viernes, 10 de agosto de 2012

APELLIDOS CANARIOS, UNA RIQUEZA CULTURAL

CRISTINA LÓPEZ-TREJO DÍAZ   
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El uso del apellido en el siglo XV nada tiene que ver a la ordenación actual del mismo.
Retablo flamenco. Pª San Juan. Telde
El apellido comienza a usarse en el siglo IX en Castilla. Por aquel entonces los hijos comenzaban a utilizar, junto con su nombre propio, el del padre añadiéndole la terminación “ez” y a veces, incluso “iz”, “oz” y "az", para designar que era hijo de esa persona. El nombre de un padre llamado Rodrigo se convertiría en el apellido Rodríguez. Los hijos de Rui serían Ruiz, los de Gonzalo, González, los apellidados Díaz, eran hijos de Diago o Diego que a su vez era una abreviatura de Santiago que a su vez lo era de San Jacobo o dicho en hebreo, Sant Iacob; pero con el tiempo se observó que esto no era suficiente para identificar a la familia. A partir del siglo XV se utiliza indiscriminadamente el uso de los apellidos de tal forma que los hermanos de una misma familia adoptaban distintas formas del mismo o distintos apellidos; de esta manera surge la necesidad de distinguir a los núcleos familiares
en función del apellido que llevaran, los cuales marcaban su pureza de sangre o su linaje noble. Con la Inquisición y las exigencias de la nueva España que se estaba consolidando como unitaria y católica, las familias procedían a realizar la llamada “limpieza de sangre” para verificar que su linaje era de cristiano puro diferenciándose así, de los nuevos cristianos por cuyas venas corrían sangre judía o morisca.
Calado canario
En el siglo XVI se establece la obligatoriedad de inscribir en los libros parroquiales, los bautismos, bodas y defunciones lo que suponía la adquisición de unos apellidos que de alguna forma debían transmitirse de forma fija en los descendientes aunque esto se realizara de manera anárquica y adoptando de patronimidad el linaje mas conveniente Así una persona podía apellidarse como su abuelo y su hermano utilizaría el apellido de la madre, de tal forma que se daba el caso de que cada hijo tenía un apellido distinto.
En Canarias y durante varios siglos se le daba preferencia a la sucesión del apellido materno salvo en el caso de que la línea paterna procediera de un linaje de reconocida nobleza. A veces, cuando se registraba un mayorazgo, su fundador establecía como cláusula la obligatoriedad de que su beneficiario y descendientes utilizaran obligatoriamente los apellidos del primero. De esta forma se salvaguardaba el nombre de una dinastía.
Casa Quintana. Guía, Gran Canaria
Los apellidos no siempre han sido patronímicos, es decir referentes al nombre del padre. Los judíos y mozárabes solían utilizar nombres relacionados con la naturaleza, temas religioso o toponímicos (nombres del lugar, ríos, montañas, etc). Los apellidos también podían ser matronímicos, de motes, apodos, gentilicios. Tenemos el caso de apellidos como Quintana cuya raíz vasca, según Carlos Platero, tiene por significado el pasto o alimento del ganado, o el apellido Morales , vocablo del latín moratis que nos habla de costumbres o normas de conductas (Carlos Platero). Apellidos toponímicos como Burgos, Murcia, Montesdeoca (cadena montañosa de Burgos), Melo (localidad portuguesa), Egea (Ejea de los Caballeros) Bordón (Teruel), Miranda (Asturias), Estupiñan (Huesca), Jaén, etc. Alusivos a la naturaleza como Flores o Acevedo, derivado de “acedo”, planta que forma arbustos.
En Canarias, acabada la conquista,los indígenas debían ser bautizados y adoptar nombres cristianos. Dado el desconocimiento que tenían del vocablo hispano y de los nombres católicos, tan diferentes a sus nombres de origen bereber, se les otorgaba el nombre y apellido de un padrino de bautismo que naturalmente era católico extiguiéndose así casi la totalidad de los apellidos indígenas .En la actualidad contamos con unos pocos que han persistido los cinco siglos, tales como Oramas, Doramas, Baute, Bencomo, Dara, Darfía, Chinea, Taoro, etc., incluso hay autores que informan de que el apellido Aday proviene de una voz indígena que significa “de abajo” “debajo de algo”, aunque también se ha encontrado dicho apellido en Navarra. Aquellos que delataban el origen insular del indígena como Guanche o Canario. Los patronímicos como Martinón (francés procedente de Martín), Millán (de Emiliano), Milán (de Emilio).Los indicativos de profesión como Cabrero, Herrero, Marrero (apellido portugués: el que tasaba las tierras).Los que indicaban apodo como Delgado, Bueno, Feo, Viejo, Moreno, etc.

Hacienda Argual de la familia Massieu Van Dalle
Pero los apellidos que hoy son familiares en las islas no tuvieron todos una procedencia española. Una vez acabada la conquista comienza la repoblación de las islas y con ella la búsqueda de rentabilizar las nuevas tierras conquistadas. Con la ayuda de los portugueses, se implanta la caña de azúcar y con ella florece el mercado del azúcar que llegará a Europa de la mano de los genoveses y flamencos que son los que controlarán el negocio distribuyendo la producción a los puertos de Barcelona, Marsella, Génova y Amberes, desde donde se enviaba a Holanda. Los flamencos pagaban muchas veces la producción con artículos traídos de Flandes: tablas flamencas, calados, etc. y con el tiempo dejaron no solo su influencia en la artesanía, en nuestro folclore (las nanas, canciones infantiles,etc.) sino también sus apellidos (Artiles, Westerling).También los genoveses nos dejaron sus apellidos como Peloz, Calderín, Sopranis, Fiesco, Viñol o Viñoli, Poggio, etc.
El Archipiélago es el resultado de la mezcla de muchas culturas, comenzando por la indígena,y ello se refleja no solo en el arte, la artesanía o los cantos populares sino también en los apellidos de las familias que llevan aquí al menos cuatro siglos. Prueba de ellos es la existencia de apellidos que un día llegaron de Europa y que, con el tiempo, fueron acomodándose dando como resultado, el nacimiento de un nuevo apellido, un apellido canario, nació aquí y desde el Archipiélago se exportó a América y otros lugares. Tal es el caso de Perdomo (Jean de Arriete, normando era Prud'hom, es decir un hombre prudente,que solía terciar en las disputas. Cuando llegó a Canarias en 1402 con Jean de Bethencourt, ejerció de Juez pacificador en la Administración de Lanzarote en los primeros tiempos. Su apodo de Prud'hom se convirtió en Perdomo). Berriel (Berrier), Betancor (Bethencourt), Azuaje (Soaggi), Melián (Meilland), Arencibia (Arancibia), Bandama (Vandamme), Reverón (Riverol), Monteverde (traducción de Groenberg), Yánez/Yanes (Eanes), Dorta (De Horta),etc.
Indudablemente el árbol genealógico de un canario encierra la historia de un Archipiélago, una historia de sangre y esplendores, una historia donde se mezclan distintas culturas para enriquecerla. 

ENLACES RELACIONADOS
- Apellidos normandos  
- Apellidos flamencos 
- Apellidos genoveses 
- Abuelos portugueses. Una ascendencia canaria, siglos XV y XVI