JUAN MANUEL RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
A manera de presentación
documentos que han sido determinantes, si ello
significa avalados por una exhausta revisión de estudiosos impenitentes[1] en algunos de nuestra geografía hispánica y que son, por otra parte abundantes y copiosas en sus estanterías, con la intención única de poner en el alero acontecimientos recogidas de páginas apócrifas que pasaron de puntilla sobre acontecimientos quizás entonces sin interés, pero que desentrañan ciertos sucesos que pueden suponer de utilidad de una u otra forma y que jalonan una investigación, y “transversalmente” (acepción puesta de moda) dan datos para otras. Este camino se nos antoja arduo porque se puede saltar de pesquisas lineales a manuscritos circunstanciales que sirven de plataforma en estudios paralelos, y que con una serie de matices se adentra en la historia veraz y escrita con mayúscula y que, en nuestro trabajo, tiene gran relevancia el tránsito hacia nuestros dominios americanos plagadas de abundantes crónicas y convertidas en una realidad prodigiosa, y que añade veracidad y singularidad a las Afortunadas, y da encaje a base a las mismas, si se nos permite la expresión, dispersas y reunidas a retazos, con sorprendentes revelaciones que día a día han obrado que el archipiélago vaya adquiriendo de uno a otro confín una universalidad real.
Antecedentes
Doña Clara Eugenia de Austria, “considerada históricamente como infanta de los reinos hispanos” que en documentos ya caligrafiados en Las Palmas (de Gran Canaria) se le concede la distinción de Doña, excepcional para gente del común, si bien hay que aclarar que en Castilla se denominaba de manera no discriminada entre nobles y gente de bien de probada hidalguía, profesionales de la artesanía y menesteres manufacturados de entonces, que a partir el siglo XVI se consideraba un tratamiento que aparece en muchas informaciones de varias índoles como actas notariales, registros eclesiales, nominaciones en escrituras municipales, etc. Por tal circunstancia, no nos debe llegar a engaño tal tratamiento como señal exclusiva a personas de calidad superior rayana a la nobleza o en los aledaños de la realeza de la época[2], desarrollamos la tesis que ya constituye un “clamor” bibliográfico, que era hija de Gabriel de Espinosa tenido como el pastelero del Madrigal y de Doña Ana de Jesús de Austria, recluida en primera instancia como novicia forzada y sin vocación en el convento de Nuestra Señora de la Gracia en la Real Villa (se trata del Madrigal de las Altas Torres, cuna de Isabel I la Católica). Parece que embaucada concibió la criatura después de perpetrarse un simulacro de matrimonio, pero consumado no sabemos si antes o después, llevado a cabo por el vicario de las monjas agustinas y coadjutor en el convento e involucrado en la farsa, Fray Miguel de los Santos, en connivencia con el falso pastelero de desconocido origen (parece procedente de Toledo, sin confirmar documentalmente) y que se hizo pasar por su primo, Don Sebastián de Portugal, trama que derivó posteriormente en el famoso proceso donde este individuo fue ejecutado en la horca, junto al “cura” acusado de maquinaciones encaminadas a usurpar los derechos de sucesión al reino lusitano que, como sabemos, corresponderían a Felipe II, a través de su madre la emperatriz Isabel de Portugal, de la casa de Avis, por la desaparición de Don Sebastián en la famosa batalla de
Madrigal de Torres Altas |
Alcázar–Kebir (Alcazarquivir); la sucesión abriría entre comillas un litigio, y por arte de birlibirloque la diplomacia hispánica frente a otros pretendientes acabaría dando el trono al entonces rey de España y permitiendo la reunificación peninsular como todos conocemos. En el Archivo General de Simancas se conserva el proceso del "Pastelero de Madrigal"[3], o Proceso de Madrigal, declarado materia reservada y secreto de Estado por el duque de Lerma el 23 de septiembre de 1615, con lo que no pudo ser investigado hasta que, a mediados del siglo XIX, se levantó el secreto procesal: Felipe II, a colación de legajos remitidos a su autoridad como Monarca y en su caso con responsabilidad subsidiaria, había escrito en notas al margen en documentos procesales del referido caso del Madrigal:“Este nombre de Clara Eugenia es uno de los grandes indicios que hay por mí, de ser su hija –de doña Ana de Austria-, sobrina del monarca- que el preso no tenía por qué darle ese nombre”. Según una versión, la niña vivía en la celda de la religiosa y según otros, en su casa. Es