domingo, 1 de enero de 2017

RETAZOS DE LA POBLACIÓN DE AGAETE EN EL SIGLO XVI

RAFAEL RODRÍGUEZ DE CASTRO


Ponencia impartida en el Valle de Agaete, el 15 de septiembre de 2016, enmarcada en la conmemoración del Año Genealógico Francisco Fernández de Bethencourt. Organizado por la Concejalía de Cultura de Iltre. Ayuntamiento de la Villa de Agaete y Genealogías Canarias.


CONOCER EL PASADO PARA ENTENDER EL PRESENTE
No es lo mismo conocer algo que no conocerlo. Nos guste o no cuando nos relacionamos con el medio en el que nos toca vivir se produce una comunicación, se intercambia información. Recibimos datos continuamente. Y trasmitimos en consecuencia por nuestra parte otro tanto. Este intercambio nos lleva a tomar decisiones, a usar nuestra libertad. Según qué se conozca, cómo se conozca, o qué otros interrogantes incluimos en nuestra interacción con el mundo circundante, variarán nuestras respuestas. Y es esencialmente
Agaete, año 1891. FEDAC.
vital tomar decisiones bien fundamentadas y así poder ser más eficaces y estar en mejor equilibrio con el medio en que desarrollamos nuestra vida. Sólo así se hace posible una realidad de progreso. Cuanto más y mejor se conozca nuestro mundo, a los demás y a nosotros mismos, tendremos mejores posibilidades de vivir mejor.
La realidad con la que nos relacionamos, que tanto nos afecta a nosotros como nosotros a ella al tomar nuestras decisiones, gira en torno a dos categorías: el espacio y el tiempo. El espacio de esta ponencia queda perfectamente claro y definido en el oeste de la isla de Gran Canaria: los municipios actuales de La Aldea de San Nicolás y el de Agaete. Consideramos esta masa territorial en el contexto del tiempo al que haremos alusión a continuación, esto es, como dotada de cierta unidad por la estrechez de los vínculos establecidos por quienes allí acudían a vivir. En aquel tiempo no sólo es el sector primario, agricultura y ganadería, el que atiende las necesidades de una población originaria establecida a raíz de los hechos de la conquista realenga de la isla de Gran Canaria, sino que despega con fuerza y es clave la industria azucarera. Incluso el mundo del arte tuvo un hueco especial en este entorno que llega hasta hoy. Esta preferencia de los artistas e intelectuales no es nueva; ya en 1559 aquél destacado literato Bartolomé Cairasco de Figueroa celebraría aquí su primera misa como sacerdote en el lugar donde destacaba un excelente tríptico flamenco traído unos años atrás.
El tiempo lo hemos establecido en el origen de la cadena que forma la población del espacio aludido en el párrafo anterior, y que se muestra como el cimiento de todo lo que el elemento poblacional pudo construir sobre él hasta llegar a la realidad vecinal de hoy. El tiempo quizá nos desborda y nos cuesta un poco más abarcarlo. ¿Qué conocemos de lo que fuimos? Ante una pregunta así, es fácil responder con profusión de detalles sobre los hechos y recuerdos más recientes. A medida que remontamos algo más en el tiempo nos cuesta más abarcarlo con precisión y sólo recordamos aquello que tiene cierta significación. Y la cantidad de recuerdo disminuye si retrocedemos para hurgar en el pasado más remoto que formaron quienes nos precedieron, nuestros antepasados ¿Sabemos quienes fueron los antecesores en el siglo XV o XVI de la población actual, residente en este lugar, sus quehaceres, costumbres, relaciones, etc.?  Hablar del pasado de esta manera es hablar de la Historia.

Tríptico flamenco. Foto: Cabildo de Gran Canaria
Aquí nos podemos llamar a engaño. Cuando pensamos en la Historia, se nos viene a la mente grandes gestas, encumbrados personajes, movimientos de altos intereses políticos, económicos o sociales. Olvidamos así que ni el catálogo de los personajes de la Gran Historia por estar adornado con tanto mérito y grandeza deja de tener defectos y miserias; ni que toda esta grandeza no es posible sin la confluencia de esas otras pequeñas acciones que componen todas y cada una de las vidas particulares de quienes convivían en ese momento, por muy sencillas y humildes que sean. La Gran Historia no puede prescindir de los acontecimientos que la vertebran, de la intra-historia, de lo doméstico, de lo personal. Hablar del oeste insular grancanario no sólo es de quienes compusieron el cenobio franciscano de San Nicolás, ni de los atrincherados en la Torre de la Conquista para la Isla de Gran Canaria, ni de los emprendedores del ingenio edificado en su lugar o de los referentes para la traída del Tríptico Flamenco. Todo esto lo solemos contemplar como una representación sobre un escenario algo distante de nosotros. Sin embargo, hay mucho más que todas estas emblemáticas referencias: la vida de quienes componen su población. Y no sólo porque sean elementos que se asientan en la base más elemental de los hechos del pasado o de tantos momentos sociales, económicos, políticos, festivos o culturales, sino porque de la complejidad de las relaciones sociales de esta población pretérita procedemos todos, no ya los habitantes del actual municipio, sino de buena parte de la isla, más aún, del archipiélago y de tantos lugares del mundo, sobre todo América, donde hijos de esta comarca emigraron.
Una vez establecidos los parámetros básicos de este trabajo, invito a una consideración. Cuando remontamos en nuestra genealogía lo hacemos en progresión geométrica de base 2: dos padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos y así sucesivamente. En el siglo XVI hemos remontado unas 15 generaciones. Es decir, desde un solo individuo actual, para comienzos del siglo XVI, la suma de sus antepasados que vivirían entonces sería como mínimo unos 32.768. Esto supera con creces una exigua población de unos pocos cientos de habitantes para este lugar. Y hace difícil concebir que quienes vivieron en un mismo sitio con referencias de permanencia en el mismo por parte de sus predecesores no tengan entre estos un altísimo porcentaje de consanguinidad. Con estas cantidades no podemos obviar la importancia de indagar en este extenso terreno sobre el que se desarrollaron los otros grandes hechos. No queda otro remedio, la intrahistoria está compuesta de la historia de quiénes nos precedieron, y éstos son comunes a todos.
Voy a utilizar la técnica genealógica como mapa donde ir encajando las distintas referencias poblacionales. Y reitero aquí la advertencia del título: esto es un esbozo de aquellos datos que llevo en un estado más avanzado de investigación sobre el propósito no alcanzado todavía de avanzar lo más posible en la localización de la población del oeste grancanario.
Permítanme poner en común por tanto, esas pequeñas piezas que ya obran en mi poder que compone el rompecabezas social de esta comarca que tenía su centro poblacional en la actual villa de Agaete desde su inserción en la sociedad occidental. La documentación sobre el norte y el oeste de Gran Canaria flaquea en gran medida, pues buena parte se ha
Foto: Genealogías Canarias
deteriorado y perdido irremediablemente para siempre. La tarea es ardua y parcial. Pero los datos van saliendo. Es imposible repetir aquí el modelo que tan buen resultado me dio con la población de Agüimes en el siglo XVI, pues allí la documentación sí es más abundante. Un peculiar y milagroso privilegio del señorío episcopal que difícilmente se puede repetir en otros lugares de esta isla. Pero poco a poco han ido surgiendo una serie de fichas que quiero hoy compartir con ustedes.
Hay un elemento semejante entre Agüimes y Agaete a comienzos del siglo XVI, ambos lugares son población originaria, tienen presencia de naturales prehispánicos, cuentan con un desarrollo industrial considerablemente rentable en torno al azúcar, y una población flotante en torno a esta actividad. La mayor parte de la población vinculada con estos ingenios azucareros no llega a establecer residencia fija en el lugar donde trabajan; y buena parte de éstos son esclavos. En el año de 1529 en Agüimes habrá unos 13 vecinos, es decir, 13 familias. ¿Qué podemos afirmar de Agaete? Vamos a verlo:

DESCENDENCIA DE ANTÓN CEREZO
Empecemos por el ingenio de Agaete desde el preciso momento en que pasa a las manos de Francisco Palomares. Éste vino a Gran Canaria, para hacerse con el Ingenio de Agaete
que poseía Alonso Fernández de Lugo. Por aquel entonces debió desprenderse de él tal como consta en documento de 4 de agosto de 1494, para poder obtener la financiación necesaria para  la empresa de la conquista de Tenerife. La familia Palomares-Cerezo ha sido estudiada tanto por Mariano Gambín en una excelente y extraordinaria publicación sobre el ingenio de Agaete, como por la reseña genealógica elaborada por Juan Ramón Gómez-Pamo y Guerra del Río como apéndice de la transcripción y copia del testamento de Antón Cerezo, en la edición patrocinada por Julio Sánchez Rodríguez. Sólo anotaremos algunos datos de cara a profundizar en su establecimiento y vida en Agaete.

Antón Cerezo
1. Antón Cerezo. Se debió trasladar a la isla sobre 1498 como cabeza de su familia en Gran Canaria. Era medio hermano del citado Francisco Palomares, menor que éste. Su cometido en la isla era defender una nueva sección del entramado empresarial y financiero de la familia: la explotación de un ingenio de azúcar. Antón había nacido en 1468. Al poco tiempo de llegar a la isla, sobre la entrada del siglo, casó con Sancha Díaz de Zurita, hija de los sevillanos Diego de Zurita, conquistador de la isla, e Inés Díaz. No fue persona conflictiva ni ambiciosa por lo que pudo formar en torno así un área de influencia de personas de relieve que le ayudará en momentos de adversidad. Una ayuda que le valdrá incluso para aprovechar su posición preeminente incluso de forma abusiva tal como ocurrió con el pleito con los naturales canarios del Valle de Agaete. Mientras Francisco Palomar, cuya base de operaciones y residencia estará en Valencia, caerá en desgracia por un proceso de evasión de capitales, Antón seguirá con su vida en la isla. Tendrá descendencia legítima en la que no entro por ser sobradamente conocida y no tener su residencia en el lugar que tratamos. De ésta solo mencionar a su hijo Francisco Palomar, homónimo de su tío, quien continuará con la gestión del ingenio de Agaete hasta bien entrado el siglo XVI. Antón otorgó su testamento el 11 de octubre de 1535, falleciendo poco después. Allí nombra buena parte de su descendencia tanto legítima como fuera del matrimonio.
Nos detenemos solamente en la única hija de Antón Cerezo, habida con su esclava berberisca Catalina de Cárdenes, antes de casar con Sancha Díaz de Zurita, que continúa con alguna parte de su descendencia formando la población de Agaete.
         A. Luisa Cerezo de Salamanca, ya está casada con Antón de Quintana en 1525, hijo ilegítimo del conquistador Juan de Soria. Ambos cónyuges a pesar de su ilegitimidad contarán con el apoyo y ayuda de sus progenitores quienes les donarán bienes en diversos legados que les permitirá salir adelante. El patrimonio que se forma con esta unión hace que se extienda fundamentalmente tanto en Agaete como en Gáldar, e incluso en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Con las particiones a realizar en las generaciones sucesivas se determinará también su lugar de residencia. Tuvieron varios hijos pero sólo nos entretenemos con quien pasó a ser vecino de Agaete:
                   a. Lucas de Quintana, casó en 1570, con Inés de Carvajal, hija de Vasco de Carvajal y Lucía Fernández. Con sucesión, pero no en Agaete.
                   b. Gaspar de Quintana, casado en la parroquia del Sagrario de Las Palmas de Gran Canaria, con Francisca Hurtado, hija de Alonso Hurtado, natural del Condado de Niebla, y Juliana Núñez, natural de Gran Canaria. Gaspar hizo información de su familia por ante el escribano público Tomé de Solís, en 1584. Finalmente otorgó su testamento por ante Alonso de San Juan, el 5 de febrero de 1590. Con sucesión, pero no en Agaete.
                   c. Baltasar de Quintana, casado en Gáldar, en 1586, con Isabel de Medina, hija de Juan de Medina y Elvira Ibáñez. Juan y Elvira dotan a su hija por ante el escribano Mateo Gil, el 5 de octubre de 1586. Establecen su vecindad en Agaete. Baltasar testó ante el escribano de la villa de Guía, Salvador González, el 1 de diciembre de 1607, donde manda ser enterrado en la Iglesia de la Concepción en la sepultura donde yacía su tío, Antón Cerezo. Dejó limosnas a la ermita de la Virgen de  las Nieves, fundada por su abuelo, y a la erigida unos años antes bajo la advocación de San Sebastián. Después del matrimonio con Isabel de Medina casó hacia 1588 con Guiomar de Alvear, hija de Esteban de Mederos y de Anastasia Leal, quienes la dotaron en la escribanía de Guía, de la que era su titular Juan de Quintana. Esteban Mederos tiene una ingente vida comercial entre Tenerife y Gran Canaria: de la primera isla era natural su mujer, allí casó y fue ella dotada; en la segunda adquirió por compra una considerable extensión de tierras en la Aldea de San Nicolás.
Del testamento citado extraemos estas noticias: antes de casar, Baltasar de Quintana
Ermita de las Nieves. Foto: Genealogías Canarias
tenía como bienes propios un hato de vacas que se le han muerto o las ha vendido; 8 o 9 fanegadas de tierras de secano en el término de Artevirgo, en la Vega de Arriba, que llaman tierras de Cabrera; vendió 110 fanegas de tierras dotales de la primera mujer, hechas y por hacer, donde dicen Los Lomillos, en 90 doblas. Todas las ventas dice que las tuvo que hacer por necesidad para sobrevivir a un precio la mitad del valor real; igual tuvo que hacer con las cabras y vacas; su marca era una horqueta en una oreja y en la otra un tiribete por delante. Los bienes que conserva son: un pedazo de tierra calma en el valle, con sus higueras y arbolado, unas casas canarias en el lugar de Agaete; tierras en Besbique (sic), en el Valle, y donde dicen la Culata, con su agua e higueras; tierras en Artenara y dos cuevas que todo esto lo recibió de sus padres, por un lado, y de lo que poseyeron sus hermanas, las cuales tras fallecer lo traspasaron a él como heredero. Fuera de Agaete tiene también unas tierras que dicen de Montaña Gorda y en Las Lagunetas; otras tierras de pan desde el agua de María de Betancor hasta dar el camino de Facaracas; “unas casas de la morada de su padre en Gáldar”; y otras casas en la ciudad de Las Palmas. Con sucesión en Agaete, pero  ya en el siguiente siglo al que aquí tratamos.
                   d. Isabel de Quintana, casada con Pedro Suárez, muertos antes de 1607. No hubo sucesión.
                   e. Francisco, Mateo, Melchor, Luis y Ana, todos fallecidos antes que sus padres.

DESCENDENCIA DE JUAN DE CARDONA Y PEDRO OLARTE
Junto a la familia de Antón Cerezo mencionamos a la de su mayordomo Pedro de Olarte, suegro de Juan de Cardona. La familia de estos personajes queda como sigue:
1.           Juan de Cardona casó tres veces: primero con Aldonza Fernández; segunda vez con Catalina de Olarte; y la tercera con María de Siverio, entonces viuda de Sebastián Alonso. De la primera mujer, Aldonza consta que era hija de Tomás Hernández, hermano de María Hernández, primera mujer que había sido de Juan Maninidra, nacidos grancanarios prehispánicos todos ellos. Catalina de Olarte era hija de Pedro de Olarte y Juana Martínez, pobladores de la isla. Este Pedro de Olarte había testado en la escribanía de Guía, el 30 de julio de 1538. En dicho instrumento declara a su mujer, y que fue hijo de Diego Fernández de Olarte y María Sánchez de Ubao, naturales del lugar de Orozco, en Vizcaya. Tal como queda dicho, Pedro de Olarte había sido mayordomo del ingenio de Antón Cerezo, el viejo, el cual en reconocimiento a la labor de su hombre de confianza le deja en su testamento, hecho en 1533, un legado de 30 doblas de oro para su hija cuando se case, “no antes”. Juan de Cardona testó por ante Alonso de San Clemente, escribano público de Guía, el 2 de noviembre de 1528, donde declara los tres matrimonios citados. De este documento sabemos que de su primera mujer no hubo sucesión; mientras, por otro lado, consta dos hijas del segundo matrimonio y una sola del tercero que lo fueron.
A.    Elvira Ibáñez, segunda mujer de Juan de Medina, el viejo, quienes formarán la cabeza de un prolífico linaje en la villa de Agaete. De ellos se hablará más adelante.
B.     Isabel Cardona, de la que no tenemos más noticias, debió morir sin tomar estado y sin sucesión.
C.    Constanza de Troya, segunda esposa que fue de Rodrigo Hernández.

