Ponencia impartida en el Valle de Agaete, el 15 de
septiembre de 2016, enmarcada en la conmemoración del Año Genealógico Francisco
Fernández de Bethencourt. Organizado por la Concejalía de Cultura de Iltre. Ayuntamiento
de la Villa de Agaete y Genealogías Canarias.
CONOCER EL PASADO
PARA ENTENDER EL PRESENTE
No
es lo mismo conocer algo que no conocerlo. Nos guste o no cuando nos
relacionamos con el medio en el que nos toca vivir se produce una comunicación,
se intercambia información. Recibimos datos continuamente. Y trasmitimos en
consecuencia por nuestra parte otro tanto. Este intercambio nos lleva a tomar
decisiones, a usar nuestra libertad. Según qué se conozca, cómo se conozca, o
qué otros interrogantes incluimos en nuestra interacción con el mundo circundante,
variarán nuestras respuestas. Y es esencialmente
vital tomar decisiones bien
fundamentadas y así poder ser más eficaces y estar en mejor equilibrio con el
medio en que desarrollamos nuestra vida. Sólo así se hace posible una realidad
de progreso. Cuanto más y mejor se conozca nuestro mundo, a los demás y a
nosotros mismos, tendremos mejores posibilidades de vivir mejor.
Agaete, año 1891. FEDAC. |
La
realidad con la que nos relacionamos, que tanto nos afecta a nosotros como
nosotros a ella al tomar nuestras decisiones, gira en torno a dos categorías:
el espacio y el tiempo. El espacio de esta ponencia queda perfectamente claro y
definido en el oeste de la isla de Gran Canaria: los municipios actuales de La
Aldea de San Nicolás y el de Agaete. Consideramos esta masa territorial en el
contexto del tiempo al que haremos alusión a continuación, esto es, como dotada
de cierta unidad por la estrechez de los vínculos establecidos por quienes allí
acudían a vivir. En aquel tiempo no sólo es el sector primario, agricultura y
ganadería, el que atiende las necesidades de una población originaria
establecida a raíz de los hechos de la conquista realenga de la isla de Gran
Canaria, sino que despega con fuerza y es clave la industria azucarera. Incluso
el mundo del arte tuvo un hueco especial en este entorno que llega hasta hoy. Esta
preferencia de los artistas e intelectuales no es nueva; ya en 1559 aquél
destacado literato Bartolomé Cairasco de Figueroa celebraría aquí su primera
misa como sacerdote en el lugar donde destacaba un excelente tríptico flamenco
traído unos años atrás.
El
tiempo lo hemos establecido en el origen de la cadena que forma la población
del espacio aludido en el párrafo anterior, y que se muestra como el cimiento
de todo lo que el elemento poblacional pudo construir sobre él hasta llegar a
la realidad vecinal de hoy. El tiempo quizá nos desborda y nos cuesta un poco
más abarcarlo. ¿Qué conocemos de lo que fuimos? Ante una pregunta así, es fácil
responder con profusión de detalles sobre los hechos y recuerdos más recientes.
A medida que remontamos algo más en el tiempo nos cuesta más abarcarlo con
precisión y sólo recordamos aquello que tiene cierta significación. Y la
cantidad de recuerdo disminuye si retrocedemos para hurgar en el pasado más
remoto que formaron quienes nos precedieron, nuestros antepasados ¿Sabemos
quienes fueron los antecesores en el siglo XV o XVI de la población actual,
residente en este lugar, sus quehaceres, costumbres, relaciones, etc.? Hablar del pasado de esta manera es hablar de la
Historia.
Tríptico flamenco. Foto: Cabildo de Gran Canaria |
Aquí
nos podemos llamar a engaño. Cuando pensamos en la Historia, se nos viene a la
mente grandes gestas, encumbrados personajes, movimientos de altos intereses
políticos, económicos o sociales. Olvidamos así que ni el catálogo de los
personajes de la Gran Historia por estar adornado con tanto mérito y grandeza
deja de tener defectos y miserias; ni que toda esta grandeza no es posible sin
la confluencia de esas otras pequeñas acciones que componen todas y cada una de
las vidas particulares de quienes convivían en ese momento, por muy sencillas y
humildes que sean. La Gran Historia no puede prescindir de los acontecimientos
que la vertebran, de la intra-historia, de lo doméstico, de lo personal. Hablar
del oeste insular grancanario no sólo es de quienes compusieron el cenobio
franciscano de San Nicolás, ni de los atrincherados en la Torre de la Conquista
para la Isla de Gran Canaria, ni de los emprendedores del ingenio edificado en
su lugar o de los referentes para la traída del Tríptico Flamenco. Todo esto lo
solemos contemplar como una representación sobre un escenario algo distante de
nosotros. Sin embargo, hay mucho más que todas estas emblemáticas referencias:
la vida de quienes componen su población. Y no sólo porque sean elementos que se
asientan en la base más elemental de los hechos del pasado o de tantos momentos
sociales, económicos, políticos, festivos o culturales, sino porque de la complejidad
de las relaciones sociales de esta población pretérita procedemos todos, no ya
los habitantes del actual municipio, sino de buena parte de la isla, más aún,
del archipiélago y de tantos lugares del mundo, sobre todo América, donde hijos
de esta comarca emigraron.
Una
vez establecidos los parámetros básicos de este trabajo, invito a una
consideración. Cuando remontamos en nuestra genealogía lo hacemos en progresión
geométrica de base 2: dos padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos y
así sucesivamente. En el siglo XVI hemos remontado unas 15 generaciones. Es
decir, desde un solo individuo actual, para comienzos del siglo XVI, la suma de
sus antepasados que vivirían entonces sería como mínimo unos 32.768. Esto
supera con creces una exigua población de unos pocos cientos de habitantes para
este lugar. Y hace difícil concebir que quienes vivieron en un mismo sitio con
referencias de permanencia en el mismo por parte de sus predecesores no tengan
entre estos un altísimo porcentaje de consanguinidad. Con estas cantidades no
podemos obviar la importancia de indagar en este extenso terreno sobre el que
se desarrollaron los otros grandes hechos. No queda otro remedio, la
intrahistoria está compuesta de la historia de quiénes nos precedieron, y éstos
son comunes a todos.
