miércoles, 24 de julio de 2024

ROMERO: FAMILIA CON VINCULACIÓN A LAS MILICIAS, LA IGLESIA Y EL SANTO OFICIO

JUAN MANUEL RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

ANTECEDENTES Y ESTUDIOS PRELIMINARES

Es sintomático en varias familias con influencia considerable en Gran Canaria tener arraigo y posteriormente entroncar con la aristocracia insular con enlaces de vástagos de su estirpe a partir de estamentos que procedentes de la Iglesia católica y apostólica, y quizás una de estas instancias son deudos de nuestro Santo Oficio de la Inquisición, datos que se manejan sin pudor en tratados genealógicas de diversa procedencia y, desde luego, muy presente en el Nobiliario de Canarias en donde se concede una condición y rango social como son los Familiares del Santo Oficio, una prebenda suponemos que concedían una cuota y margen de poder local, no solo en posibles intervenciones de carácter eclesiástico, sino encuadrado en la organización y orientación de la vida social, económica e incluso que comprendía recomendaciones  a la Milicia y leva de la isla. En el Nobiliario de Canarias, se incluye la genealogía de los Romero como apéndice de los León, no así en la obra primigenia de Fernández de Bethencourt en el Nobiliario y Blasón de Canarias,  familia que adquiere importancia tras los diversos cargos en la milicia y en el Santo Oficio como hemos señalado anteriormente, y a partir del Doctor Don Andrés Romero y Suárez Calderín, adquirió relevancia en Gran Canaria, enlazando con las ramas mayores León, Jaraquemada, del Castillo, Manrique de Lara, Zerpa y Ximénez de Embum.

Se reconoce por tronco primitivo a D. García Romeu, célebre caudillo de la gente aragonesa en la batalla de las Navas de Tolosa, en cuya jornada gana para su escudo las tres estacas de oro encadenadas en campo de gules, que, como recuerdo de las estacas del palenque que rompió a los moros, añadió aquel ricohome al águila de sable en campo de plata, blasón antiguo de su linaje: Libro Primero, cap. XLVI. De la divisa de las cadenas que gana con en ella batalla muchos linajes nobles de España. A imitación del Rey don Sancho muchos de los Caballeros que intervinieron en esta batalla, usaron por Armas la devisa de las Cadenas. De las cuales se precia muchos linajes nobles, de algunos dé los cuales haremos memoria, Don García Romeu que de antes traía por Armas un Águila negra en campo de plata y tomó por Armas tres Estacas de oro encadenadas en campo rojo, por las Estacas del Palenque que rompió de los Moros (Argote de Molina, 1588).

Antonio de Viana en la conquista de Tenerife, nos habla tempranamente de Francisco Romero como conquistador (¿?) y otros Romeros relacionados pobladores (Viana, 1968), y  Núñez de la Peña hace mención del apellido Romero entre las familias nobles que poblaron las Islas Canarias y nuestro insigne escritor Don Bartolomé Cairasco de Figueroa, en Templo Militante los incluye en el catálogo de nobles avecindados en la Gran Canaria desde su primera población (Fernández de Bethencourt, 1878; Cebrián Latasa, 2003).

Nosotros, añadiremos que en Gran Canaria su primer asentamiento aparece históricamente en Telde como pobladores, como se verá posteriormente, registrándose en la ciudad de los Faycanes desde 1503 (Rodríguez Calleja y Viera Ortega, 2007).


SUCESIÓN EN LOS TRATADOS GENEALÓGICOS MÁS RELEVANTES

Para iniciar esta sucesión genealógica nos viene al pelo, y que apuntamos íntegramente, y quizás falta alguna coma, las siguientes perspectivas del ánimo de iniciar tan arduos estudios, que nos indica que la afición genealógica en el Antiguo Régimen se inicia por aquellos que de alguna u otra manera pertenecen a estas estirpes cercanas o remotas pero que por diversos vericuetos quieren dejar fe de su hipotético entroncamiento. Dicho esto, para anudar estas ilustres ascendencias, se dedicaron a esta tarea sacrificada, sobre para todos aquellos que ya sabían quiénes eran, y otros que como soberanos tenían cronistas a modo de Enrique IV de Castilla y demás reyes castellanos –sería larga la referencia de aquellos memorables cronistas que daban fe de un reinado- que lustraran su impecable estirpe desde los reyes visigodos hasta nuestros días que no faltaron amanuenses, para los diversos sucesos para honor y gloria de sus respectivos reinados, y en ella anidó la ciencia genealógica transversal de personajes destacados y decisivos en nuestro devenir y desarrollo, que desde luego era impulsada por esta clase, como bien apunta Millares Torres; hubo quien consagrara parte de su vida en consignar el origen nobiliario de su familia y de otros de su entorno familiar o social.  Igualmente se trataba de una sociedad, la de Las Palmas de Gran Canaria, compuesta por estamentos como la nobleza que no sobrepasaba un centenar de personas entre mayorazgos y segundones, pocos títulos nobiliarios existían entonces en Gran Canaria, y la gran multitud de plebeyos y esclavos que no sobrepasaban unos escasos miles de personas entre los siglos XVI al XVIII (Millares Torres, 1982). Los dos personajes situados en este entorno y en estos siglos, y dignos de destacar que dejaron para la posterioridad, quizás sin ser consciente de su magnífico legado aunque fuera para ellos mismo perpetuar su ascendencia, los más significados fray Juan Suárez de Quintana y don Antonio Romero-Zerpa, y sin más preámbulo abordamos la sucesión agnada de Romero:

I. Francisco Romero, conquistador de Tenerife, avecindado en Realejo Alto, otros autores lo consideran como “poblador”, en su matrimonio con Juana Ruiz de Murcia en el Realejo Alto. Recibió una data de solar para casa y tres fanegas en La Laguna, en 7 de junio de 1508 (Serra, 1957, Cfr.). Otorgó testamento en octubre de1523, ante Alonso Llarena, y otro cerrado en 15 de abril de 1541, abierto el 23, habiendo fallecido él, el 16 del mismo mes y año. Como anécdota subrayamos uno de los primeros casos de violencia de género (machista) descritos en Canarias, resulta que Juana se escapó de su casa y se refugió en el hospital de Daute, hasta que su marido le dio seguridades y fianza de que no la mataría, por escritura ante Miguel Jerónimo de 1528. Este matrimonio tuvo como sucesor a Juan Romero Ruíz de Murcia que enlazó con Ángela Doramas y, de esta manera, se vincularon con los guanartemes de Gran Canaria (Chaparro, 1982; Núñez de la Peña, 1676). Regidor Manuel López Delgado, hijo de Alonso López e Isabel Delgado. Su descendencia extenderá el apellido Romero por Telde, Agüimes e Ingenio así como por el resto de la isla. De la que posteriormente nos ocuparemos, pero sigue la sucesión historiada en nuestra isla de Gran Canaria con su hijo:

II. Diego Romero que establecido en Gran Canaria, casa con Brígida Perdomo, natural de Lanzarote de la estirpe de Juan Arriete Perdomo, conquistador y sobrino del señor de las islas Juan de Bethencourt, que procrearon a:

