ZOE ARMENTEROS MEJUTO
Ponencia presentada en el XI ENCUENTRO DE GENEALOGÍA GRAN CANARIA, organizado por la Real Sociedad de Amigos del País de Gran Canaria y Genealogías Canarias, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria en noviembre de 2024.
Juan Monagas Toledo |
Mi bisabuelo Juan
Monagas fue uno de los miles de canarios que emigraron a Cuba a principios del
siglo XX que se convirtieron en mano de obra del sector agrícola en la parte
central de una isla, tan parecida a la suya, pero que en aquellos años vivía un
floreciente crecimiento económico. Sin embargo, a pesar de que él se instaló
allí durante años y fundó una familia, yo crecí ignorando su existencia: nadie habló nada de nuestra línea canaria: mi abuela Amalia, hija de este hombre, que
atravesó el océano, apenas habló de él.
Él empezó esta historia
que yo he tratado de seguir a través del
tiempo: desde Tafira (Gran Canaria) hasta la isla de Cuba. Mi bisabuelo
nació el 16 de julio de 1886 en San Francisco de Paula[2]
y fue bautizado[3] en la
Iglesia de la Inmaculada Concepción con el nombre de Juan María del Carmen[4],
pero cuando empecé a buscarlo tampoco sabía eso. En realidad, no sabía nada.
Los documentos que encontré en Cuba, lo refieren como nacido en “Islas
Canarias”.
El jovenzuelo Juan Monagas se asentó en Mayajigua[5],
antigua provincia de Santa Clara,
actualmente Santi Espíritus y fundó una familia, su familia cubana, de
la que su nieta, Zulema Lucia, mi madre, es testigo desde esta sala. Ambas queríamos rehacer esta historia genealógica con tanto mar de por medio,
encontrar un hilo conductor desde unas cartas que guardaba mi abuela, casi
borrosas y manchadas por el mar de unas inundaciones
en La Habana –otra vez el mar- que llevaban a Tafira, que era la palabra
que encabezaba las cartas, estas que llegaron a mis manos, conservadas por mi
abuela y después por mi madre.
Él vivió poco más de una década en Cuba, trabajó, se casó, tuvo dos hijas, pero, a decir verdad, hay momentos de su emigración cubana de los que solo nos queda especular para entender o al menos para tratar de entender la vida de un hombre que se estableció en un pueblo, donde las tierras se dedicaban al tabaco y la caña de azúcar y cultivos de todo tipo, que se daban en esa zona tan fértil rodeada de lagos y ríos.
Foto antigua de Mayajigua |
Todos repitieron una
historia bastante habitual entre los varones que llegaban a la edad militar.
Escapaban del llamado de las armas con mucha probabilidad a Cuba. Es posible que mi bisabuelo siguiera los
pasos de su hermano mayor y este lo ayudara en su desembarco en Cuba, algo que
quizá se repitió con el más pequeño. Del regreso a Canarias de los dos hermanos
de Juan Monagas no hay noticias documentales y es posible que fallecieran allá
lejos en tierras cubanas.
La
economía familiar, reflejo del panorama canario, no iba bien para los Monagas
Toledo, las plagas de langosta, la amenaza de las guerras en África[7],
llevaron a mi bisabuelo a huir con 21 años de Tafira a la tierra prometida, que
era entonces la isla de Cuba. Se largó para no hacer la mili[8]
y de paso hacerse rico. Un bando
publicado en 1907 declaraba prófugo a Juan Monagas, en busca y captura al no
presentarse al servicio militar obligatorio; quizá en ese momento ya estaba
escondido o quizá ya había embarcado rumbo a Cuba. No sabemos con precisión.
Estos
detalles no lo recogen los documentos y son parte de la historia que ha quedado
dispersa en las esquinas del tiempo. Cuando empecé a buscar a mi bisabuelo
canario ni siquiera sabía cuál era su segundo apellido. Ahora ya sé que era
Toledo. Mi madre no recordaba que mi abuela lo hubiera mencionado. Era muy
pequeña y los mayores entonces también eran más reservados con sus penas y
dolores. Aquí he preguntado a los descendientes de Juan Monagas y tampoco
recuerdan que les hubieran contado qué hizo en Cuba, cómo le fue, por qué
volvió.
