FANEQUE HERNÁNDEZ BAUTISTA
DISENSIONES EN EL EQUIPO INVESTIGADOR
Estas son las notas de Juan Ramón García con
las que iniciamos este trabajo en común hace un mes y a las que quise darle mil
vueltas y revueltas hasta comprobar que estaba en la razón desde un principio.
Ambos, como han podido ver en los cuadros, somos descendientes, bromas aparte,
muy bien avenidos, del ínclito personaje don Diego Sarmiento el viejo, alguacil
mayor del Santo Oficio, que fue mi duodécimo abuelo y el décimo-tercero de Juan
Ramón:
“Con este apellido hay mucha tela que
cortar (me decía Juan Ramón):
Por un lado, yo desciendo de Diego Sarmiento
de Herrera Ayala y Rojas quien tuvo, fuera del matrimonio, con María
Magdalena Fernanda Ferrera, natural de Madeira, a Magdalena y a Fabiana
Sarmiento (línea de la que desciendo yo). Hizo testamento Diego Sarmiento ante
Juan Leal Camacho en 30 de marzo de 1633 y pruebas para familiar del Santo
Oficio en las que señala que era hijo de Pedro Sarmiento Herrera
Ayala Rojas y de Fabiana Padilla Promontorio, siendo
ella, hija de Jacome Promontorio y Juana de Padilla, casados el 25
de enero de 1568.
Ciudad de Canaria, siglo XVII |
La línea tuya comienza por Diego Sarmiento
Herrera Ayala-Rojas (tío de mi antepasado con igual nombre y apellidos)
casado con Leonor de Quintana Castrillo, quien es hermano de Pedro Sarmiento Herrera
Ayala-Rojas (el arriba dicho), hijos ambos de Diego Sarmiento Herrera
Ayala-Rojas y María Peraza de Ayala, hija esta, a su vez, de Hernán
Peraza de Ayala-Rojas y María de Montemayor Ayala”.
La bifurcación entre ambos cuadros
genealógicos se produce efectivamente en el sexto peldaño de la escala. En lugar de
Diego el mozo, mi ascendiente, aquí aparece Pedro Sarmiento, el
mayor de los hermanos, que, como su padre, fue también alguacil mayor de la
Inquisición canaria. Ya comentamos en el artículo anterior las pruebas de
limpieza de sangre que tuvo que realizar este personaje en Lanzarote en 1605 y
1610 para poder acceder a los cargos de comisario o familiar del santo Oficio y
Alguacil mayor de dicha institución.
UNA CONTUNDENTE ACTUACIÓN DEL ALGUACIL MAYOR
En la web (Efemérides
de la nación canaria) hemos encontrado una interesante descripción,
basada en la obra de Millares Torres, de una de las más brillantes actuaciones
inquisitoriales de don Pedro
Sarmiento (lo de brillante lo decimos por el fulgor de las
hogueras):
“El séptimo auto de fe se
celebró el 21 de diciembre de 1608 en la plaza mayor de Santa Ana, en la que se
veía, próximo a la catedral, un tablado o cadalso destinado a los reos. En él
se alzaban las tres estatuas que representaban a los holandeses herejes con
sus insignias de relajados cuyas efigies fueron entregadas solemnemente al brazo
secular para la ejecución de la sentencia.
Peor suerte que a estos le cupo al holandés Gaspar
Nicolás Claysen, condenado en 1597
a seis años de reclusión en un convento, que tomó
sentencia el 27 de enero de 1612 por los inquisidores don Juan Francisco de
Monroy y don Pedro Espino de Brito, resultando condenado el reo a relajación en
la hoguera. La sentencia se parte en el auto de fe de 21 de diciembre de dicho
año, y que había logrado escapar eludiendo el cumplimiento de la condena. Con el arrojo propio
de la juventud, se dejó arrastrar por el espíritu de aventura, presentándose de
nuevo en los puertos canarios como capitán o maestre de una nao mercante
cargada en Flandes. Reconocido por algunos espías fue inmediatamente delatado
al Santo Oficio, siendo detenido sin pérdida de tiempo por el alguacil mayor, don
Pedro Sarmiento de
Ayala y Rojas. Todavía se mantenía vivo en
la isla el recuerdo de las atrocidades cometidas por sus compatriotas en 1599,
y así fue que se sustanció el proceso con más severidad que la acostumbrada,
dictándose pena de relajación cumplió el 22 de febrero de 1614”
SANGRE DE INQUISIDORES
Agustín Millares Torres en su Historia de la
Inquisición en Canarias (Tomo IV pág. 153) nos hizo una Relación de
Inquisidores, fiscales y oficiales del alto tribunal del Santo Oficio de la
Inquisición en Canarias. De ella extraemos la lista de alguaciles mayores en
determinadas fechas de la edad moderna en las que el cargo parece estar
asignado a los Sarmiento:
En 1576 el alguacil mayor era Constantino
Cairasco; en 1581, Hernán Peraza de Ayala (el suegro de Diego Sarmiento el
viejo); en las fechas de1589, 1594, 1598 y 1603 consta que era alguacil mayor
don Diego Sarmiento el viejo; en 1611 el puesto estaba vacante; en 1613 figura
como alguacil Pedro
Sarmiento, hijo del anterior; la plaza aparece de nuevo
vacante en 1626; en 1629 está ocupada por Hernando del Castillo Olivares y
finalmente, en 1633, la ostenta don Diego Sarmiento de Ayala y Rojas, hijo de
Pedro y nieto de su homónimo.
