sábado, 25 de noviembre de 2023

DIVERSIFICACIÓN TRANSNACIONAL DE LAS FAMILIAS CANARIAS

RAÚL SÁNCHEZ MOLINA

 UNED

  orcid logohttps://orcid.org/0000-0002-1288-7716

 Ponencia presentada en el X ENCUENTRO DE GENEALOGÍA GRAN CANARIA homenaje a Carlos Gaviño de Franchy, organizado por Genealogías Canarias y Real Sociedad Económica del País de Gran Canaria, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria del 14 al 16 de noviembre de 2023.

Como había destacado en mi primera ponencia en los Encuentros de Genealogías Canarias, “Antepasados y gente sin historia. Una lectura de Genealogías Canarias” (Sánchez Molina 2014), uno de los aspectos que más se reiteran en el blog sobre las familias canarias desde la colonización castellana en el siglo XIV es su diversidad étnica. Y como también se destaca en distintos artículos, ésta se encuentra vinculada con estructuras políticas y económicas propiciadas por la expansión colonial del capitalismo europeo y de sus relaciones inter-Atlánticas ligadas, entre otros aspectos, con el comercio de esclavos o la explotación de monocultivos para la exportación, como la caña de azúcar desde finales del siglo XIV (Wolf 1986 [1982]).

A este respecto, cabría destacar datos que aportan artículos referentes a apellidos canarios (normandos, flamencos o genoveses) que se contextualizan históricamente con el auge de la producción de la caña de azúcar para la exportación (Hernández Bautista y García Torres 2013; Egea Molina 2012 y 2013).

Si bien en sus orígenes, estas relaciones inciden en el desarrollo asimétrico de estructuras sociales que favorece la reproducción endogámica de las familias canarias, los desplazamientos posteriores de su población hacia distintas regiones americanas, propician, a su vez, el auge de nuevas conformaciones familiares y relaciones transoceánicas en las entonces colonias españolas americanas, destacadas también en mi segunda presentación “Identidades canarias que cruzan fronteras: ‘Historias escondidas’ de migrantes canarios en América” (Sánchez Molina 2016a).1 Y en el siglo XX, en países como Cuba, eminentemente receptor de las migraciones canarias en la primera mitad del siglo (Rodríguez et al. 2020; Macías 1988; Hernández 2008), y Venezuela, en la segunda mitad (Díaz Hernández et al. 2020). De estos desplazamientos, cabe destacar la formación y reproducción transnacional de la familia, en las que las mujeres canarias, si bien desde posiciones subordinadas, como destaca Cristina López-Trejo Díaz (2012), “Apellidos canarios, una riqueza cultural”, desempeñaron un papel importante en la reproducción de valores culturales canarios en las sociedades donde se fueron asentando, como así lo señala en el caso de las migraciones a Cuba, el antropólogo tinerfeño José Alberto Galván (1998).

Estos desplazamientos propiciaron, en distinta medida, lo que desde finales de la década de los noventa se denominan “familias transnacionales”; definidas por la socióloga Rachel Salazar-Parreña (2001) como unidades domésticas multilocales cuyos miembros, que viven en al menos dos estado-nación, mantienen a sus familias desde otros países. Este fenómeno social, que se ha ido intensificando en las últimas décadas, vinculado a las dinámicas de la globalización y a las condiciones políticas y económicas que propician entre países emisores y receptores, incide en que la mayor parte de los actuales migrantes tengan que mantener y cuidar a hijas/os, padres y madres, así como de otros miembros dependientes de sus familias, a distancia en contextos trasnacionales (Hondagneu-Sotelo y Avila 1997. Mientras, por otro lado, un gran número de mujeres migrantes tienen que incorporarse al mercado laboral del servicio doméstico y del cuidado de niños/niñas, mayores y dependientes en sociedades receptoras, como la canaria.

Canarios en La Habana, 1916. FEDAC.

