sábado, 15 de diciembre de 2012

NUEVAS PESQUISAS SOBRE LA IDENTIDAD DE VICENTE MONTESDEOCA Y SOBRE EL ORIGEN DE SU RIQUEZA


FANEQUE HERNÁNDEZ BAUTISTA
Profesor de Historia 

Después de la publicación de nuestro artículo anterior, gracias a la colaboración de varios versados lectores, hemos podido recabar algunas informaciones de interés que nos permiten conocer las muy rentables ocupaciones de nuestro insigne ascendiente.
AHPLP Cristóbal de San Clemente 11 734 f 31 r “Cuando el piloto Alonso Vivas se concierta con Luis de Aday y Vicente de Montesdeoca puntualiza que “vai con ellos a la Berbería de armada contra los moros”
Este extracto de un protocolo de los años 20 del siglo XVI nos precisa el modo en que nuestro ascendiente pudo hacerse con el cúmulo de propiedades que lega a sus hijos. Resulta ser un emprendedor que organiza expediciones de captura de esclavos y ganado en la cercana costa de África en consorcio con Luis de Aday, contando como adalid con un morisco que ostenta el mismo nombre que su socio, personaje del que tenemos más referencias en la obra de Emilio Alfaro Hardisson “Los moriscos de Tenerife en el siglo XVI: el caso de los adalides”
Leamos con atención: “Luis de Aday llegó a Tenerife entre los años 1523 y 1526 como cautivo del tejero Vicente de Montesdeoca. Algún tiempo después, su amo y los capitanes y armadores de una expedición a Berbería le dieron la posibilidad de redimirse con su participación en calidad de adalid en cierto ejército que se preparaba en la isla para hacer una cabalgada. Con su ayuda los canarios pudieron tomar una presa de 80 moros. Aday recibió como pago dos esclavos a cambio de los cuales Montesdeoca le otorgó la libertad. Sin embargo Aday decidió regresar a Tenerife y se convirtió al cristianismo. Al poco tiempo se casó en la isla con una esclava morisca llamada María Díaz también llamada María de Lugo, a la que ahorró pagando 80 doblas de oro a su propietaria, Elvira Díaz, viuda del regidor Pedro de Lugo. El 9 de agosto de 1526 Aday el morisco otorgó una escritura de obligación por las 20 doblas que le quedaban por pagar en la que Vicente de Montesdeoca y Luis de Aday salían como fiadores del adalid. Luis de Aday intervino en numerosas cabalgadas y rescates…”
De este texto, hacemos las siguientes comentarios:
  • Los esclavos moriscos reciben el nombre y apellidos de sus propietarios o padrinos, una costumbre que algunos años antes debió también aplicarse a los esclavos guanches. Es el caso de Luis de aday el morisco que adquiere el nombre de Luis de Aday el caballero lanzaroteño que ejerce de socio de Vicente de Montesdeoca en distintas cabalgadas. Es también el caso de la morisca María Díaz que adquiere el apellido de su ama.
  • El acuerdo entre el cautivo morisco que ejerce de adalid, es decir de lengua y emisario en las expediciones a Berbería, y su acaudalado amo determina, en un primer momento, su liberación y posteriormente el ahorramiento de su esposa, de cuya compra Vicente de Montesdeoca y Luis de Aday se convierten en fiadores, como anticipo a cuenta de nuevas correrías de captura de esclavos.
  • Alberto Anaya en uno de sus artículos (Los judeoconversos y la creación de la Inquisición canaria…) identifica al difunto Pedro de Lugo como sobrino del Adelantado Alonso Fernández de Lugo y acerca de su viuda, Elvira Díaz, nos dice que era hija de conversos reconciliados, lo que nos pone en la pista de un amplia red de judeoconversos afincados en canarias de la que parece formar parte Vicente de Montesdeoca.
  • Debemos suponer que la obligación que contrae supuso al adalid ejercer como tal en numerosas entradas en Berbería de las que resultarían cuantiosos estipendios para Vicente de Montesdeoca y su socio hasta que finalmente el morisco Luis de Aday fue capturado, como nos describe Anaya, por unas fustas de turcos en una expedición de cobro de rescates organizada por el señor de Lanzarote y Fuerteventura, Alonso Pérez de Saavedra.
  • Manuel Lobo, por otra parte, nos precisa, en uno de sus siempre luminosos correos, que el tal Vicente de Montesdeoca era maestre de navío, lo que en el lenguaje de la época viene a significar que es el encargado de que el estado del barco fuera óptimo antes de su partida, así como de los aspectos económicos y de intendencia de la expedición. Sus ganancias como maestre en la organización y ejecución de distintas cabalgadas africanas quizá podría explicar su éxito financiero así como la compra de las extensas propiedades que transmite a sus hijos.
  • El protocolo con el que se inicia este artículo en el que un piloto (encargado de la navegación) concierta con dos socios capitalistas y organizadores de la expedición (maestres de navío), Luis de Aday y Vicente de Montesdeoca, una armada a Berbería, parece confirmar dichas apreciaciones. Nos encontramos pues ante un acaudalado que invierte su dinero en el negocio más floreciente de la época junto al cultivo de la caña de azúcar: la captura de esclavos africanos para su venta o rescate.
  • De la lectura del texto de Hardisson entresacamos además cuál era la verdadera profesión del ocasional maestre de navío: Vicente de Montesdeoca es tejero, es decir, el artesano que fabrica tejas y ladrillos en la época. La Villa Real de las Palmas, en plena efervescencia de su construcción en la primera mitad del siglo XVI necesitaba de emprendedores artesanos como este. Podemos pensar que sus ganancias en su profesión habitual pudieron haberse reinvertido con éxito en las cabalgadas en busca de esclavos.
La lectura de otro texto relevante, esta vez en la pluma del insigne Néstor Álamo, “Tensoya Vidina y otros relatos”, especialmente del relato “Un don Juan de vuelta y vira” nos permite precisar y ampliar la información que hemos recabado sobre las actividades de este personaje y sobre la ubicación de su domicilio:
  • Néstor Álamo nos precisa que la casa, llamada hoy de los Montesdeoca porque allí residieron en los siglos XVIII y XIX ilustres hermanos de ese apellido, prebendados de Santa Ana, era a principios del siglo XVI propiedad del calavera don Juan de Alarcón que vivía en la entonces llamada calle de los Riberoles, junto a San Antonio Abad. Su adquisición por los Montesdeoca fue por tanto muy posterior.
  • Interior de la casa Montesdeoca
    Nos cuenta, por otra parte, que en su catálogo de los papeles de la Inquisición se incluye un documento del tenor siguiente: que junto a San Antonio Abad había en esa misma época una sinagoga secreta que se descubrió cuando cierto conquistador, intentando violentar a una mujer indígena, tropezó contra la puerta y al abrirse pudo ver con asombro que en la sala había un candelabro de los que se usan en aquella religión, propagándose entonces que allí se reunían los judeoconversos residentes en la isla. Si esta fue la casa de Vicente de Montesdeoca este no fue al parecer perseguido. Quizá sus dineros le dieron la protección necesaria para que todo quedara en diligencias.
  • En el marco de ciertas pesquisas por brujería realizadas por el Santo Oficio se recoge también en los relatos de Álamo una mención expresa a la casa de Vicente de Montesdeoca, en estos términos: “Mari-Ortega de Palenzuela, al enterarse de que en casa de Vicente de Montesdeoca estaban ciertas moras de rescate, una de las cuales era mujer de calidad allá en su tierra y habilísima en menesteres de hechizos, se fue a dar con ella”. Lo más reseñable en este párrafo es la confirmación de la falta de escrúpulos de nuestro ascendiente de modo que el maestre Vicente de Montesdeoca retiene en su casa a ciertas mujeres cautivas para obtener beneficios por su rescate.
Después de elaboradas las líneas anteriores, y considerando acabado el asunto, decidí remitir el texto, antes de su publicación, a algunas personas de confianza, entre ellos al genealogista Juan Ramón García Torres que me hizo algunas correcciones de fechas y al cronista Pedro Socorro que respaldó esta modesta comunicación con un documento definitivo que certifica las malandanzas piráticas de mi ascendiente.
AHPLP. Protocolo 734 del escribano Cristóbal de San Clemente, de fecha 11 de noviembre de 1519, fs. 257r-258vº.
Juan Báez, portugués, vº de Tavira, en Portugal, est., vende a Vicente Montesdeoca, vº., una cuarta parte de una carabela, La Victoria, surta en el Arrecife de Gran Canaria, que tenía en compañía de Luis de Aday y del mismo Vicente de Montesdeoca. Precio: 24 doblas de oro castellanas. Testigos: Fernando Gómez de Ayala, Alguacil Mayor, Juan de Cáliz y Diego de Andrada”
Mil gracias al cronista de la Villa de Santa Brígida por esta valiosa colaboración con la que se comprueba que Vicente de Montesdeoca, además de carcelero, traficante de esclavos y maestre de navío, era también armador pues resulta ser el copropietario de una carabela surta en la ensenada del Arrecife, al poniente de La Isleta, con la que realiza sus lucrativos asaltos a las costas de Berbería.

