domingo, 30 de noviembre de 2014

METODOLOGÍA PARA LA EXPLOTACIÓN DEMOGRÁFICA DE LOS REGISTROS PARROQUIALES

JESÚS EMILIANO RODRÍGUEZ CALLEJA

Ponencia presentada en el I Encuentro de Genealogía Gran Canaria, 
en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria,
el 20 de noviembre de 2014.
Publicada en Ponencias del I Encuentro de Genealogía Gran Canaria, nº 1 (2015), 
p 51-75. Edit. RSEAPGC y Genealogías Canarias. 
Depósito Legal: GC 368-2015

I.- INTRODUCCIÓN.
El conocimiento demográfico del Antiguo Régimen se estudia por medio de la Demografía Histórica y tiene como fuentes de investigación, casi únicas y esenciales, los registros sacramentales, al menos hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XIX, en que aparece el Registro Civil y los censos y padrones oficiales. La importancia de estas fuentes parroquiales ya ha sido certificada por diferentes autores, alguno de los cuales ha llegado a afirmar que mientras que no se escriban monografías basadas en estos registros, no será posible sacar más que conclusiones provisionales1.
Concilio de Trento. Angelo Massarelli
Los registros sacramentales tienen su inicio oficial en el Concilio de Trento (1545-1563), que impone normas severas para que los párrocos reflejasen los bautismos y matrimonios. Las indicaciones de Trento, al llegar a España se convierten en ley por una Real Cédula de 12 de julio de 1564. Los registros de defunción son más tardíos y su obligación será a partir del Ritual Romano de 1614, impuesto por el papa Paulo V.
Con anterioridad a Trento, algunos obispos ya habían impuesto en sus diócesis la obligación de realizar los registros sacramentales, con la finalidad de determinar las relaciones de parentesco y así establecer los impedimentos matrimoniales. Por tanto, Trento no hizo sino confirmar y hacer obligatoria una norma que ya comenzaba a generalizarse. Avanzado en esta idea fue el obispo burgalés Alonso de Cartagena que en su Sínodo de 1443 ya impuso la existencia de los libros bautismales, aunque el gran impulsor de esta medida, en España, fue el Cardenal Cisneros que en el Sínodo de Talavera (1498) impone la oficialidad de los libros bautismales en la diócesis toledana, aunque hay un precedente anterior con el Sínodo de Alcalá (1490). Posteriormente se irán sumando a estas disposiciones las diferentes diócesis españolas, casos de Gerona (1502), Sevilla (1512) y Valencia (1548).
Canarias estará en la avanzadilla de estos registros, adelantándose a Trento y así, el obispo Diego de Muros, en su Sínodo de 1497 ya ordena: “Que los curas escriban en un libro a los que bautizaren”2. Consecuencia de estas disposiciones es la de poder contar con tempranos registros parroquiales en Canarias, como serían los casos de las parroquias de El Sagrario-Catedral, en Las Palmas de Gran Canaria (1481); de San Juan Bautista de Telde (1503) y de Santiago de los Caballeros, en Gáldar (1504). Sucesivas disposiciones eclesiásticas fueron recordando la obligación de mantener los registros, así como la inclusión de nuevos aspectos a reflejar. Destacan, de manera sucesiva, los Sínodos de los obispos Vázquez de Arce, en 1514 y 1515 y el de Cámara y Murga en 16293, aunque el mayor impulsor de los registros parroquiales en Canarias fue el obispo Bartolomé García
Catedral de Canarias. Dibujo, José Luján Pérez
Jiménez, que a lo largo de su pontificado (1665-1690), promulgó innumerables disposiciones
4, que volverán a recordarse el siglo XVIII con el nuevo Sínodo del obispo Dávila y Cárdenas5. A todo ello ha de añadirse el control que periódicamente hacían los visitadores y provisores, e incluso los obispos, cuando acudían a las diferentes parroquias, diseminadas por la geografía insular.

II.- METODOLOGIA.
Los métodos para la explotación de la documentación parroquial, en sentido demográfico, han sido expuestos y desarrollados por numerosos autores6. Los principales y que exponemos brevemente son:
II. 1 Método de recuentos globales o de análisis agregativos.
Llamado método inglés. Permite una rápida recogida de información, pero con el inconveniente de una difícil introducción e interpretación de algunos hechos demográficos, como la estructura familiar; intervalos intergenésicos; edad del momento del matrimonio, o del de la muerte y otros aspectos similares.
II. 2 Método de reconstrucción de familias.
Conocido como método francés. Consiste en recoger todos los datos que aportan los registros de bautismos, matrimonios y defunciones, para con ellos reconstruir las familias y llegar a un conocimiento global de la población, aportando datos, no sólo demográficos, sino también sociales. Sus ventajas son amplias pero cuenta con el inconveniente que requiere mucha dedicación y se necesita emplear un tiempo excesivo y prolongado en la recogida de datos y posterior explotación. Es un método pensado para realizar de forma manual ya que se basa en la reconstrucción, de forma paciente, de cada una de las familias a través de sus diferentes componentes. Con el fin de acelerar el lento proceso de reconstrucción familiar, no faltan opiniones que proponen el apoyo de ordenadores, que en España se utiliza desde hace varias décadas7, aunque personalmente hemos constatado que el empleo de ordenadores y dada la variación de identidades, por el cambio de apellidos, se producen muchas discriminaciones al analizar todas las familias y, en consecuencia, ofrecen datos más pobres que los que se obtienen operando manualmente. Se trataría, por tanto, de sacrificar tiempo por fiabilidad.
Para la recogida y recopilación de datos, proponemos fichas individualizadas para cada suceso, tanto de bautismos, como de matrimonios y defunciones. Indudablemente se suelen tomar ejemplos de fichas de otros autores, pero en estos casos pronto nos daremos cuenta de que las fichas han de adecuarse a las fuentes de cada lugar y a la forma utilizada por los párrocos y anotadores para registrar, por lo que es preciso hacer modificaciones y adaptaciones, hasta crear modelos propios, con los que, además, nos sentiremos más cómodos, al no ser impuestos y disponer de unos códigos de fácil interpretación. La propuesta de modelos que se presenta (ver anexo), es como resultado de haber recogido todos los registros sacramentales, de los siglos XVI y XVII en la totalidad de las parroquias de Gran Canaria.
Las fichas o modelos, han de facilitar una rápida recogida de los datos, pero también una rápida lectura, clasificación e interpretación de los mismos, lo que facilitará, tanto el trabajo de síntesis, como de almacenamiento y posterior localización. Para una mayor rapidez en la localización de los datos es aconsejable un código de colores que identifiquen aquellas particularidades que queramos resaltar de manera especial, por ejemplo: ilegítimos, expósitos y esclavos; bautismos en peligro, por la comadre, etc. Indudablemente, todas las fichas han de llevar sus datos de identidad y referencia que han de servirnos, para en caso de necesidad, volver a consultar la fuente original de manera rápida y localizar el registro que se precise y por ello no han de faltar en esa identificación los datos que hacen referencia al lugar; parroquia y año, así como los que se refieren a la localización del suceso en concreto, como: libro, folio, cara (anverso/reverso, recto/vuelto) y número de registro si apareciese consignado.
Aunque los trabajos de Demografía Histórica son cada vez más abundantes, en Canarias, el estudio demográfico utilizando las fuentes parroquiales, queda restringido a unos pocos representantes, que bien individualmente, o de manera colectiva, han elaborado trabajos sobre aspectos concretos de la marginalidad, en cuanto a estudios de ilegítimos, expósitos y esclavos8, mientras que en otros estudios los datos se tratan de una manera más global9 y últimamente se están prodigando para elaborar los apartados demográficos en la elaboración de historias locales10. Solamente contamos con dos obras que abordan los datos demográficos en su totalidad y exponen resultados producto de la reconstrucción familiar11
La amplia bibliografía consultada, y ya mencionada en notas antecedentes, poco o casi nada dice de cómo se pueden explotar cada uno de los datos que aportan los registros. Es en este punto donde se centra el objetivo de nuestra ponencia y que expondremos a continuación en los diferentes apartados que siguen.

III. EXPLOTACIÓN DE LOS CONTENIDOS.
III. 1 Los registros bautismales.
Constituyen la mejor fuente para el estudio de la natalidad en el periodo de la Demografía Histórica, pero presentan el inconveniente de ser inexactos, puesto que estos registros reflejan a los bautizados y no a los nacimientos, puesto que un determinado número de criaturas podía fallecer en los momentos inmediatos al parto o en el tiempo que transcurría
Libro de Bautismos. Foto: laregion.es
desde su nacimiento hasta su bautismo, por lo que ha de tenerse en cuenta que los términos de bautismo y nacimiento no son coincidentes y por tanto estamos ante una deficiencia que hace preciso admitir que al operar con bautismos se ofrece una estimación muy aproximada de la natalidad y por ello hay quienes afirman que las cifras que aportan los registros bautismales, deben considerarse como el tope mínimo de nacimientos, para la época que se está analizando
12, mientras que otros fijan el tope de ocultación, para determinar el desfase entre bautismos y nacimientos, entre un cinco y un diez por ciento, aunque en Canarias el problema de la ocultación puede variar de unas parroquias a otras, en función de una estructura parroquial muy dispersa. No obstante, todo estará en función del celo de los anotadores y del grado de cumplimiento de las disposiciones sinodales que obligaban a bautizar a los niños antes de cumplir el octavo día de nacidos.
Los registros bautismales primitivos ofrecen diferentes contenidos, que, además de los básicos, irán añadiendo otros nuevos como consecuencia de los mandatos de obispos y visitadores. Todos ellos tienen posibilidades de explotación y así ofrecer una visión más amplia del lugar y periodo que se trate de analizar.

