sábado, 19 de febrero de 2022

IRLANDESES EN CANARIAS. LOS SALL, EPÍGONO EXCEPCIONAL DE CREADORES

 JUAN M. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

INTRODUCCIÓN

No desvelaremos nada que sea en cierto sentido revelador sobre nuevas aportaciones de la familia de los Sall ni tampoco de su periplo en la isla de Gran Canaria, y sus otras ramificaciones en Tenerife, sobradamente conocidas por especialistas mejor cualificados. Denominaremos tal periplo como una singladura a Gran Canaria a través del comercio, los estamentos de la milicia, eclesiásticos, ennoblecimiento, las artes y letras como colofón de nuestro interés en sus múltiplos avatares  que los enraizaban profundamente con nuestro acervo e idiosincrasia isleña, profunda y, a la vez, mimética con
nuestra identidad a pesar de su origen foráneo en su línea primigenia. Queremos glosar sobre todo su devenir de comerciantes, ricos propietarios y enlaces que ennoblecieron a sus vástagos con la pequeña nobleza canaria que si bien ya poseían en sus orígenes de cuna,  tendría que ser  revalidada en el lugar de su asentamiento, como solía suceder con todas aquellas que progresaron en nuestro ámbito y que era de obligado cumplimiento  siguiendo los requisitos ya suficientemente explicados  por varios historiadores, que bajos las sospechas inquisitoriales y de otra índole en una  sociedad encorsetada por la prevalencia de los descendientes de los conquistadores, léase capitanes, soldados, peones, etc., (Rodríguez Rodríguez, 2019), que constituyó un impedimento de ascender  en todos aquellos extranjeros, fueran o no de cuna noble,  y  es muy ilustrativo en este sentido repasar los estudios sobre la aristocracia ganada mediante el comercio y la propiedad de tantos precedentes que atañen a la inmigrantes procedentes varios países europeos (Judit Gutiérrez de Armas, 2016). Son muchos los apellidos de origen irlandés en Canarias, la genealogía documentada a tratado formalmente aquellos que ofrecían documentación discrecional aportada por sus descendientes e investigaciones paralelas de genealogistas reputados, pero tenemos que convenir que la contribución de algunas obras han sido decisivas y nos referimos unidireccionalmente al Nobiliario y Blasón de Canarias, de uno de los genealogistas más prestigioso a nivel nacional, como organizador, impulsor y creador de nuevas técnicas interpretativas y de  investigación, el académico lanzaroteño D. Francisco Fernández Bethencourt, trataremos pues de algunos de estos apellidos irlandeses conocidos por las genealogías al uso, pero no por ello más importantes en la conformación socioeconómica de nuestro archipiélago, como aquellos que con anterioridad o posterioridad tomaron asentamiento, y que sus genealogías en algunos casos han quedado dentro del ámbito familiar o local, o en cualquier caso citados algunos de sus miembros por destacados matrimonios, fundamentalmente, pero que sepamos no realizada ésta de forma continuada, y, consecuentemente, la lista sería casi inabarcable y superaría con creces la intención del trabajo; de los elegidos detallaremos algunos aspectos como su procedencia y fechas aproximadas de su establecimiento, así como otras circunstancias sociales, algunas relacionadas directa o indirectamente con los Sall, o simplemente por ser coetáneos y contar con similar devenir en Gran Canaria, hacemos un repaso no completo de aquellos que arribaron extensivamente en nuestro archipiélago.

FAMILIAS IRLANDESAS EN CANARIAS

- Cólogan, suficientemente estudiado tanto en el Nobiliario de Canarias y, cómo no, en el libro publicado por Cólogan Soriano, donde se hace una historia genealógica de esta familia que se promocionó en Puerto de la Cruz y fueron pioneros de la “hostelería” en Canarias: aprovechando una de sus casas más hermosas de la ciudad, la familia Cólogan pone en marcha en 1883 uno de los hoteles con mayor encanto de todo Tenerife, el Hotel Marquesa un establecimiento de primera clase en Canarias. Se trataba de una casa de estilo doméstico canario de dos plantas del siglo XVIII en la calle Quintana;  estos irlandeses de cuna habían enlazado con lo mas granado de las familias orotavense y, por extensión,  canarias y tomaron carta de nobleza con algún título nobiliario en la isla de Tenerife, emparentados estrechamente  con otra familias como los Blanco y Walsh (Valois),  y en  Gran Canaria con los Jaques de Mesa y parece que con los Russell. Procedían de Kilcolgan en el Condado del Rey, en centro-este de  Irlanda (Cólogan Soriano, 2011).

- Creagh, familia iniciada con D. Sebastián Creagh, natural de Limerick, capital del Condado de este nombre en Irlanda, Don Sebastián Creagh, fue Colegial del Colegio de Nobles irlandeses de Salamanca, Teniente Coronel del Real Cuerpo de Ingenieros en España, Director de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla y enviado secreto de Su Majestad Don Carlos II cerca del Rey de Francia, que vino a Tenerife como Director de las obras del puerto de su capital. Mucho de sus descendiente estuvieron relacionados con la milicia y servicio público regional, destacando D. Juan Creagh que fue célebre por las  asonadas y controvertidas actuaciones político-militares en Las Palmas de Gran Canaria, según nos documenta el erudito  Néstor Álamo (Néstor Álamo, 1963) (Nobiliario de Canarias II).

- Cullen, otra familia señera y paradigma de la emigración como consecuencias de avatares religiosos y con perspectivas comerciales en nuestras islas como tantas otras, aunque como es recurrente entre las mismas, en ocasiones, a parte de la fe religiosa se constata a través de historiadores que comprendían factores complejos entre binomios económicos junto a una persecución y razzia ideológica, cuasi racial que eligieron establecerse en otros lugares y empezar a partir de cero a pesar de la perdida de privilegios que de todas maneras eran conculcados. En Canarias establecidos de una manera permanente aparecen en La Palma Tomás Cullen Macer, transcrito su apellido en varios documentos de la época como Colon, nacido en  Dublín en 1719,  que contrajo nupcias en la isla con Margarita They y Mendoza, de aquí desciende la saga de los Cullen Canarios, este viene a ser hijo de Guillermo Cullen, señor de Lisbigny del condado de Queen, provincia de Leinster; no obstante hubieron otros parientes entre sobrinos y resobrinos que pasaron y casaron en el Puerto de la Cruz, otrora puerto orotavense, pero no fue tal descendencia la que perpetuó el apellido en nuestras islas (Tabares de Nava, 1964) (Nobiliario IV). Referente a los individuos establecidos en Gran Canaria, proceden  de La Laguna y que se inicia con el General D. Santiago Cullen y Verdugo, padre de nuestro recordado profesor de literatura, archivero del municipio de Las Palmas de Gran Canaria, Historiador y catedrático de literatura de los Institutos de Las Palmas y codirector de colegio Viera y Clavijo de esta  ciudad: D. Pedro Cullen del Castillo (Nobiliario I, II y IV).

