Publicado en el Boletín del Consejo de Patrimonio Histórico de
Agüimes
nº 3 (2015), págs. 23-32. (Ilustre Ayuntamieto de la Villa de Agüimes).
Con
permiso del autor
En 1816 es nombrado Don José Ramírez
primer alcalde de Ingenio[1].
El próximo año 2016 se cumple una efeméride redonda con respecto
a este
acontecimiento, sus doscientos años. No es el único motivo de celebración para
este municipio de Gran Canaria, pues en este año se celebra el mismo periodo de
tiempo desde la creación de la parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria.
Ambas instituciones fueron signos de los significativos progresos de dicho
lugar entonces incluido en el territorio más amplio del señorío episcopal de
Agüimes.
Ntra. Sra. de la Candelaria (Ingenio) |
La estructura social y económica que
venía desarrollándose al menos desde trescientos años antes había llegado a
comienzos del siglo XIX a su mayoría de edad. Entre bastidores de esta larga
historia se puede contemplar una población que evoluciona, que adquiere características cualitativas y cuantitativas
distintas y mejores. Una población, no lo olvidemos, que ocupa el lugar básico
de los hechos que van conformando la historia de lo que actualmente es el
municipio de Ingenio con su villa al frente.
El actual municipio de Ingenio formaba
parte del señorío de Agüimes, entidad que consta documentalmente desde el año
de 1486[2].
Hay autores que hablan con acierto de la presencia en este señorío de una
importante estructura industrial de producción de azúcar, de un ingenio, sobre
1503. Una circunstancia que convertirá dicho emplazamiento como un centro
susceptible de atraer y asentar población[3].
Como lugar habitable de referencia, al mismo tiempo que se crea el señorío se
constituyó como su centro, la villa de Agüimes. Y la novedad alcanzó también a
los habitantes que allí se asentaron, pues en todo caso constituyeron un primer
nivel de población originaria en ruptura con la que debió existir en el tiempo
anterior a la conquista de la isla.
Esta población sufrirá una serie de
transformaciones en este primer momento hasta poder considerarse un auténtico
vecindario estable de domicilio permanente. Veamos esta transición del lugar de
explotación industrial azucarera del primer momento hasta la consolidación de
una auténtica población de vecinos del lugar de Ingenio, un segundo momento.
No sabemos con exactitud cuando se construye el ingenio que ha dado
nombre al actual municipio. Ya hemos hablado del año de 1503 como fecha un
temprana, lógica y verosímil, si no es que pudiera darse la circunstancia de
que incluso fuera anterior. La documentación más expresa y directa que hemos
podido exhumar data de 1516, pero para entonces la actividad de dicho ingenio
es frenética y se puede anteponer
perfectamente doce años antes de funcionamiento.
Esta es la principal
referencia que atrae de forma multitudinaria a un variopinto tipo de población.
Un dato desconcierta: hasta la década de los años treinta del siglo XVI no hay
población en Ingenio que se intitule como vecinos del señorío de Agüimes con
carácter estable. De hecho, de entre las trece familias que llevan el título
oficial de ser vecinos del señorío de Agüimes tan solo a una se la podría
ubicar allí desde 1512, Juan de Ávila[4].
Pero como veremos algo más adelante, en cuanto enviuda pasa a vivir a la villa
donde establecerá su lugar de domicilio.
El resto de quienes acuden a vivir al
lugar del ingenio de azúcar del señorío de Agüimes son estantes o transeúntes.
Esta característica de la población de Ingenio llega hasta 1529 en que vemos
aparecer a los primeros que afianzan vecindad en Agüimes y establecen domicilio
permanente en dicho lugar.
Uno de los primeros que queremos
destacar como de los estantes originarios en Ingenio es Antón Pérez Cabeza[5].
Llegó a la isla sobre el año de 1505. Había nacido en Sevilla unos veintisiete
años antes. Debió casar ya residiendo en la isla con Leonor Pérez, sevillana
como él. Todos estos datos constan de la comparecencia que hubo de hacer ante
el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición para comunicar sus datos de
filiación y otros identificativos en 1525.