Este es, entre otros, el caso que se da en Canarias con mujeres que migran teniendo que dejar a los miembros de sus familias en sus sociedades de origen. Siendo hasta recientemente una de las regiones españolas con mayor emisión de migrantes hacia otros países, destacando, como se ha mencionado previamente, Cuba y Venezuela, en las últimas décadas se ha convertido en una de las regiones cuyo crecimiento demográfico se debe fundamentalmente a la población migrante (Rodríguez et al. 2020). Hasta el punto de que estadísticas oficiales recientes registran más de una quinta parte de su población residente originaria de otros países: además de Venezuela y Cuba, Italia Colombia, Reino Unido y Marruecos (INE 2020). Con una proporción mayor, en el caso de las migraciones procedentes de Cuba, de mujeres que de hombres (115 por cada 100 hombres). Ambas poblaciones se concentran en Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, y en el caso de los migrantes cubanos, en la localidad de Vecindario, en el municipio de Santa Lucía de Tirajana. Con todo, la mayoría de estas dos poblaciones, aunque con diferencias significativas en sus modos de incorporación con respecto a otras poblaciones migrantes de países que no pertenecen la Unión Europea, emigra a Canarias dejando a los miembros de sus familias en sus sociedades de origen, al tiempo que los mantienen, apoyan o ayudan desde las islas.

La emergencia y el desarrollo de estas familias transnacionales, contrasta, por otra parte, con el aumento de mujeres y hombres canarios que también cruzan fronteras nacionales para tener a sus hijos/as –ya sea a través de la adopción internacional, Técnicas de Reproducción Asistida (TRAs) o la gestación subrogada o prostitución en aquellos países que la permiten. Estos desplazamientos contribuyen así a que los procesos de transnacionalización en la formación y reproducción de la familia se haya ido diversificando desde finales del siglo XX (Sánchez Molina 2022; 2023). En estos, sobre todo a partir de que las adopciones internacionales que se incrementan en la década de los ochenta, los principios y convenciones que con respecto a la defensa de la infancia se ha ido desarrollando a nivel internacional se han ido concretando en códigos y legislaciones nacionales, tanto en los países receptores de adopciones internacionales, como es el caso de España, como emisores, estableciéndose, entre otros, el derecho de las niñas y los niños a conocer sus orígenes (adopciones abiertas). Y que, en distinta medida, propician el desarrollo de modelos multiculturales de familia entre madres y padres adoptantes (Volkman 2005).

La formación y reproducción transnacional de la familia se desarrolla, por lo tanto, a través de movimientos transfronterizos de cuidadoras migrantes y madres/padres intencionales, entre otros sujetos, como consecuencia, entre otros aspectos, de políticas nacionales e internacionales, relaciones de género, sexo, clase, orígenes étnicos y/o nacionales. Al tiempo que dejan al descubierto, además de aspectos políticos y económicos, otros de carácter ético y cultural (Salazar-Parreñas, Thai y Silvey 2016). En estos procesos adquiere un protagonismo y significado especial las transformaciones que con respecto al género y a la sexualidad se han ido dando en sociedades como la canaria en las últimas décadas. Entre las que cabe señalar, el aumento de Madres Solteras por Elección (MSPE) que deciden tener a sus hijos/as al margen de parejas, sobre todo, a través de la Fecundación In Vitro (FIV) o de las adopciones internacionales (Jociles y Rivas 2009). Y, por otra, el aumento, desde que fuera aprobado el matrimonio igualitario en España en 2005, de familias homoparentales (Pichardo Galán 2009) cuyos hijas/os nacen a través de las Técnicas de Reproducción Asistida (TRAs), particularmente de la Fecundación In Vitro (FIV), en el caso de las mujeres no-heterosexuales y de la adopción nacional e internacional, en el caso de mujeres y hombres no-heterosexuales, o de la gestación subrogada entre varones solteros y parejas no-heterosexuales, en aquellos países que la permiten; particularmente en Estados Unidos, puesto que la legislación española (Art. 10, Ley 14/2006) no la admite. Con respecto al matrimonio igualitario, por otra parte, según las cifras aportadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE 2021), Canarias es la comunidad autónoma con el mayor porcentaje, con respecto al total de su población, de matrimonios del mismo sexo registrados en España en ese año. Siendo la media nacional del 3,4%, Canarias registra un 4,87%, seguido de Madrid (4,16 %) y País Vasco (4,11%).2

En cualquiera de estos y otros casos, donde se dan procesos de transnacionalización de la familia, estas nuevas conformaciones representan un reto tanto para los actuales estudios antropológicos sobre parentesco como para el estudio de las genealogías de la familia. De ahí que, centrándome, en primer lugar, en la formación de familias transnacionales entre mujeres migrantes de Cuba y Venezuela, en segundo lugar, en adopciones internacionales emprendida por mujeres canarias Madres Solteras por Elección (MSPE) y, en tercer lugar, en la formación de familias canarias homoparentales, en esta presentación se describan y analicen algunos de estos procesos que no solo afecta a la diversificación transnacional de las familias en Canarias, sino cultural.

