miércoles, 11 de marzo de 2015

FAMILIAS JUDÍAS EN EL SEÑORÍO DE AGÜIMES DURANTE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVI

RAFAEL RODRÍGUEZ DE CASTRO

Ponencia presentada en el I Encuentro de Genealogía Gran Canaria,
celebrado en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria,
celebrado los días 19-21 de noviembre de 2014. 
Publicada en Ponencias del I Encuentro de Genealogía Gran Canaria, nº 1 (2015), p 18-50. Edit. RSEAPGC y Genealogías Canarias. 
Depósito Legal: GC 368-2015 
1. JUDAÍSMO Y SOCIEDAD Y POLÍTICA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XV
A. POLÍTICA ANTIJUDÍA EN LA ESPAÑA DE LOS REYES CATÓLICOS
En Granada a treinta y uno de marzo de 1492, se decretó por los Reyes Católicos, la
expulsión de todos los judíos y moros que todavía permanecieran en los reinos de su gobierno[1]. Y aunque este conjunto normativo no indica expresamente nada sobre la conversión sí lo hará otro de medidas más extremas de cinco de septiembre de 1499[2], dirigido a toda España y con penas de muerte a quien, descubierto como no bautizado todavía, no hiciera propósito de convertirse. Quedaba claro que quien no se adhiriera a la fe cristiana, la que desde entonces sería la única en dichos reinos, quedaba fuera del orden legal y, por tanto, de lo social, político, económico, etc. El contenido de esta norma estaría vigente a lo largo de todo el siglo XVI. Incluso se endureció en su segunda mitad con la Reforma de Lutero a raíz de la cual se llevaría a cabo una política más inquisitiva hacia todo lo que difería de la fe oficial y única de la Corona. Lo lógico a raíz de esto es pensar que una caracterización judía, por prohibida y, por eficacia política, habría desaparecido durante toda esta centuria. Ya no cabría hablar de judíos desde 1492 en los reinos de España. Ser súbdito en España era incompatible con ser judío.
De la lectura del título del presente trabajo se nos antojaría que éste versará sobre grupos clandestinos al margen de la legalidad, un entramado social paralelo al oficial. Judíos que permanecieron como tales a pesar de su supresión legal. Pero nada más lejos de esto.

B. SUPERVIVENCIA JUDÍA
Hagamos una aproximación al significado de judío en un contexto interno. El colectivo judío tenía y tiene una expresión, y una institución al mismo tiempo, que le permitía tener presente siempre lo que le era más característico y propio: Zikarón, la memoria. Nos lo recuerda un texto de la fuente más antigua judía, el libro de los Tehilim, más conocido entre el público cristiano hispanohablante como “de los Salmos”, concretamente el que se contiene en el número 137:

Junto a los canales de Babilonia, sentados     
                     llorábamos HACIENDO MEMORIA de Sión
De los sauces de sus orillas                           colgamos nuestras cítaras

Allí nuestros cautivadores, nos pedían cantar;
                     quienes nos oprimían, que nos alegráramos

“Cantadnos alguno de los cantos de Sión”
¿Cómo cantar en tierra extranjera los cantos del Señor?

Si no HAGO MEMORIA de ti, Jerusalén          
                     que se me paralice la mano derecha,
que se me pegue la lengua al paladar,  
                     si no HAGO MEMORIA de ti;
Si no pongo a Jerusalén como cumbre de mis alegrías

Hacer memoria no era simplemente recordar, era volver a hacer presente una y otra vez elementos que se remontaban a la oscuridad de los tiempos y que desde entonces permanecían vivos en la cotidianeidad del mundo judío conformando su peculiaridad, su distinción. Se hacía memoria, en unos días determinados e intitulados de esta forma: en la Pascua, en el Sábado, en el Día de la Expiación, etc. O más modernamente vemos como se ha ampliado esta lista de días de la memoria con los que se refieren a la Independencia de Israel o al Holocausto.
Con esta expresión queremos manifestar la permanencia de lo judío, su supervivencia a través de la historia. Tenemos más ejemplos.
Cuando introducimos el término judío lo entendemos de igual manera que lo hace un testimonio tan antiguo como las cartas de Saulo de Tarso, san Pablo en su mención canónica eclesial. En la Primera Carta a los Corintios se refiere a la comunidad cristiana como una novedad en la que se complementa lo griego con lo judío que permanece en su seno. Otra voluntad de permanencia de lo judío a pesar de que quien habla, el propio Saulo de Tarso, ya es cristiano lo encontramos en su carta a los Gálatas[3].
Vemos un uso que no simplemente identifica lo judío con lo religioso, sino como algo más sustancial a la persona. En este sentido, en otros testigos como es el conjunto de los evangelios sinópticos (según san Mateo, san Marcos y san Lucas) se usa el término judío para aludir de una forma genérica a los habitantes de Judea. Sólo en los escritos del Nuevo Testamento más tardíos como es el caso del evangelio según san Juan se cambia el sentido para referirse de esta forma a lo que es distinto y opuesto a ser miembro de la Iglesia, a los cristiano[4]. Por tanto, originariamente judío era quien procedía de la región de Judea cuya capital era Jerusalén, y por extensión, quien fuera israelita. En este
Arco de Tito, asalto a Jerusalén
sentido lo vamos a usar en este trabajo.
Otra razón más damos para apoyar este uso. Y nos la da precisamente la Inquisición, quien con más ahínco porfió para hacer desaparecer lo judío. En este punto, partimos de la premisa de que los conversos que permanecieron en el territorio hispano después de su conversión forzosa, seguían portando este marcador específico. Y con diversa suerte según su adaptación a la nueva realidad de coacción y fuerza. El hecho de ser judío permaneció. Son varias las referencias que lo manifiestan: la continua sospecha sobre los conversos y su inmediata descendencia materializada en las humillantes comparecencias obligatorias ante alguna autoridad inquisitorial para manifestar su identidad, genealogía y otros particulares sobre su vida; la permanente atención de los impertinentes que podían delatar o denunciar a quien ya tuviera fama o sospecha de ser converso o inmediato descendiente en un proceso donde se presumía la culpabilidad (si no existiera la marca judío no se podía obrar así); el afirmar la existencia y correspondiente acusación y condena a los miembros de una sinagoga en La Palma y otra en Gran Canaria, si no existiera lo judío en quienes ya eran conversos haría que aquélla asociación no tuviera fundamento (lo judío sería una mera representación falta de calado[5]); o las limpiezas de sangre como requisito sine qua non podía ingresar un candidato a diversos cargos u oficios donde el hecho de haber tenido un antepasado judío hacía que esta características se prolongara de tal manera hasta el pretendiente que lo incapacitaba, aunque hubieran transcurrido generaciones o algún siglo que otro.
También uno de los pioneros de los estudios de judíos en las Islas Canarias, Lucien Wolf, habla de casos judíos, o de judíos sin más, en el apartado III del capítulo intitulado “Estudio Preliminar” de su libro sobre judaísmo en Canarias. Este autor habla de la presencia de judíos, y no de conversos, y cómo los conocemos debido a la emigración portuguesa durante la conquista o la colonización posterior dedicados a diversos oficios que enumera. Judíos que eran compradores de tierras y emprendedores en las nuevas industrias ligadas a las mismas como la caña, aunque realmente, según otro lenguaje ya estaban convertidos al cristianismo en cuanto a creencia religiosa se refiere[6].
Finalmente, desterrar lo judío fue la postura de quienes ostentaban el poder. Su punto de vista fue el con más fuerza se impuso, en lo legal, lo social, lo político, lo económico, lo cultural. El relato de la historia también se empapó con contenido vertido desde esta perspectiva: se hablaba del elemento judío como expulsado, como eliminado, en mayor medida. A la luz de estos hecho el nacional de los imperios de España consideró lo judío anulado. Quien permaneció en lo religioso y en lo étnico como judío pasó al destierro y se le conoce desde entonces con el apelativo de sefardita (Sefarad es España). En este trabajo consideramos estos hechos desde otra perspectiva, aquélla que los recursos de la modernidad nos permite. La mayor parte de las investigaciones realizadas hasta mitad del siglo XX hablan del judío que no emigró, y recibió el bautizo (igual que Saulo de Tarso, quien no dice que dejara de ser judío por ser cristiano), como alguien perseguido, atacado, marginado, discriminado. Los hechos eran considerados fundamentalmente bajo estas premisas. Y así fue. Pero se olvidan que la mayoría de ellos a pesar de un contexto adverso permanecieron con discreción tratando de adaptarse a unas nuevas circunstancias. A pesar de que todos estos participios agresivos y negativos siempre estuvieron latentes en una sociedad que ya había sentenciado de antemano contra el mundo judío, lo predominante fue la adaptación e integración en los parámetros sociales y religiosos que se habían convertido en exclusivos y únicos para el incipiente imperio español. Los conversos del judaísmo y sus inmediatos descendientes que personificaban estos casos llevaron una vida traumática: eran conscientes de su ser judío forzosamente negado en lo oficial, y también lo eran de que su nación era España. Y sobre todo, fue titánica su adaptación a la contrariedad para sobrevivir ante la coacción y el amedrentamiento. Pero al cabo del tiempo lo consiguieron. Llevaron una vida de mutismo, en la que la mayoría pasó desapercibida. Con todo lo dicho, va dedicado este trabajo a abrir brecha en la vida de quienes quedaron, quienes se convirtieron a la fuerza, de aquéllos que contuvieron en sí un marcador judío que en los dos siglos siguientes a los decretos de expulsión merecerán la atención de la represión oficial. De aquellos que no son algo lejano en el tiempo y en el espacio con respecto a nosotros. Aquellos judíos conversos formaron familias, tuvieron descendencia. Con el tiempo la represión y la discriminación se fue diluyendo. Pero la vida que ellos portaban continuó. Hasta el punto que podemos decir que este grupo judío es hoy fundamento de la población que compone el país, está presente en ella como generación que les ha sucedido. Un elemento judío permanece en la población española actual como componente suyo esencial. Lo judío a pesar de la expulsión sobrevivió.

C. ANTECEDENTES DEL ANTIJUDAÍSMO
Volviendo a la realidad antisemita de finales del siglo XV, los historiadores muestran su conformidad a que lo decretado en la expulsión de 1492 ya se venía gestando desde años atrás. No fue un acto puntual y aislado fruto de un planteamiento político repentino y caprichoso. Las medidas en contra de moros y judíos son frecuentes y extremas a lo largo de todo el convulso siglo XV, más radicales y generales a medida que éste avanzaba. En las Cortes de Toledo de 1480 se trató de zanjar de forma definitiva la cuestión de separar a judíos y moros en barrios determinados, juderías y morerías, dando un plazo de dos años para su ejecución. En dichos territorios se permitía la edificación de la correspondiente sinagoga o mezquita. Era una medida que más o menos se había establecido con anterioridad a dichas cortes, pero con la poca estabilidad del reino a finales de la monarquía castellana de Juan II y Enrique V no se había llevado a efecto.
La mayoría de los historiadores están conformes en señalar como punto de inflexión en las políticas antijudías, la crisis en Castilla en la segunda mitad del siglo XIV. Como caldo de cultivo previo estaba el recuerdo de la alianza judía con los musulmanes en su ya antiguo avance por la Península Ibérica, la concepción teológico-social de considerar al pueblo hebreo como deicida y la hasta entonces cotidiana dedicación de este colectivo a tareas de financiación y recaudación (prestamistas y recaudadores de los distintos impuestos para la institución a quienes pertenecían, bien la Corona, bien los nobles, o incluso la Iglesia). Junto a esto se produjeron entonces una serie de circunstancias que confluyeron fatalmente: una serie de malas cosechas desembocó en hambrunas, la propagación de la peste, derrumbe en consecuencia de todo el sistema comercial y productivo, falta de recursos, y la guerra civil sucesoria entre Pedro I, favorecedor de los judíos quienes de forma más significativa le apoyaban financieramente, y Enrique de Trastamara, quien resultará vencedor, el cual para seguir una política de posicionamiento contraria a su rival muestra su desagrado ante lo judío. La chispa más grave estallará en 1391 en Écija encabezada por su arcediano quien se lanzará a una auténtica cacería y linchamiento de judíos, desde donde se extenderá primero por otras ciudades andaluzas y finalmente por todo el reino. El siguiente hito al que antes hacíamos referencia vendrá por la reina Catalina de Lancaster, quien hará de regente durante la minoría de Juan II, y quien aprobará las Leyes de Ayllón de 1412 que establecían los barrios apartes y otras medidas represivas.
Una cuestión estrechamente ligada a estas políticas antijudías es la del rechazo social generalizado que en más de una ocasión y en diversos lugares del país se materializó en auténticos levantamientos populares, con o sin aliento de la autoridad local, en contra de
Joaquín Turina. Expulsión de los judíos de Sevilla
los judíos. Lugares tan distantes como Valmaseda en Vizcaya, Toledo, Sevilla, etc.[7], por citar lugares interiores al Reino de Castilla, fueron testigos de brutales persecuciones populares durante la segunda mitad del siglo XV. E incluso en la corona de Aragón tenemos como ejemplo las traumáticas disoluciones de las aljamas de Zaragoza o Albarracín en 1486[8]. Para entonces ya estaba generalizada una brutal animadversión hacia los judíos que se venía gestando desde mucho antes, y de lo que no faltaban ejemplos incluso en siglos anteriores.
Y en más de una ocasión estos linchamientos eran refrendados, bien con las sentencias de los tribunales que apoyaban más las razones para sus decisiones en el honor y nobleza del cristiano viejo frente a las reclamaciones de quien ni siquiera lo era, o bien por decretos locales como la propia expulsión de los judíos de los obispados de Sevilla y Córdoba por norma del primero de enero de 1483[9].
Las quejas de los cristianos viejos eran numerosas: decían que quienes conservaban su fe judía en dichos barrios trataban de forzar a apostatar a conversos, incitaban y encubrían falsas conversiones, y se unían corporativamente para sacar provecho económico de cualquier ocasión con negocios engañosos o abusando de posición al cobrar intereses.
Unos año más tarde, en medio de esta situación de animadversión y odio hacia lo judío, es cuando los Reyes Católicos por decreto dado en Córdoba, el veintinueve de abril de 1485, mientras miran hacia Granada, ordenan la entrega de una serie de cantidades a todas las aljamas del país para sostener la guerra inminente contra el último reino no cristiano de la península. Por eso se nos antoja que la oportunidad de tanta radicalidad para la expulsión en 1492 no podía venir, sino por la contribución del mundo judío a los empréstitos que la Corona requirió primero para afianzar a Isabel en el trono, como después para culminar la conquista de Granada. Una vez conseguido los dos objetivos y acercarse una paz y estabilidad para la Corona, llegaba el momento de hacer también las devoluciones que en tanta cantidad y con tanto tiempo de necesidad financiera arrojaban unas cantidades descomunales para un reino con una economía por hacer. Que mejor manera de ahorrar en devolución que eliminar al acreedor. Y que mejor manera de quedar bien con el acreedor que pagarle. La paradoja se resolvió distinguiendo: el acreedor eliminado era el judío, de quien se percibió incluso la ventaja de haber vendido en almoneda sus posesiones antes de salir del reino; mientras el acreedor cristiano gozó de posición privilegiada para cobrarse de los repartos y concesiones reales.
La situación de los judíos no podía ser más desalentadora. Las conversiones fueron numerosas. Obligadas por semejante coacción y amedrentamiento. Fue un siglo duro y difícil. Si lo narrado hasta ahora versa sobre quienes permanecían judíos, quienes se convertían no lo tenían tampoco fácil. Con la instauración del Santo Oficio de la Inquisición en los reinos de España por la bula de Sixto IV Exigit sincerae devotionis de 1478, que tenía competencia sobre la fe cristiana solamente, los conversos serán los continuadores de animadversiones y sospechas. Y, no lo olvidemos, el hecho de ser considerados conversos implicaba además la presencia de lo judío.