Voy
a utilizar la técnica genealógica como mapa donde ir encajando las distintas
referencias poblacionales. Y reitero aquí la advertencia del título: esto es un
esbozo de aquellos datos que llevo en un estado más avanzado de investigación
sobre el propósito no alcanzado todavía de avanzar lo más posible en la localización
de la población del oeste grancanario.
Permítanme
poner en común por tanto, esas pequeñas piezas que ya obran en mi poder que
compone el rompecabezas social de esta comarca que tenía su centro poblacional
en la actual villa de Agaete desde su inserción en la sociedad occidental. La
documentación sobre el norte y el oeste de Gran Canaria flaquea en gran medida,
pues buena parte se ha
deteriorado y perdido irremediablemente para siempre. La
tarea es ardua y parcial. Pero los datos van saliendo. Es imposible repetir
aquí el modelo que tan buen resultado me dio con la población de Agüimes en el
siglo XVI, pues allí la documentación sí es más abundante. Un peculiar y
milagroso privilegio del señorío episcopal que difícilmente se puede repetir en
otros lugares de esta isla. Pero poco a poco han ido surgiendo una serie de
fichas que quiero hoy compartir con ustedes.
Foto: Genealogías Canarias |
Hay
un elemento semejante entre Agüimes y Agaete a comienzos del siglo XVI, ambos
lugares son población originaria, tienen presencia de naturales prehispánicos, cuentan
con un desarrollo industrial considerablemente rentable en torno al azúcar, y
una población flotante en torno a esta actividad. La mayor parte de la
población vinculada con estos ingenios azucareros no llega a establecer residencia
fija en el lugar donde trabajan; y buena parte de éstos son esclavos. En el año
de 1529 en Agüimes habrá unos 13 vecinos, es decir, 13 familias. ¿Qué podemos afirmar
de Agaete? Vamos a verlo:
DESCENDENCIA DE
ANTÓN CEREZO
Empecemos
por el ingenio de Agaete desde el preciso momento en que pasa a las manos de Francisco
Palomares. Éste vino a Gran Canaria, para hacerse con el Ingenio de Agaete
que
poseía Alonso Fernández de Lugo. Por aquel entonces debió desprenderse de él tal
como consta en documento de 4 de agosto de 1494, para poder obtener la
financiación necesaria para la empresa
de la conquista de Tenerife. La familia Palomares-Cerezo ha sido estudiada
tanto por Mariano Gambín en una excelente y extraordinaria publicación sobre el
ingenio de Agaete, como por la reseña genealógica elaborada por Juan Ramón Gómez-Pamo
y Guerra del Río como apéndice de la transcripción y copia del testamento de
Antón Cerezo, en la edición patrocinada por Julio Sánchez Rodríguez. Sólo
anotaremos algunos datos de cara a profundizar en su establecimiento y vida en
Agaete.
Antón Cerezo |
1.
Antón Cerezo. Se debió trasladar a la isla sobre 1498 como cabeza de su familia
en Gran Canaria. Era medio hermano del citado Francisco Palomares, menor que
éste. Su cometido en la isla era defender una nueva sección del entramado
empresarial y financiero de la familia: la explotación de un ingenio de azúcar.
Antón había nacido en 1468. Al poco tiempo de llegar a la isla, sobre la
entrada del siglo, casó con Sancha Díaz de Zurita, hija de los sevillanos Diego
de Zurita, conquistador de la isla, e Inés Díaz. No fue persona conflictiva ni
ambiciosa por lo que pudo formar en torno así un área de influencia de personas
de relieve que le ayudará en momentos de adversidad. Una ayuda que le valdrá
incluso para aprovechar su posición preeminente incluso de forma abusiva tal
como ocurrió con el pleito con los naturales canarios del Valle de Agaete.
Mientras Francisco Palomar, cuya base de operaciones y residencia estará en
Valencia, caerá en desgracia por un proceso de evasión de capitales, Antón
seguirá con su vida en la isla. Tendrá descendencia legítima en la que no entro
por ser sobradamente conocida y no tener su residencia en el lugar que tratamos.
De ésta solo mencionar a su hijo Francisco Palomar, homónimo de su tío, quien
continuará con la gestión del ingenio de Agaete hasta bien entrado el siglo
XVI. Antón otorgó su testamento el 11 de octubre de 1535, falleciendo poco
después. Allí nombra buena parte de su descendencia tanto legítima como fuera
del matrimonio.
Nos
detenemos solamente en la única hija de Antón Cerezo, habida con su esclava
berberisca Catalina de Cárdenes, antes de casar con Sancha Díaz de Zurita, que
continúa con alguna parte de su descendencia formando la población de Agaete.
A. Luisa Cerezo de Salamanca, ya está
casada con Antón de Quintana en 1525, hijo ilegítimo del conquistador Juan de
Soria. Ambos cónyuges a pesar de su ilegitimidad contarán con el apoyo y ayuda
de sus progenitores quienes les donarán bienes en diversos legados que les
permitirá salir adelante. El patrimonio que se forma con esta unión hace que se
extienda fundamentalmente tanto en Agaete como en Gáldar, e incluso en la ciudad
de Las Palmas de Gran Canaria. Con las particiones a realizar en las
generaciones sucesivas se determinará también su lugar de residencia. Tuvieron varios
hijos pero sólo nos entretenemos con quien pasó a ser vecino de Agaete:
a. Lucas de Quintana, casó en
1570, con Inés de Carvajal, hija de Vasco de Carvajal y Lucía Fernández. Con
sucesión, pero no en Agaete.
