lunes, 24 de junio de 2013

ASCENDENCIA INDÍGENA Y NORMANDA: TENESOYA Y LOS BETANCOR DE GRAN CANARIA

FANEQUE HERNÁNDEZ BAUTISTA
JUAN R. GARCÍA TORRES


A. CRÓNICA DE UN RAPTO ANUNCIADO
Así nos cuenta el insigne Tomás Arias Marín de Cubas la captura de  Tenesoya  en las costas de Bañaderos, en el norte de Gran Canaria:
“Luego que llegaron de España imbio a Canaria Doña Ignes a ver si por alguna espia se supiesse lo que alla pasaba: volvió la caravela con tres cautibas, una mosa, las dos ancianas, que en el Charco del bañadero, en la Costa del Airaga se estaban bañando; las ancianas cuidaban de la Mosa que era Señora sobrina del Guadartheme: cautivaron las quatro hombres por tierra a vista de la lancha que luego los recogía; acudiendo a la defenza quince o mas canarios a nado, mataron dos a estocadas y a otros retiraron heridos, que siegamente se metian a hazer presa. Desmaiada la Mosa, le rociaron con agua salada, y vuelta en si se arrojo a el agua y fue detenida y atada luego...”
Hemos comentado en anteriores artículos nuestra convicción de que  Marín de Cubas, que escribe su obra Historia de las siete islas de canaria en el siglo XVII, tuvo que tener en sus manos la crónica primigenia de Pedro de Argüello. Este texto que hemos leído es un respaldo indudable a dicha hipótesis. Ningún otro historiador describe estos hechos antes que él; y lo hace de un modo tan directo y con tal cantidad de detalles que no puede caber duda acerca del carácter primario del texto, es decir, que alguien que está viendo lo que ocurre, lo narra posteriormente al cronista que lo escribe. Probablemente, como nos dice Lobo en su obra Las Princesas de Canarias, haya sido la propia Luisa de Betancor la que contara sus andanzas, una vez establecida en Gáldar. Su vecino Pedro de Argüello, el cronista de la isla, tenía pues muy cerca de su casa a privilegiadas informantes, no solamente a Luisa, pues también en torno a la misma plaza residían Catalina y Margarita Hernández, las  hijas de Tenesor, y hasta la mismísima Catalina de Guzmán, la hija de Egonayga, el guadarteme bueno que convivió algunos años con Tenesoya hasta su matrimonio con el castellano Hernando de Guzmán.
Algunos comentarios sobre el texto de Marín de Cubas:
-La fecha del asalto es motivo de disensiones entre los historiadores. Voy a echar más fuego a esa hoguera señalando una fecha de referencia tardía, en torno a 1475, poco tiempo antes del gran desembarco con el que se inicia la cruenta guerra de conquista. Como principal argumento para defender esa datación señalamos que  su prima Arminda  (Catalina de Guzmán) recuerda la escena y la da a conocer al cronista, cuando ya es mayor,  según recoge la  Ovetense:
“y afirmaba la hija del guadarteme, que era persona de mucha verdad, que la noche que Luisa de Betancur se vino de casa de su tío a enbarcar, que se levantó de junto della y abrió la puerta que es muy pesada, que yo la he visto, y que abriéndola hace mucho (ruido) y que pasó por los perros que tenían fuera muy bravos y que la puerta no hiso rruydo ni los perros ladraron, que todo lo tubo por gran milagro…”
- Tenesso, la hija de Aymedeyacoán,  convivía en la corte de Gáldar, con Arminda y su padre, el viejo Egonayga. Sabemos que Arminda era por entonces una niña pequeña pues a finales de 1482 aún no había alcanzado la pubertad. Si hubiera sido púber en esas fechas, habría sido la casada con Bentejuí  en lugar de su prima. Presumimos por estas razones que Arminda Masequera, como ya adelantamos en el capítulo a ella dedicado, nació en torno a 1470 y que debía tener  entre 5 y 7 años de edad  (antes no conservaría recuerdos) cuando tuvo lugar el rapto y la posterior evasión de su madrastra. Debemos concluir de todo esto que Tenesoya no era una menina o dama de compañía de la princesa sino la misma Guayarmina de Gáldar a la que Egonayga habría desposado tras la muerte de Atendiura, su primera esposa real. De nuevo las crónicas acuden en apoyo de estas ideas con la continuación del relato de doña Catalina de Guzmán:
“ y luego que halló menos y el Guadarteme lo supo, acudió a la mar y quando llegó halló que estava embarcada y dio a la vela la vuelta de Lanzarote, de lo cual tomó gran pesar que la amaba mucho y con este dolor estuvo algunos días del cual enfermó dejando por única heredera una hija de ocho años que era de su mujer lijitima, la qual y el govierno de la isla encomendó a un su sobrino, mansebo cuerdo, hijo de su hermano…”
- Los asaltantes son sin duda los hombres de Diego de Herrera, el autodenominado rey de las islas, cuya actividades más rentables, además de la venta de la orchilla, estaban relacionadas con la venta de esclavos capturados tanto en las costas africanas como en las islas que quedaban por sojuzgar. La escena recreada por el cronista nos habla de cuatro hombres agazapados que apresan  a unas mujeres que se bañaban en el charco y que rápidamente son recogidos por una lancha que estaba al quite. El rapto de Tenesso no fue por tanto una incursión más en busca de esclavos. Los asaltantes están aleccionados sobre el lugar, la fecha y la relevancia de la mujer que baja a la marina, como dice Cairasco, para realizar determinados ritos de purificación. Néstor Álamo en su preciosa obra Tenesoya Vidina y otros relatos, se recrea en la historia imaginando que el carabelón que trae a los intrusos debió arribar la noche anterior dejando en la playa un comando de raptores con instrucciones precisas.