D. PLAN DE ESTE TRABAJO
En el libro publicado recientemente en unión a Luis García Correa y Gómez titulado Población de Agüimes durante los cien primeros años del señorío (1481-1580) hacemos una detallada descripción de las familias que poblaron este antiguo Señorío y Cámara de los obispos de Canarias. En él nos centramos solamente en quiénes formaron la población originaria de este territorio alcanzando la condición de vecinos. Entre ellas se trata la de Pedro Castellanos, judío converso, y su mujer Guiomar de Baeza, ampliando más generaciones, aunque desde otra perspectiva.
Esta publicación previa es la que nos sirve de trampolín para continuar con esta ponencia. Ahora entran en juego datos inéditos; las fuentes documentales cambian de peso en la balanza, pues ahora no son tanto los documentos de la escribanía del Archivo Histórico Provincial de Las Palmas de Gran Canaria, o los registros Eclesiásticos de la parroquia de San Sebastián de la actual villa de Agüimes, sino el archivo de la Inquisición custodiado en el Museo Canario.
El haber puesto en el centro del estudio a este matrimonio se debe, no sólo a que él fue el primer judío converso que se estableció en Agüimes como vecino, sino que fue el único que desde entonces mantuvo junto a su mujer una estabilidad residencial y sucesoria en dicho lugar. A partir de Pedro Castellanos se entrecruzarán otras familias, unas vecinas de la villa, otras estantes, que nos describirán un conjunto de relaciones de auténtica adaptación en la contrariedad.
Los relatos intercalados introducirán alusiones a quienes descendieran de forma inmediata de judíos y tuvieran alguna vinculación con Agüimes. En estas piezas menores encontramos a Francisca de Hervás, hija del converso Hernando de Bachicao, vecina de Agüimes tras casar con el natural de esta población, Juan Martín Bilbao; o a Alonso de Espino, nieto materno de Gómez de Ocaña, converso, quien pasará a vivir a la villa y cámara episcopal al casar con la agüimense María de Mirabal[10]; o Ana Bristol, bisnieta del hijo de converso Diego de Aguilar, segunda mujer que fue de Andrés Hernández, perteneciente a una de las familias de Agüimes de origen indígena. Junto al desfile de los que fueron vecinos de la villa encontraremos a quienes fueron estantes en el señorío principalmente dedicados al cultivo de la caña y a la manufactura del azúcar. En esta tarea destaca la familia de Martín de Alemán junto al que nos encontramos una cierta tradición de contacto con las islas, pues su padre, García de Córdoba, ya había permanecido algún tiempo en ellas en algún momento anterior.
Además de la publicación mencionada, hay otro trabajo algo anterior que se complementa muy bien con lo que aquí se trata. Es la obra citada en la bibliografía de Luis Alberto Anaya Hernández, Judeoconversos e inquisición en las Islas Canarias (1402-1605). En ella se trata con una perspectiva general y muy completa la incidencia entre este grupo social, étnico y religioso, y la Inquisición. Su contenido es básico y fundamental para comprender el conjunto de los hechos de la historia local de Canarias en dicho intervalo de años y, sobre todo, los elementos esenciales que caracterizaban aquella sociedad.
La técnica para mostrar esta vinculación familiar es la genealogía. De ella se quiere resaltar su facilidad para contemplar el elemento personal en su amplitud social de un momento determinado. La genealogía funciona como un mapa de la población de un determinado momento. No son datos fríos y sin más, sino que contextualizados desde una perspectiva determinada permite una percepción dinámica y amplia. Así es capaz de comprender en sí la complejidad de un entramado que de otra manera sería difícil de exponer. Y sobre la genealogía se vuelca el conjunto de datos históricos recibidos de diversas instancias. No es una genealogía para justificar sólo méritos o realce personal, sino que busca mostrar el entramado social desde un punto de vista concreto que en el momento en que se trata, la primera mitad del siglo XVI, tiene al individuo en el ámbito de la unidad familiar como referencia.

2. FAMILIAS JUDÍAS EN AGÜIMES
A. PEDRO CASTELLANOS Y GUIOMAR DE BAEZA
Llama poderosamente la atención del expediente de limpieza de sangre de Félix Espino Peraza de Ayala, hecha entre los años de 1646 y 1647, el gran detalle con el que se procedió en  la indagación de aquellos ascendientes sobre los que había una mínima sospecha de haber sido conversos. Se trata de unas pesquisas sobre individuos que habían vivido como mínimo cien años antes, algunos de ellos incluso podrían tener su nacimiento a comienzos del siglo XV. No bastaba con la línea ascendente estricta, sino que en cuanto se localizaba a alguien que fuera de inmediata conversión se indagaba sobre toda su parentela más inmediata. Este documento no tiene desperdicio y ofrece lo exhaustivo del tribunal de la Inquisición a la hora de examinar a sus candidatos. Al mismo tiempo nos permite conocer los itinerarios propios de las familias conversas, sus profesiones y algo de sus relaciones en su contexto específico de estar condicionadas por el marcador judío al que hemos aludido anteriormente en su matiz de converso.
Un dato recurrente que aparece en las distintas testificaciones que se hicieron a propósito del citado expediente de limpieza de sangre es el de identificar de forma necesaria un apellido con la condición judía o conversa de quien lo ostentaba: los apellidos judíos. Casi llegando a la mitad del siglo XVII que es cuando solicita Félix Espino Peraza de Ayala entrar en la Inquisición, los inquisidores envían mandato a los correspondientes del tribunal en las villas de Villanueva del Arzobispo y Cazorla, en el Obispado de Jaén, para que indaguen sobre Pedro Castellanos y Guiomar de Baeza que habían nacido en 1465. Los testigos hablan de cómo casi doscientos años después hay memoria de apellidos que necesariamente habrían de presumirse correspondían a judíos o conversos. Tales eran en aquellos lugares los de Castellanos, Díaz, Toledo, del Puerto o Baeza. Sin embargo, para mayor precisión a la hora de entender una afirmación así habría que matizar su carácter unívoco y dejar un margen de relatividad que permita comprender mejor qué se quería decir cuando se afirmaba que tal o cual apellido “se reputaba de judíos” o de “era tenido de conversos”.
APELLIDOS JUDÍOS
Sin embargo, la concepción de unos apellidos necesaria y exclusivamente judíos habría que descartarla o al menos, relativizarla considerablemente. Cuando en dicho expediente de limpieza de sangre se habla en las dos rondas de testigos llevadas a cabo en las poblaciones de Cazorla y Villanueva del Arzobispo con vecinos de las mismas para deponer si conocían determinadas personas con los apellidos del pretendiente con sospecha de haber sido de conversos, éstos deponen que efectivamente los había. De aquí se podría concluir de forma general que todos los de estos apellidos en todo lugar y tiempo tenían a alguien judío en su origen. Nada más lejos de la realidad. Si en 1606 en Teror preguntáramos a sus vecinos en que reputación tienen a los de apellido Castellanos dirían que eran cristianos viejos “limpios de toda mala sangre”, y dirían con razón, y lo dijeron realmente, pues no podría ser de otra manera, en las probanzas para ser miembro de la Santa Inquisición del canónigo natural de dicho lugar, Baltasar Hernández Castellanos[11]. Para identificar un apellido como de converso o judío habrá que acudir a un soporte que nos garantice con certeza suficiente que así era, y esto no puede venir más que de las pruebas documentales que se obtengan para cada caso.
El cuadro genealógico de la familia judeoconversa de Pedro Castellano se divide en dos etapas. Una primera parte en la que se hará una breve alusión a quienes les precedieron y que vivieron principalmente en el entonces adelantamiento de Cazorla, para a continuación pasar a quienes se avecindaron en Agüimes.
a) Los antecedentes de Pedro Castellanos en la Sierra de Cazorla[12].
Línea Paterna
1. Pedro Fernández Castellanos casado con Mayor de Toledo, fueron vecinos de Cazorla, judíos conversos. Los dos son ya difuntos en el año de 1525. Ambos fueron procesados por la Inquisición en Cazorla. A él le dieron por libre, mientras ella fue reconciliada[13]. Tuvieron por hijo único a:
1.1. Juan Castellanos casado, sobre 1465, según la estimación de sus dos hijos reseñados, con Argenta Díaz, hija de Diego del Puerto de quien se hablará en el siguiente apartado. Judíos conversos ambos cónyuges. Juan Castellanos era hijo único de Pedro y Mayor tal como declara Pedro Castellanos en 1525. Había fallecido sobre 1516. Fue vecino de Cazorla. La Inquisición lo procesó y fue reconciliado en Villanueva del Arzobispo. De ambos fueron hijos:
1.1.1. Pedro Castellanos casado con Guiomar de Baeza, hija de Luis de Valenzuela, llamado Guinjón, escudero de profesión, e Isabel Yánez, naturales y vecinos de Baeza. Tal como indica el propio Santo Oficio eran cristianos viejos. Pedro y Guiomar se trasladarán hasta Agüimes y por ello los trataremos en el cuerpo de texto que vertebra este trabajo.
1.1.2. Catalina Ruíz, nacida sobre 1570, casó con Tristán de Ortega y fueron vecinos de Villanueva del Arzobispo. Catalina era cuatro años menor que Pedro, era como él conversa y fue su única hermana.
Línea materna
1. Diego del Puerto y Leonor Rodríguez de Córdoba. Diego del Puerto tenía el oficio de mercader. Judíos conversos tanto uno como otro. Diego fue reconciliado en un auto celebrado en Cazorla. Si su hija la estimamos casada sobre 1465, habría que retrotraer su nacimiento hasta más o menos 1445, lo que nos da un límite ad quem para el año de celebración del matrimonio de Diego y Leonor. Fueron padres de
1.1. Argenta Díaz quien con su marido, Juan Castellanos originan la línea de Pedro Castellano, nuestro poblador de Gran Canaria. Después de estar en Villanueva del Arzobispo pasó a la ciudad de Baeza, donde vivía en 1495. El treinta de julio de dicho año, después de que fuera reconciliada en auto celebrado en Cazorla volvió a comparecer ante el inquisidor para declarar algún detalle que al momento de dicho proceso no hizo. Eran actos propios de judíos que hacía su marido, Juan Castellanos, y le obligaba hacer a ella. Argenta había fallecido hacia 1512 en Cazorla donde pasó sus últimos días.
1.2. García del Puerto casado con Blanca Alonso, hija de Alonso González y Leonor González, todos ellos judíos conversos. Reseño los hermanos de Blanca por haber tenido todos ellos grave conflicto con la Inquisición: Hernando de Santisteban, Diego de Cazorla, Gonzalo de Santisteban y Martín de Santisteban. De ellos Hernando y Martín fueron relajados, es decir, condenados a morir quemados en la ciudad de Úbeda; Gonzalo y Diego, por otro lado, fueron reconciliados. García del Puerto había sido vecino de Cazorla. Murió en la guerra de Nápoles. Blanca por su parte, fallecería sobre 1531 y en vida había sido reconciliada por la Inquisición. El dicho Alonso González fue mayordomo del Conde.de Villar, y escribano del cabildo de Cazorla. Fue condenado después de muerto por la Inquisición. García y Blanca fueron padres de:
1.2.1. Leonor González del Puerto, soltera.
1.2.2. Hernando del Puerto, quien murió en la guerra de Nápoles con su padre.
1.2.3. Alonso del Puerto a quien mataron en la guerra de Granada.
1.2.4. Francisca del Puerto nacida sobre 1511. Había casado sobre 1526 con Pedro de Caravaca. Los cuales tuvieron por hijos a: Marina (nacida sobre 1527; Rodrigo (quien nacería en torno a 1529); Luisa (nacida alrededor de 1532); y Leonor (por el año de 1533). Francisca del Puerto y su hermana, Catalina del Puerto, fueron localizadas como sobrinas de Argenta Díaz en las diligencias hechas por la Inquisición en Córdoba a pedimento de la de Canarias en el repetido expediente de Félix Espino Peraza de Ayala. El nueve de abril de 1647, en la audiencia que la Inquisición celebró en la tarde, solicitan que se coteje la genealogía del pretendiente con la de las dichas hermanas que allí se custodiaba. Y así fue. En el segundo libro de Genealogías de Villanueva del Arzobispo y Cazorla aparece con fecha de veinte de junio de 1536, la declaración de Francisca del Puerto, casada entonces desde hacía unos nueve años, vecina de Villanueva del Arzobispo junto a la puerta nueva, de unos veinticinco años de edad. Nunca había sido penitenciada ni reconciliada por la Inquisición. Dice además que no conoció a su padre, pues había marchado como soldado cuando ésta era todavía niña. Pedro de Caravaca y Francisca del Puerto tuvieron sucesión.
1.2.5. Juan del Puerto, quien casó, y fue mercader en Baeza donde se avecindó.
1.2.6. Catalina del Puerto, nacida sobre 1513 y casó con Rodrigo de Caravaca. Compareció ante la Inquisición el mismo día y lugar que su hermana Francisca. Allí declara que su marido era cristiano viejo, mientras que ella era hija de judío. Tanto Catalina como sus hermanos fueron bautizados como cristianos al poco de nacer. Y de Rodrigo y Catalina fueron hijos: Luis, Bartolomé, Juan, Cristóbal y Catalina.
1.3. Rodrigo del Puerto, quien fue escudero y también había muerto en las guerras de Italia. No fue reconciliado ni penitenciado.
b) Vecindad en Agüimes y descendencia.
Pedro Castellanos era natural de Villanueva del Arzobispo, villa del Adelantamiento de Cazorla, en el Obispado de Jaén. De su declaración por ante el Santo Oficio de la Inquisición realizada el veintisiete de noviembre de 1525 sabemos que nació sobre el año de 1465. Su mujer, Guiomar de Baeza, nació aproximadamente el mismo año en la localidad del mismo nombre que su apellido. No sabemos el lugar ni el año de casamiento, nada dice la documentación que hemos consultado. Se podría presumir una fecha aproximada, entre los años de 1492 y 1495, partiendo de la estimación del nacimiento de sus dos hijas. En todo caso éstas habían nacido antes de que el matrimonio se estableciera en la isla de Gran Canaria.
Su establecimiento en Agüimes hay que situarlo en torno a 1504 y, en todo caso, después del comienzo de la nueva centuria, pues en dicha declaración inquisitorial dice que lleva unos veinte años en la isla.
A Pedro Castellanos lo encontramos ejerciendo el cargo de mayordomo de la iglesia de San Sebastián de la Villa de Agüimes, tal como lo menciona el Libro de fábrica de la parroquia de éste lugar en el asiento fechado el cuatro de mayo de 1506 referente a la visita pastoral realizada por el obispo Diego de Muros. La alusión que recoge este documento es toda una declaración de excelencia social: “el honorable Castellanos”. En
Pª S. Sebastián, Agüimes, actualmente
dicho asiento se aprueban las cuentas de su gestión y se indica también que llevaba dos años ejerciendo el cargo y que desde esa fecha cesaba, pasando a ocupar su puesto como nuevo mayordomo Pedro Méndez, vecino de Agüimes, a quien se le entregan los bienes de la Iglesia con el correspondiente inventario[14]. Sin embargo, a pesar de tal apelativo recogido en el acta de dicha visita pastoral, no deja de ser sospechoso que cese sin más en un tiempo tan breve, por acto directo del obispo y señor del término de Agüimes, y justo un año después de que llegara el primer inquisidor para las islas, Bartolomé López de Tribaldos. Sobre todo cuando estaba prevista la inhabilitación para determinados cargos u oficios a los hijos y nietos de quien fuera procesado por la Inquisición[15].
Tenemos noticia que Pedro Castellanos y Guiomar de Baeza recibieron dos extensos heredamientos, un conjunto considerable de tierras. Uno en Temisas que comprendía desde el valle de este nombre hasta llegar a la frontera de la comarca de las Tirajanas, sin precisar ninguna medida de superficie. Como veremos más adelante, una idea de las dimensiones de este heredamiento la aporta la venta que hace Bartolomé Peloz, nieto de Pedro Castellanos, de un total de cincuenta fanegadas (unas veinticinco hectáreas). Téngase en cuenta que esta es la parte que le tocó después de repartir el total entre las dos hijas inmediatas, y a su vez, entre sus hermanos. Y el otro en la zona que ya se conocía como El Carrizal donde tenía el señor del lugar, el obispo, un edificio, la “Casa del Carrizal”, cuya memoria llega hasta hoy. Según las leyes canónicas específicas de Agüimes, que había matizado el obispo para su señorío, la consolidación de un heredamiento se alcanzaba, al cabo de nueve años. Transcurrido este tiempo no cabría, según se estipulaba en una de estas normas, ninguna inspección por dos testigos de si estaban las tierras trabajadas y había edificación y, por tanto, no podía recuperarlas el obispo si no se cumplía dicha condición[16]. Pedro Castellanos y Guiomar de Baeza cumplían con todos estos requisitos y no tenían por tanto problema para acceder a la propiedad de la tierra lo que permitía dar una considerable estabilidad económica a la familia.
Si bien el acceso a la propiedad fue el normal de cualquier poblador llama la atención que al cabo de unos nueve años de haber recibido heredamiento, el jueves veintinueve de junio de 1514, se traslada Pedro Castellanos hasta la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria para comparecer ante el escribano público de la isla, Pedro Ortiz. Entonces eleva a escritura pública la venta que hace al que será su yerno, Honorato Peloz, de una buena parte del heredamiento. Junto a dichas tierras, en la misma operación se incluye también una porción del heredamiento de El Carrizal con el agua que le correspondía, así como nueve caballos, un mulo y cuatro esclavos negros, tres varones y una mujer, todo ello por un valor de 6.000 doblas de oro[17].

