JUAN R. GARCÍA TORRES
A. CRÓNICA DE UN RAPTO ANUNCIADO
Así
nos cuenta el insigne Tomás Arias Marín de Cubas la captura de Tenesoya
en las costas de Bañaderos, en el norte de Gran Canaria:
“Luego
que llegaron de España imbio a Canaria Doña Ignes a ver si por alguna espia se
supiesse lo que alla pasaba: volvió la caravela con tres cautibas, una mosa,
las dos ancianas, que en el Charco del bañadero, en la Costa del Airaga se
estaban bañando; las ancianas cuidaban de la Mosa que era Señora sobrina del
Guadartheme: cautivaron las quatro hombres por tierra a vista de la lancha que
luego los recogía; acudiendo a la defenza quince o mas canarios a nado, mataron
dos a estocadas y a otros retiraron heridos, que siegamente se metian a hazer
presa. Desmaiada la Mosa, le rociaron con agua salada, y vuelta en si se arrojo
a el agua y fue detenida y atada luego...”
Hemos
comentado en anteriores artículos nuestra convicción de que Marín de Cubas, que escribe su obra Historia de las siete islas de canaria
en el siglo XVII, tuvo que tener en sus manos la crónica primigenia de Pedro de
Argüello. Este texto que hemos leído es un respaldo indudable a dicha
hipótesis. Ningún otro historiador describe estos hechos antes que él; y lo
hace de un modo tan directo y con tal cantidad de detalles que no puede caber
duda acerca del carácter primario del texto, es decir, que alguien que está
viendo lo que ocurre, lo narra posteriormente al cronista que lo escribe.
Probablemente, como nos dice Lobo en su obra Las Princesas de Canarias, haya sido la propia Luisa de
Betancor la que contara sus andanzas, una vez establecida en Gáldar. Su vecino
Pedro de Argüello, el cronista de la isla, tenía pues muy cerca de su casa a
privilegiadas informantes, no solamente a Luisa, pues también en torno a la
misma plaza residían Catalina y Margarita Hernández, las hijas de Tenesor, y hasta la mismísima Catalina
de Guzmán, la hija de Egonayga, el guadarteme bueno que convivió algunos años
con Tenesoya hasta su matrimonio con el castellano Hernando de Guzmán.
Algunos
comentarios sobre el texto de Marín de Cubas:
-La
fecha del asalto es motivo de disensiones entre los historiadores. Voy a echar
más fuego a esa hoguera señalando una fecha de referencia tardía, en torno a
1475, poco tiempo antes del gran desembarco con el que se inicia la cruenta
guerra de conquista. Como principal argumento para defender esa datación
señalamos que su prima Arminda (Catalina de Guzmán) recuerda la escena y la
da a conocer al cronista, cuando ya es mayor,
según recoge la Ovetense:
“y afirmaba la hija del guadarteme, que era persona de mucha verdad, que la
noche que Luisa de Betancur se vino de casa de su tío a enbarcar, que se
levantó de junto della y abrió la puerta que es muy pesada, que yo la he visto,
y que abriéndola hace mucho (ruido) y que pasó por los perros que tenían fuera
muy bravos y que la puerta no hiso rruydo ni los perros ladraron, que todo lo
tubo por gran milagro…”
-
Tenesso, la hija de Aymedeyacoán,
convivía en la corte de Gáldar, con Arminda y su padre, el viejo
Egonayga. Sabemos que Arminda era por entonces una niña pequeña pues a finales
de 1482 aún no había alcanzado la pubertad. Si hubiera sido púber en esas fechas,
habría sido la casada con Bentejuí en
lugar de su prima. Presumimos por estas razones que Arminda Masequera, como ya
adelantamos en el capítulo a ella dedicado, nació en torno a 1470 y que debía
tener entre 5 y 7 años de edad (antes no conservaría recuerdos) cuando tuvo
lugar el rapto y la posterior evasión de su madrastra. Debemos concluir de todo
esto que Tenesoya no era una menina o dama de compañía de la princesa sino la misma Guayarmina
de Gáldar a la que
Egonayga habría desposado tras la muerte de Atendiura, su
primera esposa real. De nuevo las crónicas acuden en apoyo de estas ideas con
la continuación del relato de doña Catalina de Guzmán:
“
y luego que halló menos y el Guadarteme lo supo, acudió a la mar y quando llegó
halló que estava embarcada y dio a la vela la vuelta de Lanzarote, de lo cual
tomó gran pesar que la amaba mucho y con este dolor estuvo algunos días del
cual enfermó dejando por única heredera una hija de ocho años que era de su
mujer lijitima, la qual y el govierno de la isla encomendó a un su sobrino,
mansebo cuerdo, hijo de su hermano…”
-
Los asaltantes son sin duda los hombres de Diego de Herrera, el autodenominado
rey de las islas, cuya actividades más rentables, además de la venta de la
orchilla, estaban relacionadas con la venta de esclavos capturados tanto en las
costas africanas como en las islas que quedaban por sojuzgar. La escena
recreada por el cronista nos habla de cuatro hombres agazapados que apresan a unas mujeres que se bañaban en el charco y
que rápidamente son recogidos por una lancha que estaba al quite. El rapto de
Tenesso no fue por tanto una incursión más en busca de esclavos. Los asaltantes
están aleccionados sobre el lugar, la fecha y la relevancia de la mujer que
baja a la marina, como dice Cairasco, para realizar determinados ritos de
purificación. Néstor Álamo en su preciosa obra Tenesoya Vidina y otros relatos, se recrea en la historia
imaginando que el carabelón que trae a los intrusos debió arribar la noche
anterior dejando en la playa un comando de raptores con instrucciones precisas.