III. Juana Romero que enlaza en Telde con el regidor de Gran Canaria Manuel López Delgado en el año de 1526. El regidor Manuel López Delgado, hijo de Alonso López e Isabel Delgado (López-Trejo, 2013). Su descendencia extenderá el apellido Romero por Telde, Agüimes e Ingenio así como por el resto de la isla. Posteriormente viene radicados en la ciudad de los Faycanes su hijo:  

IV. Alonso López Romero que casa con Doña Sebastiana de Mireles, como mayorazgo, que si bien hijo de la anterior, las fechas no concuerdan para que se pudiera suponer como su madre biológica a Juana Romero (Néstor Álamo dixit, 1963), y, como quiera que salvada de alguna manera esta sucesión, continúan en esta línea que estudiamos su hermano el capitán:

V. Manuel López Romero, bautizado en San Juan de Telde en 1532, regidor Perpetuo de Canarias que matrimonia con Francisca Osorio y tienen como hijo a:

VI. Bartolomé Romero bautizado en Telde en 1567, casado con Doña Leonor Camacho de Medina, tuvo de este matrimonio al también como hijo al capitán:

VII. Manuel López Romero, también bautizado en San Juan de Telde en 1594, que se desposa en Las Palmas en 1613 con Doña Juana Suárez-Tello Carreño, padre del también Capitán:

VIII. Alonso López-Romero bautizado en Telde en 1615, que casó con doña María Suárez Calderín; el capitán Don Alonso López Romero y su mujer María Suarez Calderín, además de padre del inquisidor Andrés Romero (Botello) Suárez Calderín (VIII) tuvieron al Ldo. Diego Romero y Tello de Medina pbro., y otros hijos, este último Comisario del Santo Oficio que fallece  en Telde en 1713, enterrado en la parroquia de San Juan, a quien Isidoro Romero Ceballos  da de una manera adopcional como fundador de su linaje en Gran Canaria según entendemos en la sucesión descrita por N. Álamo. Don Alonso y Doña Mª, padres de toda esta prole eclesial pertenecieron a familias de alcurnia y prosapia en Las Palmas y Telde, quienes además de los apuntados tuvieron otros hijos no vinculados a la iglesia: Don Bartolomé y Doña María Romero Tello de Medina, de los que no hubo descendencia, cerrándose así la posible continuación de esta rama –como dice N. Álamo y aquí acierta: Además de este Don Diego Romero, padre adoptivo del indicado Don Isidoro Romero el I (que veremos posteriormente), hubo el matrimonio a Don Bartolomé y Doña María Tello de Medina (sic), como ya arriba quedó indicado. Parece que el único que alcanzó cierta longevidad – se refiere a que fue el único que sobrevivió, no se explicita bien a quien o quienes, padres o hermanos -fue el Inquisidor de Canarias -para situarnos, el Inquisidor por antonomasia de aquí en adelante -aunque como se verá existieron varias dignidades de la familia en el Santo Oficio:

VIII. Don Andrés Romero Botello Suárez Calderín, el inquisidor, del que daremos cumplida cuenta, no sabemos porque circunstancia Botello, sospechamos que por su antepasada Doña Juana Suárez-Tello -habría que aclarar sobre el apellido Botello proveniente de Tello sería en portugués Boo Tello, el bello Tello y, por último, Botello (Nobiliario de Canarias I) -, así pasamos de la Milicia al Santo Oficio, siempre dentro de la nobleza isleña, los segundones pasaban del disfrute del mayorazgo a la iglesia, milicia o a América. Posteriormente desaparece el apellido López y comienzan a usar como primero Romero omitiéndose López, y por medio de no se sabe bien que línea o parentela los hace primo de adopción nuestro Isidoro Romero.

 

TRANSICIÓN GENEALÓGICA PLAUSIBLE Y DESCENDENCIA



La genealogía y notas introductorias en el libro de la bardina “Perejila”, que comentaremos cumplidamente, desarrollada por nuestro ilustre cronista Néstor Álamo no concuerdan en ciertos personajes con la línea de descendientes del Nobiliario de Canarias, entre otros aspectoss introduce personajes y parentescos que no refleja en dicho tratado, pero que desde luego deben ser fruto de sus investigaciones quizás novedosas, con personajes que se obviaron por desconocimiento, lo decimos por la minuciosidad de nuestro paisano Néstor y en sus meticulosas pesquisas y profundo conocimientos del AA (Archivo de Acialcázar), así como su minuciosidad en repasos de libros sacramentales y Notas de aquellos Romeros memorialistas y genealogistas, léase Don Antonio y su hipotético pariente Don Isidoro,  así declara a Diego Romero Carreño como tío del inquisidor, quien prohijó a Isidoro Romero Tello Medina Aguilar, cuando estaba destinado en la isla de La Palma como veremos a continuación, y no lo identifica con el hermano de éste, por otro lado, es conveniente poner de manifiesto el uso que se hace de los apellidos de las distintas progenies, como adoptando la de sus abuelos o agregaciones de apellidos relevantes de antepasados, muy al uso en la época y propiciadas por los propios deudos en las distintas inscripciones en los libros sacramentales, o por los mismos actores en sus desposorios o testamentos,  es un acicate que lleva a confundir a los genealogistas cuando no se ojean partida a partida las sucesiones de los mismos, nosotros daremos por aproximada nuestra interpretación sin causar graves estropicios o añadir mayor confusión y por ello comenzamos por lo que nosotros etiquetamos como actores en transición sucesoria:

(I)  Diego Romero (Carreño) y Tello de Medina, (hijo del VII). Presbítero y Comisario del Santo Oficio, este Don Diego Romero ya mencionado también aparece apellidado como Botello, y quizás fue este Diego quien tuvo un lance en el que recibió una cuchillada después de una acalorada discusión con uso de términos groseros y ofensivos  contra un letrado de la Audiencia (Millares Torres, 1977); fallece  en Telde en 1713 y es enterrado en la parroquia de San Juan, capilla de San José, a quien Isidoro Romero Ceballos sella como fundador de su linaje en Gran Canaria, ya mencionado y que anotamos para mejor comprender sus orígenes.