DESCENDENCIA DE GARCÍA DE CÓRDOBA E ISABEL DE ALEMÁN[18].
Por la cita del escribano, Pedro Ortiz, llegamos a una familia vinculada con Agüimes por el negocio azucarero. Pedro Ortiz era casado con Beatriz de Alemán, sobrina de Martín Alemán[19], quien tuvo cierto protagonismo con la industria azucarera del señorío de Agüimes. Su familia queda como sigue.
1. García de Córdoba, natural de Lepe, en Huelva, vivió casado con Isabel de Alemán. Ambos fueron reconciliados en dicho lugar. Al conocer las edades de todos sus hijos podemos estimar su matrimonio algo antes del primer nacimiento como término ad quem, sobre 1475. Esto nos hace, a su vez, girar la horquilla de su nacimiento en el año 1455, como límite máximo. Eran difuntos en 1521. García de Córdoba fue el primero de la familia en entrar en contacto con las islas. Ejerció de escribano en la avanzada que en la costa africana dirigió el gobernador Alonso Fajardo denominada Santa Cruz del Mar Pequeña. Así consta en el requerimiento que hace a García, Francisco de Segura, escribano de Sevilla, a petición de Pedro de Vargas, quien actúa en nombre de los peones y marinos que intervinieron en su construcción y puesta a punto hasta acabarla y entregarla al gobernador siguiente, Lope Sánchez de Valenzuela. Se encuentra en la isla de Gran Canaria en 1500, cuando su hijo mayor Juan recibe poder en Sevilla, el trece de julio de ese año[20]. Fueron sus hijos
1.1. Constanza de Alemán, nacida aproximadamente en 1476, mujer de Domingo Fernández Farfán, vecinos de Sevilla.
1.2. Blanca Alemán, nacida sobre 1477, mujer de Francisco Baca, mercader, vecinos de la villa de Medina Sidonia.
1.3. Leonor de Alemán, mujer de Juan de Gibraleón, difunto en 1521, vecinos que fueron de Sevilla en la collación de Santiago. Fueron sus hijos:
1.3.1. Martín Alemán vecino de Gran Canaria, pero no de la villa de Agüimes, quien hace declaración de su genealogía ante la Inquisición de Canarias el veinte de septiembre de 1525[21].
1.3.2. García de Gibraleón quien también fue estante en Agüimes después e arrendar a Alonso de Matos el ingenio de Aguatona. Alonso de Matos era una segunda generación dedicada a la manufactura azucarera con menos fortuna que su padre y homónimo. El contrato de arrendamiento está fechado el quince de febrero de 1524 en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria[22].
1.3.3. Beatriz de Alemán, mujer de Pedro Ortiz, escribano de la isla de Gran Canaria[23].
1.4. Juana Fernández, quien falleció siendo moza doncella.
1.5. Juan de Alemán, el mozo, nacido sobre 1481, vecino de Sevilla en la collación de San Salvador. Está para partir a Gran Canaria en el verano de 1500, pues el trece de julio de dicho año recibe poder por ante la escribanía de Sevilla para actuar de forma delegada en dicha isla. Pero el ocho de febrero de 1509 ya está de vuelta en Sevilla, donde interviene en unión de su cuñada Beatriz de Toledo en una reclamación que han de hacer a su cuñado, Juan de Gibraleón, por una compañía en la que hubo diferencias. Y allí sigue en 1529 cuando actúa en diversos negocios recogidos en la escribanía de Sevilla en compañía de su hermano, Martín, quien suele residir con más estabilidad entonces en Gran Canaria[24].
1.6. Martín de Alemán, casado con Beatriz de Toledo, hija de Francisco de Baeza, mercader, e Isabel de Toledo. Ambos fueron condenados en estatua en Sevilla por la Inquisición. Fueron vecinos de dicha ciudad en la collación de San Bartolomé y allí se encuentran entre 1497 y los primeros años del siguiente siglo. Además de haber estado en la isla de Gran Canaria sobre 1495, le volvemos a encontrar en solitario en 1503, cuando dio poder a su mujer para que pudiera cobrar lo que le correspondiera en Sevilla donde permanecía ella. El mismo poder y sus características hacen ver que está cerca de su arribada a la isla. Y  ella permanece en Sevilla todavía el ocho de febrero de 1509, cuando usa de dicho poder en nombre de su marido y en compañía de su cuñado, Juan de Alemán, para dirimir diferencias con Juan de Gibraleón, ya citado, de una compañía que ambos hermanos habían hecho con éste.
Del año 1513 parece ser un escrito elaborado por un tal Pedro Barahona o Antón Astero, en el que se hace un informe de toda persona y acontecimiento que le corresponda sobre materia escabrosa que pudiera interesar a la Inquisición. En él consta como el inquisidor Bartolomé López de Tribaldos mantenía una buena amistad con un judío converso como Martín de Alemán, en la intención de poner en duda la rectitud de aquél en el ejercicio de sus funciones.
Beatriz es quien comparece ante el reverendo señor Juan Díaz de Lobera, el veintiséis de junio de 1521, para declarar bajo juramento su genealogía. Va en solitario, no le acompaña su marido, pues se encuentra entonces en la ciudad de Sevilla, en cuyo barrio de san Ildefonso tiene el domicilio los de su familia. . Y cita a todos los familiares que se enumeran en esta relación[25]. En 1536 Martín de Alemán ya es difunto. Fueron sus hijos:
1.6.1. Juan de Ayala Alemán, quien es residente también en Agüimes.
1.6.2. Isabel Martín casada con Antonio de Abrego[26].
Desconcierta esta venta: se hace sobre una extensión considerable de propiedad, la que abarcaba dos heredamientos completos de los que hacía el señor de Agüimes, obispo de Canarias, que hasta entonces ha disfrutado Pedro Castellanos; que a pesar de la enajenación el vendedor seguirá usando y disfrutando de los mismos como si fuera propietario; se otorga el contrato a su yerno, Honorato Peloz, con pacto de que la mitad del precio tendrá como destinataria a su otra hija, Mayor Castellanos, tal como veremos más adelante; y el precio establecido de 6.000 doblas de oro es elevadísimo para ser una transacción entre familiares. Varios particulares de diversa jurisdicción afectan a este acto: por una parte, la consolidación de Pedro Castellanos como propietario según la norma de la isla y la norma eclesiástica ya había sucedido por transcurso de seis y nueve años respectivamente; afectaba también la prohibición de vender a persona extranjera lo recibido en tierras como poblador, cuando los dos yernos de Pedro Castellanos, como nizardos, lo eran; y había cierta inseguridad sobre la intervención del obispo en concesiones varias como se podrá comprobar a lo largo del siglo XVI con otros casos de vecinos de Agüimes[27]. Con esta operación de enajenación se desviaba la propiedad de las competencias que cabían al consolidante de la misma. Y sobre todo, después de la disposición de 1506 que permitía al vecino de la isla ejercer tanteo y retracto sobre la venta de repartimiento a extranjero si pagaba el mismo precio. Con un precio así era difícil quien pudiera interferir alegando cualquier derecho que le amparase.
El veintitrés de septiembre de 1523, Pedro Castellanos, vende una esclava negra de nombre Catalina a Benito Álvarez, clérigo y cura de Gáldar[28]. Otra más aparte de las cuatro que ya había vendido a su yerno, Honorato Peloz. Estamos en años difíciles para la economía insular por varios años en los que la isla se ve afectada por una epidemia de peste. Para realizar la transacción Pedro Castellanos ha de trasladarse hasta la escribanía de Guía y allí ha de tratar con el que es su comprador, uno de los miembros de confianza nada menos que de la Inquisición[29].
En la visita pastoral realizada a Agüimes el doce de febrero de 1524, comparece como testigo, junto con su yerno, Honorato Peloz y otros vecinos de la Villa de Agüimes[30]. Sin embargo, a pesar de haber demostrada su capacidad administradora como mayordomo de la parroquia de Agüimes, que suponía administrar los bienes de que se componía, lo que conllevaba saber leer, escribir y manejar cuentas, habilidad tan escasa y extraña en la población de entonces, no se volverá a contar con él para el desempeño de ningún cargo. Sospecha esta que se bien se podría fundamentar en la ya mencionada inhabilitación para conversos y descendencia.
En 1525 sigue con vida, y ha de trasladarse a Las Palmas de Gran Canaria para comparecer, el veinticinco de noviembre, ante el Inquisidor de Canarias, Martín Ximénez, y declarar que era converso, hijo de conversos y los distintos procesamientos que pudieran tener sus familiares más inmediatos[31]. Sin embargo, de la documentación reseñada no se desprende cuándo debió producirse su conversión. Sí se deduce de la misma que para la fatídica fecha de 1492 ya había recibido el bautizo, incluso se podría retrotraer este término ad quem hasta el año de 1483 cuando se expulsa a los judíos de los obispados de Sevilla y Córdoba. El hecho de declarar su genealogía fue efecto del mayor rigor que traía el inquisidor Martín Ximénez, persona de carácter apasionado, rigorista y violento. Hasta entonces todo lo tocante a la Inquisición se llevaba con cierta tranquilidad, sin tomar los temas de su competencia con demasiada rectitud y meticulosidad. De esta manera en los últimos años del siglo XV y primeros del XVI coinciden varios autores en señalar la cierta tranquilidad con que vivía la comunidad de procedencia judía dedicándose a sus tareas cotidianas. Mayor sosiego desde luego que el acostumbrado en los lugares peninsulares de procedencia. Del rigor del momento es ejemplo los dos autos de fe celebrados en Las Palmas de Gran Canaria, el 24 de febrero y el 4 de marzo de 1526, cuando fueron relajados, es decir, condenados a ser quemados, un total de ocho personas por crímenes relacionados con la práctica judía. Cuando Pedro Castellanos está en la ciudad declarando ante el Santo Oficio, en noviembre, los que serán ejecutados están en la prisión inquisitorial desde hace ya un año, sometidos a las durezas del tribunal que no dudará en torturarlos para alcanzar un mejor objetivo en el proceso[32]. Este rigor causará tal conmoción que a finales de 1526 el Inquisidor Martín Ximénez ha de ser cesado.
En 1529 se recoge en el libro de fábrica de la iglesia parroquial de san Sebastián de la villa de Agüimes el dato de que en el señorío había una población total de trece vecinos, es decir, trece familias. Sobre este dato se hizo fundamentar la publicación previa a este trabajo sobre la población de Agüimes en los cien primeros años del señorío donde de estos trece vecinos encontramos que tres corresponden a la familia de Pedro Castellanos.

