JUAN M. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
Antecedentes
Es frecuente que un aficionado a la Historia de Canarias, que considere todas sus vertientes, se interese por lugares emblemáticos que un día fue casa de retiro de familias de cierto rango noble en nuestras islas y en concreto Gran Canaria, a cualquier visitante sensible a la historia y la genealogía no puede sustraerse a estos conjuntos arquitectónicos todavía conservados en lo que se refiere a sus elementos más genuinos. Una estancia en estos centros reconvertidos en Casas Rurales, que mejor consideraríamos de retiro y descanso, alejadas de los polos turísticos convencionales por excelencia en nuestra isla de Gran Canaria que cuenta con lujosos hoteles frente a doradas playas y límpidos mares azules que, desde luego, representó y representa el motor de nuestra economía (Riedel, U. 1972), si bien aquellos descritos como alojamientos de tipo rural, que todavía representa una ínfima parte de esta industria, van ganando terreno por ofrecer quizás otra clase distinta en la concepción del servicio y formar parte de lo que ahora se ha dado por llamar “turismo sostenible” que cada año cuenta con mayor demanda, sobre todo en cierto sector del turismo europeo que eligen el senderismo y la curiosidad por la biodiversidad de cada país o región con el fervor de visitantes que sufre duros inviernos en sus países de remisión, y que atañen no solo a una percepción cívica sino al intercambio cultural, y que beneficia de manera ostensible a los sectores agrícola e industrial de la isla. Realmente se trataba de restablecer los esquemas del alojamiento del incipiente turismo que recalaba a las islas desde las postrimerías del siglo XIX, con el arribo de visitantes ingleses, franceses y alemanes en su mayoría, que se instalaban en casas de campo o en aquellos escasos alojamientos de pensión que existían en Canarias y que buena parte de ellos fueron creados y explotados por estos foráneos ya establecidos que con la visión y la perspectivas del crecimiento de estas visitas se restauran antiguos caserones como establecimientos de estas características (González Lemus N. y Miranda Bejarano, P.G. 2002), o en su caso se construyen hotelitos en distintos puntos de nuestra geografía insular, dedicados esencialmente a acoger a estos europeos septentrionales que venían buscando la bondad del clima y los pintorescos paisajes solo modificados por una agricultura conservacionista y de primor, habría que añadir también a aquellos que acudían a las islas con misionesde exploración y/o científica de los que existe amplia documentación (Herrera Piqué, A. 1987).
Con una generación de emprendedores surgidos de distintas clases sociales con un afán de reconversión de inmuebles históricos, casas de labranzas, alpendes restaurados, etcétera, en las postrimerías del siglo XX se multiplican y representan en la actualidad negocios, así como fuentes alternativas de ingresos. Pionero de estos albergues Rurales es la conocida como Casa Roja, el rojo inglés tradicional en este tipo de casas coloniales, cito en la finca de los Manrique de Lara en el fértil y subtropical Valle de Agaete, ejemplo de reconversión de casa solariega que supuso un revulsivo para la propia explotación agrícola que la alberga. Restaurada su primitiva estructura por un arquitecto modernista de prestigio, que en apartados posteriores detallaremos, junto a otras circunstancias que atañen a sus características arquitectónicas, agronómicas, de propiedad, genealógicas, y así como algunas anécdotas y circunstancias, de sucesos y tradiciones particulares que envuelven el lugar con un áurea de romanticismo y escenario de entrañables encuentros familiares, y del tránsito de personajes relacionados con muchos aspectos de las influencias renovadoras de una sociedad que evolucionaba tanto en el aspecto social como cultural. Desde insostenible economía agraria por factores de todo tipo y especialmente las disponibilidades de riego, es un milagro desde la sensibilidad y la conservación, en muchos casos, valores que como reservorio respetaban y admiraban aquellas conciencias de manera atávica nuestras reliquias acervo-culturales. Esto lo debemos en gran parte a Don Agustín Manrique de Lara y Bravo de Laguna con esta increíble visión como uno de los primeros promotores de algo que suponemos que en su fuero más íntimo tal reconversión acarrearía algún grado de nostalgia pero que, por la expectativa de la supervivencia de su legado, vislumbró un futuro de continuidad como centro vacacional respetuoso con el entorno de su herencia, y con perspectivas