(II) Don Isidoro Romero I o Romero Tello de Medina - quien llama a Don Isidoro Romero Ceballos su nieto en sus Notas y Apuntes-  a partir del cual se reconduce la genealogía de Néstor Álamo a propósito de la biografía de la bardina la “Perejila”: Agustina González Romero, circunstancias desde luego no recogida en el Nobiliario de Canarias, y que principia en este Don Isidoro Romero el I, que se desconoce sus orígenes y que se sabe nacido en La Palma, y dato obviamente comprometido, fue prohijado por el racionero Don Diego Romero Carreño (tío del Inquisidor Honorario de Canarias D. Diego Romero-Botello y Suárez Calderín) (i) que andaba por las islas en comisión de servicio y dice que lo tuvo con Doña María de Aguilar y Brito (Álamo, N., 1963). Esta descendencia la resumimos brevemente entre ambas islas La Palma y Gran Canaria, donde repetimos a los dos anteriores:

I. Diego Romero Carreño I, segundo apellido de su abuela Doña Juana Suárez-Tello de Carreño, cura y racionero de la catedral de Canarias, tuvo un hijo con la palmera Mª Aguilar Brito, que fue:

II. Isidoro Romero Aguilar (II), nacido en La Palma en 1687 y fue fiscal de ausencias y abogado de los Consejos del Rey, casó con Andrea Vivero del Toro en 1716, hija de Francisco Antonio Vivero natural de Madrid casado, por poder, con Ana del Toro vecina de Las Palmas, hija de Jerónimo del Toro y seguramente emparentada con el marqués del Toro, padres de:

III. Antonio Romero Vivero, nacido en Las Palmas  en 1725, estudia Leyes en Granada a partir de 1744, revalida su título en Madrid, ante el Consejo de Castilla, y vuelve a Canarias, incorporándose al Colegio de Abogados de Canarias. Había casado en Caracas (1750) con  Doña  Josefa Juana Ceballos Guerra natural de esa ciudad, bautizada en la en la Sta. Iglesia Catedral de Caracas, Indias de España (1725); esta rama de Romero poseían unas rentables capellanías fundada por el prior de la catedral Don Esteban Cabrera y Bethencourt, de procedencia  lanzaroteña, que comprendían vastas propiedades en Telde, entre otras tierras, el cercado de La Ropilla, en el lugar conocido de Guinea, cortijo de Silva y las tierras de las Remudas, el Vinagrillo, etc. (Suárez Grimón, 2015). Don Antonio desapareció en una tormenta huracanada en las Antillas en su último viaje, desconociéndose si sobrevivió al mismo al no encontrarse su cuerpo tarea ardua en esos tiempos como se podrá comprender. Su hijo sobreviviente de desgracias naufragísticas fue:

IV. Isidoro Romero Ceballos, nacido en Caracas en 1751 -su padre emigra a Venezuela en 1748, donde trabaja para los Tribunales de aquella entonces parte de un Virreinato-, casado por poder en Pájara (Fuerteventura), en 1776 con Josefa Magdaleno Estrada -familia de renombre de Fuerteventura, su padre el capitán Don José Agustín Magdaleno y Doña María de Estrada, peninsular de marcada tradición militar, y sobrina del brigadier de la Real Armada Don Francisco de Estrada (Nobiliario de Canarias II)-. Posteriormente ampliaremos en capítulo aparte más detalladamente la vida de este singular y polifacético personaje. Sería procedente reflejar, no obstante,  lo que hemos relatado hasta el momento y epígrafes siguientes, y si no mal interpretado, en un cuadro genealógico de flujo (Ver Cuadros). Su vástago de la línea agnada:

V. Pablo Romero y Magdaleno, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1777 (años de la Revolución Norteamericana), capitán de milicias en la Guerra de la Independencia, fue coronel mayor de su  Batallón en Gran Canaria su pariente lejano Juan María de León Romero, mayorazgo de esta casa, Don Pablo destacó con sus tropas en la captura de una vieja goleta inglesa surta en la ensenada de Santa Cruz -en el contexto preliminar a la Guerra de la Independencia dado que posteriormente los ingleses fueron aliados, pero las islas siempre con esa desconexión sistemática con la península seguía en su lucha particular contra la Marina Inglesa por la que  tantas veces fue hostigada (Álamo, 1959)-, enlazó con María del Pino de Matos y Azofra que nació en Las Palmas el día 4 de diciembre de 1778 y tomó esponsales en el Sagrario-Catedral, en noviembre de 1801, de acrisolada familia que pertenecía a la nobleza grancanaria, algo no logrado hasta esta la fecha de forma directa y fehaciente (Nobiliario III). Entre sus descendientes figuran José Pablo Romero y Matos y Pablo Romero y Palomino. El primero fue alcalde de Teror, mientras que el segundo se distinguió por ser un hombre letras, poeta destacado, y señalado por ser el protagonista de un frustrado lance amoroso que le hizo trasladar su residencia a Valleseco.


Siguiendo otras líneas de Romero que se citan en el Nobiliario tomo III, Casa de Álvarez, tenemos otras citas que pueden servir para componer por lo menos orígenes seguramente de conquistadores y repobladores que se extienden por las islas, y no pertenecientes a Gran Canaria precisamente, como fue nuestro propósito, pero desde luego existe teóricamente una interrelación:

Don José María Álvarez y Morales Dacosta, regidor bienal del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma y su alcalde-presidente en 1839, nació en esta ciudad en diciembre de 1779, recibió las aguas bautismales en su parroquia matriz de El Salvador en el mismo mes. Poseedor de la mitad reservable del mayorazgo de su familia. Falleció en febrero de 1856, había enviudado Don José Mª en junio de 1854 de Doña Beatriz Romero y Lazcano -apellidos correspondientes también a Gran Canaria, pero no encontramos a esta señora en los apartados referente a estos apellidos en el Nobiliario de Canarias- con quien había celebrado nupcias, en la parroquia de El Salvador en julio de 1807, hija del capitán Don Bernardo José Romero y Pintado y de Doña María Dominga Lazcano y Lorenzo, nietas paternas de Don Francisco Romero y Mendoza y de Doña Margarita Pintado y Benítez, y maternas de Don Antonio de Lazcano y Araujo y de Doña Beatriz de Lorenzo y Monteverde. Siguió esta línea agnada de Don José María y de Doña Beatriz, Don Rafael Álvarez Romero:

Don Rafael Álvarez Romero Morales y Lazcano, nació el 23 de octubre de 1807 en el pueblo de Breña Baja de esta isla en cuya iglesia parroquia de San José fue bautizado el mismo mes. Capitán de la segunda Compañía del Batallón provincial de La Palma, en virtud de Real Título dado en Palacio el 25 de mayo de 1847. Contrajo matrimonio en la ciudad de La Palma, en octubre de 1838, con Doña Micaela María de los Dolores Massieu y Sotomayor, hija del Teniente Coronel Don Pedro José Massieu Salgado y Sotomayor, Regidor Perpetuo de la isla de La Palma, Alcalde por Su Majestad, Gobernador de todas sus fortalezas y Caballero profeso del Hábito de Santiago y de su legítima esposa Doña Josefa de Sotomayor Topete Massieu y Van Dalle (Nobiliario III, Casa Álvarez).

Es también interesante considerar dado sus connotaciones, señalar en la misma isla de La Palma, el expediente de información de limpieza de sangre en protocolos notariales que datan de 1805, de Don José Alejandro Luján Suárez de Roxas y Romero,  hijo de Manuel Alonso Luxán y Carta y de Teresa Suárez de Roxas y Romero,  nieto por línea paterna de don Jacinto Luxán de Fuentes y Florentina Micaela de Carta Ximénez Henríquez, y por línea materna de Julián Suárez de Roxas Cabrera y Armas y Teresa Fernández Romero de Mendoza. Posterior a la solicitada por su tío materno don Antonio Suárez de Roxas y Romero pbro., depositario del oratorio de San Felipe Nery de la ciudad de La Habana, aunque la tramitación del expediente tuvo lugar en La Palma y aprobado en 1772. Lo novedoso para nosotros, aficionados además a la heráldica, es el primoroso blasón que aparece en la publicación, que hacemos referencia, compuestos por cuarteles de Suárez, Roxas y Romero, y es una muestra en Canarias de este último escudo esmaltado -nos referimos a Romero-, el único de cierta antigüedad que nosotros hemos encontrado por el momento (Lorenzo Tena; 2004).

