El panteón
que ostenta las armas de Bethencourt en el cementerio de Las Palmas de Gran
Canaria (Vegueta) que se sitúa a la entrada a la izquierda, parece diseñado por
Ponce de León (1812-1880) según el esquema neoclasicista que presenta (Luciana
I. Toldi, 2017), quizás, fuese obra de algún maestro de la época que fuera
academicista continuando su legado, por ejemplo, Francisco de la Torre o
Antonio Santana, ambos colaboradores de Ponce de León, hay que tener en cuenta
que se atribuye a este casi un tercio de las obras funerarias de panteones de
cierta monumentalidad en el cementerio de Vegueta. Aparece el nombre de D. José
Bethencourt Castillo, escuetamente consignado en la cabecera de la lápida
frontal de mármol, donde debajo aparece
reseñas de familiares y como propiedad
Cementerio de Las Palmas |
de la familia Velázquez, de la que desconocemos
hasta el momento alguna vinculación con este patricio y aristócrata, sobrino
nieto de Dña. Leonor Bethencourt Franchi, II condesa de la Vega Grande por su
matrimonio con D. Francisco del Castillo Ruiz de Vergara y Amoreto (Nobiliario de Canarias III). Este descendiente
de las primeras familias canarias relacionada con la realeza aborigen (¿Cómo
prescindir de la antigua raza de los primeros conquistadores, señores y Reyes
feudatarios de la Islas, los Béthencourt, cuya sangre, después de todo, ha
entrado por hembra en todas las familias de la nobleza del país? [Fernández
Bethencourt, 1886]), no contó con descendencia, según consta en el Nobiliario
de Canarias; en el mismo (Nobiliario de
Canarias III, Lám. CCCLVIII), aparece una imagen de este Blasón sin
descripción y solo como ejemplo de armas de la Casa de Bethencourt y alianzas. Por la fecha de su óbito, señalada en la
lápida, debe tratarse en realidad de D. José Bethencourt Franchi del Castillo Olivares,
último vástago de línea agnada de la Casa Mayor de Bethencourt en Canarias, acaecida
el 6 de noviembre 1847 (Nobiliario de
Canarias III), este señor no aparece, por ejemplo, en la lista de los
mayores contribuyentes locales de Las Palmas de Gran Canaria, que de todas
maneras no se completa con todos, sino con los mas que aportan y se cierra con
un largo etc. (LAALP [Libros de Actas
del Ayuntamiento de Las
Palmas]), sesiones de mayo 1834, junio del mismo año y diciembre de 1845, donde si aparece como primer rentista su primo segundo D. Agustín del Castillo Bethencourt, conde de la Vega Grande (Martín Galán, 1984), sin embargo, aparece un D. José de Bethencourt en la lista de electores según la Ley Electoral de 1845 (dos año antes de su fallecimiento), de Las Palmas de Gran Canaria, en el puesto veintiséis, con Contribución directa de 1912 r.v. (Encarna Galván González, 2012); creemos que la mayoría de sus fincas y propiedades se situarían en los municipios de Guía, Gáldar y Telde en Gran Canaria, y en municipios de las islas de Lanzarote y Fuerteventura, en la acumulación de mayorazgos de la Casa de Bethencourt nos relaciona a los siguientes personajes en el Vínculo de Hoya de Pineda con el patronato del Convento de San Antonio de Padua de Gáldar, las propiedades de este vínculo fueron rematadas durante el proceso desamortizador del siglo XIX: Jerónimo de Pineda, Maciot de Bethencourt, Lucano de Bethencourt, Sebastián de Bethencourt, Cristóbal de Bethencourt, Sebastián de Bethencourt, José de Bethencourt, Francisco de Bethencourt, José de Bethencourt, Jerónimo de Bethencourt y José de Bethencourt. Siendo nuestro D. José de Bethencourt el último poseedor y María Dolores de Bethencourt, su hermana, la última sucesora (Suárez Grimón, 1987; Cruz Saavedra, 2005); reiteramos desconocer como pasó la propiedad del nicho a la familia Velázquez, y su relación con ella (quizás una compra o alguna herencia, cabe la posibilidad de