- Key, familia originaria de Irlanda, ciudad de Kilkenny condado de Donegall, como se afirma en la bibliografía, no sabemos si existe esta villa en este condado, no la hemos localizado, quizás se trate Letterkenny; provincia de Ulster (perteneciente en la actualidad a Eire), desde donde pasó a Canarias, al igual que otras distinguidas familias católicas, con motivo de la revolución política y religiosa que agitó a aquel país en los primeros años del siglo XVIII. Perteneció a ésta, el famoso diputado doceañista D. Santiago Key y Muñoz nació en Icod de los Vinos en julio de 1772, Licenciado en Leyes y Doctor por La Laguna y Sevilla, presbítero y catedrático de Historia Eclesiástica en Sevilla. Su hermana Tomasa enlaza con los Montemayor. (Historia General de las Islas Canarias, IV) (Nobiliario de Canarias III).

- Mádan, nos referimos a aquellos radicados en Las Palmas de Gran Canaria desde el siglo XVIII, son muchas las anotaciones que existen de sus diversas intervenciones en las diversas actividades  y como participes en los acontecimientos en Las Palmas de Gran Canaria, tales circunstancias vienen reflejadas  en varias reseñas suficientemente conocidas por los historiadores. Descendientes de irlandeses  de Waterford, tuvieron principal arraigo  en Tenerife; en Gran Canaria tenemos noticias muy amenas y acordes con su estatus en el famoso diario de D.  Antonio Betancourt, citados en varias ocasiones junto a su propia familia en el citado Diario. Fueron hacendados de Gran Canaria,  localizados en Tafira, pertenecieron a una de las familias destacadas en el comercio y en las incipientes finanzas del siglo XVIII (Nobiliario de Canarias I y II).

- Meade: Don Juan Diego Meade y Sall (posiblemente exista parentesco con los Sall de Gran Canaria, no comprobado), también con antecedentes  nobles  en Irlanda, casó en Santa Cruz, el8 de noviembre de 1783, con Isabel Power de Strickland; muerta en la misma población a 23 de julio de 1790, con quien tuvo dos hijos, destacaremos  a Doña Isabel María del Carmen Meade y Power, nacida el 12, bautizada el 14 de febrero de 1787, también en Santa Cruz de Tenerife, casada el 20 de septiembre de 1801 con Don Patricio Murphy y Meade, su primo hermano, nacido el 30 de junio de 1777, bautizado el 2 de julio en la parroquia de la Concepción de Santa Cruz, hermano menor de Don José Juan Cesáreo Murphy, Diputado a Cortes por Canarias, que había nacido el 25 de febrero de 1774 y fue bautizado en la mencionada parroquia el 2 de marzo inmediato, y ambos hijos de Don Patricio Murphy y Kelly, caballero de Dublín, y de Doña Juana Meade y Sall, hermana del antes citado Don Juan Diego Meade (Nobiliario de Canarias II).

- Murphy, el político más importante de la historia tinerfeña fue José Murphy y Meade nacido en Santa Cruz de Santiago en febrero de 1774, de descendencia irlandesa  por los cuatro costados, su padre había nacido en Dublín y sus abuelos eran naturales Kilkenny, condado del mismo nombre, y provincia de Leinster, llevaba también por sus padre los apellidos Kelly y Sall (también, consecuentemente posible parentesco con los Sall de Gran Canaria). Esta familia de comerciantes, consignatarios y navieros viene arraigada en Tenerife desde mediados del siglo XVIII. Especialmente tendremos que relacionar a Nicolás Estébanez Murphy personaje clave en el progresismo canario de su época y precedente  indudable de la política federal y liberal de Franchy Roca (Historia General de las Islas Canarias, IV) (Nobiliario de Canarias II).

- O’Donell, familia de origen irlandés que descendía de Calvagh O’Donnell, jefe del clan de los O’Donnell y chieftain de Tyrconnell a mediados del  siglo XVI, establecida a finales del siglo XVIII en  Tenerife a raíz del destino como Comandante  General de Canarias de Carlos O'Donnell y Annethant, “auto- Mariscal de Campo” (Néstor Álamo, 1959), gaditano de origen,  casado con Josefa Joris de Casaviella, de quien tuvo dos hijos: Carlos Luis y Leopoldo; el menor de ellos Leopoldo fue un célebre militar y político español nacido en Sana Cruz de Tenerife en enero de 1809, que llegó a ser Presidente del Consejo de Ministros  en dos ocasiones a mediados del XIX. En Gran Canaria en la actualidad existe familias con este apellido pero no tenemos datos de que pertenezcan a esta  filiación: entre ellos las familias Calderín O’Donnell y Rojas O’Donnell, que seguramente contaran con documentos que los enlacen con estos ilustres militares (Real Academia de la Historia. Wikipedia) (Heráldica de los Apellidos Canarios).

- O’Shanahan, Diego O’Shanahan desembarcó en Las Palmas hacia 1720, procedente del condado de Limerick, hijo de Mauricio O’Shanahan y María Walsh (Valois, después en Canarias [Nobiliario de Canarias IV]), fundó vínculo de sus bienes en Gran Canaria. Murió sin descendencia  y heredaría su fortuna su sobrino prohijado Diego O’Shanahan, Regidor depositario de Gran Canaria que tampoco tuvo descendencia, al que sucedió a su vez su sobrino Baltasar, tronco de esta familia, muy prolífica, en Gran Canaria. Su descendía ocuparon relevantes cargos en la isla de Tamarán: regidores, castellanos de fortalezas, síndicos personeros, capitanes de la Milicias Locales, vocales de la Real Audiencia, etc. Enlazaron con familias de rancio y tradicional abolengo como los Bravo de Laguna. Se conserva una extensa progenie con este apellido en la actualidad, totalmente integrados en la participación, desarrollo y devenir insular en todas sus aspectos y vertientes profesionales, los cuales han propiciado el engrandecimiento insular: In memoriam a los O’Shanahan Bravo de Laguna y O’Shanahan Roca (Nobiliario de Canarias IV) (Heráldica de los Apellidos Canarios II).

- Russell, familia de origen noble que se estableció en Gran Canaria  en la segunda parte del siglo XVIII, procedentes de la ciudad de Drogheda, condado de Louth al norte de Dublín. Tradicionalmente se especula que el motivo de su égida fue motivada por la revolución de Cromwell, y por añadidura persecución por motivos religiosos, como otros tantos casos ya señalados, lo cierto es que arriban a la isla y prontamente forman parte de la burguesía de la época destacando en la actividad comercial y mercantil.  No nos consta el dato del primero del apellido establecido en Gran Canaria, o quizás en Tenerife. Viene bien documentados dos personajes de la familia como los hermanos D. Pedro Russell Déniz, coronel Miembro del Cabildo Permanente de Gran Canaria en 1808 y Secretario de la Real Sociedad Económica de Las Palmas y Andrés Russell Déniz, teniente coronel, ambos enlazaron con lo mas granado de la pequeña nobleza grancanaria como fueron los Aguilar, Casabuena, Matos y Ximénez de Embum. Participaron activamente en la milicia y política regional. También están los Russell Avilés: Doña María del Carmen Russell y Avilés, hija de Don Pedro Russell Déniz y de Doña María del Carmen Avilés y Matos, además algunos de sus miembro formó parte de la iglesia como D. Cristóbal Russel, franciscano superior del santuario del santísimo Cristo de La Laguna (Néstor Álamo, 1959) (Nobiliario de Canarias III) (Rodríguez Rguez-Matos, 2021).