DESCENDENCIA DE JUAN MARTÍN BILBAO Y FRANCISCA DE HERVÁS
Además de los tres vecinos enumerados también hay que hacer mención al matrimonio de Juan Martín Bilbao y Francisca de Hervás, vecinos también de la villa en 1529, pues ella cuenta con ascendientes judíos inmediatos. Juan Martín Bilbao es hijo Martín Ibáñez de Arístegui y Juana de Liria, vecinos de Agüimes; nieto paterno de Martín Ibáñez de Arístegui, alcalde ordinario de la villa de Agüimes por nombramiento de veintiocho de octubre de 1509 y mayordomo de su parroquia de san Sebastián, y Constanza Hernández, hermana de Ivón Hernández Herrero, e hijos ambos de Bartolomé Hernández Herrero, padre e hijo en momentos consecutivos fueron alcaldes del lugar y puerto de Santa Cruz de Tenerife; nieto materno de Felipe de Liria y Juana de Morales, naturales y vecinos de Lanzarote. Francisca de Hervás, por su parte, era hija de Hernando de Bachicao, de discutida condición de conquistador, converso, mercader y regidor de la isla de Gran Canaria, y de su mujer, Constanza de Hervás; nieta materna de Pedro de Hervás y de mujer cuyo nombre no consta en ninguno de los documentos o publicaciones que hemos podido consultar[33].
Comentamos la colaboración continua de miembros de esta familia con el Santo Oficio de la Inquisición. Martín Ibáñez de Arístegui mientras era alcalde de Agüimes, nombrado por el obispo y señor del lugar, junto al escribano del señorío, Juan Berriel fueron apresados por el gobernador de la isla en uno de los episodios conflictivos sobre el señorío de Agüimes. Ante lo que se consideraba un atropello, el inquisidor de las islas, Bartolomé López de Tribaldos, que también era Visitador, Provisor y Vicario Episcopal, actuando en consecuencia a favor de los intereses del obispo y poniéndose del lado de los agüimenses apresados termina excomulgando a la máxima autoridad insular y a todo su concejo. 
Otro contacto con la Inquisición venía desde principio de siglo con Diego Iñíguez de San Martín quien estaba casado con Catalina de Hervás, hija también de Hernando de Bachicao. Diego era hermano del receptor de la Inquisición Pedro Iñíguez de San Martín, en cuya compañía vino a las islas,
Finalmente, Juan Martín Bilbao y Francisca de Hervás tuvieron que convivir en la misma villa de Agüimes con el fiscal de la Inquisición Juan Fullana. ¿A partir de qué momento? La secuencia de datos que tenemos es que el 6 de abril de 1527 es la fecha que se toma como la más antigua de desempeño del cargo de inquisidor de Canarias para el licenciado Luis de Padilla. Fue quien por más tiempo permaneció en este cargo, hasta 1563. En ese momento es fiscal Francisco de Alzola quien al casar en Tenerife con una hija de Pedro de Vergara, con antecedentes conversos, debe dejar su cargo. Es nombrado en su lugar el bachiller Martín Nava de Apricano, quien no llega a tomar posesión, y será sustituido por el vecino de Agüimes, el bachiller Juan Fullana. Unos años más tarde también viajará a Tenerife para contraer matrimonio. Lo hará con mujer de probada ascendencia de cristianos viejos y noble linaje, Bárbola Grimón, quien es dotada en 1532 por ante el escribrano de dicha isla Bartolomé Joven. Este matrimonio es el que introduce en Ingenio la devoción a la virgen de Candelaria traída de la isla vecina.
Juan Martín Bilbao ya es vecino de Agüimes el día primero de febrero de 1516, cuando celebra contrato de soldada con Pedro de Anaga, natural y vecino de la isla de Tenerife, para que éste le guarde sus ganados por tiempo de un año[34].
Juan Martín Bilbao es nombrado mayordomo de la iglesia de San Sebastián de la Villa de Agüimes el cuatro de septiembre de 1522, en la visita que hace al señorío episcopal fray Vicente Peraza, obispo de Tierra firme, en sustitución de Honorato Peloz. En dicha visita se le hace cargo al nuevo mayordomo de un total de 1.524 maravedíes de unas bulas que había cobrado su padre, Martín Ibáñez de Arístegui y que todavía no había entregado a la iglesia. Sigue en este cargo en la siguiente visita realizada el doce de febrero de 1524. Pero ya se le ve sustituido por su futuro yerno, Juan Vélez de Valdivieso, en la de 1527, en la que el propio Juan es sólo testigo[35].
En el mes de julio de 1528, Juan Martín Bilbao, arrienda a Antonio de Soleto, dos suertes y media de agua que poseía en Agüimes desde el día primero de noviembre de 1530 hasta el mes de mayo de 1531 por 6.000 maravedíes[36].
Juan Martín Bilbao todavía vive el primero de mayo de 1546, pues entonces le vemos como testigo en un documento de la escribanía de Agüimes.
Volviendo a Francisca de Hervás vemos, como dato curioso, que es nieta materna de Pedro de Hervás. Éste, con el cargo de alguacil de la Inquisión y en compañía del comisario del Santo Oficio, fray Francisco de Bovadilla, y un notario fue a la isla de Tenerife a detener al judío converso Diego de Manzaneque. Era el año de 1501. Allí se encontró con la oposición del adelantado Alonso Fernández de Lugo quien por medio del Alcalde mayor de la isla, Pedro de Vergara, lo apresó y lo mandó azotar por considerar que usurpaba cargo y autoridad que ni le correspondía ni le reconocía. Así lo devolvió para Las Palmas sin cumplir su objetivo[37].
Fueron sus dos hijas:
1. Luisa Bilbao, casada con Juan Vélez de Valdivieso, el mozo, hijo de Juan Vélez de Valdivieso, el viejo, y María Mayor[38].
En el Libro de fábrica de Agüimes aparece Juan Vélez de Valdivieso, el mozo, como alcalde ordinario de la Villa de Agüimes y mayordomo de la iglesia parroquial de dicho lugar. Estas referencias las encontramos en la visita pastoral de treinta de enero de 1527 en las que aparece ejerciendo dichos cargos, sin que se conserve ninguna diligencia de nombramiento que marque su comienzo. En la visita pastoral anterior ejerce la mayordomía su suegro, el citado Juan Martín Bilbao, de lo que ya se ha hecho mención en su apartado. Le volvemos a ver en las visitas de veintiuno de abril de 1529 en la que se declara que en el señorío no hay sino unos trece vecinos y se insta a que se fomente el poblamiento del mismo; en la de veinticinco de julio de 1530 y en la de seis de febrero de 1532, en la que resulta condenado el cura de la parroquia, Toribio García, por su desidia en la gestión de los bienes y el patrimonio de la Iglesia. Ese año cesa Juan Vélez como mayordomo y le sustituye Honorato Peloz, quien ejercerá el cargo por segunda vez. Todavía actúa una vez más en una visita pastoral, pero ya será como mero testigo, en la de catorce de octubre de 1534[39]. Aclarar que sólo en la primera de las visitas pastorales enunciadas aparece Juan Vélez de Valdivieso como alcalde de la villa. No se le vuelve a ver a Juan Vélez de Valdivieso como vecino de Agüimes, por lo que suponemos marcharía a Telde donde tiene el grueso de su patrimonio.
Por la secuencia de años de los hijos de Martín Ibáñez de Arístegui y por aparecer Juan Vélez de Valdivieso con responsabilidades públicas en los años referidos, deducimos que entre él y su mujer, Luisa Bilbao, había bastante diferencia de edad. De esta forma, no encontramos fundamento cronológico para ubicar su matrimonio antes de 1538, cuando la que sería su esposa tendría una edad suficiente para poder casar.
Juan Vélez de Valdivieso, el mozo, aparece con vida por última vez desempeñando el papel de testigo en la confirmación de data de repartimiento que se da a Juan Montañés, el quince de septiembre de 1557[40]. Unos meses más tarde, Luisa Bilbao ya está casada con Llorente González, pues éste, en nombre de su mujer, las hermanas de ésta y sus respectivos maridos, piden confirmación de repartimiento dado a Juan Martín Bilbao, padre de las tres, quien ya es difunto, el dos de diciembre de 1557.
De Juan Vélez de Valdivieso y Francisca de Hervás hubo sucesión sobre la que no entramos por exceder el límite de tiempo de este artículo.
2. Juana de Hervás, segunda de las hijas de Juan Martín Bilbao y Francisca de Hervás. Fue mujer que fue de Antonio de Soleto, ya citado.
Cuando fallece Juan Martín Bilbao, Juana de Hervás es todavía menor de edad, es decir, no ha llegado a los veinticinco años, por lo que hubo que nombrarle un tutor, que lo fue su tío Martín Báñiz de Arístegui.
Juana de Hervás otorga poder general por ante la escribanía de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, el seis de julio de 1531, a Pedro Moreno, procurador de las causas de la Real Audiencia de Canarias en calidad de mujer de Antón de Soleto y por ser hija y
Pª N.S. de Candelaria, Ingenio.
heredera de sus padres difuntos, Juan Martín de Bilbao y Francisca de Hervás.
Ante el mismo escribano y el mismo año, pero ya en veinte de octubre, Antonio de Soleto arrienda a Pedro Álvarez una heredad de parral que tiene en la ciudad de Las Palmas que llaman la heredad de Pedro Salinas, con su agua, sus árboles, durante un año cuyo tiempo empieza a correr el día siguiente de Navidad de 1532 por un precio de 15 doblas anuales[41].
De ambos fue hija Marina de Soleto, quien contrajo matrimonio con Antón Fullana, hijo del bachiller Juan Fullana, familiar del Santo Oficio de la Inquisición.
El hecho de que Honorato Peloz reconozca que debe a su cuñada Mayor Castellanos parte del precio del heredamiento que había comprado a su suegro, el veintiuno de septiembre de 1531, nos hace pensar que fue en el verano de dicho año cuando fallecería. Tendría entonces unos sesenta y seis años de edad y ya estaba viudo de Guiomar de Baeza.
c) Las hijas de Pedro Castellanos y Guiomar de Baeza.
1.1. Catalina Castellanos, nacida como quedó dicho, sobre el año de 1496, fuera de la isla, tal como aparece en la información de la Inquisición de 1525. Llegó junto a su hermana y sus padres sobre el año de 1504, cuando todavía no llegaba a los diez años.
El nueve de noviembre de 1521 Honorato Peloz es nombrado mayordomo de la iglesia de Agüimes en sustitución de Juan Baez. Recordamos que este cargo también lo había ostentado hasta 1506 su suegro. Sin embargo, en la siguiente visita pastoral de la que queda registro en el Libro de fábrica de Agüimes, presidida por segunda vez por un obispo en persona y que tiene lugar el cuatro de septiembre de 1522, se le releva del cargo. Esta visita la realiza fray Vicente Peraza, quien se intitula como obispo de Tierra Firme. En la auditoría de las cuentas se exhorta al nuevo mayordomo, Juan Martín de Bilbao, a que averigüe lo que debe el comerciante azucarero Alonso de Matos del agua que ha recibido de la Iglesia. Con un lenguaje así nos hace sospechar de la poca claridad de la gestión llevada a cabo por Honorato Peloz, causa quizá de su reemplazo. Sin embargo, no parece que fuera causa grave lo que motivase el cese, pues le nombra como uno de los vecinos que hacen de testigos en las dos visitas pastorales siguientes, la de los inviernos de 1524 -en la que aparece también su suegro, Pedro Castellanos- y de 1527[42].
Honorato Peloz reconoce el veintidós de septiembre de 1531 que debe a Mayor Castellanos, viuda de Pedro Antón Peloz, un resto de 1.500 doblas de un total de 3.000. Esta cantidad se la debía a Pedro Castellanos, suegro del deudor y padre de Mayor, por un contrato celebrado por ante Pedro Ortiz, escribano de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, el veintinueve de junio de 1514, por el que le había comprado un extenso heredamiento en la zona de Temisas al que ya se ha hecho alusión en el apartado de su suegro[43]. La cantidad total por el heredamiento recordamos que era de 6.000 doblas, de las que 3.000 correspondían a la herencia de la mujer de Honorato, Catalina Castellanos, por lo que se descontaban de la deuda. Este reconocimiento tiene como fundamento el hacer constancia de una situación que podría quedar en vacío por ausencia de uno de los sujetos implicados. La deuda era inicialmente debida a Pedro Castellanos, pero en ausencia de éste por fallecimiento hacía falta actualizarla.
Parte de estas tierras las venderá a Polo Morteo, quien a su vez las entregará como una parte de la extensa donación patrimonial que realiza a favor de su hijo Juan, cuando todavía éste tenía cuatro años, el veintiséis de octubre de 1525[44].
No fueron sólo dos de los tres hermanos Peloz los que acuden a la Villa de Agüimes para hacerse con propiedades a las que hacer rendir con el entonces rentable cultivo de la caña de azúcar. Bartolomé Peloz, aparece como colindante de Honorato, su hermano, en el Carrizal y como comprador de dos suertes de de tierras (diez fanegadas) en el barranco de Aguatona[45].
Honorato Peloz y su hermano Pedro Antón Peloz tuvieron un tercer hermano que fue Bartolomé Peloz regidor de la isla de Gran Canaria. Bartolomé recibe este cargo por renuncia de su primo Mateo Cairasco. Este parentesco consta de la propia declaración que éste último realiza en su testamento y codicilo donde aparece tratando a los hermanos Honorato y Bartolomé Peloz con el mencionado parentesco. Bartolomé Peloz fue también Receptor del Santo Oficio por renuncia de su suegro[46]. Dicho Bartolomé Peloz había casado con Bernardina de Peñalosa, hija de Pedro Hernández de Peñalosa, regidor de Gran Canaria y Receptor del Santo Oficio de la Inquisición y Catalina de Valera[47]. Este regidor y su esposa fueron los padres de fray Basilio de Peñalosa, Religioso benedictino, que tanto protagonismo tuvo en la fundación del Monasterio de San Bernardo de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, Ministro Calificador del Santo Oficio de la Inquisción[48]. Era habitual de las tertulias de su primo Bartolomé Cairasco de Figueroa[49]. Un episodio curioso nos viene relatado en un documento de la escribanía de Las Palmas de Gran Canaria. En él, fechado el dieciséis de diciembre de 1531, Catalina de Valera, viuda entonces de Pedro Hernández de Peñalosa, y Bernadina de Peñalosa, mujer de Bartolomé Peloz, su hija y heredera, dan poder a Cristóbal de Veragara, para que cobre del chantre e Inquisidor de Canarias, don Martín Ximénez, lo que se debía a su marido de sus cargos inquisitoriales sobre los bienes confiscados a personas condenadas por el santo oficio, sobre todo en una casa en Sevilla de Beatriz de Jaén, mujer de Juan de Alemán, vecina de esta ciudad andaluza, y 105.000 maravedíes sobre la dote que entregaron a Ana de Alemán cuando casó con Ruy Díaz, propietario de las salinas de Sanlúcar. Lo curioso de este relato viene por el hecho de que la condena era por haber seguido con prácticas judías, cuando la propia Catalina de Valera era nieta de converso[50].
Retomando el hilo del Libro de fábrica y la secuencia de mayordomos que allí se nombra, volvemos a encontrar a Honorato Peloz recibiendo dicho cometido por segunda vez. De nuevo el contexto es de una gestión previa algo dudosa. El martes, seis de febrero de 1532, se traslada hasta la Villa de Agüimes el canónigo Luis de Padilla, tesorero de la Catedral de Canarias, como visitador del Obispado por delegación del obispo de Canarias, Juan de Salamanca. Allí encuentra como párroco a Toribio García y como mayordomo a Juan Vélez de Valdivieso, quien llevaba unos ocho años en el cargo. Por la gestión tan descuidada y negligente que habían tenido de los bienes de la Iglesia, se termina condenando al párroco al pago de 2 doblas. El mayordomo es rápidamente sustituido por Honorato Peloz. En la siguiente referencia que se hace en el Libro de fábrica a una visita pastoral, el catorce de octubre de 1534, aparece ya con el cargo otro nuevo mayordomo, Rodrigo Larios, por lo que ya había recibido acta de nombramiento y toma de posesión, que no se ha conservado. Por esto parece que Honorato estuvo únicamente en el cargo en torno a un año[51].
Catalina Castellanos, ya viuda de Honorato Peloz, aparece en tres reconocimientos de deudas[52]: a Juan Romero, vecino de Telde, hecha en 1546; a Juan Rodríguez, vecino de Telde, el cinco de agosto de 1546, a quien le ha de dar un total de cinco botas de vino de lo que se produjera en un parral que dice tener en Temisas, de lo que ya ha recibido como pago anticipado 16 doblas de oro y seis quintales de orchilla; y a Rodrigo de Quesada, el dieciocho de junio de 1547, a quien ha de pagar 12.000 maravedíes, sin especificar el origen de esta contraprestación. En otro documento, fechado el dieciocho de junio de 1547, constituye un censo de 8 doblas anuales para pagar un préstamo de 80 doblas que le ha hecho Bernardino de Palenzuela, lo cual supone un diez por ciento de interés[53]. Toda esta serie documental en la que lleva la iniciativa y la titularidad Catalina Castellanos, ya viuda, en cometidos que parea entonces eran típicos del señor de la casa y el hecho de no volver a encontrar a Honorato Peloz mencionado en algún otro instrumento que refleje vida social o económica nos indica que debió morir un poco antes del primer reconocimiento de deudas, sobre comienzos del verano de 1546.