b. Gaspar de Quintana, casado
en la parroquia del Sagrario de Las Palmas de Gran Canaria, con Francisca
Hurtado, hija de Alonso Hurtado, natural del Condado de Niebla, y Juliana Núñez,
natural de Gran Canaria. Gaspar hizo información de su familia por ante el
escribano público Tomé de Solís, en 1584. Finalmente otorgó su testamento por
ante Alonso de San Juan, el 5 de febrero de 1590. Con sucesión, pero no en
Agaete.
c. Baltasar de Quintana,
casado en Gáldar, en 1586, con Isabel de Medina, hija de Juan de Medina y
Elvira Ibáñez. Juan y Elvira dotan a su hija por ante el escribano Mateo Gil,
el 5 de octubre de 1586. Establecen su vecindad en Agaete. Baltasar testó ante
el escribano de la villa de Guía, Salvador González, el 1 de diciembre de 1607,
donde manda ser enterrado en la Iglesia de la Concepción en la sepultura donde
yacía su tío, Antón Cerezo. Dejó limosnas a la ermita de la Virgen de las Nieves, fundada por su abuelo, y a la
erigida unos años antes bajo la advocación de San Sebastián. Después del
matrimonio con Isabel de Medina casó hacia 1588 con Guiomar de Alvear, hija de Esteban
de Mederos y de Anastasia Leal, quienes la dotaron en la escribanía de Guía, de
la que era su titular Juan de Quintana. Esteban Mederos tiene una ingente vida
comercial entre Tenerife y Gran Canaria: de la primera isla era natural su
mujer, allí casó y fue ella dotada; en la segunda adquirió por compra una
considerable extensión de tierras en la Aldea de San Nicolás.
Del
testamento citado extraemos estas noticias: antes de casar, Baltasar de Quintana
tenía como bienes propios un hato de vacas que se le han muerto o las ha
vendido; 8 o 9 fanegadas de tierras de secano en el término de Artevirgo, en la
Vega de Arriba, que llaman tierras de Cabrera; vendió 110 fanegas de tierras
dotales de la primera mujer, hechas y por hacer, donde dicen Los Lomillos, en
90 doblas. Todas las ventas dice que las tuvo que hacer por necesidad para
sobrevivir a un precio la mitad del valor real; igual tuvo que hacer con las
cabras y vacas; su marca era una horqueta en una oreja y en la otra un tiribete
por delante. Los bienes que conserva son: un pedazo de tierra calma en el
valle, con sus higueras y arbolado, unas casas canarias en el lugar de Agaete;
tierras en Besbique (sic), en el Valle, y donde dicen la Culata, con su agua e
higueras; tierras en Artenara y dos cuevas que todo esto lo recibió de sus
padres, por un lado, y de lo que poseyeron sus hermanas, las cuales tras
fallecer lo traspasaron a él como heredero. Fuera de Agaete tiene también unas
tierras que dicen de Montaña Gorda y en Las Lagunetas; otras tierras de pan
desde el agua de María de Betancor hasta dar el camino de Facaracas; “unas
casas de la morada de su padre en Gáldar”; y otras casas en la ciudad de Las
Palmas. Con sucesión en Agaete, pero ya
en el siguiente siglo al que aquí tratamos.
Ermita de las Nieves. Foto: Genealogías Canarias |
d. Isabel de Quintana, casada
con Pedro Suárez, muertos antes de 1607. No hubo sucesión.
e. Francisco, Mateo, Melchor,
Luis y Ana, todos fallecidos antes que sus padres.
DESCENDENCIA DE
JUAN DE CARDONA Y PEDRO OLARTE
Junto
a la familia de Antón Cerezo mencionamos a la de su mayordomo Pedro de Olarte,
suegro de Juan de Cardona. La familia de estos personajes queda como sigue:
1.
Juan
de Cardona casó tres veces: primero con Aldonza Fernández; segunda vez con
Catalina de Olarte; y la tercera con María de Siverio, entonces viuda de Sebastián
Alonso. De la primera mujer, Aldonza consta que era hija de Tomás Hernández,
hermano de María Hernández, primera mujer que había sido de Juan Maninidra, nacidos
grancanarios prehispánicos todos ellos. Catalina de Olarte era hija de Pedro de
Olarte y Juana Martínez, pobladores de la isla. Este Pedro de Olarte había
testado en la escribanía de Guía, el 30 de julio de 1538. En dicho instrumento
declara a su mujer, y que fue hijo de Diego Fernández de Olarte y María Sánchez
de Ubao, naturales del lugar de Orozco, en Vizcaya. Tal como queda dicho, Pedro
de Olarte había sido mayordomo del ingenio de Antón Cerezo, el viejo, el cual
en reconocimiento a la labor de su hombre de confianza le deja en su
testamento, hecho en 1533, un legado de 30 doblas de oro para su hija cuando se
case, “no antes”. Juan de Cardona testó por ante Alonso de San Clemente,
escribano público de Guía, el 2 de noviembre de 1528, donde declara los tres
matrimonios citados. De este documento sabemos que de su primera mujer no hubo
sucesión; mientras, por otro lado, consta dos hijas del segundo matrimonio y una
sola del tercero que lo fueron.
A. Elvira Ibáñez,
segunda mujer de Juan de Medina, el viejo, quienes formarán la cabeza de un
prolífico linaje en la villa de Agaete. De ellos se hablará más adelante.
B. Isabel Cardona,
de la que no tenemos más noticias, debió morir sin tomar estado y sin sucesión.
C. Constanza de
Troya, segunda esposa que fue de Rodrigo Hernández.
DESCENDENCIA DE
ISABEL HERNÁNDEZ Y SUS DOS MARIDOS, ALONSO DE MEDINA Y ANTÓN GARRIDO
Isabel
Hernández, de los naturales prehispánicos de Gran Canaria. Casó dos veces: la
primera, a finales del siglo XV con Alonso d Medina y la segunda, en torno a
1500, con Antón Garrido, ambos castellanos y pobladores de la isla. Fueron sus
hijos:
Del
primer matrimonio:
1.