posible que la niña llegara a vivir al convento tras el arresto de su padre. En una carta, su madre se refiere a ella como a su hija. Las suposiciones del rey parecen más que ciertas y fueron confirmadas en el siglo XX. La autora de una obra (Mercedes Fórmica, 1997)[4] sobre la monja Ana de Jesús comenta que un día una familia de Las Palmas de Gran Canaria la llamó para comunicarle que a su familia la apodaban “Las Sebastianas”, este es el único lazo anecdótico de conexión entre una y otra historia, sin que encontremos otra relación con D. Sebastián, si exceptuamos una tradición poco creíble conservada por los descendientes directos de los Meneses, nobles portugueses, cercanos a Don Sebastián y sobrevivientes de Alcázar–Kebir (Alcazarquivir), quienes acogieron, criaron y educaron a la niña Clara Eugenia en una finca en la frontera lusitana próxima a Ciudad Rodrigo (Rodríguez Díaz de Quintana, 1980[5]; Muñoz, 1990[6]). “Esta familia pertenece a la rama de los Guedes de Lisboa, estantes en Las Palmas (de Gran Canaria) como primeros pobladores y fundadores. El apodo de la familia se debe a que eran descendientes por línea femenina del desaparecido don Sebastián. Clara Eugenia había llegado a la isla en 1629 con el séquito del obispo don Cristóbal de la Cámara y Murga natural de Arciniega en la provincia de Burgos. Su primer esposo, Pedro Pablo Rey, (parece que argumentó como natural de la Ribera de Génova, aunque en la partida matrimonial figura como natural de los Reinos de España; Mercedes Fórmica, extrañada de la baja condición del oficio de este individuo, no descarta la posibilidad de que en realidad fuera «algún personaje», cuya verdadera identidad convenía ocultar) habría sido el cocinero o repostero del obispo (Natalia Silva Prada, 2014)[7].
Ítem de textos imprescindibles
Se ha mencionado los “Autos”, etiquetados por uno de los investigadores en nuestras pesquisas de relevancias para estas investigaciones, se trata del profesor Esteban Ruiz Alemán: Autos de ynbentario y almoneda de los vienes que quedaron por fin y fallesimiento de Doña Clara Eugenia de Austria en uirtud del testamento debaxo de cuya dispusision murió, por hauer dejado a su alma por la heredera. Y conpetencia con la Justigia hordinaria desta Ysla sobre el conosimiento desta causa (“Autos” tomados por Ruiz Alemán, 2002)[8]. “Empecemos recordando los datos ya publicados sobre Clara Eugenia. La justicia real se apoderó de ella en las primeras acciones contra doña Ana y su amante. Tras el ajusticiamiento en la horca de este último (agosto de 1595) y la condena de la primera a reclusión perpetua en el monasterio agustino de Ávila, el ama de cría de la niña suplicó a las autoridades que buscaran una familia que la tomara a su cargo. Luego, en febrero de 1629, tenemos a una Clara Eugenia de Austria velándose en Las Palmas con Pedro Pablo Rey; y, ya viuda, repitiendo enlace en la misma localidad con Manuel de Morales, en diciembre de 1636. Su primer marido testó en enero de 1636; y ella lo hizo, también en la ciudad de Las Palmas, el 1 de noviembre de 1648. A partir de estos parcos apuntes, Mercedes Fórmica establece una secuencia cronológica que pasa por la identificación de ambas Clara Eugenia en una sola persona. De acuerdo con su encadenamiento de los hechos, Ana de Austria se habría encontrado en secreto con Clara Eugenia en Sevilla en 1628, quien entretanto había sido madre de un hijo natural llamado Juan. Luego, la pondría bajo la protección del obispo Cristóbal de la Cámara Murga, recién electo para la mitra de Canarias (había sido propuesto por Felipe IV en marzo de 1627 y nombrado por Urbano VIII en noviembre), quien se encontraba en Sevilla en aquel momento, y con cuyo cocinero celebró misa nupcial en Gran Canaria (Ruiz Alemán, 2002)[9]. En este repaso bibliográfico encontramos el trabajo de Adelaida Sagarrra Gamazo sobre una semblanza de Doña Ana de Austria, en donde se relacionan entre diversos acontecimientos de su dilatada vida conventual el “incidente” del Madrigal con el falso pastelero en los prolegómenos de sus hábitos, no se recoge ningún aspecto sobre su preñez o “estado de buena esperanza” y posterior alumbramiento de una hija fruto de sus relaciones con el fingido Don Sebastián, se trata de todo un panegírico virtual cuasi santoral de Doña Ana, libre de aquel amancebamiento o víctima de un engañoso desposorio que tuvo sus fruto, exonerada y elevada a esta altísima dignidad de Abadesa de Huelgas por la magnanimidad de su primo S.M. Felipe III (Sagarra Gamazo, 1994)[10].