Homenaje al ingenio azucarero |
Su actividad primordial se centra en el
negocio azucarero. De él afirman que es el propietario más antiguo documentado
del Ingenio que dio nombre a la población[6].
Y así parece ser según se desprende de la venta que Antón Pérez Cabeza hace a
Alonso de Matos, el cinco de marzo de 1518. Seguirá en el negocio del azúcar,
pero desempeñando otras tareas y si llega a ser responsable de nuevo de la
explotación del ingenio será por medio de un contrato de arrendamiento. El último documento en el que aparece que
hemos localizado es de 1534.
De los hijos de Antón Pérez Cabeza cabe destacar a Isabel Pérez, la más
pequeña, quien casó con Juan Álvarez al que se le tilda de cañaverero, dueño de
un molino en Ingenio en la segunda mitad del siglo XVI. Este matrimonio,
durante el último tercio de dicho siglo ya han decidió establecerse como
vecinos de la villa de Agüimes, junto con sus hijos.
De ellos procederá abundante sucesión[7].
Tras Antón Pérez Cabeza, el siguiente
propietario del ingenio es Alonso de Matos[8].
Es el gran industrial en la explotación de dicho complejo industrial y quien
conoce mejor que nadie las dificultades económicas de los momentos adversos.
Entra con fuerza en el señorío de Agüimes al comprar a Antón Pérez Cabeza el
ingenio. No nos entretenemos en su itinerario en dicha gestión, pues ya hay
suficiente material publicado al que nos remitimos. Aclarar que de los varios
de su misma familia homónimos a quien vemos en Ingenio en los primeros años del
siglo XVI es al que apodan el viejo, por distinguirlo del mozo, que es casado
en la década de los años cuarenta con Cristina Ibáñez de Arístegui. Y en lo que
afecta a su vínculo como población de Ingenio sólo se les puede considerar como
residentes temporales, aunque en frecuentes ocasiones y de larga duración
alguna de ellas. No habrá continuación de esta familia que se extingue en la
siguiente generación.
Otro de los residentes del lugar de
Ingenio es Juan de Ávila[9].
Nació sobre el año de 1494, pero no parece que fuera en Agüimes; parece mejor considerarlo
de Telde. Es a raíz de su primer matrimonio celebrado en torno a 1512 cuando se
debió trasladar hasta el lugar del Ingenio. Lo había celebrado sobre el año
1512 con Francisca de Matos, hija de Alonso de Matos, el viejo. No tendrá una
residencia clara, pero sí abrirá casa en Ingenio. En 1523 muere Francisca de
Matos y a partir de entonces su vida cambiará de ubicación por completo. Sobre
todo porque ya debe de intuir los problemas en la administración del Ingenio
que no reporta la tranquilidad deseada. Lo cierto es que su siguiente domicilio
lo encontramos en la villa. Allí reside de forma continua y se establecerá
tanto él como su descendencia desde que casa con su segunda mujer, María de
Arístegui, hija de los antiguos vecinos de Agüimes, Martín Ibáñez de Arístegui
y Juana de Liria. Por este matrimonio reforzará Juan de Ávila su parentesco con
Alonso de Matos, pues María es hermana de Cristina Ibáñez de Arístegui. La
actividad agrícola de Juan de Ávila es variada, no sólo se centra en el cultivo
de la caña de azúcar. Sin embargo, la casa de Ingenio la conservará y pasará ya
en la segunda mitad del siglo al que hacemos referencia en este trabajo a sus
hijos donde se domiciliarán.
Otro de los estantes temporales de Ingenio es Martín Alemán[10].
Sus lugares de residencia ocupan un espacio más amplio, pues incluye también
Sevilla. Es natural de dicha ciudad y vecino en la colación de San Bartolomé.