DESCENDENCIA DE ISABEL HERNÁNDEZ Y SUS DOS MARIDOS, ALONSO DE MEDINA Y ANTÓN GARRIDO
Isabel Hernández, de los naturales prehispánicos de Gran Canaria. Casó dos veces: la primera, a finales del siglo XV con Alonso d Medina y la segunda, en torno a 1500, con Antón Garrido, ambos castellanos y pobladores de la isla. Fueron sus hijos:
Del primer matrimonio:
1. Juan de Medina, el viejo. Debió nacer sobre 1490, pues en 1605 era fama que había fallecido unos años antes de aproximadamente 115 años. Había testado en la escribanía de Guía por primera vez en 1595. En dicho instrumento consta que casó tres veces: la primera con Catalina López, hermana de Bentidagua, de los naturales de la Gran Canaria prehispánica, de donde no hubo sucesión; la segunda con Elvira Ibáñez, hija de Juan de Cardona y Catalina Olarte, ya citados; y la tercera con Catalina Hidalgo, hija de Francisco Lorenzo y María Mayor Hidalgo.
Fueron hijos del segundo matrimonio:
         A. Elvira Fernández de Olarte, quien fue primera mujer de Andrés de Medina, hijo de Hernando de Medina. Andrés fue casado por segunda vez con Catalina Zambrana, hija de Alonso Jaimez de Sotomayor y Constanza Marentes. Andrés hace codicilo en la escribanía de Guía el 14 de enero de 1573. Fue hijo de Andrés y Elvira:
                   a. Diego Hernández de Medina, quien se trasladará a Guía para casar con Isabel Muñoz, hija del poblador Alonso Muñoz y Leonor Martín. Habrá una prolífica descendencia de este matrimonio que se extenderá fundamentalmente entre San Lorenzo, Teror y Arucas por el matrimonio de su única hija de matrimonio y sucesión documentados que fue Juana Muñoz de Medina quien lo hizo con Pedro Hernández Naranjo.
Finales del siglo XIX. FEDAC
         B. Isabel de Medina, ya citada por su matrimonio con Baltasar de Quintana.
         C. Melchora de los Reyes, casada con Adrián de Quintana, hijo de Alonso de Soria e Inés Téllez, quienes la dotaron en 6 de noviembre de 1573. Adrián volvió a casar sobre 1578 con Marina de Aguilar, hija de Juan de Aguilar e Inés Coronado. Adrián no tuvo sucesión de ninguno de los dos matrimonios. En 1578, Adrián está en Tenerife, ante el escribano Lucas Rodríguez Sarmiento, para otorgar un poder en el que se declara vecino de la isla y nieto de Pedro Mayor.
         D. Pedro de Olarte, casado con Cenobia de Olivares en 1573[1], hija de Alonso Martín Pastrana y Antonia García. Su sucesión queda como sigue:
                   a. Juan de Olarte, marido de Lucana de Bethencourt.
                   b. Alonso de Medina
                   c. Antonia García, casada con Diego de Godoy. Desconocemos más datos de este matrimonio, así como si hubo sucesión.
         E. Juan De Medina, el mozo, casó tres veces: con Luisa Díaz Lorenzo en 1588; con Beatriz Álvarez; y con Ana Suárez.
         Con Luisa Díaz fue hija:
                   a. Elvira Ibáñez de Medina casada con Francisco Alonso de la Guerra.
         Con Beatriz Álvarez fue hijo:
                  b. Gaspar de Medina, casado con María Suárez González Cancines, hija de José González Cancines Y María Suárez Sánchez. No hubo sucesión de este matrimonio. María Suárez González Cancines casó de nuevo en Gáldar, en 1630, con Bernardino de Cigala, hijo de Juan Bautista de Cigala y María de San Juan Flores. Del segundo matrimonio hubo sucesión.
         Con Ana Suárez fueron hijos:
                   c. Juan, Gaspar, Cristóbal y Antonia de Medina, todos ellos solteros y sin sucesión que conste documentalmente.
         F. Alonso de Medina. Casado dos veces: primero, sobre 1592, con Petrona Ortiz, hija de Juan Ortiz e Inés Alonso; y en segundas nupcias en Gáldar, el 20 de febrero de 1623, con María De Figueroa. Alonso testó dos veces en la escribanía de Guía: la primera en 1614 cuando ya habían nacido todos los hijos del primer matrimonio; y en 1632, donde además de declarar quiénes fueron sus padres enumera todos los hijos que tuvo de ambos matrimonios, cuatro del primero y el resto del segundo. Y lo fueron:
                   a. Inés de Medina, bautizada en la parroquia del Sagrario de Las Palmas de Gran Canaria, en 1597. Casó en la parroquia de Santiago de Gáldar, en 1619,  con Diego de Miranda. Insucesos.
                   b. Juana de Siverio, nacida en torno al siglo. Fue casada con Antonio de Lugo, hijo de otro Antonio de Lugo, nacido en Agaete sobre 1569 según la edad que éste declara ante la Inquisición en 1635 cuando tuvo que comparecer en calidad de testigo. Insucesos.
                   c. Lucía de Medina, casada con Diego de Herrera, hijo de Sebastián De Herrera y Catalina Sánchez. Insucesos.
                   d. Susana de Medina, casó en Gáldar, en 1621, con Juan Déniz. Insucesos.
                   e. Marcos de Medina, casado en Gáldar, el 25 de marzo de 1669, con Lucía de Quesada, hija de Juan de Quesada y María Ruíz de Herrera. Insucesos.
                   f. Lucas de Medina, casado en Las Palmas De Gran Canaria, con María Francisca Díaz, hija de Francisco Díaz y María Rodríguez. Insucesos.
                   g. Pedro de Medina
                   h. Juan de Medina, casado con Antonia de Lugo, hermana de Antonio de Lugo que casó con su cuñada.
