sábado, 23 de noviembre de 2024

TRES HERMANOS SIN PADRE CONOCIDO EN EL SEÑORÍO DE FUERTEVENTURA

 LOLA GARCÍA CABRERA

Ponencia presentada en el XI ENCUENTRO DE GENEALOGÍA GRAN CANARIA, organizado por la Real Sociedad de Amigos del País de Gran Canaria y Genealogías Canarias, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria en noviembre de 2024.

 

En este breve relato se cuenta la investigación llevada a cabo para tratar de saber quién fue uno de mis antepasados majoreros. La historia, aunque comienza siendo muy personal, termina alcanzando como es lógico cuando nos remontamos varios siglos a otras muchas personas que parten de la misma raíz.

Fue así como, un venturoso día del bien ganado descanso como jubilada decidí recorrer aquellos lugares isleños por las sendas que pisaron mis ancestros. Hacía falta pasión para lanzarse, sin obligación alguna, a una empresa devoradora de tiempo, de kilómetros en avión, acaparadora del espíritu hasta el punto de llegar a ser una obsesión.

Mi propósito no era otro que recoger en las páginas de un libro para uso personal, sus nombres, lugares donde vivieron y, en ciertos casos, con suerte, algunas de sus vivencias.

Todo ello me llevó con el tiempo a desarrollar varias ramas de mi árbol genealógico, pero al estar siempre incompletas a pesar de haber escudriñado una y otra vez en los archivos donde habitualmente lo hacía, mis tan frecuentes fracasos me condujeron hacia otros lugares donde poder investigar.

La caja de sorpresas que es el mundo donde vivimos, me tenía reservada una en el Archivo Histórico Insular de Fuerteventura que hizo que desviara mi atención hacia una de las ramas que, por falta de datos, ya había dado por concluida dejando en blanco algunas de sus hojas, que a raíz de aquel hallazgo proyecté continuar.

Lo encontrado no era precisamente un camino de rosas; muy al contrario, ofrecía infinidad de dudas que durante mis posteriores indagaciones me fueron difíciles de aclarar, pero mis conjeturas, a falta de otros datos, me llevaron a dar por ciertas las conclusiones a que pude llegar.

Por la posible implicación del personaje que intervino en lo nuevo de esa historia, quizás lo aconsejable hubiese sido comenzarla por el final pero yo lo haré por uno de mis antepasados más cercanos, hasta llegar a aquel, pues, probablemente, de otra forma no la hubiese podido contar.

Ascendencia  de Matías Cabrera  Cabrera

Matías María del Carmen Cabrera Cabrera, mi bisabuelo materno, nacido en el pago de Agua de Bueyes o, pueblo de las tres mentiras, como me indicó un vecino del lugar cuando quise saber el motivo del nombre de ese pueblo, a lo que ya me referí en uno de los artículos publicados en el Blog de Genealogías Canarias, era hijo de Domingo Cabrera Manzano y Juana Cabrera.

Domingo lo era de Antonio Cabrera y de María Andrea Manzano. 

Y Antonio lo era, a su vez, de otro Antonio Cabrera y de Josefa Cabrera que, como podrá observarse por sus apellidos, en todos ellos existían vínculos de consanguinidad[1].


Además de en los libros sacramentales de Betancuria, este último Antonio Cabrera lo había encontrado junto a otros cuatro hermanos en un esquema genealógico depositado en el archivo insular majorero, algo dañado por los años y la quemadura de la tinta, que partía de una persona llamada Catalina Henríquez, a la que ya había llegado genealógicamente a través de los archivos eclesiásticos, en los que no pude encontrar su casamiento; circunstancia que achaqué en aquellos momentos al deterioro de algunas partidas del primer libro sacramental de matrimonio de la isla; pero ahora, al ver el esquema y comprobar que del mismo partía como base la expresada Catalina y a continuación sus hijos, sin que se hiciese mención a quien era su esposo ni el padre de aquellos, me propuse, como es lógico cuando uno indaga sobre estos temas familiares, tratar de averiguarlo.

Los hijos de Catalina en el esquema encontrado, aparecían reflejados como Don Miguel de Mújica y Buitrón; El alférez Juan Henríquez de Vera y Domingo López de Vera; y según se expresaba junto a sus nombres, los dos primeros no habían tenido sucesión[2].