Juan de Medina, el viejo. Debió nacer sobre 1490, pues en 1605 era fama que
había fallecido unos años antes de aproximadamente 115 años. Había testado en
la escribanía de Guía por primera vez en 1595. En dicho instrumento consta que
casó tres veces: la primera con Catalina López, hermana de Bentidagua, de los
naturales de la Gran Canaria prehispánica, de donde no hubo sucesión; la
segunda con Elvira Ibáñez, hija de Juan de Cardona y Catalina Olarte, ya
citados; y la tercera con Catalina Hidalgo, hija de Francisco Lorenzo y María
Mayor Hidalgo.
Fueron
hijos del segundo matrimonio:
A. Elvira Fernández de Olarte, quien
fue primera mujer de Andrés de Medina, hijo de Hernando de Medina. Andrés fue
casado por segunda vez con Catalina Zambrana, hija de Alonso Jaimez de
Sotomayor y Constanza Marentes. Andrés hace codicilo en la escribanía de Guía
el 14 de enero de 1573. Fue hijo de Andrés y Elvira:
a. Diego Hernández de Medina,
quien se trasladará a Guía para casar con Isabel Muñoz, hija del poblador Alonso
Muñoz y Leonor Martín. Habrá una prolífica descendencia de este matrimonio que
se extenderá fundamentalmente entre San Lorenzo, Teror y Arucas por el
matrimonio de su única hija de matrimonio y sucesión documentados que fue Juana
Muñoz de Medina quien lo hizo con Pedro Hernández Naranjo.
Finales del siglo XIX. FEDAC |
C. Melchora de los Reyes, casada con Adrián
de Quintana, hijo de Alonso de Soria e Inés Téllez, quienes la dotaron en 6 de
noviembre de 1573. Adrián volvió a casar sobre 1578 con Marina de Aguilar, hija
de Juan de Aguilar e Inés Coronado. Adrián no tuvo sucesión de ninguno de los
dos matrimonios. En 1578, Adrián está en Tenerife, ante el escribano Lucas
Rodríguez Sarmiento, para otorgar un poder en el que se declara vecino de la
isla y nieto de Pedro Mayor.
D. Pedro de Olarte, casado con Cenobia
de Olivares en 1573[1],
hija de Alonso Martín Pastrana y Antonia García. Su sucesión queda como sigue:
a. Juan de Olarte, marido de Lucana
de Bethencourt.
b. Alonso de Medina
c. Antonia García, casada con
Diego de Godoy. Desconocemos más datos de este matrimonio, así como si hubo
sucesión.
E. Juan De Medina, el mozo, casó tres
veces: con Luisa Díaz Lorenzo en 1588; con Beatriz Álvarez; y con Ana Suárez.
Con Luisa Díaz fue hija:
a. Elvira Ibáñez de Medina casada
con Francisco Alonso de la Guerra.
Con Beatriz Álvarez fue hijo:
b.
Gaspar de Medina, casado con María Suárez González Cancines, hija de José González
Cancines Y María Suárez Sánchez. No hubo sucesión de este matrimonio. María
Suárez González Cancines casó de nuevo en Gáldar, en 1630, con Bernardino de
Cigala, hijo de Juan Bautista de Cigala y María de San Juan Flores. Del segundo
matrimonio hubo sucesión.
Con Ana Suárez fueron hijos:
c. Juan, Gaspar, Cristóbal y
Antonia de Medina, todos ellos solteros y sin sucesión que conste
documentalmente.
F. Alonso de Medina. Casado dos veces: primero,
sobre 1592, con Petrona Ortiz, hija de Juan Ortiz e Inés Alonso; y en segundas
nupcias en Gáldar, el 20 de febrero de 1623, con María De Figueroa. Alonso
testó dos veces en la escribanía de Guía: la primera en 1614 cuando ya habían
nacido todos los hijos del primer matrimonio; y en 1632, donde además de
declarar quiénes fueron sus padres enumera todos los hijos que tuvo de ambos
matrimonios, cuatro del primero y el resto del segundo. Y lo fueron:
a. Inés de Medina, bautizada
en la parroquia del Sagrario de Las Palmas de Gran Canaria, en 1597. Casó en la
parroquia de Santiago de Gáldar, en 1619, con Diego de Miranda. Insucesos.
b. Juana de Siverio, nacida
en torno al siglo. Fue casada con Antonio de Lugo, hijo de otro Antonio de
Lugo, nacido en Agaete sobre 1569 según la edad que éste declara ante la
Inquisición en 1635 cuando tuvo que comparecer en calidad de testigo. Insucesos.
c. Lucía de Medina, casada
con Diego de Herrera, hijo de Sebastián De Herrera y Catalina Sánchez.
Insucesos.
d. Susana de Medina, casó en
Gáldar, en 1621, con Juan Déniz. Insucesos.
e. Marcos de Medina, casado
en Gáldar, el 25 de marzo de 1669, con Lucía de Quesada, hija de Juan de
Quesada y María Ruíz de Herrera. Insucesos.
f. Lucas de Medina, casado en
Las Palmas De Gran Canaria, con María Francisca Díaz, hija de Francisco Díaz y
María Rodríguez. Insucesos.
g. Pedro de Medina
h. Juan de Medina, casado con
Antonia de Lugo, hermana de Antonio de Lugo que casó con su cuñada.
Y
del tercer matrimonio fueron hijos:
A. Pablo de Medina, casado dos veces:
la primera, sobre 1620, con María de Bethencourt, hija de Luis de Bethencourt y
María Viera; y la segunda con María de Bethencourt Acedo, hija de Adán de Acedo
y Úrsula de Bethencourt Figueroa. Con sucesión.
B. Francisco Lorenzo de Medina casado
sobre 1640 con Doña Damiana González Hernández. El matrimonio fue vecino de
Agaete donde procrearon a sus hijos.
C. Gregorio de Medina quien recibió
dote de Francisca de Molina para casar con Juana de Molina, su hija, en la
escribanía de Guía, el año de 1613.