III. 1. 1 Fecha de la ceremonia.
Indica el momento en que se realiza el bautismo. Con este dato, se puede establecer la línea de evolución que marca la natalidad y es más fiable para largos periodos de tiempo, por lo general un siglo. La línea de evolución nos informará sobre una tendencia ascendente o descendente y por lo general, se mostrará con importantes altibajos que , si es posible, deberíamos justificar con momentos de bonanza o de crisis, en donde juegan un destacado papel, las plagas, pestes, sequías, hambrunas, levas, carencia de granos y procesos migratorios.
Un error, en el que suelen incurrir, no pocos investigadores, es hacer un recuento por los márgenes de los registros bautismales, ya que al contar los bautismos de esta manera tan apresurada, no se tiene en cuenta que algunos capítulos incluyen a más de un bautizado, caso de gemelos o nacimientos múltiples, pero también en que hay otros bautismos, que los párrocos, sin saber bajo que criterio, han tratado de ocultar y los registran junto a un capítulo que podríamos considerar como normal. También puede darse el caso de que algunos capítulos sólo recogen la imposición del Santo Óleo a niños ya bautizados en otra parroquia.
Al conocer las fechas, tanto por años, como por días y meses, se puede hacer un estudio de la distribución de la natalidad, de manera anual, estacional y mensual y determinar si se mantiene estable durante largos periodos de tiempo, como cuartos de siglo, o siglos enteros. Para una mayor rigurosidad en los datos finales, es preciso tener en cuenta que determinadas partidas bautismales no están registradas de manera correlativa, por lo que pueden presentar desfases, no sólo de días, sino de meses e incluso años. Conocidas las fechas de bautismo y si las hacemos coincidir con las de nacimiento, podremos establecer una relación entre nacimientos y concepciones y determinar para esta última variable, momentos de mayor o menor proporción, de acuerdo con diferentes determinantes: económica, religiosa, cultural o laboral y descubrir si existe un determinado grado de planificación sobre los nacimientos, para que éstos no tengan lugar en momentos en que es necesaria la mano de obra femenina para recolecciones y tareas diversas (sementeras, cosechas, vendimias, etc.). Conocido el número de nacimientos (bautismos) y el total de la población podremos acercarnos a las tasas de natalidad.
III. 1. 2 Edad de los bautizados.
Se registra como el tiempo de llegada a la pila, o incluso se indica su fecha exacta de nacimiento o se dice el día que nació, si coincide con una festividad religiosa importante. El tiempo desde el nacimiento, hasta el bautismo, no debía demorase más allá del octavo día, según las sinodales, pero este plazo no se cumplía y mucho menos en las parroquias con una extensa amplitud geográfica, con núcleos alejados y difíciles comunicaciones, en ocasiones bloqueadas por las inclemencias del tiempo. Obispos y visitadores insistieron en ello y a partir del último tercio del siglo XVII comienza a generalizarse la costumbre de reflejar en los libros el tiempo que tenían los niños al acudir ante la pila bautismal.
La importancia de disponer de este dato, no está sólo en conocer la fecha exacta del nacimiento, sino que por cuanto más se retrase el bautismo, mayor riesgo de ocultación hay, debido a posibles fallecimientos entre las fechas de nacimiento y de bautismo. En una comparación, para el siglo XVII, entre las parroquias de Arucas, Moya y Tejeda, tenemos que entre el primer y octavo día de nacidos, en Arucas ya estaban bautizados el 34,69 por ciento, en Moya el 41, 38 y en Tejeda el 44,10, pero mientras que en Arucas y Moya, al mes ya estaban bautizadas todas las criaturas, en Tejeda faltaban por hacerlo el 22,02 por ciento13, lo que estará en consonancia con lugares muy aislados de la cabecera parroquial y que acuden hasta allí a bautizar a sus hijos, como serían los casos de la Aldea de San Nicolás, Acusa, Artenara y Barranco Hondo.
III. 1. 3 Los nombres.
Se reflejan tanto en el margen como en el interior de los capítulos. Caso de tratarse de nombres compuestos, en el margen aparecen simplificados, por lo que deberá tenerse en cuenta este aspecto para un mejor conocimiento de cada individuo. Los nombres, por sí mismos, ya nos indican el sexo de los bautizados, con lo que podemos establecer la relación entre hombres y mujeres y determinar la sex-ratio, para operar con ella en periodos largos y establecer las tasas de masculinidad.
La imposición del nombre va unida a la idea de cristianar a cada persona y es la parte fundamental de la ceremonia, además el nombre será el distintivo identificador de cada individuo a lo largo de su vida, pero esa imposición vendrá determinada por influencias diversas, tales como las influencias religiosas del momento; el capricho de los padres u otros familiares; la coincidencia con el santoral; con los padrinos o con otros parientes14. Los registros bautismales sólo nos permiten averiguar la imposición de los nombres con respecto al santoral, por la proximidad de las fechas a las celebraciones; y con los padres y padrinos, por la similitud en los nombres, pero una amplia reconstrucción familiar, con genealogías largas nos permitirá ver la similitud de nombres con los abuelos y cómo determinados nombres se mantienen generación tras generación. En la imposición de los nombres también destaca la influencia del patrón parroquial y otros santos locales, así como la presencia de conventos, cuyas advocaciones principales son elegidas para imponer a los niños de esos lugares, en parte para buscar una protección espiritual de santos cercanos.
Cuando analicemos periodos largos se observará que mientras que unos nombres se mantienen durante todo un siglo, otros van desapareciendo, por ser reemplazados por nuevos que se incorporan, o por recuperación de nombres antiguos.
III. 1. 4 Tipos de Bautismo.
Hay que distinguir entre el bautismo normal y el bautismo de urgencia. Este último nos acerca al conocimiento de partos con dificultad, y en los registros se suele especificar de tres formas esenciales, cada una con sus particularidades y que son: niños bautizados en peligro de muerte; niños bautizados por la comadre o partera y niños bautizados subconditione.
Los bautismos realizados por el peligro de muerte que puede tener la criatura (en tiempos más cercanos a nosotros, se conocen como bautismos con agua de socorro), solían hacerse por personas próximas a la familia y que posteriormente se convertían en padrinos de las criaturas, adquiriendo así un parentesco espiritual. En ocasiones estos bautismos también eran realizados por los curas, o por algunos frailes o clérigos, que sin duda eran llamados de urgencia ante las dificultades de los alumbramientos. Cuando estos niños acudían a la iglesia, los anotadores los inscribían como que habían acudido a recibir las bendiciones y el Óleo y que traían agua.
Los bautismos realizados por las comadres o parteras, quedan bien reflejados, e incluso se indica el nombre de las mismas, las cuales debían examinarse, ante los párrocos, para certificar que sabían correctamente la fórmula del bautismo. En caso de no presentarse a examen, las criaturas eran bautizadas subconditione, pero las parteras se arriesgaban a perder su oficio. El bautismo por las parteras debió hacerse frecuente durante las primeras décadas del siglo XVII y sin duda fue lo que motivó al obispo Cámara y Murga, en su Sínodo de 1629, a reservar un apartado para regular y controlar esta práctica15.
Los bautismos subconditione, se aplicaban cuando el cura u oficiante no estaba seguro de si el niño ya estaba bautizado, o lo había sido con una aplicación errónea de la fórmula. Es propio, no sólo de los casos anteriores, ya comentados, sino de los niños expósitos e incluso de esclavos recién comprados y llegados a una nueva feligresía. En estos casos no sólo se aplicaba el bautismo, bajo esta fórmula, sino también, bendiciones, Óleo y crisma e incluso exhorcismos16.
III. 1. 5 Identidad de los padres.
La identidad de los padres va acompañada con uno o dos apellidos, en ocasiones se complementa con el apodo o un alias, pero también aparecen distinciones con anteposición del Don y el reflejo de cargos u oficios que desempeñan y que aportan datos de gran valor que nos permitirán hacer listados de oficios y ocupaciones; de personas distinguidas; de cargos de milicias, alcaldes, regidores, escribanos y un largo etcétera, que nos permitirá introducirnos en el entramado socioeconómico del momento.
Los datos se enriquecen cuando reflejan la vecindad concreta, pues ello nos dará una idea de la distribución espacial de la población y la influencia parroquial sobre un determinado territorio, aunque cuando los párrocos conocen bien a su feligresía, suelen obviar este detalle.
Los apellidos de los padres de los bautizados, son los susceptibles, en primer lugar, de ser los que se transmitan y un estudio y listado de los mismos nos permitirá ver cómo evolucionan, cambian o se pierden en el tiempo, al igual que quiénes son sus portadores.
III. 1. 6 Identidad de los padrinos.
La figura del padrino es imprescindible en el acto del bautismo y por consiguiente se reflejará en los registros. Con anterioridad al siglo XVI, era frecuente el acompañamiento de más de dos padrinos y en Canarias, esta costumbre se extendió durante buena parte de dicho siglo, al menos así lo hemos observado en los registros bautismales de Telde, en donde eran frecuentes los bautismos con tres, cuatro y cinco padrinos, e incluso se llegó hasta el número de siete17, situación que ya trató de regular, con mucha anterioridad, el obispo Diego de Muros, en su Sínodo de 149718, cuando ordena la limitación del número de padrinos a dos, debido a la escasa población que había en las islas y para evitar matrimonios entre parientes espirituales, aunque estas disposiciones tardaron en cumplirse y paulatinamente el número de padrinos irá reduciéndose, hasta que en la segunda mitad del siglo XVII son ya frecuentes y casi exclusivos los bautismos con un solo padrino, por lo general hombres, y sin duda en ello influyó la reiterada advertencia de obispos , visitadores y párrocos del compromiso espiritual que se adquiría y que , dado el caso, impediría futuros matrimonios.
Cuando los padrinos son varios, se aprecia una cierta familiaridad entre ellos, la más repetida es la de esposos, seguida por la de hermanos y tío con sobrina, aunque es difícil, por falta de indicaciones, establecer una relación entre los padrinos y bautizados, aunque se puede determinar examinando la coincidencia entre los apellidos de padres y padrinos, de igual manera que la coincidencia de nombres, entre bautizados y padrinos, nos señala la influencia de éstos a la hora de imponer los nombres.
Lo mismo que indicamos, para la identidad de los padres, a los padrinos también se les señala su distinción, o desempeño de oficios y cargos. Es preciso señalar que entre los padrinos sobresale un importante número de clérigos, desde frailes y capellanes, hasta dignidades eclesiásticas. Todo ello nos facilitará introducirnos en las relaciones sociales y en la estructura social e influencias. La vecindad de los padrinos pone de manifiesto las relaciones, que pueden ser próximas o se extienden a núcleos más alejados, pero también se descubre cierto grado de inmigración cuando la vecindad reflejada es de otras islas o de fuera del archipiélago.
III 1. 7 Condición de los bautizados.
Socialmente, a los bautizados, en función de la situación matrimonial de sus padres, se les clasifica en dos grandes grupos: los legítimos y los ilegítimos. Los legítimos son los hijos de padres unidos en matrimonio, mientras que los ilegítimos son hijos producto de relaciones no consentidas por la Iglesia. A ellos se han de unir los expósitos y los esclavos. Tanto ilegítimos, como expósitos y esclavos pueden analizarse siguiendo los apartados generales, en cuanto a evolución en el tiempo, tasas, distribución temporal de nacimientos y concepciones, imposición de nombres, padrinos, etc. El aumento de la presencia de ilegítimos, expósitos y esclavos deberá ser analizada para comprobar si coincide con momentos de crisis o emigración.
III. 1. 7. A. Los ilegítimos.
Como ya indicamos anteriormente, son aquellos niños procreados de relaciones ilícitas, de acuerdo con las normas impuestas por la Iglesia y que en los registros van a quedar perfectamente identificados. De las anotaciones parroquiales podremos configurar diferentes tipologías de ilegítimos.
A.a. Hijos de padres no conocidos.
La Identidad de los padres queda silenciada y los párrocos indican que estos niños son hijos de padres no conocidos; o cuyos padres no se conocen; o hijos de padres ignotos; o hijos de padres encubiertos. En estos casos, la identidad de los padres queda silenciada, sin duda, con la complicidad de los propios párrocos, que prefieren el silencio a desvelar un escándalo público. Se podría considerar que alguno de estos niños pertenecería al grupo de los expósitos, al olvidar los párrocos hacer esta indicación, aunque parece poco probable.
A.b. Hijos de madre conocida y padre desconocido.
Tipología en que se oculta, o desconoce la identidad del padre, mientras que la de la madre suele quedar bien reflejada, con indicación de su estado de soltera o viuda y su vecindad. Es la tipología que agrupa al mayor número de ilegítimos. En ocasiones, cuando aparecen estas madres, con hijos consecutivos, podemos estar asistiendo a casos de prostitución o amancebamiento encubierto. Cuando indican la etnia de alguna de estas madres, podemos adivinar que se trata de esclavas libertas o que han tenido cierta relación con la esclavitud.
A.c. Hijos de padres conocidos.
Aparecen determinados casos y los párrocos suelen indicar que se trata de hijos naturales, o que sus padres están solteros, en ocasiones esperando dispensa para poder casarse, por tratarse de parientes consanguíneos y que, caso de realizarse el matrimonio, estos hijos serán legalizados, aunque también se da el caso contrario de matrimonios que fueron legalmente constituidos y pasado un tiempo, son anulados al descubrirse el parentesco, con la obligación de solicitar la correspondiente dispensa para proceder a una futura legalización.
A.d. Hijos de padre conocido y madre desconocida.
Variante que aporta muy pocos casos y además, ofrece dudas de si realmente se trata de ilegítimos, al silenciar a las madres, puesto que los padres que aparecen en estos casos, suelen ser personas destacadas y por ello, hemos de suponer que los curas dan por hecho que los hijos ya quedan suficientemente identificados, aunque también puede tratarse de auténticos ilegítimos y se silencia el nombre de la madre para evitar escándalos, o que las madres sean esclavas y ocultando su identidad se evita que estas criaturas adquieran esta condición.
A.e. Hijos de padre desconocido y esclava.
Estos niños son ilegítimos, pero al ser de madre esclava, adquieren esta condición y por ello proponemos se incluyan dentro del apartado de esclavos y así se da uniformidad y continuidad con el tratamiento que se hace de esta tipología, por la casi totalidad de investigadores que analizan el fenómeno de la esclavitud.
III. 1. 7. B. Los expósitos.
El fenómeno de la exposición, se presenta como uno de los más atrayentes dentro del estudio de la Demografía Histórica y ha generado una amplia bibliografía, en la que no nos detendremos, por haber sido ya mencionada, en parte, en notas anteriores. El abandono de niños ya se aprecia en Canarias en el siglo XVI y, lamentablemente, se ha prolongado hasta nuestros días, aunque fue durante el siglo XVIII cuando llegó a alcanzar porcentajes muy elevados, sobre todo en el ámbito urbano.
Con los datos que aportan los registros de niños expósitos, además de la cuantificación y estacionalidad y si los abandonos coinciden con momentos de crisis, también se puede analizar la distribución por sexos, por si hay una mayor tendencia al abandono de niñas; sobre los lugares de abandono, que no siempre solía ser en la iglesia o en los tornos de conventos, sino en casas de vecinos o lugares frecuentados; sobre la imposición de nombres, sus padrinos; su destino y entrega; su forma de bautismo y si se indica si son portadores de cédula de estar ya bautizados.
III. 1. 7. C. Los esclavos.
Los esclavos, en los bautismos, quedan bien identificados, entre otras cosas, por el interés de los dueños a que así sea. La esclavitud aparece en las islas en los momentos inmediatos a su conquista y una vez finalizada el sistema esclavista se impone y ha generado numerosos estudios19.
Con los datos facilitados por las actas de bautismos de esclavos, se pueden elaborar listados de propietarios, pero también su cuantificación y si los bautismos corresponden a esclavos adultos, lo que revela compras recientes y que son más propias del siglo XVI e inicios del XVII, o se trata de esclavos producto de la reproducción. Además del estudio de la estacionalidad del nacimiento de esclavos, por medio de la reconstrucción familiar se podría averiguar si el parto de las esclavas era coincidente con el de las esposas de sus dueños, pues de esta manera no sólo se aseguraban una reproducción, sino, en caso de necesidad, una madre de leche para sus hijos. Se pueden establecer relaciones de masculinidad y, entre otros aspectos, unas tipologías, en cuanto a su condición, similares a las expuestas en los ilegítimos.
C.a. Hijos de padre desconocido y esclava.
Agrupa el mayor número de esclavos. Un seguimiento de estas esclavas nos indicará el número de hijos que tienen, o si éstos llegan a conseguir la libertad. Cuando hay esclavas que tienen un elevado número de hijos, no sólo descubrimos que están siendo utilizadas como reproductoras, sino que pueden darse casos de explotación sexual o de amancebamiento.
C.b. Hijos de padres esclavos, conocidos.
En esta variante es preciso hacer una diferencia entre los hijos de padres esclavos, pero legalmente casados y que aunque adquieren la condición de esclavos, son legítimos, y los hijos entre esclavos, sin casarse y que serían, además de esclavos, ilegítimos. Será preciso observar si tanto el padre como la madre pertenecen al mismo dueño, o, en caso de estar casados, si van cambiando de dueños, No obstante los hijos serán propiedad del dueño de la esclava. En la reconstrucción familiar, podremos encontrar casos de matrimonios que tienen hijos, bajo la condición de esclavos y como libres, al haber sido liberados con posterioridad.
C.c. Hijos de padres no conocidos.
Pese a las limitaciones que imponen las fuentes, en dar la identidad de los padres, bien por desconocerlo, o por ocultar a los progenitores, nos podemos inclinar que se trata de esclavos adultos, y en ocasiones así lo recogen los anotadores, adquiridos en el mercado esclavista como consecuencia de capturas recientes y que suelen ser descritos como esclavos bozales.

