Ponencia presentada en el II ENCUENTRO DE GENEALOGÍA GRAN CANARIA,
celebrado en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria,
celebrado los días 17-19 de noviembre de 2014.
Se publicará en Ponencias del II Encuentro de Genealogía Gran Canaria, nº 2 (2016) (en imprenta). Depósito Legal: GC 368-2015
“La Genealogía, Heráldica y Nobiliaria”,
son tres disciplinas completamente diferentes, pero que al estar relacionadas,
normalmente se confunden entre si. Puede darse la circunstancia de estar alguna
de estas unida o las tres, como en un origen lo estuvieron el blasón y la
nobleza, pero en realidad existe una profunda diferencia entre ellas, las tres
son ciencias auxiliares de la Historia, mientras la primera rinde culto a la
familia, al clan, o a la tribu, la segunda y la tercera van intrínsecamente
unidas a la vanidad personal.
GENEALOGÍA
Ha llegado a nosotros a través de la
palabra latina genealogia, pero su
origen deriva de la griega genéa,
generación y logos, tratado, cuya
traducción pudiera ser tratado de las generaciones, es decir estudio o
conocimiento de unas generaciones y en una traducción mas libre la podríamos
definir como culto a la familia.
Es la encargada de estudiar el
parentesco y la relación que existe entre familias y personas y si fuera
posible, su origen y descendencia. Está considerada como una ciencia pura,
porque tiene que ser exacta, ya que la misma tiene que darnos una solución al
problema que se plantea (siempre interpretando la sucesión legítima, dejando
fuera ese refrán castellano y tan sabio que dice: “los hijos de mis hijas
nietos míos son, los de mis hijos lo serán o no serán”, hoy existen pruebas
fehacientes para saber si lo son o no lo son, pero no llega al 1% de los que
las realizan y según encuestas realizadas entre la población femenina francesa,
un 20% declara haber tenido hijos dentro del matrimonio con otra pareja).
Es típica su representación en árboles mas o menos frondosos,
dependiendo de la investigación realizada y de los medios disponibles, en los
que figuran el nombre de las personas y su parentesco y como mucho unas fechas
que pudieran ser del nacimiento, matrimonio o defunción. ¿Es posible que de una
larga vida llena de vicisitudes solo quedara de nosotros nuestro nombre escrito
en la hoja de un árbol? No es de recibo. Como representación para una breve
pasada y lucimiento del artista no está mal,
pero la genealogía es tan amplia, que de una persona deberíamos escribir en un
libro aparte todo lo que se pueda averiguar de la misma, comenzando por su
fecha de nacimiento y lugar, bautismo, si ha sido bautizado y parroquia, padrinos,
estudios, profesión, títulos, cargos,
condecoraciones, honores, compras y
ventas, capitulaciones matrimoniales, dotes, testamentos y sus codicilos, etc.
etc. y en lo referente a lo personal color de la tez, de los ojos, taras
físicas, enfermedades, aficiones, vicios de cualquier índole, causa del
fallecimiento, etc. Soy consciente de que mas atrás de cien años, una mayoría
de estos conceptos es tarea prácticamente imposible, pero como la genealogía es
algo continuo no es tarde para que hoy mismo lo comencemos, será de gran ayuda para
futuras generaciones, en la averiguación de posibles enfermedades, trastornos y
parentescos.Personalmente les puedo decir que todo aquél que se dirige a mí,
con la idea de comenzar a investigar su árbol genealógico le indico que primeramente
escriba en un papel todo esto, de los familiares mas cercanos, con los que
tenga trato y conozca, después ya hablaremos de los ancestros, lo mismo para aquel
que leyó en no sé que libro que su familia descendía de tal rey o tal marqués,
mi consejo es que no le haga caso a ese libro, que empiece a escribir quien es
su padre y partida a partida, sus abuelos y así, hasta donde pueda llegar,
luego ya veremos si entroncamos con lo que decía ese libro o no, los que somos
de esta tierra ya sabemos de la mezcolanza de razas y nacionalidades que se da
y del orden de los apellidos.