D. Francisca de Medina, fue dotada por
sus hermanos varones junto a la madre de todos ellos, viuda a la sazón, en la
escribanía de Guía para casar con el familiar del Santo Oficio de la Inquisición
Juan de Ugarte.
E.
María de Medina, casada con Juan Duarte, hijo de Gil Afonso y Catalina Sánchez
Bentidagua. Con sucesión.
F. Catalina Hidalgo, la cual fue dotada
en la escribanía de la villa de Santa María de Guía, en 1613 para casar con Melchor
de Molina.
2.
María de Medina, casada con Francisco Hernández, natural de la ciudad de Las
Palmas de Gran Canaria. Tuvieron por hija a:
A. Luisa de Medina, mujer de Francisco
López Leyton Cabral, hijo de Francisco López Leyton e Isabel Mayor. Fueron sus
hijos:
a. Fabiana de Medina, natural
de Agaete, quien murió soltera y sin sucesión.
b. Fray Juan de Medina,
religioso franciscano, familiar del Santo Oficio de la Inquisición.
c. Sebastián de Medina,
bautizado en la parroquia de Santa María de Guía, el 21 de marzo de 1587.
3.
Leonor de Medina, quien fue la primera mujer de Rodrigo Hernández, ella
falleció sin sucesión, y Rodrigo volvió a casar con Constanza de Troya.
Del
segundo matrimonio entre Isabel Hernández y Antón Garrido fue hijo:
4.
Lázaro de Reina, casado en primeras nupcias con Juana Gómez de Troya, hija de Sebastián
Alonso y María de Siverio, quienes se tratará más adelante. La descendencia de
esta familia ha sido tratada por el investigador Miguel Rodríguez Díaz de
Quintana, en una edición privada de la que se guarda ejemplar en la Biblioteca
del Museo Canario. Juana Gómez de Troya casó también con el alcalde de la villa
de Agaete y natural de dicho lugar, Melchor Imperial, según consta en su
testamento por ante el escribano de Guía Salvador González el 23 de octubre de
1609. Melchor una vez viudo casó con Luisa de Vera y León, la cual verificó
nupcias posteriores, en el año de 1618, al fallecer Melchor, con Francisco
Trujillo. Fueron hijos de Juana y Lázaro:
A. Lázaro de Reina, casado con María de
Vozmediano, hija de Hernán Domínguez y Lucana de Orduña Godoy. El matrimonio se
establecerá en Gáldar lugar de procedencia de María donde tendrán su sucesión.
B. Antón Garrido, casado con Jerónima
María de Godoy, hija de Francisco de Godoy y María Mayor. Jerónima era prima
hermana de su cuñada, María de Vozmediano. De estos sí continuará sucesión
avecindada en la villa de Agaete. Sus hijos serán:
a. Isabel de Reina
b. Juana Gómez de Castro,
casada con Francisco de Aguilar Carvajal Guanarteme, hijo de Bartolomé de
Aguilar, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, y de María Carvajal
Guanarteme. Con sucesión. Su hija Leonor de Aguilar casó con Hernando Bartine
García, y tuvieron un hijo soltero y sin sucesión que fue el Regidor de la isla
de Gran Canaria y Capitán de sus milicias
Matías García de Aguilar. Y otra hija de Francisco y Juana fue Fernando
de Aguilar quien murió soltero y sin sucesión. Por todo esto de Juana Gómez de
Castro no continuó la descendencia más allá de su nieto. En otro orden de
cosas, Francisco de Aguilar casará también con María Romero con la que no
tendrá hijos; y con Catalina de Vega
Morales, hija de Pedro de Vega y Catalina de Morales, de quienes también habrá
un solo hijo que conste de la documentación, Bartolomé de Aguilar Vega, que
falleció soltero y sin sucesión.
c. Jerónima María.
d. Lázaro de Reina, casado con Marina de la
Algaba, hija de Adán de Acedo y Úrsula de Bethecourt Figueroa. Con sucesión en
Agaete.
C. Juan de Troya, casado con Clementa
Domínguez de Godoy, hija de los citados Hernán Domínguez y Lucana de Orduña
Godoy. Fueron sus hijos:
a. Teresa Isabel Arias de
Reina casada con el Alférez de las
milicias Bernardino de Silva. Insucesos.
b. María Lucana de Orduña,
soltera.
c. Clementa Domínguez, casada
con Tomás Perales de Olivares, el hijo más pequeño de Alonso Martín Pastrana y Antonia
García, ya citados.
D. Estefanía de Troya, de la que no
tenemos más noticias.
E. Isabel Arias, casada con el regidor
de la isla y alcaide del castillo de la Luz de la ciudad de Las Palmas de Gran
Canaria, Marcos Verde de Aguilar. Con sucesión en Gáldar.
F. María de Jesús Siverio, casada a
finales de siglo XVI con Juan de Acedo Bethencourt, con descendencia en el
siglo XVII en los lugares de Gáldar y Guía.
DESCENDENCIA DE
JUAN DE SIVERIO Y CONSTANZA DE TROYA
Juan
de Siverio, conquistador de Gran Canaria. Además de la filiación legítima
recogida en el tomo III de la obra enciclopédica Nobiliario de Canarias y las
correcciones realizadas por Juan Antonio Cebrián Latasa añadimos aquí otros hijos
que también tuvo. Fue en dos mujeres: en la hermana del canónigo Juan de Troya
y en una mujer vizcaína de nombre María Deva. El momento de sus relaciones lo
podemos establecer a partir del cálculo de las edades de sus hijas.
1. María de Siverio y Troya, nacida a
comienzos de siglo, quizá cuando estuvo recién llegado de Vizcaya su padre
natural. Fue casada dos veces, primero en Guía, sobre 1520, con Sebastián
Alonso, y en segundo lugar con Juan de Cardona, ya citado. María tuvo tres
hijas que conozcamos del primer matrimonio y una del segundo.
A. Inés Alonso,
nacida sobre 1525, pues en las pruebas de 1605 para familiar de Hernán Vázquez
de Siverio dice ser de unos ochenta años. Casó con el mercader Juan Ortiz. De
ambos fue hija:
a. Petrona Ortiz, ya citada por su
matrimonio con Alonso de Medina.