-
Los liberados fueron muy numerosos, como señalan las crónicas, por lo que
habría que pensar que, en vez de bueno, el guadarteme Egonayga debió ser
tildado por los suyos de pacato. El pobre viejo, en dos episodios no alejados
en el tiempo, en el ataque de las mesnadas de Silva a la capital de su reino, y en el rapto y rescate de Tenesoya,
permitió la liberación de centenares de soldados enemigos, muchos de los cuales
habrían de incorporarse más tarde
al ejército real castellano
contribuyendo decisivamente, por su conocimiento del terreno y de las
costumbres de los canarios, a la victoria final de los invasores. Entre los
liberados en el canje hay que hacer mención, por la relevancia del personaje,
del que será poco después el primer alcalde de la Villa Real de Las
Palmas, Juan de Mayorga (no Francisco, según Cebrián Latasa), quien, no por
casualidad, ejerció de padrino de bautismo y de curador de Arminda, junto a su
esposa Juana Bolaños. Lo fue por
petición expresa de los propios faycanes que condujeron a la reina-niña
hasta El Real. La razón de fondo es que Mayorga pasó un tiempo cautivo en la corte del viejo Egonayga
después de que la Torre de Gando, de la que era su alcaide, fuera atacada por
los canarios al mando de Maninidra y derruida hasta los cimientos.
B. RECAPITULACIÓN SOBRE LA SUCESIÓN MATRILINEAL
En
el prólogo del novedoso libro Los
Semidanes de Canarias (Ed. Anroart) escrito por mi hermano Roberto Hernández Bautista
tuve la oportunidad de reflexionar en voz alta sobre las ideas antedichas:
“Me
arriesgo a plantear, en este prólogo, una cuestión que puede resultar polémica
porque rompe con esquemas sesgados de la historiografía a la hora de explicar
la sucesión en la dinastía de los Semidanes. Defiendo la hipótesis, como todos
los historiadores contemporáneos, de que
el trono del reino insular se hereda por sucesión matrilineal, de guayarmina (reina)
a princesa mastegena (heredera del trono), o lo que es lo mismo, de madre a
hija de mayor edad en la dinastía real; y en caso de no tener descendencia
femenina, de guayarmina a hermana mayor de la reina y de esta a su descendencia
femenina por orden de primogenitura. Pero añado la idea fuerte de que los
guanartemes o reyes, lo son, solo en tanto que esposos de la reina; y los
faysages o sumos sacerdotes, solo en tanto que tíos de la reina, hermanos
varones de su madre.
El
esquema sucesorio se complica, sin embargo, cuando la isla se fragmenta en dos
reinos a mediados del siglo XV. La partición del territorio insular entre los
primos Egonayga y Ventagoye, guadartemes de Gáldar y Telde respectivamente,
derivada del problema sucesorio que se crea en el linaje de Andamana tras la
muerte de Atendiura, genera disensiones en cuanto al orden dinástico a la hora
de establecer las regencias de ambos reinos, pero solo hasta el momento en que
Arminda, la indubitada heredera del
trono insular, una vez restablecida la línea dinástica, alcanzase la mayoría de
edad, convirtiéndose en guayarmina de toda Canaria. Este hecho no ha sido
cuestionado por ninguno de los cronistas
e historiadores a la vista del ruidoso ceremonial de la entrega de la joven el
26 de julio de 1483 a las puertas del Real
de Las Palmas, pudiendo por tanto establecerse que el linaje femenino que
otorga el derecho al trono insular emana de Atendiura, la madre de Arminda y
primera esposa de Egonayga quien falleció prematuramente tras el parto de su
única hija.