unas 2ª nupcias sin descendencia, extremo a investigar en archivos parroquiales, acaso, descendencia de costado datos que, por otra parte, no hemos encontrado en el Nobiliario y otras fuentes, y tiramos el guante a aquellos memorialistas que puedan despejarnos esta incógnita). Encontramos a Diego Velázquez como presidente legal y de honor de la exposición Provincial de Agricultura e Industria, y Artes de 1862, con participación de Ponce de León, en el Gabinete Literario, como posible familiar de estos propietarios del panteón y quizás con alguna relación en su diseño (Mª de los Reyes Hernández Socorro, 1996). Posiblemente, por otra parte, exista relación de los Velázquez, creemos posteriormente radicados en Gran Canaria, con el célebre diputado canario, natural de Tiscamanica, Fuerteventura, Manuel Velázquez Cabrera, pues parece existir un tronco común del apellido en la provincia de Las Palmas. Sabemos además que descendientes de este ilustre diputado se hicieron por una u otra circunstancia con casas importantes en Vegueta, una en la calle de Los Balcones o León y Joven, donde estuvo hasta bien entrado el pasado siglo XX (1977) una farmacia de uno de los descendientes, conocida como Casa Velázquez, y también la casa que fue del obispo Verdugo en la calle Castillo con detallada descripción de F.G. Martín Rodríguez en su obra Arquitectura doméstica de Canarias [ver cita]); no se encuentra grabado en la lápida el nombre de su esposa, Dña. Luisa Ximénez de Embum y Bravo de Laguna, que falleció antes que D. José el 12 de noviembre de 1827, creemos que la lápida actual o bien la obra del mausoleo en su conjunto fue realizada años después de su fallecimiento (1853, según guía historiada del cementerio de Vegueta, que se confunde
Palmas]), sesiones de mayo 1834, junio del mismo año y diciembre de 1845, donde si aparece como primer rentista su primo segundo D. Agustín del Castillo Bethencourt, conde de la Vega Grande (Martín Galán, 1984), sin embargo, aparece un D. José de Bethencourt en la lista de electores según la Ley Electoral de 1845 (dos año antes de su fallecimiento), de Las Palmas de Gran Canaria, en el puesto veintiséis, con Contribución directa de 1912 r.v. (Encarna Galván González, 2012); creemos que la mayoría de sus fincas y propiedades se situarían en los municipios de Guía, Gáldar y Telde en Gran Canaria, y en municipios de las islas de Lanzarote y Fuerteventura, en la acumulación de mayorazgos de la Casa de Bethencourt nos relaciona a los siguientes personajes en el Vínculo de Hoya de Pineda con el patronato del Convento de San Antonio de Padua de Gáldar, las propiedades de este vínculo fueron rematadas durante el proceso desamortizador del siglo XIX: Jerónimo de Pineda, Maciot de Bethencourt, Lucano de Bethencourt, Sebastián de Bethencourt, Cristóbal de Bethencourt, Sebastián de Bethencourt, José de Bethencourt, Francisco de Bethencourt, José de Bethencourt, Jerónimo de Bethencourt y José de Bethencourt. Siendo nuestro D. José de Bethencourt el último poseedor y María Dolores de Bethencourt, su hermana, la última sucesora (Suárez Grimón, 1987; Cruz Saavedra, 2005); reiteramos desconocer como pasó la propiedad del nicho a la familia Velázquez, y su relación con ella (quizás una compra o alguna herencia, cabe la posibilidad de unas 2ª nupcias sin descendencia, extremo a investigar en archivos parroquiales, acaso, descendencia de costado datos que, por otra parte, no hemos encontrado en el Nobiliario y otras fuentes, y tiramos el guante a aquellos memorialistas que puedan despejarnos esta incógnita). Encontramos a Diego Velázquez como presidente legal y de honor de la exposición Provincial de Agricultura e Industria, y Artes de 1862, con participación de Ponce de León, en el Gabinete Literario, como posible