jueves, 18 de diciembre de 2014

UNA ASCENDENCIA CANARIA DE CINCO SIGLOS: ADN E HISTORIA FAMILIAR (y II)

FANEQUE HERNÁNDEZ BAUTISTA

Ponencia presentada en el I Encuentro de Genealogía Gran Canaria,
celebrado en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, 
el 21 de noviembre de 2014.



B. LOS LINAJES PATERNOS
(CROMOSOMA Y: FRECUENCIA DE LOS HAPLOGRUPOS)
Datos obtenidos de: “Demographic history of Canary islands male gene pool: replacement of native lineages by European” BMC Evolutionary Biology, August 2009. Rosa Fregel, Verónica Gomes, Leonor Gusmao, Ana M. González, Vicente M Cabrera, Antonio Amorim and Jose M Larruga





1. RAFAEL HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ
¿QUÉ SABEMOS DEL HAPLOTIPO R1B1B2A1A2?
R1b1b2 es el más común de los haplogrupos en Europa Occidental donde, con sus diversas variantes, es portado por más del 50% de los varones. Una de esas variantes R1b1b2a1a2b se relaciona con los ancestros de los actuales pobladores del País Vasco. 
En el mapa adjunto puede comprobarse que pobladores de este haplogrupo alcanzaron también el norte de África y recientemente ha podido comprobarse, para sorpresa de los investigadores, que el 10 % de la muestra de restos indígenas analizada porta dichos genes europeos.
¿QUÉ SABEMOS DE VICENTE DE MONTESDEOCA?
En esta ocasión podemos probar, con documentación fiable, que Vicente Montesdeoca tiene origen ibérico. Fue este personaje un poblador temprano de Gran Canaria a donde arriba poco después de la incorporación de la isla a la Corona de Castilla, huyendo probablemente de la Inquisición, que se avecina en la incipiente Villa Real de Las Palmas. Aquí primero ejerció la profesión de tejero (fabricante de tejas y ladrillos) para muy pronto medrar convirtiéndose en armador, copropietario de una carabela, fondeada en la playa del Arrecife, hoy Las Canteras, con la que asalta las costas africanas en busca de esclavos para su venta o rescate.
Es un nieto suyo, Vicente de Montesdeoca Lorenzo, quien nos da algunas pistas acerca de su procedencia cuando, a fines del XVI, deseando ser Comisario del Santo Oficio, declara una genealogía del tenor siguiente: “que sus padres son Juan de Montesdeoca, natural de esta Ciudad de Canaria, vecino de La Vega, y María Lorenzo, natural y vecina de La Vega; que sus abuelos paternos fueron Vicente de Montesdeoca, natural de España, pero no sabe de qué parte vino porque hace mucho tiempo que fue vecino de esta ciudad, y Juana Hernández, su mujer, natural de España, y tampoco sabe de qué parte vino. Como abuelos maternos declara a Isabel Lorenzo, natural de las islas, y a Domingo Hernández, natural de Portugal en la ciudad de Évora, ambos vecinos de La Vega”.
De la tal Juana Hernández, la mujer de Vicente Montesdeoca el viejo, de quien sabemos que ejerce en 1522 la profesión de “vendedera”, podemos precisar algo más acerca de su lugar de procedencia. El siguiente documento, fechado en 1534, por el que Juana liberta a una esclava negra de su propiedad nos confirma su más que probable origen andaluz pues sus abuelos son Bartolomé Sánchez, de Córdoba, y Juana Hernández. Son estas señoras, abuela y nieta, con toda seguridad las responsables del apellido Hernández que llevo.
1534 /IV /11 Las Palmas folio 359 r y v
Escribano Cristóbal de San Clemente Protocolo 741 AHP
Juana Fernández, mujer de Vicente de Montesdeoca, vecina de Gran Canaria, dice que cuando se casó recibió en dote de sus abuelos Bartolomé Sánchez de Córdoba y Juana Hernández una esclava negra de nombre Isabel Sánchez y de edad de dos años poco más o menos con condición de darle libertad al cumplir los 20 según escritura otorgada ante escribano público el 26 de enero de 1511. Como la esclava ha cumplido ya los 20 en el servicio suyo y de su abuela la declara libre”.