 

SALL: ESTABLECIMIENTO Y CONTINUIDAD EN CANARIAS

Apellido de origen irlandés establecido en Gran Canaria desde principios del siglo XVIII. Una de las familias de raigambre en la isla entre esta colonia de irlandeses, objeto de nuestro trabajo y que conjuntamente a otras que resumimos en la introducción, nos reconduce, al mismo tiempo, a tratar de trazar  algunas pinceladas previas al desarrollo de nuestro trabajo. Procedente del condado de Tipperary, en el sureste de Eire. Solo diremos que es uno de los apellidos mejor conservados de la lengua gaélica dado que no lo encontramos como originario o siquiera común en Inglaterra, Escocia o Gales. No incurriremos en su más que probada “hidalguía”, acepción española para una nobleza que en Inglaterra serían la de “squire”, sino de sus motivaciones socioeconómicas para que una rama de esta familia terminara en Gran Canaria, cuando su destino al parecer era las colonias británicas en el norte de América, hoy Estados Unidos,  como otros tantos irlandeses; parece que la bondad del clima, las perspectivas del comercio, y con el abandono de su patria zaherida por la cuestión religiosa llevada a cabo por los  ingleses y además sustraer sus raíces gaélicas, supuso el cambio de denominación de la mayoría de sus apellidos vernáculos, procedentes de su terminología piramidal de clan, medidas que incluso dirigían  a los nobles que no quisieron sumarse a esta razzia, entonces podrían contar en Canarias, insistimos, con una  supervivencia mas que digna, con denodados esfuerzos, seguramente, y contando con conexiones con los mercados europeos importantes que facilitaban la importación y exportación, tales razones animaron a muchas  familias a abandonar la aventura americana. Dejaron castillo y tierras en Cashel, allí perdura todavía aquellas posesiones que, en la actualidad, han sido consultadas y reconocidas por varios miembros de las descendencia grancanaria, fruto de repetidos viajes y documentación obtenida “in situ”. Su escudo de armas que se encuentra en un castillo en las inmediaciones de Cashel, y en los túmulos del santuario Roque de San Patricio, como no podía de ser de otra manera. 

Según la heráldica que manejamos en la bibliografía en Canarias, el escudo de los Sall consiste en “En campo de oro tres torres de gules, bien ordenadas” (Chaparro D’Acosta, 1981). No sabemos a ciencia cierta su procedencia, pero suponemos que fue reinventado o, concedido y estampado en algún documento que hasta el momento desconocemos, y que  fue asimilado al parecer al estilo castellano o español, si se quiere, con muebles muy recurrentes en el nobiliario  peninsular. Sin embargo aquel que la familia da como válido y original, y que frisa en el Castillo situado en Cashel, que reivindican como el de sus antepasados, contiene elementos mas en consonancia con los que se emplean en la armería de tales latitudes, con conceptos  más primitivos y animalistas de inspiración quizás anglo-celta, si se nos permite estas especulaciones, y que podríamos describir, y sin contar con los esmaltes, que desconocemos, como “El asta de  un ciervo en faja, superadas por un rastrillo (o lambel?). Acompañado por dos siervos empinados fuera de campo, uno en cada flanco” Las leyendas que acompaña el escudo en alfabeto gaélico-rúnico, se adivina Sall, una pena que en su día no lo descifrara el gran polígrafo Agustín Millares Carló. Se repite tal blasón en el Santuario o túmulo del Roque de San Patricio en uno de los cuarteles de un escudo terciado en faja y partido que  no es el caso describir pues damos por significativo y bueno estos muebles que se repiten.

Familias  que invariablemente se establecen fundamentalmente por razones de tipo religioso dado su confesionalidad católica y la persecución de que fueron objetos en periodos turbulentos en las Islas Británicas, sobre todo aquel que abarca desde la caída de Carlos I y el paréntesis cronweliano, mitigado por la reposición de Carlos II y Jacobo II, y de nuevo retorna con ensañamiento realmente cruento bajo la monarquía de Guillermo III de Orange (1689-1702), que es cuando coincide la mayor diáspora de irlandeses hacia España (Lorenzo Tena, 2008) (André Maurois, 1961) (Cólogan Soriano, 2011, La diáspora Irlandesa en los Siglos XVII y XVIII), además los irlandeses como fervientes católicos en su mayoría estaban libres de sospechas y bien acogidos, no tanto, ingleses, flamencos, neerlandeses, alemanes del norte, escandinavos, que siempre estuvieron bajo sospecha por parte de la Inquisición. No obstante, existió siempre una componente comercial y consular de los negocios de exportación e importación de aquellos géneros que entonces eran demandados por parte de canarias y aquellos que las islas podían ofrecer y a su vez demandados en esas latitudes, “…fueron los años de las visitas de un buen número de viajeros que cruzaban el Atlántico desde el Reino Unido hasta nuestros puertos, donde los ingleses seguían comprando azúcar (aunque menos porque comenzaron con su producción en Jamaica), sangre de drago, orchilla y, sobre todo, vino. A su vez, traían gran cantidad de manufacturas y mercancías con gran demanda en las islas: ropa de lino, paños finos negros y grises, cintas estrechas para la costura, espadas, pistolas, cuchillos, peines, relojes y capas de caballeros. El comercio suponía un provechoso beneficio por la gran cantidad de manufacturas que los ingleses vendían en las islas a buen precio, comprando barato pipas de malvasía, lo cual les permitía la reventa en Gran Bretaña a precios moderados … a medida que transcurría el siglo XVIII se fue formando una colonia anglo-irlandesa, pues las Islas Canarias seguían siendo un enclave geográfico de avituallamiento, donde se podía adquirir agua, frutas, verduras, bueyes, corderos, cerdos, aves de corral, pescado salado, y, sobre todo, vino, mucho más barato que en Madeira, e igual de barato el resto de sus víveres, por lo que necesitaba la venta de los mismos. En Santa Cruz y el Puerto de la Cruz se establecieron una buena colonia de comerciantes anglo-irlandeses encargados de las operaciones. Las importaciones de Irlanda consistían en muchos alimentos (carne vacuna, de cerdo, jamón york, lenguas, mantequilla, queso y pescadillas), cera de abeja, velas, lino, pieles” (sic.) (González Lemus, 2012). Uno de los principios de estas colonias fue  mercadear con varios productos naturales del Archipiélago, entre ellos el célebre vino de malvasía, que hizo las delicias de los europeos durante todo el siglo XVII, XVIII y buena parte del XIX. Que muchos con espíritu emprendedor e inquieto, llegaron a poseer navíos que hacían cabotaje entre las diferentes Islas del Archipiélago y algunos hacia Europa y a la isla de Cuba y otros puntos de la América hispana (Morales Lezcano, 1977) (González Padrón, 2020). El viajero británico George Glas que hizo una buena descripción de nuestras islas ponía en sus escritos sobre su estancia en el archipiélago, y relatado en 1764:  “...La mayor parte del mencionado comercio con Europa y las colonias inglesas está en manos de los irlandeses católicos romanos establecidos en Tenerife, Canaria (Gran) y La Palma, y los descendientes de los irlandeses que se establecieron allí anteriormente y se casaron con españolas...” (Lorenzo Tena, 2008). ////

