domingo, 13 de enero de 2013

LA FAMILIA AROCENA EN CANARIAS

JUAN FÉLIX ESTEVA NAVARRO

Con la llegada a Santa Cruz de La Palma de Cayetano Arocena Usabaraza, un guipuzcoano que era piloto de altura y constructor naval, dio comienzo una nueva etapa la más brillante, sin duda en el proceso histórico de las construcciones navales de la Isla y cuyo apellido ha llegado hasta nuestros días. Cayetano Arocena nació en Guipúzcoa el 11 de septiembre de 1769, en el seno de una familia pudiente y fueron sus padres José Joaquín Arocena y Ana Patricia de Usabaraza. Cuando recalo en la Palma, el joven Cayetano había sobrevivido a un naufragio y el 25 de Febrero de 1805 , a la edad de 36 años ,contrajo matrimonio con la señorita Catalina Lemos Smalley, nacida en 1782 , hija del capitán Juan José de Lemos y Mauricia Eduarda Smalley.
La ceremonia fue oficiada por el venerable beneficiado Manuel Díaz Hernández de grata memoria, cuya estatua preside desde el 18 de abril de 1879 la Plaza de España de la capital palmera.
La familia Arocena tuvo numerosa descendencia nada menos que doce hijos, de los cuales José, Fernando, Vicente y Sebastián Arocena Lemos heredaron las excepcionales facultades de su padre y bajo su experta enseñanza, en la segunda mitad del siglo XIX unos sesenta veleros fueron construidos en la Palma, todos ellos de inmejorables condiciones y de los que se conservan sus planos originales y algunas curiosas maquetas.
El patriarca de los Arocena falleció el 28 de diciembre de 1846 y su esposa lo fue el 13 de enero de 1863, recibiendo ambos cristiana sepultura en el cementerio de Santa Cruz de la Palma.

Fernando Arocena Lemos
Nació en Santa Cruz de la Palma el 6 de Agosto de 1808. Fue oficial del Ayuntamiento de la capital insular y de la Administración e Interventor de Registros. Persona de ideas políticas liberales y uno de los más exaltados constitucionales en su juventud, también gozó de merecida fama por sus conocimientos de Náutica y construcción naval.
Al quinto de los hijos de la familia Arocena Lemos se le atribuye la construcción de los siguientes buques: Segundo Benedito, bergantín goleta de 110 Tm., Pepita , goleta de 110 Tm. (1841); Negrita, paleontólogas de 80 Tm., Camila goleta de 110 Tm. (1842); Joven Temerario, bergantín goleta de 146 Tm., Antoñita, goleta de 70 Tm.,  Magdalena , bergantín goleta de 50 Tm. (1843); Palmerita pailebot de 60 Tm. (1844); Vengativa goleta de 101 Tm.; Africano , bergantín goleta de 70 Tm. (1845); Nivaria brickbarca de 420 Tm., Cuatro hijos goleta de 120 Tm. (1849); Dos Hermanas, brickbarca de 180 Tm. (1850); Guanche bergantín de 230 Tm. (1851); Correo de La Palma , pailebot de 73 Tm., Ando riña, pailebot de 51 Tm. (1855); Pensativo, bergantín de 299 Tm. (1857); Audaz, bergantín de 177 Tm. (1859); Rosa Palmera, brickbarca de 259 Tm. (1861).
El 10 de diciembre de 1841 contrajo matrimonio en Santa Cruz de La Palma con Feliciana Henríquez Rodríguez y falleció en la capital palmera el 1 de octubre de 1865. Con descendencia.
Sebastián Arocena Lemos
El más destacado de todo los hermanos fue Sebastián, nacido en Santa Cruz de la Palma el 22 de Enero de 1823.Persona de carácter seco y reservado, tuvo fama de buen marino y en su faceta de constructor naval no solicito nunca el parecer de nadie para el diseño y construcción de sus barcos, a excepción de los criterios del capitán Eduardo Morales Camacho, sin duda uno de los personajes más notables de la Marina Mercante ochocentista en La Palma.
Los méritos de Sebastián Arocena Lemos, así como los de sus hermanos fueron reconocidos en la Exposición Universal de Filadelfia, celebrada en 1876. Los trabajos de arquitectura naval premiados fueron planos y modelos de buques de vela en madera y un álbum de arquitectura naval que representaba planos y detalles de 26 buques, todo ello acompañado de una memoria que contenía, asimismo, una reseña y explicación de la serie de cálculos a que habían sido sometidos los planos presentados, así como referencias a las maderas del país utilizadas en este tipo de construcción. Los trabajos premiados se referían a la barca La Verdad y algunos otros buques delineados y construidos en los astilleros de Santa Cruz de La Palma.
A Sebastián Arocena se le atribuyen los siguientes barcos: Correo de Tenerife, bergantín de 142 Tm (1842); Justa, pailebot de 80 Tm. (1844); Las Palmas, bergantín de 200 Tm. (1851); Franco, bergantín goleta de 142 Tm.; Dorado, bergantín goleta de 82 (1855); Gran Canaria, goleta de 568 Tm, La Verdad, brickbarca de 775 Tm. (1859); Rosa del furia, brickbarca de 911 Tm. (1861).
Contrajo matrimonio con Juana Toscana Jiménez y no tuvo descendencia, fue condecorado con la Encomienda de la Orden de Isabel La Católica y falleció en la capital palmera el 6 de enero de 1900.