Puede ser una perfecta casualidad pero hemos
podido comprobar que otro Pedro
Sarmiento de mediados del siglo XV puede estar en el origen
de todos los males inquisitoriales de la Castilla bajomedieval y de los
estatutos de limpieza de sangre durante el Antiguo Régimen en España. Leamos lo
que dice Wikipedia al respecto de este personaje que quizá sea un ascendiente
no muy lejano de los Sarmiento de Canarias, lo que podría explicar la presencia
reiterada de alguaciles de este apellido en la Inquisición de las islas.
“Pedro Sarmiento, cortesano de Juan II de Castilla,
repostero del rey y
miembro del Consejo de
Castilla, sustituyó a Álvaro de Luna en
el máximo puesto de confianza tras la batalla de
Olmedo (1445). Al recuperar el antiguo valido el favor real, Pedro Sarmiento pasa
a ocupar el cargo de alcalde mayor
de Toledo en sustitución de Pedro López de
Ayala. Ese apartamiento de la corte, a pesar de seguir ocupando un
cargo de cierta responsabilidad, le hará pasar con el tiempo a ser partidario del
príncipe Enrique (futuro Enrique IV).
Con motivo de la recaudación de un nuevo impuesto (un millón de maravedíes para la guerra
con Aragón) que la ciudad entendía como no ajustado a derecho, y cuyo cobro
estaba a cargo de Alonso Cota,
un recaudador converso, Pedro Sarmiento encabezó el 5 de junio la revuelta
anticonversa de Toledo de 1449, con el saqueo e incendio del barrio de la
Magdalena, habitado por judíos
y conversos.
Mediante la denominada Primera Sentencia-Estatuto de Limpieza
de Sangre, se expulsó a los conversos de toda clase de cargos representativos
en el municipio. Aunque la intervención del mismo Papa Nicolás V dio la razón a
los partidarios de los conversos, la
imparable difusión de la
Sentencia-Estatuto en una multitud de estatutos de
limpieza de sangre, que reservaban los cargos y dignidades de
innumerables instituciones (gobiernos municipales, universidades, órdenes
militares...) a los que pudieran probar ser descendientes de cristianos viejos en
varias generaciones, enconó el problema de los cristianos nuevos en
Castilla, lo que llevó a su persecución mediante la Inquisición (1478) y a la
expulsión de los judíos
no convertidos (1492) en tiempo de los Reyes Católicos”.
Auto de Fe. Berruguete |
Revisando la posibilidad de que este
personaje pueda tener relación familiar con nuestros Sarmiento comprobamos que
el tatarabuelo de Diego, que lleva su mismo nombre de pila, don Diego de
Herrera, Señor consorte de las islas de Canaria, era hijo de Pedro García de Herrera
y Rojas y María de Ayala Sarmiento, Señora del estado y casa de Ayala.
Siguiendo la línea materna parece que puede haber entronque pues nos dice el
genealogista José Peraza de Ayala que doña María era a su vez nieta por línea
paterna del famoso canciller Pedro
López de Ayala a quien sustituye Pedro Sarmiento en la
alcaldía de Toledo a mediados del siglo XV, según el artículo citado. La
estrechez mental y la intolerancia religiosa parece que se heredan aunque
espero que esos genes no alcancen a nuestra generación.
LA
COLONIA GENOVESA Y
LOS SARMIENTO
Las relaciones entre los señores de las
islas y la colonia genovesa comenzaron mucho antes de la definitiva conquista
de las islas. Sevilla fue un caldo de cultivo para la integración de la nobleza
andaluza y los emprendedores comerciantes de los albergos genoveses que ya
desde fines de la edad media se atrevían a cruzar las columnas de Hércules y
navegar por el Atlántico próximo en busca de la preciada orchilla tintórea y de
esclavos canarios de tez morena.