 

APUNTES DISPERSOS DE FAMILIAS CON EL APELLIDO

Se puede comprobar en el Nobiliario de Canarias y otros tratados genealógicos isleños la extinción de las línea aganada del apellido Romero, y relacionada con otras destacadas casas como son Romero-Botello,  Romero-Zerpa, Romero-Joven de Salas, Romero-Padilla-Manrique, y otras que trataremos en el trascurso del estudio, pero desde luego haciendo un minuciosos recorrido de sus páginas a veces quedan en suspenso generaciones posteriores de hijos habidos de matrimonios de tales estirpes, donde no queda resquicio para una descendencia que ostente el sobrenombre dado que  se acogen solo féminas la línea sucesoria, sin adoptarse como primer apellido en los distintos desposorios que hemos consultado,  o sea transmitido de alguna u otra circunstancias como las estudiadas respecto al personaje Romero Ceballos; en otros casos existen descendencias que se dejan de anotar y no se aclara si existe continuidad u otras circunstancias como pueden ser emigraciones y el desconocimientos de los avatares de tales progenie en otros países o colonias, etc., como es el caso de los sucesores de Antonio Romero-Zerpa, de quien reseñaremos vida y milagros con posterioridad, establecidas en Guadalajara, México, pero que también fue una rama que uso el apellido Zerpa (Gómez-Pamo, 2020), o se acogió a la Iglesia, otro matrilineal que no transmitió ni conservó, que sepamos, la continuidad del apellido Romero investigado (Nobiliario y Blasón de Canarias tom II: Casa de León y Romero, 1878).

Gran Canaria está sembrada de Romero, de norte a sur y de este a oeste, hemos señalado sus orígenes en cuanto se refiere a conquistadores y/o pobladores, sin tener en cuenta los posteriores y graduales establecimientos de este apellido en nuestra isla,  que procuraremos ordenar en base de varias familias que pueden considerarse emblemáticas, sin el menor menosprecio de otras que se puedan considerar con tanto arraigo o tan señeras como las nobles o aristocráticas, y que se situaron con ciertos privilegios en los distintos puntos cardinales isleño ya señalados, también con algunas  conexiones con la milicia o del santo oficio y  por ende de la nobleza, sin duda, y un resurgimiento con adopción de hidalguía en el ámbito grancanario que pueden reconsiderarse además de las apuntadas en el Nobiliario. Los Romero con base de su ascensión social en Gran Canaria basada en los cargos de la judicatura, eclesial y por matrimonios con la nobleza insular quedan suficientemente señalados en los anales nobiliarios que se han barajados, destaquemos ahora varias familias de trascendencia, si bien  fuera de los moldes tradicionales de nobleza, pero de relevancia social en nuestras islas por varios conceptos, como los  ascendientes de:

Don Sebastián Díaz Romero, historiado en otras ocasiones, nacido en Las Palmas en enero de 1796 y bautizado en su Sagrario Catedral, fue su padrino el teniente capitán  de milicias Don Manuel del Rio y Ponte; Don Sebastián fue escribano público de cámara de la Real Audiencia de Canarias, de hipotecas y relator del tribunal de la Isla. Celebró dos enlaces matrimoniales por viudedad, el primero en 1819 con Doña Josefa Machín Benítez, hija de Don Gabriel Machín y Doña Josefa Benítez, el segundo, en la isla de Tenerife, en 1825, con Doña Isabel de Aguilar y Ximénez-Pimienta, de familia de prosapia de La Orotava; contó con nutrida descendencia entre ambos matrimonios. Don Sebastián murió en Las Palmas en la calle del Colegio (actual Dr. Chil) en 1858, a los sesenta y dos años de edad, veamos su genealogía Romero: Felipe Romero casado en Las Palmas en 1615 con Juliana Hernández, padres de Gregorio Romero Hdez. casado en 1644 con Josefa Rodríguez, padres de Salvador Romero Rodríguez, casado en 1684 con Catalina de Santiago Placido, padres de Juan Romero de Santiago, casado en 1720 con Jacinta Yanes, padres Agustín Romero Yanes, casado en 1750 con Joaquina  de Santa Ana,  padres Agustina Romero de Santa Ana casada en 1786 con Agustín Díaz, padres de Sebastián Díaz Romero (Rodríguez Díaz de Quintana, 1978; Esteva Navarro, 2024). No se encuentra enlace posible que conozcamos con los Romero historiados que ilustra este trabajo.

Doreste Romero también importante familia grancanaria a tener en cuenta, en la que alcanza gran prestigio entre sus hermanos, que tampoco son desdeñable, el abogado, jurista y patricio de Gran Canaria Juan Evangelista Doreste Romero, cuya línea sería: Blas F. Romero Rosales, fallecido en 1792, casado Doña Bernarda J. Noble de Salazar, fallecida en 1799, padres de Doña Rita Romero noble, fallecida 1842, casada con  Don José A. de Oreste Pereyra, nacido en 1761 y fallecido 1824, padre de los hermanos Doreste Romero, a saber: Bernardo, Blas, Juan Evangelista y José, troncos de la familia actual Doreste (Rodríguez Rodríguez, 2020). Tampoco se encuentra enlace posible que conozcamos con los Romeros historiados motivo de este trabajo.