C.d. Hijos de hombre libre y mujer esclava.
Son ocasiones, en las que el padre de la criatura, incluso en estado soltero, revela su identidad. Por lo general se trata de matrimonios y en donde la madre, al ser esclava, trasfiere tal condición a sus hijos. Se dan casos contrarios, de hombres esclavos casados con mujeres libres, pero a diferencia de lo anterior, en estos casos, los hijos son libres.
III 1. 8 Los anotadores.
La obligatoriedad de realizar los bautismos, recae sobre los párrocos y ellos son los que los ofician en la mayoría de los casos, aunque a veces aparecen otros oficiantes y anotadores, que han de indicar que actúan con licencia del párroco y firmar junto a ellos los registros, Entre estos oficiantes, ajenos al párroco, están desde los propios obispos y otras dignidades eclesiásticas, hasta capellanes, frailes y tenientes de cura o de beneficiado. En las parroquias que eran beneficio y tenían dos beneficiados, se solían turnar semanalmente y en las localidades donde había conventos veremos desfilar a determinados frailes y priores.
La identidad de los anotadores nos permite reconstruir los listados de párrocos y acercarnos al número de capellanes y clérigos que podía haber en una determinada localidad, así como de frailes en los conventos de las mismas, casos de Firgas, Telde, Gáldar o Agüimes.
III 1. 8 Otros datos y márgenes.
Aunque poco frecuentes, pero de gran interés para un mejor conocimiento de los lugares que estemos analizando, pueden servirnos informaciones que no se deben despreciar y por tanto recoger. Entre ellas estarían estrenos de pilas bautismales; reparos en las parroquias; inclemencias del tiempo; bautismos en otros lugares y que serían en el campo, ermitas conventos o monasterios; la ausencia de los padres, por lo general referenciada a Indias de Su Majestad o en la América, o incluso la muerte de las madres.
En los márgenes de los capítulos bautismales, además de poner el nombre de los bautizados, que en ocasiones se va numerando, anualmente; se especifica la aplicación del Santo Óleo, en caso de que se hubiese acabado cuando se hizo el bautismo, o si murió sin Óleo. Se suelen incluir también autos de legitimación, cambios de nombre, e incluso de sexo y también de apellidos. Las anotaciones más curiosas encontradas, son las que plasmó el Bachiller Juan Mateo de Castro, en el libro II de la parroquia de Moya, al indicar el signo zodiacal de cada bautizado20. En la parroquia de Tejeda destacan las abreviaturas caligráficas, de los nombres, que plasmó el Licenciado Manuel Álvarez de Silva.

III. 2 Los registros de confirmación.
Son muy simples, pues aparte de indicar al obispo que confirma, la fecha y el lugar donde se impone el sacramento, se trata de unos listados donde aparecen los nombres de los confirmados, con sus filiaciones y quiénes fueron sus padrinos, de los que se suele indicar, ocupaciones y cargos, tanto civiles, como eclesiásticos, jurídico, o de milicias.
La vecindad se indica para aquellos confirmados que son ajenos a la parroquia en donde reciben la confirmación, pero esta información ha de tomarse con cautela, puesto que puede referirse a un desplazamiento momentáneo y exclusivo, para recibir el sacramento, aprovechando la presencia del obispo en una parroquia cercana, y una vez concluida la ceremonia, regresar a sus hogares.
Aunque los datos que aportan son reducidos, su información tiene eficacia para detectar la afluencia de personas foráneas, como serían los procedentes de otras islas o lugares; también ayudan a completar los listados de esclavos, en caso de llegada de esclavos adultos y lo mismo sucedería con la entrega de expósitos provenientes de otros lugares. Fijándonos en el desempeño y cargos de los padrinos, que, por lo general, solían ser personas destacadas, tenemos una ayuda para conocer mejor el entramado social.
Acotando las fechas entre confirmaciones, se puede establecer una relación de la población, en cuanto a grupos de edades, y también de sexos, ya que los confirmados siempre estarían en el grupo de los más jóvenes, aunque, en ocasiones, los confirmados, para aprovechar las visitas de los obispos, eran de una edad muy reducida.