José Arocena Lemos
El segundo vástago de la familia Arocena también fue piloto de altura y un destacado armador y constructor naval, que desarrolló su actividad en los astilleros familiares en un periodo de tiempo que abarco más de treinta años y, al igual que sus hermanos gozó de merecida fama en el desarrollo de su trabajo.
Contrajo matrimonio en Santa Cruz de la Palma el 7 de enero de 1841 con Jerónima Lostau de Guisla.
Y falleció en la capital palmera el 18 de abril de 1868.

Pedro Arocena Lemos
La rama de los Arocena que radica hoy en día en Las Palmas de Gran Canaria tiene sus orígenes en la figura singular del capitán Pedro Arocena Lemos, uno de los personajes de la Marina Mercante del siglo XIX en Canarias. En la capital grancanaria contrajo matrimonio con la señorita María del Pino Grondona Pérez, el 20 de diciembre de 1862.
Pedro Arocena había nacido en Santa Cruz de La Palma el 11 de Julio de 1817 y fue bautizado el 13 de agosto en la iglesia de El Salvador, contaba 45 años de edad cuando contrajo nupcias con María del Pino y ella tenía 22 El trece de agosto de 1860 se produjo la botadura de la goleta Gran Canaria, construida en los astilleros de San Telmo por Sebastián Arocena Lemos para la propiedad de su hermano Pedro, asociado por entonces con Francisco Neyra Orrantia, quien, además, había sido su padrino de boda. Pero con el paso del tiempo la Gran Canaria sería propiedad absoluta del ilustre marino palmero. De 568 Tm., su construcción importó 23.000 reales y cuando fue puesta en servicio era la nave más grande hasta entonces construida en Canarias. Tal porte se puso de manifiesto cuando en su primer viaje a La Habana, el vigía del morro llego a cantar, al divisarla, confundido ante su silueta aún lejana: fragata española de guerra, asombrando se después al comprobar que se trataba de un velero de tres palos de carga y pasaje.
Cuando se produjo la botadura de la goleta Gran Canaria, la gente no cabía en la caleta de San Telmo, en la que una charanga amenizó el acto interpretando las piezas más en boga y la expectación aumentó cuando el deslizamiento sobre la grada tuvo sus problemas. Surto en el Puerto de la Luz y de Las Palmas se encontraba el mercante inglés Warrior y su capitán ordenó lanzar un cable para remolcar a la embarcación canaria, lo que realizo con tan escaso acierto que se enredó entre la hélice y el timón de la suya y la hizo derivar hasta la orilla del Guiniguada, en donde quedo embarrancada la goleta Gran Canaria pudo se reflotada e inicio sus single duras en la línea de Cuba, trayendo en los viajes de vuelta, cocos, caoba, azúcar, ron , melazas, mantones de Manila, y otras sedas y joyas de la China y el Japón y como dice Martín Moreno todo lo demás bueno y bien visto que de las Antillas venía en aquellos tiempos.
En 1874, tras el fracaso de la cochinilla, la goleta Gran Canaria participo en el tráfico de la emigración a Cuba, levando a más de 400 personas por viaje, en competencia con los trasatlánticos franceses, que disponían de capacidad para un millar Al capitán Pedro Arocena Lemos lo mismo que a su paisano Eduardo Morales Camacho lo quisieron involucrar en el comercio de esclavos. Consta que a finales de febrero de 1884 arribó la Gran Canaria a La Habana con unos seiscientos isleños a bordo, braceros casi todos, que en su mayoría iban contratados por el conde de la Reunión para emplearlos en sus colonias e ingenios. Y considerados como víctimas de un tráfico esclavista, se le quiso hacer pagar el gasto al capitán Arocena Lemos.
Llegaron a decir que los emigrantes se habían visto entre la espada del conde y la pared que se les presentaba el armador, al no dejarlos en libertad de elegir otros patronos, sino según Néstor Álamo, rendirse a las exigencias del más o menos aristocrático negrero. A su vuelta a las Palmas, Pedro Arocena explico detalladamente a la opinión canaria cual había sido su parte en el asunto y dejo clara la personal integridad que le distinguía.
María Luisa Arocena Ley de Roca, bisnieta del ilustre capitán palmero conserva en su casa de las Palmas el cronómetro marino de la Gran Canaria, sobre el que existe una placa que dice Al capitán don Pedro Arocena, por su valor y buen comportamiento en salvar las vidas de los pasajeros y la tripulación del Dacila, el 27 de Abril de 1851. Presentan esta memoria sus amigos de Tenerife.
En el domicilio del doctor Fernando Navarro Arocena se conserva en perfecto estado el escritorio de la Gran Canaria y otro bisnieto del célebre capitán palmero, Juan Esteva Arocena, honorable cónsul de la república de Colombia, muestra con orgullo el reloj de bolsillo, el catalejo y el sable usados a bordo por su bisabuelo. La goleta Gran Canaria, uno de los veleros más famosos de la flota isleña ochocentista v, parece ser acabo sus días como pontón en el puerto habanero. Y su intrépido capitán, Pedro Arocena Lemos, falleció el 31 de julio de 1902 a la edad de 85 años.

FUENTES
- DÍAZ LORENZO, JUAN CARLOS. Periodista, investigador, cronista oficial de Fuencaliente de La Palma
- Archivo particular JUAN ESTEVA AROCENA.

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