Lo
que sí sabemos es que Juan Monagas y sus decisiones son las responsables de que
mi madre y yo estemos aquí en Las Palmas de Gran Canaria en un viaje de ida y
vuelta: la de mi bisabuelo y es la historia que voy a contarles y también la
vuelta nuestra, en este empeño, que llevo adelante desde hace dos años, por
rehacer mi árbol genealógico.
Me
centro en ese joven que llegó a La
Habana en 1907 y como todos los recién llegados pobres antes de tocar sus
calles empedradas y ya iluminadas con lámparas de gas, tuvo que pasar la
cuarentena y los controles médicos habituales en Triscornia o Tiscornia. Este campamento, que fue construido en 1900
durante la intervención militar de Estados Unidos para controlar a los que
llegaban en tercera clase, sin dinero,
ni contrato de trabajo. La mayoría, españoles.
Triscornia[9]
era una especie de “Ellis Island,
un campamento, imitación del de Nueva York, que se conformaba en varios módulos
construidos en Casablanca, un pueblo al otro lado de la Bahía de la Habana;
allí esperaban los emigrantes hasta
que algún familiar o amigos los garantizaba (es decir, garantizaban que tenían
un trabajo que darle), también foco de escándalos de corrupción, explotación y
hasta prostitución que reflejó durante años la prensa de la época.
Por Triscornia habían pasado 111. 556
inmigrantes, entre octubre de 1900 y agosto de 1907. Uno de estos, más allá de
los números y poniéndole cara fue Juan Monagas. Pensamos que algún amigo
o familiar logró sacarlo de allí, quizá fue su hermano Cristóbal, aunque
también era habitual que empresas intermediarias recurrieran a estos
campamentos a por mano de obra barata para la construcción de ferrocarriles,
centrales azucareros, la pavimentación y alcantarillado de las grandes ciudades
cubanas, que crecían de forma vertiginosa por aquellos años.
Un importante periódico cubano de la época: El
Diario de la Marina publicaba, en febrero de 1908, que era tanta la demanda de
‘braceros’, que ese año no había inmigrantes arribados por el Puerto de La
Habana haciendo cuarentena en Triscornia. Este centro siguió funcionando hasta
1959 que se clausuró definitivamente.
Esta misma fuente publicó la distribución por provincias de los emigrantes españoles en Cuba, entre agosto de 1907 y enero de 1908: La Habana concentraba a 12. 444; Santa Clara a 985; Camagüey, 996; Matanzas, 817; Santiago de Cuba, 816 y Pinar del Río, 450.
Allí a la provincia de Santa Clara, más tarde Las Villas,
llegó mi bisabuelo, a Mayajigua, como tantos otros emigrantes canarios[10]
siguió rumbo adonde había trabajo, adonde conocía a alguien, para apoyarse en
su nueva vida.
Siguió su periplo a lo que era considerado entonces
territorio canario: esa zona central de Cuba, donde los isleños tuvieron una
fuerte presencia, desde el siglo XVII, cuando
fundaron la provincia de Matanzas y poco a poco se fueron extendiendo
por Sancti espíritus, Santa Clara, donde fueron decisivos en el desarrollo del
sector agrícola fundamentalmente el tabaco y la caña de azúcar, un negocio este
último, que permitió el surgimiento de la sacarocracia, como se le llamó a los
que hicieron fortunas con el
comercio azucarero. Ya les digo, él no fue uno de estos.
Toda esta parte de la historia de búsqueda de datos y pistas llegó a obsesionarme y durante horas he buscado el nombre de mi bisabuelo de forma aleatoria y –a veces desordenada- en los archivos históricos de emigrantes canarios que embarcaron por esos años, donde aparecen miles y miles de personas, ordenadas en casillas, que dicen que era vecino de, estado civil, edad, o la casilla identificada como ‘otras características’, en la que incluían al parecer desde el oficio de los viajeros hasta las razones para viajar. Estas razones, anotadas en aquellas larguísimas planillas que me hablaban de vidas, me dio mucho qué pensar.
He encontrado entre ellas las de tantos canarios
desconocidos, pero quizá también fueran las razones de mi bisabuelo: “asuntos
propios”, “variar de domicilio”, “reclamo hermano”, “mejorar fortuna”, llamada
hijos, “negocios propios”, carpintero. No he encontrado a ningún Juan Monagas
por esta vía, pero supongo que si huía de las autoridades en 1907 no habría
viajado con su nombre real. Me pregunto
qué nombre habrá usado mi bisabuelo para embarcar y qué razones puso en esta
casilla. ¿Fugado de la mili, unirme a
hermano, reclamo primo o “diligencias propias”?