Ya casada en segundas nupcias, adquirió una casa terrera en la capital grancanaria, en el barrio de Triana, cerca del puente de palo, abriendo en ella una tienda que costeó con su propio caudal, puesto que Manuel de Morales no aportó nada a esta unión (por el contrario, fue ella la que sufragó sus gastos personales y comerciales). Lindaba con las casas de doña Juana de Sosa, por la trasera con la casa del armero Mendoza, y la fachada daba a la calle real que iba al convento de San Francisco (AHPLP: Protocolos Notariales, núm. 1172, f. 559 vto.). Repárese en la ubicación de esta casa dentro de la ciudad: en el margen sur de un barrio tradicional de comerciantes, artesanos y mareantes (Triana), justo enfrente de Vegueta, el sector señorial por excelencia de la urbe (Alemán Ruiz, 2002[11] ; Quintana Andrés, 1977[12]). Se cuenta que ella aportó en Gran Canaria una buena bolsa de Doblas de Real desde Sevilla, cuestión que también contribuye a pensar que recibía alguna dotación de caudales procedente de su madre Doña Ana de Austria, infanta que dispuso de un poder considerable y disponía de considerable peculio[13].
Foto de Luis Ojeda. FEDAC. |
Vivienda de la “Infanta” en Las Palmas
Fue siempre de nuestro interés el patrimonio cultural en el que se sitúa el legado urbano, hasta ahora maltratado por mor de la modernidad o falta de valoración de un patrimonio que se minusvalora por no estar historiado adecuadamente, o no se ha explicado su importancia dentro nuestro acervo histórico-cultural, las consecuencias no se hicieron esperar con los derribos indiscriminados de viejas casonas, casitas o cuchitriles, indiferentemente de la arquitectura sino de su contexto histórico, de edificios sin duda de incalculable valor etnográfico situados en nuestros históricos casco de la capital Vegueta-Triana en Las Palmas de Gran Canaria; como antídoto a la escasa atención que presumiblemente no ha sido suficiente, es de obligado cumplimiento de aquellos, que aún se conservan y cada vez más valorado por sucesos acaecidos y localizados gracias a las plantas de la ciudad por varios geógrafos, agrimensores y eruditos suponemos a base de encargo de la Corona, Regencia, Obispado y otras instituciones, no solo nos anima a conservarlos como valor patrimonial, sino incluso vivencial; queremos decir con tal apreciación que existe una coyuntura primigenia de valores como serían, su pertenencia, sucesión, e inquilinos, etc. Estos valores los concebimos nosotros por la calidad de personajes destacados como herramientas genealógicas, y que aunque no decisivos en la Historia de Canarias sirven bien como curiosidad para aquellos que querríamos situarnos en estos avatares convulsos, si se quiere, en el desarrollo de lo que hoy es una Gran Urbe. Parece que las versiones que se nos ofrecen en la bibliografía sitúa la casa de Doña Clara Eugenia en la actual calle Lentini, entonces margen izquierda de nuestro barranco de Guiniguada que suponemos camino de tierra y barrizal en los peores tiempo de nuestros inviernos o periodos de pluviosidad, siempre variables en nuestra ciudad dentro de los meses de primavera e invierno, y además teniendo en cuenta de las crecidas de nuestro barranco en tales épocas como producto de las copiosas lluvias de nuestras “medianías”, que afecta a lo que sería hoy el teatro Pérez Galdós, zona de “mareantes” que enlazaba en cierta manera con San Telmo: Casa terrera dedicada en parte a comercio y parte a vivienda, que parece coincidir, en todo caso, en uno de sus laterales en la frontal del Guiniguada con la esquina de Triana que en la actualidad se atribuye como su vivienda (del siglo XVII y por otra parte de dos plantas), no obstante no se descarta la casa de la esquina de Triana barajada en el documentado trabajo periodístico impecable del memorialista y genealogista Rodríguez Díaz de Quintana[14] dado que los planos de la ciudad en el periodo que abarca desde el siglo XVI al XVII (aquellos que describen la ciudad en un periodo estimado entre los levantados por Torriani a Pedro Agustín del Castillo[15]) en tal esquina se aprecia espacio para otras vivienda, a lo sumo dos en Lentini hacia el aluvión del margen de sedimento donde fue levantado tres siglos después el teatro Pérez Galdós, si bien existe algunos datos que indican que la original fue derribada a finales del XIX, donde aparece según imágenes tomadas de FEDAC (Luis Ojeda) una casa terrera peculiar en estas coordinadas, y que estaría situada sin temor a equivocarnos en lo que actualmente es el edificio que albergó la tienda y almacenes comercial de géneros de ropa, mercería, etc. Lantigua, en actividad hasta nuestros días. Por último, según nuestros datos específicos sobre nuestras construcciones en su categorización de viviendas describe las casas de dos plantas a semejanzas con aquellas de Vegueta que en la segunda planta albergaba uno o varios balcones[16].
