventura” editado por el Cabildo de Fuerteventura. En uno de los anexos de dicho libro tendrán además la oportunidad de leer, íntegra, la declaración del viejo Pedro Domínguez.
De sus respuestas ante escribano a las preguntas que le hace Cristóbal Dávila, ministro real para la averiguación de los hechos, extraemos como notas de interés para nuestro artículo, las siguientes: que Pedro tenía 70 entonces años, poco más o menos; que era labrador; que no sabía leer ni escribir, ya que tuvo que firmar otro testigo en su nombre; y que era muy religioso pues achacó la victoria obtenida contra los ingleses a la intervención de San Miguel.
Sus padres, como ya sabemos, fueron Pedro Domínguez y Mª de las Nieves Trujillo, ambos vecinos del pago de La Florida aunque naturales de Chasna. Pedro, nuestro héroe de Tamasite, nacido también en Tenerife, se casó en la iglesia de Pájara en 1712, (Libro 1 Folio 4) cuando tenía aproximadamente 40 años, con María Francesa, (también llamada Mª de León o Mª García) que contaba en aquel momento con tan solo 17. Transcribimos a continuación dicha partida de matrimonio:
"En la aiuda de Parroquia de Nuestra Señora de Regla deste lugar de Paxara en quatro de Mayo de mil setesientos y dosse años Yo D. Martin Fabricio teniente cura de dicha Yglesia casse y vele infacie Ecclesie a Pedro Domingues hixo lexitimo de Pedro Domingues y Maria de Nieves Truxillo difunta y a Maria Garcia hixa lexitima de Mathias de Leon y Catharina Garcia vesinos todos desta isla de Fuerteventura en la Florida, aviendo presedido las tres amonestaciones en tres dias festivos de presepto continuos al tiempo del ofertorio de las Missas Mayores segun lo dispuesto por el Santo Concilio de Trento Y no resulto impedimento alguno que a mi noticia llegasse siendo testigos el Capitan D. Juan Andres de Umpierres, Pedro Gomes y Cassiano de Cabrera vesinos deste dicho lugar y lo firme. Martin Fabricio."
Hemos transcrito fielmente el texto en esta ocasión para, haciendo una digresión filológica, explicar a los lectores que la inexistencia de tildes en aquellos tiempos pudo dar lugar en algún momento a la lectura de Pájara pues creemos que se debe leer Pajara, relacionada con el étimo indígena “ajar” (caldera o depresión del terreno) que en Fuerteventura se relaciona con Ajares, en Gran Canaria con Tirajana y en El Hierro con Tanajara por poner algunos ejemplos. El lugar de Pájara está efectivamente encerrado entre montañas formando una gran depresión circundada por un collar de conos volcánicos.
Falleció Pedro Domínguez en 1741 tan solo un año después de los hechos de guerra gloriosos de los que fue protagonista sin haber testado. No obstante, peinando los archivos parroquiales de la isla, Juan Ramón García Torres nos desvela el nacimiento de al menos diez de sus hijos aunque no sabemos si todos prosperaron:
- Pedro, que nació en 1713 y que tuvo que morir siendo un niño puesto que un hermano suyo será bautizado con su mismo nombre en 1730.
- Manuel nacido en 1715.
- Catalina Francesa, nacida en 1717, que casa con el vecino de Casilla Blanca, Miguel Morales, y que fallece en 1792.
- Juan nacido en 1720.
- Ginés, por quien sigue la línea, nacido en 1723, casado, en primeras nupcias, con Catalina Robaina y, en segundas, con María Umpiérrez.
- José, nacido en 1725 y casado en 1746 con Andrea Betancor Trujillo.
- Matías, nacido en 1727, que fue el que, con 13 años, entró llorando en La Florida para avisar del asalto, y que casó en 1759 con Teresa Robaina.
- Pedro que nace en 1730 y se casa en 1757 con Francisca Robaina cuyo padre era un descendiente de los De Soto, mandos de las milicias majoreras, uno de los cuales, con rango de coronel, fallece en la segunda batalla, y de los Miliago, mayordomos de la Hacienda de Malpaso.
- Inés, nacida en 1732
- Francisco, nacido en 1736
Sobre la participación de los Domínguez en los hechos de Tamasite podemos señalar algunas evidencias. Así, en las declaraciones de uno de los testigos, el cura Pablo González Cabrera, se dice que en primera línea de batalla estaba Pedro Domínguez. El viejo tenía entonces más de 70 años y estaba achacoso por lo que parece increíble que pudiera estar en vanguardia, pero los hechos son indudables puesto que, en su propia declaración, cuando le pregunta el ministro real por las personas que arremetieron contra los ingleses testifica que: “sólo hace memoria que fueron: el señor gobernador Sánchez Umpiérrez, el alférez don Manuel Cabrera y otros muchos, porque, con la tribulación del empeño, ya no puso el testigo en eso el cuidado, sino en ver como habían de lograr la victoria, poniendo de su parte el esfuerzo que le era posible…”
En las declaraciones del testigo Domingo de la Cruz se dice que los ingleses, en las negociaciones previas al ataque, soltaron a todos los prisioneros menos a Cristóbal García y a un muchacho de Pedro Domínguez. ¿Cuál de ellos? Sabemos por el relato de su padre que eran cuatro los hijos varones que dormían en el pajero próximo a la casa y que dos de ellos escaparon al oír las voces. Parece que uno de los mayores se llevó consigo al más pequeño que es Pedro y quedaron los otros dos. Creemos en consecuencia que el rehén debió de ser nuestro ascendiente Ginés que tenía entonces 17 años o bien su hermano José que tenía 15, porque Pedro era muy pequeño, de solo 10 años, quedando por eso descartado, y de Matías sabemos que era uno de los dos que estaba en la casa y fue enviado por su padre a avisar a los vecinos de La Florida después de que los ingleses abandonaran Casilla Blanca para expoliar Tuineje. Quienquiera que haya sido el muchacho secuestrado, lo cierto es que tuvo que vivir una experiencia terrible. Fue apresado de madrugada en Casilla Blanca; poco después es testigo del saqueo del pueblo e iglesia de Tuineje, y cuando los británicos, al verse rodeados, se aprestan para la batalla el muchacho tuvo que ser necesariamente desde las líneas enemigas un testigo de excepción de la estampida de los camellos y del ataque de la milicia majorera.
Cuando comenzó la batalla, nuestro rehén estaba sin duda en medio de ella. Los ingleses dispararon sus fusiles y caen abatidos tres hombres y algunos camellos. El resto de la manada, desbocada, entra en la línea del frente provocando el desorden entre los ingleses que preparaban una segunda descarga cuando ya se entabla el cuerpo a cuerpo. Dice el testigo Cristóbal García que tan pronto se contempló libre “se providenció luego de armas y pegó a reñir” y no se dice nada de nuestro pariente, el muchacho, que debió poner, comprensiblemente, pies en polvorosa cuando los milicianos, entre los que se encontraba su padre, se lanzaron al ataque “dando ijijides”… “y con chuzos, palos y rozaderas, que eran las armas que llevaban, fueron tan diestros en jugarlas y menearlas que al poco rato habían hecho muchos muertos de los esforzados y a otros los hicieron poner en huída”.
Sabemos que en la segunda de las batallas, la que tiene lugar en el Llano Florido, a las puertas de Tuineje, pocas semanas después de la primera, fallece un miliciano llamado José Domínguez, cuya viuda, Magdalena Cabrera, reclamará una pensión de guerra. Su relación con los Domínguez de Casilla Blanca de La Florida aún no está esclarecida aunque pensamos que este José puede ser un primo de los anteriores, hijo de alguno de los hermanos de Pedro Domínguez que se afincaron en Tejeserague.
En cualquier caso, debemos destacar, como hecho histórico memorable, que los milicianos majoreros, en su mayor parte labriegos sin formación militar, al mando del gobernador de las armas José Sánchez Umpiérrez, consiguieron aplastantes victorias, en El Cuchillete y en Llano Florido, sobre las dos expediciones de desembarco, con seis semanas de intervalo entre una y otra, efectuadas por Inglaterra en las costas de Tuineje en 1740, durante la Guerra de la Oreja que por entonces la enfrentaba con España.