Y del tercer matrimonio fueron hijos:
         A. Pablo de Medina, casado dos veces: la primera, sobre 1620, con María de Bethencourt, hija de Luis de Bethencourt y María Viera; y la segunda con María de Bethencourt Acedo, hija de Adán de Acedo y Úrsula de Bethencourt Figueroa. Con sucesión.
         B. Francisco Lorenzo de Medina casado sobre 1640 con Doña Damiana González Hernández. El matrimonio fue vecino de Agaete donde procrearon a sus hijos.
         C. Gregorio de Medina quien recibió dote de Francisca de Molina para casar con Juana de Molina, su hija, en la escribanía de Guía, el año de 1613.
         D. Francisca de Medina, fue dotada por sus hermanos varones junto a la madre de todos ellos, viuda a la sazón, en la escribanía de Guía para casar con el familiar del Santo Oficio de la Inquisición Juan de Ugarte.
         E. María de Medina, casada con Juan Duarte, hijo de Gil Afonso y Catalina Sánchez Bentidagua. Con sucesión.
         F. Catalina Hidalgo, la cual fue dotada en la escribanía de la villa de Santa María de Guía, en 1613 para casar con Melchor de Molina.
2. María de Medina, casada con Francisco Hernández, natural de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Tuvieron por hija a:
         A. Luisa de Medina, mujer de Francisco López Leyton Cabral, hijo de Francisco López Leyton e Isabel Mayor. Fueron sus hijos:
                   a. Fabiana de Medina, natural de Agaete, quien murió soltera y sin sucesión.
                   b. Fray Juan de Medina, religioso franciscano, familiar del Santo Oficio de la Inquisición.
                   c. Sebastián de Medina, bautizado en la parroquia de Santa María de Guía, el 21 de marzo de 1587.
3. Leonor de Medina, quien fue la primera mujer de Rodrigo Hernández, ella falleció sin sucesión, y Rodrigo volvió a casar con Constanza de Troya.
Del segundo matrimonio entre Isabel Hernández y Antón Garrido fue hijo:
4. Lázaro de Reina, casado en primeras nupcias con Juana Gómez de Troya, hija de Sebastián Alonso y María de Siverio, quienes se tratará más adelante. La descendencia de esta familia ha sido tratada por el investigador Miguel Rodríguez Díaz de Quintana, en una edición privada de la que se guarda ejemplar en la Biblioteca del Museo Canario. Juana Gómez de Troya casó también con el alcalde de la villa de Agaete y natural de dicho lugar, Melchor Imperial, según consta en su testamento por ante el escribano de Guía Salvador González el 23 de octubre de 1609. Melchor una vez viudo casó con Luisa de Vera y León, la cual verificó nupcias posteriores, en el año de 1618, al fallecer Melchor, con Francisco Trujillo. Fueron hijos de Juana y Lázaro:
         A. Lázaro de Reina, casado con María de Vozmediano, hija de Hernán Domínguez y Lucana de Orduña Godoy. El matrimonio se establecerá en Gáldar lugar de procedencia de María donde tendrán su sucesión.
         B. Antón Garrido, casado con Jerónima María de Godoy, hija de Francisco de Godoy y María Mayor. Jerónima era prima hermana de su cuñada, María de Vozmediano. De estos sí continuará sucesión avecindada en la villa de Agaete. Sus hijos serán:
                   a. Isabel de Reina
                   b. Juana Gómez de Castro, casada con Francisco de Aguilar Carvajal Guanarteme, hijo de Bartolomé de Aguilar, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, y de María Carvajal Guanarteme. Con sucesión. Su hija Leonor de Aguilar casó con Hernando Bartine García, y tuvieron un hijo soltero y sin sucesión que fue el Regidor de la isla de Gran Canaria y Capitán de sus milicias  Matías García de Aguilar. Y otra hija de Francisco y Juana fue Fernando de Aguilar quien murió soltero y sin sucesión. Por todo esto de Juana Gómez de Castro no continuó la descendencia más allá de su nieto. En otro orden de cosas, Francisco de Aguilar casará también con María Romero con la que no tendrá hijos; y con  Catalina de Vega Morales, hija de Pedro de Vega y Catalina de Morales, de quienes también habrá un solo hijo que conste de la documentación, Bartolomé de Aguilar Vega, que falleció soltero y sin sucesión.
                   c. Jerónima María.
                   d.  Lázaro de Reina, casado con Marina de la Algaba, hija de Adán de Acedo y Úrsula de Bethecourt Figueroa. Con sucesión en Agaete.
         C. Juan de Troya, casado con Clementa Domínguez de Godoy, hija de los citados Hernán Domínguez y Lucana de Orduña Godoy.  Fueron sus hijos:
                   a. Teresa Isabel Arias de Reina casada con el Alférez de las  milicias Bernardino de Silva. Insucesos.
                   b. María Lucana de Orduña, soltera.
                   c. Clementa Domínguez, casada con Tomás Perales de Olivares, el hijo más pequeño de Alonso Martín Pastrana y Antonia García, ya citados.
         D. Estefanía de Troya, de la que no tenemos más noticias.
         E. Isabel Arias, casada con el regidor de la isla y alcaide del castillo de la Luz de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, Marcos Verde de Aguilar. Con sucesión en Gáldar.
         F. María de Jesús Siverio, casada a finales de siglo XVI con Juan de Acedo Bethencourt, con descendencia en el siglo XVII en los lugares de Gáldar y Guía.