Hemos podido comprobar efectivamente que el
apellido compuesto Luzardo-Franchi tiene presencia en Lanzarote y Fuerteventura
desde mediados del siglo XV. De hecho una de las hijas de Luis de León el
valiente se llamó Catalina Luzardo en honor de Catalina Luzardo de Franquis
casada con Diego Cabrera el bueno, gobernador de Lanzarote, hijo de Alonso
Cabrera el viejo y de Catalina Dumpiérrez.
El primero de los genoveses que participó al
parecer en la colonización de las islas de señorío, antes incluso de la llegada
de Diego de Herrera e Inés de las Casas, fue un tal Antonio Luzardo de
Franquis, quien, según Abreu Galindo, fue nombrado gobernador de Fuerteventura
por el señor Guillén de las Casas en los años 30 del siglo XV. Descendiente de
los citados fue sin duda nuestro Luis Luzardo de Franquis, el esposo de María Sarmiento de
Ayala, la hija de Diego Sarmiento el mozo y de Leonor de Quintana cuyo linaje
ya fue analizado en la primera parte de este artículo.
En el cuadro genealógico que hoy comentamos,
el que nos lleva en la base hasta Juan Antonio García Torres,
veremos que hay muchos apellidos genoveses que se relacionan con los Sarmiento.
Quizá ello venga dado, además de por su temido cargo, por su vecindad, pues Pedro Sarmiento y su
familia viven muy cerca de la calle de los genoveses (hoy calle Travieso), en
la esquina de la calle
Malteses con La Peregrina.
En primer lugar, citaremos el apellido
Promontorio que porta la esposa de Pedro Sarmiento, el segundo de los alguaciles
mayores de la Inquisición canaria que nos da esta familia. De este apellido
solo hay una simple reseña en la obra de Leopoldo de la Rosa Olivera que
dice: Jacome Promontorio vecino de Gran Canaria, mediados del siglo XVI.
Nosotros podemos añadir gracias a la Información de limpieza de sangre de Pedro
que su suegro era hijo de Jerónimo Camuello Promontorio y doña Leonor de
Cigala. Consta en un poder ante Antón de Serpa de 1611 que Jacome
falleció en Indias en la ciudad de Cartagena y que junto
a su mujer, Juana de Padilla, (hija de Hernando Padilla y Luisa Espino) tuvo,
además de Fabiana, otras dos hijas: María Promontorio que era ya difunta en esa
fecha y Gregoria Promontorio que tenía por entonces más de 25 años. Otra nota
de interés en la carpeta del archivo diocesano nos dice que ocho años después,
en 1619, Fabiana Padilla Promontorio testó ante el mismo escribano señalando
que solo tuvo por hijo a don Diego Sarmiento de Ayala, el tercero de los
alguaciles mayores que ostenta dicho apellido.
Ahí no acaba la cosa pues un primo de Pedro Sarmiento de
Ayala que lleva su mismo nombre y apellidos casa con una Casañas, de nombre
Nicolasa, probable descendiente tiempo atrás de un tal Luis Casañas del que
tenemos referencias históricas en 1477 cuando participa en la desafortunada
expedición de conquista a la isla de La Palma en la que Guillén Peraza,
el hermano de doña Inés, cae fulminado por una pedrada de los indígenas
palmeses.
Aunque no son de Génova sino de Flandes,
reseñaremos también la relación de los Sarmiento afincados en Canarias con los
Westerling, otra familia extranjera de altos vuelos. El Instituto de Genealogía
de Venezuela nos había señalado que en 1598 Agustín de Herrera y Constanza
Sarmiento habían dotado a su hermana Juana con parte de las tierras que les
correspondían en herencia para que esta casara con Pedro Westerling Van Trille,
hijo del mercader flamenco Pedro Westerling y de su esposa Ana Jakes Van
Trille.
En el AHP en los fondos de la Audiencia del
año 1655 consta la existencia de cierto expediente (nº105) no consultable cuyo
extracto dice:
“Autos de Francisco Manrique Amoreto y Pedro
Westerling contra Fernando Arias de Saavedra “Señor de Lanzarote” por decursas
de que se obligó a pagar a Pedro Westerling Sarmiento, regidor y alguacil mayor
de Gran Canaria y Magdalena de Saavedra, su mujer”.