Basándome en datos etnográficos obtenidos en Gran Canaria de mujeres migrantes que trabajan en el sector doméstico y del cuidado, así como de madres y padres canarios que han adoptado en el extranjero,3 se destaca que en este fenómeno social, que emerge y se desarrolla bajo condiciones estructurales cambiantes en un mundo asimétricamente globalizado, influyen, además de factores políticos y económicos, otros relacionados con género, etnicidad, clase, sexualidad, orígenes nacionales y ciudadanía.

Familias transnacionales de Cuba y Venezuela en Canarias

Las relaciones que como consecuencia de los procesos de globalización se están dando entre países más industrializados (receptores de migrantes) y en desarrollo (emisores de migrantes) desde finales del siglo XX hasta la actualidad, inciden en el aumento significativo de las migraciones internacionales. Éstas propician que un número cada vez mayor de hombres y mujeres de estos últimos se vean abocados a mantener a sus familias en contextos trasnacionales al tiempo que se incorporan al mercado laboral menor remunerado de las sociedades donde se asientan. Al tiempo que inciden en el desarrollo de patrones socio-culturales que, en el ámbito de las unidades domésticas (familias), favorecen el incremento de familias transnacionales. Con una tipología amplia que depende de las estructuras familiares y de los miembros que viven en otro país; pudiendo abarcar desde familiares monoparentales y nucleares hasta extensas (Salazar Parreña 2001).

Migrantes canarios a Venezuela

Si bien este fenómeno no es novedoso, ya que se dio en movimientos migratorios anteriores, como en el caso de las migraciones canarias durante el siglo XX a Cuba y a Venezuela (Rodríguez et al. 2020; Díaz Hernández et al. 2020), sí es significativo su aumento, intensidad, diversidad y las consecuencias socioculturales que produce con respecto a movimientos migratorios anteriores (Vertovec 2004). A este respecto, cabe destacar el desarrollo de este tipo de conformaciones como consecuencia de las migraciones de canarias a Cuba, y posteriormente, a Estados Unidos, como se observa en diferentes artículos publicados en Genealogías canarias.4 O de las migraciones de canarios a Venezuela como consecuencia de las condiciones estructurales en las islas durante el periodo de posguerra, como también se vislumbra en artículos publicados más recientemente.5 Estas migraciones adquieren un especial interés en cuanto que en la última década asistimos a la llegada más que significativa de los descendientes de estos anteriores migrantes canarios a las islas como consecuencia de las condiciones de expulsión que se están dando tanto en Cuba como en Venezuela. Este es el caso de cinco mujeres cubanas y dos venezolanas que llegaron a Gran Canaria en los últimos años y que lograron el estatus de ciudadanía debido a que son hijas o nueras de migrantes canarios que se desplazaron a estos respectivos países en el siglo pasado (Rodríguez et al. 2021).

Así y todo, aunque la mayoría de ellas se incorporaron a la sociedad grancanaria con el estatuto de ciudadanía o con residencia, como hijas o esposas de hijos de migrantes que adquirieron la ciudadanía española en Cuba o Venezuela, todas ellas tuvieron que dejar a hijos/as y madres/padres en sus respectivos países debido a la imposibilidad de poder emigrar, por distintas circunstancias, como unidad doméstica. Entre otros motivos, porque este estatuto no se ofrece a sus hijas/os mayores de edad o porque tienen hijos/as de otras relaciones y para quienes no se aplicaría este estatus, como es el caso de algunas de estas informantes.

Carnet de la Asociación Canaria de La Habana. Foto cedida por Denise Quesada

Siendo todas tituladas universitarias, por otra parte, las grandes dificultades que encuentran para poder convalidar sus titulaciones en España, entre otros factores, hace que hayan tenido que incorporarse a un mercado laboral de la economía informal del servicio doméstico y del cuidado, sobre todo, de personas mayores dependientes. En edades comprendidas entre los 45 y los 60 años, en sus países de origen habían trabajado como profesionales en sectores relacionados con la ingeniería, la educación, la universidad o la banca. A menudo, con mayor capital humano (formación) que el de sus empleadores/as, compaginan, a través de su capital social (redes sociales inmediatas), varios trabajos en estos sectores no solo para poder mantenerse en Canarias, sino a los miembros de sus familias que dejaron en Cuba o Venezuela. Al tiempo que se esfuerzan en buscar todas las estrategias posibles para conseguir la unidad de sus familias; incluyendo la migración sin documentación de sus hijas e hijos (Sánchez Molina 2004).