Por todo lo expuesto es de gran
utilidad en medicina, para resolver problemas de herencia patológica y corregir
o intentar otras enfermedades congénitas antes o en el momento que aparezcan
los primeros síntomas.
También es de suma importancia en la
estadística, para saber en un determinado momento sobre la población, número de
matrimonios, de nacimientos, de defunciones, promedios de vida, etc. y todo lo
que queramos aumentar en esta ciencia.
En lo social se amplían las relaciones,
bien entre todos aquellos estudiosos de la misma, bien entre otras personas que
a pesar de tener una parentela cercana desconocíamos su existencia. No tenemos
nada más que observar lo presente, casi todos tenemos profesiones diferentes,
vivimos en distintos barrios o lugares, sin embargo nos conocemos y
relacionamos por esta afición.
En lo histórico nos puede aportar
bienestar espiritual, ya que ante la duda, hemos averiguado y sabemos más de nuestros
antepasados.
De lo material, a los que nos apasiona
el tema mejor no nombrarlo, ya que sabemos de la ilusión que nos produce el
descubrimiento de una nueva generación o un nuevo dato que adorne nuestra
investigación.
La genealogía es una condición innata
al ser humano, como lo demuestra ese gusanillo, que en ciertos momentos de
nuestra vida nos roe y corroe nuestro interior, que de repente queremos saber
de dónde venimos,
quienes fueron nuestros ancestros y porqué estamos aquí. Es tan antigua como la humanidad y de tal importancia que pueblos tan distantes y con cultura tan distinta, como puede ser el pueblo hebreo, la Grecia clásica, los romanos, los musulmanes o los incas, la llevaban rigurosamente, sirva como ejemplo la genealogía de Jesucristo o a los faraones de Egipto, sin olvidarnos de los musulmanes, que muchos de sus reyes debieron su cargo a esta cualidad como descendientes del profeta.
quienes fueron nuestros ancestros y porqué estamos aquí. Es tan antigua como la humanidad y de tal importancia que pueblos tan distantes y con cultura tan distinta, como puede ser el pueblo hebreo, la Grecia clásica, los romanos, los musulmanes o los incas, la llevaban rigurosamente, sirva como ejemplo la genealogía de Jesucristo o a los faraones de Egipto, sin olvidarnos de los musulmanes, que muchos de sus reyes debieron su cargo a esta cualidad como descendientes del profeta.
La falta de medios, tanto materiales,
culturales o económicos motivó que no llegaran hasta nosotros nada más que
genealogías de reyes o personas poderosas.Bendito Concilio de Trento que
subsanó todo esto, fue uno de los tantos que celebró y celebra la Iglesia
Católica, denominado así por haber tenido lugar en esa población al norte de
Italia, fue convocado por el Papa Paulo III en 1542 y duró la friolera de 21 años, abarcando a sus
sucesores Julio III y Pío IV, dándose por finalizado en 1563. Independientemente
de todo lo tratado en el mismo, para los
genealogistas ha sido de vital importancia, pues en la sesión VII celebrada el
3 de marzo de 1547 se tocó el canon de los sacramentos en general, el bautismo
y la confirmación, en la XIV del 25 de noviembre de 1551, la doctrina y cánones
de la penitencia y extremaunción y en la XXIV de 11 de noviembre de 1563, la
doctrina sobre el sacramento del matrimonio, que resumiendo, obligaba ni más ni
menos a que cuando se celebrara unos de los anteriores sacramentos quedara constancia
del mismo en un libro hecho al efecto, así que a partir de ese momento, la
Iglesia Católica cuenta regladamente con libros de bautismos, confirmaciones,
matrimonios y defunciones, aunque ya había parroquias que lo hacían antes de
este Concilio, como la parroquia del Sagrario de nuestra Catedral, que conserva
ininterrumpidamente libros de bautismos desde 1498.