III. 3 Los registros de matrimoniales.
La celebración del matrimonio legaliza, ante la sociedad y la Iglesia, las relaciones entre los esposos y, en consecuencia, los hijos habidos de ellas serán legítimos. Las disposiciones matrimoniales quedaron reguladas en el IV Concilio de Letrán (1215), con la inclusión de las
Libro de Matrimonios
amonestaciones y limitando las prohibiciones de consanguinidad hasta el cuarto grado. El Concilio de Trento (1545-1563), para facilitar la autoridad parroquial y poner fin a las uniones privadas y clandestinas, impone el matrimonio
in facie eclesiae, que no es otra cosa que el matrimonio ante la Iglesia, es decir, ante la sociedad y el párroco.
Canarias, con las disposiciones sinodales del obispo Diego de Muros, en 149721, se adelantará a Trento, pues ya se tratan de regular los impedimentos, los matrimonios clandestinos y se obliga a realizar las amonestaciones. Pese a todo, los registros matrimoniales no comienzan a ser recogidos, con cierta regularidad, hasta finales del siglo XVI y principios del XVII.
Los registros matrimoniales disponen de unos contenidos bastante completos, pero, hasta bien avanzado el siglo XVIII , presentarán tres carencias esenciales, que son: no indicar la edad de los contrayentes; la ausencia de filiación, para algunos casos, en especial para los contrayentes de segundas o terceras nupcias, así como para los procedentes de otras islas o del exterior; así como no reflejar la vecindad concreta, ya que hacen referencia a la vecindad del lugar donde se ubica la parroquia y no de los diferentes pagos que componen la jurisdicción parroquial, lo que nos impedirá apreciar, de una manera más amplia, la distribución espacial de la población.
III. 3. 1 Fecha de la ceremonia.
Queda claramente indicada, incluso, en ocasiones se recoge la hora de la ceremonia. Con este dato es fácil hacer una distribución de los matrimonios a través del tiempo, con clasificaciones de distribución mensual, estacional y anual y prolongarlas a periodos decenales, de cuartos de siglo, o de siglos enteros. La fecha elegida para la unión conyugal, puede estar motivada por diversos factores, entre ellos el económico y el religioso, pero también las urgencias personales ante embarazos consumados. El aumento o descenso de los matrimonios, también estará condicionado, sobre todo en los momentos de crisis o de emigración, además, ha de tenerse en cuenta que un descenso de los matrimonios, afectará, al año siguiente a los bautismos, que también descenderán. El conocimiento del número de matrimonios, nos facilitará el conocimiento de las tasas de nupcialidad. Las horas para la celebración del matrimonio, también tienen su interés, puesto que las celebraciones, en horas muy tempranas o tardías, rayando la noche, ponen en evidencia una unión muy apresurada, casi a escondidas y que puede deberse a no disponer del vestuario adecuado; para tapar embarazos difícilmente disimulables o para aprovechar mejor las jornadas laborales.
Un recuento marginal de los matrimonios, como ya se indicó en bautismos, puede producir errores, tanto por fechas, ya que algunos registros no lo están de manera correlativa, como por el número, ya que entre los matrimonios se insertan capítulos de velaciones.
III. 3. 2 Amonestaciones y licencias.
El matrimonio necesita de una preparación previa y por ello la Iglesia establece un periodo de información previa, anterior a la celebración, para cerciorarse de que el enlace se realiza de acuerdo con las normas establecidas y, por consiguiente, salvo dispensación, todos los matrimonios han de estar precedidos por las amonestaciones y que para un conocimiento general debían hacerse durante tres domingos, o días festivos consecutivos, anteriores a la boda y tras ellas el matrimonio debía celebrarse antes de que transcurriesen tres meses, pues en caso contrario debían repetirse las amonestaciones22. En algunos casos, y para el siglo XVI, hemos detectado que junto a las amonestaciones de celebraban las “bañas”23, celebración o requisito que debió ser frecuente puesto que en los registros de la parroquia capitalina de El Sagrario-Catedral, se menciona con cierta regularidad. Cuando los novios pertenecían a diferentes parroquias, tenían que hacerlo en ambas y si alguno de ellos había cambiado de vecindad, también tenía que hacerlo en la de su naturaleza, salvo que el cambio se hubiese hecho cuando no se tenía edad para casarse y lo mismo sucedía si se era de islas diferentes.
Las licencias eran otorgadas cuando concurrían casos especiales para poder casarse y así las necesitaban los de fuera de cada isla o extranjeros, que antes debían hacer juramento y probar su soltería. También se otorgaban licencias para poder contraer matrimonio en otros lugares ajenos a la propia parroquia, como ermitas, conventos o monasterios, con la advertencia de que debían inscribirse en los libros parroquiales. Así mismo, existían las licencias que otorgaban los párrocos a otros clérigos para casar en su nombre.
III. 3. 3 Dispensas e impedimentos.
Los principales impedimentos para contraer matrimonio eran los derivados del parentesco, tanto consanguíneo como espiritual y para ello se necesitaban las correspondientes dispensas, que se obtenían por medio de una aportación económica o haciendo trabajos para la parroquia, e incluso pasar por situaciones vergonzosas ante la comunidad, en caso de haber mantenido relaciones con anterioridad al casamiento.
El seguimiento de las dispensas por consanguinidad, presenta dificultades, bien por una permisividad, consentida por los párrocos, o por falta de denuncias entre los propios convecinos, pues se trataba de una situación que afectaba a gran parte de las localidades y, por consiguiente, habría una tendencia hacia la protección común. A ello se añade que las dispensas matrimoniales en Canarias, hasta 1682, debían ser concedidas por el Papa, por lo que no es de extrañar que ante la tardanza y costo hubiese una ocultación y permisividad, salvo cuando el grado de parentesco fuese muy cercano. A partir de esta fecha, el Papa Inocencio XI concede potestad al obispo de Canarias, para que dispense todos los casos de parentesco, y afinidad o cognación espiritual entre padrinos y ahijados24 y estas disposiciones se irán renovando periódicamente25. Como consecuencia, aparecerá un mayor control y se reflejará en los registros matrimoniales y que nos permitirá, con ayuda de las dispensas insertas en los expedientes matrimoniales, acercarnos al conocimiento de la celebración de matrimonios entre parientes26, aunque la mayor o menor fiabilidad, siempre estará sujeta a las anotaciones de los párrocos en los registros de matrimonio.
III. 3. 4 Identidad y vecindad de los contrayentes.
La identidad queda bien reflejada desde el inicio de los registros y se irá completando en siglos posteriores, especialmente en el XVIII. Los contrayentes aparecen identificados con su nombre y dos apellidos y así mismo se indica quienes son sus padres, con sus correspondientes apellidos, lo que nos permite conocer cómo se transmiten los mismos. Muchos de los padres de los contrayentes aparecerán con la indicación de estar ya difuntos, lo que nos acerca a la mortalidad, con una reducida esperanza de vida y una inmensa mayoría de niños, sin conocer a sus abuelos.
Los esclavos quedan bien identificados, con la indicación de sus dueños, pese a que éstos ponían impedimentos a la celebración matrimonial, puesto que un esclavo casado, sobre todo hombre, perdía valor, ya que era más difícil su venta puesto que estaba frenada por una posible ruptura conyugal y por ello el obispo Cámara y Murga reservó un apartado para el matrimonio de esclavos, en sus sinodales, en que obligaba a los dueños a consentir estas uniones27. Expósitos e ilegítimos también quedan bien identificados.
Los contrayente viudos son perfectamente identificados, ya que los registros indican de quienes lo son, tanto para los hombres como para las mujeres, y aunque se da este dato, se excluye la información sobre la filiación de los mismos, lo que nos priva de conocer cómo, en estos casos, se han transmitido los apellidos, que sólo podremos averiguar en el caso de los contrayentes solteros. Conocido el estado de los contrayentes, podemos establecer las relaciones y porcentajes de matrimonios entre solteros; entre viudos; entre hombre viudo y mujer soltera y entre mujer viuda y hombre soltero.
La edad de los contrayentes tardará en indicarse en los registros, por lo que para averiguarla, será necesario acudir a la reconstrucción familiar, aspecto este en el que nos detendremos más adelante, apoyándonos en los registros de bautismo.
La vecindad de los contrayentes también queda claramente reflejada, no así como su naturaleza concreta, aunque no suele ser muy detallada y por lo general se especifica la vecindad alusiva a la cabecera parroquial, sin concretar los diferentes pagos que la componen, lo que nos privará de profundizar en la distribución espacial de la población. La procedencia de los cónyuges, además, nos permite un acercamiento al conocimiento de las tasas de endogamia y exogamia, tanto de manera general como en lo referente a la exogamia femenina o masculina, pero también las indicaciones de vecindad o procedencia, nos acercan a aspectos de movilidad de la población e inmigración.
III. 3. 5 Padrinos y testigos.
La presencia de padrinos y testigos en la celebración matrimonial es de suma importancia. Los primeros porque llevan a los novios ante el altar y los segundos, porque actúan como valedores de la unión y dan credibilidad de su celebración ante la sociedad y por ello en las relaciones de testigos, se incluye a personas distinguidas y con cierta relevancia social; suelen ser tres y la combinación más repetida de testigos es aquella en la que suele estar presente un clérigo, sacristán o fraile, junto a una persona distinguida con la anteposición del Don, o un escribano, completándose con un alcalde, regidor o cargo de milicias, como si, intencionadamente se buscase una representación de lo eclesiástico, civil y militar. Aunque las indicaciones de padrinos, son casi testimoniales, en los registros de los siglos XVI y XVII, con las referencias a los testigos, se pueden elaborar listados que nos ayuden a completar el entramado social del lugar y momento que estamos estudiando.
III. 3. 6 Las velaciones.
Son las bendiciones post-nupciales y que en realidad se trataba de una confirmación o revalidación matrimonial. En ocasiones, esta ceremonia, se realizaba de manera conjunta con la celebración matrimonial y así se observa cuando los párrocos registran con la fórmula de: casé y velé in facie eclesiae, aunque por lo general esta ceremonia se hacía después de la boda, e incluso en parroquias diferentes de donde se había contraído el matrimonio, por lo que un buen registro de las velaciones, nos permitirá analizar aspectos de movilidad, o permanencia, de los esposos en un determinado lugar, después de la unión nupcial, máxime teniendo en cuenta que la ceremonia se demoraba en el tiempo, mucho más allá del plazo establecido por la Iglesia y que no debía exceder de dos meses después de celebrado el matrimonio, y al igual que éstos, las velaciones, no se podían realizar ni en Adviento, ni en Cuaresma28. Cuando el matrimonio se había celebrado en otra parroquia, la ceremonia de velación se recogía en un registro independiente y esto ha de tenerse en cuenta, en caso de los recuentos por los márgenes. En los matrimonios celebrados en la misma parroquia, sin velación, éstas se indicaban, cuando se celebraban, en los márgenes.
III. 3. 7 Los anotadores.
La celebración matrimonial era casi exclusiva de los propios párrocos, o de sus tenientes de cura, aunque se dan casos en que hay matrimonios celebrados por dignidades eclesiásticas o por otros párrocos que se desplazan para casar a sus parroquianos, hasta parroquias próximas; también aparecen frailes, en especial en aquellas localidades donde había conventos. El tratamiento de esta información es el mismo que se indicó en bautismos.
III. 3. 8 Otros datos y márgenes.
Como ya se indicó en bautismos, son interesantes todos los datos que puedan aportar las fuentes y, por tanto, recogerlos, puesto que dan información que enriquece la investigación y entre ellos están los que informan del desempeño de oficios y cargos, e incluso apodos, tanto para contrayentes, como para sus familiares o testigos, así como el reflejo de vecindades y, de manera especial, las ausencias, sobre todo las que hacen referencia a Indias de Su Majestad o a América. En los márgenes se indica si los contrayentes están velados, y en caso de no estarlo, pasado un determinado tiempo, los curas trataban de justificarlo anotando que no lo estaban por haber muerto alguno de ellos, o haberse ausentado, tanto a América como a otra parroquia o isla. También aparecen autos de anulaciones, revalidaciones o legitimaciones.