Pasamos a la genealogía de esta familia en la rama que es de nuestro interés  que comienza con el primero en establecerse en Canarias facilitada en gran parte por Susana Millares Betancor, hija de José Mª Millares Sal, y el magnifico artículo de su tía Mª Dolores Millares Sall, sobre la Casona de Telde, de los que recogeremos importantes datos con posterioridad de su importante documentación sobre la familia: Don (I) Francisco Sall Grant fue el primero en establecerse en Gran Canaria en 1713, casó en Santa Cruz de Tenerife en 1721 con la irlandesa Doña Juana Quinland Prendergast (1686-1750), eran nobles irlandeses, y como ha quedado dicho, él de familia procedente del condado de Tipperary y concretamente parece ser de la villa de Cashel, donde existía un castillo que parece fue de sus antepasados, de su esposa desconocemos concretamente el condado o ciudad de su procedencia pero suponemos que sería natural de la misma localidad o próxima ella; “D. Francisco vivió entre 1682 y 1750 y no sabemos a ciencia cierta el porqué de su emigración a la Isla de Gran Canaria, suponemos que su condición aristocrática y la profesión de la fe católica, le hacían incompatible con un Reino Unido de mayoría protestante o anglicana,- como hemos apuntado como causa para tantas otra familias procedentes de estas islas que ya hemos descrito-, lo cierto es que en 1713 y cuando contaba con treinta y un años se establece en esta isla, en donde va a dedicar todos sus esfuerzos a mercadear con varios productos naturales del Archipiélago, entre ellos el célebre vino de malvasía, que hizo las delicias de los europeos durante todo el siglo XVII, XVIII y buena parte del XIX. Poseedor de un espíritu inquieto y emprendedor, llegó a poseer varios barcos que hacían cabotaje entre las diferentes Islas del Archipiélago y, al menos uno, que lo mismo partía hacia Europa que hacia la isla de Cuba y otros puntos de la América hispana” (sic.) (González Padrón, 2020); existe un paréntesis en la relación con Tenerife,  D. Francisco parece desplazarse desde Gran Canaria a Santa Cruz para su boda, dado que al parecer la familia de su futura mujer se encontraba establecida en esa isla, seguramente se trataba de casorios de “conveniencia” o de “afinidad” como se comprenderá motivado por las características socioculturales compatibles por la conciudadanía o paisanaje de los contrayentes, y algún que otro interés comercial y/o de dote (Nobiliario de Canarias I) retornando a Las Palmas donde contaba con el centro logístico para sus negocios; fallecieron  respectivamente el 12 de febrero de 1753 (1750?) y 23 de diciembre de 1742. Tuvieron como hijos a Juan que continua la línea mayor (1722-1777), Catalina Elena (1726-1771), Josefa (1727-1780), Eduardo (1729-1780) y Francisco Sall Quinland (1731-1772); Ilustra esta familia, al comienzo de su llegada y naturalización  en las Islas, Don Eduardo Sall y Quinland, Doctor en Derecho y Sagrada Teología, Arcediano de Fuerteventura, Dignidad de la Santa Iglesia Catedral de Canarias, Gobernador que fué de la Diócesis, su Provisor y Vicario General, eclesiástico distinguido por su ciencia y virtudes, muerto en 13 de marzo de 1780 (Viera y Clavijo, 2007), coetáneo a José Viera y Clavijo quien lo sucedió en esta dignidad en 1783, después del fallecimiento de D. Eduardo (Sánchez Rodríguez, 2007); desconocemos si existió  contactos entre ellos, pues además ambos personajes contaron con casa-habitación en la Plaza de Santa Ana, y si bien Viera y Clavijo tomo posesión algunos años con posterioridad, en el momento del fallecimiento de D. Eduardo, parece que Viera había permanecido en Madrid procedente de Tenerife un periodo prolongado de algunos años antes de tomar posesión  en Las Palmas (Romeu Palazuelos, 1981); a este Don Eduardo se debe un considerable patrimonio en Telde del que fue un enamorado de la ciudad y comarca, con compras de sendas fincas en sus alrededores con enclaves en La Pardilla, la Higuera Canaria, Valle de los Nueve, Caserones, etc. que heredó su sobrino Juan Antonio, citado e historiado mas adelante, no sabemos si fue tales predios instituido como mayorazgo. No cabe duda que tan destacado personaje supuso un gran espaldarazo a la familia en cuanto a posición social y acceso a los estamentos de gobierno regional. Sin embargo su hermano mayor (II) Don Juan Sall Quinland, tuvo también cierta notabilidad y relevancia como Administrador de las Rentas Reales de la Gran Canaria y Alcaide de los castillos de San Felipe, Santa Isabel y Santa Catalina,  en la marina de Las Palmas, por nombramiento del Capitán General de la provincia Don Pedro Rodríguez Moreno de 2 de mayo de 1762; casó en Telde con Doña Margarita Elvira Gil – Doña Margarita era hija de un asturiano y canaria, no hemos encontrado la raíces de estos Elvira en el principado- muerto en 7 de diciembre de 1777, y antes que él convirtiéndolo en viudo Doña Margarita el 30 de marzo de 1774 (Nobiliario de Canarias I). A este matrimonio se les atribuye la adquisición en Telde de una casa de planta baja y terrenos adyacentes, en total casi 2.000 metros, en el Barrio de Santa María de La Antigua o San Francisco, y conocida desde entonces como la casa de los Sall, si bien se trastocó su verdadera denominación y pasó a conocerse por la gente del común como la casa de la “sal”, seguramente confundiéndola como depósito de este preciado bien culinario con el término real del apellido de sus entonces propietarios, posteriormente ellos y sus herederos  mejoraron, ampliaron  y añadieron  una nueva planta como correspondía a los notables de la época, como signo que los distinguían  de los  vecinos de casas terreras de su entorno, en cuanto la adquisición, escrituras y demás  vicisitudes sobre la vivienda es imprescindible leer el trabajo de investigación de una de las descendientes ya mencionada: Mª Dolores Millares Sall; restaurada magníficamente en la actualidad y convertida en una especie de casa museo adecuada para albergar actos de  diversas disciplinas sociales y culturales, presenta variantes arquitectónicas fieles a las originales, de aquellos que se podían adivinar  entre sus elementos ruinosos que perduraron  durante varios decenios. Nos da la impresión que en trabajo publicado recientemente por el cronista oficial de la ciudad  de Telde D. Antonio Mª González Padrón sobre esta casa asigna el apellido de la esposa de D. Juan como su nombre: Elvira. Lo prueba el nombre y apellidos de su hijo (III) D. Juan Antonio Sall Elvira, Capitán de Milicias del Regimiento Provincial de Las Palmas por Real Despacho de 24 de febrero de 1792, Capitán de los Reales Ejércitos por Real Despacho de 19 de agosto de 1811, nacido en 1753, muerto en 29 de febrero de 1824,  la esposa de D. Juan Antonio fue Doña. Mª del Pino Romero Magdaleno con quien había casado en Teror, iglesia de Nuestra Señora del Pino, a 4 de septiembre de 1812,  que historiaremos su procedencia a reglón seguido. Doña Mª del Pino Romero falleció en 1861. A este D. Juan es el que debe referirse D. Antonio Betancourt en su famoso diario escrito en su comercio de la ciudad de Las Palmas (Millares Cubas, 1931).