No podemos por menos dejar atrás una familia con este apellido que alcanzó relevancia social en Arucas, Gáldar y Las Palmas de Gran Canaria, y que procedía de la localidad de Agüimes, Romero Rodríguez, que así se ha mantenido estos dos apellidos apareados después de cuatro generaciones,  que parte del matrimonio de don José Romero Rodríguez y su esposa doña Josefa Rodríguez Herrera, naturales de esta villa sureña que fue Señorío de los obispos de Canarias. Según algún estudio no establecida antes de finales del siglo XVI en esta villa (García-Correa y Rodríguez de Castro, 2014). Anotamos, a continuación, algunos ejemplos como posibles antecedentes en la villa señorial, a Diego Romero casado con Sebastiana Sánchez, mencionados en el estudio realizado por Rodríguez de Castro sobre consanguinidad en Agüimes (Rodríguez de Castro, 2020). Con posterioridad en el mismo siglo a Felipe Sánchez Romero, nacido en 1708 y fallecido ¿1783? en Agüimes casado  en la Villa con Josefa Suárez en 1732, y otros que podríamos considerar como conjeturas relacionadas con la familia pero que no encontramos eslabones que los enlace: Luis de Mendoza Romero  nacido en 1616 y que casa en Agüimes en 1652 con Mª Mayor López, nacida en 1634 en la Villa; Blas de Artiles Falcón nacido 1671 en Telde, cuyo deceso es en Agüimes en 1739, y que casa en la Iglesia del Sagrario, Las Palmas, con Isabel Romero López nacida en Agüimes 1668 (Hernández Batista y García Torres, 2013). Quizás la autenticidad de su procedencia posiblemente la encontramos en Telde lugar al parecer –todo así lo señala- donde primero se establecieron en Gran Canaria. Como quiera que y volviendo a los Romero Rodríguez, el matrimonio arriba anotado, tuvieron como descendencia a Don José (n.1844) y Don Francisco, desconocemos si hubo más hijos, nacidos en villa de Agüimes y que tomaron distintos derroteros para al final encontrarse en Gáldar. Don José se orientó por la carrera sacerdotal y fue ordenado pbro. en 1869, Don Francisco Romero Rodríguez, su hermano, fue bachiller en Artes desde 1868, maestro elemental desde 1877 y notario a partir del 2 de noviembre de 1879, habilitado para ejercer dicho oficio por poderes que le otorgó el Rey Alfonso XII. El sacerdote José Romero, primero coadjutor en Sta. Brígida, pasó luego por Ingenio y por fin destinado como párroco en Gáldar, su hermano ejerció como notario en Arucas durante 20 años hasta su renuncia o jubilación, y se trasladó con su hermano a Gáldar llevando consigo a su hijo José Romero Rodríguez con corta edad, no sabemos nada de su mujer pero parece que enviudó en la Ciudad de las Flores, por supuesto de apellido Rodríguez. A punto de retirarse en el ejercicio de notario en Arucas Don Francisco Romero, hizo saber a su hermano, el párroco de Gáldar, su deseo de vivir cerca de él en dicho municipio, con su único hijo, un joven llamado exactamente como su abuelo paterno y su tío el cura. Don Francisco había comentado a su hermano, el célebre párroco de Gáldar, comprar tierras y una casa. Su petición pronto tuvo respuesta ya que por medio de una subasta se adjudicó una extensa finca en el barrio de Nido Cuervo por la que pagó don Francisco 14.000 pesetas. El sacerdote José Romero estuvo en Gáldar como cura párroco durante treinta y cinco años y dos meses de gran apostolado según sus feligreses, falleciendo en el día 4 de diciembre de 1912 (Monzón Suarez, 2024); aquel mozalbete, que trajo consigo a Gáldar su hermano Don Francisco, el notario jubilado, era un joven muy capaz y fue durante muchos años, con posterioridad, después de ser amanuense y cursar estudios de administración juez de paz de Gáldar, municipio en el que vivió hasta su muerte en 1945. El cura donó a este  sobrino, el juez de paz, a través de una escritura de donación múltiples propiedades situadas en Agüimes, que incluían casa, suponemos de sus antepasados, tierras, varias fincas también en el término de Ingenio, que constituía una propiedad ingente, si también se consideran las de Gáldar. Contrajo matrimonio con Doña Fermina Rodríguez Domínguez, y procrearon dicho matrimonio ocho hijos nacidos todos en su finca de Nido Cuervo: Francisco, José, Rafael, Catalina, Luis Mercedes, Juana María y Laureano. Así se perpetuaba como apuntamos la binomio Romero Rodríguez, que ya en los albores de este siglo XXI se perdió indefectiblemente, pero no lo sabemos a ciencia cierta, en caso contrario que alguno de sus descendientes nos corrija (Pérez y Tejera, 2021).

 

BREVE SEMBLANZA DE ROMEROS DESTACADOS

No seremos nosotros quienes que tengamos que añadir algo de los principales personajes destacados de una y otra rama, descrito profusamente con anterioridad y extraídas sin ningún rubor de los distintos anales del Nobiliario y otras biografías asequibles, queda constancia al principio del trabajo del personaje que hemos destacado, por la propiedad ya descrita que ostentan el blasón de la familia en Vegueta sito la calle Espíritu Santo, antes el Colegio, refiriéndonos al inquisidor Don Andrés Romero y Suárez Calderín, cuyo mayores mérito fueron las donaciones de inmuebles destinada a la Compañía de Jesús, y que según su biografía murió sin bienes y como dignidad de nuestra catedral donde había ingresado como canónigo en 1675; únicamente en precisiones posteriores iremos desarrollando con breves reseñas personajes que también estimamos como tales y difícil de enlazar, pero que mantienen el apellido en Gran Canaria, seguramente algunos provenientes como hemos apuntado de posteriores arribos a la isla y que los enraizaron después de algunas generaciones, pero de forma prioritaria y principal comenzamos con aquellos personajes que de alguna manera por su acciones y participación destacaron en favor de nuestra isla:

El Doctor Don Andrés Romero Xuárez y Calderín, bautizado en Telde a 4 de enero de 1641, Presbítero, Colegial en el Mayor de Santa María de Jesús de Sevilla, Arcediano titular, Dignidad de la Santa Iglesia Catedral de Canarias, Provisor y Vicario General del Obispado, Abogado de Presos y Fiscal del Santo Oficio, Inquisidor Apostólico, del Consejo de Su Majestad, etc., muerto en 31 de enero de 1702. Legó por su testamento, hecho por poder en 24 de marzo de 1702 ante Gabriel López, sus cuantiosos bienes a la Compañía de Jesús, en cuya iglesia se enterró en la Ciudad del Real de Las Palmas (sic.) (Nobiliario de Canaria I) . Se ha mencionado  al Inquisidor en varias ocasiones, algunas veces con el segundo apellido Botello, y como personaje central del trabajo que nos ocupa, solo habría que añadir que aparte de las cesiones que este prohombre de muchos recursos inmobiliarios, y quizás de tierras pertenecientes de su familias, desgajadas del mayorazgo de sus abuelos, dejó a la Compañía de Jesús una hacienda en Telde de quinientas fanegadas de la época, otros autores la rebajan a trescientas, constituidas por las fincas “La primavera”, que fue núcleo después de otras adquisiciones lo que posteriormente constituyó la Hacienda de San Ignacio, y que fue adquirida después de la desamortización por la familia del Castillo y por último de D. Agustín Manrique de Lara Bravo de Laguna por herencia de una tía de su padre don Fco. Manrique de Lara y Massieu (Rodríguez, 2023). Aprovechamos para tener en cuenta que “estas series de posesiones vinculadas fue abolida inicialmente por decreto de 27 de septiembre de 1820, y de manera definitiva por Ley de Desamortización de 1841 (Millares Torres 1982). En los Extractos de las Actas del cabildo de la Catedral de Canarias (1514-1791) (Viera y Clavijo, 2007), encontramos varias anotaciones de D. Andrés Romero, capellán real, de interés en su trayectoria como jerarca y ecónomo catedralicio.