de largo recorrido. Y si existieron herejías en cuanto destrucción de nuestro patrimonio tristemente anotadas fue consecuencia de la imperiosa modernidad, con la consecuente desaparición de otras casas solariegas semejante a las que nos ocupa y que formaron parte de nuestro patrimonio histórico, pero este no es el caso afortunadamente, en donde algunas casas remozadas y cuidadas con propio peculio formaron parte, algunas de ellas, del legado museístico insular, y como demostración singular la casa de Teror del Patrono de la Virgen del Pino dedicada por Don Agustín para estos fines, con una decoración que nos da una visión etnográfica y cultural que abarcan desde el siglo XVII al XIX (Hernández Jiménez, V. 2002). El entorno era desde tiempos de la conquista un paraje privilegiado, al concurrir en este cerrado Valle, que al final se abre como una amplia caldera (Betancort Lozano, J. F. y Álamo García, C. 2015), una
Don Agustín Manrique de Lara: atributos de bonhomia
Agustín M.L. Acrílico Manuel Ruiz |
Poco podremos añadir de la vida y casi milagros de D. Agustín Manrique de Lara, Procer et egregius civis, devoto de los recuerdos familiares que enalteció con su esmero y cuidados, no por el prurito de su hidalga descendencia (Rodríguez Rodíguez J. M. y Egea Molina E. 2022), que a veces le traía sin cuidado porque era una responsabilidad inherente: Nobleza obliga, dada su rancia familia a partir de un comerciante burgalés afincado en Gran Canaria vinculado a importantes familias con florecientes negocios establecidas en la isla y algunas de acendrado abolengo (Lobo Cabrera, M., 1990); y por tanto no era una preocupación preferente, sino aprehendida por ese tránsito a través de los recuerdos de una feliz infancia, rodeado de “niñeras” que le inculcaban el respeto a los símbolos entrañables de una cuna que aunque previlegiada, no exenta de calidades humanas y trasunto con los más desfavorecidos de su entorno, solo había que asomarse a los aledaños de sus casa, estos fueron los verdaderas previlegios de su popularidad y perfil “veguetiano” y de su trato afable con la gente del común de los que se sentía formar parte. Tuvo una buena formación desde joven que completó en Londres destino que le asignó su padre, quizas con el propósito pensamos de perfeccionar el idioma y de camino recibir cierta intrucción sobre asuntos de exportación e importación como destino entonces de nuestras frutas, y donde ya existia un desembarcadero como descarga: el Canary Wharf, extremo este sin confirmar pues carecemos de datos fehacientes, quizas estuvo como residente en algun College privado exclusivo, pero no descartamos que entonces en esa época con el menudeo y gestiones mercantiles de canarios en la City a cuenta de la recepción de fruta, algún contacto supondremos que hubo como podudiera ser el caso de alguna recomendación o carta de presentación si tenemos en cuenta que se incluian entre los receptores a sus pariente los del Castillo, de todas maneras se trata de cábalas y suposiciones del autor. Siempre se relacionó con la cultura y artes plásticas que incluían literatura, pintura y la imaginería, relacionado constantemente con creadores y genealogistas a los que dejaba hacer en sus arcanos archivos, que abria a su amigo el historiador, memoralista y letrista Néstor Álamo, cronista oficial de la ciudad y de Teror, a quien le unía amén de estrecha amistad mutua admiración, y compartían muchos aspectos de la vida social y cultural de la ciudad como serían su pertenencia a la junta directiva del Gabinete Literario además de miembro de Honor, y que este poligrafo además de ser valedor de su ganada hidalguía, quizas algo que puede parecer haalagador, eran para Don Agustín más decisivas aquellas inclinaciones que lo elevaba a las mas noble categoría de mecenas, tuvo contactos y amistad con diversos pintores y escultores entonces de prestigio en Canarias y a nivel nacional como serían entre otros César Manrique, José Dámaso, Jesús Arencibia, Manolo Millares, Concepción, Ruiz, Álvarez, Oramas, del Castillo Olivares, Alberto Manrique, Juan Luis Egea, Plácido Fleitas, Felo Monzón, Lola Massieu, Miró Mainou, Carmen Cólogan, Martín Chirino y un largo etcétera, con asistencia a exposiciones y adquisición de obras que sirvieron en muchos casos para decorar inmuebles de su propiedad. Se contaba que en su casa Patronazgo de la Virgen del Pino en Teror (Programa de las Fiestas del Pino 2003), Patronato que entonces ostentaba Don Agustín, hasta altas horas de la noche y parte de la madrugada se reflejaban débiles y sesgadas luces procedente del interior y que