Doña María del Pino Romero Magdaleno, con quien Don Juan Antonio Sall Elvira había contraído matrimonio, era hija de Don Isidoro Romero de Ceballos y Vivero, capitán de Milicias Regidor Perpetuo de la Gran Canaria, Síndico Personero General de su Cabildo, Juez Subdelegado de Indias y Marina y Cronista Insular, nacido en Caracas en 1751 y casado en Las Palmas en 1776 con Doña Josefa Magdaleno y Estrada, sobrina de Don Francisco de Estrada, Brigadier de la Real Armada española. Desde este matrimonio la familia Sall y su línea agnada toma de alguna manera parte de la nobleza grancanaria, proveniente de los primeros pobladores y/o conquistadores de la isla. Podemos consultar la genealogía de estos Romero en la biografía- poemario archiconocido de la bardina grancanaria Agustina González Romero de Néstor Álamo. Los Magdaleno forman parte también de la nómina de los conquistadores (Viera y Clavijo, 1967), con casa en Las Palmas de alto y bajo, hoy desaparecida, situada en la esquina de la Herrería con la plaza dedicada al prócer y maestros de ilustres canarios D. Diego Mesa de León, donde hoy  se ubica  el edificio de los Avellanedas, teatro y viviendas. Doña Josefa de Magdaleno, a su vez  hija del capitán D. Agustín de Magdaleno natural de Las Palmas, y de Doña María de Estrada-Sánchez, natural de Fuerteventura y emparentada con el Coronel de las Milicias Provinciales de la  isla D. José Sánchez Dumpiérrez (Doña Josefa Sánchez Dumpiérrez, segunda mujer del capitán D. Luis de Estrada Campos y Granada, noble caballero de Almena,  [Nobiliario y Blasón, IV]). Permítasenos estas disgregaciones donde ya se incardinan en tales líneas parentales de costados de los Sall, significativos vates y músicos como serían la propia Doña Agustina “la perejila” y sus parientes, los melifluos D. Pablo y Pedro Romero  Palomino (Néstor Álamo, 1963).

Este matrimonio de D. Juan Antonio y Doña María del Pino procrearon a Eduardo y Francisco Lucas Sall Romero (n.1823), este último parece que falleció en temprana edad (1824). (IV) Don Eduardo Sall y Romero, nacido en Las Palmas a 7 de agosto de 1818, bautizado el 11 del mismo mes y año, Doctor en Derecho, Diputado a Cortes en Madrid por el distrito de Guía de Gran Canaria, Jefe de la familia de los Sall, casó el 28 de agosto de 1845 con  Doña María del Pino de Casabuena y Bravo de Laguna, nacida el 8, bautizada el 10 de octubre de 1825, fallecida en 1904, con longeva edad para la época. Este matrimonio tuvo la descendencia que se enumera por orden natalicio, a saber: Juan Bautista nacido en 1846, y fallecido en temprana edad, Sixto (1859-1925), Mª Dolores (1860-1946) y Mª del Pino (n. 1865), sin embargo y contrariamente en una relación dada como veraz por los familiares descendientes producto de nuestras fuentes,  y arriba nominados, apunta a una prole más extensa, de diez hijos,  y se consignan como hijos  además de los nombrados y tomados de aquellos anotados en el Nobiliario de Canarias a: Diego, Carmelo, Eduardo, Mª Jesús I, Mª Jesús II, Mª del Pino II, y suponemos que  los nombres que se repiten serían por circunstancias de fallecimiento precoz de los primeros nominados. De esta prole sabemos que todos menos dos enfermarían gravemente y morirían prematuramente algunos en la mas tierna infancia y otros en la adolescencia y juventud, y poco menos podemos asegurar, lógicamente se deduce  que estos no contarían con descendencia. De Mª del Pino II sabemos, nació el 28 de noviembre, y fue bautizada el 14 de diciembre de 1865. Como vivencia familiar podemos referir que D. Eduardo se refugió en su casa de Telde, debido a los serios reveses familiares que sufrió con la muerte de sus hijos y escases económica, dejó sus distintas responsabilidades de índole político que además de su cargo de Diputado también renunció a  la concejalía en el Ayuntamiento de Las Palmas que ostentaba. Vendió muchas de sus propiedades pero conservó la Casona de Telde y la llamada por la familia “la casa chica” en la misma localidad.

La familia en esa época o quizás desde los siglos XVIII al XX, contaban con residencias en Las Palmas de Gran Canaria, no se aclara si fuera propiedad, pero se alojarían en Vegueta y Triana, calles de Cano, Castillo y los Balcones, en esta última parece que la casa matriz de los Casabuena y Sall correspondía a la donde hoy se ubica el Colegio de Notarios “…dispuestas para ser ocupadas” (sic.) (Mª Dolores Millares Sall, 2005). La “Casona de Telde”, así como la “casa pequeña” sirvió como hogar de querencias, refugio y retiro de la de sus sucesivos vástagos y muchos familiares,  en general, hasta la primera parte del siglo XX. Existe un tradicional acervo de sus personajes en su deambular en el barrio de Vegueta, con semblanzas memorables, poéticas y musicales, como no podría ser de otra forma, y como testigo de sus vivencias, aquí comenzaba la niñez de nuestro personaje central “…las risas, las voces infantiles / que asean la alegría, / las horas de colegio, / cuando Vegueta comienza a desnudar / sus portales, / a abrirse como una flor, / a desperezar / su osamenta de oscuros pergaminos, / para contemplar, / tras los cristales de sus espejuelos, / la nueva luz del día, …” (José Mª Millares Sall, 1989).