Resumiendo, la genealogía en una
ciencia o disciplina indispensable e innata a la condición humana, que tarde o
temprano aflora en todos nosotros.
DE LA HERÁLDICA O ARTE DEL BLASÓN
De su origen, empleando un símil taurino,
les diré que “hay división de opiniones”. Si la tomamos como una serie de
símbolos externos que diferencian a un país, ciudad, tribu o linaje, ha
existido desde los tiempos mas remotos de la antigüedad, atreviéndose incluso alguno
a llegar nada mas y nada menos que al Arcángel San Miguel o a nuestro padre
Adán, sin olvidarnos del diluvio, los egipcios, las doce tribus de Israel, los
griegos, los romanos, etc. pero sin ninguna norma que la regulase sino
compuesta de jeroglíficos, emblemas y marcas personales al libre albedrío. Si
la tomamos como una ciencia regulada por unas normas, aunque muy primitivas, su
origen lo situaremos allá por el año 919, en la Alemania del Duque de Sajonia
Enrique I, “El Pajarero” (que recibió este sobrenombre porque cuando le
comunicaron su nombramiento se encontraba cazando pájaros a la que era muy
aficionado), donde se establecieron una serie de reglas a las armerías y el uso
ordenado de las mismas, no considerando todo lo anterior como heráldica.
Es una ciencia de difícil conclusión,
dado que en la práctica es imposible saber si se les han concedido o se han
atribuido alguna vez armas propias.
La Heráldica tal y como la conocemos
hoy, tiene un origen militar, ya que fue introducida en los torneos para diferenciar
a los caballeros en el combate (los torneos eran unos ejercicios de
adiestramiento militar que al mismo tiempo servían de diversión al pueblo). Pero
fue en las Cruzadas donde más se difundió, ya que se tenía la necesidad de identificar
y agrupar a los combatientes de un mismo bando, bajo una misma bandera.
Blasón es el arte que con términos y
voces propias, reglas y preceptos fijos, enseña a componer y explicar los
escudos de armas, bien sean de nación, comunidad, ciudad o linaje. Algunos quieren
hacerla derivar del inglés “blase, to blase”, publicar o “a blaser”, pregonero,
pero en realidad procede del alemán “blasen”, cuyo significado es tocar la
trompeta, que es lo que se les hacía a los Caballeros cuando se presentaban en
las lizas de los torneos, ¿quién tocaba esta trompeta? el Heraldo, que era un Oficial
Armado, es decir un oficial de guerra de un estado soberano, para a
continuación blasonar, es decir describir las armerías de dichos caballeros, llegando
incluso a confundirse este empleo con el de Rey de Armas, pero en realidad la
función de este era ser el Jefe de los Heraldos y presidía su Capítulo.
Aunque como se vio, su origen fue
estrictamente militar, fue a partir de principios del siglo XII cuando se va
transformando en hereditario y personal como signo de distinción, siendo a finales
de este siglo cuando se extiende prácticamente a todo el Estado Noble, a fin de
cuentas era quien aportaba la casi totalidad de Infantes y Caballeros a las
guerras, para finalmente terminar introduciéndose entre los clérigos y las mujeres.
A partir del siglo XIII, deja de ser
distintivo genuinamente de la milicia y la nobleza y la empiezan a adoptar los
pecheros ricos, sin que esto sea, salvo excepciones, prueba de ningún tipo de
nobleza. Fue Francia la que mas profundizó en sus estudios y la primera que
permitió su uso al estado llano, es decir, hombres francos, labradores
acomodados, villanos y valvasores, estos últimos era la clase más alta del
estado llano, que sin llegar a ser nobles disponían de tierras en propiedad y
criados en abundancia y que al poseer armas y caballos se acercaban más al
noble que al plebeyo.
La verdadera heráldica comienza en el
siglo XIV cuando surgen los diferentes sistemas heráldicos, ya que
anteriormente se conocía la forma de suceder en las armerías y se declaraban
puras o no, dependiendo de si era el primogénito o el resto de sus hermanos.