Las
capturas sucesivas de las mujeres designadas guayarminas regentes de Canaria, a
la espera de la mayoría de edad de Arminda, primero la de Tenesoya (defiendo
que Tenesoya es la segunda esposa de Egonayga gracias a cuyo matrimonio este se
mantiene al frente del guanartemato tras la muerte de Atendiura), y más tarde la de Abenchara , son
hechos que pensamos que no fueron fortuitos sino programados. De ahí que la
siguiente en el orden dinástico, la llamada con toda razón Guayarmina, la hija
mayor de Abenchara, fuese conducida prontamente, junto a la pequeña Arminda ,
hacia las cumbres más remotas para ser alejada del asalto de los secuestradores
de reinas pasando a ser la última reina regente de la isla una vez casada
con Bentejuí, el hijo del difunto
Ventagao de Telde.
Pensamos que en relación directa con estos
hechos se sitúan los viajes a la Península del guanarteme regente de Telde,
Aymedeyacoán en 1481, y del guanarteme regente de toda la isla, Tenesor Semidán
en 1482, para rendir vasallaje a los Reyes Católicos. En el primer caso, es la
hija de Aymedeyacoán, Tenesoya, capturada en Bañaderos y canjeada por un
centenar largo de prisioneros cristianos, quien poco después abandonaría la isla por voluntad propia, la
que desde su residencia en Lanzarote pudo hacer servido de enlace para
organizar la expedición, encabezada por su padre, encaminada a denunciar las
tácticas de tierra quemada del gobernador; en el segundo, es la esposa de
Tenesor, la reina
Abenchara , la que resulta apresada en Guayedra y embarcada
con urgencia hacia la Península, siendo entonces el espía Juan Mayor, desde la
casa fuerte de Agaete, el encargado de negociar con el guadarteme las
condiciones de su entrega y remisión a
la corte castellana.
Todo
esto es ciertamente complicado, pero me aventuro a sostener que los raptos de
ambas mujeres fueron acciones organizadas por las autoridades militares
castellanas, con el consentimiento real, conocedores del papel que estas
jugaban como pilares de la soberanía
insular canaria, y habida cuenta de la pérdida de legitimidad de los
guanartemes si desaparecían las figuras
reales femeninas que eran el sustento de su
poder. No puede ser verdad que dos reinas regentes, tratándose de
quiénes se trata, fuesen apresadas de manera fortuita. Las cuadrillas que
realizaron dichas capturas tenían que estar avisadas sobre el día y la hora en
que la guayarmina
Tenesoya acudía a
ciertos bañaderos para realizar
sus ritos de purificación, o sobre las fechas en que estaba
desguarnecido el lugar de Guayedra donde se ocultaba la guayarmina Abenchara ,
para, con sus raptos y posterior extorsión a sus esposos, forzar la división y la guerra civil entre los
canarios, como así ocurrió.
C. LA ÉPICA DE LOS
PERDEDORES
En
el Romance de las Guayarminas (Cantos
de Mestizaje, edit. Cam-Pds, 2011), un poema épico en el que se describen, desde
la perspectiva de Arminda y de los derrotados,
los hechos de la guerra de
conquista de Gran Canaria, dediqué dos
de los cantos al rapto y rescate de
Tenesoya:
En cruciforme
palacio,
junto a la
regia capilla,
la niña crece
bien sana
al cuidado de
Tasirga.
Los juegos
que más aprecia
son los besos
de su prima,
de la donosa
doncella
que es
Tenesoya Vidina.
Un mal día
del invierno
se torna en
llanto la risa
cuando
acontece el secuestro
de su adorada
madrina.
Ojos verdes
de lujuria
tras de unos
matos vigilan
a la regia
diosa rubia
que desciende
a la marina.
Al salir del
bañadero,
desnuda como
una ninfa,
viles faunos
al acecho
le dan caza
en plena orilla.
A Lanzarote
la llevan,
junto a
Orchena y a Tasirga,
que a pesar
de ser ya viejas
con dientes y
uñas la cuidan.
Será Guadarteme “el Bueno”
quien tome la
iniciativa
de un canje
de prisioneros
por su joven
guayarmina.
¡Ciento a una
es la propuesta!
¡Tanto quiere
a su “sobrina”
que, por las
ansias de verla,
echa el resto
en la partida!
Desde Teguise
retorna
áurea diosa
rediviva,
mas la dulce Tenesoya ,
a la vuelta
no es la misma.
La Diana
libertadora
ya no
despierta con risas
sino con
quedas congojas
que
desconciertan a Arminda.
Hasta que una
noche negra,
sin que “el
Viejo” se aperciba,
huye de la
alcoba regia
enfrentándose
a las brisas
para llegar a
una playa,
en recóndita
bahía,
donde una
barca varada
aguarda a la
amanecida.
De allí zarpa
con su Acteón,
apuesto
perdonavidas
de apellido
Betancor,
llamado en la
santa pila
como su
abuelo, Maciot,
el que vino a
la conquista
con su tío el
Gran Señor
de la Casa de
Gran Villa.