Don Antonio José Luis Romero-Zerpa Padilla, nació en Las Palmas el 5 de noviembre de 1727 y bautizado el mismo mes en el Sagrario-Catedral. Sirvió de capitán del regimiento provincial de aquella ciudad por real despacho de 7 de marzo de 1749, fue regidor perpetuo de la Gran Canaria por real título de 15 de febrero de 1761, recibido en cabildo de 20 de mayo siguiente, alcaide del castillo principal de Ntra. Sra. de la Luz en 19 de agosto de 1779, familiar del Santo Oficio de la Inquisición y contador del mismo Tribunal. El historiador Agustín Millares Torres, en el Tomo I de su notable obra Biografías de Canarios Célebres, 1872, incluye con justicia á D. Antonio Romero entre las notabilidades del país. Don Agustín Millares tras disquisiciones sobre esta época y subrayar a estos genealogistas como personas doctas pero que encarrilaban tales investigaciones en propio beneficio y para lustro de sus apellidos, sin embargo concede importancia a este polígrafo dado que también dedico parte de su obra a la historia antigua de Canarias y otras misceláneas sobre su entorno con elegante estilo: hallábase dotado, dice, de una comprensión rápida y segura, de un juicio sano y recto y de una grande aplicación á los estudios históricos y literarios. Aplicó D. Antonio tales cualidades, como dice muy oportunamente su biógrafo, a labores patrióticas, y diversas actividades como hemos reseñado con infinita y rara perseverancia. Dejó escrito seis tomos abarcando cada uno  considerable números de folios solo han llegado a nuestros días el primer y sexto tomo: comprendía  el primero reseñas históricas de la Conquista de las islas y curiosas noticias sobre los conquistadores amén que iniciaba unas detalladas puntualizaciones sobre familias de Gran Canaria fundamentalmente entroncadas con los linajes peninsulares, tomo que hoy se conserva en perfecto estado en el archivo de Acialcázar, el sexto se dedica también a reseñas genealógicas de familias canarias y se encuentra desmembrado en distintas colecciones particulares. No se ha encontrado el paradero de los cuatro restantes. Falleció este incansable y laborioso autor en Las Palmas de Gran Canaria en octubre de 1798: yace en la capilla de San Francisco de Paula. Había casado D. Antonio José Romero-Zerpa a 6 de agosto de 1757 con su prima tercera Doña Hipólita Manrique de Lara y Béthencourt, hija del teniente coronel D. Pedro Manrique de Lara Trujillo de Vergara y Alvarado Osorio –y Altamirano: blasón en la casa Mayorazgo Manrique en la villa Mariana de Teror-  y de Doña Catalina María de Béthencourt Franchi y Viñol, su legítima mujer, jefes y poseedores de las nobles casas de sus apellidos, todas de la principal y más ilustre nobleza del país, quienes con la misma fecha la hicieron carta de dote ante José Cabrera. De estas nupcias nacieron cuatro varones y una hembra, cuyos distintos derroteros se describen en el Nobiliario de Canarias, Casa Romero. Doña Hipólita, su mujer, falleció en agosto de 1768 (sic.). Don Antonio fue noveno mayorazgo de la casa de Zerpa y demás vinculaciones de la rama mayor, patrono de la ermita del Espíritu Santo y de las de la Santísima Trinidad en el barranco de Azuaje, y de San José en Garachico posiblemente subrogadas y propiciadas o adquiridas precisamente por sus estudios genealógicos y algunos legajos heredados (Nobiliario y Blasón de Canarias, 1878) (Millares Torres, 1982).


Seguimos con un personaje también perteneciente a los canarios o grancanarios célebres según el criterio erudito de Millares Torres, en su Historia de Gran Canaria, sucesor directo por su madre de los Romero, cuya línea por varonía se extinguió, Doña Clara Dolores Romero Ximénez de Embum   casada en 1769 con el coronel Francisco Jacinto de León Matos, ambos Mayorazgo de su Casa:

Don Juan María de León y Romero, nació en Las Palmas a 30 de agosto de 1770. Mayorazgo de la casa Romero además de la de León. Abrazó la carrera militar y fue nombrado, en 5 de febrero de 1899, Coronel primer Jefe del Batallón de Leales Canarios, con el que Gran Canaria puso de manifestó su responsabilidad y sentido del deber y desde luego su asumida fidelidad, pese a los aires liberales que entonces se respiraban, a la causa del Rey Fernando “el deseado”, quizás desconociendo los propósitos de este aprendiz de déspota. Al frente de estos isleños voluntarios y arriesgados, sirvió Don Juan María en el Ejercito de Extremadura al mando del Duque de Alburquerque al que se incorporó con los famosos Granaderos Canarios -en su honor existe actualmente en Las Palmas de Gran Canaria la calle Granadera Canaria- que actuaron en la exitosa acción de Talavera, y en tantas otras ocasiones en que acreditó su arrojo y cualidades de mando junto a sus disciplinados Granaderos. Existe una anécdota histórica cuando en Las Palmas era segundo oficial de la tropas de la isla bajo el mando del tinerfeño Creagh, se produjeron unas revueltas o asonada contra este último, D. Juan María siguiendo su fidelidad al mando tuvo una muy acertada respuesta a las órdenes de su superior que le exigió que cumpliera con su deber  contra aquellos levantiscos y que protegiera la comandancia de un posible asalto, entonces situada en la calle de los Balcones, precisamente en la casa solariega de los Bethencourt, respondiéndole D. Juan María “permítame vuecencia advertirle, que no tenemos soldados, que todos han fraternizados con el pueblo y solo nos resta a nosotros, los oficiales, morir en nuestros puestos o al lado de usted sin esperanza de salvarlo” (Millares Torres, 1977). Don Juan María de León y Romero, se retiró de la Milicia en 1810, Regidor Perpetuo de Canarias, Vocal del Cabildo permanente que se constituyó en aquella Isla en septiembre de 1808 con motivo de la invasión francesa en la Península, fue Benemérito de la Patria, entre otras distinciones, casó en Las Palmas en enero de 1795 con Doña María del Pino Dolores Falcón y Béthencourt, hija del Capitán D. Jacinto Agustín Falcón Ramos y Valdés, alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición, y de Doña María Antonia de Béthencourt y Conde Santos de San Pedro. Fue dos veces Director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas -11 de marzo de 1782 y 23 de diciembre de 1783-, en el ejercicio de su cargo acreditó cumplidamente su ilustración y amor a la patria chica. En la Historia de la Gran Ganaría de D. Agustín Millares, se hace destacada mención del coronel D. Juan María; falleció este insigne caballero en abril de 1834, e hizo testamento con anterioridad en 29 de marzo de 1820 ante el escribano público D. José Hernández. Su viuda bajó al sepulcro el i5 de julio de 1848. (Nobiliario y Blasón de Canarias II) (Nobiliario de Canarias I).