DESCENDENCIA DE JUAN DE SIVERIO Y CONSTANZA DE TROYA
Juan de Siverio, conquistador de Gran Canaria. Además de la filiación legítima recogida en el tomo III de la obra enciclopédica Nobiliario de Canarias y las correcciones realizadas por Juan Antonio Cebrián Latasa añadimos aquí otros hijos que también tuvo. Fue en dos mujeres: en la hermana del canónigo Juan de Troya y en una mujer vizcaína de nombre María Deva. El momento de sus relaciones lo podemos establecer a partir del cálculo de las edades de sus hijas.
         1. María de Siverio y Troya, nacida a comienzos de siglo, quizá cuando estuvo recién llegado de Vizcaya su padre natural. Fue casada dos veces, primero en Guía, sobre 1520, con Sebastián Alonso, y en segundo lugar con Juan de Cardona, ya citado. María tuvo tres hijas que conozcamos del primer matrimonio y una del segundo.
A.  Inés Alonso, nacida sobre 1525, pues en las pruebas de 1605 para familiar de Hernán Vázquez de Siverio dice ser de unos ochenta años. Casó con el mercader Juan Ortiz. De ambos fue hija:
       a. Petrona Ortiz, ya citada por su matrimonio con Alonso de Medina.
B.   Juana Gómez de Troya, casó dos veces: con Lázaro de Reina de lo que no se añade nada más por ahora; y también con Melchor Imperial, alcalde que fue de la villa de Santa María de Guía.
C. Constanza de Troya, había nacido a mitad de siglo, y es la hija más pequeña de Juan Cardona y María de Siverio. Fue segunda mujer de Rodrigo Hernández, viudo de Elvira De Medina, e hijo de Hernán Domínguez y Sebastiana Mayor. Constanza ya es viuda en 1605 según su testificación en la información de Hernán Vázquez de Siverio. Rodrigo Hernández testó por ante Juan de Quintana, escribano público de Guía, el 26 de mayo de 1596. Declara que construyó la ermita de San Sebastián de Agaete de al cual es patrón, nombra por patrono a su hijo Mateo de Troya, y si faltara será su hermano, Hernando y después de él el pariente más cercano. Dota dicha ermita con los alquileres de las dos casas bajas terreras que tiene junto a la iglesia de la concepción; tiene un parral y lagar junto a las nieves; unas 20 fanegadas en la Hoya de Artevirgo; otras tierras en El Gamonal; 28 vacunos; de los que hay 6 bueyes de arada; 20 yeguas; un esclavo Pedro, una esclava Juana con su hija de 9 años, Juan, Bartolomé, Antonio; diversos utensilios para el vino; un caballo con su silla ,de las tierras de Vesvique la mitad son de su mujer por la dote que le dio su madre y la otra mitad las compró el testador; las tierras de Venguaduzal lo mismo, van a mirad; además compró durante su matrimonio tierras en Acusa, en Facaracas; y tierras en Tamadaba que le dio en repartimiento el Cabildo donde dicen la Cueva de la Deferencias; 300 ovejas, 8 carneros; 80 cabras y 70 cabritos; un lancero con dos lanzas, una alabarda, una escopeta con sus aderezos, una rodela y una espada. En dicho testamento aparece como testigo Juan de Medina, el viejo. Fueron sus hijos
a.      María de Siverio y Troya, casada hacia 1599 con Pedro Zambrana de Bethencourt, hijo de Esteban Zambrana y Feliciana de Cabrejas. Fue dotada por su madre en la escribanía de Guía dicho año.
b.      Úrsula de Troya quien fue casada con Agustín Imperial. Tuvieron sucesión en la villa de Guía. Su hijo Alonso Imperial, quien se declara entonces vecino de Agaete, recibe poder de su tía María de Siverio, quien dice ser mujer de Pedro Zambrana Bethencourt, por ante el escribano de Guía, en 1640.
c.    Hernando de Troya y Mateo Hernández, ambos hermanos solteros y sin sucesión.
         2. Juan de Siverio. De cuya existencia tenemos noticia por la información de su sobrino Hernán Vázquez de Siverio. En este documento comparece Constanza de Troya, citada en este trabajo, quien dice que María de Siverio de la que se habla a continuación, fue para Américo con un tío de la testigo de nombre Juan de Siverio.
Foto: Genealogías Canarias
         3. María de Siverio, la única hija conocida de María Deva, vizcaína. La relación se consumó en uno de los viajes que Juan de Siverio hizo a la tierra de sus antepasados ya a comienzos del siglo XVI. En su viaje de vuelta se la trajo para la isla junto a la su hija recién nacida. Mientras Juan de Siverio es cabeza de toda una casa noble recogida en el Nobiliario de Canarias siguió con su desahogada y cómoda vida social y económica en la ciudad de Las Palmas, con su mujer legítima y los hijos habidos con esta, María Deva y su hija fueron puestos bajo custodia de María de Siverio, su otra hija ilegítima, que ya vivía en Agaete casada con Juan de Cardona. Según declaración de los testigos María de Siverio viajó para la ciudad de Puebla de los Ángeles, en la entonces Nueva España, hoy México, sobre 1545. Algo después de dicho año, por lo que se afirmará de la edad de su hijo, casó con Hernán Vázquez, poblador de aquellos lugares, natural de Talavera de la Reina, en el reino de Toledo, hijo de Hernán Rodríguez y Juana Rodríguez, naturales también del mismo lugar que su hijo. Consta como su hijo:
                  a. Hernán Vazquez de Siverio quien hizo probanzas para familiar del Santo Oficio de la Inquisición cuya parte correspondiente a la instrucción realizada en Canarias se conserva en el archivo del Museo Canario. En ella los testigos que dicen le conocieron en su lugar de residencia de Puebla de los Ángeles en 1599  afirman que tendría unos 42 ó 44 años por lo que debió nacer sobre 1555.