B. Juana Gómez de
Troya, casó dos veces: con Lázaro de Reina de lo que no se añade nada más por
ahora; y también con Melchor Imperial, alcalde que fue de la villa de Santa
María de Guía.
C. Constanza de Troya, había nacido a
mitad de siglo, y es la hija más pequeña de Juan Cardona y María de Siverio.
Fue segunda mujer de Rodrigo Hernández, viudo de Elvira De Medina, e hijo de Hernán
Domínguez y Sebastiana Mayor. Constanza ya es viuda en 1605 según su testificación
en la información de Hernán Vázquez de Siverio. Rodrigo Hernández testó por
ante Juan de Quintana, escribano público de Guía, el 26 de mayo de 1596. Declara
que construyó la ermita de San Sebastián de Agaete de al cual es patrón, nombra
por patrono a su hijo Mateo de Troya, y si faltara será su hermano, Hernando y
después de él el pariente más cercano. Dota dicha ermita con los alquileres de
las dos casas bajas terreras que tiene junto a la iglesia de la concepción;
tiene un parral y lagar junto a las nieves; unas 20 fanegadas en la Hoya de
Artevirgo; otras tierras en El Gamonal; 28 vacunos; de los que hay 6 bueyes de
arada; 20 yeguas; un esclavo Pedro, una esclava Juana con su hija de 9 años,
Juan, Bartolomé, Antonio; diversos utensilios para el vino; un caballo con su
silla ,de las tierras de Vesvique la mitad son de su mujer por la dote que le
dio su madre y la otra mitad las compró el testador; las tierras de Venguaduzal
lo mismo, van a mirad; además compró durante su matrimonio tierras en Acusa, en
Facaracas; y tierras en Tamadaba que le dio en repartimiento el Cabildo donde
dicen la Cueva de la Deferencias; 300 ovejas, 8 carneros; 80 cabras y 70
cabritos; un lancero con dos lanzas, una alabarda, una escopeta con sus
aderezos, una rodela y una espada. En dicho testamento aparece como testigo
Juan de Medina, el viejo. Fueron sus hijos
a. María de Siverio
y Troya, casada hacia 1599 con Pedro Zambrana de Bethencourt, hijo de Esteban
Zambrana y Feliciana de Cabrejas. Fue dotada por su madre en la escribanía de
Guía dicho año.
b. Úrsula de Troya
quien fue casada con Agustín Imperial. Tuvieron sucesión en la villa de Guía.
Su hijo Alonso Imperial, quien se declara entonces vecino de Agaete, recibe
poder de su tía María de Siverio, quien dice ser mujer de Pedro Zambrana
Bethencourt, por ante el escribano de Guía, en 1640.
c. Hernando de
Troya y Mateo Hernández, ambos hermanos solteros y sin sucesión.
2. Juan de Siverio. De cuya existencia
tenemos noticia por la información de su sobrino Hernán Vázquez de Siverio. En
este documento comparece Constanza de Troya, citada en este trabajo, quien dice
que María de Siverio de la que se habla a continuación, fue para Américo con un
tío de la testigo de nombre Juan de Siverio.
Foto: Genealogías Canarias |
3. María de Siverio, la única hija
conocida de María Deva, vizcaína. La relación se consumó en uno de los viajes
que Juan de Siverio hizo a la tierra de sus antepasados ya a comienzos del
siglo XVI. En su viaje de vuelta se la trajo para la isla junto a la su hija recién
nacida. Mientras Juan de Siverio es cabeza de toda una casa noble recogida en
el Nobiliario de Canarias siguió con su desahogada y cómoda vida social y
económica en la ciudad de Las Palmas, con su mujer legítima y los hijos habidos
con esta, María Deva y su hija fueron puestos bajo custodia de María de
Siverio, su otra hija ilegítima, que ya vivía en Agaete casada con Juan de
Cardona. Según declaración de los testigos María de Siverio viajó para la
ciudad de Puebla de los Ángeles, en la entonces Nueva España, hoy México, sobre
1545. Algo después de dicho año, por lo que se afirmará de la edad de su hijo, casó
con Hernán Vázquez, poblador de aquellos lugares, natural de Talavera de la
Reina, en el reino de Toledo, hijo de Hernán Rodríguez y Juana Rodríguez,
naturales también del mismo lugar que su hijo. Consta como su hijo:
a.
Hernán Vazquez de Siverio quien hizo probanzas para familiar del Santo Oficio
de la Inquisición cuya parte correspondiente a la instrucción realizada en
Canarias se conserva en el archivo del Museo Canario. En ella los testigos que
dicen le conocieron en su lugar de residencia de Puebla de los Ángeles en 1599 afirman que tendría unos 42 ó 44 años por lo
que debió nacer sobre 1555.
Descendencia de lA FAMLIA IMPERIAL
1.
Juan Bautista Imperial, genovés, primero de su familia que se estableció en la
isla de Gran Canaria como poblador. Era hijo de Melchor Imperial y María
Imperial. Casó en Gáldar con María Cerezo hija de los que encabezan la primera
familia desarrollada, Antón Cerezo y de su legítima mujer, Sancha Díaz de
Zurita. Todavía vive en 1590 cuando otorga escritura en la escribanía de Guía. Tuvieron
cuatro hijos que fueron:
A. Octaviano Imperial, quien casó en Telde
con Beatriz Díaz de Zurita, natural de dicha población, hija de Diego Díaz e
Isabel Fernández de Zurita. Octaviano se estableció con su mujer en Telde en
cuya escribanía, al frente de la cual estaba Rodrigo de Cubas, testó el 7 de
septiembre de 1589.
B. Agustín Imperial, casado como queda
dicho con Úrsula de Troya, vecinos que serán de Agaete. De éstos fue hijo el
capitán de las milicias de la villa de Guía Alonso Imperial, quien testó el 5
de febrero de 1670 y casaría con Magdalena Téllez y Antonia Vizcaíno, viuda
entonces de Francisco Melián. Alonso fijará su domicilio en dicha villa del
norte de la que fue alcalde.