Plano de Las Palmas del siglo XVII |
Su hijo D. Juan de Rojas y Austria: derroteros
A raíz de su testamento y como comienzo de un largo proceso, se trato de dilucidar si doña Clara Eugenia tendría herederos forzosos (se refiere quizás a directos como hijos). La Audiencia real se amparaba en la existencia de un hijo de la difunta, llamado Juan de Rojas, a
Línea genealógica historiada
Recapitulamos
con la documentación probatoria de la línea sucesoria de Don Juan de Austria príncipe bastardo y
reconocido por su padre el Emperador Carlos I de Habsburgo, hijo de Bárbara
Blomberg Lohman, mujer
que desató encontradas pasiones en el Emperador del Sacro Imperio Romano-Alemán
que parece miembro de su séquito y que
alegró la vida al Emperador por su
belleza y su gentileza en tañer perfectamente el laúd, en un período al parecer
breve de tiempo; originaria de un pueblo
cercano de la ciudad alemana de Ratisbona, gozó de considerables rentas
y se la trajo al final a España. Don Juan una vez reconocido y elevado a la dignidad de
príncipe, y después de una exquisita educación en letras y armas según
transcurría su paso de infante a mozo, destaca, posteriormente, después de un
par de lustros, en diversas acciones de
campañas encomendadas por su padre y su hermanastro Felipe II; hombre de
inteligencia preclara en el terreno militar y diplomático, muchos autores
indican que fue mente producto de una liberación de la consanguinidad y porque
se había librado de los cruces endogámicos existente en la casa de Austria y de la mayoría de los
cetros soberanos europeas de entonces. Esta sucesión bastarda no entra en el
terreno de las especulaciones sino una realidad histórica que se recoge como
hecho en los diversos trabajos y tratados, a los que no nos hace falta
referirnos bibliográficamente dado que son de dominio común. Los contemporáneos
retratan a Don Juan de Austria como un joven de muy buena planta y presencia
distinguida. Se conocen y están registradas diversas aventuras amorosas,
anotadas dado que estaba vigilado por los espías del Imperio que pulsaban su
temple y comportamiento como futuro militar y estratega que, como hemos
significado, fue destinado a importantes empresas que su padre y hermano le
tenían reservadas para el mantenimiento de fronteras y expansión imperial.
Basta con esta confianza para encontrar en este joven su predisposición
heredada para ser un personaje absolutamente imprescindible para las causas que
le fueron encomendada a pesar de su prematuro fallecimiento. No llegó a
contraer matrimonio, algunos autores explican que la condición de bastardía
cercenaba cualquier aspiración a un casamiento con la realeza de las distintas casas europeas y/o principescas
del basto panorama que se ofrecía para tal fin en el Imperio y sus confines,
pero quizás por su precipitado óbito, no tuvo
lugar los desposorios deseados
por su hermano, a los que tenía derecho por reconocimiento, ejemplaridad, y
méritos propios como administrador y valedor de su padre y hermano en la
consecución de todas aquellas empresas,
con algunos desaciertos a los que sobrepasaban los éxitos que fueron
fructíferos e incalculables. Mediante su relación cortesana, no precisamente amorosa,
con la Princesa de Éboli fue la base de sus relaciones con un aristócrata
miembro de la casa de Mendoza, María de Mendoza[23] (María de Mendoza, madre
de doña Ana, es un personaje del que se tienen pocos datos, pero que aparece
vinculado a los condes de Coruña y otras casas nobiliarias de la época). De estas
relaciones doña María
parió una niña, primera criatura que se supiera
engendrara por Don Juan de sus múltiples amoríos, Ana de Austria, que la
entregó para su crianza a Doña Magdalena de Ulloa, las peripecias de esta niña
ya han sido suficientemente estudiadas en asequibles trabajos de referencia. Tuvo
otra hija con una relación posterior con Diana de Falangola: Juana. Posteriormente se relacionó
con Zenobia Saratosia, de la que tuvo un hijo,
muerto al poco de nacer, y con Ana de Toledo, esposa del alcalde de Nápoles. Las
niñas fueron remitidas a espacios conventuales. Igualmente, como
anteriormente hemos señalado, esta condición bastarda no entra en el terreno
especulativo historiográfico y se recoge sin que hubiese resquicios de dudas en
la historia de nuestro país, a la que no cabe también en este caso alguna
conjetura que pueda alterar hechos aceptados