Descendencia de lA FAMLIA IMPERIAL
1. Juan Bautista Imperial, genovés, primero de su familia que se estableció en la isla de Gran Canaria como poblador. Era hijo de Melchor Imperial y María Imperial. Casó en Gáldar con María Cerezo hija de los que encabezan la primera familia desarrollada, Antón Cerezo y de su legítima mujer, Sancha Díaz de Zurita. Todavía vive en 1590 cuando otorga escritura en la escribanía de Guía. Tuvieron cuatro hijos que fueron:
A. Octaviano Imperial, quien casó en Telde con Beatriz Díaz de Zurita, natural de dicha población, hija de Diego Díaz e Isabel Fernández de Zurita. Octaviano se estableció con su mujer en Telde en cuya escribanía, al frente de la cual estaba Rodrigo de Cubas, testó el 7 de septiembre de 1589.
         B. Agustín Imperial, casado como queda dicho con Úrsula de Troya, vecinos que serán de Agaete. De éstos fue hijo el capitán de las milicias de la villa de Guía Alonso Imperial, quien testó el 5 de febrero de 1670 y casaría con Magdalena Téllez y Antonia Vizcaíno, viuda entonces de Francisco Melián. Alonso fijará su domicilio en dicha villa del norte de la que fue alcalde.
         C. Melchor Imperial, ya citado por su matrimonio con Juana Gómez. Tal como declara en su testamento otorgado en la escribanía de Guía, el 23 de octubre de 1609, había contraído nupcias por segunda vez con Luisa de León y Vera. Para 1616 Melchor ya había fallecido, pues ésta última, viuda, casará con Francisco Trujillo. Melchor no tuvo sucesión de ninguno de sus matrimonios y deja como heredera a Estefanía de Troya, hija de Juana Gómez y su primer marido, Lázaro de Reina.
         D. Ana Imperial, dotada en 1620 para casar con Juan Bautista Viñol, quien estaba viudo de Jerónima de Añasco. Dejarán también Agaete para vivir en Guía.