familiar de estos propietarios del panteón y quizás con alguna relación en su diseño (Mª de los Reyes Hernández Socorro, 1996). Posiblemente, por otra parte, exista relación de los Velázquez, creemos posteriormente radicados en Gran Canaria, con el célebre diputado canario, natural de Tiscamanica, Fuerteventura, Manuel Velázquez Cabrera, pues parece existir un tronco común del apellido en la provincia de Las Palmas. Sabemos además que descendientes de este ilustre diputado se hicieron por una u otra circunstancia con casas importantes en Vegueta, una en la calle de Los Balcones o León y Joven, donde estuvo hasta bien entrado el pasado siglo XX (1977) una farmacia de uno de los descendientes, conocida como Casa Velázquez, y también la casa que fue del obispo Verdugo en la calle Castillo con detallada descripción de F.G. Martín Rodríguez en su obra Arquitectura doméstica de Canarias [ver cita]); no se encuentra grabado en la lápida el nombre de su esposa, Dña. Luisa Ximénez de Embum y Bravo de Laguna, que falleció antes que D. José el 12 de noviembre de 1827, creemos que la lápida actual o bien la obra del mausoleo en su conjunto fue realizada años después de su fallecimiento (1853, según guía historiada del cementerio de Vegueta, que se confunde
al adjudicar el blasón a los Velázquez [Suárez, 2020]) y trasladado posteriormente su féretro, según se puede colegir del óbito de D. José Bethencourt y Castillo, quizás sustituyendo a alguna anterior, por la familia Velázquez que, sin embargo, respetó en ese momento el blasón familiar de los anteriormente propietarios, y consignaron al último morador de esta línea los Bethencourt. Es sintomático que el Nobiliario apunte en la lámina CCCLVIII, mencionada mas arriba: “Armas de Bethencourt y alianzas. Hoy en el cementerio de las Palmas de Gran Canaria”. Encontramos en Recuerdos de un noventón a D. Agustín José Bethencourt primer iniciador de las importantes mejoras que presenció la ciudad de Las Palmas en la segunda década del presente siglo (XIX), es importante la cita de este personaje si bien no viene reseñado en el Nobiliario, ni siquiera relacionado con D. José, y que tuvo destacada participación en el puente de Piedra del Obispo Verdugo y en el cementerio de Vegueta con su ilustre amigo Luján Pérez (D. J. Navarro Pastrana, 1977), encontramos rastros también de este benefactor de la ciudad en misceláneas de Néstor Álamo, que lo vincula como pariente de D. Antonio Betancourt, el famoso comerciante de La Peregrina (Néstor Álamo, 1959), pero desde luego se trata de un personaje coetáneo con su mismo apellido, de cuya familia existe un detallado árbol genealógico de Miguel Rodríguez Díaz de Quintana (J.M. Alzola, 2001), y nos sitúa en aquella época de las dos primeras décadas del ese siglo de abandono y ruina de la ciudad: precedidos de una larga época de contracción económica, los primeros años del siglo XIX se vivieron en Canarias como una dramática pesadilla cuyos actores principales, la fiebre amarilla y las plagas de langosta, sembraron por doquier el hambre y el dolor hasta el punto dice Millares Torres (Encarna Galván González, 2012), de considerar el 1812 como un “año de triste memoria” (Millares Torres, 1981), este fue el entorno de parte de la vida de D. José, amén de la nueva Constitución conocida como María Cebolleta o La Pepa, que se significó en nuestra ciudad con el monumento en su honor levantado en la Plaza de Santa Ana, y el advenimiento del absolutismo de Fernando VII, y que afortunadamente no conoció “el Cólera Morbo”, y es muy revelador el poema del teniente de artillería Turrez que define a una sociedad todavía amodorrada en 1908:
Haciendo
vida secreta,
aburrida,
solitaria
y en
la quietud más completa,
la
nobleza de Canaria
vive
apartada en Vegueta.