Isidoro Romero y Ceballos, nació en Caracas 1751 ya que su padre, como arriba hemos señalado, ejercía allí en tales fechas en sus Tribunales y colaboraba al alimón  en tareas de Gobierno,  se trasladó con su progenitor a Gran Canaria después de una azarosa travesía en 1760, cuando contaba nueve años, fijando su padre residencia en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria e inscribe e ingresa  a su hijo en el Colegio de la Compañía de Jesús (Jesuitas) donde estudia las primeras materias en Filosofía y Letras hasta que los Jesuitas son expulsados de España y por supuesto de Canarias. Su padre después de naufragar en las Antillas y no saberse de su paradero deja a su único hijo, superviviente a anteriores avatares de naufragios, una considerable fortuna administradas por albaceas. Emprende como su padre y su abuelo la carrera de Leyes y para ello desembarca en Cádiz, recorre parte de Andalucía que consigna en su “Diario”: Sevilla, Puerto de Santa María, etc. Reaparece en Madrid y después de una breve estancia se dirige por la Puerta de Segovia a Salamanca –otro estudiante privilegiado que hizo la ruta salmantina (Rodríguez y Egea, 2022) -. Pero regresa a Sevilla donde decide estudiar, y logra después de una dilatada estancia el grado de Bachiller, con el que regresa a la isla en 1772 como Oidor. Salvo breves ausencias a la Península o las islas, hasta el momento de su fallecimiento en 1816 radicó en nuestra ciudad ejercitando cuestiones relacionadas con lo que conoceríamos como gestor. En 1776 contrae matrimonio con doña Josefa Magdaleno Estrada Sánchez. De su unión nacieron once hijos, de los que sobrevivieron siete. Parece que en 1795 fue nombrado Juez subdelegado de Indias y Marina en Gran Canaria y llegó a alcanzar el grado de capitán de la segunda Compañía del Regimiento de Las Palmas, en 1807 fue nombrado regidor del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Pero su gran  faceta como cronista y erudito, se debió a su obra Diario cronológico histórico de los sucesos elementales, políticos e históricos de esta isla de Gran Canaria, en el que se narran los principales acontecimientos ocurridos en la isla de Gran Canaria, entre los años 1780 y 1814, transcrito y comentado por el profesor Vicente Suárez Grimón en una publicación del año 2002  (Romero Ceballos, 2002), en el mismo Don Isidoro recoge anotaciones genealógicos resumida de su familia, así como otras relacionadas con su linaje. La familia Romero estuvo muy vinculada a Teror. Una tía del bachiller Isidoro Romero, doña Ana Romero y Vibero del Toro, compró en 1783 al alférez José de Ortega, un terreno denominado «El Cercadito» o Cercado del Pino, hoy Parque Teresa de Bolívar. También fue la propietaria de una casa en la Calle Real, contigua a este cercado -geográficamente el “cercadillo” era la trasera de esta casa solariega que daba a la calle principal o Real-. Sobre este inmueble reedificó su casa el bachiller Romero y Ceballos, el 1 de junio del año 1800: En primero de junio de este dicho año principié la reedificación desde cimientos de la casa de Teror, y se hizo techo y estrenó el primero día de septiembre la mitad de la frontera principal que mira a la plaza, teniendo más de ciento y cincuenta años de antigüedad la que se desbarató, que avían fabricado mis tatarabuelos (sic.) (Anónimo) (Hernández Jiménez, 2002).

Rafael Romero Quesada, Alonso de Quesada, nació en Las Palmas de Gran Canaria el 5 de diciembre de 1886, único varón del matrimonio de José Romero y Castro, de Tacoronte, y Dolores Quesada Afonso, el abuelo materno gaditano, su padre militar de profesión llegó a teniente coronel según se puede colegir en una vieja fotografía del mismo vestido de militar con dos estrellas de ocho puntas en la bocamanga, cruzando las manos sobre la empuñadura del sable reglamentario propio de oficiales y jefes según rango militar que ostentase. Por revelaciones familiares su padre aunque militar de profesión no ejerció una autoridad dentro de la familia excesivamente coercitiva, y el ambiente familiar parecía bastante apacible y tolerante, si bien el padre trató de que su hijo siguiera la carrera militar en el Regimiento de Infantería destinado como comandante entonces, pero esta tentativa duró poco, sin reprobaciones por parte paterna,  dado que la constitución y condiciones físicas de su hijo no eran a todas luces destino óptimo para que ejerciera su hijo, proclive  a la las letras e intelectualidad, no es lugar aquí para repasar  la obra de este portento de las letras canarias, ya sufrientemente estudiada por Lázaro Santana (1986), solo seguiremos sus ancestros de su primer apellido con raíces en Tenerife y su posible relación con la rama fundacional de Romero en la Isla Picuda, donde quedaron instalado después de la conquista la rama fundacional en Canarias, quizás perteneciera Quesada a este tronco como todo parece indicar, junto también quizás a otros pobladores Romero según se señala los distintos autores barajados con anterioridad y reseñados por  Cebrián Latasa (2003); trataremos con algunas conjeturas alinear con la rama primigenia de los Romeros fundadores en Canarias del apellido en la rama tinerfeña, pero previamente este apellido había entroncado con los descendientes de Bentenuya primer soberano de Taoro e hijo del último mencey de Tenerife a partir de los Romero Ruiz de Murcia en 1564, de todas formas es erróneo al considerar un mencey con la dignidad de gobernar como menceyato la totalidad de esta isla, a diferencia de Gran Canaria, que si el guanartemato tuvo jurisdicción sobre toda la isla si bien con concesiones autonómicas al cantón sureño; sería quizás esta que hemos señalado la rama de los Romero de Alonso de Quesada, pero a fuer de ser estricto no hemos logrado una conexión convincente, seguro que se habrá estudiado en genealogía de familiares y seguramente en publicaciones impresas que desconocemos.

 