- Los liberados fueron muy numerosos, como señalan las crónicas, por lo que habría que pensar que, en vez de bueno, el guadarteme Egonayga debió ser tildado por los suyos de pacato. El pobre viejo, en dos episodios no alejados en el tiempo, en el ataque de las mesnadas de Silva a la capital de su  reino, y en el rapto y rescate de Tenesoya, permitió la liberación de centenares de soldados enemigos, muchos de los cuales habrían de incorporarse más tarde  al  ejército real castellano contribuyendo decisivamente, por su conocimiento del terreno y de las costumbres de los canarios, a la victoria final de los invasores. Entre los liberados en el canje hay que hacer mención, por la relevancia del personaje, del que será poco después el primer alcalde de la Villa Real de Las Palmas, Juan de Mayorga (no Francisco, según Cebrián Latasa), quien, no por casualidad, ejerció de padrino de bautismo y de curador de Arminda, junto a su esposa Juana Bolaños. Lo fue por  petición expresa de los propios faycanes que condujeron a la reina-niña hasta El Real. La razón de fondo es que Mayorga pasó un tiempo  cautivo en la corte del viejo Egonayga después de que la Torre de Gando, de la que era su alcaide, fuera atacada por los canarios al mando de Maninidra y derruida hasta los cimientos.

B. RECAPITULACIÓN SOBRE LA SUCESIÓN  MATRILINEAL
En el prólogo del novedoso libro Los Semidanes de Canarias (Ed. Anroart) escrito por mi hermano Roberto Hernández Bautista tuve la oportunidad de reflexionar en voz alta sobre las ideas antedichas:
“Me arriesgo a plantear, en este prólogo, una cuestión que puede resultar polémica porque rompe con esquemas sesgados de la historiografía a la hora de explicar la sucesión en la dinastía de los Semidanes. Defiendo la hipótesis, como todos los historiadores contemporáneos, de  que el trono del reino insular se hereda por sucesión matrilineal, de guayarmina (reina) a princesa mastegena (heredera del trono), o lo que es lo mismo, de madre a hija de mayor edad en la dinastía real; y en caso de no tener descendencia femenina, de guayarmina a hermana mayor de la reina y de esta a su descendencia femenina por orden de primogenitura. Pero añado la idea fuerte de que los guanartemes o reyes, lo son, solo en tanto que esposos de la reina; y los faysages o sumos sacerdotes, solo en tanto que tíos de la reina, hermanos varones de su madre.
El esquema sucesorio se complica, sin embargo, cuando la isla se fragmenta en dos reinos a mediados del siglo XV. La partición del territorio insular entre los primos Egonayga y Ventagoye, guadartemes de Gáldar y Telde respectivamente, derivada del problema sucesorio que se crea en el linaje de Andamana tras la muerte de Atendiura, genera disensiones en cuanto al orden dinástico a la hora de establecer las regencias de ambos reinos, pero solo hasta el momento en que Arminda,  la indubitada heredera del trono insular, una vez restablecida la línea dinástica, alcanzase la mayoría de edad, convirtiéndose en guayarmina de toda Canaria. Este hecho no ha sido cuestionado  por ninguno de los cronistas e historiadores a la vista del ruidoso ceremonial de la entrega de la joven el 26 de  julio de 1483 a las puertas del Real de Las Palmas, pudiendo por tanto establecerse que el linaje femenino que otorga el derecho al trono insular emana de Atendiura, la madre de Arminda y primera esposa de Egonayga quien falleció prematuramente tras el parto de su única hija.