DESCENDENCIA DE FERNANDO GUANARTEME
Hernán Domínguez y Sebastiana Mayor, hija de Catalina Fernández Guanarteme, y probablemente de Pedro Mayor, tal como conjetura el investigador ya citado Cebrián Latasa. Catalina Fernández Guanarteme es hija a su vez de Fernando Guanarteme. Fueron sus hijos:
1. Hernán Domínguez, casado con Lucana de Orduña y Godoy, hija de Francisco de Godoy y Constanza de Orduña. Hubo sucesión de la que interesa para Agaete ya quedó nombrada en la familia Medina. Los otros hijos que hubieron no fueron vecinos, ni ellos ni sus descendientes más inmediatos, de Agaete.
A.               Rodrigo Hernández, casado con Constanza de Troya, hija de Juan de Cardona y María de Siverio d Troya. De la sucesión ya se habló al hacer mención de los antecedentes de Constanza.
2. Antón Domínguez, cuyas vicisitudes desconocemos.
3. María Mayor, mujer de Francisco de Godoy, hermano de su cuñada, Lucana. Tuvieron dos hijos que a nosotros interese:
A. Jerónima María de Godoy, casada como queda dicha al historiar la descendencia de Isabel Hernández, con Antón Garrido.
B. Alejandra de Godoy, casada con Melchor Proceles, hijo de Juan Rodríguez de Orihuela e Isabel de Vargas. Cuya hija fue María de Figueroa, casada con Luis de Bethencourt, con sucesión.
4. Isabel Mayor, casada con Francisco López Leyton Cabral, cuyo hijo que a nosotros interese por haberlo citado ya, Francisco López Leyton Cabral (con  esta denominación tan larga aparecen padre e hijo en la probanza de la Inquisición de su nieto e hijo respectivamente, Juan de Medina, religioso franciscano), casó con Luisa de Medina, ya citada por ser hija de Alonso de Medina e Isabel Hernández.

OTROS VECINOS DE AGAETE
1. Son vecinos de Agaete en la primera mitad del siglo XVI Simón González Cancines y Leonor Martín quienes fueron padres de José González Cancines, casado en Gáldar con María Suárez Sánchez, hija de Pedro Suárez Carreño y Águeda Sánchez de la Fuente. Los padres de María pertenecían a las pocas familias de entonces que traían probanza de nobleza. El hecho de que ella tuviera el grueso de propiedades en Gáldar, así como la crisis de azúcar en la segunda mitad del siglo XVI hará que establezcan en esta población su domicilio familiar, aunque mantendrán sus posesiones en Agaete de la familia paterna. Cuando en las siguientes generaciones el patrimonio se vaya repartiendo hará que la parte que herede las propiedades de Agaete pasé a vivir allí. De los ocho hijos que tuvieron José González Cancines y María Suárez Sánchez, uno de los más pequeños, Domingo Ramos Cancines y su mujer, María de Vera, quienes casarían en torno a 1580 se establecerán en la villa marinera del oeste donde tendrán abundante descendencia, siendo antepasados de gran parte de la población actual. Como apunte curioso, el abuelo de María Suárez Sánchez, Benito Sánchez, es persona de unos cien años en 1605 cuando declara en las pruebas realizadas en la Inquisición de México por Hernán Vázquez de Siverio, las cuales, por ser su línea materna de la isla de Gran Canaria, hubo de realizarse parte de la instrucción en ella. De ahí se deduce que debió nacer sobre 1505. Él es el que hace la declaración más detallada en dicha testificación sobre la antes nombrada María de Siverio, hija de Juan de Siverio y María Deva, pues no sólo la conoció sino que recordaba cómo en torno a la mitad del siglo XVI había partido para América con un hermano.
2. Otra de las familias que encontramos en Agaete en el siglo XVI es la formada por el matrimonio de Alonso Martín Pastrana y Antonia García que han sido citados varias veces a lo largo de esta ponencia, pues varios de sus hijos enlazaron con miembros de las familias citadas. Alonso testó en 1594, por ante Juan de Quintana, escribano público de la villa de  Guía. Además de los hijos ya nombrados hay que añadir a Isabel de Olivares casada con Juan Romanate, a Juan y a José que fueron solteros y no tuvieron sucesión.