ANEXOS
Para concluir esta addenda referida al apellido Montesdeoca incluimos como anexo dos cuadros genealógicos que completan la información dada anteriormente. Se podrá comprobar en ellos cómo también por los linajes maternos, Vega y González, nuestra ascendencia culmina, aproximadamente quince generaciones atrás, en el matrimonio formado por Vicente de Montesdeoca y Juana Hernández.
Hicimos la misma prueba con nuestros ocho bisabuelos y de nuevo comprobamos que el apellido Montesdeoca está presente en todos ellos, pudiendo con ello concluirse que Vicente y Juana están en el origen de gran parte de la población grancanaria actual, aunque extrañamente su apellido se pierda en la mayoría de las líneas a mediados del siglo XVII.
Para no cansarles con tanto evento natalicio o mortuorio permítanme antes rematar este trabajo con unos versos de mi cosecha extraídos de El drago milenario:
Mis ancestros proceden de los campos
regados por el río Guiniguada,
desde Tinamar en lo más alto,
pasando por Sataute y la Atalaya,
cruzando Meleguinas y Barrancos,
hasta alcanzar las puertas de Las Palmas.
De las cuevas labradas de esos riscos
fuimos siempre orgullosos inquilinos.






 
Continúa en EL APELLIDO DE LA PEÑA, EL LINAJE MATERNAL DE MI ABUELA PATERNA (pinchar aquí)