Las capturas sucesivas de las mujeres designadas guayarminas regentes de Canaria, a la espera de la mayoría de edad de Arminda, primero la de Tenesoya (defiendo que Tenesoya es la segunda esposa de Egonayga gracias a cuyo matrimonio este se mantiene al frente del guanartemato tras la muerte de Atendiura), y más tarde la de Abenchara, son hechos que pensamos que no fueron fortuitos sino programados. De ahí que la siguiente en el orden dinástico, la llamada con toda razón Guayarmina, la hija mayor de Abenchara, fuese conducida prontamente, junto a la pequeña Arminda, hacia las cumbres más remotas para ser alejada del asalto de los secuestradores de reinas pasando a ser la última reina regente de la isla una vez casada con  Bentejuí, el hijo del difunto Ventagao de Telde.
Pensamos que en relación directa con estos hechos se sitúan los viajes a la Península del guanarteme regente de Telde, Aymedeyacoán en 1481, y del guanarteme regente de toda la isla, Tenesor Semidán en 1482, para rendir vasallaje a los Reyes Católicos. En el primer caso, es la hija de Aymedeyacoán, Tenesoya, capturada en Bañaderos y canjeada por un centenar largo de prisioneros cristianos, quien poco después  abandonaría la isla por voluntad propia, la que desde su residencia en Lanzarote pudo hacer servido de enlace para organizar la expedición, encabezada por su padre, encaminada a denunciar las tácticas de tierra quemada del gobernador; en el segundo, es la esposa de Tenesor, la reina Abenchara, la que resulta apresada en Guayedra y embarcada con urgencia hacia la Península, siendo entonces el espía Juan Mayor, desde la casa fuerte de Agaete, el encargado de negociar con el guadarteme las condiciones de su entrega y remisión  a la corte castellana.
Todo esto es ciertamente complicado, pero me aventuro a sostener que los raptos de ambas mujeres fueron acciones organizadas por las autoridades militares castellanas, con el consentimiento real, conocedores del papel que estas jugaban  como pilares de la soberanía insular canaria, y habida cuenta de la pérdida de legitimidad de los guanartemes si  desaparecían las figuras reales femeninas que eran el sustento de su  poder. No puede ser verdad que dos reinas regentes, tratándose de quiénes se trata, fuesen apresadas de manera fortuita. Las cuadrillas que realizaron dichas capturas tenían que estar avisadas sobre el día y la hora en que la guayarmina Tenesoya acudía a  ciertos bañaderos para realizar  sus ritos de purificación, o sobre las fechas en que estaba desguarnecido el lugar de Guayedra donde se ocultaba  la guayarmina Abenchara, para, con sus raptos y posterior extorsión a sus esposos, forzar  la división y la guerra civil entre los canarios, como así ocurrió.

C. LA ÉPICA DE LOS PERDEDORES
En el Romance de las Guayarminas (Cantos de Mestizaje, edit. Cam-Pds, 2011), un poema épico en el que se describen, desde la perspectiva de Arminda y de los derrotados,  los hechos  de la guerra de conquista de Gran Canaria, dediqué  dos de los cantos  al rapto y rescate de Tenesoya:
En cruciforme palacio,
junto a la regia capilla, 
la niña crece bien sana
al cuidado de Tasirga.
Los juegos que más aprecia
son los besos de su prima,
de la donosa doncella
que es Tenesoya Vidina.
Un mal día del invierno
se torna en llanto la risa
cuando acontece el secuestro
de su adorada madrina.
Ojos verdes de lujuria
tras de unos matos vigilan
a la regia diosa rubia
que desciende a la marina.
Al salir del bañadero,
desnuda como una ninfa,
viles faunos al acecho
le dan caza en plena orilla.
A Lanzarote la llevan,
junto a Orchena y a Tasirga,
que a pesar de ser ya viejas
con dientes y uñas la cuidan.
Será  Guadarteme “el Bueno”
quien tome la iniciativa
de un canje de prisioneros
por su joven guayarmina.
¡Ciento a una es la propuesta!
¡Tanto quiere a su “sobrina”
que, por las ansias de verla,
echa el resto en la partida!
Desde Teguise retorna
áurea diosa rediviva,
mas la dulce Tenesoya,
a la vuelta no es la misma.
La Diana libertadora
ya no despierta con risas
sino con quedas congojas
que desconciertan a Arminda.
Hasta que una noche negra,
sin que “el Viejo” se aperciba,
huye de la alcoba regia
enfrentándose a las brisas
para llegar a una playa,
en recóndita bahía,
donde una barca varada
aguarda a la amanecida.