Sigo preguntándomelo. Quiero
imaginar que al ser preguntado respondió claramente ‘mejorar fortuna’, que era
lo que más le pegaba a aquel joven moreno, de baja estatura y ojos penetrantes,
pero también a casi todos los que emigramos.
En
Mayajigua, seis años después de su llegada, mi bisabuelo canario se casó con la cubana Matilde Torres
Hernández, mi bisabuela, según consta en la inscripción que hizo un
diligente cura de la parroquia de ese pueblo y que desde allí transmitió por
carta al párroco de Tafira, que lo anotó en los libros que conserva el Archivo
histórico diocesano de la Diócesis de Canarias. Así aparece como una nota
marginal, su boda en Cuba el 1 de septiembre
de 1913, cuando tenía 27 años.
De este matrimonio tuvieron dos hijas: Amalia, la mayor, mi abuela y madre de la señora que me ha traído al mundo y otra niña, que se llamaba Matilde. Una tenía el nombre de la abuela canaria y la otra, el de la cubana. No sabemos exactamente cuánto duró ese matrimonio, pero probablemente no llegó a 10 años. Era muy fácil morir en esos tiempos: había tifus, viruela, fiebre amarilla, tuberculosis y mi bisabuela murió en Yaguajay[11], donde la familia se había trasladado y dónde mi madre escuchó decir a la suya que su padre tenía una parcela de tierra. Juan Monagas enviudó y se quedó a cargo de sus dos pequeñas: mi abuela Amalia que no llegaba a los 10 años y Matilde, que apenas había cumplido los siete.
Amalia Monagas Torres |
La
expedición cubana de mi bisabuelo canario terminó así, tras enviudar, dejó a
las niñas al cuidado de unas tías, una aquí y la otra allá. No sabemos qué
motivos tuvo para salir de Cuba y dejar a sus hijas. Quizá la situación
económica no era tan boyante como en años anteriores y ya se sentían los
primeros síntomas de una crisis que culminó
en 1929 con la Gran Depresión[12].
Mi
abuela y su hermana crecieron huérfanas de padre y madre, separadas y ya de
adultas apenas mantuvieron relación. Mi abuela Amalia emigró poco después de
llegar a la mayoría de edad, a La Habana, mientras que la pequeña se quedó en
Yaguajay viviendo en la casa familiar.
Juan Monagas regresó a Tafira[13], alrededor de 1928, al
lugar de donde había partido y nunca más regresó a Cuba, ni volvió a ver a sus
hijas, aunque mantuvo una fluida correspondencia con la mayor, con mi abuela
Amalia: algunas de esas cartas y un par de fotos me ayudaron a seguir su rastro
hasta estas tierras.
Gracias a estas cartas
fechadas entre 1933 y 1937, supimos de mi bisabuelo, tras su regreso a Tafira
en los que cuenta de la pobreza, las pequeñas alegrías y la resignación. Canarias en plena Guerra Civil no ofrecía un
panorama alentador para una familia.
La carta con la última
fecha más cercana a la muerte de mi bisabuelo es del 26 de mayo de 1937[14] y
hablaba de su regreso a Cuba. En esa misiva le contaba a su hija Amalia, mi
abuela, que había un barco que zarpaba de
Lisboa rumbo a Cuba y contabilizaba los gastos correspondientes para el
billete, un dinero que mi abuela le iba a mandar. Le pide exactamente que le gire “la cantidad
de 30 pesos para ir arreglando papeles y comprando alguna ropa”.
En esta última carta, que mi abuela Amalia conservó, Juan Monagas soñaba con el reencuentro: también pedía a su hija que averiguara con esa compañía italiana porque había un barco que salía el 7 de julio de 1937 en el que podía viajar si el precio era aceptable. Le daba instrucciones para hacerle llegar el dinero a través de un canario, llamado Don Eugenio Galbán[15], que vivía en Centro Habana, a este le depositaba el dinero en dólares y su hermano, aquí en Las Palmas Don Fernando Galbán se lo abonaba “en pesetas y al precio que corre”. Así escribió mi bisabuelo con su letra afilada.