La Forma del escudo o boca como se le
denomina en heráldica, varía de nación a nación dependiendo de la forma que se
le diese a ese arma defensiva, sin embargo las mujeres desde su origen lo
venían usando en losange, que lo continúan, pero es a partir del siglo XVIII cuando
emplean el ovalado, dejando el losange para las abadesas y solteras, pero por
lo general la mayoría usa los masculinos.
Además del escudo propiamente dicho, este
está provisto de unos ornamentos exteriores, que tienden a reflejar las armas
que van pintadas en su campo, definiéndolas como gentilicias municipales,
eclesiásticas o de cualquier otro tipo de armería. De estos atributos se pueden
distinguir: Los nobiliarios,
los jerárquicos y los ornamentales, los primeros
corresponden a la nobleza y los principales son el manto, la corona en sus
diferentes formas, así como el casco en su variedad, los segundos van
reservados a las jerarquías, bien sean eclesiásticas, militares o civiles y son
el capelo y las insignias de mando y jerarquía y distinción y los terceros son
puramente ornamentales, los soportes, tenantes, sostenes, cartelas, cintas y
cimeras, teniendo muy claro que todo atributo nobiliario tiene su significado y
representa una dignidad.
Como resumen añadiré que allá por la
lejana primavera del año 1982 en una exposición en la Casa de Campo, de Madrid,
tuve el gusto de conocer al último Rey de Armas del Estado Español Don Vicente
de Cadenas y Vicent, con el que me unió posteriormente una cierta amistad y me
introdujo en estos menesteres, que entre otras cosas me decía “Necia vanidad es
la de aquel que se adorna con plumas ajenas, sin tener en cuenta que para
hacerlo es necesario saber de quien se proviene y no tomarlo de quien nada
tiene en común con el usurpador”, con esto queda dicho todo.
LA NOBILIARIA
Está considerada también como una
ciencia exacta, pues sin el documento nobiliario de un ascendiente, carece de
valor todo argumento que se alegue como derecho. La podríamos definir como todo
estudio relacionado con la Nobleza, que es al fin y al cabo es un símbolo de
idealización de cualidades humanas o de una de ellas solamente, pero que al
contrario de la santidad, admite la tolerancia de un conjunto de defectos y
ausencias de otras virtudes. Procede del latín “Nobilis”, es decir persona
magnánima, que solamente alcanzaba a los Jefes de Clanes, Cabezas de Familia,
también conocidos por parientes mayores o Cabos de Armería. Aquí cabría
hacernos dos preguntas ¿Cómo se hace hereditaria? La respuesta es con la
Hidalguía y ¿Qué es la Hidalguía? Una Ley de la Partida. Se refiere a un cuerpo
normativo de la Corona de Castilla redactado en tiempos del Rey
Alfonso X “El
Sabio”, conocido como “Las Siete Partidas”, en las que se intentaba conseguir
cierta homogeneidad jurídica en el reino. Según la Ley II y III, de la Partida
Segunda “Fidalguía es nobleza que viene
a los hombres por linaje”, es decir para optar a la condición de Hidalgo, es
imprescindible que nuestro padre, abuelo y bisabuelo hayan sido Nobles, que es al
fin y al cabo es como un premio a los cargos desempeñados por nuestros tres
inmediatos antecesores, lo denominado como tres actos positivos de nobleza, bien
en la Administración, la Milicia o la Iglesia, pongamos por ejemplo: Que el
bisabuelo de unos de Vdes. haya sido Capitán de un Regimiento, su abuelo Alguacil
Mayor del Santo Oficio y su padre Oidor de la Real Audiencia, en juicio
contradictorio contra la Justicia del Concejo, entendamos Municipio, solicita
que se le incluya en los padrones concejiles como Hijosdalgo en base a los
cargos desempeñados por sus antepasados, pueden admitirlo como tal o no, porque
al municipio no le interesa perder a una persona y a sus descendientes que
dejen de “pechar”, es decir pagar impuestos, amén de otras prerrogativas, caso
de concedérsele, es muy probable que más adelante, al que se le concedió la
merced o a sus descendientes, vuelvan a requerirles más “Pruebas”, porque
siempre habrá un “dime o direte” que si yo conocí a tal o a cual, etc. Si en un
origen no se concede y se desea continuar con las legítimas aspiraciones de ver
y entender, el pleito solía terminar en las Reales Chancillerías, de Granada o
Valladolid, en caso afirmativo y en juicio que a veces duraba largos años, se
expedía en nombre del Rey “Carta Ejecutoria de Hidalguía” que ya era como un documento
nacional de identidad que nos identificaba como tales y se nos incluía como Hijosdalgo
en dichos padrones concejiles, respetándonos nuestros derechos y preeminencias.