A partir de que Doña Ana de Austria se encuentra en cinta comienza el terreno especulativo sobre esta sucesión genealógica, creemos que ya había fallecido su padre en tales circunstancias, Don Juan de Austria, pero su cohabitación, preñez y parto fueron históricamente ceñidas a una realidad que aunque insólitas se recogen en documentos que hoy se pueden considerar inamovibles en el acontecer en los anales del siglo. Se ha descrito con cierta minuciosidad y respaldada por sobrada documentación con los hechos del Madrigal, que no hace falta reiterar ni reescribir, lo verdaderamente importante fue el destino del fruto de estas relaciones, que se sellan en diferentes partidas contradictorias que convergen en una absoluta y aceptada historia. La niña nacida en tales circunstancias23 parece que fue protegida en el convento por su propia madre y que, posteriormente, por motivos obvios destinada a ser acogida por una familia: su crianza y educación con los Meneses, su radicación en Sevilla donde se encontraría posiblemente con su madre Doña Ana, su relación allí instalada siendo aún damisela con el tal señor de Rojas, y que como fruto de la misma aparece un hijo, Don Juan; su estancia en Madrid en una fecha sin concretar , la encontramos como doncella de la marquesa de Auñón, en los aledaños de la Corte, posteriormente en Tenerife para reivindicar el apellido de su hijo, el hecho de que su hijo adoptara el apellido Rojas es un reconocimiento explícito de su filiación por línea paterna, bien voluntariamente otorgada voluntariamente por el tinerfeño, bien revindicada por Clara Eugenia, lo cual explicaría su estancia en Tenerife[24]; su traslado con el niño a Gran Canaria en la comitiva que precede el traslado a la silla episcopal de Canarias de Monseñor de la Cámara y Murga[25], matrimoniada con su bendición con Pedro Pablo Rey, también subrogado como padre de Don Juan, etc. Documentada y esparcida como dados de juego de azar que no aclaran definitivamente su filiación, solo aquellas derivadas de las manifestaciones de Doña Clara Eugenia de Austria.
Consideraciones finales
Era de suponer que después de una relación genealógica bastarda los últimos eslabones perdieran importancia dentro de la escala de rangos parentales dentro de la realeza, como el caso de Doña Clara Eugenia y su hijo Juan, a los que parece que no se les acepta dentro de tales presupuestos; sin duda su traslado a Gran Canaria, con o si el “infante”, pasa totalmente desapercibida para la burguesía aristocrática canaria, que con la que no mantuvo relación alguna, si nos atenemos a la documentación, y exceptuamos el contacto en la escuela con un Manrique de Lara que entonces se les consideraban destacados burgueses, al margen entonces de la nobleza de abolengo y titulada.
Si nos queda patente su tratamiento de Doña como ya quedó aclarada y avaladas por varios documentos que fueron aportados en sucesivas pesquisas de todo tipo de índole, ya sea notarial, registral, testifical, etc. Así mismo se hace constar sobre su modus vivendis que aunque su nivel de vida no era comparable ni por asomo a los estratos más altos de la sociedad canaria era sin embargo desahogado Por ejemplo, en la tienda no se consigna nada que refrende la opinión de que se dedicaba al comercio de vinos; en cambio, abundan las telas y géneros propios de una mercería, y, nota curiosa, un cierto número de objetos de arte[26].
Creemos que aunque fuese conocida su filiación por estas pruebas documentales era desdeñada por esa clase alta privilegiada pero desconfiada por el hecho de que cómo protegida del Obispo, no fuera presentada según su correspondiente categoría. Y si lo fue de alguna manera no le valió su paso a estatus superior obviamente a otras clases pese a su origen bastardo. Por el contrario vemos como testigos de sus segundas nupcias personas que se pueden considerar de calidad dentro del ámbito grancanario como apunta Mercedes Fórmica[27].
Su entierro según las fuentes consultadas después de su muerte acaecida sobre 1648 gozó de cierta notoriedad y sus exequias fueron costosas según se recoge en los documentos señalados, de lo que se colige su importancia entre vendederas y comerciantes del barrio de Triana. Conducida al convento de San Francisco fue acompañada por una muchedumbre al parecer de pobres y recibida en hileras alineadas a ambos flancos de franciscanos y dominicos con cirios encendidos (Rodríguez Díaz de Quintana, 2015). Allí fue enterrada y en la actualidad lo recoge y significa, junto a otras importantes damas de nuestra ciudad, una placa marmórea votiva que en la actualidad alberga una de las paredes de la actual parroquia de San Francisco. Bajo su suelo pavimentado en distintas etapas de sus varias reformas, se encuentran losas sepulcrales que en algunos casos fueron esculpidas y que quizás entre las mismas se encontraría la de Doña Clara Eugenia, extremo no dilucidado por documentación fiable[28]. En un futuro quizás no muy lejano, en alguna excavación apropiada que cuente con soporte documental, podrían encontrarse restos que analizados por las técnicas para obtener ADN mitocondrial por PCR[29], podría dilucidar la pertenencia a los Austrias de Doña Clara Eugenia. Esto que apuntamos es una remota posibilidad que barajamos en una era preparada para tal aplicación pero de dudosa practicidad por lo costoso que supondría y sin mayor trascendencia para la historia de Gran Canaria.