Como es obvio, mi línea venía por la parte de Domingo, único de los tres hermanos que tuvo descendencia.

Centrándome en la familia de Catalina pude comprobar que ésta había tenido otros tres hermanos; María Ramos, que casó con Martín Fabricio, Bartolomé López de Vera que lo hizo con Juana Pérez de Munguía, y Andrés Afonso, del que no pude encontrar ningún otro dato. Todos eran hijos del herrero Domingo López y María Candelaria de Vera.

 

Ascendencia del matrimonio Domingo López y  M. Candelaria de Vera.

Catalina era la tercera de los hermanos y había nacido en Betancuria el 20 de enero de 1597[3]; lugar donde vivía con sus padres y hermanos. Ahora correspondía buscar los bautismos de sus hijos, expresados en el esquema, por si en ellos se mencionaba quien era su procreador.

No es ninguna novedad que varios hermanos tuviesen distintos apellidos en esa época, pero, de dónde venían los del primero; es decir, «Mújica y Buitrón», tan dispares de los otros dos. Con los datos de que hasta ese momento disponía no era posible aclararlo; por lo que una vez más volví al archivo parroquial de Antigua, donde por aquel entonces se hallaban depositados los libros sacramentales de Betancuria, e hice una exhaustiva búsqueda en el libro segundo de Bautismos, que por las causas antes dichas había corrido la misma suerte que el primero de matrimonios, al hallarse ambos encuadernados junto con el primer libro de confirmaciones, en un solo Tomo, en el cual encontré el bautismo de Miguel que había tenido lugar el 18 de mayo de 1611[4]. Lo curioso de aquella inscripción era que una vez redactada, sufrió una importante modificación aclaratoria.

En su primer momento se redactaba así:

«Miguel: Hijo de padre desconocido y de Catalina Enríquez fue bautizado por mí Miguel Fernández Ortega beneficiado en diez y ocho de mayo fue su padrino Martín Fabricio y su mujer María Ramos».

Pero luego se rectificó, escribiéndose encima de «padre desconocido», quedando el texto de la siguiente forma:

«Miguel: Hijo de Gonzalo de Saavedra y de Catalina Enríquez fue bautizado por mí...».

 

Partida de  bautismo de Miguel Mújica Buitron

Tanto la tinta empleada para dicha corrección como la de la firma del beneficiado era distinta a la que inicialmente se había empleado para la primera redacción; por lo que es posible que fuese otra persona quien lo escribió y cuando el cura oficiante tuvo que firmarla rectificó esa parte del texto con letra que sobresaliese para ser distinguida claramente.

Del segundo de sus hijos, Juan Henríquez de Vera, no pude encontrar el bautizo, aunque sí una anotación de su confirmación, donde también se registraba la de Domingo. Ambos figuraban como hijos de Catalina, sin que tampoco en esta ocasión constase el nombre de su padre[5].

Su tercer hijo, Domingo, fue bautizado por el mismo cura que lo había sido Miguel, el día 8 de febrero de 1613. En la redacción de la Partida Bautismal podía leerse:

«Domingos: Hijo de Catalina Enríquez y de Padre no conocido…»[6].

Esto fue todo lo hallado en los libros sacramentales de Bautismo, referente a la rama de Catalina, pero hubo otra partida de bautizo que me llamó la atención; se trataba de un hijo de su hermana, María Ramos y de Martín Fabricio, por aquel tiempo médico y cirujano de la isla, que había tenido lugar el 17 de enero de 1610, en el que precisamente fueron sus padrinos de bautizo, «Don Gonzalo de Saavedra, señor de las islas de Lanzarote y Fuerteventura y Catalina Henríquez»[7].

Aunque había una gran diferencia de edad, pues Gonzalo contaba con unos 50 años y Catalina con 14, me pregunté entonces: ¿podía ser este Don Gonzalo de Saavedra la misma persona que figuraba en la partida de Bautismo como padre de Miguel, tras su rectificación?