D) LOS DOMÍNGUEZ DE LA ISLETA Y DE LOS RISCOS
Venus de los Riscos. A. Lacave
Durante muchas generaciones los descendientes de Pedro Domínguez, el héroe de Tamasite, malvivieron como labradores y ganaderos en el pago de La Florida, un caserío actualmente en ruinas que en su momento de máximo esplendor no llegó a contar con más de diez casas habitadas, hasta que uno de ellos, Agustín Domínguez, nuestro tatarabuelo, huyendo del hambre y la miseria, se atreve en el último tercio del siglo XIX a dar el salto a Gran Canaria, junto con su madre viuda, pasando a ser vecino del Puerto de La Luz y casándose a los 23 años con una muchacha de 18 años, vecina de los riscos de Las Palmas, llamada Teresa Socorro. De este matrimonio nacen siete hijos, entre ellos nuestra bisabuela Agustina Domínguez, nuestra adorada Venus de los Riscos cuyo retrato en acrílicos, obra maestra de uno de sus bisnietos, Alberto Lacave, adjuntamos como ilustración.
Para concluir este artículo y como muestra del carácter belicoso y levantisco de nuestros ancestros de este linaje, que mantenemos con orgullo algunos de sus descendientes, queremos mostrar una nota publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Canarias, en 1912, por las que se requiere que se presente ante la Justicia nuestro tío bisabuelo Francisco, quien al parecer atenta contra un superior en las filas del ejército, de resultas de lo cual tuvo que embarcarse hacia América para nunca más volver, terminando sus días en Villa del Cerro (Uruguay) en 1947.
REQUISITORIA Administración de Justicia BOP 20 de marzo de 1912
DOMÍNGUEZ SOCORRO, Francisco, de 20 años de edad, soltero, jornalero, hijo de Agustín y Teresa, con instrucción, es de color moreno, pelo castaño, cejas al pelo, ojos pardos, tiene dos cicatrices en la frente, procesado en causa 261 de 1910 por atentado, natural de Las Palmas y domiciliado últimamente en Las Palmas, comparecerá dentro de diez días ante la Cárcel del Partido de Las Palmas.