Parece evidente que el acreedor es un hijo
de Juana Sarmiento y de Pedro Westerling que forma parte (recordemos que los
cargos se compraban en esta época) de las más altas instancias de la sociedad
grancanaria del XVII. En Abuelos de
Abuelos (Genealogía de Tomás Tabares de Nava) hemos encontrado la
confirmación del dato e información añadida acerca de la continuidad de dicho
linaje:
“Hijo de Pedro Westerling Sarmiento y
Magdalena de Saavedra (bisnieta de Damián de Azuaje por línea paterna y de Lorenzo
Gesquier por la materna ente otras foráneas ascendencias) fue Juan Westerling
Sarmiento alcalde mayor de Gran Canaria que casó con Teodora Calderín Casares”.
Al parecer, según genealogistas portugueses,
otra hija de Juana Sarmiento llamada Ana casó con Juan Fiesco Estupiñán, cuya
hija, Juana Fiesco Westerling, casó con el tinerfeño Andrés Ponte y Azoca con
descendencia. Como vemos las relaciones entre los adinerados mercaderes
europeos y la hidalguía criolla fueron constantes dando lugar en la edad moderna
a una original aristocracia mutualista: dinero por poder.
UNA
NOTICIA DE INTERÉS EN EL ARCHIVO DIOCESANO
“Don Pedro Sarmiento de
Ayala Roxas Alguacil Mayor del Santo Oficio y Doña Fabiana Promontorio de
Figueroa su mujer y Doña Gregoria Promontorio Padilla hermanas, hijas legitimas
de Jacome de Promontorio, dan poder al conde de la Gomera, del consejo de su
Majestad, Presidente y capitán General del reyno de Guatemala, primo de Don
Pedro, para la cobranza de los bienes que allí quedaron por muerte de dicho
Jacome de Promontorio, ante Francisco Higueras en 20 de junio de 1616 folio 247”
Curiosa nota, que no nos resistimos a
comentar, que nos confirma la muerte en Indias de Jacome Promontorio y la
estrecha relación de parentesco de su yerno Pedro Sarmiento con
un denominado Conde de La Gomera el cual ejerce en 1616 de capitán general en
Indias de Su Majestad. Nos interesamos de inmediato por saber la identidad de
dicho personaje y nuestras pesquisas en la web condujeron a este punto:
“Antonio Peraza de Ayala Castilla y Rojas,
cuarto conde de La Gomera, asume como capitán general y presidente de la
Audiencia de Guatemala (1611-1626) y funda La Gomera (Escuintla, Guatemala)
para que convivan etnias diversas”.
Una posterior consulta del capítulo La
casa de los condes de la Gomera en el Nobiliario de Canarias escrito por la
prestigiosa pluma de don Elías Serra Ráfols nos amplía la biografía:
Don Antonio de Ayala y Rojas, nacido en La
Palma, Caballero de Santiago (1607), que en los documentos de la época figura
como Conde de La Gomera después de la muerte de su tío don Diego de Ayala,
formó parte de las fuerzas de la Armada Invencible (julio de 1588) como
Capitán de una Compañía de Arcabuceros y más tarde desempeñó el alto cargo de
Gobernador de Chucuito en el Perú y después el de Gobernador y Capitán General
de Guatemala y Presidente de su Real Audiencia (1611-1624) en virtud de Real
Cédula de 14 de agosto de 1609. En los primeros días de mayo de 1629 pasó a
mejor vida en Sevilla, donde el 27 de abril anterior había testado ante el
escribano Mateo Díaz. Hallándose en esta ciudad, el 2 de abril de 1596 había
otorgado poder para casarse con Doña Leonor de la Peña y Mena, enlace que tuvo
lugar el 19 de agosto inmediato en la parroquia de Buenavista (Tenerife); pasó
esta Señora a La Gomera para representar y defender los derechos de su marido,
pero la viuda de Don Diego de Ayala y Rojas, fallecido en 1592, supo
mantenerse en la jurisdicción hasta su muerte en 1610, fecha en que Doña Leonor
pudo ocuparla. Sin haber consumado su matrimonio, ausente siempre de las Islas
su marido, murió esta Señora en La Gomera, habiendo hecho testamento el 1 de
noviembre de 1635 ante el escribano Juan Martin de Mederos. Con Doña María
Vázquez Villalobos, nacida en Toledo, tuvo Don Antonio de Ayala por hijo a: Don
Luis Peraza de Ayala, Caballero de la Orden Militar de Calatrava.