Pero el Estado de Hijodalgo era un sinvivir, ya que la hidalguía que se nos
reconocía en nuestro municipio si por alguna circunstancia cambiábamos de
residencia, por trabajo, matrimonio etc., era muy probable que no se nos
reconociese como tal y vuelta a empezar. Nos puede servir como ejemplo un
conquistador, Sancho de Vargas, vecino de Guía (aprovecho la ocasión para
aclarar que estos no son Vargas Machuca como nos dice nuestro Nobiliario de
Canarias, que en su afán de magnificar la estirpe lo hace emparentar con esta
Casa madrileña, que debe su apelativo a un antepasado que con rauda fiereza
“machucaba” a los moros, su verdadero origen está en la parroquia de Vargas,
bajo la advocación de la Magdalena, en el municipio de Puente Viesgo
(Cantabria), que comenzó litigando su Hidalguía en la Real Chancillería de
Ciudad Real, que luego pasaría a ser de Granada y sus hijos 30 años después, en
1532 en la de Valladolid, que por fin se les reconocería en Gran Canaria en
1553, es decir 21 años después de comenzar el juicio, otro linaje grancanario
los Suárez Carreño, originarios del Concejo de Carreño, en el Principado de
Asturias, donde figuraban y eran considerados Hijosdalgo, pasan a residir a la
villa de Sanlúcar de Albaida, en Huelva, donde el Conde de Niebla si les reconoce
su Nobleza, que refrenda el Rey Enrique II, pero pasan a la conquista de
Antequera donde en 1377 tienen que obtener otra vez su confirmación de
Hidalguía, así como a un descendiente que en Albaida, en 1452 tiene otra vez
que demostrar su Nobleza, que obtiene ese año por sentencia confirmatoria, como
pueden comprobar el Estado no suelta fácilmente la presa.
Con el paso del tiempo se hace
hereditaria dando lugar así a la Nobleza de Sangre, de ahí la acepción de
Hidalgo, hijo de algo. El padre transmite su Hidalguía a todos sus hijos
hombres y mujeres y así sucesivamente de varón a varón, las mujeres la
mantienen mientras estén solteras y al contraer matrimonio adquieren la de su
marido, si quedasen viudas adquieren de nuevo la de su padre, como en toda
regla existen excepciones (Agustina de Aragón).
En el antiguo régimen era una clase
social privilegiada que bien por derecho hereditario o por concesión de un
soberano gozaba de ciertas prerrogativas, siendo uno de los tres estamentos que
sustentaba el estado junto al militar y la iglesia, a pesar de ser abolido de
la esfera política, en el ámbito social sobrevivió a las revoluciones burguesas
y proletarias, subsistiendo hoy día como tal.
En la Nobleza existen dos diferencias,
la Nobleza Llana y la Nobleza Titulada.
La Nobleza Llana la componen los
Hidalgos, los Infanzones, los Vervesores, los Hombres de Paraje, los Nobles y
todas las demás denominaciones que se pueden dar en los distintos Reinos de
España. Era la más numerosa, fue la primera que luchó en Italia bajo las
órdenes del Gran Capitán al servicio de los Reyes de Aragón y Castilla, los que
posteriormente se desplazan a Viena para rechazar a los turcos, los que ponen
orden en el norte de África con la victoria de Túnez y doblegan a los
protestantes en Alemania, después hicieron posible la victoria de Lepanto y la
conquista de América, obteniendo títulos y mercedes, pero generalmente en el
campo de batalla, al frente, precisamente de otros de su condición.