En 1495 viene a Gran Canaria, es la fecha más antigua de estancia en la isla
que hemos encontrado en la documentación exhumada. Sin embargo, vuelve a
Sevilla entre 1497 y 1502. En 1503 está en la isla de nuevo, mientras su mujer
queda en Sevilla atendiendo sus negocios por poderes que a ella le otorga su
marido. En la venta que hace Antón Pérez Cabeza a Alonso de Matos en 1518 habla
de tierras colindantes que fueron de Martín Alemán. Por eso cuando éste y su
hermano, Juan de Alemán, tiene desacuerdo con su cuñado Juan de Gibraleón por
una compañía de mercaderías exportadas a Sevilla en 1509 es fácil pensar que parte
de este cargamento fuera azúcar procedente del ingenio de Agüimes. Interviene
intensamente en la década de los veinte en el cultivo y comercio del azúcar y
llega a ser propietario de la mitad del ingenio en 1525. Sus relaciones con la
Inquisición fueron paradójicas, pues por un lado le utilizan para desprestigiar
al inquisidor Bartolomé López de Tribaldos con quien dicen delatores que ambos
tenían mucha amistad y negocio y era frecuente que comían juntos, por otro
lado, es objeto de varios procesos por delitos de judaísmo. En 1521 su mujer,
Beatriz de Toledo, está también en la isla y es la que declara a la Inquisición
los datos sobre su familia donde aparecen los problemas que tuvieron con el
Santo Oficio varios parientes suyos, entre ellos los padres de ambos. En 1536
ya es fallecido. Su hijo Juan de Ayala también se acercará a continuar con la
tarea de su padre una vez fallece, pero es apenas para liquidar el negocio y
cobrar deudas pendientes. Para la mitad de siglo ya no hay nadie de esta
familia en el señorío episcopal.
Parientes de Martín de Alemán fueron Juan de Alemán, que ya ha sido citado, y García de Gibraleón, su sobrino, hijo del cuñado conflictivo Juan
de Gibraleón y de Leonor de Alemán. Juan era vecino de Sevilla en la colación
de San Salvador. En el verano de 1500 viaja a Gran Canaria según especifica en
un poder que recibe en Sevilla para atender negocios en la isla en
representación de terceros. Aquí sigue en 1505 cuando es delatado, junto con su
hermano Martín, por acudir a la casa de otro judeoconverso, Luis Álvarez, donde
se sospechaba que hacían reuniones de celebración religiosa propia. Ya está de
regreso en Sevilla en 1509 donde aparece en unión a su hermano Martín y en
contra de García, su cuñado. Es el valedor de su hermano Martín en Sevilla
hasta 1522 donde le sirve de apoyo en los envíos comerciales como se comprueba
de diversa documentación. Juan de Alemán debió fallecer sobre 1522. García de
Gibraleón tendrá una residencia más prolongada en Ingenio. Será a partir de la
muerte de su padre algo antes de 1521. Las diferencias familiares continúan y
debe encargarse en solitario de la gestión que corresponde a la parte de su
padre, distinta de la de sus tíos Martín y Juan, que actúan por otro lado. En
1524 llega a arrendar el ingenio a Alonso de Matos, y es acreedor de éste en un
reconocimiento de deuda de 1525. Dejamos de verle ya por el lugar de Ingenio en
la tercera década del siglo.
Otros dos residentes con origen judeo
converso tendrán una breve, pero intensa estancia en Ingenio: Diego Díaz y Juan de Tarifa. El primero aparecerá como dueño del ingenio de
Aguatona en 1529; el segundo permanece presente hasta hoy dando nombre a una
zona de Ingenio. Ambos fueron procesados por la Inquisición: el primero, por
blasfemo y logrero en 1529; y el segundo, puso fin a su vida en 1530 en un
movimiento desesperado al verse preso y en un juicio ante el Santo Oficio en el
que ya estaba destinado a la pena capital.
También hay vecinos de la villa que se
acercan hasta este lugar de Ingenio para cultivar caña de azúcar y participar
de la industria de la zona. Es el caso de Juan
Martín Bilbao[11],
hermano de Martín Ibáñez de Arístegui, a quien ya hemos nombrado como padre de
las hermanas María y Cristina, casadas respectivamente con Juan de Ávila y Alonso
de Matos, el mozo. También es de esta situación Bartolomé Peloz, regidor de la isla, hermano de Honorato y Pedro
Antón que son vecinos de Agüimes en Temisas, quien compra en 1529 dos suertes
de tierras en la Vega de Aguatona a Francisco
Lerca, también regidor. Estos dos formarían grupo con otros vecinos de la
isla que se vinculan con el lugar de Ingenio con la compra de propiedades o
participando como socios en la explotación y comercio del ingenio, pero que
apenas debieron pisar el lugar más que para paseo o inspección de los propios
negocios. En este grupo podemos incluir al deán
Zoilo Ramírez, emparentado también con buena parte de la sociedad más
pudiente de la isla y primo hermano de Catalina Ramírez, madre del escribano
Diego Ramírez, al que mencionaremos algo más adelante. Es el que, como ya es
sabido, da nombre al lugar que hasta hoy conocemos con los Llanos del Deán.