Tratando de comprobar la relación de
parentesco entre Pedro
Sarmiento y dicho personaje comprobamos en el Nobiliario de
Canarias que Antonio Peraza de Ayala, el pretendido conde de La Gomera, era
hijo de Melchor de Ayala y María de Monteverde, nieto por línea paterna de
Guillén Peraza de Ayala y de su segunda esposa María Suárez de
Castilla; bisnieto de Hernán Peraza (Señor de La Gomera y El Hierro) y Beatriz
de Bobadilla y tataranieto de Diego García de Herrera y su esposa Inés de las
Casas (Señora del reino de las islas de Canaria). De todo esto solo podemos
concluir un parentesco en quinto grado de consanguinidad por lo que nos
sorprenden la familiaridad por parte de Pedro Sarmiento de
llamarlo primo. Quizá haya un parentesco más cercano por los Ayala, la línea
materna, que ahora mismo se nos escapa.
TESTAMENTO DE PEDRO SARMIENTO DE
AYALA
Gracias a la colaboración de Cristina
López Díaz, redactora del blog Genealogías Canarias y
documentada articulista del mismo, obtuvimos un valioso extracto de un
testamento que ya no está consultable y que nos aporta información esencial en
nuestra modesta investigación:
“Don Pedro Sarmiento de
Ayala otorgó testamento el 16 de noviembre de 1623, estando enfermo, siendo
viudo y vecino de Las Palmas. Ordenó ser enterrado en San Francisco, donde
yacía su mujer doña Fabiana Promontorio, hija de Jacome Promontorio y de doña
Juana de Padilla, difuntos. Hijo: don Diego Sarmiento de Ayala, ausente en la Corte. Su casa morada:
en la esquina de la
calle La Peregrina, comprada a don Juan Jaya y Sopranis.
Tenía su cortijo de tierra y aguas en la costa, con casa, parral y bodega, 30
reses vacunas que guarda un negro suyo y 17 yeguas. Siete esclavos de nombre
Fernando, Juan, Pantaleón, Jacinto, que estaba en la Corte haciendo compañía a
Diego, Marcos, Ana María y Úrsula”.
Este documento nos informa de la buena
situación económica de que gozaba el alguacil mayor y también acerca del
paradero durante su juventud de su hijo único, Diego, de quien señala que
estaba en la Corte en dicha fecha de 1623 acompañado de uno de sus esclavos.
Pensamos que la referencia la Corte es solo una forma de decir que su hijo se
encontraba por esas fechas en Madrid, la capital del reino, probablemente,
opinamos nosotros, recibiendo formación militar.
CAPITÁN DIEGO SARMIENTO
Sabemos que Diego Sarmiento, el hijo de
Pedro, regresa a las islas después de su estancia en la Península pues Millares
Torres registra su presencia en las Palmas, ejerciendo de alguacil mayor del
Santo Oficio, en el año 1632. Será por entonces, a su vuelta de la Corte,
cuando deje descendencia en la isla a partir de una relación extramatrimonial
con la joven doncella madeirense María Ferrera, probablemente una criada de la
familia.
Del mismo modo que su bisabuelo Pedro Fernández Saavedra
tuvo hijos con su criada Iseo de León, del mismo modo que su abuelo Diego
Sarmiento tuvo hijos con su criada Juana Lorenzo, Diego parece que mantiene la
tradición familiar. De tal palo tal astilla. Recordemos en todo caso que el
término criada en aquellos tiempos no significa, como hoy, asistenta doméstica
o sirvienta, sino dama de compañía, puesto que solía ser ocupado por muchachas
de buena familia que residían en la casa de sus señores desde pequeñas.
En la partida de nacimiento de Fabiana
Sarmiento, que nace en 1631, y en la de Magdalena, que nace en 1633, consta que su
padre natural era don Diego Sarmiento de Ayala, es decir que, aunque María
Ferrera no es su mujer legítima, este reconoce desde el primer momento el fruto
de sus relaciones. Ese reconocimiento se hará extensivo a la herencia en las
últimas voluntades de Diego cuando dicta su testamento en 1633, poco antes de
morir, (el documento no está consultable). Debía de ser una persona muy joven
por entonces; calculamos que rondaba los 30 años. Es por eso que Fabiana y
Magdalena, sus hijas naturales, llevan el apellido Sarmiento. He aquí sus
respectivas partidas de bautismo registradas por el mismo cura, el Bachiller
Alonso Pacheco Solís en el libro octavo de la Iglesia de El Sagrario Catedral
de las Palmas
“Fabiana. Hija de Don Diego Sarmiento y
Maria Ferrera Baptisada en esta Santa Yglesia en seis de noviembre de 1631
años; fue su padrino D. Lorenso de Aguilera secretario del Santo Oficio de la
Ynquisision de estas Yslas; vino a la pila de dose dias nacida.”