C. Melchor Imperial, ya citado por su
matrimonio con Juana Gómez. Tal como declara en su testamento otorgado en la
escribanía de Guía, el 23 de octubre de 1609, había contraído nupcias por
segunda vez con Luisa de León y Vera. Para 1616 Melchor ya había fallecido,
pues ésta última, viuda, casará con Francisco Trujillo. Melchor no tuvo
sucesión de ninguno de sus matrimonios y deja como heredera a Estefanía de
Troya, hija de Juana Gómez y su primer marido, Lázaro de Reina.
D. Ana Imperial, dotada en 1620 para
casar con Juan Bautista Viñol, quien estaba viudo de Jerónima de Añasco.
Dejarán también Agaete para vivir en Guía.
DESCENDENCIA DE
FERNANDO GUANARTEME
Hernán
Domínguez y Sebastiana Mayor, hija de Catalina Fernández Guanarteme, y
probablemente de Pedro Mayor, tal como conjetura el investigador ya citado
Cebrián Latasa. Catalina Fernández Guanarteme es hija a su vez de Fernando
Guanarteme. Fueron sus hijos:
1. Hernán
Domínguez, casado con Lucana de Orduña y Godoy, hija de Francisco de Godoy y
Constanza de Orduña. Hubo sucesión de la que interesa para Agaete ya quedó
nombrada en la familia Medina. Los otros hijos que hubieron no fueron vecinos,
ni ellos ni sus descendientes más inmediatos, de Agaete.
A.
Rodrigo Hernández, casado con Constanza de
Troya, hija de Juan de Cardona y María de Siverio d Troya. De la sucesión ya se
habló al hacer mención de los antecedentes de Constanza.
2. Antón
Domínguez, cuyas vicisitudes desconocemos.
3. María
Mayor, mujer de Francisco de Godoy, hermano de su cuñada, Lucana. Tuvieron dos
hijos que a nosotros interese:
A. Jerónima María de Godoy, casada como
queda dicha al historiar la descendencia de Isabel Hernández, con Antón Garrido.
B. Alejandra de Godoy, casada con Melchor
Proceles, hijo de Juan Rodríguez de Orihuela e Isabel de Vargas. Cuya hija fue María
de Figueroa, casada con Luis de Bethencourt, con sucesión.
4. Isabel
Mayor, casada con Francisco López Leyton Cabral, cuyo hijo que a nosotros
interese por haberlo citado ya, Francisco López Leyton Cabral (con esta denominación tan larga aparecen padre e
hijo en la probanza de la Inquisición de su nieto e hijo respectivamente, Juan
de Medina, religioso franciscano), casó con Luisa de Medina, ya citada por ser
hija de Alonso de Medina e Isabel Hernández.
OTROS
VECINOS DE AGAETE
1. Son vecinos de Agaete en la primera
mitad del siglo XVI Simón González Cancines y Leonor Martín quienes fueron
padres de José González Cancines, casado en Gáldar con María Suárez Sánchez,
hija de Pedro Suárez Carreño y Águeda Sánchez de la Fuente. Los padres de María
pertenecían a las pocas familias de entonces que traían probanza de nobleza. El
hecho de que ella tuviera el grueso de propiedades en Gáldar, así como la
crisis de azúcar en la segunda mitad del siglo XVI hará que establezcan en esta
población su domicilio familiar, aunque mantendrán sus posesiones en Agaete de
la familia paterna. Cuando en las siguientes generaciones el patrimonio se vaya
repartiendo hará que la parte que herede las propiedades de Agaete pasé a vivir
allí. De los ocho hijos que tuvieron José González Cancines y María Suárez
Sánchez, uno de los más pequeños, Domingo Ramos Cancines y su mujer, María de
Vera, quienes casarían en torno a 1580 se establecerán en la villa marinera del
oeste donde tendrán abundante descendencia, siendo antepasados de gran parte de
la población actual. Como apunte curioso, el abuelo de María Suárez Sánchez,
Benito Sánchez, es persona de unos cien años en 1605 cuando declara en las
pruebas realizadas en la Inquisición de México por Hernán Vázquez de Siverio,
las cuales, por ser su línea materna de la isla de Gran Canaria, hubo de
realizarse parte de la instrucción en ella. De ahí se deduce que debió nacer
sobre 1505. Él es el que hace la declaración más detallada en dicha
testificación sobre la antes nombrada María de Siverio, hija de Juan de Siverio
y María Deva, pues no sólo la conoció sino que recordaba cómo en torno a la
mitad del siglo XVI había partido para América con un hermano.
2. Otra de las familias que encontramos
en Agaete en el siglo XVI es la formada por el matrimonio de Alonso Martín
Pastrana y Antonia García que han sido citados varias veces a lo largo de esta
ponencia, pues varios de sus hijos enlazaron con miembros de las familias
citadas. Alonso testó en 1594, por ante Juan de Quintana, escribano público de
la villa de Guía. Además de los hijos ya
nombrados hay que añadir a Isabel de Olivares casada con Juan Romanate, a Juan
y a José que fueron solteros y no tuvieron sucesión.
LOS
NATURALES DE LA GRAN CANARIA PREHISPÁNICA
1.
