lunes, 20 de mayo de 2024

DOMINGO RODRÍGUEZ QUEGLES, SU PALACETE: HISTORIA E IMPLICACIÓN GENEALÓGICA

 JUAN MANUEL RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

 

ANTECEDENTES Y ESTUDIOS PRELIMINARES

Varios trabajos y reportajes gráficos se han sucedidos y realizados sobre este singular palacete a través fundamentalmente de distintos medios tantos periodísticos como algunas historias y tratados de arquitectura canaria, conocemos que la obra fue iniciada en 1900 y el proyecto original es realizado por el arquitecto madrileño Mariano Belmás que lo firmó en Madrid, ahora bien el desarrollo de  la obra parece que fue asesorada por el arquitecto canario Fernando Navarro al que erróneamente le fue en principio adjudicada la autoría de estos planos, “a este arquitecto se debe únicamente en realidad diseñar el trazado de la verja exterior de las calles Pérez Galdós-Perdomo y adaptar e introducir algunas pequeñas modificaciones en el proyecto original de Belmás, como el aumento de la figuración de la fachada y una altura superior en la planta del mirador, pero respetando íntegramente la concepción arquitectónica y artística del arquitecto madrileño” (González- Sosa, 2023). Realmente, si fue proyectada y dirigida por Fernando Navarro la de su hermano Don Juan Rodríguez Quegles, inspirada en el modernismo catalán y situada en la Plaza de Santa Ana (Darías Príncipe, 1991). Como quiera que no es nuestra intención abundar sobre estas consideraciones que ampliamente se encuentra en tratados del modernismo en Canarias, sin embargo, no renunciemos en su momento de forma subrepticia a su descripción, y que sirva la misma como una adecuación a la vivencia cotidiana  de una saga familiar que la habitaron, y dieron al inmueble un sentido vivencial al menos al cabo de tres generaciones a partir de que Don Domingo dispusiera de su fábrica con voluntad  y determinación, en donde se arguyen motivos de homenaje a su esposa que consistió en  ese gran despliegue de  ornato, grandiosidad y generosidad, hasta  entonces no contemplada en nuestro municipio desde aquellas grandes mansiones neoclásicas de Ponce de León, que a través de decenios fue parca en este tipo inmuebles prototipo de los edificios modernistas dignos del propio paseo de la Castellana en Madrid, en donde Belmás proyectó y dejó su impronta e imborrable estilo, y, sobre todo, erradicar aquellos mitos que motivaron su construcción totalmente desnortados y sin constatación que sugerían incluso, en ciertos artículos periodísticos leyendas extravagantes e infundadas versiones, redactadas como información sensacionalista que tergiversan la realidad que no consideraremos en este trabajo,  y, desde luego, ofensivos lógicamente a sus ex moradores y deudos; sin embargo se puede señalar como verdad constatable y si queremos añadir algo del romanticismo que si esta en sintonía con su construcción: Don Domingo Rodríguez Quegles, siendo novio de doña María Teresa González (su futura mujer), próxima la boda y en presencia de su madre, en un impetuoso impulso amoroso, le prometió a la joven que le iba a construir la casa más bonita y suntuosa de Las Palmas para que viviera como una reina y permaneciera cerca de su progenitora, ya viuda (González-Sosa, 2023), en consecuencia el genealogista canario Miguel Rodríguez Díaz de Quintana  conocedor de hechos fundamentados y experto en los arquitectos canarios: la tradición cuenta que cuando Don Domingo enamoraba a su prometida esta entonces vivía en la calle Pérez Galdós, en una casa mas bien pequeña y modesta,  el enamorado novio (…) le prometió fabricarle un palacio para cuando se casaran viviera doña Teresa dentro de el como una verdadera soberana. Por el contrario nos interesa como hemos apuntado sus vivencias y dentro de la misma algo mas frío y trivial como puede ser la pura y desangelada genealogía de aquellas personas que habitaron, convivieron y que con infinita nostalgia abandonaron el edificio por causas que lógicamente son comprensibles, cuando los gastos de mantenimientos sobrepasan costes razonables “sobre todo porque un palacete de estas características requería mucho servicio doméstico que, con el correr del tiempo y de las circunstancias hacía imposible de sostener”,  cuando la practicidad moderna se impone y el estatuto de clase claudica antes realidades crematísticas, no queremos decir con esto que no fuera sostenible su mantenimiento por parte de la familia, sino que el futuro de sus deudos como ya explicaremos tomaron distintos derroteros que por diversas circunstancias abandonaban la mansión para de alguna manera independizarse: estudios, desposorios, etc. Es de obligado cumplimiento y de recibo, rescatar la genealogía que se sustenta en una serie de generaciones que no fueron fruto del azar sino ubicada de una ciudad cómoda que como subraya el ya manido refrán popular, que nos confinaba a una clase y sentenciaba con el adagio “que cada oveja con su pareja”. Pero realmente la clase superior a nuestro estatus no era del todo inalcanzable per se, existían tortuosos caminos para llegar mediante la posición económica por una parte, cuando existían caudales y poco rango social, y, por otro, cuando estas familias fueron ennoblecidas. Por último, antes de historiar en cierto sentido una saga que habitó en la casa o palacete, porque que fueron del mismo tronco y que dada las circunstancias, sostuvieron unas relaciones totalmente aceptada y disfrutadas por un grupo de común origen. Expuesto lo anterior, queremos significar en términos genealógicos como las circunstancias de la isla que fueron de señorío como Fuerteventura, origen de su principal ascendencia, y recién encuadradas en el régimen común de un estado liberal acabados los excepcionales privilegios de familias, muchos de sus jóvenes por necesidad y casi huyendo de una persistente hambruna, emprendieron la aventura americana para mejorar su situación y la de sus familiares.