La hija mayor de Pedro Castellanos, Catalina Castellanos, en unión a su marido, Honorato Peloz, asentarán las bases de un ascenso social y económico que su descendencia mantendrá y, en algunos casos, incrementarán aún más. Efectivamente, este matrimonio lo veremos en una gestión poco dada a mantener un estado de endeudamiento permanente, mientras saben limitar el riesgo en el sector que predomina en su contratación, el agrícola no especulativo. El caso contrario lo ofrece la industria azucarera que en los primeros años del siglo XVI dará unos beneficios considerables, pero con el riesgo de asumir unos costes también elevados y no poder guardar discreción alguna cuando en esta actividad se entra en contacto con numerosos intermediarios, isleños y foráneos, que procuren el mejor margen. El azúcar es un producto que no forma parte de la actividad principal de Pedro Castellanos y su familia.
A pesar de este segundo plano conseguirán asentar un cimiento firme que les permitirá vivir con holgado desahogo económico. Al contrario sucederá con la hermana menor, Mayor Castellanos, que si bien parte con igual oportunidades que Catalina, no tendrá su misma proyección. Es de destacar también la concentración de bienes que se produce en los hijos y nietos de Catalina, pues en dichas generaciones son reducido los matrimonios con descendencia que puedan continuar su linaje. En Mayor, una sucesión de generaciones siguientes más prolíficas hace que la correspondiente división patrimonial contribuya al empobrecimiento paulatino de algunas líneas de descendientes.
Fueron sus hijos:
1.1.1. Lucrecia Peloz, mujer de Amador Espino, hijo de Alonso de Espino y María de Mirabal. Amador era nieto paterno de Hernando de Espino y Juana de Valera, a quien aludiremos en el texto más adelante; y nieto materno de Juan Berriel y María de Mirabal, naturales de las islas de Lanzarote y Fuerteventura.
En el testamento de su pariente Mateo Cairasco, otorgado el veintinueve de julio de 1531 aparece un legado para ayuda del casamiento que Lucrecia tiene concertado con Amador Espino[54].
Constantín Cairasco es hermano de Bartolomé Cairasco de Figueroa. Es curioso notar los vínculos de estas dos familias nizardas, los Peloz y los Cairasco, con descendientes de judíos como lo fueron las hijas de Pedro Castellanos y los hijos de Gómez de Ocaña y su mujer, indígena de la isla de La Palma. Los Peloz ya quedan reseñados en el texto, mientras que los descendientes del segundo, Gómez de Ocaña, que enlazan con familias nizardas son los siguientes:
1. Gómez de Ocaña[55], judío converso, casado con una mujer indígena de la isla de La Palma quien, en lo que a nosotros interesa, tuvo por hijos entre otros a:
1.1. Antonio Chirino de Figueroa marido de María Zambrana, hija de Esteban Zambrana e Inés de Bethencourt, los cuales tuvieron como hijos que a este trabajo interese a:
1.1.1. Catalina de Valera mujer de Pedro Hernández de Peñalosa y padres de Bernardina de Peñalosa mujer de Bartolomé Peloz, regidor de la isla (hermano de Honorato y Pedro Antón), y de fray Basilio de Peñalosa, religioso benedictino compañero de tertulias de su primo Bartolomé Cairasco de Figueroa.
1.1.2. María de Figueroa casada con Mateo de Cairasco, sobrino del primero de su apellido instalado en Canarias, comerciante nizardo. Fueron padres de Constantín Cairasco, el viejo, quien se compromete a ayudar a Lucía Peloz con cien doblas para su dote; y de Bartolomé Cairasco de Figueroa.
1.2. Juana de Valera, quien contrajo matrimonio con Hernando de Espino, uno de cuyos hijos, Alonso de Espino, se traslada a vivir a Agüimes, en el segundo tercio del siglo xvi, cuando contrae matrimonio con María de Mirabal, natural y vecina de dicha villa, hija de Juan Berriel, escribano que fue del señorío, y María de Mirabal.
Lucrecia, junto con sus otros tres hermanos, acude a la escribanía de Agüimes, el cuatro de agosto de 1555, para vender veinte botas de mosto a Tomás de Vargas Monleón por las que paga 100 doblas de oro; además, compromete la cosecha pendiente de recoger en dicho año, para lo cual acuerdan con el mismo comprador, Tomás de Vargas Monleón, entregarle la misma cantidad y al mismo precio en la referida escribanía, una semana más tarde, el doce de agosto de 1555[56].
Ambos esposos harán contrato de tributo el dos de octubre de 1575 con Marcos de León, quien actuará en nombre de su mujer, María de Cárdenas, la heredera de un cuantioso patrimonio en Agüimes, como hija de Antón Fullana y Marina de Soleto, de quienes ya hemos hablado anteriormente.
El matrimonio de Amador Espino y Lucrecia Peloz tenía también propiedades en Tirajana, como se comprueba en la escritura de compraventa otorgada el veintitrés de abril de 1577 por la que venden a Pedro Baez dos casas que tienen en el lugar de Tunte[57].
Habrá descendencia de este matrimonio entre quienes se cuenta a Félix Espino Peraza de Ayala quien fue el promotor de la probanza de limpieza de sangre que motivó este trabajo. Y mientras éste sí consiguió entrar como miembro en la Inquisición, otros tres parientes suyos, dos homónimos Juan Bautista Espino Peloz, tío y sobrino, y Martín de Mireles Urruspuru Peloz, canónigos que fueron todos ellos de la Catedral de Canarias, fueron rechazados tanto por los Peloz-Castellanos como por los Espino-Valera al poder probarse con más consistencia su condición de conversos judíos[58].
1.1.2. María Peloz es citada junto con todos sus hermanos tal como se ha comentado en el apartado de su hermana, Lucrecia[59].
Fue casada con Manuel Godiño, alcalde ordinario de Agüimes. Con este cargo comparece como testigo en la visita pastoral realizada a la Villa de Agüimes el veintinueve de septiembre de 1551[60].
María Peloz, ya viuda de Manuel Godiño, vende, el trece de febrero de 1570, a Pedro Rivero varios trozos de tierras en Temisas, por precio de 75 doblas, de las que ha recibido veinte y quedan pendiente de pagar 55 que el dicho Pedro Rivero se compromete a entregar de la siguiente forma: subrogando en la posición de acreedor a la vendedora para que cobre una deuda que al comprador le debe de Francisco Yánez, 12 en doce cabras en las apañadas de dicho año y las trece restantes se han de pagar en los dos años siguientes con plazo máximo de trece de febrero de 1572.
La vemos también intervenir, el treinta de abril de 1570, en la dote que se da a Damiana González, hija de Juan González y Beatriz López, para casar con Francisco de Santa Ana. En este caso, entrega a la dotada una novilla que le había prometido Bartolomé Peloz, padrino de bautizo de la novia, y que sale a pagarle María Peloz, su hermana, en su lugar, por haber tenido viviendo en su casa a Beatriz desde que murieron sus padres. El tres de septiembre de 1573 impone una misa a Nuestra Señora de las Nieves.
El cinco de noviembre de 1578 es citada por Juan Alonso de Mirabal y María Mayor como beneficiarios de una cesión que María Peloz hace a favor de los susodichos en nombre de Bartolomé Peloz. El documento en cuestión es un reconocimiento de deuda de los beneficiarios a favor de Marcos de León y su mujer por cuanto las tierras que reciben están gravadas con un censo y tributo que impuso Bartolomé Peloz.
En el testamento de quien fue párroco de la iglesia parroquial de San Sebastián de la Villa de Agüimes, Juan López, otorgado el veinticinco de noviembre de 1578, María Peloz recibe como legado todas las cabras salvajes que tuviera, excepto veinticinco que se han de dar a Francisco de Santa Ana. Además, en este documento recuerda que mandó dejar en casa de María Peloz a la que era esclava del clérigo, de nombre María, que entonces estaba en estado y a la que daba carta de ahorramiento, para que la cuidara hasta que diera a luz, con la condición de que se quedara como esclavo la criatura que naciera, que fue un niño al que se le puso por nombre Román[61].
María Peloz fue la heredera de su hermano Bartolomé Peloz al que hacemos alusión a continuación. Del matrimonio de María con Manuel Godiño no hubo descendencia.
1.1.3. Bartolomé Peloz. Soltero. Sabía firmar. Citado con todos sus hermanos tal como se ha comentado en el apartado de su hermana Lucrecia[62].
Aparece como testigo en las visitas pastorales realizadas el doce de julio de 1548[63] y en otra de la que apenas quedan fragmentos sin fecha, pero que se puede datar en 1549 o 1550, aunque no aparezca consecutiva a la anterior en el Libro de fábrica[64].
El cuatro de febrero de 1555 reconoce que debe a María Mirabal, mujer de Juan Alonso, una novilla de dos años[65].
Manda a su ahijada, Damiana González, una novilla cuando ésta se va a casar con Francisco de Santa Ana, encargo que realiza su hermana, María Peloz, tal como se indica en su apartado.
Junto con su hermano Constantín Peloz vende a Jerónimo Aldón, todas las tierras que tienen en Temisas y que llaman Hoya de la Palma y tierras del Llano de Arenure, que suman en total unas cincuenta fanegadas, además de otros bienes que sólo pertenecen a Bartolomé, que son una cueva de tres que tiene en Temisas, la que tiene un lagar, y otra cueva que llaman “de Francisco” en alusión al esclavo de Bartolomé, todo por un total de 50 doblas. Primero realiza la venta Constantín Peloz, el veintiséis de junio de 1575 y después Bartolomé Peloz, el cuatro de julio de 1575. A Constantín le pagó con una yegua valorada en 13 doblas y en trigo suficiente para completar 37 doblas, tomando los 11 reales como precio por fanega, pero a Bartolomé le hizo escritura de compromiso de pago para el día de San Juan de 1576, pero no se cancelará esta deuda hasta el veintidós de abril de 1584, como consta en nota marginal, que lo hará Constantín Peloz, en nombre de su hermano, Bartolomé, que para entonces ya había fallecido.
El dos de octubre de 1575 recibe una suerte de tierras y una suerte de agua donde dicen San Antón de los bienes que heredó María de Cárdenes y que negocia el marido de ésta última, el regidor Marcos de León. El sistema por el que se traspasa estos bienes es por medio de un censo anual de 3.750 maravedíes que el poseedor, Bartolomé Peloz, ha de pagar a los censatarios, el matrimonio de Marcos y María. Mientras se realiza esta obligación, queda pendiente la principal, que es pagar las 105 doblas por las que el terreno pasaría a propiedad de los obligados al tributo o censo. De esta forma, el censo sirve como una especie de renta por arrendamiento o interés por el valor de lo cedido, hasta que se pague la cantidad estipulada como el valor de dicha suerte de tierra y agua. El interés del censo con respecto al precio total asciende a un siete por ciento aproximadamente. Según un documento posterior, este contrato de censo y tributo se había traspasado el cinco de octubre de 1578 al matrimonio de Juan Alonso de Mirabal y María Mayor. Lo realiza María Peloz en nombre de su hermano, Bartolomé Peloz.
El veintitrés de marzo de 1577 Artiles, mercader flamenco, reconoce una deuda a Bartolomé Peloz de 324 reales nuevos de plata por trescientos veinticuatro azumbres de vino blanco que ha recibido y se compromete a pagarle en el día de navidad de 1577, comienzos de 1578.
Bartolomé Peloz hace testamento en Agüimes el veinticuatro de agosto de 1578, por el que deja como universal heredera a su hermana, María Peloz. Del testamento se desprende una gestión económica solvente, pues no aparece mención a ninguna deuda, mientras que se remite a un cuaderno de contabilidad para las deudas que otros han contraído con el testador. Sólo declara como tierras suyas las que llaman “La Desarrapada” en el barranco de Temisas con el agua que les corresponde y que a su vez, Bartolomé Peloz, heredó de sus padres. Deja por albaceas testamentarios al párroco de Agüimes, Juan López, y a su cuñado, Amador Espino[66].
Todavía vive en el verano de 1569, pues su nombre se encuentra en la lista de turnos de vela de Arinaga[67].
Bartolomé recibe nombre de su tío, el regidor de la isla, y el único del que conservamos alguna referencia documental que le vinculara con el que fue rentable negocio de la producción azucarera a principios del siglo XVI. Fue el único de la familia que hizo alguna entrada de significación en este sector. En esto fue compañero de otros conversos estantes en Agüimes como Martín de Alemán, ya citado, Antón Pérez Cabeza o Juan de Tarifa. Es de resaltar como este riesgo manifestado al dedicarse a la industria azucarera también lo trasladaron a sus vidas. Pues es precisamente en el núcleo de judíos conversos dedicados a una actividad así quienes progresaron significativamente en lo económico y social, y quienes más problemas describen en sus costumbres y, por tanto, con la Inquisición. Mientras los Peloz, la descendencia de Gómez de Ocaña o la de Diego de Aguilar no aparecen implicados en procesos inquisitoriales, y menos aún que fueran reconciliados o condenados, los cañavereros citados tienen varias causas. Entre ellas destacó por su dramatismo la de Juan de Tarifa quien prefirió ahorcarse en su propia celda vestido con sus mejores galas, antes de que la Inquisición ejecutara la sentencia de muerte, que lo hizo de igual forma, pero en efigie[68].
1.1.4. Constantín Peloz, quien fue segundo marido de Blasina Álvarez[69], la cual estaba viuda de Pedro Martín Moreno. No hubo sucesión. Sabía firmar.
Citado con todos sus hermanos tal como se ha comentado en el apartado de su hermana. Lucrecia[70]. Citado también junto con su hermano Bartolomé vendiendo a Jerónimo Aldón las tierras que ambos heredaron de sus padres en Temisas[71].
Aparece como testigo en documentos de los protocolos de Agüimes 2484 y 2485 comprendidos entre el doce de agosto de 1546 y el veinticuatro de abril de 1579[72]. Aparece en la lista de los turnos de vela en Arinaga del verano de 1569.
Hizo su testamento ante el escribano Francisco Díaz Peloz el veintisiete de febrero de 1600, y codicilo por ante el mismo escribano el once de julio de 1601. En ambos instrumentos indica que se encuentra enfermo y nombra como heredera universal suya a Catalina de Alvarado, mujer de Melchor Ordóñez, por atenderle y haberle curado en sus enfermedades. A este matrimonio constituye en único albacea, tras suprimir en el codicilio al otro que aparece en el testamento, Amador Espino, su cuñado por ser marido de Lucrecia Peloz, que tiene intención de irse a vivir a la ciudad de Las Palmas.
1.2. Mayor Castellanos, mujer de Pedro Antón Peloz, hermano de Honorato Peloz, citado anteriormente como marido de Catalina Castellanos y, como él, mercader nizardo. Mayor también es citada en la declaración hecha ante la Inquisición por su padre, en 1525, donde dice ser de veintinueve años de edad y ya viuda de Pedro Antón Peloz, por lo que en todos los documentos que encontramos de él en la escribanía de Agüimes aparece como difunto[73]. Si en 1525 Pedro Antón, aparece como difunto y su mujer nació sobre 1496, debieron de casarse como mínimo en 1514, de forma que sobre 1520 ya habían nacido los tres hijos que tuvieron. No sería descartable que Pedro Antón se viera afectado por la epidemia de peste que asoló la isla en 1524.
El doce de julio de 1533 se traslada hasta la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria para otorgar poder a Roque Díaz de la Rosa, su yerno, y así este gestione el cobro de todo lo que se le pueda adeudar, así como arrendar los bienes que tiene en el heredamiento de Temisas[74]. En el citado documento figura Bartolomé Peloz, hermano de Pedro Antón, con el cargo de regidor de la isla.