De allí zarpa con su Acteón,
apuesto perdonavidas
de apellido Betancor,
llamado en la santa pila
como su abuelo, Maciot,
el que vino a la conquista
con su tío el Gran Señor
de la Casa de Gran Villa.
Con él se casa en Teguise,
a la vez que la bautizan,
en ceremonia sublime
que el sortilegio invalida
cuando inmersa en agua santa
se convierte en doña Luisa,
en loor de un Rey de Francia
que fue onceno en larga lista.

D. ASCENDENCIA Y DESCENDENCIA TENESOYA
Es en la Información de nobleza solicitada por Luisa de Betancor y dos de sus hijos de 1528 donde se reconoce su ascendencia: hermana de Autindana, hija de Aymedeyacoán, faycán y guadarteme de Telde, y prima segunda de doña Catalina de Guzmán. Invito a los lectores interesados a consultar el facsímil y transcripción de este  documento en el que se señalan las nueve preguntas de la Información y una de las  respuestas de Arminda Masequera en esta dirección de Internet: www.gobiernodecanarias.org/cultura/archivos/ahplp/PDF/FacsimilCINCO.pdf
Tenesoya, dibujo de Alberto Lacave
En cuanto a la descendencia es bastante esclarecedora, aunque no cierra el círculo, la consulta del siguiente documento:
TESTAMENTO DE LUISA DE BETANCOR VIUDA DE MACIÓN DE BETANCOR
ESCRIBANO: ALONSO DE SAN CLEMENTE   FECHA: 19 de Abril de 1530
“Otrosi mando que si finamiento de mi acaeciere que el mi cuerpo sea sepultado en mi Capilla que yo con el dicho Macion de Betancor mi marido tenemos fecha e labrada en la Yglesia de Señor Santiago desta Villa y en la misma sepoltura del dicho mi marido, la qual mando que se abra para en que se meta mi cuerpo e quel dia de mi enterramiento, el cuerpo presente, me digan una missa de requien cantada con su vigilia e letania, e cabo de nueve dias, e cabo de año, todo ofrendado con su pan e vino e cera e se pague por lo decir lo acostumbrado, lo qual se diga dentro de la dicha mi capilla en lo qual se haga segun la calidad de mi persona.
Yten debo a Geronimo de Pineda mi yerno seis doblas de oro, mando que se le paguen.
Yten mando que den a Francisca Ceresa muger de Juan Perdomo mi hijo, por algo que le soy… de dos mantillos de saia, medio usados que me ha dado e yo he rompido, un mantillo de anascote nuevo guarnecido de tercio pelo e se pague de mis bienes e por el su valor.
Yten mando que se conpre para mi capilla é del dicho mi marido un libro misal é un calix de plata, é patena de plata que cueste hasta dies doblas de oro con que se consagre, é se pague de mis bienes, e mando que si no cupiere en el quinto, que entre en el tercio porque haya efecto.
E cunplido e pagado todo lo susodicho e mis mandas é cosas segun que en este testamento se contiene, mando que todo lo al que quedare e remaniente de mis bienes los hayan y hereden el dicho Arriete de Betancor, é Juan Perdomo e Maria de Betancor mis hijos lexitimos e hijos del dicho Macion de Betancor por iguales partes tanto el uno como el otro”
(......) que asi consta y parese del citado testamento, que queda en mi oficio a que me refiero y de pedimento del Capitan Don Agustin de Pineda y Betancurt en virtud de mandato judicial, firmo y signo presente en esta villa de Guia a seis de septiembre de mil setecientos quarenta y quatro años.
En testimonio de verdad Pedro Tomas Ariñes Escribano Publico.
Debemos agradecer que el tal Agustín de Pineda y Betancurt haya reclamado en 1741 una copia del testamento dictado dos siglos antes, en 1530, por su ilustre ascendiente.  De otro modo, este protocolo  no hubiera  llegado hasta nosotros por haberse perdido los registros notariales de Gáldar posteriores a 1524. Amén de las sorprendentes fórmulas de fe cristiana y de los esmerados preparativos de sus funerales “según la calidad de su persona” para ser inhumada junto a su marido Maciot de Betancor en la capilla de Santa Ana en la iglesia de Santiago, costumbres que no son fáciles de explicar en una persona que ha sido gentil buena parte de su vida, debemos destacar, por su interés genealógico, la referencia a sus herederos: sus hijos Arriete de Betancor, Juan Perdomo y María de Betancor. El testamento nos habla también, en el capítulo de deudas pendientes, de su yerno, Jerónimo de Pineda, y de una de sus nueras, Francisca Cerezo, la esposa  de Juan Perdomo.