(Tomado
de Thenesoya Vidina y más Tradiciones, Néstor Álamo, 1956).
Si nos parece, fuera de
conjeturas, que la calle hoy denominada Agustín Bethencourt (popularmente
conocida como “sal si puedes” en Vegueta) queremos pensar que se dedica a este
benefactor de la ciudad y no al insigne ingeniero tinerfeño-portuense Agustín Bethencourt
y Castro, como viene reseñado en algún callejero, ajeno al desarrollo de
nuestra ciudad. Encontramos el Blasón de
Bethencourt en fachadas de casas solariegas o lápidas funerarias en varios
lugares de la isla y del archipiélago, de las que nombraremos algunas
significativas: en la casa mayorazgo de
Manrique de Lara, en Teror (Gómez-Pamo,
1997), en el 4º cuartel, cortado, conjuntamente,
con su alianza con Franchi, mismo apellido que vinculaba a D. José; también en
la casa de los Coroneles en La Oliva, Fuerteventura, con las alianzas de
Cabrera, Morales y Melián; la de la lápida del enterramiento de Agustín Antonio
Jaques de Mesa en la Iglesia Matriz de San Agustín en Vegueta y posiblemente la que encontramos en el enterramiento
de D. Antonio de la Rocha Bethencourt, de factura mas reciente que, cuartelado
en cruz, se sitúan en 2º y 3º (en plata
león rampante en su color en posición siniestrada, este blasón en su conjunto, sin
embargo, viene descrito como de la Rocha, según Julio Sánchez Rodríguez (2009);
para nosotros particularmente de la Rocha se trata exclusivamente del escusón
sobre el todo), también reproducido en Nobiliario
de Canarias III, Lám. CCCLXII. Encontramos por último las armas de Bethencourt
en el blasón que lucía la casa Quintana en la calle Castillo 3, hasta mediados
del siglo XX (Gómez-Pamo, 1996). Realmente
este blasón a través del tiempo no se modifica sustancialmente, salvo
variaciones que comentaremos, desde el primigenio de Juan de Bethencourt IV: En
campo de plata león rampante en sable en posición adiestrada, armado y linguado en gules, que llegó a intitularse Rey
de las Canarias, aunque aquí no es el caso. La descripción del blasón del
panteón lo describiremos como: Terciado en palo y cortado: 1º Mendoza, 2º Arias
Saavedra, 3º Carvajal (aquí en “barra” no en “banda”) 4º Herrera, 5º Muxica, 6º
Ayala; sobre el todo escusón con Bethencourt (León rampante en posición correcta
[adiestrada]). Este blasón se encuentra en la actualidad deteriorado por el
desprendimiento que interesa parte de la ornamentación de lambrequines del
contorno situados en el lado siniestro. En cuanto la evolución del blasón de
Bethencourt en labras, moldura, etc., perteneciente a fachadas, lápidas, o panteones podemos observar que, en aquellos
casos que se les atribuye, pasamos de un sencillo contorno de un león rampante adiestrado
a otras composiciones con nuevos
“muebles” o “figuras” agregados dentro del campo que aloja al felino. Como
ejemplo encontramos, en primer lugar, el de la casa mayorazgo de Manrique de
Lara en la Villa de Teror, Gran Canaria, ya mencionado, donde se añaden en lado
siniestro de la figura del león, tres figuras humanas en faja que podrían
representar los aborígenes que aparecen como tenantes en las versiones
originales del escudo (Le Canarien, crónicas francesas de la conquista de
Canarias, edic. de Cioranescu, 1980). En segundo caso mencionado, la Casa de
los Coroneles en Fuerteventura, en el 4º cuartel encontramos un león
siniestrado y en jefe tres flores de lis en faja, este mismo blasón se
encuentra en la fachada de la casa de Castillo-Olivares en San Juan de la
ciudad de Telde, donde se repite este