2. FRANCISCO SANTANA PÉREZ
El haplotipo de los Santana, R1b1b2a1a, reflejado en el cuadro es, como el de los Hernández, europeo e ibérico. Parece muy arriesgado afirmar esto cuando sabemos a ciencia cierta que Francisco Santana es hijo de padre y madre desconocidos como lo atestigua su original apellido canario y como se nos confirma en el siguiente extracto de su partida de defunción:
22 noviembre de 1905 Iª de San Gregorio. Sepultura de Francisco Santana, expósito, alias Miro, de 73 años de edad, esposo de Gregoria Santana de esta ciudad. Falleció en Arauz, anoche a las dos…”
La red 23andMe que nos ha permitido analizar su ADN nos permite igualmente establecer contacto con otras personas con las que existe algún grado de parentesco. El ADN no engaña. Porcentajes en torno al 50% de similitud señalan que la relación de parentesco es de padre a hijo. La relación de nietos a abuelos o viceversa supone aproximadamente un 25% de coincidencia. Primos hermanos coinciden en torno al 10%, primos segundos en torno al 5%, primos terceros en torno al 1% A partir de aquí los porcentajes decaen generación a generación.
Una niña vasca, de la que necesariamente tenemos que omitir el nombre, resulta estar emparentada en un 0,20 % con mi suegro (q.e.p.d.) Juan Santana Herrera, con dos segmentos idénticos de ADN. Ese porcentaje equivale con cierto margen de error a un parentesco entre primo quinto y primo sexto, es decir que ambas personas tienen un ancestro común 5 o 6 generaciones atrás. En la conversación electrónica mantenida con su madre comprobamos que el parentesco de la niña con mi suegro se establece por línea paterna pues ella, que también se ha hecho el estudio, no tiene similitud con él. El padre de la niña, nos comenta su exesposa, de apellido Ruiz, es de origen andaluz por todas sus líneas, la principal de Priego de Córdoba. No es necesario recapitular ahora, después de ofrecer estos datos, que un ascendiente directo o colateral de esa persona estuvo en Gran Canaria en los años 30 del siglo XIX y que aquí, en el Hospicio de Santa Ana, dejó descendencia.