De Arriete de Betancor, según Leopoldo De La Rosa Olivera  (Los Bethencourt en Canarias y en América AEA nº 2 de 1956), se señala que estuvo casado con María Jáimez, hija del Alférez Mayor de la conquista Alfonso Jáimez de Sotomayor y de su esposa María Bolaños, y que de esa unión nacieron cuatro hijos: Ana, Gregorio, Gaspar y Ángelina cuya descendencia se extinguió en la siguiente generación. En el Nobiliario cuyo capítulo dedicado a los Bethencourt fue escrito posteriormente por el mismo autor en colaboración con Sergio Bonnet tan solo se señala que se desconocen las vicisitudes de sus descendientes.
Por nuestra parte, sin embargo, tenemos constancia de que entre 1507 y 1514 Arriete aparece en muy diversas ocasiones como testigo de distintos eventos bautismales acompañado de una esposa, María May, a quien pudiera identificarse como hija de Ana Guerra y nieta de su homónima, la esposa de Hernán Guerra, hombre de las islas, adalid de la conquista de Gran Canaria. Arriete y María May no solo aparecen como testigos, también aparecen citados en el libro primero como padres de cuatro de sus hijos: Gregorio en 1507, Gaspar en 1508, Margarita en  1510 y Angelina en 1512, por lo que podemos atestiguar que los datos que aportan De la Rosa y Bonnet son erróneos. Tratando de poner un poco de orden en nuestros papeles estimamos que Arriete pudo tener un primer matrimonio con María May que le dio su descendencia para después casarse con María Jáimez de Sotomayor. Su testamento dictado en 1548 ante Alonso de San Juan puede ser solución para estos interrogantes. Por lo pronto les mostramos un protocolo dictado ante Alonso de San Clemente en 1524 en el que se acredita la existencia de la segunda esposa:
“Arriete de Betancor, vecino de Gáldar y María Jáimez, su mujer, venden a Francisco de Miranda, que está presente, un parral y tierras con la parte del agua de una suerte de regadío de las Vegas de Gáldar… Declaran haber recibido como precio diez doblas de oro castellano”.
De María de Betancor tenemos pruebas fehacientes de que no tuvo descendencia de su matrimonio con el regidor Jerónimo de Pineda, razón por la cual sus posesiones pasaron a sus familiares, instituyendo en su testamento fechado en 1543 el mayorazgo de la Hoya de Pineda.
Hacienda de Hoya de Pineda
Acerca de Andrés de Betancor hemos de decir que no aparece citado en el testamento de su madre de 1530 que hemos reproducido, ni tampoco en la Información de Nobleza ya comentada de 1528. De la Rosa presupone por tales razones que debió morir pronto o pasar a otro lugar, pues su nombre, nos indica, no aparece en los registros notariales de Gáldar que se conservan  (1509-1524) y sí aparecen sin embargo los de sus hermanos.
Nosotros llegamos  a pensar que el tal Andrés de Betancor, hijo de Mateo  (Maciot) y Luisa de Betancor, el que en 1501-1502 estuvo en Francia y luego en Castilla para reconocer y hacer valer los derechos de su linaje (deducimos que debió nacer sobre 1575 pues la mayoría de edad estaba  entonces establecida en 25 años), podía identificarse con Arriete de Betancor, en razón de que su nombre, castellanizado, se pronuncia de modo similar. Los papeles en que aparece el nombre de Andrés, nos comenta De la Rosa, son copias del original, que no se encuentra, por lo que nos aventuramos a decir, erróneamente, que el transcriptor pudo confundir ambos términos dando lugar a un entuerto  genealógico de siglos.
Sin embargo una ejecutoria real (Registro General del Sello en el Archivo de Simancas) dada en Sevilla a 28 de febrero de 1502 parece confirmar la existencia de este personaje:
“A los justicias de la isla de Gran Canaria, a petición de Andrés de Betancor, vecino de dicha isla, para que le concedan cierta agua de una rivera que se dice Ellayraga y una torre en el término de Gáldar que está caída en recompensa de los méritos de su padre y de su abuelo en la conquista de la isla”.
Un  nuevo documento, una partida de bautismo de la iglesia de Santiago que les transcribimos a continuación, es la prueba para nosotros definitiva de que Andrés era el primogénito y de que estuvo avecindado en Gáldar al menos hasta 1507:
“Domingo a siete días de marzo de quinientos siete bateó Francisco de Miranda una gija legitima de Elbira su mujer por nombre Leonor,  sus padrinos Andrés de Betancor y la mujer de Pedro de Jahen, vecinos”
De la Rosa Olivera en el artículo citado (nota al pie de la p. 137) nos habla de otra posible hija de Maciot y Luisa de Betancor que tampoco aparece reconocida en el testamento:
“En el AHPLP legajo 733 folio 25 se conserva una escritura de toma de posesión de unas casas por Francisca Baralides de Betancor, cedidas por su madre, Luisa de Betancor, en pago, con una esclavilla, de 3000 castellanos de oro que el padre de la primera y marido de doña Luisa le había enviado para aquella desde Indias, donde se hallaba, y que Luisa había tomado”.