HERNÁN SÁNCHEZ BENTIDAGUA, casado
con Catalina de Lugo, de los naturales grancanarios prehispánicos, viuda
entonces de Miguel Colmenar, e hija de Francisca de Padilla. Hernán y Catalina
debieron nacer sobre los años de la conquista, en torno a la década de los
setenta del siglo XVI. Hernán Sánchez Bentidagua aparece como alcalde del lugar
de Agaete en una escritura ante la escribanía de Guía del año 1529. Hernán tuvo
varios hijos con alguna de sus esclavas que cita en su testamento u otros
instrumentos escritos. En su testamento deja por heredera a su hermana María
Sánchez, casada con Hernando de León, vecinos de la isla de Tenerife. Mientras
su mujer deja como heredera a su sobrina Juana Sánchez, hija de Diego Sánchez
Bentidagua, el cual había sido poblador de la isla de Tenerife donde recibió
repartimiento en tal calidad en Taoro, y antes de su traslado insular había
casado con Beatriz de Lugo, hermana de la mujer de su cuñado Hernán. La única
hija legitima de Hernán y Catalina fue Inés Fernández quien murió en vida de
sus padres. Hernán Sánchez es quien compra a Miguel de Trejo el valle de
Guayedra, propiedad de su mujer, Margarita Fernández Guanarteme, quien a su vez
lo recibió de su padre Fernando Guanarteme. Unos pocos años más tarde es Antón
Cerezo, el mozo, quien compra dicho valle a Hernán. De la familia Sánchez
Bentidagua sigue sucesión, pero se traslada a otros lugares de la isla,
fundamentalmente la zona de la
cumbre, por lo que no se continúa más en esta
parte.
Necrópolis de Maipés. Foto: Genealogías Canarias |
2.
Otra mención a un agaetense de este siglo es a Andrés Pérez de Ojeda hijo de DIEGO MULAGUA y Catalina de Ojeda,
vecinos de Agaete, con María Bolaños, hija de Juan González y María Bolaños,
casados en la iglesia parroquial de la villa de Santa María de Guía, el 20 de
febrero de 1585. Mulagua es apelativo gomero según refiere Cebrián Latasa, sin
que podamos saber nada más. Por la asimilación insular de un apelativo así lo
incluimos en este apartado.
3.
Finalmente mencionar que también es vecino de Agaete PEDRO MANINIDRA apodado el menor. Debió participar con su homónimo
Pedro Maninidra el mayor, en la conquista de La Palma y Tenerife. Regresó a
Gran Canaria y ya es vecino de Agaete y propietario de ciertas tierras en dicho
lugar en 1508. Interviene como trabajador en el ingenio en estos primeros años
del siglo XVI. Murió en Gáldar en 1523 y fue casado con Ana de león, viuda que
era de Juan Buenviaje y Juan de Frías, todos ellos de los naturales de la Gran
Canaria prehispánica. Fue el tutor de los hijos menores de su homónimo, con
quien tenía un cercano parentesco, que lo fueron: Juan Maninidra citado ya por
haber sido casado con María Hernández y haber dejado como heredera en su
testamento a Aldonza Hernández, hija de Tomás Hernández, su cuñado; y Francisca
Maninidra. Tuvo descendencia pero establecida fuera de Agaete.
CONCLUSIÓN
Es
un misterio por esclarecer el destino de los naturales grancanarios
prehispánicos que había en el valle. El poder de 1505 dado a Sancho Bermúdez
por todos ellos nos habla de un total de treinta y cinco varones. Algunos de
ellos los hemos podidos localizar, pero fuera de Agaete. Desconocemos las
circunstancias de sus vidas. Lo cierto es que a finales de siglo, donde la
documentación empieza a ser más abundante, vemos que la mayor parte de la
población con la que comienza el siglo XVII es llegada en la última parte del
siglo anterior. Apellidos como Armas, del Rosario, de las Nieves, Álamo,
Arbelo, tan típicos en la actualidad no fueron tan antiguos. Y también no
podemos perder de referencia que aunque mucha de la población actual no lleve
los apellidos que aquí se reseñan como
del siglo XVI no quiere decir que no les pertenezca. Que llevemos un apellido u
otro es casi un azar, y no por eso nos hace menos descendientes de una ancestro
que de otro. Las varonías rigurosas para probar noblezas o privilegios son más propias
de sociedades ya pasadas distintas a la nuestra. Se puede aprovechar su
documentación para profundizar en su conocimiento, pero no tiene sentido ya
fundamentar con ella, como se hacía antaño, un conglomerado de privilegios o
discriminaciones. No vale tampoco juzgar las épocas pasadas con parámetros de
la actual; pero tampoco podemos ser cómplices de sus limitaciones cuando
tenemos hoy medios que nos permiten conocer más y mejor aquellos
acontecimientos.
Invito
a todos a indagar por lo más cercano,
valorando ese espíritu de unidad que yace en todo y que tanto contribuye a la
justicia y paz social. La discriminación y la marginación surgen precisamente
de establecer conocimientos privilegiados o de provocar ignorancias. Conocer
nuestro entorno, en su presente y en lo que fue en su pasado, nos ayuda a
formar un futuro mejor. Conozcamos nuestro pasado para entender el presente y
poner un buen cimiento para el futuro.
BIBLIOGRAFÍA
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CEBRIÁN LATASA, J. A., Ensayo para un
diccionario de conquistadores de Canarias (Ed. Viceconsejería de Cultura y
Deportes del Gobierno de Canarias, Islas Canarias, 2003).
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Oro dulce en Gran Canaria a comienzos del siglo XVI, Vol I y II (Ed.
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de la Familia Reina (Edición Particular, Las Palmas de Gran Canaria); “Doña
Catalina Fernández Guanarteme” en Revista
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FUENTES
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ARCHIVO DIOCESANO DE LAS PALMAS. Legajo: Índice de Protocolos. Carpeta: Índice
de Escrituras de Protocolo por orden alfabético de otorgante (1584-1647);
Carpeta: Notas tomadas de protocolos y registros parroquiales para genealogías
(966 notas); Carpeta: Noticias e índices de testamentos (1547-s. XVIII). Legajo
15.5.6.
-
ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. Fondo Protocolos
Notariales.
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ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE. Fondo Zárate-Cólogan.
Fondo Román.
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ARCHIVO MUSEO CANARIO. ES35001 AMC/INQ 238.020; 246.003; 255.011. Manuscrito de
Fray Juan Suárez de Quintana.
Valle de Agaete, 15 de septiembre del Año Genealógico Francisco Fernández de Bethencourt.