3. MODESTO BAUTISTA DOMÍNGUEZ

¿QUÉ SABEMOS DEL HAPLOTIPO J2?
El haplogrupo J se originó hace unos 20 mil años en Próximo Oriente donde hoy es muy común. Algunas ramas se expandieron desde esa localización inicial hacia otras partes de Eurasia y África del Norte. En tiempos más recientes la expansión de la antigua Grecia, la diáspora judía y la expansión del Islam en África del Norte han extendido el haplogrupo J2 alrededor del Mediterráneo. Estudios recientes señalan que una rama específica de J2 puede encontrase en la actualidad entre los descendientes de los antiguos fenicios, una civilización que estableció colonias en Tunicia, Sicilia y el sur de Iberia desde principios del primer milenio antes de Cristo.
¿QUÉ SABEMOS DE FRANCISCO MONTESDEOCA?
Nos falta tan solo un escalón, según nuestras cuentas, para llegar a la generación diana del 1500. De Francisco Montesdeoca, por el momento el primer varón de la línea de los Bautista, durante un tiempo creímos que era el hijo homónimo de Vicente de Montesdeoca citado en el siguiente extracto de un documento de la escribanía de Las Palmas dictado ante Hernán González a 29 de agosto de 1552:
Testamento de Catalina Hernández, hija de Luis Núñez calderero… Nombra albaceas a su padre y a María de Frías, su madre. Testigos: Gonzalo Hernández, mesonero, Gonzalo Yanes aperador de Zoilo Ramírez, regidor, Francisco de Montesdeoca, hijo de Vicente de Montesdeoca, Antonio Rodríguez y Alonso Hernández, escribano de su majestad…”
A partir de la lectura de otro documento del mismo año, en el que Isabel de Talavera, mujer de Domingo Hernández, difunto, dota a Francisco de Montesdeoca, su yerno, con Clara Hernández de Talavera su hija, para las cargas del matrimonio, llegamos a pensar que este contrato al que se refiere podía estar circunscrito a su primer matrimonio y que se trataba de la misma persona que casaría posteriormente con Ana de Miguel.
Tuvimos posteriormente muchas dudas al respecto pues en nuestro estudio genealógico los Montesdeoca de La Vega resultaban ser varones muy longevos y los Montesdeoca de Arucas tenían por el contrario una vida media bastante corta. Tal era la diferencia que, desde el origen, los primeros llegabann en tan solo trece generaciones hasta la actualidad mientras que los segundos hubieron de transitar dieciséis generaciones hasta alcanzar a la de mis hijos.
El recurso al ADN ha contribuido a resolver estas dudas. Gracias a uno de mis primos hermanos de apellido Bautista, hijo del único de los hermanos de mi madre que tuvo ascendencia masculina, hoy sabemos que Francisco Montesdeoca, el casado con Ana de Miguel, tenía un haplotipo J2 que nos señala, si no habido de por medio falsas paternidades, que no puede ser el hijo de Vicente de Montesdeoca cuyo haplotipo, como ya dijimos, es R1b1b2a1a2. Tenemos pues a dos personajes homónimos a mediados del XVI: uno, con la preposición de delante del apellido, es hijo de Vicente de Montesdeoca y Juana Hernández; el otro, Montesdeoca a secas, no tiene ascendencia conocida, por el momento.
Quizá este Francisco pueda ser, es solo una conjetura, un hijo del conquistador de Gran Canaria y de Tenerife llamado Antonio Montesdeoca que según Cebrián Latasa era natural de Villanueva del Bierzo y que casó con Ana de Tamariz, hija de Antonio Luis de Tamariz y de Luisa Fernández de Vera según genealogistas locales.
De la descendencia conocida de Francisco Montesdeoca y Ana de Miguel puede inferirse que la pareja contaba con sobrados recursos pues su hijo Diego, por quien sigue la línea, casaría con Margarita Rodríguez Travieso que fue enterrada en Arucas en 1618 en sepultura propia; y su hija, Juana Montesdeoca, contrajo matrimonio con el capitán Baltasar González, hijo de Ana Sánchez y nieto materno de Juan Pérez de Villanueva y María Sánchez de Ortega, fundadores de la villa de Teror.

4. MANUEL PÉREZ GONZÁLEZ

¿QUÉ SABEMOS DEL HAPLOTIPO E1B1B1?
E1b1b es el más común de los haplogrupos en África del norte. Se originó hace unos 20 mil años durante el culmen de la era glaciar. Hay ramas comunes que se pueden localizar en torno al Mediterráneo, Próximo Oriente y asimismo Europa oriental. Una de esas ramas es el haplotipo E1b1b1 que se originó en un grupo de personas que vivían en África oriental.
Miles de años después hombres que portaban ese haplotipo se desplazaron por el norte de África donde hoy constituyen el grupo dominante. Algunas de esos grupos humanos volvieron a salir de África de manera que ramas distintas de E1b1b1 pueden ser observadas hoy en poblaciones del norte y oriente de África así como en Próximo oriente y Europa Oriental. Bereberes, griegos, albanos, y judíos ashkenazi son algunas de las poblaciones representativas.