La fecha de este protocolo dictado ante Cristóbal de San Clemente es el 3 de septiembre de 1516. El documento aparenta ser la ejecución de la dote por la que han casado a su hija. De confirmarse estos datos, nos dice de la Rosa, no solo advertimos que hubo otra hija del matrimonio  sino también  recibimos con sorpresa la noticia de que Maciot estuvo en Indias de Su Majestad. Como sabemos que su cuerpo yace en la Iglesia de Santiago, según el testamento de Tenesoya, y que falleció antes de 1524, según los protocolos de Gáldar, hay que pensar que regresó poco antes de morir. Quizá Andrés el primogénito pudo haber participado junto a su padre en la aventura americana.
Tratando de rastrear información acerca de esa posibilidad, comprobamos que en el libro primero de bautismos de Gáldar (1506-1514) Maciot y su esposa Luisa de Betancor ejercen de padrinos de bautismo en dos eventos de 1506 y 1508. Posteriormente en febrero de 1512 aparece como testigo en otro nacimiento tan solo Luisa acompañada del genovés Bartolomé de Riverol. Ni Maciot ni Luisa aparecen en adelante en los registros de 1513 y 1514 aunque sí lo hacen sus hijos Arriete y María en numerosas ocasiones.
Es solo a través de Juan Perdomo por quien tenemos certezas de la continuidad del linaje de Tenesoya y de Maciot.  Gracias al testamento de su esposa Francisca Cerezo, hija del genovés Antón Cerezo y de Juana Sánchez, dictado en Gáldar en 1523 ante Alonso de San Cristóbal,  el Nobiliario nos aporta información veraz pero solo lo hace acerca de  su descendencia masculina pues esta publicación no parece interesarse por los linajes femeninos: Maciot III por quien sigue la línea; Antonio Cerezo, casado con Isabel Jáimez y en segundas nupcias con Catalina Guerra; y Ángel de Betancor  casado con Elvira de Malueños. 
Tratando de corregir esa deficiencia, gracias al excelente trabajo de investigación de Juan Gómez-Pamo Guerra del Río (La familia de Antón Cerezo inserto en la publicación  Testamento de Antón Cerezo, Agaete 2011) podemos añadir al listado a Antonia, a Escolástica y a Teresa Francisca Cerezo y también a un varón, Juan de Bracamonte, que por su apellido debió confundir a los investigadores, aunque hoy bien sabemos (Miguel Rodríguez Díaz de Quintana dixit. Ver artículo, De la inexistente primera mujer de Maciot de Bethencourt) que ese es el apellido de la abuela de su abuelo Maciot, doña María de Bracamonte, más conocida como Princesa Teguise de Lanzarote, esposa legítima del primer Maciot e hija de los últimos reyes indígenas de la isla, Guadarfía y Aniagua.
En el libro primero de sepulturas (1518-1529) constan dos registros relacionados con Juan Perdomo. El primero es el enterramiento de una de sus hijas en 1520. El segundo,  datado en 1521, es el pago de la inhumación de su tío Autindana:
“Iten a 26 de julio recibí de Juan Perdomo 50 maravedís por abertura de la sepultura en que se enterró Tindana”
Acerca de Maciot III, primer poseedor del mayorazgo de Hoya de Pineda,  consta en escritura de arras que casó en 1534 con Ana Rengifo de Herrera, hija de Alonso de Herrera y de Ana Rengifo. De este matrimonio proceden, los siguientes hijos: Lucano de Betancor, sucesor del mayorazgo, casado con Leonor de Vega y Melchora de Padilla; Maciot IV, casado con María Ardid; Juan de Betancor, con María de Quintana; Marcos de Betancor,  con Catalina Ugarte y también con Ángela Betancor;  y Luisa de Betancor, por quien sigue la línea.
Luisa de Betancor, en su matrimonio con Adán de Acedo (hijo de Pedro Acedo y Elvira de Cubas y nieto por tanto de Catalina Hernández Guadarteme y de su segundo esposo Adán de Acedo, el mozo) tuvo, al menos, a estos hijos: Adán de Acedo, marido de Úrsula de Betancor por quien sigue la línea; y Juan de Acedo, casado con María de Ceberio.