cuartel de los Bethencourt, blasón que realmente en su conjunto es idéntico
al de la casa de los Coroneles, si bien esculpido en distinta piedra;
desconocemos la procedencia de tal versión (posiblemente de Perdomo,
íntimamente relacionado con Bethencourt, que lleva dos leones rampantes
enfrentados superado o en jefe por tres flor de lis en faja, Nobiliario I, reproducido por Chaparro
D’Acosta, 1980), pero vuelve a repetirse en la lápida de Jaques de Mesa, también
mencionado; en este caso el león se encuentra correctamente adiestrado. Volviendo
al blasón de D. José Bethencourt Castillo, nos preguntamos el motivo de las
alianzas descritas en el mismo que corresponderían no a enlaces proveniente de
ascendencias próximas en generaciones, sino alguna de ellas primigenias en líneas
de costado del apellido, como puede ser Herrera, Saavedra y poco más, y aquí
encontramos la clave de las armas de las alianzas, por una parte, la pretensión
de enlaces con los apellidos que fueron de las Casas de Señorío (Arias Saavedra,
Ayala, Mendoza y Herrera) en las islas no realengas como el propio Bethencourt:
“primus inter pares”, y su deudo Maciot Señor de Lanzarote (Viera y Clavijo,
1967); en el caso de Ayala se podría pensar que en las fechas de vivencia de D.
José Bethencourt Castillo, se admitía la teoría de la procreación de un hijo de
Jean de Bethencourt, Señor de Canarias, con Mariana de Ayala y Vargas: el
controvertido vástago Floridas, podría tratarse de un argumento para añadir tal
blasón (de la Rosa Olivera, 1956); por otra parece mas probable la teoría
correspondiente a enlazar con los conquistadores, buena parte radicados en las
primeras décadas después de la conquista en Lanzarote, Gáldar y Guía en Gran Canaria encontramos Carvajal
y Aguilar (Bonnet Suárez, 1960); la descripción de la familia
Carvajal a
colación del Blasón existente en el Museo Canario nos da algunas pistas (Gómez-Pamo,
1994); también aparece en Relación
Genealógica de Fray Juan Suarez de Quintana (González Sosa, 2006). Por último, si hacemos un rastreo de la Casa
Mayor de Bethencourt en el Nobiliario de
Canarias III, encontramos algunos de los apellidos representados en el
blasón, en enlaces por líneas de costado
en varias ocasiones, excepto Mendoza, pero si Muxica en varias reseñas de la
casa Bethencourt-Ayala (la madre del académico, historiador y genealogista
Francisco Fernández de Bethencourt se apellidaba Bethencourt y Muxica, Nobiliario III, por otra parte, coetánea
de D. José), y de nuevo Carvajal en Ángel de Bethencourt, nacido en Gáldar en
1530 de la línea Perdomo Bethencourt, y que era yerno de Bernardino de Carvajal
(Nobiliario III); sería muy prolijo
señalar en este trabajo, todas aquellos enlaces que hipotéticamente influyesen
en el Blasón que nos ocupa, solo hemos señalados algunos ejemplos. Por último nos preguntamos si este
blasón que hoy luce en el mausoleo fue realmente asumido por D. José o quizás
se tratase de una obra escultórica de alguien que quiso
de una manera compendiar y resumir una historia de todo lo que conllevaba la
carga familiar de los Bethencourt. De todas maneras adjuntamos diagrama de flujo
de la ascendencia de D. José, donde podemos constatar algunas de estas alianzas,
basadas en las fuentes que se citan en texto bibliográfico.
Casa Manrique de Lara en Teror |
Casa de los Coroneles. Fuerteventura |
Bethencourt, Le Canarien |
Nota del autor:
Debido a la pandemia de COVID-19, (2020) ha sido imposible rematar el trabajo
con algunas pesquisas, sobre todo de la familia Velázquez, y del entorno de D.