¿QUÉ SABEMOS DE GONZALO BRAVO?
Gonzalo Bravo según nuestras pesquisas en los protocolos de Tenerife es un zapatero y comerciante de materias primas relacionadas con la artesanía del calzado (corambre, zumaque, etc.) y marchante de caballos y machos cabríos, presumimos que ya viejos, para aprovechar su piel. Aparece documentado en los protocolos de La Laguna desde 1520 hasta 1534 en que nos desaparece su pista. No sabe firmar.
Compró casas en La Laguna en 1523 junto a la Calle Real, hoy San Agustín. En 1552 se señala en una tazmía (una especie de censo de población y del grano almacenado en las casas) que allí residía la mujer de Gonzalo Bravo y otra persona que puede ser su hijo. Se supone que Gonzalo ya había fallecido por entonces.
Un testimonio contra él por asar carne a la manera judía se recoge, a 3 de mayo de 1521, en la siguiente publicación de la Universidad de Toronto “Jews in the Canary Islands: Being a calendar of Jewish cases extracted from the records of Canariote Inquisition in the Collection of the Marquess of Bute”.
Christóbal de Lara (natural de Gibraleón) declara que un día cuando este testigo y otras personas iban asar un cuarto de cabrito, Gonzalo Bravo se los quitó de las manos y cortó el tendón de la pierna sin saber por qué lo hizo. Cuando este testigo vino a las Islas Canarias iba un día a asar una pierna de cerdo y recordando aquello dijo “Quitémosle el tendón” después de lo cual un hombre que estaba presente exclamó: “Entonces tú eres judío” y explicó que esa era una costumbre judía. Y que este testigo sabe que el dicho Gonzalo, su padre, Joan Díaz, y su hermano vivían juntos sin que hubiese mujer alguna en la casa hasta que el hermano trajo a su esposa hace unos dos años y que allí en Tenerife ellos son tenidos por judíos”
Las expectativas de haber localizado un ancestro guanche se desvanecen. Joan Díaz y sus hijos, Gonzalo Bravo y Diego Díaz, constituyen una familia judeoconversa dedicada a la artesanía de zapatos y a la venta de cueros que llega a Tenerife a comienzos del siglo XVI, huyendo más que probablemente de las persecuciones del Santo Oficio.

II. MARCADORES AUTOSÓMICOS
La composición ancestral es una herramienta de 23andMe que nos indica qué porcentaje de nuestro ADN proviene de cada una de las 31 poblaciones del mundo por ellos hasta el momento estudiadas. Este análisis incluye el ADN que recibimos de todos nuestros ancestros, tanto por línea materna como paterna, en cualquiera de las ramas del árbol. El resultado refleja donde vivían nuestros ancestros hace 500 años antes de que los barcos empezaran a cruzar los océanos.
En el gráfico adjunto se reflejan los estudios autosómico de mis dos hijos y el de sus dos abuelos. Los datos globales atestiguan un origen mayoritariamente europeo proveniente de poblaciones sureuropeas, esencialmente ibéricas que, como hemos podido comprobar en algunos linajes, saltan a las islas desde puertos andaluces a finales del siglo XV o principios del XVI.
Asimismo reflejan la presencia de ancestros africanos en porcentajes inferiores al 10% repartidos no equilibradamente entre la ascendencia norteafricana que es dominante y la subsahariana. Con estos datos y nuestros conocimientos sobre el tema, se nos hace difícil distinguir entre la población indígena que permanece en las islas y la población esclava capturada en las costas africanas próximas.
Sabemos que en la población prehispánica coexistían marcadores norteafricanos y subsaharianos, es decir que el mestizaje ya era característico de aquellas poblaciones antes incluso de la conquista y colonización de las islas y también, porque de allí provienen, era igualmente característico de las poblaciones del Magreb antes de la islamización del territorio.
Estimamos, a partir de la base de datos de 23andMe en las que hemos tenido acceso a los estudios autosómicos de una decena de canarios por los cuatro costados, que esta composición, aun siendo consciente de un marcado sesgo eurocéntrico de las líneas de investigación de esta empresa, es la propia de la ancestralidad canaria, es decir que nuestros antepasados, en cuanto a su componente europea, son mayoritariamente ibéricos (castellanos y portugueses) y en pequeña medida itálicos; y que todos los canarios tenemos ascendencia africana sin que pueda delimitarse bien qué parte de dicha ascendencia se corresponde con la población indígena y qué parte de ella se corresponde con la población esclava.
En relación a este último aporte histórico, la población esclava morisca resulta ser en parte rastreable, genealógicamente hablando, pues no es infrecuente encontrar en documentos de los siglos XVI y XVII referencias a esposas moriscas, algunas de las cuales portan el apellido Blanca que las identifica como esclavas, que son o que fueron antes de ser ahorradas, de raza blanca. Más difícil de rastrear es sin duda nuestra ascendencia de esclavos negros por absurdos empeños de ocultamiento de dichas raíces.
¿SABEMOS ALGO DE NUESTROS ANCESTROS SUBSAHARIANOS?
En nuestra familia hemos podido por el momento localizar la referencia a un esclavo que casa en Las Palmas a principios del siglo XVIII. Creemos que se trata de una persona mulata basándonos en ciertos rasgos fisonómicos de algunos de sus descendientes del siglo XX de los que conservamos fotografías. Sirva de muestra la foto adjunta en la que aparece mi tatarabuelo el majorero Agustín Domínguez Perdomo, descendiente del chasnero Pedro Domínguez, el héroe de Tamasite, con su hija Candelaria, hermana de mi bisabuela Agustina, vecinos del barrio de San Roque en los riscos de Las Palmas.
La esposa y madre de los representados, Teresa Socorro, de quien no conservamos imagen, es la que nos aporta esos genes subsaharianos que son seña de identidad de todos los canarios, aunque a alguno le cueste reconocerlo. Para nosotros es sin embargo un orgullo contar con esa dosis de africanidad como se puede comprobar en los versos que resumen el contenido de mi obra poética “Romancero Sureño”:
El sur es pasión, sexo, amores y tristezas compartidos, poesía de la vida.
Es sur es compromiso docente y apuesta decidida por la cultura y las artes.
El sur es mi patria atlántica con un faro en La Orchilla y el otro en La Entallada.
El sur es acogida a los de afuera, rebeldía, indigenismo, africanidad.