Al parecer la
enfermedad truncó ese viaje planeado por carta y mi bisabuelo no volvió a Cuba
ni en ese mes de julio ni nunca más. Mi abuela Amalia no se reencontró con su
padre. Mi madre escuchó de trasmano,
cuando mi abuela contaba a alguna de sus primas, que este viaje estaba
planificado hasta el último detalle y que el reencuentro con su padre era ya
inminente y solo estaba a la espera de que la llamara para que le confirmara la
fecha de llegada a La Habana. Cuando recibió esa llamada la única noticia que
le dieron era que su padre había muerto.
El teléfono sonó el sábado 16 de diciembre de 1939. Juan Monagas fue velado en la casa familiar de Tafira Alta y enterrado a las tres de la tarde del día siguiente en el cementerio de esta localidad. Así lo confirma la esquela que publicó un periódico canario.
FOTOS CHEQUES/CARTAS
He leído y releído
tantas veces esas cartas, como si cada palabra encerrara un enigma por
descifrar. Busqué dónde quedaba Tafira, ese lugar que aparecía en el timbre del
sobre de papel, medio deshecho, que había sobrevivido al olvido y al silencio,
de esas imágenes, de la letra cariñosa de Carmela, al “tu padre que te abraza”
descubrí que había un hilo que llevaba desde Canarias a Cuba y de Cuba a
Canarias.
De ese hilo empecé a
tirar y el resultado es esta aventura genealógica que llevó tiempo, paciencia y
muchos altibajos emocionales. Primero
escribí una decena de correos electrónicos que nadie respondió, hice llamadas
sin resultados y ya cansada decidí hacer mi propia travesía a mis orígenes.
Compré un billete aéreo que nos aterrizó a mi madre y a mí en un lugar húmedo en lo alto de Tafira,
adonde ya la gente está harta de unos que vienen a preguntar a ver si le dan el
pasaporte español. Nosotros ya lo teníamos
y nuestro impulso no era un documento ni ningún otro objetivo material. ¡Solo
queríamos saber!
Una tarde de octubre de
2021 en la que no podíamos salir de aquel hotel rural en Tafira, mientras
miraba cómo caía la lluvia no paraba de preguntarme dónde estás Juan Monagas.
Encontré una web de genealogía y escribí un último mensaje pidiendo
ayuda: se me habían acabado los hilos y aquel pueblo estaba silencioso. Ya
cuando estaba a punto de darme por vencida la genealogista, Cristina López-Trejo
Díaz junto a Eugenio Egea Molina me pusieron tras la pista real de mi bisabuelo
facilitándome la esquela de su muerte publicada en un diario isleño[16]
en 1939. De ahí llegué hasta su casa en
la carretera de Tafira, kilómetro 8. No entré, porque ya me parecía demasiado
irrumpir desde el pasado en las vidas de los descendientes de Juan Monagas.
Gracias mis
genealogistas lazarillos, al padre Manuel Merchant, canónigo de la Catedral de
Santa Ana, que me dejó mirar en los libros de Bautismos de la Parroquia de
Tafira Alta y descubrir que mi bisabuelo existió y no fue una invención mía,
gracias a la generosidad de Laura Monagas[17],
por abrir su corazón canario a su familia cubana.
Agradezco profundamente
a todas estas personas que me ayudaron a llegar hasta mi bisabuelo, que fue
allá y volvió aquí; mientras mi abuela seguía allá, mi madre y yo, allá, en
Cuba, y años después, ahora aquí. Parece un juego de palabras, pero es realmente
el azar de la existencia, de las migraciones y de la vida el que nos junta y
nos separa. Esta vez, sin embargo, nos ha juntado.
Yo empecé preguntándome
‘Dónde estás, Juan Monagas’ y al final he encontrado a cuatro Juanes, todos
descendientes de esa familia canaria que él fundó aquí, en Gran Canaria. Encontré a mi bisabuelo, a su hijo, Juanito,
al hijo de este, también Juan y otro, el cuarto Juan de la familia, hijo de
José Antonio, bisnieto de aquel joven que se fue a Cuba en 1907, protagonista
de esta búsqueda familiar.