reverberaban en el bruñido pavimento de la acera, y en donde en alguna habitación Néstor Álamo consultaba en legajos y partidas todos aquellos sucesos y datos importantes que podía entresacar entre líneas, no sólo que atañese a rasgos genealógicos de Don Agustín y su familia, sino de sucesos relevantes en el conjunto histórico canario. Don Agustín además de tener el honor vitalicio de Patronazgo de la Virgen del Pino, que paralelamente como camerista de la Virgen ejercía una dama de la aristocracia canaria, en este caso lo ostentaba su prima Doña Mª del Carmen Bravo de Laguna condesa de la Vega Grande (Rodríguez Díaz de Quintana, M. 2021). Fue profundamente religioso y que nosotros contemplamos como una herencia más de su marcada tradición familiar, ya su padre Don Francisco fue un hombre devoto y destacado personaje promotor y mantenedor de la Semana Santa de Vegueta, tanto el padre como su hijo posteriormente, su padre murió relativamente joven, se implicaron en todo aquello relacionado con las organizaciones de tales eventos y sería prolijo aquí mencionar sus curriculum honorifico relacionados con las distinciones que en este ámbito recibieron. Así los encontramos en los distintos actos de organización y manifestación religiosas de culto como serían las alfombras del Corpus Christi y procesiones de Semana Santa y otras de intraculto. Se mantiene en la actualidad el tradicional recorrido de todas estos “pasos” delante de su casa solariega con fachadas a las calles Reloj, Chil y Espíritu Santo, circuito irrenunciables en cada Semana Santa, casa de tipo modernista que perteneció en otra época a la familia Quintana, situada frente a la que fue de Don Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara, su tío, prócer canario y diputado en Cortes (Herrera Piqué, A. 1997). Particularmente siempre recordaremos a Don Agustín alrededor de los preparativos y ornamentos florales en los tronos que albergan las tallas del Cristo y la Dolorosa de Luján Pérez en la Catedral de Santa Ana. Su vida como heredero de grandes propiedades que incluían en su mayor parte explotaciones agrícolas, estuvo relacionada básicamente con la gestión en tal actividad que, aunque fue en decadencia, casi le dedicó su tiempo hasta las postrimerías de sus días, si exceptuamos desde luego entre otras actividades relacionadas con el turismo, fundamentalmente rural, como hemos glosado en los antecedentes, y en varios proyectos que continuaron sus hijos en vida de Don Agustín. Según los que lo conocieron, fue un hombre culto y refinado reconocido por su marcada conciencia social y cristiana tuvo siempre comportamiento ejemplar, porqué siempre se avino de manera razonable y comprensible a la fortuidad de los tiempos, ostentó el cargo de concejal síndico en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, suponemos movido y relacionado por su principal actividad agraria (Doreste, L.A. 1999). Gozó en democracia con la amistad de politicos grancanarios de uno y otro signo, entre ellos con Juan “Juanito” Rodríguez Doreste alcalde de Las Palmas de Gran Canaria y convecino en su juventud de la calle de Reyes Católicos, este personaje tuvo mucho trato con Don Agustín relacionados con posterioridad y fundamentalmente en actos civícos y artísticos, también incluimos en esta nómina de allegados y convecino de Vegueta a Jerónimo “Momo” Saavedra Acevedo, presidente del Gobierno Canario, ministro del Gobierno de España y, posteriormente, también Alcalde de nuestra ciudad, su propio hijo mayor Francisco José fue un destacado político, como señalaremos en otro apartado sobre su descendencia, circunstancia que creó un clima de respeto hacia estas renovadas instituciones, decidido partidario del aperturismo necesario hacia las instancias europeas que pensaba debíamos pertenecer sin dilación.
Procesión del crucificado del imaginero Luján Pérez |
La casa y explotación de las Longueras, historia y descripción