Otros estantes del lugar de Ingenio son Juan de Carrega, mercader genovés, por periodos breves de tiempo
entre los años 1522 a 1527; Fernando
Berlanga, almojarife de la isla de Gran Canaria, arrendatario de
cañaverales de Alonso de Matos en 1525; Alonso
de Illescas y el bachiller Hernando
Ortiz quienes atienden las labores del mismo ingenio enre los años 1528 a
1532; Alonso Martín de Fuente de Cantos,
trabajador de tareas vinculadas con el azúcar en 1528; Diego de León, escribano público de Telde, quien compra tierras a
Alonso de Matos en 1534.
Como se ve, el ritmo frenético impuesto por la actividad
industrial azucarera que incluía también el cultivo de la caña hacen del lugar
de Ingenio, en el señorío de Agüimes, un fuerte aliciente para convocar el
elemento humano que conformará por ahora una población residente inestable. Es
en la siguiente fase cuando se estabilizará la residencia de quienes vienen a
vivir y encontraremos una población fija y permanente en su devenir.
SEGUNDA ETAPA. 1529: CONSOLIDACIÓN DEL VECINARIO.
Bartolomé de Tubilleja[12]. Nacido sobre 1508. Vive en el señorío
de Agüimes ya en 1529 cuando reconoce deber a la parroquia las cantidades
correspondientes al agua que le había comprado para regar sus cañaverales que
cultiva en la banda de Ingenio en cuyo lugar ya tiene su residencia, aunque
todavía no la vecindad. Este detalle se recoge en el libro de fábrica de la
parroquia de San Sebastian de la villa de Agüimes a quien pertenecían las aguas
procedentes de la Vega de Aguatona. Otro apunte similar se repite en tal libro
en el año de 1532. En todos los documentos se declara vecino de la isla. En el
cultivo de la caña no sólo explotará terrenos que parecen ser propios, sino que
actuará también en contratos de compañía, arrendando a terceros propietarios, o
incluso en nombre de terceros como hace con Francisco Sánchez de los Palacios.
Para consolidar vecindad en Agüimes debía formar familia y
llevar seis años residiendo en dicho término. Con respecto a lo primero lo
consigue al casar con Felipa López, natural de Telde e hija de Juan López Feo.
Y lo segundo lo alcanza algo antes de 1538 con respecto a Agüimes. El dos de
septiembre de dicho año solicita al Cabildo de la isla que se le expida un acta
por la que se haga constar que había recibido un heredamiento por parte del
obispo dentro de su señorío. El problema había surgido cuando el obispo le
requirió que entregara el título que avalaba este acto, pero que astutamente
Bartolomé de Tubilleja había protocolado por ante el escribano de la isla,
Alonso de San Clemente. Con una copia certificada se presentó ante la citada
autoridad civil insular que le da informe favorable en quince de noviembre de
1542. Estas diferencias bien pudieron haberse motivado por la movilidad o la
indecisión a la hora de establecerse de Bartolomé de Tubilleja, algo lógico en
alguien inquieto y emprendedor que también encontraba oportunidades laborales
en otros lugares. En 1539 por ejemplo, dice que es vecino de Telde, algo que
comprometía su situación como vecino de Agüimes. Otro dato más en este sentido
ocurre con las tierras que también recibe en heredamiento ese mismo año de las
que también pedirá conformación al Cabildo de la isla en 1543.
Ya en la mitad de siglo, con el paso de
los años, el incremento de la edad y la mengua de las fuerzas, llega algo más
de estabilidad y se decide por fijar su lugar de domicilio único y continuo en
Ingenio donde continuará su descendencia hasta el día de hoy. Es uno de los
grande patriarcas de la población del antiguo único señorío de Agüimes y
actualmente de los dos municipios nacidos en su seno.