Nuestra recurrente afición a la heráldica, nunca disimulada en algún que otro trabajo, deseamos por último ilustrar de manera simbólica las armas que pudiesen ostentar Doña Clara Eugenia que serían aquellas que corresponderían a las Infantas de la línea de Don Juan de Austria pero en clave de bastardía[30] si se quiere pero cercanas a las reglas heráldicas al uso. Primero los blasones pertenecientes a infantas (damiselas), infantes con minoría de edad, viudas, o de solo para descendencia femenina en abadías y claustros, aparecen con contornos romboides, donde se plasmarían los cuarteles, muebles y demás figuras que la conforman según sus ascendencias y linajes. Naturalmente no sería posible describirla pero se acercaría mucho a la de su prima Doña Isabel Clara Eugenia de Austria, exceptuando algunos componentes que no serían aplicables, y quizás ni siquiera extrapolables. No obstante, ahí queda como emblema extensivo de los Austrias. Quizás faltarían otros cuarteles con muebles que fueran reconocibles según su ascendencia paterno-filial pero que ignoramos si serían aplicables, y que puedan existir, que dudamos, plasmado en algún documento. Hacemos votos para que las nuevas generaciones de investigadores en las Genealogías Canarias aporten nuevos datos a quienes se dedica este trabajo.
[1] Caro Baroja, J. 1973. Prólogo en:
Fórmica, Mercedes. La hija de don Juan de Austria (Ana de Jesús
en el proceso al pastelero de Madrigal). 2ª Edición. Págs. 11-14.
[2] Alemán Ruiz, E. 2002. Nuevos datos de la presencia de Doña Clara Eugenia de Austria. El Museo Canario, LVII, 2002. Pág. 33.
[3] Fórmica, Mercedes, 1997. El misterio de Doña Clara Eugenia de Austria. Anuario de Estudios Atlánticos, 1997, nº 43. Págs. 199-200.
[4] Fórmica, M. 1973. La hija de don Juan de Austria (Ana de Jesús en el proceso al pastelero de Madrigal). Prólogo de Julio Caro Baroja. 2ª ed. Madrid; Editorial Revista de Occidente, 1973 (3ª ed. en 1975).
[5] Rodríguez Díaz de Quintana, M. 1980. Historia de la familia Guedes. Mimeo p 213 (disponible en El Museo Canario).
[6] Muñoz García, S. 1990. Don Sebastián I de Portugal. El Rey mártir. Su posible destierro y muerte al sur de Gran Canaria. 1578-1608. Gráficas Tirma. Las Palmas de Gran Canaria.
[7] Silva Prada, N. Otro Don Sebastián y la historia de un fraile, una dama y un pastelero. Hypotheses. 13 diciembre 2014, visitada en 20 de enero 2023.
[8] Alemán Ruiz, E. 2002. Nuevos datos… Págs. 30-31. Autos: Estos autos se guardaban en una vieja carpeta junto a otros testamentos e inventarios de bienes. Posteriormente a nuestra consulta fueron puestos en una caja aparte de la sección Notaría. En adelante, se citará como Autos.
[9] Ibid. Págs. 45-46.
[10] Sagarrra Gamazo, A. 1994. Semblanza de Doña Ana de Austria, Abadesa de la Huelgas de Burgos. B.I.F.G. Burgos. Año LXXII1, n. 9209 (1994/2). Fue tan popular el suceso que son innumerables las versiones literarias del hecho. Tal vez las más populares sean las de Don José de Zorrilla “Traidor, inconfeso y mártir”, o la de Cañizares: “El pastelero del Madrigal”.
[11] Alemán Ruiz, E. 2002. Nuevos datos… Págs. 32-33. Lindaba con las casas de doña Juana de Sosa, por la trasera con la casa del armero Mendoza, y la fachada daba a la calle Real que iba al convento de San Francisco.
[12] Quintana Andrés, P.C. 1997. Producción, ciudad y territorio: Las Palmas de Gran Canaria en el Seiscientos. Universidad de Las Palmas de Gran Canarias, Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas. En la página 63, tenemos: mientras que los productos de la tierra se expedían en las tiendas o eran vendidos por un nutrido grupo de vendederas que pululaban por toda la ciudad. Estas mujeres debían recurrir todos los años ante el Cabildo secular de la isla para legalizar su condición y dar una fianza para desempeñar su oficio. Su número variaba en función de los avales la demanda o la coyuntura general. De esta manera, en 1664 se registra la legalización para desempeñar tareas de mercaduría a 24 vendederas, en 1666 son ya 26 y en 1672 su número en la comarca de Las Palmas asciende a 28. Las calles que transitaban y solicitaban eran prioritariamente la Mayor de Triana y la Carrera y, en menor medida, las de Vegueta o las zonas exteriores a la ciudad, caso de los lugares de Tamaraceite y San Lorenzo.