“Doña Magdalena Sarmiento hija natural del
Capitan don Diego Sarmiento, alguasil mayor de la Santa Ynquisision
destas Yslas, ya difunto, y de Maria de Herrera fue baptisada en esta Santa
yglesia en dos de noviembre de 1633; fue su padrino don Francisco de Salasar
alcalde de la
dicha Santa Ynquisision; vino a la pila de onse dias nasida.”
Algo ha cambiado en dos años. La primera
hija, aunque reconocida por su padre, es inscrita por el cura como Fabiana a
secas. La segunda es ya doña Magdalena. Aunque en ambos casos los padrinos son
altos dignatarios del Santo Oficio, hay una marcada diferencia en el
tratamiento. El motivo, creemos, estriba en que, poco antes de nacer Magdalena,
en ese mismo año de 1633, se había producido el fallecimiento de su padre
quien, antes de morir, en sus últimas voluntades habría reconocido a las dos
niñas como sus hijas y herederas universales. Dicho testamento no está, como dijimos,
consultable, sin embargo, el dictado por la madre de las niñas cuatro años
después, a pesar de que también está muy deteriorado, está legible en parte lo
cual nos ha permitido resolver algunos interrogantes.
EXTRACTO DEL TESTAMENTO DE MARÍA FERRERA
Escribano: Francisco de Vera Mujica Legajo:
1111 23 de Julio de 1638
“En Canaria a veinte y tres de julio de 1638
ante mi el escrivano publico paresio Maria Ferrera vesina de dicha Ciudad que
doy fe conosco ser la contenida y estando acostada en una cama enferma de
cuerpo y sana de la boluntad y en su juisio y entendimiento natural a lo que
paresia y dijo que si Dios nuestro Señor fuere servido de llebarla de la
enfermedad en que esta su cuerpo sea sepultado en el Convento de San Francisco
desta Ciudad y en su abito el qual desde luego pido para ganar las gracias.
Yten declara tener por sus hijas a Fabiana y
doña Madalena Sarmiento hijas del capitan don Diego Sarmiento alguacil mayor
que fue del Santo Oficio que las tubo siendo soltero el susodicho y la otorgante
siendo donsella y el susodicho en su testamento que otorgo ante Juan Leal
Camacho escrivano publico que fue desta Ciudad les dejo a las dichas sus dos
hijas dos casas bajas en la calle de la pelegrina una junto a la otra onde bive
(…) labradas y mas arriva un (…) y (…) de ajuar que constara por el dicho
testamento todos los quales dichos bienes rayses los ha administrado y
gobernado el Capitan don Felis Perasa regidor desta ysla hasta oy dia despues
que murio el dicho capitan como su tutor y tenedor de sus bienes que se lo dejo
en su testamento el dicho capitan Sarmiento.
Yten deja por tutor y curador de sus hijas,
doña Fabiana y doña Madalena, a el dicho capitan don Felis Espino como hasta
aquí lo ha hecho que confio en nuestro señor las (…) con mucha puntualidad y
cuydado con ellas como guerfanas que son y quiere que (…) estén las dichas sus
hijas en la cassa de la dicha Cristina Sanches
para que las dotrinen y enseñen a buenas (...) acudiendolas el dicho don Felis
(…) por sustento y bestir.
Y nonbra por sus herederas legitimas a las
dichas doña Fabiana y doña Madalena sus hijas las quales hereden todos sus
bienes derechos y aciones que en qualquier manera le pertenescan tanto a la una
como a la otra y con esto reboco otros qualesquier testamentos y codicilios que
antes deste aya fecho asi de palabra como por escripto aya fecho (...) juisio o
fuera del y lo pido que no balga. Y la otorgante la qual no firmó (...) a su
ruego firmo un testigo que lo fueron presentes Pedro Gonsales, cabo de los
artilleros (…).” Por testigo: Pedro Gonsales Ante my: Francisco de Vera Muxica
ARRIBADA DE LOS SARMIENTO A TEROR
A las dos niñas las volvemos a encontrar,
genealógicamente hablando, años después, en sus respectivas ceremonias
nupciales, cuando se casan en las Palmas con casi 20 años de diferencia entre
la una y la otra con dos vecinos de Teror. De ambos matrimonios tenemos
constancia de que tuvieron sucesión dando lugar a múltiples linajes en los
pagos norteños.