Con él se
casa en Teguise,
a la vez que
la bautizan,
en ceremonia
sublime
que el
sortilegio invalida
cuando
inmersa en agua santa
se convierte
en doña Luisa,
en loor de un
Rey de Francia
que fue
onceno en larga lista.
D. ASCENDENCIA Y DESCENDENCIA TENESOYA
Es
en la Información de nobleza solicitada por Luisa de Betancor y dos de sus
hijos de 1528 donde se reconoce su ascendencia:
hermana de Autindana, hija de Aymedeyacoán, faycán y guadarteme de Telde, y
prima segunda de doña Catalina de Guzmán. Invito a los lectores interesados a consultar el facsímil y transcripción de este
documento en el que se señalan las nueve preguntas de la Información y
una de las respuestas de Arminda
Masequera en esta dirección de Internet: www.gobiernodecanarias.org/cultura/archivos/ahplp/PDF/FacsimilCINCO.pdf
Tenesoya, dibujo de Alberto Lacave |
TESTAMENTO
DE LUISA DE BETANCOR VIUDA DE MACIÓN DE BETANCOR
ESCRIBANO: ALONSO DE SAN CLEMENTE FECHA: 19 de Abril de 1530
“Otrosi mando que si finamiento de mi acaeciere que el mi cuerpo sea sepultado en mi Capilla que yo con el dicho Macion de Betancor mi marido tenemos fecha e labrada en la Yglesia de Señor Santiago desta Villa y en la misma sepoltura del dicho mi marido, la qual mando que se abra para en que se meta mi cuerpo e quel dia de mi enterramiento, el cuerpo presente, me digan una missa de requien cantada con su vigilia e letania, e cabo de nueve dias, e cabo de año, todo ofrendado con su pan e vino e cera e se pague por lo decir lo acostumbrado, lo qual se diga dentro de la dicha mi capilla en lo qual se haga segun la calidad de mi persona.
ESCRIBANO: ALONSO DE SAN CLEMENTE FECHA: 19 de Abril de 1530
“Otrosi mando que si finamiento de mi acaeciere que el mi cuerpo sea sepultado en mi Capilla que yo con el dicho Macion de Betancor mi marido tenemos fecha e labrada en la Yglesia de Señor Santiago desta Villa y en la misma sepoltura del dicho mi marido, la qual mando que se abra para en que se meta mi cuerpo e quel dia de mi enterramiento, el cuerpo presente, me digan una missa de requien cantada con su vigilia e letania, e cabo de nueve dias, e cabo de año, todo ofrendado con su pan e vino e cera e se pague por lo decir lo acostumbrado, lo qual se diga dentro de la dicha mi capilla en lo qual se haga segun la calidad de mi persona.
Yten
debo a Geronimo de Pineda mi yerno seis doblas de oro, mando que se le paguen.
Yten mando que den a Francisca Ceresa muger de Juan Perdomo mi hijo, por algo que le soy… de dos mantillos de saia, medio usados que me ha dado e yo he rompido, un mantillo de anascote nuevo guarnecido de tercio pelo e se pague de mis bienes e por el su valor.
Yten mando que den a Francisca Ceresa muger de Juan Perdomo mi hijo, por algo que le soy… de dos mantillos de saia, medio usados que me ha dado e yo he rompido, un mantillo de anascote nuevo guarnecido de tercio pelo e se pague de mis bienes e por el su valor.
Yten
mando que se conpre para mi capilla é del dicho mi marido un libro misal é un
calix de plata, é patena de plata que cueste hasta dies doblas de oro con que
se consagre, é se pague de mis bienes, e mando que si no cupiere en el quinto,
que entre en el tercio porque haya efecto.
E
cunplido e pagado todo lo susodicho e mis mandas é cosas segun que en este
testamento se contiene, mando que todo lo al que quedare e remaniente de mis
bienes los hayan y hereden el dicho Arriete de Betancor, é Juan Perdomo e Maria
de Betancor mis hijos lexitimos e hijos del dicho Macion de Betancor por
iguales partes tanto el uno como el otro”
(......)
que asi consta y parese del citado testamento, que queda en mi oficio a que me
refiero y de pedimento del Capitan Don Agustin de Pineda y Betancurt en virtud
de mandato judicial, firmo y signo presente en esta villa de Guia a seis de
septiembre de mil setecientos quarenta y quatro años.
En testimonio de verdad Pedro Tomas Ariñes Escribano Publico.
En testimonio de verdad Pedro Tomas Ariñes Escribano Publico.