La casa de la finca de las Longueras en el Valle de Agaete, situada a pocos kilómetros de la Villa, en principio se trataba de una construcción típica de casa de labranza situada en medio de la explotación en uno de los márgenes del barranco, pero que a su vez constaban de estancias apropiadas para sus dueños que se trasladaban con determinada frecuencia, según avatares del tiempo y exigencias administrativas, a sus propiedades muy distantes de sus viviendas en la capital y separadas por viajes tortuosos dadas el estado entonces de las comunicaciones (Navarro, D.J. 1977), ya sea para comprobar el estado de las explotación, pagar a empleados, dar diversas instrucciones y a la vez disfrutar de una temporada en el campo rodeados de sus parientes y solazadas por las labores propias de la agricultura: este era el modelo o esquema clásico que seguía en aquella época todas aquellas familias de la burguesía y propietarias de sobrados terrenos en la isla. Predio de 173 hectáreas en la actualidad, después de algunas divisiones con otros herederos suponemos, si nos atenemos a la superficie primigenia apuntada más adelante con una sucesión aproximada de estas propiedades vinculadas al principio al Mayorazgo establecido por Francisco Manrique de Lara hijo del capitán Lorenzo Gesquier “el Mozo” y de Doña Blanca Manrique de Lara Amoreto, si bien se apuntan también “que a raíz de la desamortización de Mendizábal, a mediados del siglo XIX, el fructífero predio recayó en la heredad de Don Francisco Manrique de Lara, el más joven de los hijos del último Mayorazgo” (sic.), extremo este que no nos consta en los documentos consultados que fueran adquiridos como resultado de la Desamortización, pero si notorio que se ha mantenido con admirable integridad como ejemplo explotación en donde no se han regateado la inclusión de adelantos tecnológicos agrarios, y en donde en buena armonía se ha combinada, como hemos reseñados, estas instalaciones, cuidadosamente adaptadas, sin perder su peculiaridad señorial para visitantes que admiran la conservación compatible y sostenible pensadas para la comodidad y que sugiere sosiego y descanso para los que pernoctan en sus habitaciones cuidadosamente decoradas con toda suerte de mobiliario de tipo inglés y con una colección importantes de cuadros que cuelgan en pasillos y habitaciones de pintores importantes, entre otros César Manrique, Pepe Dámaso o Manolo Ruiz, y que redunda todo ello en fuente de ingresos para su mantenimiento y empleo amén de fructífero negocio para sus actuales propietarios y administradores, que han decidido mantener por todos los medios pese a las adversas circunstancias que últimamente se han sucedido antes y después de la última pandemia, histórica circunstancia muy decisiva para la resiliencia del personal y sus propietarios. Según el profesor Agustín Millares Cantero (1977), en uno de los capítulos que enriquecen especialistas modernos La Historia General de Las Islas Canarias de Agustín Millares Torres, nos dice: “Buena parte de los Mayorazgo pertenecientes a los Manrique desde el siglo XVIII confluyeron en el padre del terrateniente y político Don Francisco Manrique de Lara y Manrique de Lara (abuelo del Don Agustín Manrique de Lara y Bravo de Laguna), [le pertenecieron aquellos fundados por los siguientes ascendientes: el del canónigo D. Gregorio de Truxillo Ossorio y Vergara (1596), el del veedor D. Francisco Manrique (1699), (antes mencionado) el del Arcediano Luis Manrique (1749) y el de Elvira del Castillo-Olivares (1755)…]. Especial atención reclaman la hacienda del Valle de Agaete, latifundio platanero (entonces en tales fechas hoy dedicado fundamentalmente a cítricos y otros cultivos subtropicales) de 224 Ha. (…) También en Agaete por sus hermanas le perteneció el Chapín casi 9 Ha., y por compra el Cortijo de Tibicenas casi de 21 Ha. y media, con lo que pudo considerarse el primer propietario del término, al que seguían los Armas Merino (Gil Pérez, J. 2017; ), caciques locales y dirigentes del partido liberal (sic.) (Rivero Suárez, B. 1993). Si sumamos y restamos quedan en el camino 51 Ha. sin tener en cuenta las fincas de Chapín y Tibicenas. Suponemos como índice corrector otras divisiones o acuerdos entre herederos, el hecho es que ésta gran finca que todavía se mantiene sin segregar, llegó al padre de Don Agustín Don Francisco Manrique de Lara Massieu suponemos por adquisiciones y herencias, la de su padre a partir de su abuelo Don Agustín Manrique de Lara del Castillo, su prima carnal Mª Dolores Manrique de Lara y Cabrera, y sus hermanas Sebastiana y Luisa muertas sin descendencia. Corpus de bienes en parte procedente de los Coroneles de Fuerteventura y, por último, de su tía Doña Dolores Manrique de Lara del Castillo casada con el prócer Don Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara también sin descendencia, y que hemos ya mencionado a colación de su vivienda en Vegueta. Comprendemos que estas aclaraciones sobre el tema no ofrecen un interés central para el trabajo y más bien puede parecer confuso, pero del mismo se debe extraer fundamentalmente la conclusión como ésta y otras familias canarias distinguidas conformaban importantes latifundios por la acumulación de tierras por confluencia de herencias dentro de la familia.