Iª del Sagrario 26 de julio de 1708 Matrimonio de Isidro de Torres, esclavo de don Juan de Torres, presbítero de esta ciudad, y Juana Lorenzo, natural de la isla de La Palma.

III. ALGUNAS CONCLUSIONES DEL TRABAJO
Las siguientes notas tan solo pretenden ser apuntes personales para un ensayo que tengo en mente escribir sobre ancestralidad (permítanme el neologismo) y genealogía canaria.
DIFICULTADES ENCONTRADAS
Uno de los aspectos más relevantes de nuestra modesta investigación ha sido la comprobación de la dificultad de cruzar el océano tenebroso del siglo XVI para alcanzar la generación diana del 1500. La escasez de fuentes es la clave pero hay también que considerar otro impedimento no menos importante: una parte significativa de aquella población estaba integrada por esclavos. Primero fueron indígenas, en su mayor parte ahorrados por la solidaridad de sus congéneres de los bandos de paces o por la “benevolencia” de sus amos después de años de explotación. Posteriormente serían africanos, como resultado de las cabalgadas a Berbería o de las compras a traficantes portugueses. Evidentemente las líneas que se corresponden con estos últimos pobladores, como ya se ha planteado, suponen en la práctica genealógica la imposibilidad de continuar el estudio no solo por la escasez de datos sino especialmente por la incertidumbre de los mismos.
Otro hecho que queremos destacar es la mayor trazabilidad de los linajes paternos a pesar de que estos son obviamente los de menor fiabilidad (Bien le decía mi abuela a mi madre: “Los hijos de tus hijas, nietos míos serán; los de tus hijos, lo serán… o no”). Calculan los expertos que por término medio una de cada 20 paternidades es falsa. Los varones a pesar de esa debilidad son sin duda más visibles en la documentación del siglo XVI que se protocola en las escribanías como es propio la nueva sociedad patriarcal que impone el cristianismo. Aunque las mujeres son cabezas de familia en algunos linajes isleños, pongamos como ejemplo a Lucía Hernández en los predios del Señorío de Agüimes, lo cierto y evidente es que hemos tenido muchos más tropiezos para alcanzar la generación diana en los linajes maternos que en los paternos.
Dos de los cuatro linajes paternos objeto de este estudio han alcanzado los albores del XVI con Vicente de Montesdeoca y Salvador Bravo a la cabeza. En el caso de Francisco Montesdeoca estamos tan solo a un paso de completar el cuadro. Sin embargo aún no hemos podido alcanzar el 1500 con ninguno de los cuatro linajes maternos que estudiamos aunque ciertamente estamos muy cerca de conseguirlo con la agüimense Leonor de la Peña, con relevantes pistas acerca de su origen que nos conducen hacia una familia de Fuerteventura afincada en Gran Canaria después de un asentamiento previo en Tenerife.
No cejamos sin embargo en la búsqueda de estas genuinas raíces maternas por lo que hacemos una llamada encarecida a los genealogistas amigos para recabar su ayuda de modo que podamos culminar los linajes, por el momento truncados, de la cumbrera Leonor Flores, de la terorense Leonor de Ojeda y especialmente de la tirajanera Ana de los Reyes Hernández que por ser nuestro linaje materno concentra nuestras pesquisas desde hace años.
A propósito de los saltos entre islas hay que decir que estos han sido la cruz de muchos estudios genealógicos. Muchas líneas se han perdido o han desbarrado por la dificultad de trazar dichos saltos. Esto suele darse por la excesiva especialización insular de los investigadores. Recordemos los ejemplos planteados en algunos de nuestros trabajos en relación con los apellidos Mena, Miranda o Domínguez. En este estudio hemos podido contrastar, además del “salto” de los Galán-De la Peña ya comentado, el de los Pérez Bravo desde Tenerife a Fuerteventura, motivado según la leyenda familiar por una huída de la justicia tras una reyerta, y la posterior migración contemporánea hacia Gran Canaria de uno de los descendientes del evasor atraído por la riqueza que generan los trabajos portuarios y las industrias anexas (tabaco, salazón, etc.).