III. 4 Los registros de defunción.
Son los más tardíos y su obligación es a partir del Ritual Romano de 1614, impuesto por el
Libro de Defunciones. Foto: Enrique Boix
Papa Paulo V, por lo que es muy difícil encontrarlos durante el siglo XVI y su generalización se irá estableciendo hacia mediados del siglo XVII. Al primer contacto con estos registros, sobre todo con los más antiguos, nos daremos cuenta que, en un principio, tenían una mayor finalidad económica que de carácter demográfico, puesto que reflejan con claridad todo aquello que ha ocasionado un gasto o pueda suponer ingresos, tanto para los propios párrocos, como para la fábrica parroquial o cofradías y que se obtendría de la cera empleada; del valor de las sepulturas; de la apertura de las mismas, del alquiler de paños; aplicación de oficios y misas; acompañamiento; limosnas… Deberían llamarse registro de enterramientos, ya que recogen y dan cuenta de este hecho y, lamentablemente, no todos los enterramientos equivalen a todas las defunciones
Las anotaciones pueden variar desde lo muy simple a lo muy detallado y su información se irá consolidando, bajo un mismo modelo, a lo largo de los siglos, siendo muy completos, en cuanto a información de uso demográfico, los registros del siglo XVIII y hasta inicios del XX. El gran inconveniente de estos registros es la ocultación y subregistro, puesto que no todas las defunciones, y por tanto enterramientos, van a quedar recogidas y de manera especial las de niños, lo que, en este caso, impedirá profundizar sobre la mortalidad infantil
Los recuentos de defunciones, utilizando los márgenes, ofrecen más errores que los comentados para bautismos y matrimonios, puesto que entre los capítulos de enterramientos se insertan otros capítulos de aplicación de oficios, cabos de año y otras ceremonias fúnebres, así como las fiestas de ánimas y aplicación de misas, a lo que ha se añadirse que en algunos registros se apunta a varios difuntos, sobre todo cuando se trata de niños, expósitos, pobres o esclavos.
III. 4. 1 Las fechas.
Hacen referencia al día del enterramiento, aunque a medida que estos registros se van perfeccionando informarán del día, e incluso de la hora, del fallecimiento. Este dato nos servirá para conocer la evolución de la mortalidad, siempre con las limitaciones impuestas por el subregistro, y su distribución mensual, estacional, anual, decenal y de siglos. Loa aumentos de registros pueden señalarlos momentos de crisis o epidemias, aunque la disminución, no forzosamente ha de entenderse como un descenso de la mortalidad, puesto que, como venimos repitiendo, puede estar relacionada con el subregistro u ocultación. Teniendo esto en cuenta, se podría llegar a establecer tasas de mortalidad y de masculinidad o de distribución por sexos.
III. 4. 2 Identidad, edad y vecindad.
Los registros más antiguos y por lo menos hasta el último cuarto del siglo XVII, presentan datos muy escasos sobre la identidad, e incluso de poco valor, con indicaciones tales como: se enterró un hijo de; una sobrina de; un nieto de; un niño; un niño párvulo; un esclavito; un pobre; un forastero, una moza, etc. Estos registros, sin identidad clara, nos impiden realizar la reconstrucción familiar y sólo tienen un valor cuantitativo. Lo mismo sucede con la vecindad, puesto que no se indica la concreta y se tardará tiempo en que se señalen los propios domicilios, lo que en determinados momentos será un problema para profundizar en la distribución espacial de la población.
La indicación de la condición, al reflejar a ilegítimos, expósitos y esclavos, aunque muy limitada, a lo que se une el reflejo de pobres o el uso de sepultura de pobres, nos permitirá acercarnos a los marginados, por estarlo social y económicamente, aunque la carencia, en muchos casos de registros infantiles impide tener información de ilegítimos, especialmente de los expósitos y de los esclavos, en caso de que estos hubiesen fallecido de temprana edad.
Las edades de los difuntos, comienzan a reflejarse hacia la segunda mitad del siglo XVII y no son exactas, sino aproximadas y por ello los anotadores las reflejan con las indicaciones de: al parecer, o más o menos, por tanto se trata de una información estimativa, a criterio de los párrocos o anotadores, o de quienes les informan. En algunos casos las indicaciones, aunque no sean numéricas, nos pueden acercar a la edad de los difuntos, sobre todo en relación a grupos de edades, cuando se refleja a los finados como: niño/a; párvulo/a; hijo/a de familia; mozo/a; doncella o adulto. También puede ayudar a establecer grupos de edades, cuando las referencias son en relación con sus estados de solteros, casados o viudos, así como si los enterrados dispusieron de memoria o testamento, e incluso el ceremonial, ya que los niños se enterraban con la aplicación de una misa de ángeles.

III. 4. 3 Causas de la muerte.
Hasta el siglo XVIII no suelen indicarse en la mayoría de los casos. Se trata de datos interesantes, que en caso de recogerse, de manera secuencial, durante largos periodos nos permitirá acercarnos al conocimiento de determinadas plagas o epidemias, pero también a un análisis generalizado de las causas de la muerte en determinadas localidades y momentos29 .Determinados aspectos de la mortalidad se pueden ampliar con las anotaciones marginales que aparecen en los registros de bautismo, sobre la imposición del Óleo, o cuando se indica la muerte de algunas madres, lo mismo que sucede con esta información, en los márgenes matrimoniales sobre el fallecimiento de algunos cónyuges, antes de velarse.
III. 4. 4 Mortajas y sepulturas.
Los datos sobre la elección de mortajas, son interesantes para conocer la mentalidad y devoción, así como la influencia de determinadas órdenes religiosas, en especial la franciscana. Por lo general, los enterramientos se hacían con el cadáver envuelto en una sábana o lienzo blanco, costumbre ésta que era propia de las personas con menor capacidad económica, pero también servía para resaltar la humildad, aceptar el signo de pobreza y, sobre todo, enterrarse a imitación de Cristo. Los hábitos eran elegidos por los más pudientes, con la intención de ganarse la protección de los santos titulares de las diferentes advocaciones elegidas, en especial las franciscanas y dominicas, donde influían, sin duda, la existencia de estos conventos, en determinadas localidades. La costumbre de elegir mortaja se fue consolidando hacia mediados del siglo XVII y ya en el siglo XVIII la casi totalidad de los testadores, tanto hombres como mujeres, las elegían en sus disposiciones de testamento30.
La elección de sepulturas se hacía, bien por los propios interesados, a través de sus memorias o testamentos y de acuerdo con sus posibilidades económicas y preferencias hacia determinadas advocaciones religiosas, para señalar el lugar de su descanso eterno, cuando no era sí, eran sus allegados quienes elegían por ellos. Sólo los pobres, los niños y los esclavos, tenían un lugar asignado para sus enterramientos, así como aquellos que disponían de sepulturas en propiedad. Las preferencias a la hora de elección, estarán dirigidas al lugar más próximo al altar mayor o a determinadas capillas o altares, como si estuviésemos asistiendo ante la distribución del aforo de un espectáculo teatral, musical, o simplemente deportivo.
Las sepulturas se distribuían por el interior de las iglesias, con lugares reservados, como se indicó anteriormente, para pobres, niños y esclavos, pero también para determinadas cofradías que reservaban sus capillas. No sólo se da información del lugar de enterramiento, sino también del valor de las sepulturas.
Los enterramientos, además de realizarse en el interior del recinto parroquial, también se hacían en los conventos que había en las diferentes localidades, como , por ejemplo, fueron los casos de Firgas o Telde, o en las ermitas, caso de la teldense de San Sebastián y tantas otras, e incluso, en momentos de aumento de la mortalidad, durante un corto espacio de tiempo, debido a epidemias y por estar completas las sepulturas parroquiales, se procedía a enterrar en el exterior de las iglesias, junto a sus muros o bajo las gradas de acceso, como se acredita en diferentes lugares, entre los que citamos Telde y Valsequillo. Estas indicaciones de sepulturas, se prolongarán hasta las primeras décadas del siglo XVIII en que los enterramientos dejan de hacerse en el interior de las parroquias y otros recintos religiosos y pasan a los cementerios.
III. 4. 5 Ceremonial religioso y aplicaciones postmortem.
El conocimiento del ceremonial funerario puede suponer una excelente información para conocer la mentalidad y la capacidad económica familiar. No sólo se trata de información de la actuación religiosa, sino también de contenido económico, por lo que en ese control, no sólo intervienen los párrocos, sino también los mayordomos de fábrica e incluso los colectores, que se encargan de los cobros y pagos, en especial en las parroquias más importantes. Pese a todo había entierros que se hacían gratis, o de gracia, y otros no generaban ingresos, por ser los fallecidos pobres, o pobres de solemnidad.
Los entierros quedaban concertados a voluntad de los difuntos, que lo habían previsto en sus memorias o testamentos, o delegando en sus albaceas o familiares, pero siempre condicionado a su economía, dándose el caso de que algunos se hacían a cuenta de sus propiedades, fuesen muchas o pocas, llegándose a vender hasta la ropa de los difuntos para pagar el gasto, mientras que en otras ocasiones se recurría a recoger limosnas.
El ceremonial de los entierros tiene diferentes actuaciones, como vigilias; oficios; responsos; acompañamiento; asistencia de capellanes, de frailes, sacristanes, mozos de coro, monaguillos, etc. Los oficios solían ser de cuerpo presente y de cabo de nueve días, también llamado de novena o de honras y el oficio de cabo de año. Como parte del ceremonial se incluye la cera gastada o alquilada; el alquiler de paños, la cama mortuoria y otras actuaciones, como el empleo de hachas o codales. En algunos casos la explicación del ceremonial es muy extensa y detallada y el ejemplo más claro lo hemos encontrado en los registros de defunción de la parroquia de San Sebastián, de la villa de Agüimes, los cuales corrían a cargo del colector de dicha parroquia y son, quizás, en este sentido, los más ricos que se conservan en Canarias31.
En determinados registros, se recogen las ofrendas y limosnas, Destacan las ofrendas de pan y vino, pero también en dinero, aunque las más repetidas son aquellas que se asignaban para los Santos Lugares y Casa Santa de Jerusalén, y para la redención de cautivos; también existían limosnas de devoción, que eran empleadas, tanto para adquirir aceite para alumbrar algunas lámparas, como para adquirir diferentes objetos que contribuían al enriquecimiento y adorno de las parroquias ,conventos o ermitas.
Las aplicaciones postmortem, estaban bien definidas en los testamentos y en ocasiones eran perpetuas, lo que generaba unos ingresos permanentes y por ello este aspecto ya quedará bien recogido desde las primeras sinodales de 149732, y que posteriormente recogerán, los obispos Vázquez de Arce, en 151433 y Cámara y Murga, en 162934, pero será el celo del obispo Bartolomé García Jiménez el que aportará una documentación más extensa sobre el tema, promulgando órdenes y mandatos35. En estas aplicaciones, destaca la imposición de misas, que podían ser, por una vez, o perpetuas. Tenían una gran importancia en el sentido religioso, por cuento contribuían a redimir culpas y acortar la estancia de las almas en el purgatorio, pero también un significado económico y social, puesto que afianzaban el prestigio de aquellos que las encargaban.
Las misas por una vez se aplicaban el día del entierro, o al siguiente y su número era variable, cuando éste era elevado se repartían entre los párrocos y capellanes e incluso con los frailes de los conventos. Para decirlas, se señalaba su valor, la costumbre era a tres reales, los altares, conventos o ermitas, e incluso clérigos concretos, así como las advocaciones a quienes irían invocadas. Las misas perpetuas tenían la misma finalidad que las anteriores, pero con la particularidad que tenían que ser renovadas anualmente y para siempre, salvo que la propiedad o bienes que las sustentaban quebrase, y nadie quisiera correr con su gasto, o fuesen eliminados como sucedió tras el proceso desamortizador.
Estas imposiciones exigían una economía saneada y unos bienes sólidos que eran transmitidos por herencia o donación y a cambio de gozarles tenían que correr con el gasto de las misas. En ocasiones se crean capellanías, obras pías, compromisos de mantenimiento de procesiones y misas concretas, entre ellas, las misas del alba36.
III. 4. 6 Los anotadores.
Al igual que en bautismos y matrimonios, los entierros, y por tanto sus registros, eran efectuados por los propios párrocos y cuando estaban ausentes o indispuestos, eran sustituidos por sus tenientes, o por algunos frailes, en caso de haber convento en la localidad. Mientras que en bautismos y matrimonios había una mayor permisividad a que interviniesen otros clérigos, en cambio en los entierros, serán los párrocos los que tienen un control caso exclusivo y ello estará en consonancia con el aspecto económico de estas ceremonias, ya que los entierros significaban la principal vía de ingresos, tanto para los párrocos, como para sus parroquias. Como ya adelantamos, en determinadas parroquias, sobre todo las de mayor importancia, la tarea de hacer las anotaciones recaía en los colectores.
III. 4. 7 Otros datos y márgenes.
Los más interesantes son aquellos que están en relación con los testamentos, puesto que en ocasiones indican quiénes son los herederos del fallecido; el número de hijos; los albaceas y hasta el nombre de los escribanos ante quienes se testó, lo que facilita, en este último caso, acudir a los protocolos notariales y ampliar información. También se suele hacer indicación de determinadas posesiones o bienes diversos, sobre los que se sustentaba la aplicación de las misas y otras mandas de carácter religioso.
En los márgenes se señala el nombre de los difuntos, aunque con las limitaciones que ya comentamos en el apartado sobre la identidad. Las anotaciones más frecuentes que aparecen, son aquellas que hacen referencia al pago o a la deuda de las sepulturas; al reparto de los ingresos por el sepelio y a la cera que se ha gastado y su valor. Excepcionalmente aparecen autos sobre traslado de restos o cambios de sepultura.