CONCLUSIÓN
Llega a ser alcalde real del señorío al
menos desde 1560 y hasta la segunda mitad de 1569. En el verano de este último
año aparece con tal función en la orden que el gobernador de la isla da a los
dos alcaldes del señorío, el otro es Diego Gutiérrez por parte del obispo, de
formar turnos de vela con los vecinos varones, adultos y válidos que vigilaran
la costa ante un riesgo de ataque por mar.
De sus hijos mencionamos a los
siguientes:
1. Francisco de Tubilleja, casado con
Catalina de Castro, hija de los vecinos de Arucas, Francisco Hernández y Mencia
de Castro. De quienes proceden la mayoría de los de este apellido del señorío.
2. Úrsula de Tubilleja, quien casó
sobre 1575 con Juan de Mireles, hija de Martín de Mireles y Catalina Garra a
quienes volveremos a nombrar. Con descendencia en todo el este de la isla.
3. Marcos de Tubilleja casado con
Beatriz Estupiñán Cabeza de Vaca, hija del Capitán de las milicias de Telde
Bernardino Estupiñán Cabeza de Vaca, natural de Jerez de la Frontera, y de
Catalina Genara del Castillo. De este matrimonio descienden tanto los de
apellido Estupiñán, como otros dos apellidos que cobran significación con
posterioridad como los de Sánchez o el de Ramírez. Hasta tal punto esto es así
que todos ellos son típicos de la mayoría de los primeros alcaldes autónomos
del lugar de Ingenio y su término ya en el siglo XIX.
Otro de los que llega a Ingenio para
establecerse definitivamente será el
bachiller Juan Fullana, fiscal del Santo Oficio de la Inquisición.
Natural
de Córdoba en cuya colación de Santa Marina vivía junto a su primera mujer,
María López de Quijada, y donde nacería el único hijo de este matrimonio del
que nos ha llegado noticia documental, Antón.
Para datar la llegada del bachiller Juan Fullana a la isla hay que
remontarse hasta el seis de abril de 1527, fecha más temprana en la que nos
consta que fuera inquisidor de Canarias el licenciado Luis de Padilla. Entonces
el fiscal del Santo Oficio, el vecino de Tenerife, Francisco de Alzola debe
renunciar de su cargo al contraer matrimonio con Francisca de Lugo y Vergara,
hija de Pedro de Vergara y nieta de García de Vergara, judío converso. Es
nombrado en su
El Valle del Fiscal (tierra de Fullana) |
sustitución Martín Pérez de Apricano
quien no toma posesión de su cargo, y a continuación se elige para tal cargo a
Juan Fullana.
Es entonces cuando se traslada a vivir
a la isla. Ya se encuentra viudo y viene con el único hijo de este matrimonio.
Su llegada está entre los años 1528 y 1529. Nada más llegar hará valer su
fuerza de convicción por lo que atañe a lo religioso. Desde un primer momento
decide ubicar su residencia en Ingenio. Hasta hoy han llegado topónimos
vinculados a su persona, los Llanos del Fiscal. Cuando ve la efervescente
actividad comercial y el tránsito poblacional en el Ingenio y que la iglesia
más cercana está en la villa, al otro lado del barranco de Guayadeque promueve
la carta en la que pide se traslade la parroquia[13].
Años más tarde, en 1532, recibe promesa
de dote en la isla de Tenerife, ante el notario Bartolomé Joven, por parte de
Diego de Torres y Bárbola Grimón, por el compromiso matrimonial que el entonces
ya fiscal del Santo Oficio de la Inquisición tiene con la hija de ambos,
Bárbola.
El matrimonio suele pasar temporadas en
la ciudad de Las Palmas donde aparecen nacidos y bautizados varios de sus
hijos. Su casa se encontrará en el lugar de Ingenio justo al lado de donde se
construirá la ermita de la Virgen de la Candelaria. Entre su patrimonio se
cuenta la suerte que llaman la Tarifa, propiedad que fue de Juan de Tarifa del
que hemos hecho mención anteriormente.
En 1562, Bárbola Grimón, ya es viuda de
Juan Fullana.