Adán de Acedo y Úrsula de Betancor, hija de Juan de Betancor y Marina de Algaba, fueron los progenitores de: Pedro de Acedo, nacido en Gáldar en 1578 y casado en 1616 con Leonor de Trejo y Carvajal; Marina de Betancor, nacida en 1591, mujer de Lázaro de Reina; Luisa de Betancor nacida en 1594, casada en Guía en 1616 con Cristóbal de Mireles; y Beatriz de Betancor, por quien sigue la línea.
A partir de aquí abandonamos el Nobiliario y procedemos a mostrar a los lectores con documentación propia de respaldo la sucesión del linaje estudiado. Veamos en primer lugar la partida de matrimonio de Beatriz de Betancor con  Juan de Quintana:
Iglesia de Santiago Apóstol de Galdar,  Libro1 Folio17 Vto 1626 “En veinte y uno de Setiembre case y vele infasie eclesie con las tres amonestaciones conforme lo dispone el Sancto Consilio á Juan de Quintana Carvajal el moso con Doña Beatris de Betancor vecinos desta villa de Galdar fueron padrinos Christoval Origuela y Doña Beatris su muger en presencia de Francisco Cabrejas y el licenciado Barreto y Matheo Quintana y Pedro Zambrano y otros muchos y lo firme de mi nombre, fecho en veinte y un dia de San Matheo se dió las manos y en veinte y quatro veló.”    Br. Francisco Roldan
El testamento de Beatriz fue dictado en Gáldar ante el escribano Pedro Alonso de Medina, un año después  del dictado por  su esposo que era ya difunto. Mostramos a continuación  dos de sus cláusulas  que clarifican las cosas acerca de la continuidad de la estirpe y de sus relaciones  con ilustres personajes galdenses. Atención al hecho de que uno de los testigos recibe el nombre de Fernando Guanarteme, casi dos siglos después del fallecimiento del rey canario:
“Yten declaro que yo fui casada y belada en has de la santa Madre yglesia con Juan de Quintana Gonsales que dios aya y durante el matrimonio tubimos por nuestros yjos a doña Antonia de Cabrejas, a don Gaspar de Quintana y don Sebastian de Quintana”...
“Yten declaro que dejo por mis albaseas testamentarios al lisensiado don Juan Asedo Betancor mi sobrino y a mis tres yjos que lo pido por amor de dios y por que hasi quien otro tanto hagan por ellos y asi nonbro a mi primo Esteban Sanbrano Betancor como de quien tengo tanta confiansa que haran por mi anima todo aquello que les pido y esta es mi ultima boluntad siendo testigos Alonso de Fiesco, Luis del Billar y Juan de Miranda y Nicolas Rodrigues, don Cristobal de Aguilar y Esteban Sanbrana Betancor y Fernando Guanarteme vesinos desta billa que se allaron presente a esta memoria ques fecha en la billa de Galdar en dies y ocho de Mayo de mil y seysientos y sesenta y un años y por no saber firmar yo la dicha doña Beatris, Rogue a un testigo lo firme por mi que lo fue a su Ruego Fernando Guanarteme.” Soy testigo Alonso de Fiesco Sanches, Esteban Sanbrana. Fernando Guanarteme
Gaspar de Quintana, por quien sigue la línea, nace y fallece en Gáldar. Aunque no hemos localizado su partida de matrimonio, sí su carta de testamento, dictada ante Cristóbal Suárez de Medina en 1691, dos días antes de su muerte.
“Yten declaro que yo fui casado y belado en has de la Santa Madre Yglesia con Doña Maria de Medina y del matrimonio procreamos por nuestros hijos lexitimos a Francisco de Quintana, a Juan de Quintana y a Diego de Quintana, Pedro de Quintana y a Doña Beatris de Quintana Asedo Vetancurt que oy biben declarolo asi”
Francisco de Quintana, el primogénito, por quien sigue la línea, nace en Gáldar en 1656 y casa en la misma localidad a los 22 años en junio de 1679 con Catalina Luis. Esta es la partida correspondiente:
Iglesia de Santiago Apostol de Galdar, Libro 1- Folio 59 Vto - Año 1679. "En la villa de Galdar en catorse de Henero de mil y seiscientos y setenta y nueve fray Blas Castellano Servidor del Beneficio de dicha villa case y vele a Francisco de Quintana hijo de Gaspar de Quintana y de Doña Maria Medina con Catharina Luis hija legitima de Benito Castellano y de Ana Gonsales su legitima muger segun la forma del Santo Evangelio siendo testigos D. Diego Pineda y Don Luis del Villar, con otras personas y por verdad lo firme en dicho dia mes y año. Fray Blas Castellano."
