MIGUEL RODRÍGUEZ DÍAZ DE QUINTANA
Genealogista
Ilustración de Le Canarien |
En los
vastos estudios genealógicos portugueses, a Teguise la transforma en Lerize,
trastocan su linaje de Guadarfía por Guanarteme, y a la vez de darle su
correcta paternidad, como hija de Guanarame de Lanzarote, la hacen hija de
Artemy Semidán, último régulo de Gran Canaria. A esta serie de yerros y
desajustes, se añade que la maternidad de las dos hijas habidas por Maciot se
atribuye a diferentes esposas, haciendo a la segunda, la primogénita, mientras
que a la primera nacida se le posterga a una segunda maternidad ilegítima.
Toda este
conjunto de inexactitudes queda aclarado por el testamento y codicilo de doña
María de Bethencourt, segundogénita de Maciot y establecida con él en la isla
de Madeira hacia el año 1450.
El yerro
estriba en el bautismo cristiano al que se tuvo que acoger la princesa
lanzaroteña, sustituyendo su onomástica gentil de Teguise, por el de María de
Bracamonte, una filiación que debió de ser sugerida por su marido en homenaje y
recuerdo de su propia madre. Una vez cristianizada las islas y bautizada su
población, los nombres prehispánicos se anularon. El progenitor de la infanta
canaria, conocido en su gentileza por Guanarame, tomó al recibir las aguas
cristianas el nombre de Luis en honor del Rey de Francia.
El alcalde
Esteban de Cabito llega a nombrar en una ocasión que la mujer de Maciot se
llamaba doña María, en cuya compañía fue cautivo y trasladado a la isla del
Hierro. La duplicidad de los nombres atribuidos a la esposa de Maciot,
originará a lo largo de la historia la disyuntiva de que al menos debieron que
existir dos esposas. Nadie cayó en la cuenta que obligatoriamente tuvo que
producirse un cambio onomástico en la filiación de la noble isleña, pues debía
de resultar imposible que en la nueva civilización europea, la población
prehispánica que había aceptado las nuevas leyes de Europa y el ingreso en la
fe de Cristo, se siguieran distinguido por sus onomásticas gentiles.
Todo este
entuerto genealógico queda aclarado en el testamento y codicilo de Doña María,
extendido, el primero en Funchal, en 9 de febrero de 1491, ante Afonso
Rodrígues Tabalitio, y el segundo instrumento, en 5 de noviembre de 1493.
Entre otras
aclaraciones, la dama dice que su madre murió en Lanzarote y que está enterrada
en la capilla mayor de la iglesia de Teguise. Manda a buscar a sus sobrinos
carnales, Enrique y Gaspar, hijos de su hermana de Pae e Mae, para que
se ocupen del mayorazgo que había fundado en cabeza y llamamiento de sus
parientes, y a quienes como herederos legítimos de Maciot, su abuelo, cobren
del infante Don Enrique los 20.000 reis anuales acordados en la venta de la
isla de Lanzarote, cantidad que ya había sido permutada por una fábrica de
jabón por el propio príncipe portugués al entregársela unos años antes a doña
María, como asimismo queda explicado en la voluntad testamentaria.
* Resumen de la ponencia en las III Jornadas de Genealogía de Arona (Tenerife).
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