CASA HABITACIÓN DE LA ESTIRPE: CARACTERÍSTICAS ARQUITECTÓNICAS Y VIVENCIAS

De las huellas que contamos del paso de estas familias ejemplo de lo anteriormente expuesto, son los inmuebles que han llegado con cierta conservación y respetados por distintas actuaciones en cuanto a catalogaciones para su protección, admiramos todavía milagrosamente  en la anteriormente llamada calle del Colegio y hoy Dr. Chil, el emblemático edificio del siglo XVII que perteneció a D. Andrés Romero y Suárez Calderín – su casa habitación de 1689 a 1696- después de 1696 lo cede a los Jesuitas, junto a otras propiedades, para que fúndanse un colegio en Las Palmas de Gran Canaria, creemos que desde entonces se conoce a esta travesía como calle del Colegio. Actualmente, el edificio recientemente restaurado (primera década del XXI), pertenece al Instituto Eclesiástico de Gran Canaria, denominado “Casa de la Iglesia”, destinado como archivo y otros menesteres del Obispado de Canarias. En la Historia General de Canarias (Millares Torres, 1978), debajo de la reproducción fotográfica del edificio, inserta el siguiente texto: “Casa Romero, Las Palmas, siglo XVII. Perteneciente al inquisidor Andrés Romero, es otro de los más señeros ejemplares del barrio de Vegueta. De amplias dimensiones, fue donada a los jesuitas y posteriormente pasó a poder del Seminario Conciliar”. Por encima estaba el antiguo Tribunal del Santo Oficio derribado en la época de la desamortización de 1868, enfrente en lo que hoy es El Museo Canario e interesando la manzana de Dr. Chil, Dr. Vernau, López Botas y Luis Millares existía el convento de San Idelfonso derribado y que dejaba un solar que permitiría reconstruir en viviendas esta parte, entonces, privilegiada de la ciudad, circuito histórico perdido por la piqueta y necesidades de ampliación del viejo barrio (Gago Vaquero, 1998). Tras la expulsión de los Jesuitas en 1767, el edificio alojó el Seminario (Conciliar) de Canarias, idea que sin éxito había propuesto Andrés Romero el siglo anterior. Lo fundó el Obispo Juan Bautista Cervera, abriéndose en mayo de 1774 (Rodríguez Martín, 1978). Portada de paramento de cantería que aloja la puerta reconvertida en un ventanal bajo y hoy repuesta de nuevo como producto de una profunda restauración obedeciendo su genuina arquitectura, balcón de celosía de corto voladizo y antepecho con motivos circulares y elípticos entrelazados, y semejante a los de la casa Muxica-Matos en la calle de los Balcones. Centrado sobre el hueco del balcón se encuentra el blasón que se sitúa sobre un frontón partido con perillones a ambos lados rematando las esquinas. Escudo con contorno circular de tipo italiano rodeada por una corona  y acolada por la Cruz del Santo Oficio. El conjunto se alberga sobre un lienzo apergaminado circular en donde se despliega una hoja lobulada en la punta y sobre la repisa. Debajo de la misma, un rosetón que cierra el hueco del frontón. El blasón podríamos describirlo según cuarteles: 1º Trece bezantes colocados de tres en tres y uno de non que son de López. 2º Tres estacas puestas en faja encadenadas y terrazadas en punta, que es de Romero. En realidad el apellido del padre del inquisidor Romero fue López Romero, como al principio quedó anotado, y como también nos relata, siguiendo el linaje de la poetisa popularmente conocida como “la perejila” (Dña. Agustina González y Romero), el historiador y cronista Néstor Álamo (tomando fuentes obviamente de Fernández de Bethencourt) descrita con profusión en el prólogo y notas del libro de poemas de la referida bardina.  A propósito de este libro, Néstor Álamo comete una equivocación al describir el escudo situado en la casa solariega de esta familia, que es la descrita más arriba, dando la versión heráldica de manual que existe para dicho apellido en el Nobiliario de Canarias I: “... y consta de escudo cuartelado con dos águilas negras en campo de plata y tres barras de oro en campo de gules.” (sic). Álamo no se fijó en dicho escudo, o, bien, su falta de vista le imposibilitaba para distinguirlo con claridad. También en perfecto estado y varias veces restauradas es la casa de Isidoro Romero Ceballos Vivero y Magdaleno en la esquina en la calle Colón, antigua de los Portugueses, con la Herrería o de los Escribanos o “bajada de las Angustias”. Casa de concepción doméstica canaria con diseño dispar a una y otra calle donde se ubica el edificio,  con líneas sobrias y con una impecable armonía en cuanto a sus huecos que están simplemente fileteados o enmarcados en canterías azul de Arucas en la Herrería, con grandes espacios de paramentos enjalbegado de  albañilería, dos plantas, y solo destacable un balcón de corto bolado, hoy inexistente, por mor de una de las desgraciadas reformas llevadas a cabo en decenios posteriores, ventanales rectangulares sencillamente fileteados, reducidas en la jamba superior como división  entre plantas, y bastante amplias en la segunda propiamente dicha. En Colón, una portada de cantería amarilla de generosa amplitud, con ventanal superior y ventanas a ambos lados en alto y bajo enmarcadas en el mismo lienzo continuo de cantería; la esquina se guarnece enteramente de cantería que embellece y el zócalo superior que delimita la azotea contribuye al carácter señorial de la edificación. 

Por último, no dejaremos de describir aunque sea sucintamente la casa comprada por Doña Clara Dolores Romero Ximénez de Embum, que aportó a su matrimonio y que en la actualidad pertenece a la familia de los marqueses de Acialcázar, situada en la calle de los Balcones, León y Joven, esquina plaza de las Academias Municipales edificio que alberga la antigua escuela de Artes y Oficio  Luján Pérez y la Real Sociedad Económica de Amigos del País (RSEAPGC), la fachada a la calle de los balcones es muy sencilla con huecos regulares y balcón descubierto. A la plaza de las Academias, calle de San Agustín, se presenta un largo balcón cubierto – nosotros añadiremos como el de mayor longitud en Gran Canaria- encima del mismo sobresale una tercera planta, una tercera fachada en Espíritu Santo contiene volúmenes de poco interés y destinados a servicios de la mansión (Rodríguez Martín, 1978). Por último, que de alguna manera está dentro de estos inmuebles, que no fueron catalogados y en su día derribados, encontramos en un dibujo realizado por Santiago Santana para Néstor Álamo, la casa de Magdaleno en la esquina Herrería con la ”calle del juego de la Pelota”, frente a la casa del canónigo, de factura doméstica canaria tradicional, con espléndido balcón descubierto de celosía,  muy característico de la arquitectura de Vegueta, donde hoy se encuentra formando parte de este histórico solar el Teatro Guiniguada que interesa  la esquina  del hoy edificio Avellaneda. 


 

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P. 409.  Acierta Cioranescu al discutir la identificación que los genealogistas tradicionales hicieron con Francisco Romero, que no fue conquistador, sino mercader repoblador, a raíz de la conquista, en Taoro -Realejo de Arriba-. Tampoco lo fue su hermano, Juan Romero, mercader y vecino en la villa de San Cristóbal, hijos ambos de Julián Romero, capitán en Flandes. Francisco Romero, que había nacido hacia el año 1472, casó con Juana Ruiz de Murcia, hija de Hernán Pérez y de Catalina Rodríguez, naturales del condado de Niebla. Hijos: Leonor, casa. con Juan de la Guarda; Francisco Romero, c. con María Medina; Hernán Pérez, c. con Ana Martín; Diego Romero, c. con Catalina Mayor; Juan Romero, c. con Ángela Hernández, y Catalina, mentecata. Fue enterrado en la iglesia de Santiago de El Realejo de Arriba. Su hermano Juan Romero casó con Catalina Rodríguez. Hijos: Antón, que pasó a Indias; Catalina, c. con Gonzalo Pérez; Francisca Rodríguez, c. con Alonso Muñoz y con Álvaro Alonso. Y un hijo natural llamado Andrés. Fue enterrado en la iglesia de los Remedios de la ciudad de San Cristóbal. AHPSC (sic.).

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- Viana (de), A. 1968. La Conquista de Tenerife I. Biblioteca de Autores Canarios. Edición de Alejandro Cioranescu. Inst. Estudios Canarios. ACT. Indicie de Conquistadores; pp 714-715 y 779.

Romera (Francisco de). Peón de la compañía del capitán Chichones (XI, 277). En índice de conquistadores, Cioranescu: los genealogistas lo identifican con Francisco Romero, avecindado desde 1508 en El Realejo, donde un pago conserva todavía su nombre. La identificación no es segura y, por otra parte, no está probado documentalmente que Francisco Romero haya sido conquistador (ampliado posteriormente por Cebrián Latasa, 2003).

- Viera y Clavijo, J.  2007. Extractos de las Actas del Cabildo de la Catedral de Canarias (1514-1791). Gobierno de Canarias. Dirección General del Libro, Archivo y Biblioteca. RSEAPGC. Transcripción, estudio e índice por Alemán Ruiz, E. y Brito González, A.

Romero, capellán real, págs. 261, 267, 274, 279-280.