Diseño de la casa: características exteriores e interiores
La casa “de campo” existente fue mejorada, construyéndose sobre sus restos que pudieron ser aprovechados como contramuros, ya que no fue totalmente derribada, se conserva la parte de atrás que da a la ladera sus características de tipo doméstico canario (Martín Rodríguez, F.G. 1978), la que fue reformada visible desde los caminos de entrada pone de relieve una magnifica mansión de marcado estilo colonial anglo-indio, que comenzó a reformarse y ampliarse en 1895, por iniciativa suponemos de Don Francisco Manrique de Lara abuelo de Don Agustín bajo el diseño del entonces arquitecto municipal y diocesano, el catalán Laureano Arroyo Velasco, que había ya desarrollado un ingente labor arquitectónica en la capital (Rodríguez-Díaz de Quintana, M, 1978; Hernández Lobo, A.R., 1992); apuntaremos algunas influencias en sus proyectos como uno de los pioneros de la introducción del modernismo en Gran Canaria, amén de su eclecticismo, recreaciones neoclasicista en sus trabajos y su inclinación por el modelo arquitectónico galo (Darias Príncipe, A.1991; Fraga González, C. 1990). Es una curiosidad en que modelos podría haber obtenido esta inspiración Don Laureano Arroyo para este proyecto que nos ocupa, algunos autores ven cierta influencia de las casas coloniales de tipo inglés que existían en Tafira, “el Monte”, y que se conserva todavía algún ejemplar evidentemente reformado. Entre otras novedades da una solución práctica a la accesibilidad de los dueños con sus carros o coches al amplio portal ajardinado que accede a un espacioso porche, con un frontis en forma de U como principal elemento destacable de las distintas piezas que conforman la construcción, abierta a un lateral del valle que destaca marcadamente como construcción casi milagrosa que destaca en el valle y hoy sirve como reclamo excepcional en la zona; amplios ventanales orientados al poniente y oriente, se sitúan en una especie de amplia torre cuadrangular en el piso superior a ambos extremos de la fachada, con tejado a dos aguas, que domina además parte de sus extensos cultivos. Quizás los más destacables son los amplios corredores del porche en la planta baja y que dan directamente al jardín con una serie de soporte o pie derechos de maderas torneados en facetas en donde también se adosa un barandal y sirven de sujeción a la vigas de la estructura del piso superior, entre los soportales parten de tramo final del fuste dobles arcos ojivales flotantes con tracería ornamental labrada con vanos, a manera de cintas desplegadas desde florones y entrelazadas, y es precisamente ese repertorio el que se relaciona con estilo e influencia hindú a lo que hace referencia en su catalogación estilística y recurrente en la simbología de la casa. Destaca en el piso superior sobre el porche, en la segunda planta, los huecos con una series de ventanas en disposición simétricas que nacen a partir de la cornisa corrida que mantiene los pie derechos o soportes, también con arco ojival y contraventanas clásica de bastidores de hojas con marcos acristalados y el limbo superior también acristalado, fijo y radiales, el antepecho es romboidal cruzado; el conjunto da la impresión de un diseño gótico-victoriano como denominan algunos especialista a este tipo de construcción a lo largo y ancho de las colonias inglesas que fueron adoptadas en esta época como una recreación modernista del estilo tudor, bastante original y muy en consonancia con la primera planta. La característica principal y que ofrece una sensación de continuidad son los jardines y arboleda que hace extensivo el porche con un excelente espacio para situar tresillos para tertulias, descanso y lectura. Otros laterales de la casa los consideraremos como de servicios además de aquellos volúmenes traseros que no rompen siquiera la armonía del edificio pero necesarios para fines residenciales, si exceptuamos desde luego la sencilla y amplia entrada escalonada con dos pilastras a cada lado, cuadrangulares y que terminan en punta de diamante, y en el lateral derecho continua ascendente en el camino exterior la capilla de sobrias líneas que consta de un pequeño (espadaña) campanario y cruz en el ápice, y que como ornamento destacable se sitúa sobre la puerta de la capilla bien visible el blasón tradicional de Manrique de Lara esculpido en piedra similar al de la fachada de la casa del Patronazgo de Teror (Gómez-Pamo y Guerra del Río, J. R. 1997).
Interior de la capilla |
Hay que hacer notar que fue una finca que fue lugar de encuentro y recreo durante muchos años de la familia, que solazaban en torno a sus magníficos cultivos, también como imaginario recurrente del paso de amigos, e invitados destacados en todos los ámbitos imaginables que abarcan un gran abanico de nuestra sociedad en general, y que no enumeramos dado que son recuerdos para que solo conserven en la más estricta intimidad sus descendientes. Sin embargo se considera como un gran suceso la filmación en la casa y sus dependencia, que Don Agustín puso a disposición desinteresadamente, la película La Umbría dirigida por Pepe Dámaso y cuya adaptación cinematográfica la debemos a Dámaso y Agustín Álamo, que fue médico en la villa, y la filmación a cargo del prestigioso cámara: Ramón Saldías, existe una placa conmemorativa en los jardines de este acontecimiento; filme de 1972 basado en la obra dramática de teatro que conserva el título del original de Alonso de Quesada (Rafael Romero), que el autor del film define como una realización vanguardista con tintes surrealista y percepción imaginativa, sobre la enfermedad, la vida, angustiosos espectros y con caracteres declamatorios según la obra plantea (Arencibia Cancio, E. 2018). Romero se basó en una historia que conoció en Agaete y desarrollada precisamente en esa casa pero que fue “totalmente” tomada de sucesos ocurridos en la familia de la esposa de Tomás Morales, Leonor Ramos Armas. César Manrique el amigo inseparable de Pepe se sorprendía de “la capacidad de asombro” que Dámaso en este film que tuvo transcendencia dentro del colectivo cinéfilo y fue un hito experimental dentro de nuestra filmografía canaria.