Con todo lo hallado me dirigí al Archivo Histórico Provincial de Las Palmas donde, como sabemos, se encuentran depositados los protocolos notariales de Fuerteventura y comencé a buscar entre ellos, para ver si podía conseguir nuevos datos que me aclarasen el asunto o, al menos, obtener algún indicio que me permitiese seguir avanzando.

Por anteriores búsquedas para otras ramas de mi árbol, ya conocía el mal estado en que se encontraban muchos de estos protocolos y no fue nada nuevo para mí observar como cada vez que surgía una pista para continuar investigando, el deterioro de los mismos frustraba mis esperanzas.

Así ocurrió con el testamento encontrado en primer lugar, el del propio Miguel de Mújica, ilegible por su deterioro[8].

 

De Domingo López hallé algunos documentos que habían pasado por la escribanía relativos a diversos asuntos, pero ninguno de ellos a su testamento ni de interés para identificar a su progenitor. En cuanto al otro de los hermanos, Juan Henríquez de Vera, que en varios de estos instrumentos figuraba en solitario y en otros junto a Domingo, ocurría lo mismo, no había nada de interés que me pudiese conducir a dicha identificación.

Había testado Juan ante el escribano Gabriel de Lanera Avellaneda en primero de octubre de 1688, pero el documento fue retirado para su consulta por el mal estado de conservación en que se encontraba, y aunque dicho testamento fue reproducido un siglo después por el escribano Francisco Morales Albertos al objeto de ser incorporado al expediente en un proceso que tuvo lugar en la Real Audiencia de Canarias, el mismo, por su mal estado de conservación, también había sido retirado para consulta[9].

Ante un nuevo expediente del citado Órgano Judicial que trataba sobre el reparto de los bienes de una capellanía instituida por Juan Henríquez de Vera en 1685, en el que los que litigaban decían tener derecho a ella, en relación a lo que me interesaba averiguar se ponían en evidencia varias cuestiones.

Por un lado, uno de los contendientes manifestaba que su oponente no presentaba la legítima a fin de demostrar su entroncamiento en cuarto grado con el alférez Juan Henríquez de Vera, porque el padre de Juan Henríquez y él venían de dos líneas muy distintas; aunque pese a sus afirmaciones, ni uno ni otro daban la más ligera idea de quién podía ser aquel. En ese mismo orden de cosas, Juan Henríquez al fundar e instituir la capellanía expresaba que las tierras que señalaba en la misma eran suyas «por habérmela dado Dios nuestro señor, haberla adquirido por mi trabajo y heredado de mis padres», pero también omitía el nombre de aquel. Y, finalmente, designaba como el primer capellán que debía servirla, a su sobrino Pedro López de Vera, hijo de su hermano Domingo, a quien imponía la obligación de celebrar diversas misas cada año, con indicación del número de ellas que tendrían que celebrarse por cada una de las personas que mencionaba, que eran, Catalina Henríquez, su madre; Miguel de Mújica, su hermano; Bartolomé López de Vera, su tío, y los herederos de éste, además de las que debería celebrar por su alma y por la de su esposa Florencia Ruiz, cuando les llegase el momento. Tampoco aquí, ni en ninguna otra parte del documento, decía nada sobre su progenitor.

Al expediente se aportaba un árbol genealógico en el que, una vez más, quedaba sin identificar al padre de aquellos tres hermanos, pues aparecía como «N. de Vera»; N. abreviatura empleada por desconocerse el nombre, y Vera, como apellido, que en ningún caso correspondía con el del personaje desconocido, pues, la madre de Catalina era María Candelaria de Vera y la propia Catalina aparecía en muchos documentos como Catalina Henríquez de Vera, lo que daba a entender que el apellido en cuestión procedía de la línea materna[10].

 

Expediente de la capellanía  fundada por Juan  Henríquez de Vera

El último instrumento de interés encontrado en el archivo histórico fue el testamento de la misma Catalina Henríquez, en el que no mencionaba si estuvo o no casada ni quien era el padre de sus hijos, pero en su redacción había dos detalles que me llamaron la atención; el  primero, que al referirse a su hijo Miguel, ya fallecido, lo hacía con el tratamiento de «Don», lo que ya había observado en otros documentos notariales y también en el esquema genealógico antes mencionado, y, en segundo lugar, que denominaba indistintamente a su tercer hijo, como Domingo López de Vera o como Domingo Mújica; circunstancia que me dio a entender que los tres hermanos eran hijos de un mismo padre[11].