En el Señorío de Vizcaya y en Guipúzcoa
existía el derecho denominado “Hidalguía Universal”, por el cual todos nacían
hidalgos, en Cantabria representaron el 83%
de la población, en Asturias al 80%, poco menos en la Corona de Aragón y
en Andalucía no alcanzaba al 2%.
Hasta 1836 se confeccionaban los
llamados padrones concejiles, es decir del concejo, como todavía hoy se les
denomina en Galicia y en Asturias a los municipios, dichos padrones se hacían
generalmente cada siete años y “a calle hita”, es decir se iba puerta a puerta
con el padrón del septenio anterior y se iban anotando las diferencias que
hubiesen ocurrido durante ese tiempo, asistían de presente, un Juez, dos
testigos y el empadronador por el Estado Noble, lo mismo para el estado general
o pechero, además del escribano público que daba fe del acto, muy interesados
ambos estados en que no se anotasen donde no les correspondía, siempre tirando más
al general dado que al estar el Estado Noble exento de impuestos, a la Nación
le interesaba que se anotara en el general o pechero, para contribuir a las
arcas públicas.
Se clasificaba en:
Hidalgo de Ejecutoria, que era quien la
había obtenido en juicio contradictorio en las Reales Audiencias o
Chancillerías.
Hidalgo en Propiedad, que tenía el
mismo valor que la anterior.
Hidalgo de Real Provisión, procedente
de Provisión Real.
Hidalgo de Estado conocido, que se
otorgada por Real Provisión de la Sala de los Hijosdalgo, pero sin necesidad de
sentencia.
Hidalgo “ad perpetuam rei memoriam”,
denominado así cuando el interesado así lo solicitaba una vez finalizado el
pleito de Hidalguía, pues los testigos presentados eran ya muy viejos.
Hidalgo en posesión, son los que de
manera general figuran como tales en los padrones concejiles de distinción de
estados.
Hidalgo de Solar conocido, el que era
descendiente del que construyó su casa en un determinado lugar.
Hidalgo de Casa Solar, quien ha
demostrado fehacientemente ser el propietario de la casa.
Hidalgo de Sangre, quien demostraba
ante el Concejo, Audiencias o Chancillerías, que su padre y abuelo eran
Hidalgos.
Hidalgo a Fuero de Castilla, el que la
podía probar como mínimo de padre y abuelo.
Hidalgo de Armas de poner y pintar,
quien las tenía esculpidas en el frontis de su casa, sepultura, sello,
membretes y demás sitios donde se suelen colocar las armas.
Hidalgo por los cuatro costados, cuyos
cuatro abuelos estaban en posesión de la Hidalguía.
Hidalgo de Linaje, el que lo era por su
padre y por su madre.
Hidalgo Notorio, el que lo era por
reconocida notoriedad y si cambiaba de vecindad se le reconocía sin otros
trámites.
Hidalgo Inmemorial, parece ser que se
les denominaba así a los que lo eran antes de la promulgación de las primeras
Leyes que regulan su confirmación.
Hidalgo de devengar 500 sueldos, no
esta muy clara esta denominación, pero se podría resumir como aquél que
recibían agravio de otro, en satisfacción de él y por sentencia esa cantidad,
cuando al villano no se le permitía mas de 200.
Hidalgo de privilegio, quien la obtiene
por Privilegio Real en virtud a unos merecimientos.
Hidalgo de beneficio, quien compraba la
Hidalguía que para beneficiar otorgaban los Reyes generalmente a conventos e
instituciones benéficas, generalmente era personal y no hereditaria.
Hidalgo personal, se debe de referir a
la anterior.
Hidalgo por cargo, se limitaba a la
exención de tributos y finalizaba con el cargo.