A diferencia de su hermana, cuyo mayor número de contratos protocolados que encontramos se refieren a reconocimientos de deudas, Mayor prefiere vender el extenso patrimonio de tierras que posee. En este sentido, pasa por la escribanía de Agüimes el trece de febrero de 1551 para vender tierras en Temisas[75]. Posteriormente, el veinte de enero de 1570, vende a Francisco Jiménez todo lo siguiente: una huerta de árboles junto con unos pedazos de tierras de regadío en Temisas; un pedazo de tierra que llaman La Hoya de las Colmenas y “lo del Juncal” sobre unas cuevas que tiene Bartolomé Peloz y lo que “desmontaron los portugueses”; el pedazo de tierra que dicen la Ladera , también en Temisas; diez días con diez noches de agua de los quince que tiene Mayor en la acequia que va a dar a dichas tierras por sus dulas; los derechos de agua sobre manantiales y remanentes que corresponden a todas estas tierras; y la mitad de los solares donde dicen la Casa de Purgar, que tiene un horno de hacer tejas que hasta que no se haga la partición con su hermana, Catalina Castellanos, no se sabe dónde cae dicho horno, pero que si entra en la parte de Mayor  se añade a la escritura de venta. El precio de todo esto será de 70 doblas de oro. Francisco Jiménez pagará con una vaca y dos fanegas de trigo y queda debiendo hasta 62 doblas, de las que se compromete a abonar 42 en los siguientes veinte días y otras 20 el día de San Juan de este año de 1570. Sin embargo, no será puntual en sus pagos, por lo que tiene que pedir un aplazamiento de la deuda el veintiuno de enero de 1571, cuando indica que pagaría 42 en los siguientes veinte días y otras 20 el día de San Juan de 1571[76]. Finalmente, tal como consta en la nota marginal del documento al que hace mención la nota marginal anterior de enero de 1570, una nota con fecha propia de ocho de julio de 1571, Mayor Castellanos se da por pagada de toda dicha deuda. El pago lo realizó la ya entonces viuda de Francisco Jiménez, Juana Méndez.
El dieciséis de febrero de 1550 aparece en la escribanía de Agüimes para dar recibo de pago de ciento veinte cabrillas que le debía Jorge Pérez[77].
Mayor Castellanos hizo promesa de dote a su hija Lucía Peloz para casar con Diego Ramírez, cuyo documento no hemos encontrado, pero sí el de ejecución de éste último contra aquélla por quedar pendiente de entregar 40 doblas el dieciocho de diciembre de 1573[78].
Pedro Antón Peloz aparece como testigo en la compraventa realizada entre su suegro, Pedro Castellano, y su hermano, Honorato Peloz el año de 1514 a la que ya hemos hecho referencia.
Fue la descendencia de Pedro Antón Peloz y Mayor Castellanos:
1.2.1. Ginebra Peloz, segunda mujer que fue de Roque Díaz, hijo de Francisco Díaz y de Mayor Crespo. Ya aparecen casados en 1533, cuando Mayor Castellanos da poder a Roque Díaz, al que llama su yerno. Pero debió ser muy cerca de esa fecha, no más allá de los dos años anteriores, cuando verificaron su matrimonio. Esta cronología se deduce de la estimación del nacimiento de Mayor Castellanos sobre 1496, lo que la hace casada con unos dieciocho años de edad, aunque no sería desechable que lo hiciera hasta con dos años menos. De esta forma, Ginebra, que sería la hija mayor, nacería en los dos años de casar sus padres, en torno a 1515, y ya podría estar casada en 1533 cuando contaría unos dieciocho años.
Sobre las referencias a su vida en los protocolos tenemos dos datos agrupados en varios documentos.
En primer lugar están las gestiones realizadas notarialmente para cobrar los bienes dejados por la muerte de Mayor Crespo, suegra de Ginebra, madre de Roque Díaz, su único hijo. En este sentido, da poder en 1562 a Constantín Peloz, hermano de Ginebra Peloz, quien es tutora y curadora de sus hijos, para que pueda presentar el testamento otorgado por dicha Mayor Crespo, la cual deja como herederos a sus nietos, hijos de Roque Díaz[79]. Sin embargo, los trámites a realizar en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, donde se ubicaban estos bienes heredados, los llevará a cabo Francisco Díaz, hijo de la dicha Ginebra Peloz y futuro escribano público de la Villa de Agüimes, para lo cual pedirá comisión al teniente de gobernador de la isla, el doctor Ángel Lercaro, quien la otorgará, para poder actuar en nombre de sus hermanos por no haber podido trasladarse su madre, que al mismo tiempo es su tutora y curadora y por ser Francisco y sus hermanos menores de veinticinco años, aunque mayores de doce. Dicha comisión se eleva a escritura pública por ante el escribano del Cabildo de la isla, Pedro de Escobar, el cinco de octubre de 1562. Cuando Francisco Díaz regresa a Agüimes comparece ante el escribano de la villa, Hernando Estévez, el ocho de diciembre de 1562, para dar cuenta de su gestión incluida su petición de comisión para poder actuar. En este último instrumento consta la ratificación de Ginebra Peloz, quien jura estar enterada y conforme con todo lo realizado. Tras esto se expone un breve inventario de la masa de bienes hereditarios. De estos bienes se volverá a hablar en el siguiente documento[80], pues Ginebra, en nombre de sus hijos, vende un contrato de censo a Lorenzo Bermejo por el que se obliga a pagar a éste una cantidad de 3 doblas de oro anuales por una deuda contraída con el dicho que sumaba un total de 30 doblas, así que estamos ante un diez por ciento de interés anual, impuesto sobre las casas ubicadas en el barrio de Triana. Estas casas estaban situadas de la siguiente manera: una en la misma “calle larga” de Triana dando su espalda al mar y la otra en la calle que baja desde San Francisco hasta nuestra Señora de la Conciliación colindante con las casas de Batistina de Espíndola y Constantina Cairasco. Este tributo volverá a ser motivo de otra transacción en la negociación que llevarán a cabo Lorenzo Bermejo y su suegro, Bartolomé de Tubilleja, en 1579.
La segunda ocasión que la vemos en el protocolo agüimense es por la venta de los dos tercios de las tierras de Temisas que posee su madre, Mayor Castellanos (un tercio como
Temisas
heredera de Constantín Peloz, quien ha fallecido para entonces, y el otro tercio sobre el que tendría derecho su hija Ginebra, por lo que aparece como titular de dicho contrato de compraventa), a Francisco Jiménez por un precio de 70 doblas de oro, llevada a cabo el veintiuno de enero de 1570. Francisco Jiménez paga sólo 8 doblas reconociendo el mismo día y ante el mismo escribano el resto de la deuda que pagará sobre el día de San Juan de 1571, lo cual se llevó a efecto según consta de la nota marginal del documento que indica que dicho compromiso de pago de deuda se canceló en ocho de julio de dicho año[81].
Hubo sucesión de este matrimonio.
1.2.2. Constantín Peloz, del que sabemos que aparece como testigo entre el dos de marzo de 1547 hasta el cuatro de agosto de 1555 donde resulta bien diferenciado de su primo de igual nombre por constar en estos documentos su relación familiar. El último documento en que aparece es el poder que le otorga su hermana Ginebra para que la represente en los trámites de sucesión de su suegra, Mayor Crespo, en 1562[82]. Llama la atención que, una vez hecho la escritura de apoderamiento, quien lleve esta gestión no sea Constantín, sino el hijo de Ginebra, Francisco Díaz, quien todavía es menor de edad y que, para actuar legalmente, debe pedir comisión especial al teniente de gobernador de la isla. Lo cierto es que para el verano de 1569, el hecho de que aparezca un solo Constantín Peloz, y que en enero de 1570 Mayor Castellanos aparezca vendiendo dos tercios de sus tierras en Temisas (una conjunta con su hija Ginebra y la otra en nombre propio que debería pertenecer a Constantín Peloz, su hijo), nos hace pensar en que ya había fallecido. No casó ni tuvo sucesión.
1.2.3. Lucía Peloz casada sobre 1550, según las fechas de bautizo de sus hijas, con Diego Ramírez, hijo de Pedro Mayor y Catalina Ramírez, vecinos de Telde. Lucía Peloz se trasladará a la cercana ciudad de Telde una vez efectuado el matrimonio, donde nacerán y se bautizarán sus hijas.
Hacemos un inciso para tratar otra familia conversa que ofrece cierta relación con Agüimes. Deriva de Luis Bristol, hermano de Diego Ramírez, mencionado en el cuerpo de texto principal, y casado con María de Solís, nieta de Diego de Aguilar. Su genealogía queda como sigue:
1. Diego de Aguilar, quien tuvo que declarar su genealogía ante el inquisidor de Canarias, Martín Ximénez el veinticinco de septiembre de 1525. Era hijo del converso del judaísmo Hernando de Aguilar y de Inés Hernández, naturales y vecinos de Sevilla. Nieto paterno de Manuel de Paneque y María Hernández, vecinos de Sevilla, difuntos a la fecha de la declaración y están enterrados en Santa Bárbara. Nieto materno de Juan Hernández y Catalina González, también vecinos de Sevilla, difuntos y enterrados en San Juan. Todos nacieron judíos y fueron conversos. Diego con su mujer Mayor de Palma son los primeros de la familia en establecerse en la isla de Gran Canaria donde llegaron sobre el año de 1497. Mayor de Palma falleció sobre el año 1507[83]. En la profesión de mercader aparece, el nueve de marzo de 1528, en un documento de la escribanía de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria en el que Salvador Jiménez, vecino de Agüimes, le reconoce como acreedor por una cantidad de 33.000 maravedíes por diversas menudencias que le compró[84].
Fueron sus hijos:
1.1. Inés de Aguilar, la hija mayor, nacida sobre 1504, había casado con Francisco de Solís, mayordomo del señor gobernador algo después de 1520. Fueron hijos de Francisco e Inés:
1.1.1. Melchor de Solís, escribano público de la ciudad de Telde. Casó en esta población con Isabel de Morales, hija de Alonso de Morales e Isabel Martín, pobladores y vecinos de Telde. La proyección social y económica de la descendencia de este matrimonio será vertiginosa. Su hijo, el licenciado don Alonso de Solís y Aguilar, fundará mayorazgo de sus bienes a favor del hijo varón primogénito de su hermana, Inés de Solís. Ésta había casado con Juan Vázquez Pacheco, hijo de Juan Pacheco, regidor de Gran Canaria, y de su mujer Isabel Vázquez de Alcalá, nieto paterno de Alonso Pacheco, nombrado por Felipe II visitador general de castillos, armas y fortificaciones de las Islas Canarias, Alférez Mayor de las islas de La Palma y Gran Canaria, Regidor Perpetuo de ésta última, y de su mujer, doña Teresa de Herrera y Contreras; y nieto materno de Juan de Alcalá y Susana Ramos. A partir del matrimonio de Juan Vázquez Pacheco con Inés de Solís se formará el apellido de Pacheco Solís componente durante varios siglos del estamento nobiliario fundamentalmente de la isla de Tenerife donde se trasladará la siguiente generación inmediata[85].
1.1.2. María de Solís, mujer de Luis Bristol, hijo de Pedro Mayor y Catalina Ramírez. Luis era hermano de Diego Ramírez, ya nombrado por su casamiento con Luisa Peloz, nieta de Pedro Castellanos y Guiomar de Baeza.
Luis pasará a Indias de su Majestad junto con su nieto, Mateo Hernández, como se indicará más adelante al historiar a éste último. Conocemos la descendencia de Luis Bristol por la carta de pago que él mismo expide, el diecisiete de agosto de 1565, a los hijos de su primer matrimonio con María de Solís, por haber entregado a éstos bienes que heredaron de la dicha[86]. De Luis Bristol y María de Solís conocemos como hijos a:
1.1.2.1. Ana Bristol, casará con Andrés Hernández, natural de Agüimes, con el que pasará a vivir a esta villa.
1.1.2.2. María de Solís, quien contrajo matrimonio por primera vez con Esteban Falcón y, una vez viuda, volvió a celebrar nupcias en la villa de Agüimes, el 10 de octubre de 1611, con Juan Álvarez, quien a su vez también estaba viudo de Ana María de Mireles. María de Solís tuvo sucesión de ambos matrimonios.
1.1.2.3. Los otros hijos que no casaron ni tuvieron descendencia fueron: Inés, Pedro Mayor, Catalina Ramírez, Francisco, Juan y Andrés Bristol. Además tuvieron también a una niña que falleció en la infancia llamada Beatriz[87].
1.1.3. Antón de Solís, bautizado en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en su única parroquia entonces, llamada del Sagrario, el quince de junio de 1528. No sabemos nada más de él.
1.2. Juana de Aguilar, nacida en 1506, casada con Pedro de Castro, mayordomo que es, dice su suegro en su declaración de 1525, del gobernador de la isla. En este cometido se le encarga de la administración del Ingenio de Aguatona en un momento en que fue requisado por el gobierno de la isla tal como se recoge en el documento de comisión otorgado en la escribanía de Las Palmas de Gran Canaria el cuatro de febrero de 1527[88]. Antes de llegar a Gran Canaria había sido poblador de la isla de Tenerife. A esta isla volverá y en ella le vemos el lunes, ocho de enero de 1526, en la escribanía de Bernardino Justiniani en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, para hacer reconocimiento de deuda a Juan Pacho y Lorenzo García, mercaderes, por ropa que les había comprado antes de su traslado a la otra isla. El valor total es de 6.936 maravedíes de la moneda de Tenerife y queda en pagar durante el mes de agosto. Y el 16 de marzo de 1526, Jordán López, da poder general por ante el escribano de la isla de Tenerife Bernardino Justiniani, a Francisco de Lucena, procurador de causas, para resolver querellas y cobrar sus deudas. Entre estos cometidos, el poderdante da por buenas las gestiones que su apoderado ha realizado en el pleito que mantiene con Pedro de Castro, quien ya ha vuelto a la isla de Gran Canaria, al que le reclama la entrega de una esclava con su crianza. Le apodera para que siga el pleito hasta la sentencia.
Fueron sus hijos:    
1.2.1. Mencía de Castro, la mayor de las hijas, nacida sobre 1525. Casó en torno a 1545, con el labrador de Arucas, Francisco Hernández. De aquí descienden los de este apellido en la isla de Gran Canaria. De entre esta descendencia destacar la de su hija menor Catalina de Castro casada con el agüimense Francisco de Tubilleja cuya descendencia vivirá mayoritariamente en esta villa. Sus otras dos hijas fueron: Juana de Castro, nacida y bautizada en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, el tres de enero de 1546, quien casará y vivirá en Arucas con Felipe de Rosales, hijo de Antonio de Rosales y Cecilia de Troya, quienes también tuvieron que presentar su genealogía e identificarse en 1525 por ser hijos de judíos conversos; e Inés de Castro nacida en dicha ciudad en 1548.
1.2.2. Otros hijos de Pedro de Castro y Juana de Aguilar fueron: Jerónima de Castro, bautizada el trece de abril de 1526; Juan de Castro, el catorce de junio de 1527; Sebastián, el veintisiete de enero de 1530; Juana, el veintisiete de octubre de 1532; Bernardo, el veintitrés de junio de 1534; Jerónimo, el veintitrés de mayo de 1536; y Andrés, quien recibió su bautizo en la misma parroquia que sus hermanos, la del Sagrario, el veinticinco de julio de 1537.
Sin embargo, siendo todavía sus hijas niñas, el matrimonio de Diego y Lucía tendrá que instalarse en Agüimes por los nuevos cargos que va a ocupar él en la villa y cámara episcopal. Diego Ramírez es el escribano público de la villa y en la visita pastoral de seis de febrero de 1556 se le nombra mayordomo de la iglesia parroquial en sustitución de Juan López, clérigo, que pasa a ser párroco de la misma. Sin embargo, el veintiséis de octubre de 1557, apenas un año después, Diego Ramírez comparece ante el obispo Diego Deza y pide que se le releve del cargo de mayordomo por no poder atenderlo como se debiera por tener que ocuparse de su hacienda. En la visita pastoral de veintiocho de mayo de 1559 actúa como testigo y sigue con el cargo de escribano público de la villa, pues así se le menciona en la constancia de su testificación[89].
Lucía ya debió fallecer en el año 1570, cuando su madre, Mayor vende los dos tercios de las tierras de Temisas a Francisco Jiménez[90], pues en lugar de mencionar a su hija como la colindante de las tierras anexas y la verdadera beneficiada de ellas, sólo aparece su marido, Diego Ramírez.
Diego Ramírez, nacido sobre el año 1520[91], ejecutará a su suegra, Mayor Castellanos, el dieciocho de diciembre de 1573, por no haberle pagado uno de los apartados de la dote, 100 doblas de oro en total, en que se comprometió. Y ello a pesar de que el compromiso fue mediado, pues quien realmente se había obligado en dicho concepto fue Constantín Cairasco, el viejo, mercader nizardo, aunque, cuando llegó el momento de efectuar el pago, Mateo Cairasco asume el encargo de su padre pero sólo en la cuantía de 60 doblas, negándose a realizar el resto. Tras el pleito es la propia Mayor Castellanos quien debe cargar con este pago[92].
Hubo sucesión del matrimonio entre Diego Ramírez y Lucía Peloz. En la descendencia más próxima señalar a su nieta María Peloz, casada en Telde el treinta y uno de julio de 1606, con Juan García Gallego[93], quien fue familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Con sucesión.