III. 5 Otros registros.
En los libros sacramentales, además de los capítulos propios de bautismos, matrimonios y entierros, se recogen actas de visita, las cuales comenzaron a generalizarse en el siglo XVII, sobre todo a partir de las sinodales del obispo Cámara y Murga, en 1629. Sus indicaciones son recogidas por los propios obispos, por sus provisores o visitadores y por medio de ellas se observa el control sobre la actividad registral de los párrocos, haciendo objeciones a ellas, dándolas por buenas, o mandando incluir datos nuevos. Por estas anotaciones podemos observar el grado de cumplimiento de los párrocos, en su cometido como anotadores; el cumplimiento de los fieles hacia ciertas disposiciones e imposiciones y la evolución de ese control sacramental, por parte de la Iglesia, pero también tener una idea sobre la frecuencia con que obispos y visitadores acudían a las parroquias.


IV.- LA RECONSTRUCCIÓN FAMILIAR.
Es la base de un estudio sobre Demografía Histórica, puesto que aporta datos para el conocimiento familiar y sobre todo del comportamiento y costumbres sociales. Presenta, de inicio, la dificultad que ha de emplearse mucho tiempo, puesto que para obtener unos resultados más amplios y fiables ha de hacerse de forma manual, por los inconvenientes que ya hemos indicado con anterioridad sobre las fuentes. Pese a todo hay estudios que emplean el uso de ordenador, pero como ya adelantamos, y a nuestro criterio, con resultados más pobres, aunque se gana en tiempo y el esfuerzo es mucho menor.
Para una reconstrucción familiar efectiva, es necesario que existan, de forma paralela en el tiempo los registros de bautismos, matrimonios y defunciones, pues la falta de alguno de ellos restará riqueza a los resultados finales. No obstante, siempre se podrá llegar a conclusiones definitivas, incluso aunque no existan los registros de matrimonio, que son la base para realizar la reconstrucción. Independientemente de la ausencia de algunos registros, o lagunas por pérdidas, las fuentes también imponen limitaciones, entre ellas cuando no nos ofrecen la filiación completa de los registrados; por la alteración constante de los apellidos; por el retraso de los registros de defunción, que afecta a casi todo el siglo XVI y a gran parte del XVII. A ello ha de añadirse la movilidad de la población, puesto que si trabajamos la reconstrucción familiar de un determinado lugar, no ha de entenderse que esa población es propia e inmóvil del mismo. Otro inconveniente está en la falta de registros infantiles de defunciones, o en una gran ocultación y subregistro de los mismos, lo que nos privará de conocer exactamente las genealogías familiares.
Cuando sólo existen registros de bautismo, se puede realizar la reconstrucción familiar, a partir de los matrimonios que aparecen en los propios registros bautismales, cuando acuden con sus hijos al bautismo. En este caso se procederá a eliminar los extremos, es decir, a aquellos matrimonios que apareciendo al principio de los registros ya estaban constituidos con anterioridad, por ejemplo, a principios del siglo XVI, cuando en algunas parroquias dan comienzo los registros, pero las familias ya estaban formadas con anterioridad a que se comenzase a registrar y los hijos que aparecen bautizando, no son los primeros, sino los últimos. De igual manera sucedería en el caso de reconstruir familias con matrimonios, en caso de centrarnos en siglos cerrados, que tendríamos que eliminar a los matrimonios de final de siglo puesto que la amplitud fértil de alguno de ellos superaría los 20 años y así matrimonios que comienzan a procrear a finales del siglo XVII, también lo estarían haciendo a comienzos del siglo siguiente. La reconstrucción familiar utilizando sólo registros bautismales37, ya ha sido utilizada, así como relacionando todos los registros38. Los datos que se obtienen con la reconstrucción familiar son diversos y entre ellos, los que se señalan a continuación.
IV. 1. La edad nupcial.
En los registros matrimoniales de los siglos XVI y XVII, así como parte del siglo XVIII, la edad de los contrayentes no consta, por lo que para averiguarla es necesario acudir a los registros bautismales. Contaremos con los inconvenientes de falta de filiación en determinados contrayentes, en especial de los viudos; con la alteración de nombres y apellidos y en caso de que las fuentes hayan sido copiadas, por el deterioro de los originales y con abreviaturas para los nombres que bien pudieron ser confundidas por los copistas, para los casos de Diego y Domingo; de Antón y Antonio; de Hernando, Hernán y Fernando, y otros más. A ello se une la imposibilidad de averiguar la edad nupcial de contrayentes de otras parroquias, o procedentes de fuera de la isla en donde se sitúa la parroquia sobre la que centramos la reconstrucción. Pese a estas limitaciones se pueden conseguir datos interesantes que nos aproximan a la realidad y así, en Arucas se consiguió averiguar la edad nupcial del 37,22 % de los hombres y el 53,16 % de las mujeres, mientras que para Moya, los porcentajes fueron del 45,11 % para los hombres y del 52,24 % para las mujeres39.
La edad nupcial determinará en gran medida, aunque no siempre, la posible amplitud del periodo fértil de cada matrimonio, ya que de adelantar o retrasar la edad de casamiento, dependerá una mayor o menor disponibilidad para la procreación y, por consiguiente, la natalidad y el número de hijos aumentarán o disminuirá.
IV.2. Número de hijos por matrimonio.
Para obtener unos resultados altamente fiables, no han de tomarse todas las uniones conyugales que aparecen en los registros, sino que hemos de centrarnos en familias cerradas, rechazando extremos y familias de dudosa estabilidad en el lugar de estudio, pese a todo no podremos salvar la deficiencia que imponen los registros de defunción al no recoger la mortalidad infantil, en especial la de aquellos niños que fallecieron entre el momento del parto y antes de ser registrados como bautizados. Una vez seleccionados los matrimonios, se les hará un seguimiento en bautismos, anotando a los diferentes hijos que llevan a bautizar, con indicación de las fechas y nombres. Las fechas nos informarán de la secuencia con la que procrean, serían espacios intergenésicos, y la repetición de nombres la posibilidad de que esta reposición se deba a fallecimientos de los primeros portadores de la nominación.
La operación de relacionar el número de bautismos con el de matrimonios, dará unas medias que no son exactas en cuanto al número de hijos por matrimonio, tan sólo son estimativas, ya que en esa inexactitud tiene gran importancia el grado de endogamia o de exogamia y sobre todo el que un buen número de matrimonios no se celebraba en la parroquia de residencia, sino que se hacía en otros lugares preferentes, como podía ser la catedral de Las Palmas. Aquellos matrimonios que nos aparezcan sin hijos, requerirán una atención especial y deberemos confirmar su continuidad en el lugar de estudio y para hacerlo un buen dato puede ser su presencia como padrinos en bautismos de otros matrimonios.
IV.3. Nacimiento del primer hijo y espacios intergenésicos.
El conocimiento del tiempo que transcurre entre la fecha del matrimonio y el nacimiento del primer hijo, nos revelará el comportamiento en las relaciones sexuales de las parejas, con anterioridad a la unión conyugal, puesto que , sin duda, encontraremos un determinado número de niños bautizados con anterioridad a transcurridos nueve meses, pero también habrá de tenerse en cuenta que niños llevados a bautizar con posterioridad a este plazo de tiempo, bien pudieron ser concebidos antes del casamiento, ya que los padres para disimular su falta y atrevimiento, bien pudieron retrasar el bautismo.
Los espacios intergenésicos, entre hijos sucesivos, lo marcarán las fechas de bautismo, tendremos que fijarnos en los espacios que hay entre los primeros hijos y entre los últimos, pero también cuando en matrimonios, con hijos sucesivos se producen espacios amplios, superiores o en torno a cuatro años, lo que puede suponer que ese vacío pudo estar ocupado por un hijo fallecido y no registrado. También aparecerán espacios intergenésicos inferiores a nueve meses, que en caso de ser de segundos o sucesivos hermanos, es debido a haber retrasado el bautismo de los hermanos antecedentes. En los matrimonios con un número elevado de hijos, se observará que los espacios intergenésicos se repiten con una frecuencia temporal, casi matemática.
IV.4. La amplitud matrimonial.
Se trata de descubrir la duración temporal de los matrimonios, respondiendo a la unión conyugal mientras ambos esposos permanecen vivos, por lo que para averiguarlo deberemos apoyarnos en los registros de defunción. También podremos descubrir la amplitud del periodo fértil de los matrimonios, que se extenderá desde el momento de la unión, hasta el nacimiento de su último hijo, y podremos ampliar nuestra información con el conocimiento de las edades de las mujeres en el momento de tener su primer y último hijo.
Para obtener unos datos amplios sobre la amplitud matrimonial es imprescindible que haya paralelismo entre los registros matrimoniales y de defunción; la ausencia de los últimos impedirá nuestro estudio y sólo podremos iniciarlo cuando haya matrimonios y defunciones, pero también existe la dificultad de que los registros de defunción , al menos en sus comienzos, son muy deficientes en cuanto a la indicación de identidades completas, como ya indicamos en defunciones.
La amplitud del periodo fértil de los matrimonios que se inicia con la boda y termina con la concepción del último hijo, es sólo para las uniones que superan una determinada edad, en otros casos la fertilidad queda interrumpida por el fallecimiento de uno de los esposos, que en caso de volver a casarse, inicia un nuevo periodo fértil con su nueva pareja. A aquellos matrimonios que no tienen hijos, hemos de considerarlos como de amplitud fértil nula.
La reconstrucción de las edades matrimoniales, además de establecer medias, tanto para hombres como para mujeres, nos permitirá conocer las edades de las mujeres en el momento de tener su primer hijo y también cuando tienen el último hijo; como en el caso anterior, descubriremos que determinadas mujeres tienen su último hijo a una edad temprana y ello puede ser debido a que enviudaron, por lo que se tendrá que seguir su reconstrucción para comprobar si volvieron a casar y entonces averiguar si tuvieron hijos y cuándo fue el ultimo.
IV.5. Otras aportaciones.
La reconstrucción familiar, y de acuerdo con el número de hijos por familia, nos ayuda a acercarnos al conocimiento de la dimensión familiar, aunque para ello los documentos más fiables son las matrículas y padrones parroquiales, de los cuales hay pocos ejemplares, por su desaparición o desconocimiento de su existencia en los archivos parroquiales40, aunque ya en el Sínodo de Diego de Muros, en 1497, se mandaba hacer relación y padrón a los curas41 y que se vuelve a recordar dicha obligación en el Sínodo de 150642, al igual que los posteriores Sínodos de Vázquez de Arce, de 1514 y 151543. Lamentablemente no hay constancia de estas matrículas y las más antiguas encontradas son del pontificado del obispo Bartolomé García Jiménez, que recogen la población de las islas Canarias, de 1676 a 1688, y que por su importancia se denominan: Documento Base, cuya publicación y estudio44 son un referente para el conocimiento de la población durante los referidos años.
Las matrículas y padrones parroquiales, sobre todo las anteriores a la existencia de los censos civiles de población, son documentos excepcionales para conocer la población de los diferentes lugares. Están recogidas por casas, con indicación de calles y los habitantes que hay en cada una de ellas, referenciados con respecto al cabeza de familia y con las edades, en algunos casos añaden datos suplementarios de empleos, profesiones, ausencias o defectos físicos, su estudio nos da idea de la situación poblacional durante un determinado momento y en un lugar concreto45.
La interrelación entre los datos de los diferentes registros de: bautismos, matrimonios, confirmaciones y defunciones, ayudará a completar aspectos relacionados con la esclavitud, la ilegitimidad y los expósitos, así como a ampliar los listados de cargos y oficios y descubrir datos sobre la vecindad, procedencia y ausencia de los registrados. Este último dato puede ser interesante para estudiar aspectos de la inmigración hacia América46, o hacia otras islas, pero también detectar desplazamientos desde otras islas47 o lugares. De igual manera se podrán elaborar gráficas relacionando los datos de bautismos y defunciones para establecer la evolución del crecimiento vegetativo de la población, así como interrelacionarlo con la línea de la nupcialidad.