Las trayectorias migratorias de estas mujeres migrantes dejan de manifiesto, como han destaco distintas investigaciones llevadas a cabo en las últimas décadas con otros grupos de migrantes (Cohen 2016), la importancia que la familia y el parentesco adquiere en las dinámicas y desarrollo de redes migratorias y relaciones transnacionales. Y en este sentido, del impacto que sus adaptaciones a la sociedad canaria tienen para todos los miembros de sus familias. Los modos de incorporación de estas migrantes cubanas y venezolanas a Gran Canaria, es decir, las políticas migratorias como descendientes de migrantes canarios, las opciones a las que pueden acceder en el mercado de trabajo (servicio doméstico y del cuidado) y las relaciones que encuentran y desarrollan en la isla con migrantes procedentes de sus mismos países (redes sociales), influyen no solo en sus propios procesos de adaptación, sino en el de los miembros de sus familias que quedaron en Cuba o Venezuela. Y en los que el género, los ciclos vitales, las etapas de asentamiento, tanto de estas migrantes como del resto de los miembros de sus familias al otro lado del océano, desempeñan un papel importante en cómo sus familias premigratorias se reestructuran y readaptan a la separación territorial.

Como destacan Rodríguez, Domínguez y Santana (2020), en el caso de la población cubana, con una media de edad de más de cincuenta años, se refuerzan los vínculos con los familiares y allegados dejados en Cuba manteniendo constante relaciones transnacionales con sus sociedades de origen y propiciando procesos de reunificación con hijos/hijas que por diferentes circunstancias no han podido acceder a los permisos requeridos para migrar con sus progenitores. Al tiempo que también favorecen relaciones con otros familiares establecidos en distintas regiones de Estados Unidos, como se destaca Castellano Collins (2014) en su artículo publicado en Genealogías Canarias: “Familia Castellanos: moyenses, indianos y cubanos”.

Madres Solteras por Elección (MSPE)

Una de las características en la conformación de nuevos modelos de familias en sociedades más industrializadas es la edad avanzada a la que acceden a la maternidad/paternidad sus progenitores –ya sea que éstas se conformen a través de relaciones coitales o recurriendo a la adopción, nuevas Técnicas de Reproducción Asistida (TRAs) o la gestación subrogada o por sustitución en países que lo permiten. En el caso de las adopciones internacionales de niñas/os en Canarias, la edad avanzada de las madres, además de explicarse como consecuencia de factores estructurales generales que afectan a todas las familias, como la incorporación de la mujer al mercado laboral productivo (fuera del hogar), control de la natalidad o crisis económicas, tiene que ver con condiciones específicas de carácter más cultural relacionados con género, generación, cursos de vidas y expectativas sociales aceptadas. Que, a su vez, interactúan con otros factores y condiciones estructurales específicas de otros países (estados-nación) a los que estas madres y padres se desplazan para adoptar a sus hijas e hijos, para acceder a las TRAs o a la gestación subrogada transnacional (Sánchez Molina 2023). La legislación española al respecto, mientras no aprueba la gestación subrogada o por sustitución, considerando únicamente como madre a la mujer que da a luz (gestante), permite en su primera regularización de 1988 que cualquier mujer pueda acceder a estas tecnologías siempre y cuando se haga de manera consentida, consciente y expresada por escrito. Debe tener más de 18 años y en sus plenas capacidades para actuar. Y aunque sin que se especifique, implica tanto a mujeres heterosexuales casadas como solteras al margen de su orientación sexual (Ley 35/1988). Abolida ésta con una nueva legislación en el año 2006, en esta última se especifica el acceso de mujeres solteras y lesbianas y se hace referencia explícita a la legislación sobre el matrimonio igualitario de 2005 (Ley 14/2006, Art. 6.1); estableciendo, por otra parte, que la donación de gametos o pre-embriones (ovacitos y semen) tiene que ser estrictamente anónima (Ley 14/2006, Art. 5.5). Esta legislación, que es más permisiva que la de otros países europeos, ha hecho que España se haya convertido, por otra parte, en un país de destino para seguir tratamientos de fertilidad de mujeres en Europa (Rivas y Álvarez 2020).