ANEXO: UNA DE LAS LÍNEAS DE DESCENDENCIA DE ADARGOMA
(N: nacimiento D: defunción) (En rojo la línea de sangre)

Los topónimos de este cuadro están referidos a la localización de las iglesias donde se registraron los eventos, no al lugar donde se produjo el nacimiento o defunción que, en Fuerteventura, para Pedro Domínguez Trujillo y su descendencia, es siempre Casilla Blanca en el pago de La Florida.


12/06/2013
ADENDA
Poco tiempo después de publicado este artículo en la red recibimos un correo del historiador Nelson Díaz De Frías, en varias ocasiones citado a lo largo del mismo, en el que amablemente nos dice lo siguiente:
“Aparecen bautizados en Vilaflor los siguientes hijos de Pedro Domínguez (nacido a 13 de junio de 1638) y de su esposa:
- Inés, bautizada el 21 de enero de 1664 siendo su padrino el licenciado Francisco González Natural (es decir, guanche). La madre es llamada en este asiento María de las Nieves del Castillo.
- Lucas, bautizado el 1 de enero de 1666, siendo sus padrinos el licenciado Salvador González y María Fernández Trujillo.
- Juan, nacido el 1 de junio de 1672 y bautizado el 19 de junio, siendo sus padrinos Alonso González y su hermana Águeda de Morales.
- Pedro, nacido el 7 de febrero de 1675 y bautizado el 23 de febrero, siendo sus padrinos el capitán Aparicio González y su mujer María García.
- María, nacida el 16 de septiembre de 1685 y bautizada el 27 de septiembre, siendo sus padrinos Juan García Domínguez y María García.
La marcha a Fuerteventura de esta familia debió ser posterior a 1685, pues ya no aparecen más hijos bautizados en Vilaflor a partir de esa fecha. Sin embargo, no todos los miembros de la familia se fueron, pues en 1708 casó en Vilaflor María de las Nieves Trujillo, hija de Pedro Domínguez Montañés y de María de las Nieves Trujillo, con un tal Nicolás Rodríguez Afonso, siendo vecinos del Valle de San Lorenzo habiendo dejado larga descendencia que continúa hasta el día de hoy en Arona”.
NICOLAS RODRIGUEZ CON MARIA DE LAS NIEVES TRUJILLO
En el lugar de Vilaflor en dies y nueve de Agosto de mil setecientos y ocho años Yo fray Pedro de Mena de la orden de San Agustin con licencia del Doctor D. Manuel Milan camacho Benefisiado de la Parroquial de San Pedro de dicho lugar case por palabras de presente a Nicolas Rodrigues vesino y natural deste lugar en donde disen el tapado hijo legitimo de Domingo Afonso y de Constansa de Torres difuntos vesinos que fueron de dicho lugar en dicho parage con Maria de las Nieves Truxillo vesina y natural deste dicho lugar en el valle de San Lorenso hija legitima de Pedro Domingues Montañes y de Maria de las Nieves Truxillo difunta vesinos de dicho lugar en dicho valle aviendo precedido las tres amonestaciones y lo demas que dispone el Santo Concilio y Sinodales y no aviendo resultado impedimento alguno canonico y fueron testigos Baltasar Rodrigues Beltran, el Alferes Juan Gonsales, Salvador Gonsales (Navajas)?, Pedro Rodrigues (….) y otras personas vesinos deste dicho lugar y lo firme. Dr. Manuel Milan frai Pedro de Mena

De inmediato, dando las gracias a nuestro benefactor, reenvío el correo a Roberto y a Juan Ramón con el siguiente comentario añadido:
Felicidades a todo el equipo. Nuestras deducciones estaban bien encaminadas en cuanto a un viaje tardío con todos los hijos ya nacidos en Tenerife. Puesto que su hija María Nieves casa en 1708 en Vilaflor, me aventuro a decir que fue después de ese evento cuando se realiza el traslado pues Pedro Domínguez hijo se casa en Fuerteventura en 1712. En esa fecha la madre estaba fallecida como hemos podido leer en la partida. El hecho de que no hayan tenido más hijos después de 1685 pudo deberse a causas naturales, al final de su edad fértil (han transcurrido 23 años desde su casamiento) o bien a una muerte prematura.

Su óbito, sin embargo, nos dice Nelson Díaz, no consta en el libro de sepulturas de Vilaflor por lo que nos decantamos por la primera idea, presuponiendo que su muerte debió producirse más tarde, en los primeros años del siglo XVIII, en los momentos álgidos de la epidemia y la hambruna que lleva a los chasneros a buscar apoyo benéfico en Santa Cruz y más tarde a dar el salto a Fuerteventura.






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