Hidalgo de bragueta, al que había
tenido un mínimo de siete hijos varones.
Hidalgo de gotera, el que la gozaba en
su lugar de residencia, pero al salir de la misma no se le reconocía.
Hidalgo a Fuero de España, no es
anterior a 1836 y la podríamos definir como aquella en la que concurren
circunstancias particulares.
Hidalgo pobre de solemnidad,
normalmente no existe, era una circunstancia que anotaba el sacerdote en su
partida de defunción, en la que quería clarificar que era un Hidalgo, pero
pobre de solemnidad.
Hidalgo montañés, se da en otras
regiones posiblemente para identificar su origen cántabro.
Hidalgo del Páramo, se da esta
circunstancia al Hidalgo descendiente a los que se les concedió este privilegio
en el Páramo de la Focella (Asturias).
Y por último hay una denominación que
puede resultar interesante para nuestra territorialidad:
El Hidalgo de Indias, que era aquél que
independiente de su nobleza que por sangre le pudiera corresponder, demuestre
ser descendiente de descubridor, conquistador, poblador o de los que ocuparon
cargos en los Concejos o Cabildos antes de 1836, en este caso deben de ser
incluidos los descendientes de Caciques, a los que nuestros Reyes siempre consideraron
Nobleza indígena y a los hijos habidos entre los Hidalgos con india o negra o
Cacique con española o negra. No obstante en las Islas Canarias al no existir
los mencionados Padrones concejiles denominados de Nobleza o Hidalguía, se ha
considerado como Prueba de Nobleza el ser descendiente de Conquistador, Capitán
o Regidor, eso sí, por línea recta de varonía, independientemente del apellido
que se ostente en la actualidad.
En relación a la Nobleza titulada se la
puede definir como la perfección nobiliaria, ya que en cuanto a jerarquización
representa la élite de importantísimos servicios prestados a la Nación,
solamente trasmisible a uno de los hijos, generalmente al mayor de los varones,
hoy abolido lo hereda el mayor sea del sexo que sea, a no ser que este renuncie
y lo herede otro hermano menor. Cuando son varios títulos a repartir, lo normal
es que el padre los reparta entre los hijos, otorgando al primogénito el más
importante.
Al contrario de la Nobleza Llana nunca
quedó desarticulada por la institución monárquica y poco a poco se fueron
acercando a la Corte convirtiéndose con el tiempo en cortesanos. En el Antiguo
Régimen era condición “sine quanum”, para acceder a un Título Nobiliario, ser
Hijodalgo, a día de hoy los otorga Su Majestad el Rey como premio a los
servicios prestados o virtudes personales en todos los campos de nuestra
sociedad.
La Nobleza titulada se clasifica de
mayor a menor en: Príncipe, solo para el heredero al trono de España, Infante,
reservado sólo para los hijos del Rey, Duque, Marqués, Conde, Vizconde, Barón y
Señor, incluyendo aquí al Grande de España, que por la brevedad del tiempo omitimos
definir a cada uno.
Como curiosidad diré que los Títulos
Nobiliarios no son objeto de transacciones comerciales, es decir que no se
pueden vender o comprar. Existiendo una leyenda urbana muy extendida que cree
que tienen ciertos privilegios y cobran por dicho Título, nada más lejos de la
realidad, no solamente no disfrutan de ningún derecho (en la época de la
Dictadura del General Franco, se les permitía que su Título figurara en el DNI),
ni cobran por ello, sino todo lo contrario, hoy es de debate entre las diversas
Comunidades Autónomas y el Estado sobre el impuesto de sucesiones, pues en
relación a los Títulos Nobiliarios ni se les tiene en cuenta, pagan siempre y
la cantidad va en función de cómo sea esta herencia, si es de padres a hijos, que
suele ser la normal, es la mas barata y suele rondar los 3.000 euros, luego va
subiendo, si es transversal, es decir de tíos a sobrinos, primos entre si, etc.
alcanzando los 6.000 euros cuando se trata de rehabilitar un Título extranjero.