Entre el material etnográfico obtenido en Gran Canaria se recoge la trayectoria de cinco Madres Solteras por Elección (MSPE) canarias que acceden a la maternidad después de desplazarse a Nepal, durante la primera década del presente siglo, para tener a sus hijos/hijas. Todas ellas, mujeres económicamente independientes con estudios universitarios que trabajan en profesiones liberales relacionadas con la salud, la educación o el derecho, tuvieron a sus hijas/os después de los cuarenta años. Una vez que decidieron ser madres solteras, la primera opción de todas ellas fue el acceso a la adopción doméstica o nacional. Sin embargo, después de esperar durante casi una década para poder adoptar en Canarias, desistieron y optaron por la adopción internacional. Así y todo, y como muchas otras personas que se embarcan en procesos de adopción, ya sea nacional o internacional, tuvieron que enfrentarse a un largo y doloroso proceso antes de llegar conseguir los requisitos que las distintas legislaciones establecen para poder hacerlo (Howell 2009). Éste y otros procesos para acceder a la maternidad/paternidad a través de la adopción involucra seguir complejos procesos administrativos de idoneidad expedidos por sistemas administrativos o profesionales en los que puede intervenir distintos tipos de tensiones (prejuicios) relacionados con los ideales culturales de familia.6

De hecho, una de las mayores dificultades con las que tuvieron que enfrentarse fue la obtención del Certificado de Idoneidad (CI), requisito administrativo exigido por la actual legislación para todos aquellos ciudadanos que aspiren a adoptar u acoger menores de edad.7 Antes de recibir este certificado, tuvieron que pasar una serie de entrevistas con un/a psicólogo/a y un trabajador/a social encargados de realizar el informe psico-social que les acredite para iniciar el proceso de adopción (Marre y Bestard 2004). Ante estas dificultades, algunas de ellas señalan que cuando iniciaron sus respectivos procesos se establecieron directrices para limitar las adopciones fijándose, más que en la edad de las madres o padres intencionales, en su estatus social como personas solteras.

Estas dificultades se complican aún más a la hora de enfrentarse, como mujeres solteras, a los procesos burocráticos establecidos en las sociedades de origen de sus hijos/as. Como destaca una de estas madres, el proceso de adopción no resultó en principio como ella había esperado, ya que la primera vez que fue al país le asignaron una niña de un orfanato y le comenzaron a poner problemas con su expediente, según ella, por problemas de traducción del español al inglés, la lengua oficial con la que se realizaban las tramitaciones administrativas para la adopción en el país. Estos problemas de traducción hicieron que su proceso se demorara teniendo que comenzar de nuevo, una vez en España, el proceso de adopción. Además de estas experiencias, suelen surgir otras vicisitudes debido a denuncias de corrupción en los procesos de adopción, conflictos políticos, como fue el caso de la guerra civil que se dio en Nepal, entre los años1996 y 2006, que hico que el proceso de adopción de algunas de ellas se demorara aún más, o el predominio de instituciones familiares fuertemente arraigadas en culturas de carácter patriarcal/ patrilineal (Sánchez Molina 2023).

El género, la edad o el estatus social como solteras influye asimismo en la edad de los/as niños y niñas que estas madres canarias adoptan: entre cinco y seis años, puesto que los recién nacidos suelen adjudicarse a matrimonios heterosexuales y con menor edad. Como destacaba una informante que adoptó a su hija con 6 años, ésta “vino con memoria”, siendo conscientes, por ejemplo, de que sus madres biológicas los dejaron en un orfanato y/o de que tienen más hermanos/as que han sido adoptados por otras familias europeas. Con los años, no obstante, algunas de estas familias regresan al lugar de origen junto a sus hijos/as para conocer a sus madres biológicas, pudiéndose desarrollarse distintos tipos de relaciones con otros miembros de sus familias de origen.

Estos procesos fueron descritos por la antropóloga Chandra Kala Clemente Martínez (2021) en su etnografía Volver a los orígenes. En ésta, además de mostrar vínculos y relaciones transnacionales que se fueron desarrollando a partir de los encuentros que ciudadanos/as españoles tuvieron con sus familias de origen en Nepal, como también ha sido el caso de las hijas de algunas de mis informantes, señala cómo en estos procesos se refleja, a partir de relaciones asimétricas entre países emisores y receptores, la estratificación social de la reproducción de la familia.