Debemos
agradecer que el tal Agustín de Pineda y Betancurt haya reclamado en 1741 una
copia del testamento dictado dos siglos antes, en 1530, por su ilustre
ascendiente. De otro modo, este
protocolo no hubiera llegado hasta nosotros por haberse perdido
los registros notariales de Gáldar posteriores a 1524. Amén de las
sorprendentes fórmulas de fe cristiana y de los esmerados preparativos de sus
funerales “según la calidad de su persona” para ser inhumada junto a su marido
Maciot de Betancor en la capilla de Santa Ana en la iglesia de Santiago,
costumbres que no son fáciles de explicar en una persona que ha sido gentil
buena parte de su vida, debemos destacar, por su interés genealógico, la
referencia a sus herederos: sus hijos Arriete de Betancor, Juan Perdomo y María
de Betancor. El testamento nos habla también, en el capítulo de deudas
pendientes, de su yerno, Jerónimo de Pineda, y de una de sus nueras, Francisca
Cerezo, la esposa de Juan Perdomo.
De
Arriete de Betancor, según Leopoldo De La Rosa Olivera (Los
Bethencourt en Canarias y en América AEA nº 2 de 1956), se señala que
estuvo casado con María Jáimez, hija del Alférez Mayor de la conquista Alfonso Jáimez
de Sotomayor y de su esposa María
Bolaños , y que de esa unión nacieron cuatro hijos: Ana,
Gregorio, Gaspar y Ángelina cuya descendencia se extinguió en la siguiente
generación. En el Nobiliario cuyo capítulo dedicado a los Bethencourt fue
escrito posteriormente por el mismo autor en colaboración con Sergio Bonnet tan
solo se señala que se desconocen las vicisitudes de sus descendientes.
Por
nuestra parte, sin embargo, tenemos constancia de que entre 1507 y 1514 Arriete
aparece en muy diversas ocasiones como testigo de distintos eventos bautismales
acompañado de una esposa, María May, a quien pudiera identificarse como hija de
Ana Guerra y
nieta de su homónima, la esposa de Hernán Guerra, hombre de las islas, adalid
de la conquista de Gran Canaria. Arriete y María May no solo aparecen como
testigos, también aparecen citados en el libro primero como padres de cuatro de
sus hijos: Gregorio en 1507, Gaspar en 1508, Margarita en 1510 y Angelina en 1512, por lo que podemos
atestiguar que los datos que aportan De la Rosa y Bonnet son erróneos. Tratando
de poner un poco de orden en nuestros papeles estimamos que Arriete pudo tener
un primer matrimonio con María May que le dio su descendencia para después
casarse con María Jáimez de Sotomayor. Su testamento dictado en 1548 ante
Alonso de San Juan puede ser solución para estos interrogantes. Por lo pronto
les mostramos un protocolo dictado ante Alonso de San Clemente en 1524 en el
que se acredita la existencia de la segunda esposa:
“Arriete
de Betancor, vecino de Gáldar y María Jáimez, su mujer, venden a Francisco de
Miranda, que está presente, un parral y tierras con la parte del agua de una
suerte de regadío de las Vegas de Gáldar… Declaran haber recibido como precio
diez doblas de oro castellano”.
De
María de Betancor tenemos pruebas fehacientes de que no tuvo descendencia de su
matrimonio con el regidor Jerónimo de Pineda, razón por la cual sus posesiones
pasaron a sus familiares, instituyendo en su testamento fechado en 1543 el
mayorazgo de la Hoya de Pineda.
Hacienda de Hoya de Pineda |
Acerca
de Andrés de Betancor hemos de decir que no aparece citado en el testamento de
su madre de 1530 que hemos reproducido, ni tampoco en la Información de Nobleza
ya comentada de 1528. De la Rosa presupone por tales razones que debió morir
pronto o pasar a otro lugar, pues su nombre, nos indica, no aparece en los
registros notariales de Gáldar que se conservan
(1509-1524) y sí aparecen sin embargo los de sus hermanos.
Nosotros
llegamos a pensar que el tal Andrés de
Betancor, hijo de Mateo (Maciot) y Luisa
de Betancor, el que en 1501-1502 estuvo en Francia y luego en Castilla para
reconocer y hacer valer los derechos de su linaje (deducimos que debió nacer
sobre 1575 pues la mayoría de edad estaba
entonces establecida en 25 años), podía identificarse con Arriete de Betancor,
en razón de que su nombre, castellanizado, se pronuncia de modo similar. Los
papeles en que aparece el nombre de Andrés, nos comenta De la Rosa, son copias
del original, que no se encuentra, por lo que nos aventuramos a decir,
erróneamente, que el transcriptor pudo confundir ambos términos dando lugar a
un entuerto genealógico de siglos.
