miércoles, 3 de enero de 2018

ACONTECERES EN LA VIDA DE DÑA. FLORENTINA LLARENA CALDERÓN Y NAVA GRIMÓN

CRISTINA LÓPEZ-TREJO DÍAZ
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Ponencia presentada en el IV Encuentro de Genealogía Gran Canaria, organizado por Genealogías Canarias, celebrado en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, el 16 de noviembre de 2017.

En el siglo XVIII, el matrimonio en Canarias era un arma de control utilizado no solo por la iglesia, la cual a través de las amonestaciones impedían la formación de matrimonios que pusieran en entredicho las normas públicas, sino también 
Escudo Llarena, Mesa, Lugo, Bahamonte
Calderón, Ayala, Olivares, Maldonado, Alvarado.
Foto cedida por D. Juan Gómez-Pamo
era utilizado por las propias familias, en especial aquellas que formaban parte de las élites en las Islas. Los matrimonios se concertaban dentro de su propio contexto socio económico con el fin de mantener su patrimonio o de mejorarlo. La perpetuación de los mayorazgos, apellidos y/o títulos nobiliarios requería que el futuro consorcio conyugal fuera minuciosamente estudiado por los padres y posteriormente sometido al apoyo o rechazo de todo el grupo familiar. Se ponía en juego muchos intereses económicos y sociales por lo que era muy frecuente que se acordase la unión de dos parientes tan cercanos como un tío carnal con su sobrina saltándose el orden generacional natural. El beneplácito de todo el linaje familiar era importante para evitar futuros litigios de carácter económico. Por ello en muchas ocasiones desde la infancia se diseñaba el futuro matrimonial de los hijos con el fin de perpetuar el prestigio del linaje y a ser posible mejorarlo. Marqueses que casaban a su hijo heredero con la heredera de otro marquesado y al resto de la prole con otros hijos de nobles y/o jefes de mayorazgos. Sin embargo las estrategias matrimoniales que los