LOS NATURALES DE LA GRAN CANARIA PREHISPÁNICA
1. HERNÁN SÁNCHEZ BENTIDAGUA, casado con Catalina de Lugo, de los naturales grancanarios prehispánicos, viuda entonces de Miguel Colmenar, e hija de Francisca de Padilla. Hernán y Catalina debieron nacer sobre los años de la conquista, en torno a la década de los setenta del siglo XVI. Hernán Sánchez Bentidagua aparece como alcalde del lugar de Agaete en una escritura ante la escribanía de Guía del año 1529. Hernán tuvo varios hijos con alguna de sus esclavas que cita en su testamento u otros instrumentos escritos. En su testamento deja por heredera a su hermana María Sánchez, casada con Hernando de León, vecinos de la isla de Tenerife. Mientras su mujer deja como heredera a su sobrina Juana Sánchez, hija de Diego Sánchez Bentidagua, el cual había sido poblador de la isla de Tenerife donde recibió repartimiento en tal calidad en Taoro, y antes de su traslado insular había casado con Beatriz de Lugo, hermana de la mujer de su cuñado Hernán. La única hija legitima de Hernán y Catalina fue Inés Fernández quien murió en vida de sus padres. Hernán Sánchez es quien compra a Miguel de Trejo el valle de Guayedra, propiedad de su mujer, Margarita Fernández Guanarteme, quien a su vez lo recibió de su padre Fernando Guanarteme. Unos pocos años más tarde es Antón Cerezo, el mozo, quien compra dicho valle a Hernán. De la familia Sánchez Bentidagua sigue sucesión, pero se traslada a otros lugares de la isla, fundamentalmente la zona de la
Necrópolis de Maipés. Foto: Genealogías Canarias
cumbre, por lo que no se continúa más en esta parte.
2. Otra mención a un agaetense de este siglo es a Andrés Pérez de Ojeda hijo de DIEGO MULAGUA y Catalina de Ojeda, vecinos de Agaete, con María Bolaños, hija de Juan González y María Bolaños, casados en la iglesia parroquial de la villa de Santa María de Guía, el 20 de febrero de 1585. Mulagua es apelativo gomero según refiere Cebrián Latasa, sin que podamos saber nada más. Por la asimilación insular de un apelativo así lo incluimos en este apartado.
3. Finalmente mencionar que también es vecino de Agaete PEDRO MANINIDRA apodado el menor. Debió participar con su homónimo Pedro Maninidra el mayor, en la conquista de La Palma y Tenerife. Regresó a Gran Canaria y ya es vecino de Agaete y propietario de ciertas tierras en dicho lugar en 1508. Interviene como trabajador en el ingenio en estos primeros años del siglo XVI. Murió en Gáldar en 1523 y fue casado con Ana de león, viuda que era de Juan Buenviaje y Juan de Frías, todos ellos de los naturales de la Gran Canaria prehispánica. Fue el tutor de los hijos menores de su homónimo, con quien tenía un cercano parentesco, que lo fueron: Juan Maninidra citado ya por haber sido casado con María Hernández y haber dejado como heredera en su testamento a Aldonza Hernández, hija de Tomás Hernández, su cuñado; y Francisca Maninidra. Tuvo descendencia pero establecida fuera de Agaete.
        
CONCLUSIÓN
Es un misterio por esclarecer el destino de los naturales grancanarios prehispánicos que había en el valle. El poder de 1505 dado a Sancho Bermúdez por todos ellos nos habla de un total de treinta y cinco varones. Algunos de ellos los hemos podidos localizar, pero fuera de Agaete. Desconocemos las circunstancias de sus vidas. Lo cierto es que a finales de siglo, donde la documentación empieza a ser más abundante, vemos que la mayor parte de la población con la que comienza el siglo XVII es llegada en la última parte del siglo anterior. Apellidos como Armas, del Rosario, de las Nieves, Álamo, Arbelo, tan típicos en la actualidad no fueron tan antiguos. Y también no podemos perder de referencia que aunque mucha de la población actual no lleve los apellidos que  aquí se reseñan como del siglo XVI no quiere decir que no les pertenezca. Que llevemos un apellido u otro es casi un azar, y no por eso nos hace menos descendientes de una ancestro que de otro. Las varonías rigurosas para probar noblezas o privilegios son más propias de sociedades ya pasadas distintas a la nuestra. Se puede aprovechar su documentación para profundizar en su conocimiento, pero no tiene sentido ya fundamentar con ella, como se hacía antaño, un conglomerado de privilegios o discriminaciones. No vale tampoco juzgar las épocas pasadas con parámetros de la actual; pero tampoco podemos ser cómplices de sus limitaciones cuando tenemos hoy medios que nos permiten conocer más y mejor aquellos acontecimientos.
Invito a todos a indagar por  lo más cercano, valorando ese espíritu de unidad que yace en todo y que tanto contribuye a la justicia y paz social. La discriminación y la marginación surgen precisamente de establecer conocimientos privilegiados o de provocar ignorancias. Conocer nuestro entorno, en su presente y en lo que fue en su pasado, nos ayuda a formar un futuro mejor. Conozcamos nuestro pasado para entender el presente y poner un buen cimiento para el futuro.


BIBLIOGRAFÍA
- CEBRIÁN LATASA, J. A., Ensayo para un diccionario de conquistadores de Canarias (Ed. Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Islas Canarias, 2003).
- FERNÁNDEZ BETHENCOURT, F. Nobiliario de Canarias, Tomo I, II y III (Ed. Régulo Pérez, San Cristóbal de La Laguna, 1952, 1954, 1959).
- GAMBÍN GARCÍA, M., El Ingenio de Agaete. Oro dulce en Gran Canaria a comienzos del siglo XVI, Vol I y II (Ed. Oristán y Gociano, Santa Cruz de Tenerife, 2008).
- PÉREZ HERRERO, E., y SANCHEZ RODRÍGUEZ, J., Antón Cerezo. Testamento (Ed. Carlos Gaviño de Franchy, Agaete [Gran Canaria], 2011).
- RODRÍGUEZ DÍAZ DE QUINTANA, M. Historia de la Familia Reina (Edición Particular, Las Palmas de Gran Canaria); “Doña Catalina Fernández Guanarteme” en Revista de la Asociación Canaria de Estudios Históricos Rey Fernando Guanarteme, Nº 2 (Las Palmas de Gran Canaria, 1987), 89-95.
FUENTES
- ARCHIVO DIOCESANO DE LAS PALMAS. Legajo: Índice de Protocolos. Carpeta: Índice de Escrituras de Protocolo por orden alfabético de otorgante (1584-1647); Carpeta: Notas tomadas de protocolos y registros parroquiales para genealogías (966 notas); Carpeta: Noticias e índices de testamentos (1547-s. XVIII). Legajo 15.5.6.
- ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. Fondo Protocolos Notariales.
- ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE. Fondo Zárate-Cólogan. Fondo Román.
- ARCHIVO MUSEO CANARIO. ES35001 AMC/INQ 238.020; 246.003; 255.011. Manuscrito de Fray Juan Suárez de Quintana. 

Valle de Agaete, 15 de septiembre del Año Genealógico Francisco Fernández de Bethencourt.















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