Con este último matrimonio del primogénito de la Casa de los Sall, se produjo un salto cualitativo sin duda en cuanto su incardinación en un rango social superior al que se encontraban,  sin menoscabar su estatus en el siglo que nos referimos, que fue importante. Doña Mª del Pino Casabuena y Bravo de Laguna era la menor de una prole de seis hijos fruto del matrimonio de D. Diego Casabuena de Icaza de la Guerra Botello-Westerling  -desde luego no constaban todos estos apellidos en la entonces documento de identidad o de contribuyente, que era lo que interesaba al fisco de la época-  nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1793, poseedor de la representación de la Casa y Valle de Guerra por el fallecimiento de su tía la marquesa de la Villa de San Andrés y vizcondesa de Buen Paso, y, como Jefe, Cabeza y pariente mayor de las casas Casabuena, Botello y Westerling, y de los Infanzones de Icaza, y otras calidades relacionadas con los Señoríos de las islas no realengas como  representante mayor legitimo de Diego García de Herrera y de Doña Inés Peraza, sus duodécimos abuelos, Señores y Conquistadores de Canarias, noble patricio de Génova como representante de la Casa de Salvago, etc., etc. El día 25 de diciembre de 1812 contrajo enlace este distinguido caballero en el Sagrario Catedral de Canarias con Doña María del Jesús Bravo de Laguna y Falcón, hija del Capitán Don Pedro Bravo de Laguna y Huerta (tío del primer Marqués de Santa Lucía), situamos su casa solar en la calle Espirito Santo, donde falleció, y moró su viuda Doña Rosa María del Pino Falcón y Béthencourt, de las más nobles familias de la Isla de Gran Canaria (Nobiliario de Canarias I y IV).

(V) Juan Bautista Sall y Casabuena, el mayor de los vástagos y sucesor en primogenitura de D. Eduardo y por tanto el continuador de la línea, nacido en junio de 1816, casó con su prima hermana Doña María de la Candelaria de Casabuena y Molina, nacida 1847, bautizada en la Concepción de San Cristóbal de La Laguna el 8 del siguiente noviembre, casada en San Agustín de Las Palmas el 10 de febrero de 1877, con su primo hermano como quedo dicho -aquí comenzamos a dilucidar cierto grado de endogamia, peculiar en aquellas familias que bien por intereses económicos o únicamente por el roce de unos primos se terminaba en matrimonio de conveniencia o de prevalencia de lazos familiares- y viuda desde 5 de marzo de 1879. Esta es la descendencia tinerfeña y de vuelta  Gran Canaria: (VI) Don Eduardo María Sall y de Casabuena, nacido el 22 de diciembre de 1877, bautizado el 30 del mismo mes. Licenciado en Ciencias Exactas y en Farmacia y Profesor Auxiliar numerario de Matemáticas en el Instituto de Enseñanza Media de La Laguna, y ha sido Profesor Auxiliar de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Canarias. Sin descendencia, falleció en 1971, último propietario de la Casona de Telde. Siguieron (VII) Don Juan Antonio, y  Doña María de la Consolación Sall y de Casabuena, nacidos ambos en Telde el día 12 de noviembre de 1878 (mellizos quizás?), bautizados, como el anterior, en la parroquia de San Juan Bautista y de los que nada sabemos de su descendencia aunque parece que no la hubo. Existe dos generaciones de hermanos y primos con los mismo apellidos que nos invita a entender las líneas sucesorias.

Doña Mª de la Candelaria Casabuena y Molina, esposa de D. Juan Bautista, era hija de Don Juan Casabuena y Bravo de Laguna, tío de su marido, y de Doña María de la Encarnación de Molina Quesada y Pacheco-Solís, hija menor de Don Domingo de Molina-Quesada Ascanio y Castilla, pariente mayor de la ilustre familia de Molina (de que son rama segunda de los Marqueses de Villafuerte) y de Doña María de las Nieves Pacheco-Solís, su mujer y sobrina, Mayorazga de su Casa, y ambos de la más calificada Nobleza isleña. (Nobiliario I, Casa de  Molina, página 582-53).

Es posible que pasara la representación por línea agnada a su hermano (VIII) Don Sixto Sall y Casabuena, pues al parecer no se recogen datos de descendencia de sus sobrinos Eduardo, Juan Antonio, y Mª de la Consolación, en todo caso lo hemos enumerado como tal a riesgo de caer  en error genealógico en la sucesión continuada que hasta aquí hemos procurado seguir y, como hemos referido, hemos llevado esta filiación a nuestros propósitos a pesar de poder haber interrumpido  la legítima primogenitura por varonía en alguna de nuestras pesquisas, algo que tendremos que dejar meridianamente claro,  para no  suscitar recelos en aquellos individuos que se crean con mejor derecho como sucesores de la línea prevalente.

Don Sixto (VIII), del que ahora nos ocupamos, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1859, contrajo matrimonio  con Doña Antonia Bravo de Laguna y Naranjo, nacida el 7 de agosto de 1859, en la iglesia de San Juan de Telde, el 8 de mayo de 1882. Fue arrendatario y parece que tuvo destacadas responsabilidades en el  Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Don Sixto falleció en Las Palmas el 25 de febrero de 1925, y su viuda, en la misma capital, el 6 de marzo de 1957 (Tabla de parentescos de D. Fernando de Castilla, regidor de Las Palmas,  siglo XVI)  [F4804]).

Doña Antonia Bravo de Laguna Naranjo era la segunda hija de Don Luis Bravo de Laguna y del Saz nacido en Telde de Gran Canaria en 1834, bautizado en la parroquia de San Juan Bautista. Alférez de Fragata de la Real Armada, por Real Orden de 24 de junio de 1878, otorgado por su Majestad el Rey Don Alfonso XII en atención a sus relevantes servicios como Capitán de Mar de la costa de Telde; ejerció también, durante más de veinte años y hasta su fallecimiento, el cargo de Juez Municipal de dicha ciudad, en la que contrajo matrimonio, el 1º de septiembre de 1855, con Doña María del Pino Naranjo y Cabrera, hija de Don Adrián Naranjo de Cubas y de Doña Josefa Antonia Cabrera y Padrón (o de Quintana?) (Nobiliario III). Doña Antonia era sobrina-nieta de Doña Mª del Pino Casabuena Bravo de Laguna, mujer como quedó referido de D. Eduardo Sall y Romero (Nobiliario tomo IV).

Don Sixto Sall y Casabuena tuvo con Doña Antonia los siguientes hijos a saber: Sixto, llamado cariñosamente por la familia “Siatilla”,  Mª Dolores, Eduardo y Juan Sall y Bravo de Laguna. El mayor de los hermanos (IX) D. Sixto II (1885-1974) sigue la línea de primogenitura, según  nuestra sucesión continuada; con su esposa María del Pino Hernández Santana, conocida cariñosamente por Maruca, contó con  descendencia femenina.