Al no saber dónde acudir, e inclinándome a pensar que era muy probable que, en efecto, esos tres varones fueran hijos de Don Gonzalo de Saavedra, y que el primero de ellos tuviese alguna consideración especial al ser tratado de «Don» y con apellidos tan diferentes a los otros, incluso con el nombre de «Miguel», que recordaba un poco al conquistador Miguel de Mújica, traté de repasar y reflexionar lo que ya había leído de algunos autores sobre Gonzalo, sobre su hermano Fernando, y sobre María de la O Mújica, madre de ambos.

La mencionada María de la O Mújica, cuarta señora de Fuerteventura, nacida en Gran Canaria, procedía por parte paterna de una familia originaria del norte peninsular español, llegada a Canarias en el último tercio del siglo XV, en las personas de los conquistadores, y a la vez primos hermanos, Juan de Ciberio (su abuelo) y Miguel de Mújica.

Varios de los descendientes de Juan de Ciberio fueron llamados precisamente con el nombre de Miguel de Mújica, e incluso aquel llegaría a fundar en la iglesia catedral de Santa Ana de Canarias, la capilla de «San Miguel». No era de extrañar, por tanto, que Gonzalo de Saavedra, hijo de María de la O, en caso de haber tenido descendencia, hubiese puesto ese nombre tan emblemático en la familia a alguno de sus hijos.

Por otro lado, a principios del siglo XV los Mújica enlazaron con los Buitrón, y, aunque no dispongo de datos para poder afirmar que la madre de Don Gonzalo procediese o tuviese antecedentes de esa fusión, es muy probable que así fuera, pues aquel enlace en su origen tuvo lugar en las tierras del norte peninsular, de donde procedían los expresados conquistadores.

Es sabido que entre los señores de Fuerteventura y sus parientes, los Herrera de Lanzarote, hubo diversas contiendas que se trataron de resolver en los tribunales de la Real Audiencia de Canarias, de Granada, e incluso en el mismo Consejo de Castilla, aspirando estos últimos a controlar todo el señorío de Lanzarote y Fuerteventura.

Ese constante enfrentamiento se acrecentó en los tiempos que tratamos, donde tanto María de la O, como sus dos hijos, tuvieron que soportar a sus adversarios de Lanzarote, quienes a toda costa pretendían apoderarse de la jurisdicción de la isla majorera.

Hasta tal punto había llegado el asunto que fallecida ya María de la O, el mayor de los hermanos, Fernando, quinto señor de Fuerteventura, tuvo que desplazarse hasta Madrid para buscar apoyo en su pariente, el marqués de Denia[12], de quien lo encontró, quedándose a vivir definitivamente en la Corte, partiendo su herencia y testando luego en 1595 a favor de la casa de Denia, a quien dejaba una importante parte de sus bienes, en el supuesto de que su hermano, Don Gonzalo, muriese sin sucesión[13]; disposición con la que algunos historiadores han venido mostrando su extrañeza, pues, pese a que tanto Gonzalo como Fernando no habían contraído matrimonio, a este último se le atribuía la paternidad, aunque ilegítima, de una niña llamada María que había tenido en sus relaciones con la vecina Ana Perdomo, a la que en dicho testamento solo dejaba 300 ducados[14]. Esta niña, que fue llamada María de Mújica, pocos años después llegaría a ser la séptima señora de Fuerteventura.

Salvo que todo fuese una trama para desviar la atención de sus contrincantes de Lanzarote, a juzgar por lo expresado en el testamento, todo parece indicar que en el pensamiento de Fernando no estaba el dejar el señorío de la isla a su hija, a quien, según los cronistas, su hermano Gonzalo criaba en Fuerteventura con todo el cariño y atenciones propias de una heredera legítima del estado[15].