A pesar de la disimetría de la trazabilidad por sexos que hemos observado, hemos de reconocer que el medio insular, así como el buen estado conservación de algunos archivos, son una suerte para los estudios genealógicos canarios, en comparación con la Península, habida cuenta de la endogamia ininterrumpida de casi cinco siglos que caracteriza a la población de las islas. Ha habido a lo largo de ese tiempo muchas salidas hacia América pero muy pocas entradas (los vilipendiados funcionarios reales o eclesiales) desde la gran irrupción colonial cuyo punto culminante se sitúa justamente en torno al 1500, fecha que no por casualidad es el objetivo de nuestro estudio.
CÓDIGO ÉTICO-GENEALÓGICO
La investigación genealógica es una profesión de futuro. En la medida en que asciende el nivel cultural de la población canaria se eleva igualmente el interés por las raíces históricas familiares. Necesitamos genealogistas avezados con conocimientos de historia, paleografía, toponimia, informática, archivística etc., es decir, hombres o mujeres ilustrados que ofrezcan sus servicios en ese mercado emergente con acuerdos de colaboración recíproca entre investigadores de las distintas islas y el compromiso ético con sus clientes de asegurar la fiabilidad científica de sus entronques.
Más vale un linaje truncado que un linaje trucado” es un buen lema para proceder con paciencia y profesionalidad en este campo pues una línea parada puede recuperarse tiempo después gracias a publicaciones de expertos o a la aparición de nuevos datos en investigaciones colaterales que resuelven tardíamente los entuertos. Lo importante es que el árbol genealógico crezca equilibradamente por todas sus ramas cuando ello es posible.
A propósito de todo esto, no entendemos el afán de muchos aficionados a la genealogía por seguir exclusivamente la línea paterna que se identifica con su primer apellido. Han podido comprobar en nuestro estudio que, en ninguno de los linajes paternos trazados hasta el 1500, los varones portan el mismo apellido que sus descendientes de principios del XX y mucho nos tememos que esto puede ser un hecho generalizable con la excepción de ciertos mayorazgos. Mi abuelo paterno Rafael Hernández confluye once generaciones atrás en Vicente de Montesdeoca y el abuelo materno de mi esposa, Manuel Pérez, desemboca en doce generaciones en Gonzalo Bravo,.
En ambos casos hemos podido comprobar curiosamente que el apellido que ha llegado nuestros días es el de las esposas de algunos de los eslabones de la cadena: Juana Hernández fue efectivamente la esposa de Vicente de Montesdeoca del mismo modo que Juana Pérez lo fue de uno de los nietos de Gonzalo Bravo. ¿Qué sentido tiene en el mundo de hoy seguir en exclusiva los linajes agnados cuando esa herencia solo encuentra eco en las obsoletas costumbres de la aristocracia? La genealogía canaria tiene que asumir la integralidad de los árboles con el objetivo de que todas sus ramas alcancen si es posible el 1500. Los ancestros de entonces lo serán de todos los canarios en general y también de todos, no es exageración, en particular. Así se hará historia con minúsculas y, con la puesta en común de las investigaciones, Historia con mayúsculas.
Volviendo a los apellidos, señalaré por clarificar más el asunto, que en mi opinión son tan importantes los apellido paternos como maternos en cualquiera de los peldaños de la escala. Los apellidos concretos no dicen nada de nuestras raíces. De hecho en mi árbol genealógico son ya más de mil los que penden de sus múltiples ramas y todos son, desde el punto de vista del aporte genético, igualmente importantes.
