domingo, 28 de octubre de 2012

DE LA INEXISTENTE PRIMERA MUJER DE MACIOT DE BETHENCOURT*

MIGUEL RODRÍGUEZ DÍAZ DE QUINTANA
Genealogista

Ilustración de Le Canarien
Durante muchas décadas, los textos genealógicos de Canarias y Madeira han mantenido aupada a la legendaria princesa Teguise de Lanzarote, en una desacreditada reputación sin merecérselo. Los estudios dedicados a la familia Bethencourt la suelen señalar de concubina o barragana, dándosele al histórico Maciot, sobrino y lugarteniente del barón normando, como legítima esposa, a una inexistente dama francesa, de la que por este motivo nunca se ha podido documentar su filiación.
En los vastos estudios genealógicos portugueses, a Teguise la transforma en Lerize, trastocan su linaje de Guadarfía por Guanarteme, y a la vez de darle su correcta paternidad, como hija de Guanarame de Lanzarote, la hacen hija de Artemy Semidán, último régulo de Gran Canaria. A esta serie de yerros y desajustes, se añade que la maternidad de las dos hijas habidas por Maciot se atribuye a diferentes esposas, haciendo a la segunda, la primogénita, mientras que a la primera nacida se le posterga a una segunda maternidad ilegítima.
Toda este conjunto de inexactitudes queda aclarado por el testamento y codicilo de doña María de Bethencourt, segundogénita de Maciot y establecida con él en la isla de Madeira hacia el año 1450.
El yerro estriba en el bautismo cristiano al que se tuvo que acoger la princesa lanzaroteña, sustituyendo su onomástica gentil de Teguise, por el de María de Bracamonte, una filiación que debió de ser sugerida por su marido en homenaje y recuerdo de su propia madre. Una vez cristianizada las islas y bautizada su población, los nombres prehispánicos se anularon. El progenitor de la infanta canaria, conocido en su gentileza por Guanarame, tomó al recibir las aguas cristianas el nombre de Luis en honor del Rey de Francia.
El alcalde Esteban de Cabito llega a nombrar en una ocasión que la mujer de Maciot se llamaba doña María, en cuya compañía fue cautivo y trasladado a la isla del Hierro. La duplicidad de los nombres atribuidos a la esposa de Maciot, originará a lo largo de la historia la disyuntiva de que al menos debieron que existir dos esposas. Nadie cayó en la cuenta que obligatoriamente tuvo que producirse un cambio onomástico en la filiación de la noble isleña, pues debía de resultar imposible que en la nueva civilización europea, la población prehispánica que había aceptado las nuevas leyes de Europa y el ingreso en la fe de Cristo, se siguieran distinguido por sus onomásticas gentiles.
Todo este entuerto genealógico queda aclarado en el testamento y codicilo de Doña María, extendido, el primero en Funchal, en 9 de febrero de 1491, ante Afonso Rodrígues Tabalitio, y el segundo instrumento, en 5 de noviembre de 1493.
Entre otras aclaraciones, la dama dice que su madre murió en Lanzarote y que está enterrada en la capilla mayor de la iglesia de Teguise. Manda a buscar a sus sobrinos carnales, Enrique y Gaspar, hijos de su hermana de Pae e Mae, para que se ocupen del mayorazgo que había fundado en cabeza y llamamiento de sus parientes, y a quienes como herederos legítimos de Maciot, su abuelo, cobren del infante Don Enrique los 20.000 reis anuales acordados en la venta de la isla de Lanzarote, cantidad que ya había sido permutada por una fábrica de jabón por el propio príncipe portugués al entregársela unos años antes a doña María, como asimismo queda explicado en la voluntad testamentaria.
* Resumen de la ponencia en las III Jornadas de Genealogía de Arona (Tenerife).

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