Muerto Fernando en 1601, después de haber otorgado codicilo que para nada variaba sus disposiciones testamentarias anteriores[16], Gonzalo, siendo ya sexto señor de Fuerteventura, no teniendo hijos ni herederos forzosos -aunque Catalina Henríquez ya se hallaba en estado de buena esperanza y con algo más de seis meses de gestación- el 28 de octubre de 1610 instituyó el Mayorazgo de Fuerteventura y por sucesora de él a la hija de su hermano, María de Mújica, dejándoselo en dote para que contrajera matrimonio con don Andrés Lorenzo Herrera de Mendoza, regidor de Tenerife.

Una cláusula disponía que el mayorazgo debía pasar a los herederos y descendientes legítimos del matrimonio, pero que en el caso de que no tuviesen hijos legítimos, los bienes y el mayorazgo deberían volver a él, para poder nombrar a la persona que quisiera como sucesor del mismo[17].

Es posible que si, en efecto, el hijo que Catalina llevaba en sus entrañas era como consecuencia de sus relaciones con Gonzalo, esta inesperada circunstancia no alteró los planes de aquel, ya concebidos de antemano y muy probablemente pactados con su hermano Fernando.

Hasta aquí todo eran conjeturas y suposiciones mías, pues no había hallado nada concreto para atribuir con certeza la paternidad de Gonzalo a esos tres hermanos, pensando que, definitivamente, Catalina y sus hijos se habían llevado a la tumba el nombre de aquel que con tanto ahínco yo había buscado, pero, una vez más en el archivo histórico majorero repasando unos legajos de Isidoro Fajardo, observé que en varios de sus extractos de documentos notariales, a Miguel de Mújica se le denominaba como «Miguel de la O» que recordaba a la madre de don Gonzalo, «María de la O», pero entre estos documentos, una inesperada anotación extractada de uno de los protocolos del escribano de la isla, Antonio Díaz de León, vino a darme la luz, y la razón, de lo que desde hacía tiempo sospechaba, pues era el propio Miguel quien manifestaba que don Gonzalo Arias y Saavedra, señor que había sido de la isla de Fuerteventura, era su padre[18].

Podía leerse en ella:

«Donación que hace Don Miguel de la O Mogica y Butron a favor de Melchor de Morales de un cercado de tierra calma en la Vega de Rio Palmas con el agua que le pertenece que es en frente de la huerta del conde que llaman el cercado del Rosario que (…) son dicha cerca y yo la hube del Señor Don Gonzalo Arias y Saavedra Señor que fue de esta isla mi padre y el la hubo de un fulano del Rosario en fecha 19 de Agosto de 1661 ante Antonio Díaz de León escribano».

Testimonio documental en que se determina la paternidad de Miguel Mújica Butrón

Fue así como puse fin a esta investigación, llenando entonces el vacío al principio mencionado, que por tratarse de una familia ya conocida y estudiada me permitió seguir avanzando y completar muchas de las hojas, y de la historia, de esa rama de aquel árbol.

 

NOTA: Los apellidos empleados en este trabajo que a continuación se indican han sido hallados, además de cómo han sido expresados, con las siguientes grafías: Buitrón (Buytrón y Butrón), Ciberio (Ceverio), Henríquez (Henrique, Enrique y Enríquez), Lezcano (Lescano, Liscano, Lascano y Lazcano), y Mújica (Muxica, Mójica y Mógica).

 


[1] Josefa Cabrera era hija de Blas Manzano y de Ana Cabrera. De este nuevo apellido, «Manzano», aparecido en la familia, ya se escribió un pequeño relato en el Blog de Genealogías Canarias, en el que se expresaban las vicisitudes por las que pasó su principal protagonista, el teniente capitán Lorenzo Manzano que, además de ser el que había introducido el apellido en la isla majorera y participar junto a uno de sus hijos en la defensa de la misma contra corsarios ingleses, se vio también afectado en gran medida por un proceso eclesiástico, al haberse saltado algunas normas religiosas de la época, con motivo de sus diversos matrimonios, que lo fueron por afinidad (GARCÍA CABRERA, L. (2017) Lorenzo Manzano de León: los primeros tiempos del apellido Manzano en Fuerteventura. Blog Genealogías Canarias, publicado el 15 febrero 2017, visto el 30 de octubre de 2024).