Su descendencia será exigua a pesar de
que formaban familia numerosa. De todos los hijos que tuvo Juan Fullana, sólo
continuará la del único hijo que tuvo con su primera mujer, Antón Fullana.
Y la tercera de las familias que alcanzarán vecindad y permanencia en
Ingenio será la del matrimonio compuesto por Roque Díaz y Ginebra Peloz[14].
Él nació en la isla de Tenerife, hijo de Francisco Díaz y Mayor Crespo, vecinos
primero de dicha isla y posteriormente de la calle de Triana de la ciudad de
Las Palmas de Gran Canaria; su abuelo paterno fue Diego González; los abuelos
maternos fueron Martín Crespo e Inés Yánez, toda esta generación son
portugueses y pobladores de Tenerife. Roque Díaz ya está casado y residiendo
con su mujer en el lugar de Ingenio para el año de 1533. No debió estar muy
lejos de esta fecha la celebración matrimonial por el
encuadre de fechas con su madre, que nace a principios de siglo.
Roque Díaz, ya estaba viudo de un
matrimonio anterior, del que había tenido una hija, Beatriz López. En esta
etapa tenía su residencia en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Hermano
de Roque fue Álvaro de la Rosa, casado con Margarita Estévez que fundan a
principio de siglo XVI una capellanía de misas en la ermita de Nuestra Señora
de los Remedios, en la calle de Triana, al margen del barranco de Guiniguada,
que disfrutará el hijo varón de Roque y Ginebra, el escribano del señorío,
Francisco Díaz Peloz, de quien se hablará más adelante.
Ginebra Peloz por su parte, era hija
del comerciante nizardo Pedro Antón Peloz y Catalina Castellanos. Catalina, a
su vez, es hija de los pobladores del señorío episcopal, Pedro Castellanos y
Guiomar de Baeza. Éstos últimos tuvieron que salir de la Sierra de Cazorla, de
Villanueva del Arzobispo de donde eran vecinos a principios de siglo, por la
situación adversa que sufrían las familias judeoconversas como ellos. Hasta tal
punto fue grave esta situación que no sólo hubieron de salir de su lugar de
origen, sino incluso buscar un lugar de residencia en la isla de Gran Canaria
de lo más discreto tal como era Temisas, donde recibieron un extenso
heredamiento que abarcaba toda la comarca. Su yerno, Pedro Antón Peloz, estaba
vinculado con familias de alto poder social y económico de la isla: Bartolomé,
su hermano ya citado, era regidor; era pariente de los Cairasco; en su círculo
de relaciones se encontraban la familia de Cristóbal García de Moguer o Juan de
Siverio, auténtico poder insular.
Ginebra Peloz vivía en el señorío del
cual toda su familia
es vecina, con carta de naturaleza afianzada. El interés
profesional de un escribano como Roque Díaz hará que ambos ubiquen su
residencia en el Ingenio. Es un lugar con una efervescencia económica sin igual
en todo el señorío, el cultivo de la caña sirve de atracción, y para un
escribano que ha de registrar y dar fe pública de actos de relevancia
jurídica le será preferible acercarse
donde pueda encontrar un mayor número de ellos y de mayor calado económico. Y
de esta actividad y progreso del lugar de ingenio ya se venía beneficiando el
padre de Ginebra quien participa de los intercambios comerciales gracias a sus
buenas relaciones sociales, aunque hasta entonces desde un lugar de residencia
más discreto.
Antigua torre de Ntra. Sra. de la Candelaria |
Roque Díaz sustituye a Juan Berriel en
la escribanía del señorío de Agüimes tal como queda dicho. Debió ser en torno
al año mismo ya citado de 1533, cuando todavía consta la firma del primer
escribano, aunque ya anciano. El compartir un tiempo una escribanía, uno como
titular y el otro como sustituto, no es algo extraño y lo volveremos a ver en
las etapas en que Roque Díaz se ve impedido y acude a los oficios de Diego
Ramírez, su cuñado, casado con Lucía Peloz.