Familias homoparentales (LGTBIQ+)

En Canarias, como se ha destacado previamente, las familias no-heterosexuales se visibilizan y aumentan, sobre todo, a partir de que se aprobara el matrimonio igualitario en 2005. Al incluir el derecho a la adopción, su legislación fue entonces pionera con respecto a las de los pocos países que entonces ya habían reconocido el matrimonio entre personas del mismo sexo.8 Estos cambios legislativos no impide, no obstante, y como sucede en otros países donde se reconoce las familias constituidas por personas del mismo sexo, que estos padres y madres tengan que enfrentarse a prejuicios de carácter homófobo una vez que inician sus procesos para tener a sus hijos e hijas (Leibetseder 2018). Como en el caso de la Madres Solteras por Elección (MSPE) y, como sucede en el resto de España, el bajo índice de natalidad en Canarias hace mucho más difícil para ellos acceder a la adopción doméstica o nacional. Y como sucede en el caso de la Madres Solteras por Elección (MSPE), cuando deciden tener a sus hijas/os en otros países no solo tienen que considerar la legislación nacional, que en el caso español permite la adopción a personas no-heterosexuales, sino las restricciones específicas que con respecto a género e identidad sexual se establecen en los países en los que se proponen adoptar, como son los casos, entre otros, de China o Rusia, cuyas legislaciones explícitamente prohíben la adopción a personas no-heterosexuales (Volkman 2005; Jociles y Rivas 2009). En Rusia esta prohibición se hace explícita en sus convenios bilaterales con España, y específicamente en 2012, prohibiéndose la adopción del mismo sexo a madres y padres intencionales que procedan de países donde el matrimonio igualitario ha sido aprobado. Mientras que la legislación China, favorecía la adopción a parejas heterosexuales y personas solteras mayores de 35 años hasta finales de los noventa, posibilitando que éstas pudieran adoptar individualmente sin declarar su identidad sexual. Sin embargo, con la reforma legal de 1998, no solo se limita considerablemente las adopciones a personas solteras, sino que se prohíbe oficialmente las adopciones a gays y lesbianas. En cualquiera de los casos, estas y otras limitaciones, hacen que las personas solteras y parejas no-heterosexuales requieran de muchos más recursos, esfuerzos y tiempo que las heterosexuales para poder ser madres o padres al margen de relaciones coitales (Berkowitz y Marsiglio 2007).

Foto: ABC
 

Este es el caso de la mayoría de mis informantes, hombres y mujeres de clase media, con estudios universitarios y con profesiones liberales que trabajan en el sector público y privado y que se han convertido en padres y madres entre los 35 y más de 40 años: las mujeres no-heterosexuales, sobre todo a través de la Fertilización In Vitro (FIV), como así permite la legislación española sobre reproducción asistida, y la adopción internacional. Con la excepción de dos matrimonios canarios, uno de mujeres y otro de hombres, que lograron adoptar a sus hijos recién nacidos con necesidades especiales en Canarias. Los demás, un matrimonio de hombres canarios adoptó en Brasil, después de que uno de ellos lo hiciera previamente como padre soltero, y otros diez varones casados, aunque de otras regiones de España, a través de la gestación subrogada transnacional en Estados Unidos (Sánchez Molina 2023).

En este último caso, aunque no se dispone de registros oficiales, se estima que la gestación subrogada en España ha superado, en los últimos años, al de las adopciones internacionales que, por otra parte, ha ido disminuyendo de manera significativa en la última década. Por otra parte, España en cabeza, después de Francia y Alemania, los países de la Unión Europea desde donde más padres y madres intencionales se desplazan a otros países para tener sus hijas/os a través de gestación subrogada (Levin et al. 2017). No obstante, se estima que solo una quinta parte de éstas (en torno al 20%), se identifican como personas no-heterosexuales (Marre, San Román y Guerra 2018). De ahí que, en estos procesos de transnacionalización de la familia, las personas solteras y casadas heterosexuales también desempeñen un papel relevante.