ANEXO:
Modelos de fichas.
a) Ficha de bautismos: Su color es blanco y sus dimensiones son más reducidas que las fichas que se emplearán para matrimonios y defunciones (21 X 7 centímetros.).
BAUTISMOS
Elaboración propia
Esta ficha bautismal está ordenada para una lectura en bloques verticales, salvo su cabecera y su pie. En la parte superior se recogen los datos significativos de la parroquia y el año. En el cuerpo central, en un primer bloque se anota el nombre del bautizado/a y la fecha de imposición del sacramento; le sigue un espacio para reflejar el sexo; a continuación, se anota la referencia de donde se recoge: libro, folio, cara y número; seguidamente está el bloque identificativo de padres y padrinos, seguidos por los apartados de vecindad y profesión de los mismos; le sigue el bloque para reflejar la condición del bautizado que se marcará con colores, y así: los niños legítimos se reflejarán cubriendo su casilla de azul, los ilegítimos en rojo, los expósitos en verde y los esclavos en negro; el siguiente bloque refleja el tipo de bautismo y también se marcará con colores, y así: el bautismo normal se recogerá en violeta, el realizado por la comadre en marrón y el niño que ha sido bautizado en su casa, con gris. Cierra este bloque central un apartado para reflejar la edad del niño cuando es llevado a bautizar, que en ocasiones no se indica, aunque se generalizará en el último tercio del S. XVII y los anotadores nos informarán sobre el tiempo que tiene el niño cuando era llevado a la pila bautismal. Al pie de la ficha se incluye un pequeño espacio para anotar alguna observación de interés y se cierra la ficha con el nombre del párroco o de quien realizó el bautismo con su licencia.
b) Ficha de matrimonios: su color es azul claro y sus dimensiones 21 X 15 centímetros.
MATRIMONIOS
Elaboración propia
Está ordenada para rellenarla y leerla posteriormente de manera vertical. En la parte superior aparecen los datos identificativos de la parroquia y el año; siguen la referencia al registro así como la fecha y lugar de celebración del matrimonio; a continuación aparecen los datos personales y de filiación de los contrayentes; padrinos y testigos; siguen aspectos de contenido canónico como: amonestaciones, impedimentos y ceremonia de velación. Cierra la información el apartado reservado para el oficiante y un espacio para anotar diferentes observaciones. En la parte posterior de cada ficha matrimonial se procede a vaciar los datos obtenidos de la reconstrucción familiar, tales como: la edad de los contrayentes, segundas nupcias, número de hijos, fecha de fallecimiento, etc.
c) Ficha de defunciones: son las de mayor tamaño (21 X 17 centímetros.) y su color es gris claro.
DEFUNCIONES:

Elaboración Propia
Esta ficha es la que dispone de más apartados para cubrir, pero, lamentablemente, en muchos casos sólo podremos rellenar los apartados reservados para la fecha y nombre del difunto. La información que se obtiene es para leerla en vertical. En la parte superior aparecen los datos de la parroquia, el año y la referencia del registro; la fecha del suceso; lugar de muerte y/o enterramiento, así como el sexo y edad del difunto/a. A continuación aparecen los datos del difunto y su filiación, para continuar con otra serie de aspectos relativos tanto a la función religiosa como de índole personal o material, entre ellos los relativos a testamentos, herederos y albaceas. Cierra la ficha el apartado destinado a reflejar el nombre del párroco o quien realiza el sepelio y el espacio destinado a observaciones que suele ser aprovechado para incluir los oficios, cabos de año o devociones a quien el difunto deja misas encomendadas.

Por tanto, disponemos de tres modelos de fichas diferentes, en cuanto a tipología, tamaño y color, lo que nos facilitará la reconstrucción familiar, de forma manual y poder, tanto entremezclarlas, como clasificarlas definitivamente. También utilizaremos fichas-resumen de carácter anual que recogen los datos de cada uno de estos sucesos y que sirven para ir simplificando el proceso y síntesis final.