[2] Archivo Histórico Insular de Fuerteventura. (A.H.I.F.). Fondo «Betancuria» Isidoro Fajardo. Extractos de documentos privados, escrituras notariales y libros sacramentales 1550-1862, 18-1, 3. 4).

[3] Archivo Parroquial de Antigua (A.P.A.). Libro 1 de Bautismos, p. 39 vta. de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Betancuria.

[4] A.P.A. Libro 2 de Bautismos, 1 de Matrimonio y Confirmaciones, p. 150, de la parroquia de Betancuria.

[5] Ibidem, página sin numeración.

[6] Ibidem, p. 244.

[7] Ibidem, p. 147 vta.

[8] Archivo Histórico Provincial de Las Palmas (A.H.P.L.P.). Protocolos Notariales de Fuerteventura, Leg. 2994, folio 207. Testamento de Don Miguel de Mújica y Buitrón, ante el escribano Antonio Díaz de León, en 24 de octubre de 1662.

[9] A.H.P.L.P. Real Audiencia de Canarias. Exp. 5003, del año 1782. Autos de Don Juan de Febles de Frías, sacristán menor de la parroquia de Fuerteventura como marido de Doña Dominga de Morales y Lazo con Bernabé de Morales Cabrera sobre el altar y patronato del dulce nombre de Jesús que fundaron el alférez Juan Henríquez y Florencia Ruiz, su mujer.

[10] A.H.P.L.P. Real Audiencia de Canarias. Exp. 1563, del año 1823. Autos y apuntamiento de los de Blas López y consortes con el Presbítero D. Francisco Cabrera Brito, sobre que se den como libres y alodiales los bienes de que instituyó capellanía El Alférez Juan Henríquez de Vera.

[11] A.H.P.L.P. Protocolos Notariales de Fuerteventura, Leg. 2998, s/f. Testamento de Catalina Henríquez ante el escribano Pedro Lorenzo Hernández, en 18 de agosto de 1669.

[12]Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, marqués de Denia, era por aquel entonces gentilhombre de cámara del rey Felipe II, y más tarde valido de su hijo, Felipe III, por quien sería nombrado duque de Lerma.

[13] Y también declaro que si el dicho D. Gonzalo de Saavedra mi hermano no tuviera hijos legítimos habidos de legítimo matrimonio que todos los dichos bienes contenidos en la cláusula antes de esta los haya y herede el sucesor de Denia que ahora es o fuere… (Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. (A.H.P.M.). Tomo 2429, folios 537r – 545v. Testamento cerrado otorgado por Don Fernando Arias de Saavedra, señor de las islas de Lanzarote y Fuerteventura en 1 de Julio de 1595 y protocolizado el 1 de junio de 1601. párrafo contenido en el folio 544).

[14] «Declaro que en casa de la señora María de Casañas, mujer que fue del capitán Francisco López en su valle y ordenamiento de Manenugre se ha criado por mi orden una niña llamada María, quiero y es mi voluntad y mando que llegando tener la susodicha edad de tomar estado inclinándose a tomarlo de religión se le dé, de mis bienes una dote de los ordinarios con que entran monjas, las monjas de (…) de la isla de Tenerife. Y habiéndose de casar, se le den para su casamiento trescientos ducados, que valen ciento y doce mil y quinientos maravedís» (A.H.P.M. Tomo y folios citados. Párrafo contenido en el folio 543v).

[15] MILARES TORRES, AGUSTÍN. Historia de la Gran Canaria Tomo II, p. 12.

[16] A.H.P.M. Tomo 2429, f. 458r-459v. Codicilo otorgado por Fernando Arias de Saavedra, señor de las islas de Lanzarote y Fuerteventura, en 15 de mayo de 1601.

[17] ROLDÁN BERDEJO, R. y DELGADO CONZÁLEZ, C. (2008). Acuerdos del Cabildo de Fuerteventura Tomo II, pp. 333 a 339. Mayorazgo de Fuerteventura, constituido por D. Gonzalo de Saavedra en 1610. Escritura inserta en acta de posesión de él por D. Fernando Mathías Arias y Saavedra en 1675.

[18] A.H.I.F. Fondo «Betancuria» Isidoro Fajardo. Escrituras privadas 1634-1850, 2, 3.3).