Es razonable por tanto pretender que los trabajos genealógicos atiendan a la integralidad de los dragos de familia y no exclusivamente a la línea agnada masculina. Siempre habrá alguna rama que quede truncada para siempre, como cuando aparece un expósito o un esclavo no reconocido, pero esto forma parte de la realidad de todas las familias por muy ilustres apellidos que estas lleven, apellidos que en muchos casos han sido comprados y vendidos a través de, ventajosos para unos y lucrativos para otros, contratos matrimoniales. Son gajes del oficio.
Hemos de poner especial cuidado por tanto en tratar de esclarecer en las ramas que se corresponden con familias pudientes los fraudes genealógicos perpetrados, cuestionando limpiezas de sangre, informaciones de nobleza y otras pruebas practicadas a lo largo de la edad moderna que se nos presentan ante nuestros ojos como verdades incuestionables y que hoy sabemos que fueron realizadas las más de las veces con testigos untados. En nuestro propio árbol, Canarii Family Tree, hemos podido demostrar, por ejemplo, que los Castrillo, que eran judeoconversos en origen, llegaron a ser, invirtiendo sus dineros oportunamente, comisarios del Santo Oficio, inquisidores y hasta caballeros del Hábito de Santiago. Asimismo, descendientes de nuestro antepasado Vicente de Montesdeoca, igualmente judeoconverso, llegaron a ocupar, a pesar de su origen plebeyo, lucrativos oficios públicos, comisariados del Santo Oficio y elevadas prebendas en el cabildo catedral, enlazando sus descendientes con familias de alcurnia. El dinero todo lo puede.
DESARRAIGO Y SOCIEDAD DE FRONTERA
Manuel Alemán en su libro “Psicología del hombre canario” nos habla de Canarias como una “sociedad sin padre” porque en ella, nos dice, está roto el principio de seguridad, de confianza básica, de estabilidad sicológica. Canarias desde su génesis primera, a raíz de la conquista, nació y vivió en desarraigo. Y define este autor el desarraigo como un fenómeno de desplazamiento que supone la pérdida de los marcos habituales de relación reemplazados por otros escenarios extraños y otros esquemas de vida, sin que la persona haya encontrado sus propias coordenadas.
Los estudios genealógicos confirman esos desgarramientos en aquella sociedad de frontera del 1500. Desarraigados debieron sentirse los que llegaron de fuera para conquistar las islas por la fuerza de las armas o colonizar este territorio tan fragmentado y orográficamente tempestuoso, tan distinto al de sus países de origen. Especialmente difícil tuvo que ser la adaptación al medio de aquellos pobladores, castellanos y portugueses, que llegan huyendo de la Inquisición. Han de ocultar su origen, han de cambiar sus costumbres, han de renegar de su Dios. Son labradores especializados, comerciantes y artesanos, gente en general emprendedora que se afinca en las islas para empezar una nueva vida con constante temor a las persecuciones.
La expresión sociedad sin padre también refleja el desarraigo de los indígenas. Desde el siglo XV con la conquista de las islas señoriales los varones son masacrados o vendidos como esclavos dejando en su tierra mujeres y niños. Son los objetivos confesos de los conquistadores betancurianos y más tarde castellanos que consiguen con tal acierto que en menos de un siglo las familias de las islas, aunque mestizas, ya no recuerdan su pasado indígena.
Con la conquista de las islas de realengo los esquemas cambian por la existencia de bandos de paces que establecen pactos previos con el conquistador. Como resultado, la nobleza indígena de dichos bandos colaboracionistas va a permanecer como hombres libres en las islas pero será objeto de un brutal desarraigo siendo forzada al abandono de su religión y de su lengua y también al destierro interior. Los nobles del reino de Gáldar, con la excepción de las 40 familias amparadas por el guadarteme converso, serán obligados a desplazarse a Tenerife y La Palma. Nobles guanches de los bandos de paces de Tenerife serán obligados a instalarse en las tierras más ásperas de las cumbres y comarcas sureñas de Gran Canaria donde mantienen formas de vida pastoriles durante muchas generaciones.