Sin
embargo una ejecutoria real (Registro General del Sello en el Archivo de
Simancas) dada en Sevilla a 28 de febrero de 1502 parece confirmar la
existencia de este personaje:
“A
los justicias de la isla de Gran Canaria, a petición de Andrés de Betancor,
vecino de dicha isla, para que le concedan cierta agua de una rivera que se
dice Ellayraga y una torre en el término de Gáldar que está caída en recompensa
de los méritos de su padre y de su abuelo en la conquista de la isla”.
Un nuevo documento, una partida de bautismo de
la iglesia de Santiago que les transcribimos a continuación, es la prueba para
nosotros definitiva de que Andrés era el primogénito y de que estuvo avecindado
en Gáldar al menos hasta 1507:
“Domingo
a siete días de marzo de quinientos siete bateó Francisco de Miranda una gija
legitima de Elbira su mujer por nombre Leonor,
sus padrinos Andrés de Betancor y la mujer de Pedro de Jahen, vecinos”
De
la Rosa Olivera
en el artículo citado (nota al pie de la p. 137) nos habla de otra posible hija
de Maciot y Luisa de Betancor que tampoco aparece reconocida en el testamento:
“En
el AHPLP legajo 733 folio 25 se conserva una escritura de toma de posesión de
unas casas por Francisca Baralides de Betancor, cedidas por su madre, Luisa de
Betancor, en pago, con una esclavilla, de 3000 castellanos de oro que el padre
de la primera y marido de doña Luisa le había enviado para aquella desde
Indias, donde se hallaba, y que Luisa había tomado”.
La
fecha de este protocolo dictado ante Cristóbal de San Clemente es el 3 de
septiembre de 1516. El documento aparenta ser la ejecución de la dote por la
que han casado a su hija. De confirmarse estos datos, nos dice de la Rosa, no
solo advertimos que hubo otra hija del matrimonio sino también
recibimos con sorpresa la noticia de que Maciot estuvo en Indias de Su
Majestad. Como sabemos que su cuerpo yace en la Iglesia de Santiago, según el
testamento de Tenesoya, y que falleció antes de 1524, según los protocolos de
Gáldar, hay que pensar que regresó poco antes de morir. Quizá Andrés el
primogénito pudo haber participado junto a su padre en la aventura americana.
Tratando
de rastrear información acerca de esa posibilidad, comprobamos que en el libro
primero de bautismos de Gáldar (1506-1514) Maciot y su esposa Luisa de Betancor
ejercen de padrinos de bautismo en dos eventos de 1506 y 1508. Posteriormente
en febrero de 1512 aparece como testigo en otro nacimiento tan solo Luisa
acompañada del genovés Bartolomé de Riverol. Ni Maciot ni Luisa aparecen en
adelante en los registros de 1513 y 1514 aunque sí lo hacen sus hijos Arriete y
María en numerosas ocasiones.
Es
solo a través de Juan Perdomo por quien tenemos
certezas de la continuidad del linaje de Tenesoya y de Maciot. Gracias al testamento de su esposa Francisca
Cerezo, hija del genovés Antón Cerezo y de Juana Sánchez, dictado en Gáldar en
1523 ante Alonso de San Cristóbal, el
Nobiliario nos aporta información veraz pero solo lo hace acerca de su descendencia masculina pues esta
publicación no parece interesarse por los linajes femeninos: Maciot III por
quien sigue la línea; Antonio Cerezo, casado con Isabel Jáimez y en segundas
nupcias con Catalina Guerra; y Ángel de Betancor casado con Elvira de Malueños.
Tratando
de corregir esa deficiencia, gracias al excelente trabajo de investigación de
Juan Gómez-Pamo Guerra del Río (La familia de Antón Cerezo inserto en la publicación Testamento de Antón Cerezo,
Agaete 2011) podemos añadir al listado a Antonia, a Escolástica y a Teresa
Francisca Cerezo y también a un varón, Juan de Bracamonte, que por su apellido
debió confundir a los investigadores, aunque hoy bien sabemos (Miguel Rodríguez Díaz
de Quintana dixit. Ver artículo, De la inexistente primera mujer de Maciot de Bethencourt) que ese es el apellido de la abuela de su abuelo Maciot,
doña María de Bracamonte, más conocida como Princesa Teguise de Lanzarote,
esposa legítima del primer Maciot e hija de los últimos reyes indígenas de la
isla, Guadarfía y Aniagua.
En
el libro primero de sepulturas (1518-1529) constan dos registros relacionados
con Juan Perdomo. El primero es el enterramiento de una de sus hijas en 1520.
El segundo, datado en 1521, es el pago
de la inhumación de su tío Autindana:
“Iten
a 26 de julio recibí de Juan Perdomo 50 maravedís por abertura de la sepultura
en que se enterró Tindana”
Acerca
de Maciot III,
primer poseedor del mayorazgo de Hoya de Pineda, consta en escritura de arras que casó en 1534
con Ana Rengifo de Herrera, hija de Alonso de Herrera y de Ana Rengifo. De este
matrimonio proceden, los siguientes hijos: Lucano de Betancor, sucesor del
mayorazgo, casado con Leonor de Vega y Melchora de Padilla; Maciot IV, casado
con María Ardid; Juan de Betancor, con María de Quintana; Marcos de Betancor, con Catalina Ugarte y también con Ángela
Betancor; y Luisa de Betancor, por quien
sigue la línea.