José Bethencourt Castillo: su vivencias, su entorno, su historia y quehaceres
cotidianos, y que le correspondió vivir
a una época de claros oscuros de nuestro querido barrio de Vegueta.
Post
scriptum.
27 julio 2020.
Es revelador aportar para nuestro último trabajo de la Armas
de D. José Bethencourt y Castillo del Cementerio de Vegueta de Las Palmas de
Gran Canaria, propiedad de la familia Velázquez, como quedó también aclarado según reza en la lápida marmórea de
la misma, que hayamos encontrado rastreando el Nobiliario de Canarias I,
páginas 94 y 134, el matrimonio de D. César Benítez de Lugo y Benítez de Lugo
con Dña. Mª Dolores Velázquez y Bethencourt nacida en Las Palmas de Gran Canaria el 4 de
noviembre de 1851, hija de D. Agustín Velázquez y Velázquez y de Doña Irene Bethencourt y Velázquez[1].
Su única hija Dña. Mª del Carmen Benítez de Lugo Velázquez,
nacida en la Orotava, 16 de julio de 1883, caso en la villa en noviembre de
1906 con D. Antonio Lugo-Viña Massieu, recordado patriota canario y defensor de
la naturaleza, amigo del árbol que con su propio peculio editó la revista “El
Campo” que sostuvo durante bastantes años sus convicciones naturista, y que no
dudamos que estuviese relacionado con D. Francisco González Díaz, escritor Gran
Canario y creador del Día del Árbol, idea hoy abandonada pero que se sigue
reivindicando bajo otras perspectivas[2].
Nos llama la atención el nombre de Irene que ostenta también en la lápida Doña Irene Velázquez Martin,
que aparece debajo de D. José Bethencourt y Castillo, seguidas de su hermano y,
encima de ambos la reseña de propiedad.
Después de muchas indagaciones en el Nobiliario en los
apartados de Bethencourt no encontramos conexión dentro de las distinta ramas:
la rama Mayor, los Bethencourt-Ayala, Bethencourt-Castro, Melián-Bethencourt, etc.[3].
También es verdad que existen lagunas importantes en las descendencia,
suponemos difícil de abarcar, que no es
el momento de anotar en este apéndice de post
scriptum, pero la familia a la que aludimos, Velázquez Bethencourt, no se tratarían, desde luego, de personas de calidad desdeñable
en la sociedad grancanaria al enlazar con la nobleza descendiente de personajes
de la Conquista como los Benítez de Lugo, establecidos en la Orotava.
Apuntamos tres hipótesis:
1º Legado a esta familia quizás por lazos cercanos o
próximos, no encontrados, seguramente por lagunas que existen, como hemos
reseñado, en la genealogía consultada o en nuestras pesquisas. No creemos que
esta nomenclatura de apellidos apuntadas
en el primer párrafo se trate de una casualidad. Nuestras consultas en el Archivo
Histórico Provincial Joaquín Blanco, fueron infructuosas ya que solo aparecen
proyectos panteísticos presentados al Ayuntamiento sobre 1.860.
2º Matrimonio de D. José Bethencourt con la señora Velázquez
del panteón y no registrado como tal en aquellos tiempos donde la separación de
la noblez era evidente, y que alguna descendencia supondría romper la línea sucesoria agnada por
varonía y/o apellido. ¿Podría ser fruto de esta relación Irene Bethencourt Velázquez?
3º Descartaríamos la
compra del nicho por varias razones, basadas en que en esa época de mediados del
siglo XIX, parece que esta transacciones no eran al uso y, por otro, vistas con
reserva, y que presumiblemente debería pasar, así como el “mayorazgo”,
directamente a su hermana Mª Dolores Bethencourt Franchi del Castillo-Olivares,
que según el Nobiliario[4]
presenta como sucesora de la Jefatura de la Casa.
[3] Francisco Fernández de Bethencourt, Nobiliario III,
Edición Juan Régulo Pérez, 1956, págs.
585-709.
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