Ambrosio de Quintana, hijo de los anteriores, nace en Gáldar en 1679 y casa en la misma iglesia de Santiago en 1701 con Melchora Lorenzo. He aquí la partida que lo atestigua:
Iglesia del Apóstol Santiago - Galdar, Libro 3 - Folio 258 Vto - Año 1701  "En la villa de Galdar en beinte y tres de octubre de mil setesientos y un años yo el Bachiller Francisco Sanches de Tobar Beneficiado desta parroquia de el apostol Santiago case en has de la Santa Madre Iglecia a Don Ambrosio de Quintana y Betancur hijo lexitimo de Don Francisco de Quintana y de Cathalina Castellano y a Melchora de Saavedra hija lexitima de Antonio de Saavedra y de Ynes Hernandes difunta, todos besinos desta billa, siendo testigos D. Pedro de Tapia, D. Diego de Quintana y Joan Rodrigues vesinos de esta billa y otras personas que se hallaron presentes”. Bachiller Francisco Sanches de Tobar."

E. DESDE GÁLDAR A LOS ARENALES  DE LAS PALMAS
Wenceslao Pérez  y su esposa Carmen González
A partir del peldaño X bajamos la escala  apoyándonos  todo el tiempo en la diestra parte, la femenina, para, de madre a hija, durante diez generaciones descender progresivamente  hasta alcanzar  la base del cuadro que, en esta ocasión,  no está ocupada por el autor de estas líneas. Es mi hija Nayra la que hereda, a través de su madre y de sus abuelas, la sangre de Tenesoya.
Aunque las generaciones más recientes están afincadas en Las Palmas, la ascendencia pronto se dirige  al encuentro de Tenesoya en Gáldar, la ciudad de las guayarminas. Alternándose las Carmen y las María José hacemos un recorrido hacia atrás en el tiempo por la Gáldar de los siglos XIX y XVIII a través de los apellidos Saavedra, Moreno, Alemán, Mendoza, Castellano, Lorenzo hasta empatar con los Quintana y los Betancor que nos llevan en volandas hasta la guayarmina Tenesso.
Sabemos que es difícil a estas alturas cambiarle el nombre a Tenesoya Vidina  pero del mismo modo que defendemos que el rey canario debe ser llamado, como atestiguan las crónicas, Guadarteme o Guadnarteme, proponemos que a esta reina o guayarmina en concreto se le respete su nombre vernáculo de Tenesso. Recordemos para los que se inician es estas lides históricas que fue el insigne Morales Padrón, el autor de Canarias: Crónicas de su conquista, quien señaló en su momento (p. 54):
Mª José Pérez González y familia
“Creemos que la crónica primitiva, tal como se lee en la Lacunense decía “Tenesso y era sobrina”; en la Ovetense ya el texto se ha convertido en “Tenesoyas, sobrina”; y Sedeño escribe Thenesoia.  No vamos muy descaminados si por apócope “Tenesso y era” dio Tenesoya y “Vidina” se leyó por sobrina”.
La foto más antigua que conservamos  de este linaje galdense es de la retatarabuela de mi hija Nayra: Carmen González Saavedra, a quien vemos acompañada de su marido, Wenceslao (Pancho) Pérez. Calculamos por las pintas que la foto es de finales del XIX. También conservamos una instantánea de su tatarabuela materna, Mª José Pérez González, que, aunque nacida en Galdar en 1883, casa en Las Palmas en la iglesia de San Agustín con Pedro Gregorio González Martín, natural de Agaete.  Desde entonces su descendencia se asienta en los arenales próximos a Las Canteras en el popular barrio de Guanarteme.
En honor a mi hija Nayra,  descendiente de la guayarmina Tenesso en vigésima generación, a quien tanto quiero, voy a terminar este artículo haciéndole en verso un retrato escultórico:

Describo una obra de arte
en férreo yunque forjada
por titánicos amantes
al calor de dulce fragua.
        
Koré de rasgos risueños,
solo cuando está transida,
colérica como el trueno
si la amazona está herida.

Sirena del Tamaduste
sentada al pie del letime
morena  de esbelto fuste
y apuntados senos firmes.

Nayra Hernández, triunfante,
sobre el león domado
Como móvil estructura
de Manrique o el mismo Calder
zarandean  tu figura
los luceros por el aire.

La roja lengua de fuego
que se vierte desde el cráter
es un Gallardo reflejo
de volcánico carácter.

Las aladas espirales
del genial Martín Chirino
son los signos ancestrales
de un histórico designio.

Como la Vieja Agustina
que veo en ti retratada
eres diosa rediviva,
eres mi Venus de Tara.