El acceso de personas solteras y parejas no-heterosexuales a la gestación subrogada en otros países es, no obstante, limitada, ya que la mayoría de los países en Europa la prohíbe, admitiéndose solo si es altruista a padres y madres intencionales residentes en países como Reino Unido, Grecia, Chipre y Portugal. La gestación subrogada comercial se permite solo a matrimonios extranjeros heterosexuales en Ucrania, segundo país de destino, después de Estados Unidos. A este país se desplazó un matrimonio heterosexual canario, informantes de estas investigaciones, para tener a su hijo antes de que estallara la guerra; después de que la madre se hubiese sometido durante cuatro años a tratamientos de fertilidad con sucesivos abortos debido a una enfermedad congénita. Así y todo, el acceso a la gestación subrogada de personas extranjeras, ya sea comercial o altruista, al margen de su orientación sexual es muy limitada. En la actualidad, solo dos países permiten su acceso a personas extranjeras no- heterosexuales: Estados Unidos, donde en algunos estados está regulada la comercial o altruista, y en Canadá, donde solo se permite la altruista. Y recientemente, el 25 de septiembre de 2022, se aprobó en Cuba, junto al matrimonio igualitario y la adopción homoparental, la gestación subrogada altruista denominada como “gestación solidaria”, sin que se haya desarrollado todavía toda su normativa (Rosas 2023).

Como se ha destacado previamente, según el INE (2021), las familias homoparentales constituyen un grupo establecido en Canarias, ocupando proporcionalmente, el índice más alto de España, un 4.16% de una media nacional del 3.41%. Así y todo, cabe destacar que, aunque el INE comenzó a registrar matrimonios del mismo sexo en 2011, sus datos no incluyen a padres no-heterosexuales solteros, parejas que no están casadas o medios a través de los que se forman estas familias: adopción, técnicas de reproducción asistida o gestación subrogada transnacional. De ahí que, como señala la demógrafa Alicia Cortina (2016), aunque la legislación española reconoce los derechos paternales de las personas no-heterosexuales es muy difícil conocer oficialmente tanto el número de familias homoparentales como los patrones reproductivos seguidos para tener a sus hijos e hijas.

Ilustración tomada de invdes.com.mx

Conclusión

Nos encontramos, por lo tanto, ante factores que sitúan la reproducción de la familia en Canarias en la intersección de local (regional/nacional) con lo global en los casos aquí seleccionados: el de familias transnacionales de migrantes de mujeres cubanas y venezolanas, familias de madres solteras grancanarias por elección (MSPE) y familias homoparentales canarias. Con todos en estos procesos de transnacionalización se da una mayor diversidad, que incluye, además de en otros grupos de migrantes procedentes de otros países, Padres Solteros por Elección (PSPE) que adoptan o

recurren a gestación subrogada transnacional o de parejas heterosexuales que tienen a sus hijos/as a través de la adopción internacional o la gestación subrogada transnacional.

En cualquiera quiera de estos casos, se muestra la adaptación cultural de nuevos modelos de familia en Canarias, al tiempo que estos contribuyen a transformaciones sociales en niveles local/nacional y global con respecto a la familia que plantean nuevos retos a los estudios antropológicos del parentesco y de sus genealogías. Entre estos, resulta de interés aspectos relacionados con el derecho de las/os niñas/os a conocer sus orígenes que, si bien está regularizado en el caso de las adopciones, no se da en el caso, por ejemplo, de los que nacen a través de las TRAs, puesto que la actual legislación española, a diferencia de la de otros países, establece como criterio la donación anónima de óvulos y semen o de los “donantes reproductivos”. De ahí que en los estudios actuales antropológicos haya un especial interés especial en lo que se denomina “la revelación de los orígenes” a niños y niñas nacidos a través de las TRAs (Jociles y Rivas 2009). Desde el punto de vista de los procesos de transnacionalización de la familia esta cuestión también resulta relevante puesto que también los óvulos y espermatozoides cruzan fronteras. A este respecto podría señalarse que puesto que la donación de esperma y óvulo no está permitida en muchos países o no responde a la demanda en países donde sí se permite, como es el caso del Reino Unido en Europa, estos se obtienen de donantes de otros países como Dinamarca, Bélgica o España. Hasta el punto de que, por ejemplo, según el equipo Mahmoud Salama et al. (2018: 1279), casi la mitad de la donación de óvulos en Europa procedía de España.