Los propietarios fundadores y descendencia de Don Agustín
A) Don Francisco Manrique de Lara y Manrique de Lara, hijo tercero de Don Agustín Domingo Manrique de Lara y del Castillo Ruiz de Vergara y de Doña María de los Dolores Manrique de Lara y Cabrera, sucedió en la representación agnada de la Casa mayor de Manrique de Lara por no haber dejado descendencia masculina sus hermanos Don Agustín y Don Pedro Francisco. Nació en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria el 20 de febrero de 1850, recibió las aguas bautismales en la parroquia de San Agustín el día 23 siguiente y murió el 15 de noviembre de 1924, casado desde el 25 de mayo de 1874 con Doña Otilia Eusebia Faustina Massieu y Falcón, de la noble Casa Massieu-Béthencourt, fue alcalde Las Palmas en 1891 (Fernández de Bethencourt, F., 1952, 1954, 1959, 1967), tuvo entre su numerosa prole a:
Dña. Luisa del Castillo |
- Don Agustín Manrique de Lara y Bravo de Laguna, nacido en Las Palmas el 18 de junio de 1909 y bautizado en San Agustín, que casó en La Orotava, el 9 de diciembre de 1932, con Doña María Luisa de Llarena y Cólogan, hija de Don Luis de Llarena y Monteverde y de Doña María Cándida Cólogan y Ponte, y fallece a los 95 años el 14 de noviembre de 2004, con el profundo pesar de sobrevivir a sus dos varones. Tuvieron por hijos:
1) Don Francisco José Manrique de Lara y Llarena, nacido el 12 de marzo de 1934, que cursa la carrera de Derecho en la Universidad de La Laguna. Casa con Doña Leonor del Rosario Benítez de Lugo y Benítez de Lugo, nacida el 27 de marzo de 1936 y bautizada en Santo Domingo en La Laguna, hija de D. Juan Ignacio Benítez de Lugo y Velarde y de Doña Leonor Benítez de Lugo García de Mesa, hermana del marqués de Celada, casados en La Orotava el 12 de mayo de 1917. Don Francisco José falleció en el 2002. Abogado de profesión fue Consejero de Justicia del Gobierno Autónomo de Canarias y Vicepresidente de la Mesa del Parlamento Canario. Hijos: Leonor, Mª Luisa, Elvira y Agustín Manrique de Lara y Benítez de Lugo que sigue por varonía la línea agnada de esta rama Manrique a partir de Don Francisco Manrique de Lara y Massieu, el hijo menor de Don Francisco Manrique de Lara y Manrique de Lara, Agustín, sucede a su abuelo Don Agustín en el Patronato de la Virgen del Pino, casó en 1989 con Mª Gómez-Acebo Calonge. La mayor de los hermanos Leonor casó con Ignacio Díaz de Lezcano, de una familia de arraigo en Gran Canaria, que descienden de Juan Siberio Lezcano Mújica Conquistador y repoblador de Gran Canaria que acompaña en distintas acciones a su primo el destacado capitán Miguel de Mujica que estaba al frente de dos compañías de vizcaínos (Álamo, N. 1959), sigue Elvira también casada y con descendencia y Mª Luisa igualmente casada y con descendencia.
2) Don Luis Ignacio, nacido el 25 de octubre de 1935. Casó el 18 de agosto de 1960 con Doña Elena Rodríguez de Azero y del Hoyo nacida el 21 de febrero de 1937 en San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, hija de José Manuel Rodríguez de Azero y Salazar y Doña Mª de las Nieves del Hoyo Solórzano y Machado, hija del marqués de San Andrés y vizconde del Buen Paso. Don Luis Ignacio falleció en el 2003. Como podemos penosamente comprobar su hermano Francisco José (conocido por sus amigos como Paco Pepe) y Luis Ignacio fallecieron antes que su padre, lo que fue desolador para Don Agustín dado que hasta el último momento conservó sus facultades cognitivas en muy buen estado para su longevidad. Luis Ignacio fue un significado empresario que llevo como una de sus actividades entre otras las explotaciones de cultivos para la exportación en el Cortijo de San Ignacio siguiendo los pasos de su padre, también creó un circuito-campo de golf en donde se incluye restaurante y ocio dentro del mismo, allí se erige una escultura de su busto en conmemoración y remembranza a este magnífico emprendedor fallecido como su hermano como hemos señalado en temprana edad. Hijos: Francisco, Elena y Mónica.