Villa de Teror. Postal coloreada. |
Iglesia del Sagrario - Las Palmas Libro 3 –
Nº 448 - Año 1646.
“Sebastian Sanchez hixo de Juan Sánchez, difunto y de
Cathalina de la O, vezinos de Teror, y Fabiana Sarmiento, hixa de D. Diego
Sarmiento, difunto *(familiar del Santo Oficio de la Inquisición) y de María
Ferrera, vezina de esta Ciudad fueron casados según Orden de la Santa Madre Iglesia
a las cinco de la tarde poco más o menos en veinte y seis de Diciembre de 1646
años de que fueron testigos Pedro Hernández y Diego Padilla y Manuel Díaz y otras muchas
personas.” Sebastián
González
Iglesia El Sagrario - Las Palmas Libro 3 -
Folio 247 Vto - Año 1665,
“Luis Rodrigues hijo legitimo de Antonio
Rodrigues y de Maria de Ojeda vecinos del lugar de Teror y Doña Magdalena
Sarmiento hija de Don Diego Sarmiento y de Maria Ferrera vecinos de esta Ciudad
fueron casados en dos de octubre de 1665 de que fueron testigos Esteban
Gonsales Hidalgo, Manuel Ruis y Pedro Hernandes, todos vecinos de esta Ciudad;
casaronse entre las cinco y las seis de la tarde poco mas o menos y lo firme.”
Juan de Zurita Zambrana Como pueden observar, en las partidas de matrimonio se
repite el tratamiento diferenciado que ya vimos en las de bautismo pues
Magdalena recibe el ilustre tratamiento de doña que no se da a su hermana
mayor. Parece que por el hecho de haber sido reconocida por su padre antes de
nacer, Magdalena tiene un mayor rango social, a pesar de que ambas eran por
igual hijas naturales. Los cónyuges de ambas hermanas son vecinos de Teror por
lo que allí se irán a vivir después de sus respectivos casorios.
De dichas partidas podemos concluir que su
madre, María Ferrera, superó la grave enfermedad que sufrió en 1638, la que le
hizo testar pensando que iba a morirse. El hecho de que sus hijas sigan
viviendo en Las Palmas, lugar donde se casan, y que su madre no sea citada como
difunta en dichos eventos son sobrados indicios de que María tuvo una larga y,
probablemente, rehecha vida.
Pero lo más sorprendente de dicha
documentación es una extraña nota al margen en la partida de matrimonio de
Fabiana que hemos remarcado con asterisco. En el año 1826 por auto del Señor
Provisor se tacha en la partida la aposición “familiar del santo oficio”
referida a don Diego Sarmiento el padre de la novia. No entendemos el sentido
que tiene dicha tachadura pero sin duda introduce un factor de intriga a este
linaje que nos movió de inmediato a plantearnos la siguiente pregunta: ¿Qué
pudo pasar en 1826, casi doscientos años después de la inscripción del
matrimonio, para que se dicte por un provisor eclesiástico un auto de omisión
del título de familiar del Santo Oficio?
EL
FINAL DEL SANTO OFICIO
Situemos las cosas en su contexto histórico
en el primer tercio del siglo XIX. La Inquisición se suprime por primera vez
con la Constitución de Cádiz (1812); por segunda vez, en el trienio liberal
(1820-1823); y por tercera y definitiva ocasión, en 1834, cuando un decreto de
la reina regente María Cristina determina la definitiva abolición del Santo
Oficio. En la primera ocasión, el cabildo de la Iglesia Catedral de Canaria
acogió con júbilo extremo la orden remitiendo un escrito por el que felicita a
las Cortes por su celo religioso al haber quitado ese borrón de la Iglesia de
Jesucristo. Adjunta al escrito hay una nota en la que se certifica que el mismo
día del acuerdo se quemaron en el patio de la iglesia los sambenitos que había
en ella sin dejar el más mínimo vestigio. Como curiosidad añadida les diremos
que poco después el alguacil mayor del reconstituido Tribunal del Santo Oficio
en Las Palmas se llamaba Juan Westerling.
En el segundo de los intentos, nos dice
Millares Torres que el día en que llegó la noticia a la ciudad estalló
igualmente el júbilo en las calles. En medio del ruido atronador de los
cohetes, los vivas a la Constitución y los repiques de campanas se oyó de
pronto tocar a muerto en la Iglesia del Seminario Conciliar, edifico anejo al
de la Inquisición. Los vecinos que se acercaron a preguntar quién era el
difunto recibieron por respuesta: “Doblamos por la vecina”.