En esta tercera década del siglo XVI la mayoría de los que
forman familia con intención de establecerse permanentemente en Ingenio tienen
antecedentes de Tenerife. No son los únicos, los dos hermanos ya citados,
Martín Ibáñez de Arístegui y Juan Martín Bilbao, vecinos de la villa, eran nietos de Bartolomé Hernández Herrero,
primer alcalde del lugar y puerto de Santa Cruz de Tenerife, y sobrinos del
hijo de éste último, Ivón Hernández Herrero, quien detentó el mismo cargo. A
estos se une la influencia del fiscal del Santo Oficio, Juan Fullana, cuya
mujer con la que casa en esos años es de aquella isla, y los antecedentes
tinerfeños de Roque Díaz para entender la introducción de la devoción a la
Virgen de la Candelaria en dicho lugar. Es también significativo que en
Tenerife esta devoción tuviera arraigo entre la población prehispánica. Dato
que viene a colación por cuanto en el señorío de Agüimes, un tercio de la
población no sólo es de procedencia indígena, sino que posiblemente parte de
ella lo fuera de la isla de Tenerife trasladada, y una devoción así encendería
con mayor facilidad un fervor favorable al enriquecimiento de la espiritualidad
cristiana.
Roque Díaz falleció en 1555.
Añadimos los hijos que tuvo Roque Díaz
y Ginebra Peloz que forman la base de buena parte de la población de Ingenio
donde, al menos toda esta primera generación, fija su residencia. Son los
siguientes:
1. Beatriz López, hija del primer
matrimonio, quien llega con su padre al lugar de Ingenio y vive con su segunda
mujer. Debió nacer en la ciudad de Las Palmas algo antes de 1530. Casó con Juan
González Galán, poblador del señorío de Agüimes. Tuvieron su lugar de morada y
residencia en Ingenio. El día primero de diciembre de 1561 fallecería Juan y ya
para entonces era viudo. En el tiempo que estuvieron casados tuvieron un total
de cinco hijos que llegaran a la edad adulta con prolífica descendencia. Y de
esta descendencia procede Gaspar Ramírez, abuelo paterno de don José Ramírez,
primer alcalde de Ingenio, y el segundo vínculo que posee con la antigua
población de este lugar.
2. Catalina Díaz, Juliana Díaz y
Margarita Díaz, fallecidas todas ellas solteras y sin sucesión.
4. Francisco Díaz Peloz, nacido sobre
1535 en el lugar de Ingenio. Casaría por primera vez, sobre el año de 1553, con
Ana Hernández, hija de Francisco Hernández Vizcaíno y María Sánchez. Aunque la
familia de Ana eran vecinos del señorío, pero en la villa, el nuevo matrimonio
seguirá el mismo criterio que Roque Díaz y así, Francisco Díaz Peloz, al
heredar de su padre la escribanía, establecerá la casa de su domicilio también
en el lugar de Ingenio.
Cuando fallece Ana Hernández, Francisco
Díaz Peloz, que ya desempeña el oficio de escribano, casará con una prima de su
mujer, Francisca de Morales, hija de Martín de Mireles y Catalina Garra[15].
En todo caso para comienzos de 1577 este matrimonio ya se había celebrado y
continúan residiendo en Ingenio a pesar de que la familia de su mujer se
comparte entre la villa de Agüimes y Telde.
En el lugar de Ingenio aparecerán
firmadas muchas de las escrituras protagonizadas incluso por foráneos del
señorío interesados en protocolar documentos entre los años de 1567 y 1606. En
ese año fallece tras lo cual se abre su testamento que había protocolado en su
misma escribanía el quince de enero de 1592[16].
De sus hijos hay abundante descendencia
que conforma buena parte de la población de los actuales municipios de Ingenio
y Agüimes.
CONCLUSIÓN
Con el resultado tan limitado en número
de habitantes llegamos hasta la mitad del siglo XVI. En Ingenio sigue la
actividad azucarera. A pesar de la competencia de las Antillas americanas y de
los propios inconvenientes de las islas la explotación continuará[17].