APÉNDICE
- Se añaden unos árboles genealógicos de las familias mencionadas en el texto.
- Cuando se trate de nacidos judíos se les pone fondo azul claro.
- Para los vecinos de Agüimes, el fondo es de color tierra clara.
- Los subrayados son aquéllos que sufrieron alguna condena en proceso ante la Inquisición.
- Los que tienen un signo de admiración son los condenados a ser relajados.
- Quienes figuran en letra roja son los que fueron vecinos de Gran Canaria, pero no tuvieron- descendencia.
- Los que aparecen en letra azul son vecinos de Gran Canaria que tuvieron descendencia.
- En letra negra sobre fondo blanco los que no se relacionen con ninguno de los supuestos anteriores.






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[1] El conjunto legal que contiene la expulsión de 1492 se compone de los siguientes documentos: el escrito de veinte de marzo de 1492, otorgado en Santa Fe, del Inquisidor General fray Juan de Torquemada al obispo de Gerona; el decreto de Isabel de Castilla válido para sus reinos citado en el texto; y el decreto correspondiente para la corona de Aragón con misma fecha y lugar que el anterior pero con la firma del rey Fernando.

[2] Libro de Bulas y Pragmáticas de los Reyes Católicos (1503), folios, 6-7 y 8 respectivamente.

[3] Rom 3, 29; 9, 24 (Cf. Tb este sentido Gal 3, 28 y Col 3, 11); Gal 2, 13-15; 1Cor 1, 24; 12, 13.

[4] En el evangelio según san Juan es abundante el uso de este término y en este sentido. Lo raro es encontrar algún que otro capítulo en que aparezca, mientas en las otras referencias aludidas su uso es más puntual y sin un sentido tan encontrado como aquí.

[5] AMC. Colección Bute. III y IV.

[6] L. WOLF, o. c., 10-11.

[7] A. RODRÍGUEZ HERRERO, o. c., 9.

[8] Y. QUESADA MORILLAS, o. c., 2099-2106.

[9] AGS. Registro General del Sello. Legajo IV. 1485.

[10] De estos descienden todos los que portan el apellido de Espino con origen en Gran Canaria. Además de otros tantos más que, aunque descendientes también de los mismos, han perdido a día de hoy tal apellido.

[11] AMC. Fondo Inquisición. Signatura IV-12 y CV-32.

[12] Todos los datos de este apartado proceden de AHN. SECCIÓN INQUISICIÓN. Legajo 1439. Expediente 4. Carpeta 1. Folio 73ss. 85. 88-92.

[13] De las penas que aplicaba la Inquisición: la reconciliación es la que con más abundancia vemos. Para un estudio sobre las mismas cf. el artículo de L. A. ANAYA HERNÁNDEZ.

[14] APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 2. Esta cita permite precisar más el dato que el propio Pedro Castellanos dio a la Inquisición en 1525 de llevar unos veinte años en la isla.

[15]La prohibición de que los reconciliados por el delito de herejía o apostasía, y los hijos y nietos de quemados y condenados por el dicho delito hasta la segunda generación por línea masculina y hasta la primera por línea femenina puedan tener oficio público en la administración central y en la local consta en Libro de las Bulas y Pragmáticas de los Reyes Católicos (1503), fº 9-10. Y una ampliación de las anteriores hasta abarcar cualquier “oficio de honra” lo tenemos en Nueva Recopilación (1567), 3, 3, lib. 8.

[16] APG. Libro de Fábrica 1, fº 2vto. Disposición dada el veinticinco de mayo de 1506.

[17] AWM. Copia certificada sacada por Sebastián Espino Peloz, por mandato del alcalde de Agüimes Juan Álvarez Ortiz, de la venta de Pedro Castellanos a Honorato Peloz, su yerno, celebrada por ante Pedro Ortiz, escribano público. 29/junio/1514.

[18] No se debe confundir esta familia Alemán con otra que también lleva origen andaluz y judío que encontramos en el norte de la isla de Gran Canaria (Alemán Segura). Ni tampoco con otras dos que son pobladores procedentes de Fuerteventura, una de ellas establecida como vecina en Gáldar y la otra vecina de Agüimes. Sí sería más verosímil que entre estas dos últimas exista algún tipo de parentesco, pero hasta la fecha no hemos dado con documento alguno que así lo justifique. Las desarrollamos a continuación en sus primeras generaciones en la isla de Gran Canaria:

ALEMÁN SEGURA

1. Hernando de Alemán quien es citado por su nieta, Inés, en la declaración que hace en 1525 por ante el Inquisidor de Canarias, Martín Ximénez. La referida no sabe a la sazón si su abuelo fue reconciliado por algún motivo por el tribunal de la Inquisición. Tampoco se acordaba del nombre de su abuela. Fueron sus hijos:

1.1. Juan de Alemán, tesorero de la Casa de la Moneda de Sevilla. Había casado en esta población, algo después de 1480, con Beatriz de Jaén, hija de Alonso de Jaén y Florentina Rodríguez, vecinos de Sevilla. Juan de Alemán había fallecido cuando Beatriz de Jaén viene a la isla de Gran Canaria, acompañando a su hija, Inés de Alemán. Beatriz había nacido en Sevilla sobre el año de 1468, pues dice ser de más o menos cincuenta y siete años en 1525 cuando comparece ante la Inquisición de Canarias. En dicha declaración añade que su madre murió en Sevilla, hacía cuarenta años y que está enterrada junto a su marido en Santa Inés.

Fueron sus hijos:

1.1.1. Hernando de Alemán, nacido en Sevilla, sobre 1483. No había sido reconciliado y vive casado en Valencia.

1.1.2. Álvaro de Alemán, quien murió joven, sobre 1500, en Indias. Había casado con Leonor de Marmolejo, y al igual que su hermano mayor, no había sido reconciliado por la Inquisición.

1.1.3. Inés de Alemán, nacida sobre 1485 en Sevilla. Había casado con Gonzalo de Segura, hijo de Pedro Boniel e Isabel Morena, naturales todos de San Juan del Puerto. Ambos esposos comparecen por ante el Inquisidor Martín Ximénez en 1525 para declarar su genealogía. En ella Gonzalo dice ser natural de San Juan del Puerto, y vecino posteriormente de Sevilla. Vino con su esposa, a la isla de Gran Canaria sobre el año de 1507, era de oficio labrador. Posteriormente compró y fue dueño del ingenio del Aumastel, en el actual barranco de Azuaje. Gonzalo de Segura tuvo varios hermanos, vivos todos en 1525, alguno de los cuales participaron también en relaciones comerciales con la isla, viniendo y residiendo en ella. Estos fueron: Francisco Boniel, quien tenía carta de inhabilitación por la Inquisición para ejercer cargo público que rescató posteriormente; Antón Boniel quien fijó su residencia en Sevilla; Juana Hernández; y Beatriz Núñez, mujer de Alonso Núñez; Leonor Hernández, vecinos como todos sus hermanos en San Juan del Puerto, salvo la excepción sevillana.; e Inés de Ayala, mujer de Juan de Ayala, vecinos también de Sevilla. Todos los miembro de esta familia hasta ahora nombrados tuvieron la consideración de conversos del judaísmo.

En mujer soltera de nombre María del Alcázar, natural de Fuerteventura, que vivía en la calle de la Carnicería de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, tuvo una hija natural que se cita al final de los habidos de su matrimonio.

Fueron hijos:

1.1.3.1. Juan Alemán Segura, nacido sobre 1501, mozo soltero en 1525, vive en la isla como labrador.

1.1.3.2. Beatriz bautizada en la Parroquia del Sagrario de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, el primero de mayo de 1510. En 1525 vive casada en Sevilla.

1.1.3.3. Álvaro de Alemán Segura, bautizado en la citada parroquia el diecinueve de julio de 1512.

1.1.3.4. Bartolomé de Alemán Segura, quien recibió el bautizo el veintiséis de septiembre de 1513.

1.1.3.5. Francisco de Alemán Segura. Bautizado el diez de octubre de 1514

1.1.3.6. Catalina, citada en la declaración de su madre por ante el Santo Oficio de la Inquisición en 1525, cuando dice tener unos siete u ocho años.

1.1.3.6. Isabel de Segura, casada con Pedro Álvarez, vecinos y moradores de la ciudad de Las Palmas.

1.1.3.6.1. José Álvarez de Segura, natural de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, casado con Beatriz Hidalgo, natural de Guía, hija de Pedro Luis e Isabel Rodríguez, vecinos de Guía. Isabel Rodríguez era hija de Juan Hidalgo, el viejo, y Francisca Rodríguez Zapata, vecinos y moradores de Guía.

Fue hijo de José y Beatriz:

1.1.3.6.1.1. Jerónimo Álvarez de Segura, arcediano de Tenerife, prior y chantre, fundador de la capilla de San Jerónimo en la Catedral de Las Palmas. Hará declaración de su genealogía en diecisiete de enero de 1607.