REFERENCIAS
1 .- DOMÍNGUEZ ORTÍZ, A.: La Sociedad española en el siglo XVII, Madrid, 1963. P. 63.
2 .- Constituciones Sinodales del obispo Diego de Muros. Constitución 2ª. (Cfr. CABALLERO MUJICA, F.: Canarias hacia Castilla. Datos de un proceso histórico, Las Palmas de Gran Canaria, 1992. Vol. II, pp. 684-685.
3 .- CÁMARA Y MURGA, C. de la: Constituciones Sinodales del obispado de la Gran Canaria, Madrid, 1634.
4 .- CABALLERO MUJICA, F.: Documentos Episcopales Canarios, Las palmas de Gran Canaria, 1997. Vol. II (Bartolomé García-Jiménez y Rabadán (1665-1690).
5 .- DÁVILA Y CÁRDENAS, P. M.: Constituciones y nuevas addiciones Synodales del obispado de las islas Canarias (1735), Madrid, 1737.
6 .- CARDOSO, C. F.S. y H. PÉREZ BRIGNOLI: Los métodos de la Historia, Barcelona, 1985; DUPAQUIER, J.: “Methode d´interpretation des sources non nominatives par la constuccion de modeles”, en Annales de Demographie Historique, París, 1972. Pp.180-188 y: “Problemes de contróle de denombrements”, en Annales de Demographie Historique, París, 1952. Pp. 203-214; FLEURY M: y L. HENRY: Noveau manuel de dépovillement et d´explotation de L´etat civil ancien, París, 1965; GERARD, H. y G. WUNSCH: Demografía, Madrid, 1975; HENRY, L. “Une richesse demographique en fiche: les registres parossiaux”, en Population, París, 1953. Pp. 281-290, y: Manuel de Demographie Historique, Ginebra-París, 1967; HENRY, L. y M. FLEURY: Les registres parossiaux a la histoire de la population, París, 1965; HOLLINSWORT, T. H.: Demografía Histórica. Cómo utilizar las fuentes de la historia para construirla, México, D. F., 1983; LIVI BACCI, M.: Introducción a la demografía, Barcelona, 1993; MACÍAS HERNÁNDEZ, A. M.: “Fuentes y principales problemas metodológicos de la Demografía Histórica en Canarias”, en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 34, Madrid- Las Palmas, 1988. Pp. 51-161; MARTÍN GALÁN, M.: “Fuentes y métodos para el estudio de la Demografía Histórica castellana durante la Edad Moderna”, en Hispania, nº 148, Madrid, 1981. Pp. 231-325; NADAL, J.: Bautismos, desposorios y entierros. Estudios de Demografía Histórica, Barcelona, 1992; PÉREZ PUCHAL, P.: “Fuentes y métodos de la Demografía Histórica”, en Estudios Geográficos, nº 130 (1973). Pp. 5-32; Wrigley, E. A.: “Family limitation in Pre-Industrial England”, en Economic History Review, segunda parte, XXIX, 1 (abril de 1966). Pp. 82-109 y: Historia y población. Introducción a la Demografía Histórica, Barcelona, 1985.
7 .- ANSÓN CALVO, M. C.: Demografía y sociedad en la Zaragoza del siglo VXII. Un estudio con ordenadores, Zaragoza, 1977.
8 .- Serían los casos de: MARCOS MARTÍN, A.: “La esclavitud en la ciudad de La Laguna, durante la segunda mitad del siglo XVI a través de los registros parroquiales”, en Investigaciones Históricas, nº 2, Valladolid, 1980. Pp.7-35; LOBO CABRERA, M.: “La población esclava de Telde en el siglo XVI”, en Hispania”, nº 150, Madrid, 1982. Pp.47-89; LOBO CABRERA, M. y R. DÍAZ HERNÁNDEZ: “La población esclava de Las Palmas durante el siglo XVI”, en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 30, Madrid-Las Palmas, 1984. Pp.157-316; LOBO CABRERA, M y M. J.SEDILES GARCÍA “Expósitos e ilegítimos en Las Palmas de Gran Canaria en el siglo XVII”, en Anuario de Estudios Atlántico, nº 34, Madrid-Las Palmas, 1988. Pp. 159-203; LOBO CABRERA, M. y B. RIVERO SUÁREZ: “Los primeros pobladores de Las Palmas de Gran Canaria”, en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 37, Madrid-Las Palmas, 1991. Pp. 17-132; LOBO CABRERA, M.; M. R. LÓPEZ CANEDA y E. TORRES SANTANA: La “otra” población: expósitos, ilegítimos y esclavos (Las Palmas de Gran Canaria siglo XVIII). Las Palmas de Gran Canaria, 1993; LOBO CABRERA, M. y P. QUINTANA ANDRÉS: Población marginal de Santa Cruz de La Palma, 1564-1700, Madrid, 1997; PÉREZ CHACÓN E. y A. SANTANA SANTANA: “Estructura y dinámica de la población en la parroquia de San Lorenzo (S. XVIII)”, en V Coloquio de Historia Canario Americana, Las Palmas de Gran Canaria, 1982. Vol. II, pp. 179-217 y TRUJILLO YÁNEZ G. A. y M. A. RODRÍGUEZ PÉREZ: “Los otros terorenses: La población esclava de Teror en el siglo XVII”, en XVII Coloquio de Historia Canario Americana, Las Palmas de Gran Canaria, 2006. Pp. 1.012-1.030.
9 .- Serían los casos de: SÁNCHEZ FALCÓN, E.: “Evolución demográfica de Las Palmas de Gran Canaria”, en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 10, Madrid-Las Palmas, 1964. Pp.299-414 y de SUÁREZ, V.; B. RIVERO.; M. LOBO y A. GONZÁLEZ: La comarca de Tirajana en el Antiguo Régimen, Las Palmas de Gran Canaria, 1995.
10 .- Serían los casos de: RODRÍGUEZ DELGADO, O.: Fasnia. La gestación de un pueblo. Fasnia, 1990; RODRÍGUEZ SEGURA, J.A.: “La población de Santa Brígida en los siglos XVI-XIX”, en Historia de la villa de Santa Brígida, Las Palmas de Gran Canaria, 2002. Vol. I, pp., 85.112; VV.AA.: Yaiza y su tierra, Síntesis histórica, 2 vols., Las Palmas de Gran Canaria, 1999; RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A. J. VIERA ORTEGA: “La Población”, en Estudio histórico de Valsequillo de Gran Canaria, Zamudio, 2006. Vol. I, pp. 85-112 SUÁREZ GRIMÓN, V. J. y P. C. QUINTANA ANDRÉS: Historia de la villa de Agüimes (1486-1850), Agüimes, 2003. Vol. I. e Historia de la villa de Moya. Siglos XV-XIX, Las Palmas de Gran Canaria, 2008. Vol. I.
11 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: La población de Arucas y Moya en el siglo XVII, Las Palmas de Gran Canaria, 2002 y RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A. J. VIERA ORTEGA: La Población de Telde en el siglo XVI, Telde, 2007 (Premio de Investigación Histórica: 650 aniversario de la ciudad de Telde).
12 .- MARTÍN GALÁN, M.: “Fuentes y métodos para…”. Art. Cit., p. 199.
13 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: La población de Arucas y… Op. Cit. Pp. 60-63.
14 .- Véanse nuestros trabajos a tal efecto en: RODRÍGUEZ CALLEJA, J: E: La población de Arucas y… Op. Cit. Apéndice II, pp.311-320; RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A. J. VIERA ORTEGA: La Población de Telde en... Op. Cit. Pp. 184-187 y RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “Imposición de nombres en Agüimes durante el siglo XVII”, en XV Coloquio de Historia Canario Americana. Las Palmas de Gran Canaria, 2002, 357-374.
15 .- CÁMARA y MURGA, C. de la: Constituciones… Op. Cit. Constitución II, capítulo último: De las parteras. P. 86.
16 .- Archivo Parroquial de Arucas: Libro II de Bautismos, fol. 140 r.
17 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A. J. VIERA ORTEGA: “Padrinazgo y parentesco espiritual en Telde durante el siglo XVI”, en XIV Coloquio de Historia Canario Americana, Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 948-974.
18 .- Constitución 9º: Que no se reciban al bautismo más de dos compadres (Cfr. CABALLERO MUJICA, F.: Canarias hacia… Op. Cit. Vol. II, p. 685.).
19 .- Una amplia bibliografía puede consultarse en: LOBO CABRERA, M.: “La esclavitud en España en la Edad Moderna. Su investigación en los últimos cincuenta años”, en Hispania, nº 176, Madrid, 1990, pp. 1.091-1.104.
20 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “Los registros parroquiales del Bachiller D. Juan Mateo de Castro”, en Almogarén, nº 16, Las Palmas de Gran canaria, 1995, pp.241-242.
21 .- Constitución 34,35 y 36. (Cfr. CABALLERO MUJICA, F.: Canarias hacia… Op. Cit. Vol. II, pp. 699-700).
22.- CÁMARA y MURGA, C. de la: Constituciones… Op. Cit. Constitución VIII, capítulo 5º: Que no valgan las amonestaciones, sino que se publiquen otras. P. 122 v.
23 .- Archivo Parroquial de San Juan Bautista de Telde: Libro I de Matrimonios, fol. 3 v.
24 .- Archivo Parroquial de Arucas: Libro de Mandatos: Privilegios y gracias concedidas al obispado de Canarias, por espacio de un quinquenio, pp. 186-188. Según un despacho fechado en Roma el 4 de octubre de 1680 y con vigor a partir del primero de octubre de 1682.
25 .- Ídem: pp. 196-197. Prórroga de gracia concedida para un segundo quinquenio.
26 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “Consanguinidad y parentesco espiritual en Teror (1675-1700). Análisis de registros y dispensas matrimoniales”, en Historia das Ilhas Atlànticas, Funchal, 1997, Vol. II, pp. 269-292.
27.- CÁMARA y MURGA, C. de la: Constituciones… Op. Cit. Constitución VIII, capítulo último: Del matrimonio entre esclavos. P. 132.
28 .- Ídem: Constitución VIII, capítulo 4º.
29 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J: E: y A: J: VIERA ORTEGA: “Mortalidad y sus patologías, durante el siglo XIX en Valsequillo”, en XVI Coloquios de Historia Canario Americana, Las Palmas de Gran Canaria, 2004. Pp. 710-723.
30 .- ARANDA MENDIAZ, M.: El hombre del siglo XVIII en Gran Canaria. El testamento como fuente de investigación histórico-jurídica, Las Palmas de Gran Canaria, 1993. P. 127.
31 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y C. R. ACOSTA BRITO: El Archivo parroquial de la villa de Agüimes, Agüimes, 2001. Pp. 193-200.
32 .- Constituciones Sinodales del obispo D. Diego de Muros. Constitución 10ª: Que los curas estén obligados a sacar las cláusulas de los testamentos de las obras pías. (Cfr. CABALLERO MUJICA, F.: Canarias hacia… Op. Cit. Vol. II, pp. 686.
33 .- Constituciones Sinodales del obispo Vázquez de Arce. Constituciones de la 109ª a la 117ª: De los testamentos y últimas voluntades (Cfr. CABALLERO MUJICA, F.: Canarias hacia… Op. Cit. Vol. I, pp. 811-815.
34.- CÁMARA y MURGA, C. de la: Constituciones… Op. Cit. Constitución XXI: De los testamentos. P. 181-187.
35 .- Cabe destacar: Edicto sobre testamentos, dado en Santa Cruz de Tenerife el 24 de marzo de 1666; Orden sobre el cumplimiento de los mandatos episcopales, en que insiste se cumpla el Edicto anterior, dado en La Laguna el 18 de octubre de 1668 e Instrucción sobre testamentos, dado el La Laguna el 17 de diciembre de 1679. Para el conocimiento de las órdenes y mandatos de este obispo, ver la recopilación de las mismas en: CABALLERO MUJICA, F.: Documentos Episcopales canarios…. Vol II. Op. Cit.
36 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “las misas del alba en Telde”, en Guía Histórico-Cultural de Telde, nº 21, noviembre 2010, pp. 5-7.
37 .- LOBO CABRERA, M. y B. RIVERO SUÁREZ: “Los primeros pobladores de…”. Art. Cit. Pp. 75-83 y RODRÍGUEZ CALLEJA, J. R. y A. J. VIERA ORTEGA: La población de Telde en… Op. Cit. Pp. 102-106.
38 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: La población de Arucas y… Op. Cit. Pp. 159-174.
39 .- Ídem: p. 160.
40 .- Una buena catalogación e inventario de los mismos, sin duda sacaría a la luz algunas matrículas y padrones parroquiales, como así nos ha sucedido en los archivos de Telde (Cfr.- ACOSTA BRITO, C: R: y J. E. RODRÍGUEZ CALLEJA: El archivo parroquial de San Juan Bautista de… Op. Cit.); en Agüimes (Cfr.- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y C. R. ACOSTA BRITO: El archivo parroquial de la villa de… Op. Cit.) y en otros que hemos investigado, como serían los casos de: Valsequillo; de San Bernardo-San Telmo, en Las Palmas de Gran Canaria; de San Gregorio Taumaturgo, en Telde y también tenemos noticias de la existencia de matriculas y padrones sueltos, en el Archivo de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria y en su Archivo Histórico Diocesano.
41 .- Constituciones Sinodales del obispo D. Diego de Muros. Constitución 12ª: Que los curas hagan padrón cada año. (Cfr. CABALLERO MUJICA, F.: Canarias hacia… Op. Cit. Vol. II, pp. 687).
42 .- Ídem: pp.745-753.
43 .- Ídem: pp.838 y 894-896.
44 .- SÁNCHEZ HERRERO, J.: “La población de las islas Canarias en la segunda mitad del siglo XVII”, en Anuario de Estudios Atlánticos, nº 21, Madrid-Las Palmas, 1975, pp. 330-415.
45 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E.: “La población de Las Palmas de Gran Canaria, según apuntes recogidos en un padrón parroquial de hacia 1885”, en XIX Coloquio de Historia Canario Americana, Las Palmas de Gran Canaria, 2010. En prensa.
46 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A.J. VIERA ORTEGA: Telde y Valsequillo. Cuatro siglos de presencia en América (1500-1900). Proyecto de Investigación Relaciones Canarias América, 2001, Casa de Colón, Las Palmas de Gran Canaria, inédito.
47 .- RODRÍGUEZ CALLEJA, J. E. y A. J. VIERA ORTEGA: “Inmigrantes de Fuerteventura y Lanzarote en Las Palmas de Gran Canaria durante los siglos XVI y XVII”, en VII Jornadas de estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote, Puerto del Rosario, 1996. Vol. I, pp.387-450; “Inmigrantes de Lanzarote y Fuerteventura en Telde durante los siglos XVI y XVII”, en VIII Jornadas de estudios sobre Lanzarote y Fuerteventura, Arrecife de Lanzarote, 1999. Vol. I, pp. 37-84, e “inmigrantes de Fuerteventura y Lanzarote durante el siglo XVII en el ámbito rural de Gran Canaria”, en IX Jornadas de estudios sobre Fuerteventura y Lanzarote, Puerto del Rosario, 2000. Vol. I, pp.173-226.

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