3) Doña María del Pino, nacida el 17 de diciembre de 1939, en Santa Brígida (Gran Canaria), como sus dos referidos hermanos, en la emblemática casona de estilo canario “San José de las Vegas”, restaurada por Miguel Martín- Fdez. de la Torre y su hermano Néstor, amigos de Don Agustín Manrique. Doña Mª del Pino casó con el arquitecto Don Ignacio Muñoz-Rojas de Alarcón en diciembre de 1961 en la parroquia de San Juan de Telde, Gran Canaria, hijo de Don Ignacio Muñoz-Rojas y Gonçálvez que fue subsecretario del Ministerio de Industria (1903-1978) y de Doña María Alarcón de la Lastra (1903-2002). Este matrimonio reconvirtió parte de la hacienda y casa solariega del Cortijo de San Ignacio, heredado por Doña Pino, en un magnífico establecimiento como Hotel Rural que incluye campo de golf, con un toque muy original que diseñó Don Ignacio, local de estilo austero y minimalista para estancias y retiro, y también preparados para celebraciones y eventos de distinta naturaleza. Es una casa típica con notables elementos canarios y parece que pertenecía como casa de campo y recreo a los antepasados de Don Agustín, que fue propiedad de los Jesuitas junto a todos los terrenos circundantes, de ahí el nombre de San Ignacio, y que después de la desamortización por diversos avatares pasó a la propiedad de Don Francisco y Doña Magdalena Manrique de Lara y Massieu, padre y tía de Don Agustín y por último a este (Álamo, N. 1963). Hijos: María, Ignacio, Marta, Mª del Pino, Rocío, Jaime e Isabel.
4) Doña María Manrique de Lara y Llarena, nacida el 12 de febrero de 1945 en La Palmas de Gran Canaria en la casa residencial de Las Palmas de Gran Canaria en Vegueta de Don Agustín Manrique, sito Calle del Reloj, casa que es hoy emblema residencial del prócer que nos ocupa. Casó Puchy, como la conocen sus más allegados, en la ermita del Cortijo de San Ignacio en Telde, en junio de 1980, con Don César Contreras Gayoso, del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, con muchos años en ejercicio y actividades relacionadas, hijo de María Gayoso Franco viuda de Contreras. Viven habitualmente en la capital de España, salvo temporadas intermitentes, así como disfrute de veraneos, en Gran Canaria en la mencionada casa matriz y en la hacienda de Las Longueras, casa solariega que nos ocupa en este trabajo, situada en el Valle de Agaete, reconvertida en Hotel Rural, que administra y supervisa este matrimonio, fruto de la herencia de Don Agustín, hotel pionero calificado en tales actividades dentro de nuestros alojamientos turísticos, de ocio y esparcimiento, que como ya hemos avanzado en los antecedentes, está destinado a un tipo de visitantes con inclinaciones de adentrarse en la naturaleza, indicado para la consecución de caminatas y excursiones a los montes de su entorno y a parajes naturales casi intactos, en lo referente a su peculiar rusticidad, que combina paisaje y medio rural después de decenios de cuidados y conservación. Doña María recibiría una especial distinción por parte del Ayuntamiento de Agaete en Junta Extraordinaria por su destacada contribución al desarrollo turístico del municipio. Tuvieron como hijas a María y Laura, casadas y con descendencia.
D. Agustín M.L. y familia en Las Longueras |
Consideraciones históricas finales
1) Hemos intentado en lo que respecta a los rasgos genealógicos del trabajo ser fieles a aquellos trabajos clásicos como Nobiliario de Canarias o Abuelos de Abuelos (Tabares de Nava, T. 1970) y otros recogidos en los distintos tratados sobre la Historias de las Islas Canarias conocidas por todos y que señalaremos como fuentes en la bibliografía. Por otro lado, hemos tratado de ampliar los trabajos mencionados anteriormente hasta nuestros días lo que supone tres generaciones posteriores a Don Agustín Manrique, con nuevos datos onomásticos y de eventos como parte importante de este estudio recogidos de distintas fuentes y que de grosso modo sirvió como referencia el cuadro del árbol genealógico detallado de la familia primorosamente dibujado y confeccionado como encargo de Don Agustín que comprenden abuelos, padres, hijos, nietos y bisnietos, y que ilustra y embellece una de las galerías del interior del segundo piso de la Casa. Únicamente nos excusarnos de algunas imprecisiones que se puedan detectar dado que lo hemos completado con otros datos biográficos recogidas en pesquisas diversas que comprenden hemeroteca de la época y entrevistas al entorno familiar (Villena y Cabezas, 2023). Sus actuales propietarios y explotadores (no nos gusta esta acepción dado que no conlleva connotaciones de humanidad y cariño en su ejercicio) han realizado por su parte reformas menores de adaptación para completar servicios y acomodación en el alojamiento sin desmerecer sus primitivas concepciones que ya estableciera los antepasados de Don Agustín.