En el lugar de Ingenio del señorío de Agüimes hasta la década de los ochenta
del siglo XVI. Esto hará que siga el trasiego de residentes y estantes a
propósito de esta industria, tal como ocurría antes. Pero poco a poco se va
produciendo un ligero cambio, ya hay un núcleo que ha estabilizado su
residencia ha afianzado vecindad en el señorío de Agüimes. Su aumento será imparable:
tanto el que procede de la descendencia de los que se quedan, como el de nuevas
incorporaciones. Sirva la mención que en este trabajo se hace de los primeros
vecinos del lugar de Ingenio como memorial suyo. De las tres familias que hemos
citado en el apartado de la estabilización poblacional, solo dos continuarán.
Aunque limitados, constituyen aún hoy la
parte básica de un cimiento que soporta el edificio del municipio de Ingenio
que cuenta su tiempo, su Historia, por siglos.
___________________________________________________________
[1]
R. SÁNCHEZ VALERÓN, “Los
alcaldes de Ingenio (1816-2003), en El
Ingenio. Revista de Patrimonio. Año 0, nº 1, Febrero 2005, págs.. 18-27.
[2]
S. CAZORLA LEÓN, El Señorío de Agüimes (1486-1837) (Real
Sociedad Económica de Amigos del País, Las Palmas de Gran Canaria, 1984), 18.
[3]
F. E. MARTÍN SANTIAGO y R.
SÁNCHEZ VALERÓN, Rafael, Génesis y
Desarrollo de Ingenio en el siglo XVI (Ed. Ayuntamiento de Ingenio,
Ingenio, 2003).
[4]
L. C. GARCÍA CORREA GÓMEZ
y R. RODRÍGUEZ DE CASTRO, Población de
Agüimes en los cien primeros años del señorío (1481-1580) (Ed. Propia, Las
Palmas de Gran Canaria, 2014), 213.
[5]
Archivo del Museo Canario.
Sección Inquisición. Signatura CLII-2. Folio 61ss. y 205ss.
[7]
La tarea de molinero de Juan Álvarez y
el vínculo con los descendientes molineros queda demostrado en la escritura de
poder que otorgan Francisco y Juan de Tubilleja, a Marcos de Tubilleja, todos
los tres hermanos, para cobrar los tributos vencidos que les paga Francisco
Perera, también dueño de un molino, yerno de Juan Álvarez y Elvira Pérez
(AHPLP.SECCIÓN ESCRIBANOS. ESCRIBANO FRANCISCO DÍAZ PELOZ.. 6/marzo/1599. s/f.
[8]
F. E. MARTÍN SANTIAGO, y
R. SÁNCHEZ VALERÓN, o. c., 30-37;
143s.
[9]
L. C. GARCÍA CORREA Y
GÓMEZ y R. RODRÍGUEZ DE CASTRO, o. c.,
161ss.
[10]
Para una referencia genealógica completa de esta familia cf. R. RODRÍGUEZ DE CASTRO, Familias judías en el Señorío de Agüimes durante la primera mitad del siglo XVI.
[11]
L. C. GARCÍA CORREA GÓMEZ
y R. RODRÍGUEZ DE CASTRO, o. c.,
173ss.
[12]
L. C. GARCÍA CORREA GÓMEZ y R. RODRÍGUEZ DE CASTRO, o. c., 95.
[13]
J. ARTILES SANTANA, Un legado de cinco siglos (La villa de
Agüimes), (Las Palmas de Gran Canaria, 1985).
[14]
L. C. GARCÍA CORREA GÓMEZ
Y R. RODRÍGUEZ DE CASTRO, o. c.,
27ss.; 41ss. Cf. También R. RODRÍGUEZ DE CASTRO, o. c., 8ss.
[15]
Catalina Garra y María Sánchez eran medias hermanas, hijas ambas de la indígena
de Gran Canaria, Ana Hernández. La primera de su segundo marido Pedro de
Urruspuro, también conocido como Perucho de Fuenterrabía, y la segunda del
primero, Cristóbal Sánchez.
[16]
AHPLP. SECCIÓN PROTOCOLOS NOTARIALES. ESCRIBANO FRANCISCO DÍAZ PELOZ. PROTOCOLO
2487. 15/ENERO/1592. S/f.
[17]
G. CAMACHO PÉREZ GALDÓS, “El cultivo de la caña de azúcar y la industria
azucarera en Gran Canaria (1510-1535), en Anuario de Estudios Atlánticos, Vol. 1, nº 7 (1961).