Mª Dolores (1893-1982) casó con Juan Millares Carló (lo trataremos aparte), tuvieron nutrida descendencia todos ellos destacados artistas a nivel regional y nacional, que supuso una  explosión dentro del panorama de las distintas corrientes artísticas de Gran Canaria, a los que queríamos llegar como colofón de nuestro trabajo, sin abandonar la línea agnada de los Sall, pero de obligado cumplimiento si nos atenemos al título del trabajo. Doña María Dolores Sall y Bravo de Laguna, la madre de esta pléyade, fue una excelente pianista con muchos recitales en su haber con la Filarmónica en el Teatro Pérez Galdós, Gabinete Literario, y otros destacados círculos culturales ya  oficiales o particulares de las islas, y su excepcional prole que como no podía ser menos se nutrieron de tales influencias con sobrado aprovechamiento de tan magnífica convivencia;  sin menoscabo de sus otros hermanos que a continuación reseñaremos y por tal no menos importantes, comenzaríamos con Manolo Millares Sall (1926-1972) pintor referente de la nueva pintura nacional e internacional, perteneciente al conjunto plásticos que conformaron la corriente denominada El Paso aunque con diversos estilos pero englobados cronológicamente y con apertura “contracorriente” frente a los cánones oficialista de la  Dictadura, de tendencia estructuralista-constructivista de reminiscencias histórico-aborigen canario, que con un cromatismo primitivo y circular, como muestras sus “arpilleras”, logra una proyección universal y se cataloga como artista contemporáneo excepcional y  relevante, a pesar de su corta vida,  cuyo reflejo y impronta se admira en periplos expositoras, con admirables  críticas    en  galerías, bienales y museos de Madrid, París,  Berlín, Nueva York y otras importantes capitales europeas (Nuez Santana, de la, 2009), compartió hasta sus horas finales los rasgos artísticos con mutua connivencia e influencia artística influencia con su compañera la pintora Elvireta Escobio; Agustín (1917-1989) máximo exponente de la poesía social canaria y española, poeta enérgico que se enfrenta con vigor a la injusticias institucionalizada y nichos pseudoculturales autocomplacientes,  sumisa al estancamiento de la intelectualidad de la época, sus versos fueron junto a los de su generación de Antología Cercada un comienzo de una conciencia y culturización social y popular del archipiélago, con poemas que sirvieron como alegato opositor en canciones de protesta, recibió por sus mas que reconocidos  méritos el Premio Canaria de Literatura en 1985, anualmente concedidos en justa lisa y deliberado por un jurado de expertos  que reconoce el Gobierno Autónomo de Canarias a sus hijos predilectos y destacados, recordemos cuatros estrofas geniales de uno de sus poemas: "La calle que tú me das,/no será tuya ni mía, /habrá de ser compartida,/calle de todos será".  Juan Luis, nacido en 1919,  del que poco se sabe y que al parecer que fue buen dibujante, se conoce como obra suya un retrato de  su hermano José María para la obra , paradigma de la poesía social de entonces, Antología Cercada, arriba  mencionada (Santana Domínguez, 2017)

José María Millares Sall (1921-2009), tratamos  de hacer una semblanza aparte dado nuestra amistad pero encajada y arropada con el abrigo de sus hermanos:  poeta que asombró en sus comienzos con un libro revelador  con afán de salir del pertinaz aislamiento insular como  Liverpool, y circuló posteriormente por corrientes más intimistas y existencialistas sin abandonar la parcela de la denuncia  social como su hermano, también incorporado a los poetas de “Antología Cercada”, concibió una dilatada obra poética con centenares  de poemarios donde verso a verso culmina en una poesía inédita, fresca y directa en el ámbito nacional, muy difícil de superar, según algunos autores su sumersión en la metafísica de la palabra dio un futuro cierto a la poesía, adquiriendo hueco por méritos propios entre las generaciones de  su tiempo, como fue la denominada por algunos críticos la generación del “cincuentaicuatro”, el mismo se definía su poesía como: anarquía, esperpento, onirismo y surrealismo son algunas de las palabras que él utilizó para definir su poesía, según el mismo,  la más precisa era existencialismo (Rodríguez Marcos, 2010); al igual que su hermano Agustín recibió el premio Canaria Literatura en 2009, y al año siguiente José María obtuvo premio Nacional de Poesía 2010 a título póstumo por sus obra “Cuadernos 2000-2009”, además como valor añadido, se agrega su indudables facultades  como   compositor de populares canciones con música y letra de marcada renovación  folclórica, no olvidemos Campanas de Vegueta y otras de igual popularidad, fue también un excelente dibujante y pintor. José María vivió casado felizmente con la destacada poetisa Pino Betancor Álvarez que nos dejó una nutrida producción también reconocida en los ámbitos insulares y nacionales, que versificaba en paralelo con su marido pero no simuladora y divergente en el estilo, con inspiración propia y  distintos derroteros (Nuez Caballero S. de la, 1988), José Mª nos dejó estelas de poemas referentes a su esposa, ”… y entonces nos elevamos/ al más limpio/ y transparente de los mundos,/ donde queman los besos,/y se cierran todas las puertas del cielo/al despertar…”.

Jane Millares Sall (n. 1928) destacada pintora vanguardista, que la identifica por su expresionismo rayano en márgenes que inicia una reveladora corriente feminista con sólidas propuestas, con exposiciones en toda nuestra geografía nacional y meritoriamente galardonada en múltiples ocasiones,  casada con el emblemático periodista Luis Jorge Ramírez. Mª Dolores (Yeye) (n. 1939?), destacada violinista Profesora de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, y admirable concertista, nos ha dejada una autorizada historia de la “casona” de los Sall en Telde, como hemos señalado en varios párrafos y hemos tomado como fuente inestimable en este trabajo, casada con el singular y relevante pintor canario Alberto Manrique de Lara Díaz, y Luis (Totoyo) (n. 1935) maestro de nuestro instrumento vernáculo, el Timple, fue y es, hasta el momento, el intérprete y profesor más importante vivo, siendo reconocido como el renovador de la ejecución de este instrumento, además de compositor de destacadas piezas orquestadas. Sin olvidar al formidable dibujante, pintor y caricaturista, divulgador de nuestra idiosincrasia Eduardo (Cho’Jua) (1924-1992) que representó en su obra la más pura esencia popular de un período costumbrista  de fino humor isleño, desgraciadamente olvidado en las nuevas generaciones, pero que con renovadas connotaciones persiste en el habla, gestos e idiosincrasia que desde tiempo inmemoriales han permanecido en los hijos  de Gran Canaria, por último Sixto (1922-1942) que falleció prematuramente, si bien consta que completó solo seis poemas que reunió su padre junto con su hermano Manolo en una publicación póstuma como homenaje, Noche Eterna, y en algún número de la revista Millares  se hace una semblanza del mismo (Rodríguez Rodríguez, J. M., 2021) (Tabla de Parentesco de Don Fernando de Castilla. ID Familia F31527).

Juan Millares Carló (o Carlo como aclaró su hermano Agustín el insigne polígrafo), nació en Las Palmas  en 1895 y falleció en la misma ciudad en 1965, hijo de Agustín Millares Cubas y Dolores Carló Medina, nieto de Agustín Millares Torres, escritor, historiador, notario (Regueira Benítez, 2021); D. Juan fue profesor y catedrático de Literatura en varios Institutos de las Islas Orientales, con un destacado magisterio profesional además de poeta como él quiso que lo identificaran, según su hijo José María (comunicación personal) no contó con el debido reconocimiento acorde a su trayectoria en la pléyade de poetas canarios. También excelente caricaturista participó en una exposición con una serie de 40 caricaturas de personajes conocidos en el Gabinete Literario, junto a otros pintores (Campos Oramas, J., 2000). No hace falta aquí destacar su procedencia familiar de intelectuales, músicos, literatos e historiadores con que cuentan la saga de los  Millares, que son de sobras conocidos y sobre los que se han publicado la mayoría de sus obras junto a multitud de trabajos en forma de biografías (el propio Juan tiene una excelente miscelánea biográfica de su padre Agustín y su tío Luis [Museo Canario, 1960]), tesis, memorandos, etc. Recordaremos solo sobre el personaje que nos ocupa, su poesía definida como elegante, bien estructurada y original que le lleva a composiciones con versos verdaderamente innovadores en nuestra literatura, “La mano que estas líneas escribe/ en tiempo no lejano estará inerte/ cuando la hora final al fin arribe/ lo que haya de quedar será más fuerte. (Juan Rodríguez Doreste, 1973,1982) (Selena Millares de la Peña, 2018). También por parte de su madre hija de un comerciante franco-italiano establecido en Canarias (Rodríguez Díaz de Quintana, 1982), contaba en su cÍrculo familiar con un gran pintor, su tío Juan Carló.