NOTAS

1 Para esta ponencia fueron seleccionadas las historias migratorias de tres familias de estas genealogías: la migración de la familia Hidalgo Zambrana a Luisiana a finales del siglo XVIII, cuando este estado estadounidense era colonia española de Cristina López-Trejo Díaz (2012); la de la familia Marrero Alfonso a Costa Rica, en la segunda mitad del siglo XIX de Juanita Elsa Morúa Miranda (2015); y la de la familia Castellano a Cuba, desde mediados del siglo XIX, cuando todavía era colonia española, hasta la tercera década el siglo XX de María Castellanos Collins (2014).

2 En 2021, los datos del INE registran 5.073 matrimonios del mismo sexo, 2.867 de mujeres y 2.206 de varones. Siendo el porcentaje nacional del 3,4 por ciento, en Canarias se registra el 4,87 por ciento (un total de 384: 211 de mujeres y 173 de hombres), seguido de Madrid con el 4,16 por ciento (un total de 930: 481 de mujeres y 449 de hombres), País Vasco con el 4,11 por ciento (un total de 250: 150 de mujeres y 100 de hombres), Valencia el 3,8 por ciento (un total de 830: 553 de mujeres y 277 hombres), Cataluña el 3,6 por ciento (un total de 868: 530 de mujeres y 338 de hombres) y Andalucía el 3,09 por ciento (un total de 833: 462 de mujeres y 371 de hombres).

3 Basándome en investigaciones etnográficas previas sobre familias transnacionales centroamericanas en Estados Unidos (Sánchez Molina 2004; 2015; 2016b) y sobre ecuatoguineanas en España (Sánchez; Galiano y López 2018), esta presentación se basa en material etnográfico obtenido en Gran Canaria con familias de migrantes cubanas y venezolanas, entre otros grupos, para la elaboración de un proyecto de investigación sobre maternidades y paternidades transnacionales en Canarias. Y, por otra parte, con madres solteras canarias que han adoptado a sus hijas/os en el extranjero, y con padres y madres no- heterosexuales que también han adoptados a sus hijas/os en otros países, incluyendo material proveniente de matrimonios que tuvieron sus hijos/as mediante gestación subrogada en otros países. Estos últimos datos etnográficos, para dos proyectos de investigación nacional I+D+i de nivel nacional sobre nuevas conformaciones familiares desde una perspectiva de género y transnacional (Sánchez Molina 2022; 2023).

4 María Castellano Collins (2014) en Genealogías canarias en su artículo “Familia Castellanos: moyenses, indianos y cubanos” y cómo estrechas relaciones que siguieron manteniendo propiciaron nuevas migraciones de “ida y vuelta”. O Karen Cabrera Conde (2013) “Los Cabreras de Puntallana: Cinco siglos de Historia” que emigraron a Cuba desde La Palma en 1908 asentándose en Cabaiguán, que se convirtió, según su autora, en la mayor diáspora canaria en Cuba.

5 Luisa Henríquez Guerra (2022a) “Familia Peñate Oriundos de Gran Canarias” quien narra la migración del padre de su marido, el grancanario León Juan Peñate Bravo de Laguna, que emigró a Venezuela en 1956 como consecuencia de las condiciones estructurales que se dieron durante la posguerra en las islas, destacando que sus hijos fueron llegando a Venezuela varios años después. O Henríquez Guerra (2022b) en su artículo “Los Hernández Crespo. De Tenerife a Venezuela”, nos informa que es venezolana que desde el año 2004 vive en Cádiz. O Beatriz Pestana Osuna (2015) en su artículo “La huella canaria en Venezuela”.

6 A este respecto, como otros estudios han señalado (Howell 2004), los representantes de las administraciones públicas –ya sean psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales u otros agentes del sistema– tienden a ver la adopción, y en particular la internacional como una experiencia problemática y potencialmente perturbadora para los adoptados, aunque la mayoría de los menores adoptados suelan adaptarse bien a sus nuevos entornos gracias a los esfuerzos de sus madres y padres para emparentarlos.

7 Requisito restablecido por la Ley Orgánica 1/1996 de Protección Jurídica del Menor (BOE, 15 de 17 de enero de 1996, artículo 9, apartado 5) para los aspirantes a la adopción internacional de menores.

8 Ley 13/2005 del Código Civil Español que define el matrimonio como la unión entre dos personas sin hacer referencia al sexo. Con esta legislación se permite la adopción conjunta, así como la de hijas/os de sus cónyuges.

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