Luisa de Betancor, en su matrimonio con Adán de Acedo (hijo de Pedro Acedo y
Elvira de Cubas y nieto por tanto de Catalina Hernández Guadarteme y de su
segundo esposo Adán de Acedo, el mozo) tuvo, al menos, a estos hijos: Adán de
Acedo, marido de Úrsula de Betancor por quien sigue la línea; y Juan de Acedo,
casado con María de Ceberio.
Adán de Acedo y
Úrsula de Betancor, hija de Juan de Betancor y Marina de Algaba, fueron los
progenitores de: Pedro de Acedo, nacido en Gáldar en 1578 y casado en 1616 con
Leonor de Trejo y Carvajal; Marina de Betancor, nacida en 1591, mujer de Lázaro
de Reina; Luisa de Betancor nacida en 1594, casada en Guía en 1616 con
Cristóbal de Mireles; y Beatriz de Betancor, por
quien sigue la línea.
A
partir de aquí abandonamos el Nobiliario y procedemos a mostrar a los lectores
con documentación propia de respaldo la sucesión del linaje estudiado. Veamos
en primer lugar la partida de matrimonio de Beatriz de Betancor con Juan de Quintana:
Iglesia
de Santiago Apóstol de Galdar, Libro1
Folio17 Vto 1626 “En veinte y uno de Setiembre case y vele infasie eclesie con
las tres amonestaciones conforme lo dispone el Sancto Consilio á Juan de
Quintana Carvajal el moso con Doña Beatris de Betancor vecinos desta villa de
Galdar fueron padrinos Christoval Origuela y Doña Beatris su muger en presencia
de Francisco Cabrejas y el licenciado Barreto y Matheo Quintana y Pedro
Zambrano y otros muchos y lo firme de mi nombre, fecho en veinte y un dia de
San Matheo se dió las manos y en veinte y quatro veló.” Br. Francisco Roldan
El
testamento de Beatriz fue dictado en Gáldar ante el escribano Pedro Alonso de
Medina, un año después del dictado
por su esposo que era ya difunto.
Mostramos a continuación dos de sus
cláusulas que clarifican las cosas
acerca de la continuidad de la estirpe y de sus relaciones con ilustres personajes galdenses. Atención
al hecho de que uno de los testigos recibe el nombre de Fernando Guanarteme, casi
dos siglos después del fallecimiento del rey canario:
“Yten
declaro que yo fui casada y belada en has de la santa Madre yglesia
con Juan de Quintana Gonsales que dios aya y durante el matrimonio tubimos por
nuestros yjos a doña Antonia de Cabrejas, a don Gaspar de Quintana y don
Sebastian de Quintana”...
“Yten
declaro que dejo por mis albaseas testamentarios al lisensiado don Juan Asedo
Betancor mi sobrino y a mis tres yjos que lo pido por amor de dios y por que
hasi quien otro tanto hagan por ellos y asi nonbro a mi primo Esteban Sanbrano
Betancor como de quien tengo tanta confiansa que haran por mi anima todo
aquello que les pido y esta es mi ultima boluntad siendo testigos Alonso de
Fiesco, Luis del Billar y Juan de Miranda y Nicolas Rodrigues, don Cristobal de
Aguilar y Esteban Sanbrana Betancor y Fernando Guanarteme vesinos desta billa
que se allaron presente a esta memoria ques fecha en la billa de Galdar en dies
y ocho de Mayo de mil y seysientos y sesenta y un años y por no saber firmar yo
la dicha doña Beatris, Rogue a un testigo lo firme por mi que lo fue a su Ruego
Fernando Guanarteme.” Soy testigo Alonso de Fiesco Sanches, Esteban Sanbrana.
Fernando Guanarteme
Gaspar de Quintana, por quien sigue la línea, nace y fallece en Gáldar. Aunque no
hemos localizado su partida de matrimonio, sí su carta de testamento, dictada
ante Cristóbal Suárez de Medina en 1691, dos días antes de su muerte.