Aunque no es exactamente lo que quiso decir Manuel Alemán, podríamos hablar de que también existió en las islas de realengo un genocidio masculino. Muchos indígenas van a ser forzados al destierro exterior y, aun con la consideración de hombres libres, serán desplazados a Sevilla para ser enrolados en las campañas granadinas. Más tarde los indígenas varones y sus descendientes serán enrolados en las expediciones a Berbería y a Tierra Firme (África y América). Así se explicaría el fenómeno recientemente observado por los genetistas de que los genes indígenas asociados al cromosoma Y son muy escasos en la población histórica y siguieron decreciendo hasta verse reducidos a un pequeño porcentaje en la población actual, en la que sumando aportes moriscos e indígenas, no alcanzan la sexta parte del total (17%). Unos y otros, como hemos descrito, beben de la misma fuente norteafricana representada en los haplogrupos paternos E1, I, J, K, P e incluso R1b.
No ocurre lo mismo en los linajes maternos en los que los genes africanos superan la mitad de la población histórica y que hoy siguen al alza. Los estudios publicados de ADN mitocondrial reflejan efectivamente una importante presencia de genes aborígenes tanto en la población histórica como en la población actual. Sin embargo, nosotros pensamos que los expertos confunden genes aborígenes con los propios de la población esclavizada. En los linajes maternos la fuente común del mestizaje en origen en tierras norteafricanas nos refiere la presencia de los haplogrupos H, CRS, V, J*, H, N1b, L3, U* y las variantes específicas U6b y U6c que son las únicas que certifican una ancestralidad indígena.
Dentro de aquella sociedad de frontera, es una evidencia que el grupo humano más desarraigado lo constituyó la población esclava negra. Los genes no les permitieron pasar desapercibidos como pudo ocurrir con la población plebeya indígena y con los esclavos moriscos cuyos rasgos no debían ser muy diferentes al de los castellanos del sur de la Península después de siete siglos de islamización. Los esclavos negros serán objeto durante siglos de una cruel explotación pero aquí están, presentes en nuestra sangre, para recordarnos la barbarie del tráfico de seres humanos que ha pervivido hasta tiempos relativamente recientes (la mayoría de los canarios, entre los que me incluyo, tenemos genes subsaharianos)
ANCESTRALIDAD CANARIA
Con todo lo dicho estamos en disposición de concluir que el archipiélago ha sido y es un crisol de culturas euroafricanas que provenientes del Mediterráneo norte y el Mediterráneo sur han cruzado las columnas de Hércules hasta alcanzar nuestras islas. Es por ello que en tono de humor propongo denominarlas Islas Atlanterráneas. Después de todo van a tener algo de razón, si no geográficamente al menos culturalmente, los mapas franquistas que situaban a este archipiélago al sur de las Baleares.
No en vano, durante milenios, las armadas fenicio-púnicas, romanas, árabes, mallorquinas, portuguesas e incluso castellanas realizaron expediciones hasta Canarias, con anterioridad a la conquista de las mismas, siendo responsables las más antiguas (púnicas y romanas) de los primeros asentamientos en el primer milenio A.C al trasladar en sus barcos desde África del Norte en distintas oleadas a los primeros colonos que más tarde conformarían la población indígena.
Luego, tras la conquista europea, normandos, castellanos, portugueses, genoveses, flamencos, etc., mezclarán su sangre con la población superviviente y con la población esclava norteafricana que vino a reemplazar a la autóctona como mano de obra servil. Esto es un balance muy sucinto de lo que significa la canariedad: un amplísimo mestizaje como seña inequívoca de identidad.

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