[13] Alemán Ruiz, E. 2002. Nuevos datos sobre la presencia de doña Clara Eugenia de Austria en las islas Canarias. El Museo Canario, LVII, 2002. Págs.v41-42: …que Clara Eugenia hubiera abandonado la España peninsular con una bolsa de dinero generosamente provista o con el derecho a una renta vitalicia con- cedida por doña Ana de Austria (que, como abadesa del famoso monasterio de Las Huelgas, tenía a su alcance importantes medios económicos e influyentes relaciones sociales).
[14] Rodríguez Díaz de Quintana, M. 2015. La bisnieta bastarda de Carlos V en la calle de Triana. Dominical del diario “La Provincia”. Las Palmas de Gran Canaria, págs. 43-45. (tomado de la hemeroteca de El Museo Canario): “…compra una casa destartalada en el barrio mercantil de Triana, en las márgenes del barranco y frente al Puente de Palo; la reparó e instaló en la parte baja una lonja para que su cónyuge se dedicase a la comercialización de vinos. También le compra a su nuevo marido un barco pertrechado con todo lo necesario para realizar largas travesía por el resto del Archipiélago y la cercana costa de África”.
[15] Herrera Piqué, A., 1978. La ciudad de Las Palmas. Noticias históricas de su urbanización. Los más antiguos planos de Las Palmas, págs. 68- 71. Grabados en fotografía de varios planos en páginas intermedias. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Quinto Centenario de la fundación de la ciudad. Litografía Romero, S. A.
[16] Fraga González, C. 1990. Urbanismo y Arquitectura anteriores a 1800. La Biblioteca Canaria. El Arte en Canarias. Centro de Cultura Popular Canaria. Litografía Romero. La Laguna S/C. de Tenerife. Págs.20 -21. …Según Viera y Clavijo las casas de este barrio (Triana) eran bajas, chicas y todas de azotea. De modo que el célebre polígrafo parece establecer una distinción respecto a la señorial Vegueta, con mejor arquitectura doméstica.
[17] Sagarrra Gamazo, A. 1994. Semblanza de Doña Ana de Austria, Abadesa de la Huelgas de Burgos. B.I.F.G. Burgos. Año LXXII1, n. 9209 (1994/2). Pág. 334. La historia de Don Juan de Austria con bastante veracidad lo recoge el Padre Coloma en Jeromín, en que se basó el magnífico film de 1953, con tal nombre, dirigido por Luis de Lucía.
[18 Gaspar de Rojas casó por segunda vez con doña María de Cabrera, uno de sus hijos fue Francisco de Rojas, escribano público que acompañó a Don Pedro Fernández de Lugo en su expedición a Santa Marta. (Archivo Acialcázar: legajo Rojas. Cebrián Latasa, J.A. 2003. Ensayo para un Diccionario de Conquistadores de Canarias, Edit. Gobierno de Canarias. Machado, J.L. 2014. Libro del Poblamiento de Tenerife: Estudio del manuscrito de don Juan Pérez Santos y don José María de las Casas López sobre libros parroquiales y escribanías. Volumen 2, tomo I). Información facilitada por Eugenio Egea Molina en enero de 2023.
[19] Viera y Clavijo, J. Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, 1967. 6ª Edic. Alejandro Cioranescu. Libro X. De Don Agustín de Herrera y Roxas. Págs. 727-733. Añadimos además que Don Agustín Herrera y Rojas, conde de Lanzarote tenía orígenes en la nobleza andaluza.
[20] Fernández de Bethencourt, F., 1880. Nobiliario y Blasón de Canarias. Tomo IV. Edición: Imprenta Isleña, S/C de Tenerife, Calle Castillo, nº 31, pág. 16: D. Francisco Manrique de Lara, II del nombre, hijo tercero del capitán Lorenzo Gesquier el Mozo y de Doña Blanca Manrique de Lara Amoreto, así llamado en memoria de su bisabuelo materno, tronco de esta familia en Canarias, bautizado en Las Palmas á 18 de febrero de 1610.
[21] Alemán Ruiz, E. 2002. Nuevos datos… Pág. 43. …porque Francisco Manrique, que fue a la escuela con Juan en Gran Canaria, declara tener veintinueve de edad en su testificación de 1649 (y si la edad de ambos era la misma o aproximada, esto nos coloca en tomo a 1620), y porque otro testigo lo conoció con cinco o seis años en Sevilla (y si ello hubiera ocurrido, como muy tarde, en 1628, nos ponemos ya en 1622 o 1623).
[22] Ibídem. Págs. 45-46. Se describen las distintas versiones de los avatares de D. Juan de Rojas y Austria.
