lunes, 18 de noviembre de 2024

POR EL OCÉANO VINIERON, POR EL OCÉANO EMIGRARON

CRISTINA LÓPEZ-TREJO DÍAZ

Genealogías Canarias

 

Presentación del XI Encuentro de Genealogía Gran Canaria, organizado por la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria y Genealogías Canarias, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria en noviembre de 2024.


Buenas tardes y bienvenidos, un año más, a este Encuentro de Genealogía. Vaya por delante nuestra solidaridad y cariño con Valencia y aquellos pueblos de Andalucía y Castilla La Mancha que han sido trágicamente arrasados por la euforia de la naturaleza.

El lema de este décimo primer Encuentro de Genealogía es:

Por el Océano vinieron, por el Océano emigraron

Ciertamente en Canarias hay dos factores o elementos que han forjado el carácter de los isleños: el océano Atlántico y la migración. Nuestra relación con el Océano es de amor, temor y respeto. A lo largo de estos cinco siglos, nos ha traído alimentos, agua que hemos aprendido a potabilizar para su consumo, ocio y también poblaciones, culturas distintas, esclavitud, corsarios en busca de saqueo, epidemias, prisioneros de otros sitios para su custodia, la expulsión de la flota canaria por parte del país vecino del banco canario sahariano, especies invasoras llegadas en barcos, etc.

El Océano también se ha llevado a la otra orilla, a nuestras familias, al principio para poblar aquellas zonas de América que corrían el riesgo de ser colonizadas por otros países como por ejemplo Matanzas, en Cuba, que se creaba ante la necesidad de una estrategia migratoria por la presencia holandesa en sus aguas. Promulgada la Real Cédula de 1676, la corona reclutaba anualmente unas 25 familias canarias para llevarlas a una primera línea de defensa. Los matrimonios marchaban con sus hijos con la ilusión de poder ofrecerles una mejor vida aunque la realidad era otra. En algunos casos tuvieron que atravesar un país a pie o luchar contra los indios que defendían sus tierras.

Estas familias canarias llegaron a República Dominicana, Costa Rica, a Campeche y Bacalar en Méjico, San Antonio de los Altos en Venezuela, a Montevideo para evitar la invasión portuguesa, o San Antonio de Béjar para evitar a los británicos, al igual que en Panamá o en los meandros del río Misisipi y un larguísimo etc. Más de cien mil canarios fueron enviados a Cuba entre 1670 y 1765.

En la primera mitad del siglo XIX el número de esclavos en la América Latina fue en considerable aumento. Existía el temor a una sublevación de los mismos como ocurrió en Haití por lo que la idea de suplir a un esclavo por un asalariado comenzaba a convencer a la mayor parte de los esclavistas, al fin y al cabo salía más barato un salario bajo por el trabajo desempeñado que costear las enfermedades y la comida del esclavo durante toda la vida hasta su vejez. Se genera una red de tráfico de colonos canarios sobre todo desde Cuba y Puerto Rico, basado en engaños llamados remuneraciones y alicientes para salir de una Canarias pobre en plena crisis de la barrilla y continuas plagas de langostas que seguían agotando nuestros escasos recursos.

A principios del siglo XX los canarios seguíamos encomendando nuestra vida al océano, esta vez la economía comenzaba a mejorar pero el miedo a la guerra de Marruecos o simplemente el deseo de mejorar la situación económica personal era motivo para emigrar. Muchos regresaron con el monedero más cargado y construyeron grandes casas para dar a conocer su poderío. Eran los llamados indianos. A mitad del siglo XX, los canarios se embarcaban en viajes clandestinos huyendo de la represión de la dictadura y de las duras condiciones económicas de las islas.

De los que se fueron, algunos regresaron, otros dejaron a sus mujeres aquí y fundaron otra familia allá.

Los canarios llevamos para allá lo nuestro y la magua a la tierra, la caña dulce a Cuba y a República Dominicana y enseñamos el manejo del trapiche y el ingenio azucarero tal como hicieron los portugueses con nosotros. Llevamos palabras, el gofio, la oveja pelibuey que en su día trajeron de África nuestros antepasados, las décimas canarias que luego se convirtieron en puntos cubanos, la cerámica aborigen ya en desuso como la encontramos en el pueblo de Moca en República Dominicana, etc.

 En definitiva:

Migrar es dejar una parte de si y avanzar en fragmentos.

Estos tres días recordaremos algunas de aquellas aventuras migratorias de la mano de José Antonio Quintana, Rafael Rodríguez, José de León y José Juan Romero. Descansaremos un rato en Fuerteventura con Lola García Cabrera que nos contará un caso singular de varios hermanos para terminar con Zoe Armenteros que nos cargará de emociones.

Acomódense. Tenemos mar bonanza o como decimos nosotros el mar como un plato. Va a ser una travesía muy agradable.

¡Zarpamos!