“Yten
declaro que yo fui casado y belado en has de la Santa Madre Yglesia
con Doña Maria de Medina y del matrimonio procreamos por nuestros hijos
lexitimos a Francisco de Quintana, a Juan de Quintana y a Diego de Quintana,
Pedro de Quintana y a Doña Beatris de Quintana Asedo Vetancurt que oy biben
declarolo asi”
Francisco de Quintana, el primogénito, por quien sigue la línea, nace en
Gáldar en 1656 y casa en la misma localidad a los 22 años en junio de 1679 con
Catalina Luis. Esta es la partida correspondiente:
Iglesia
de Santiago Apostol de Galdar, Libro 1- Folio 59 Vto - Año 1679. "En la
villa de Galdar en catorse de Henero de mil y seiscientos y setenta y nueve
fray Blas Castellano Servidor del Beneficio de dicha villa case y vele a
Francisco de Quintana hijo de Gaspar de Quintana y de Doña Maria Medina con
Catharina Luis hija legitima de Benito Castellano y de Ana Gonsales su legitima
muger segun la forma del Santo Evangelio siendo testigos D. Diego Pineda y Don
Luis del Villar, con otras personas y por verdad lo firme en dicho dia mes y
año. Fray Blas Castellano."
Ambrosio de Quintana, hijo de los anteriores, nace en Gáldar en 1679 y casa en la
misma iglesia de Santiago en 1701 con Melchora Lorenzo. He aquí la partida que
lo atestigua:
Iglesia
del Apóstol Santiago - Galdar, Libro 3 - Folio 258 Vto - Año 1701 "En la villa de Galdar en beinte y tres
de octubre de mil setesientos y un años yo el Bachiller Francisco Sanches de
Tobar Beneficiado desta parroquia de el apostol Santiago case en has de la Santa Madre Iglecia
a Don Ambrosio de Quintana y Betancur hijo lexitimo de Don Francisco de
Quintana y de Cathalina Castellano y a Melchora de Saavedra hija lexitima de
Antonio de Saavedra y de Ynes Hernandes difunta, todos besinos desta billa,
siendo testigos D. Pedro de Tapia, D. Diego de Quintana y Joan Rodrigues
vesinos de esta billa y otras personas que se hallaron presentes”. Bachiller
Francisco Sanches de Tobar."
E. DESDE GÁLDAR A LOS
ARENALES DE LAS PALMAS
Wenceslao Pérez y su esposa Carmen González |
Aunque
las generaciones más recientes están afincadas en Las Palmas, la ascendencia
pronto se dirige al encuentro de
Tenesoya en Gáldar, la ciudad de las guayarminas. Alternándose las Carmen y las
María José hacemos un recorrido hacia atrás en el tiempo por la Gáldar de los
siglos XIX y XVIII a través de los apellidos Saavedra, Moreno, Alemán, Mendoza,
Castellano, Lorenzo hasta empatar con los Quintana y los Betancor que nos
llevan en volandas hasta la guayarmina Tenesso.
Sabemos
que es difícil a estas alturas cambiarle el nombre a Tenesoya Vidina pero del mismo modo que defendemos que el rey
canario debe ser llamado, como atestiguan las crónicas, Guadarteme o
Guadnarteme, proponemos que a esta reina o guayarmina en concreto se le respete
su nombre vernáculo de Tenesso. Recordemos para los que se inician es estas
lides históricas que fue el insigne Morales Padrón, el autor de Canarias: Crónicas de su conquista, quien
señaló en su momento (p. 54):
Mª José Pérez González y familia |
La
foto más antigua que conservamos de este
linaje galdense es de la retatarabuela de mi hija Nayra: Carmen González Saavedra ,
a quien vemos acompañada de su marido, Wenceslao (Pancho) Pérez. Calculamos por
las pintas que la foto es de finales del XIX. También conservamos una
instantánea de su tatarabuela
materna, Mª José Pérez González ,
que, aunque nacida en Galdar en 1883, casa en Las Palmas en la iglesia de San
Agustín con Pedro Gregorio
González Martín , natural de Agaete. Desde entonces su descendencia se asienta en
los arenales próximos a Las Canteras en el popular barrio de Guanarteme.
En
honor a mi hija Nayra, descendiente de la guayarmina Tenesso
en vigésima generación, a quien tanto quiero, voy a terminar este artículo
haciéndole en verso un retrato escultórico:
Describo una obra de arte
en férreo yunque
forjada
por titánicos
amantes
al calor de
dulce fragua.
Koré de
rasgos risueños,
solo cuando
está transida,
colérica como
el trueno
si la amazona
está herida.
Sirena del
Tamaduste
sentada al
pie del letime
morena de esbelto fuste
y apuntados
senos firmes.
de Manrique o
el mismo Calder
zarandean tu figura
los luceros
por el aire.
La roja
lengua de fuego
que se vierte
desde el cráter
es un
Gallardo reflejo
de volcánico
carácter.
Las aladas
espirales
del genial
Martín Chirino
son los
signos ancestrales
de un
histórico designio.
Como la Vieja Agustina
que veo en ti
retratada
eres diosa
rediviva,
eres mi Venus
de Tara.