[23] Fórmica, M. 1973. La hija de don Juan … El proceso, pp. 159- 181: “Nadie ha dicho una palabra sobre Don Antonio de Portugal. Ni sobre la niña”… “Que lo tenía por hombre embaucador y charlatán … Que daba siempre a entender que era un caballero disfrazado. Y a otras personas ha oído decir que tiene Familiar . ” … “Es la primera vez, a lo largo de las declaraciones del día 17, que se nombra a Clara-Eugenia, cuya existencia tanto inquieta a Felipe II. Fray Ortiz relata la entrada de la criatura en el convento. Las burlas de la tornera. Y viniendo a noticias de doña Ana, “recibió grande pesadumbre y uvo por ello, ruydo y enfado”. La señora explicó, muy sentida, que era deuda suya y se llamaba Clara-Eugenia. Etc.
[24] Alemán Ruiz, E. 2002. Nuevos datos… pág. 44.
[25] Viera y Clavijo, 2007. Extractos de las Actas del Cabildo de la Catedral de Canarias (1514-1791). Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria. Transcripción, estudios e índice por Esteban Alemán Ruiz y Alexis Brito González, 2007. Pág. 168. [1158] 22 de Mayo 1628. Y en este Cabildo se halló presente el Señor Obispo D. Cristóbal de la Cámara y Murga, recién llegado y recibido.
[26] Alemán Ruiz, E., 2002. Nuevos datos …, págs. 439-40. Se registraron trece pinturas: un retablo de lienzo de tres cuartas de alto con su marco dorado, de la hechura de un Niño Jesús; otro del mismo tamaño, con su marco, de San Juan y el Niño, al óleo; otro cuadro de un Santo Cristo y un San Francisco, al óleo, con su marco; otro al óleo del mismo tamaño, de Nuestra Señora de la Concepción, con su marco; otro de la Magdalena, con su marco, al óleo; otro cuadro de lienzo al óleo, de Nuestra Señora de la Soledad, con su marco; otro del Niño Jesús Cardenal, con su marco; otro cuadro, sin marco, al óleo, de Nuestra Señora; otro al óleo de una santa en el yermo, sin marco; otro cuadro de Nuestra Señora de Belén, sin marco, del mismo alto; otro cuadro de una santa, sin marco; otro cuadro de Santa Lucía; otro de Nuestra Señora, del mismo tamaño (Autos, ñ. 85 v.-86 r.). Había, además, una Señora de la Concepción pequeña de bronce (f. 90 vto.).
[27] Fórmica, M. 1997. El misterio de… Págs. 202 y 203. Uno de los regidores es el capitán Simón Lorenzo de Acosta y Béthencourt, nieto del corsario portugués del mismo nombre avecindado en Gran Canaria en la primera mitad del siglo XVI. La familia Lorenzo era dueña de propiedades en la costa sur de la isla (término de Maspalomas), donde explotaba sus ricas salinas. Para la protección de éstas y del lucrativo comercio que generaban, un hijo del Simón testigo en la boda de Clara Eugenia (el capitán Antonio Lorenzo de Acosta, regidor perpetuo y sargento mayor de Gran Canaria) construyó la casa-fuerte del Romeral.
[28] Alzola, J. M. 1986. La Iglesia de San Francisco de Asís de Las Palmas de Gran Canaria. Edit. Real Sociedad de Amigos del País de Gran Canaria y Fundación Mutua Guanarteme. Artes Gráficas Clavileño S.A. Madrid. Págs. 36.
[29] Blanco Traverso, P. 2022. El ADN como herramienta de la genealogía. IX Encuentro de Genealogía Gran Canaria, organizado por Genealogías Canarias y Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, noviembre de 2022. El ADN mitocondrial, a diferencia del ADN nuclear, se hereda de la madre, mientras que el ADN nuclear se hereda de ambos progenitores. Esto a veces es muy útil para determinar ascendencia línea maternal y enfermedades heredadas. PCR=Reacción en cadena de la polimerasa, determina las secuencias del ADN de muestra orgánicas mínimas y residuales, el problema es encontrar rastros de tejidos inalterados por la oxidación (también en Wikipedia biblioteca libre).
[30] El escudo de Don Juan de Austria al ser hijo natural de Carlos I, en su escudo se modificaron las particiones de las armerías de su padre. Consistió en un escudo partido en el que figuraban, en su diestra, las armas de Castilla y de León situadas en un cortado y no cuarteladas (repetidas en cuatro cuarteles) como es habitual. A la siniestra, partidas, Aragón y Aragón-Sicilia. Sobre el todo, en escusón, Austria y Borgoña Antiguo (Wikipedia biblioteca libre). En el blasón que se reproduce en la genealogía, el casco se sitúa a la siniestra del escudo lo que significa bastardía, no sabemos si ésta puesto de tal manera con intención o no se tenían en cuenta entonces estas reglas heráldicas.