EPÍLOGO
No
sabía que podía ser tan emocionante esta búsqueda; los que buscamos y muchos de
los que están leyendo este texto saben de lo que hablo, sobre todo del placer
de ir encontrando pistas y de que nunca sea suficiente, de que siempre surjan
más preguntas sin respuestas, probablemente.
Yo,
mientras tanto, pienso volver el próximo año a Cuba a levantar más papeles por
Mayajiguay, a buscar los otros porqués de mi bisabuelo, que siguen rondando por
mi cabeza, pero también el rastro perdido de los otros Monagas. ¿Por qué dejó a
sus hijas y volvió a Canarias? ¿Dónde estuvo los años que faltan desde 1920 en
que dejó a mi abuela y a su hermana y volvió a Tafira? ¿Quiénes son los
descendientes cubanos de mi bisabuelo que aún viven en esa región central de
Cuba?
En
realidad, creo que todos deberíamos buscar algún pariente perdido, algún
abuelo, bisabuelo, tatarabuelo. Yo lo recomiendo especialmente, porque buscando
a alguien, lo encontremos o no, siempre terminamos por encontrar algo de
nosotros mismos.
[1]
El apellido Monagas surge en el pago Monagas del actual municipio de Valleseco (hasta 1842 Valleseco pertenecía a la jurisdicción de Teror, hasta en que dicho año consiguió tener ayuntamiento propio). El apellido familiar en realidad era Hernández. Para
diferenciarse de otros Hernández que convivían en la misma época en Teror, se
les empezó a llamar Monagas, por su lugar de origen. Domingo Hernández Monagas,
nacido en Teror en 1608 vendió a su hermano Diego, siete fanegadas de tierras
que tenía en el pago de Monagas y marchó a Telde con su mujer Isabel de la Cruz
con la que había casado en septiembre de 1629.
[2] Nació a las dos de la madrugada.
[3] Parroquia de la Inmaculada Concepción
de Tafira. Libro 5 Bautismos, folio 13 vto., asiento nº 377. Fue madrina del
bautizo, su tía materna María Toledo Díaz.
[4] Nació el día de la onomástica de Ntra.
Sra. Del Carmen. Su abuela materna se llamaba Carmen.
[5] Mayajigua está ubicada al norte de la
región central de Cuba.
[8] Boletín Oficial de la provincia de
Canarias, nº 76. Miércoles, 26 junio 1907. D. Ambrosio Hurtado de Mendoza,
alcalde del Ayuntamiento de Las Palmas publica el dictamen del Sr. Regidor
Síndico, una vez evaluados los expedientes de 379 mozos, en sesión de 24 abril
de 1907, declararlos prófugos y sujetos a las consiguientes responsabilidades
[9]
El registro de entrada producido
por el Negociado de Inmigración de la Secretaría de Agricultura, Comercio y
Trabajo, tiene una fechas extremas de la documentación que van de 1909 a 1935.
Lo componen 13 tomos encuadernados, ordenados cronológicamente, correspondientes
al control que se efectuó en el centro de recepción de inmigrantes creado en
1900 en Triscornia, en el lado este del Puerto de La Habana
[10]
La mayoría de los emigrantes
canarios eran varones jóvenes que trabajarían en las plantaciones de azúcar,
tabaco. Muchos querían evadir el servicio militar, trabajar duramente y reunir
una cantidad de dinero que les permitiera regresar y comprar un terrenito. La
mayoría de ellos, en la primera década del siglo XX, viajan a Cuba con el
pasaje pagado en tercera clase, dinero que se les descontará del jornal.0
[11]
A catorce kilómetros de Mayajigua.
[12]
La economía cubana se desplomó
como consecuencia de la Gran Depresión. La producción azucarera se redujo
en un sesenta por ciento y el precio del azúcar un ochenta por ciento debido a
la sobreproducción mundial del azúcar. La dependencia de Cuba en la exportación
de azúcar la hizo vulnerable a la crisis mundial. Los trabajadores fueron
despedidos masivamente. Las fábricas cerraron sus puertas, el desempleo se
incrementó y el nivel de vida de los cubanos bajó considerablemente. Como
respuesta a esta crisis, el partido comunista ganaría cada día más influencia.
Muchos canarios intentaron regresar a su tierra.