Durante la década ominosa (1823-1833) hubo
intentos de reconstituir el santo tribunal en diversas partes de España a
través de las Juntas de Fe, tentativas que en Canarias no prosperaron de modo
que los cargos quedaron inservidos (sic) durante todo ese tiempo. El Santo
Oficio sí llegó a ser restablecido sin embargo en Valencia donde un infame
tribunal a 31 de julio de 1826 cumplió la condena de ahorcamiento y relajación
impuesta al pobre maestro de escuela Cayetano Ripoll por la probada acusación
de que no oía misa, de que solo enseñaba a los niños los diez mandamientos y de
que no salía a la puerta de su casa cuando pasaba el viático. Fue tal la
presión internacional recibida después de su público ajusticiamiento que pocos
años después, en 1834, tras la muerte de Fernando VII, la reina regente de
España dictaría el decreto de su abolición.
Agustín Millares Torres (1826-1896) celebró
también como historiador la buena nueva concluyendo el correspondiente capítulo
de su magna obra con el siguiente comentario: “Así murió la Inquisición en
España después de 356 años de criminal existencia.”
Después de esta larga digresión, nos
permitimos conjeturar que en fecha tan señalada como la de 1826, último Auto de
Fe de la Inquisición en España en el que crepitaron las hogueras en Valencia,
los miembros del cabido catedral de Las Palmas posiblemente quisieron
manifestar su horror por las noticias procedentes de la Península borrando
huellas de la presencia de los detestados miembros del Santo Oficio en sus
libros sacramentales. Sería conveniente, para comprobar esta hipótesis, revisar
si otras partidas fueron por entonces objeto de idéntica poda.
CONTINUIDAD DEL LINAJE EN LA VILLA MARIANA
Después de su matrimonio con Sebastián
Sánchez, Fabiana Sarmiento Ferrera pasó a vivir en Teror donde iba a morir tempranamente
pues consta en la correspondiente partida que falleció el 16 de febrero de 1666
a la edad de 35 años, tan solo 20 años después de su casamiento. Fue enterrada,
nos dice el sacerdote que inscribe su defunción, en la sepultura que era
propiedad de su marido, a quien nombró por albacea, sepultura que estaba
situada en la nave central de la Iglesia de Nuestra señora del Pino.
Conocemos a dos hijos de dicho matrimonio: Antonio Sánchez nacido en 1650, por quien sigue la
línea que estamos describiendo, y Gaspar Sánchez, nacido en enero de 1666, que
es el probable causante indirecto de la muerte de su madre que fallece al mes
de haber parido. Antonio Sánchez y su esposa, Margarita Rodríguez, hija de los
terorenses Diego Rodríguez y Ana Pérez, fueron vecinos de El Álamo, un pago a
mitad de camino entre el pueblo de Teror y la ciudad de Las Palmas.
Hija de dicho matrimonio es otra Fabiana Sarmiento, llamada como su abuela, que fue con
toda probabilidad la primogénita de la casa pues nace justo al año siguiente
del matrimonio de sus padres. Fabiana casará en 1696 a los 18 años con el
también vecino de Teror Blas Suárez, hijo de Lorenzo Suárez y María
Domínguez.También fue el primogénito de su familia Antonio
Suárez, hijo de los anteriormente citados, por quien sigue la línea,
casado a los 30 años con Josefa de Quintana, hija de Lorenzo Pérez de Quintana
y de María Pulido.
Después de varias generaciones en la villa
mariana, Bernardo Suárez Montesdeoca, aun nacido
y casado en Teror irá a morir en el barranco de El Laurel, en plena selva de
Doramas, allá por 1882 cuando contaba con más de 85 años después de haber
criado a ocho hijos.
DE TEROR A FONTANALES
Pago de Fontanales (Moya, Gran Canaria) |
A partir de aquí los ascendientes de Juan
Ramón García Torres reciben las aguas bautismales y las honras nupciales y
fúnebres en la Iglesia de La Candelaria de Moya y más tarde, después que en 1915 se creara la parroquia, en la iglesia de San Bartolomé de
Fontanales. Durante varias generaciones, estas nobles familias campesinas
vivieron en diversos pagos de este pueblo de nombres tan sugerentes como El
Gallego, El Cavadero, Las Hoyas, El Laurel, San Fernando, El Lomo, etc. hasta
que en tiempos recientes, en l970, los padres de Juan Ramón, nacido en
Fontanales en 1968, decidieron migrar hacia la capital en busca de nuevos
horizontes.