1.1.4. Ana de Alemán, quien murió doncella hacia el año de 1504, está enterrada en Sevilla, en San Juan.

1.2. Gonzalo de Alemán, vecino de Sevilla en 1525.

1.3. Álvaro de Alemán, vecino de Gibraleón.
ALEMÁN DE GÁLDAR
1.  Lucas de Alemán y María Rodríguez Perdomo fueron naturales y vecinos de Fuerteventura, tuvieron por su hijo, que a efectos de este trabajo interese, a:
1.1.  Salvador de Alemán, natural de Fuerteventura, poblador tardío de Gran Canaria, avecindado en la población de Gáldar. Allí casó dos veces en la parroquia de Santiago de dicho lugar: la primera, el dieciocho de enero de 1589, con María de Quintana Miranda, hija de Pedro de Miranda Valderrama y Tapia y de María de Quintana Cabrera; y la segunda, el diez de octubre de 1600, con Leonor de la Guerra, hija de Antón López e Isabel Ruíz, nieta materna de Lorenzo Baez y Leonor de la Guerra. Fueron sus hijos:
1.1.1.         Juan de Alemán Miranda, el único que dio tiempo a nacer del primer matrimonio, que casó el veintisiete de noviembre de 1622, con Isabel Mayor, hija de Luis Rodríguez y María Sánchez. Con sucesión.
1.1.2.         Antón López, quien se traslada hasta la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, para casar, el veintiséis de noviembre de 1628, con María Lorenzo, hija de Domingo Frías de Talavera y María Lorenzo.
1.1.3.         Lucas de Alemán, casado el veintiocho de diciembre de 1634, con Francisca de Cabrera, hija de Pedro de Miranda y Tomasa de la Concepción. Nieta paterna de Francisco Pérez Vizcaíno y Francisca de Cabrera Miranda, hermana de María de Quintana Miranda ya nombrada. De Lucas y Francisca hubo descendencia.
1.1.4.         Ana Ruíz de Herrera, que contrajo matrimonio, el cinco de noviembre de 1645, con Pedro de Miranda, hermano de Francisca de Cabrera. También sucesos.
1.1.5.         Juana de Alemán, que verificó nupcias el cinco de agosto de 1658 con Pedro Jorge, hijode Alonso Jorge y María López. Con sucesión.
1.1.6.         María de Alemán, desposada desde el día ocho de agosto de 1631, con Salvador de Miranda,  hijo de Juan de Quintana Miranda, quien a su vez es hermano de la citada ya dos veces, María de Quintana Miranda, y de Juana de Jesús. Con Sucesión.
1.1.7.         Melchor de Alemán, casado dos veces: la primera con Jerónima de la Ascensión; y la segunda en Gáldar, con Francisca de Miranda, hija de Francisco Pérez Vizcaíno y Juana de Jesús, hermano a su vez de los otros dos ya citados, Pedro de Miranda y Salvador de Miranda.
ALEMÁN DE AGÜIMES (cf. L. C. GARCÍA CORREA Y GÓMEZ Y R. M. RODRÍGUEZ DE CASTRO, o. c., 128-139).
1.1. Juan de Alemán y Juana Negrín, naturales de la isla de Fuerteventura y vecinos de la villa de Agüimes. Fue un matrimonio longevo, pues ya le vemos Fueron sus hijos:
1.1. Juan de Alemán casado con Juana Melián, de quienes vienen los de este apellido en el señorío de Agüimes por la descendencia de sus hijos que fueron los siguientes:
1.1.1. Melchor Ordóñez, que sería el primero de los hermanos en casar dos veces: una con Isabel Afonso desde 1568; y otra posterior, con Catalina de Alvarado. Con sucesión.
1.1.2. Gaspar Ordóñez, casado dos veces: con María Eufemia desde aproximadamente 1581; y en 1602, con Sebastiana López. Con descendencia de ambos matrimonios.,
1.1.3. Lorenzo Melián, cónyuge que fue de María Alonso. Tuvieron hijos.
1.1.4. Lucas de Alemán, casado dos veces: la primera sobre 1569, con María Guillama; y la segunda, hacia 1580, con María de Salas. De quienes continuó descendencia.
1.1.5. Luis de Placeres. Soltero.
1.1.6. Baltasar de Alemán. Soltero.
1.1.7. Juan de Alemán. Soltero.
1.1.8. Pedro de Cervantes, contrajo matrimonio con María Sánchez y hubo continuación de la familia en sus hijos.
1.1.9. Salvador de Alemán. Soltero. El hecho de que los nombres de Salvador y Lucas sean tan propios de esta familia como la de Gáldar antes mencionada es un indicio más para sospechar un posible parentesco entre ellas en generaciones anteriores vecinas de Fuerteventura.
1.1.10. Isabel Rodríguez, quien verificó nupcias con Baltasar Martín. Tuvieron hijos.
1.1.11. Felipa Melián, casada dos veces: la primera, sobre 1600, con Alonso Tejera; y la segunda, en 1604, con Antonio de Almeida.
1.1.12. María Ordóñez, contrajo matrimonio con Juan López. De estos dos últimos matrimonios no hubo continuación de la familia.

[19] Sobre los negocios de Martín Alemán y su familia en torno al ingenio de Agüimes cf. R. SÁNCHEZ VALERÓN y F. E. MARTÍN SANTIAGO, o. c., 61, 89, 102-114.

[20] F. MORALES PADRÓN, o. c., 7, nº 90 y 102.

[21] AMC. Fondo Inquisición, Signatura CLII-1. Folio 181 y 205.

[22] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 736. Escribano Cristóbal de San Clemente. 15/febrero/1524. Folio 42-43 y 210.

[23] AMC. Fondo Inquisición, Signatura CLII-1. Folio 153.

[24] F. MORALES PADRÓN, o. c., 7, nº 90; 8, nº 372.

[25] AMC. Fondo Inquisición. Signatura: CLII-1. Folio 61ss. Declaración de Beatriz de Toledo sobre su Genealogía (A esta declaración nos remitimos como fuente cuando, al hablar de los parientes de Beatriz de Toledo, indicamos de algún dato numérico que toma como referencia el año de 1521); Folio 153. Declaración de Beatriz de Alemán, mujer de Pedro Ortiz, escribano de Canaria, hermana de García de Gibraleón; folio 181. Declaración de Martín de Alemán, hermano de García de Gibraleón. F. MORALES PADRÓN, o. c., 7, nº 55. 182; 8, nº 372, 416, 418, 433, 435 y 436.

[26] Para la estancia en el señorio de Agüimes y negocios en este lugar de Martín Alemán y sus hijos cf. R. SÁNCHEZ VALERÓN y F. E. MARTÍN SANTIAGO, o. c., 59-62; 88; 107; 118; 245-248.

[27] Bartolomé de Tubilleja y Juan de Ávila piden acta de notoriedad al gobernador de ser propietarios de heredamientos entregados por el obispo, cuyo único documento era el firmado por éste, por miedo a que se los arrebatara (Cf. M. RONQUILLO RUBIO y E. AZNAR VALLEJO, o. c., 130-131).

[28] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2316. Escribano Alonso de San Clemente. 23/septiembre/1523. Folio 240vto.

[29] AMC. Colección Bute. Vol IV. 1s. folios 24-26.

[30] APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 60.

[31] Además del expediente de Félix Espino Peraza de Ayala que contiene un certificado de esta declaración se conserva el original en AMC. Fondo Inquisición. CLII-1, folio 257s.

[32] AMC, Colección Bute, IV y V.

[33] L. C. GARCÍA-CORREA GÓMEZ y R. M. RODRÍGUEZ DE CASTRO, o. c., 173-174; J. A. CEBRIÁN LATASA, o. c., 95, 195-197 y 279.

[34] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 733. Escribano Diego de San Clemente. 1/febrero/1516. Folio 38 vto.-39.

[35] APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 56, 58 y 64.

[36] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 740. Escribano Cristóbal de San Clemente. Julio/1528. Folio 11.

[37] AMC. Colección Bute. Volumen I, 1º, s/f, 115r.

[38] María Mayor, quien también añade de apellido el de Martín, una vez viuda de Juan Vélez de Valdivieso casaría con Gonzalo de Jaraquemada, conquistador, quien estaba a su vez viudo de María de Cabrera, sobrevivirá a sus dos maridos y aparece como viuda administrando el patrimonio familiar conjunto con sus respectivos hijos en documentos fechados desde el año 1519 (AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2572. Escribano Diego de León. 27/agosto/1519. Folio 87 vto; y 1/septiembre/1519. Folio 91).

[39] APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 64. 70, 77, 78vto y 86.

[40] M. RONQUILLO y E. AZNAR VALLEJO, o. c., 267.

[41] Para los documentos a que se refieren estas tres operaciones cf. AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 740. Escribano Cristóbal de San Clemente. 4/octubre/1542. Folio 380vto; 6/julio/1531. Folio 137; 20/septiembre/1531. Folio 277.

[42] Para los datos incorporados en este párrafo de las distintas visitas pastorales cf. APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 53vto; 54vto-57; 60; y 64.

[43] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 743. Escribano Hernando de Padilla. 22/septiembre/1531. Folio 305-306 vto.

[44] R. SÁNCHEZ VALERÓN y F. E. MARTÍN SANTIAGO, Génesis y desarrollo de Ingenio durante el siglo xvi (Ed. Ilustre Ayuntamiento de la Villa de Ingenio, Ingenio [Las Palmas], 2003), 207. AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 737. Escribano Cristóbal de San Clemente. 26/octubre/1525. Folio 201vto-202vto.

[45] R. SÁNCHEZ VALERÓN y F. E. MARTÍN SANTIAGO, o. c., 227.

[46] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 743. Escribano Hernando de Padilla. 22/septiembre/1531. Folio 414s; 1532. Hoja suelta sin foliar; AHN. Sección Inquisición. Legajo 1439. Expediente 4. Carpeta 2. Folio 11vto-12.

[47] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 740. Escribano Cristóbal de San Clemente. 16/diciembre/1531. Folio 297-299.

[48] Nacido sobre 1530, pues el dieciséis de febrero de 1605 comparece como testigo en las probanzas de Hernán Vázquez de Siverio y dice ser de unos setenta y cinco años (Cf. AMC. Fondo Inquisición. Signatura CXXVII-7).

[49] Sobre Bartolomé Cairasco de Figueroa hay unos datos biográficos muy amplios e interesantes, donde se especifican sus amistades y relaciones sociales incluida la de fray Basilio, en el completo artículo recogido en  A. CIONARESCU, “Cairasco de Figueroa, su vida, su familia, sus amigos”, Anuario de Estudios Atlánticos, 3, (Ed Casa de Colón, Madrid-Las Palmas de Gran Canaria, 1957), 357ss.

[50] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 740. Escribano Cristóbal de San Clemente. 16/diciembre/1531.

[51] APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 78vto-86.

[52] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 4/(..x.)/1546; 5/agosto/1546; y 18/junio/1547.

[53] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 2/marzo/1547.

[54] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 743. Escribano Hernando de Padilla. 29/julio/1531. Folio 414-415.

[55] Cf. J. A. CEBRIÁN LATASA, o.c., 181-182.

[56] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 4/agosto/1555; 12/agosto/1555.

[57] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2485. Escribano Francisco Díaz Peloz. 2/octubre/1575; 23/abril/1577.

[58] AHN. SECCIÓN INQUISICIÓN. Legajo 1439. Expediente 4. Carpeta 1. Cuaderno 2. Folio 5-7.

[59] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 4/agosto/1555; 12/agosto/1555.

[60] APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 128.

[61] Para todas las transacciones citadas cf. AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2485. Escribano Francisco Díaz Peloz. 13/febrero/1570; 30/abril/1570; 3/septiembre/1573; 5/noviembre/1578; 25/noviembre/1578.

[62] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 4/agosto/1555; 12/agosto/1555.

[63] APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 25.

[64] APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 128.

[65] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 4/febrero/1555.

[66] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2485. Escribano Francisco Díaz Peloz. 30/abril/1570; 26/junio/1575; 4/julio/1575; 2/octubre/1575; 5/noviembre/1575; 23/marzo/1577; y 24/agosto/1578.

[67] L. C. GARCÍA-CORREA GÓMEZ y R. M. RODRÍGUEZ DE CASTRO, o. c., 220-221.

[68] AMC. Fondo Inquisición. XCIX-20.

[69] AHDLP. Caja 26: Índice de protocolos. Carpeta: índices de escrituras de protocolo. Folio 18 vto.

[70] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 4/agosto/1555; 12/agosto/1555.

[71] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2485. Escribano Francisco Díaz Peloz. 26/junio/1575; 4/julio/1575; y 7/julio/1575.

[72] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Roque Díaz. 12/agosto/1546; Diego Ramírez. 2/marzo/1547; 18/junio/1547; Legajo 2485. Escribano Francisco Díaz Peloz. 22/septiembre/1571; 23/abril/1572; 3/mayo/1574.

[73] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 13/febrero/1551; Legajo 2485. Escribano Francisco Díaz Peloz. 21/enero/1570;. 21/noviembre/1573.

[74] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 741. Escribano Cristóbal de San Clemente. 12/julio/1533. Folio 259.

[75] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 13/febrero/1551.

[76] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2485. Escribano Francisco Díaz Peloz. 21/enero/1570.

[77] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 16/febrero/1550.

[78] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2485. Escribano Francisco Díaz Peloz. 18/diciembre/1573.

[79] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Hernando Estévez. ..x../ ..x.. /1572.

[80] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Hernando Estévez. 8/diciembre/1562; y 9/diciembre/1562.

[81] Para los documentos respectivamente cf. AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2485. Escribano Francisco Díaz Peloz. 29/abril/1579; 21/enero/1570.

[82]AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 2484. Escribano Diego Ramírez. 2/marzo/1547; 4/agosto/1555; Escribano Hernando Estévez. ..x../..x../1562.

[83] Todos estos datos biográficos e incluso los referentes a sus dos hijas se recogen en la declaración que tuvo que hacer por ante el Santo Oficio de la Inquisición (Cf. AMC. Fondo Inquisición. CLII-1. Fº 272ss).

[84] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 739. Escribano Cristóbal de San Clemente. 9/marzo/1528. Folio 83.

[85] F. FERNÁNDEZ DE BETHENCOURT, Nobiliario de Canarias I (Ed. J. Régulo, San Cristóbal de la Laguna, 1952), 576ss.

[86] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 852. Escribano García Ortiz. 17/agosto/1565. Folio 262.

[87] APTLb 2. Nº 419.

[88] AHPLP. Sección Escribanos. Legajo 738. Escribano Cristóbal de San Clemente. 4/febrero/1527.

[89]Para el año 1556 cf. APAG. Libro 1 de Fábrica. Folio 113 vto. y 147 vto. Para los datos de 1557 y 1559 cf. Folio 114 y 151.

[90] AHPLP. Sección Escribanos. Escribano Francisco Díaz Peloz. Legajo 2485. 21/enero/1570.

[91] Según su propia declaración como testigo para las pruebas de limpieza de sangre de Juan Rico para ingresar en el Santo Oficio de la Inquisición como familiar hechas en 1586, pues para entonces dice tener unos sesenta y siete años de edad (AHN. Sección Inquisición. Legajo 1470. Expediente 1. Folio 93).

[92] AHPLP. Sección Escribanos. Escribano Francisco Díaz Peloz. Legajo 2485. 18/septiembre/1573.


[93] AHDLP. Caja 26. Índice de protocolos. Carpeta: Noticias e índice de testamentos (1547-Siglo xviii). Folio 75. Letra M. S/n.