2) En lo que respecta a la propiedad, puntualizar y poner de relieve que el 80% de las propiedades rústicas del Valle de Agaete pertenecían a la familia Manrique de Lara Massieu, los hermanos Don Salvador, Don Nicolás, Don Francisco y Doña María, como hemos ya señalado, a Luis León y Castillo casado con Magdalena Manrique de Lara, hermana de los anteriores, Cristóbal Bravo de Laguna casado con Mª del Pino Manrique de Lara también hermana de los anteriores, Antonio del Castillo Olivares casado con Doña Reyes Manrique de Lara, no hace falta repetir la relación fraternal y aclarar que aparecen en primer lugar los esposos de las herederas por cuestiones en las anotaciones en el consistorio de las contribuciones de las propiedades rústicas suponemos y como anota la fuente, Sixto del Castillo Manrique de Lara, primo de los mismos, todos como hemos puesto de relieve estrechamente relacionados y herederos de estos vínculos (Tadeo Alemán, J. 2017). Solo hacer resaltar que la gran propiedad que pertenece a la Casa Rural de las Longueras fue conservada y quizás aumentada por Don Francisco Manrique de Lara y Massieu, suponemos que por una buena administración, quizás adquisiciones para aumentar la propiedad y por la circunstancia de un único heredero: Don Agustín Manrique personaje central de este trabajo, y por ende no sujeta a particiones se conserva íntegramente la propiedad originaria de su padre.
3) Las distintas descripciones que atienden a aspectos sociológicos, económicos, históricos, culturales, arquitectónicos y descriptivos de los parajes del entorno a los que nos referimos, hemos puesto especial cuidado en basarnos en autores acreditados en las distintas materias y, por otro lado, algunos conceptos han sido de nuestra cosecha surgidos de nuestros modestos conocimientos en estos asuntos fruto esencialmente del estudio. El presente trabajo se podría transformar por un experto en un libro si se profundiza en los aspectos reseñados, sobre todo históricos y sociales, no olvidemos que Agaete y su Valle tuvo como principal protagonista en los hechos de la conquista situados en estas costas noroccidentales a Pedro de Vera en uno de sus desembarcos y su lugarteniente Alonso Fernández de Lugo que sería con el tiempo Adelantado de Canarias, a quien Vera encomendó la Conquista en la zona después hacerse fuerte en la playa de Agaete con la construcción de la conocida Casa Fuerte redescubierta y restaurada con diseño aproximado dada la dificultad de una reproducción certera, por otro lado existen pruebas evidentes que Lugo atravesó el Valle camino de Artenara destino a Gáldar, capital del reino de Guanarteme, en varias ocasiones (Viera y Clavijo, J.,1967), además de posibilitar un asentamientos de colonos, en correrías de ámbito de reducción a los aborígenes tomó cautivos y entregó a Fernando de Guanarteme entre otras llamémosles hazañas, hechos históricos digno de resaltar para situar la Villa en este contexto.
4) Consideramos a Agaete en su conjunto, tratándose realmente de un municipio poco extenso como otros de Gran Canaria, como un lugar de una riqueza cultural y biodiversidad poco común que destaca entre aquellos limítrofes en la comarca, ya hemos referido muchas de las causas que hacen de este incomparable rincón motivo de tantas páginas históricas que hacen referencias loables de sus cualidades, dada las condiciones que ofrecía su situación y las permanentes escorrentías y calidad de aguas que corrían abundantes desde de los riscos del Pinar, que facilitó en primera instancia un importante Ingenio por Alonso Fdez. de Lugo (Millares Torres, A., 1977) después de la Conquista y que vendió posteriormente al genovés Francisco Palomar, esta industria azucarera propició un asentamiento estable que dio paso a una agricultura y ganadería de subsistencia a los trabajadores y pobladores de la comarca (Díaz Hernández, 1982). Recordemos como uno de los personajes importantes relacionados con la exportación de este oro blanco el también genovés Antón Cerezo, hermano de Francisco Palomar quien le concede la licencia de explotación y le cede el ingenio y heredamiento, pues sobre él pesa la prohibición de adquirir bienes superiores a los 200.000 maravedíes por ser extranjero, y también a la mujer de Don Antón Sancha Díaz de Zorita, al parecer castellana, que son recordados en nuestra historia como los que encargaron y trajeron desde Flandes el tríptico de las Nieves atribuido al pintor flamenco Joos van Cleve pintor de Amberes fallecido en 1541 (Cruz Saavedra, A, 1990). Según los datos que concurren en la historiografía del matrimonio parece que la tabla fue recibida y desembarcada directamente en la bahía de las Nieves.
Nuestro agradecimiento y dedicatoria a Lourdes Pérez Mederos, directora del Hotel Rural Finca de Las Longueras que nos abrió las puertas de esta casa y el acceso a datos históricos muy decisivos para este trabajo Homenaje a Don Agustín Manrique de Lara y Bravo de Laguna.
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