(X) Eduardo Sall y Bravo de Laguna, al que pasa la línea primogénita por masculinidad al ser mayor que su hermano Juan, que desposó con Carmen López Castro, con descendencia. Parece que toma su hijo varón la primogenitura de la familia, Eduardo Sall López casado con una señora de apellido Reina.

Juan Sall Bravo de Laguna casó con  Doña Amelia Tascón y Tascón,  hija de D. José Tascón Naranjo (Telde, 1860-1925) y Felisa Tascón Alvarado (Telde, 1866-1945) que, por otra parte, tienen parentesco con los Bravo de Laguna Naranjo, esto es, hijos de primos, y también pertenecientes a familias destacadas de Telde. Tuvieron como hijos a Juan, Soledad y Amelia Sall Tascón (Notas obtenida a través de la familia Tascón facilitada por José Carlos Tascón Tascón y Octavio González Marrero esposo de la reciente fallecida, nuestra querida y presente en el recuerdo Marisol Tascón Doreste).

Nota: Los ordinales romanos que se formulan son aproximaciones  del autor, no comprobadas fehacientemente, volvemos a repetir, aquellos individuos que se crean con mejor derecho como sucesores de la línea prevalente de  Sall, esperamos que lo demanden con anotaciones demostrativas que aclararían de manera determinante nuestras pesquisas.

 

IN MEMORIAM


JOSÉ MARÍA MILLARES SALL, con quien compartí tantas veladas donde siempre me invitaba en su casa en la calle Cebrián de Las Palmas de Gran Canaria a un whisky. Con grato e imborrable recuerdo, a él y su esposa la gran poetisa PINO BETANCOR.

 

 

 

  

Notas bibliográficas:

- Rodríguez Rodríguez, J. M. 2019.El legado flamenco en Gran Canaria, enlaces y connotaciones  socioeconómicas: Los Jaques de Mesa”. Ponencia del VI Encuentro de Genealogía Gran Canaria, organizado por Genealogías Canarias y Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria los días 12 al 14 de noviembre de 2019.

- Fernández Bethencourt, F. 1954, 1956.  Nobiliario de Canarias. Edición: J. Régulo Pérez. Editor. La Laguna de Tenerife. 7 Islas (Obra puesta al día y ampliada por una Junta de Especialista). Nobiliario I, págs. 108, 398-401, 582, 723-724 y 726. Nobiliario II,  págs.  286-291, 387-388, 527-530, 952-964 y 989. Nobiliario III, págs. 387-388, 440 y 803-804. Nobiliario IV, Págs. 242, 238-241, 301-305.  Comprende: Aguilar, Castillo, Verdugo, Cullen, Creagh, Matos, Russell, Meade, Mádan, Power, Murphy, Key, Sall,  Casabuena , Bravo de Laguna y  O’Shanaham.

- Cólogan Soriano, C. 2011. “La diáspora Irlandesa en los siglos XVII y XVIII”. Extraído del libro los “Cólogan de Irlanda y Tenerife". Ediciones Gobierno de Canarias y Embajada de Irlanda. Cabildo de Tenerife. Editor Carlos Gaviño de Franchy. 2010.

-Tabares de Nava, T. 1964. “Los Cullen irlandeses en Canarias y la Argentina”. Anuario de Estudios Atlánticos, Nº 10, (1964), pp. 249-264.

- Álamo, N. 1963. “Agustina González y Romero, Poesía”. Cronista Oficial de Gran Canaria. Sin paginar. Genealogía de los Romero y Magdaleno. Poemas de la “Perejila” dedicados a don Sixto Sall Casabuena, a su esposa y a su hermana Lola.

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- Millares Torres, A. reedición del 1977. “Historia General de las Islas Canarias”. Tomos III y IV, Directores y Coordinadores: Agustín Millares Cantero y José Ramón Santana Godoy. Complementada con varios especialista. Destacamos en este trabajo  donde hemos tomado algunas notas no precisadas pero si contrastadas de los Dres. Víctor Morales Lezcano, Antonio Bethencourt Massieu y Antonio Macías Hernández sobre datos del devenir económico de monocultivos, léase: azúcar, vino, cereales, orchilla, etc.,  e importación de víveres, géneros y comercio en general. Págs. 11-22, 145- 150, y 151.

- Gutiérrez de Armas, J. 2016.  “Construir  una identidad familiar a partir de antecedentes lejanos y remotos. El problema de documentar los  ancestros para la  aristocracia de Canarias en  el  s. XVII”. Revista de Historia Canaria, 198; abril 2016, pp. 11-40; ISSN: 0213-9472 .

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- Maurois, A. 1961. “Historia de Inglaterra. Cap. VIII. “Cromwell en el Poder”. Reedición de Plaza & Janés , 1961. Págs. 952-953  “… Una consecuencia grave de esta guerra fue que, destruida la aristocracia irlandesa, la sustituyo una teocracia. Fue el protestante Cromwell quien entregó por completo Irlanda a los católicos (1650-1652)”

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- Rodríguez Rodríguez, J. M. 2021. La semblanza de los Millares Sall, permítaseme, ha sido escrita con estilo crítico propio,  producto de nuestras repetidas lecturas de diversas misceláneas, biografías, críticas etc. de los mismos, durante un largo periodo de años, es original por tanto y hay que ser indulgente en el sentido de que de ninguna maneras somos especialistas en la materia, pero tampoco queríamos crear algo artificioso.

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- Santana Domínguez, J.F. 2017. “Sixto Millares Sall”. Poesía Viva de la Atlántida- Revista. Facebook-Google. Visita: 07/02/2022.

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- Millares de la Peña, S. 2018. “Lanzarote, el oasis de arte de la familia Millares Sall”. Conferencia  en la Sala José Saramago, en la Fundación César Manrique, 21 de setiembre de 2018., Arrecife de Lanzarote.

- González Lemus, N. 2011. “De los  viajeros  británicos a Canarias a lo largo de la historia”. Anuario de Estudios Atlánticos . ISSN 0570-4065, Las Palmas de Gran Canaria. España (2012), núm. 58, pp. 51-104.

- González Marrero, O. y Tascón y Tascón, J.C. 2021. Notas obtenidas por los descendientes de la familia Tascón. De la que como hemos apuntado tendrían estrecha relación con los Sall, naranjo, Alvarado y Bravo de Laguna, como ya hemos glosado.


 

 

 

 

 

 

 

 

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