[13]
Ante el caos reinante en Cuba, el
consulado español comenzó a repatriar, desde 1921, a los inmigrantes españoles con
una bonificación en los billetes para facilitar el regreso pero llegó un
momento en que el precio de los pasajes de tercera clase se incrementó
demasiado y las navieras consiguieron hacer su agosto a costa de los que
necesitaban volver pero carecían de medios. Hubo una protesta masiva ante el
Consulado, por parte de los que querían regresar a Canarias, demandando ayuda
para poder embarcar. Varias empresas navieras de otros países mediaron en el
conflicto para poder ofertar pasajes a bajo costo. Hacia el mes de julio ya se
habían repatriado a unos 35.000 emigrantes.
[14]
En 1937 se daba por concluida la
época de “guerra social y política prácticamente incesante”. Sube a la
presidencia Federico Laredo Bru. Durante su mandato se aprueba la Ley de
Coordinación Azucarera, en 1937 para defender a los pequeños colonos. En
septiembre de 1938 legalizó el primer partido comunista cubano. Federico
Laredo también pasará a la historia por ser el presidente que negó la
entrada a Cuba a los pasajeros del San Luis, un
crucero alemán con 937 pasajeros, incluidos más de 900 refugiados judíos, que
en 1939 habían obtenido visa de entrada en Cuba y de los que más de doscientos
cincuentas terminarían sus días en los campos de concentración nazis.
[15]
A mitad del siglo XIX, el
grancanario José Antonio Galbán Pagán, nacido en Santa María de Guía, marcha a
Cuba donde crea una sociedad mercantil dedicada al comercio de todo tipo de
mercancías. En 1872 regresa a Canarias haciéndose cargo del negocio su sobrino
Luis Suárez Galbán el cual llegó a fundar el Banco Nacional de Cuba en 1901. En
1904 fue nombrado presidente de la Cámara de Comercio de Cuba. Eugenio Galbán
fue socio de Luis Suárez Galbán en la empresa Galbán Lobo Company Import and
Exporting Association.
[16]
Falange: diario de la tarde. 17
diciembre 1939
[17] Nieta de Juan Monagas Toledo y Carmen Jiménez Toledo e hija de Juan Monagas Jiménez y Dolores González Castro. El encuentro entre Zoe y Laura se produjo en noviembre de 2023 durante el X Encuentro de Genealogía Gran Canaria. Ambas estaban sentadas en el salón de actos de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria pero aún no se conocían.
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FUENTES
Archivos
-Archivo Histórico Diocesano de Canarias (AHDC)
Bibliografía
-AZCÁRATE LUXÁN, B., RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ, J.J. (2017). Pasajeros de tercera clase. La odisea migratoria trasatlántica a través de las Memorias de viaje de los Inspectores de Emigración. Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social.
-GALVÁN TUDELA, J.A. (1997). Canarios en Cuba, una mirada desde la antropología. Edit. J. Alberto Galván Tudela.
-HERNÁNDEZ GARCÍA, J., HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M. Cuba: crisis económica y repatriación (1921 y 1931). Anuario de Estudios Atlánticos, 39 (1993), p. 593. Patronato de la Casa de Colón.
-PACHECO GONZÁLEZ, M.C., MARTÍN FÁDRAGAS, A. Fisionomía y dinámica del empresariado canario en Cuba. XVIII Coloquio de Historia Canario-Americana (2008).
-SÁNCHEZ MOLINA, R. (2016). Identidades Canarias que cruzan Fronteras. Ponencia
presentada en el III Encuentro de Genealogía Gran Canaria, celebrado en Las
Palmas de Gran Canaria, los días 15-17 noviembre de 2016, Publicado en
Ponencias del III Encuentro de Genealogía Gran Canaria, nº 3 (2016). Depósito
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-SUÁREZ BOSA, M. Empresarios canarios en Latinoamérica. El caso de Cuba. Universidad de La Laguna. Anuario Americanista Europeo nº 4-5, 2006-2007, p. 317-344.
-SUÁREZ VIERA, F. El emigrante retornado a Canarias desde América, 1870- 1940. Tesis doctoral. Noviembre 2015. Departamento de Ciencias Históricas. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
-YANES MESA, J.A. La repatriación de los emigrados canarios tras el hundimiento del sector azucarero cubano,1920-1935. Anales de Historia Contemporánea, 25 (2009). Publicado en febrero de 2009.